El esposo de mi follower en Instagram.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola amigos, ¿qué tal? Inicio mi primer relato con una de mis últimas experiencias. Utilizaré el pseudónimo de André y antes de empezar, me describo: tengo 23 años, soy alto (1.83 mts), peso 78 kilos, y a decir verdad, mi físico y mi rostro son atractivos, soy de piel blanca, mi cabello es negro, un poco largo y vivo en Hermosillo, Sonora, México.
Por cuestiones de privacidad, utilizaré dos nombres para mis sujetos, uno será Carlos y al otro lo llamaré Gabriel. Ahora sí, hace aproximadamente dos años, Carlos (35 años) me empezó a seguir en mi cuenta de Instagram, él es muy guapo y atractivo, sexy sobre todo, pero quien realmente a mí me llenaba el ojo, era su esposo Gabriel (30 años). Carlos subía y subía fotos de ellos dos en distintos lugares y eso hizo que yo me fijara en Gabriel. Sinceramente, siempre me los imaginaba cogiendo y eso me ponía muy intenso, tanto que tengo algunos screenshots de ellos en la playa para jalármela.
El punto aquí es que, al tiempo de seguir a Carlos en Instagram, le di follow a Gabriel y él a mí. De vez en cuando nos dábamos likes mutuamente y eso me gustaba, me hacía sentir coqueto y cabrón, pensando, “le gusto al marido de Carlos”. Nunca le comenté ninguna foto ni él a mí pero yo sentía la tensión sexual entre los dos. Él es muy guapo, aproximadamente 1.70 mts, cuerpo marcado y sobre todo, un bulto pronunciado que en las fotos de cuerpo completo, indicaban que sí había y muy bien.
Todo empezó el día que él cambió su foto de perfil en esta red. Era una foto sin camiseta y viendo hacia abajo, como si se estuviera tocando la verga, esa gran verga. Decidí enviarle un inbox tirándole el rollo y bueno, así lo hice.
André- Qué interesante foto tienes. Parece que te estás tocando el bulto jaja.
Gabriel- Jaja hola. Sí, sí me estaba tocando (y me envió la foto completa tocando su bulto en trusa).
André- Wooow! Qué bien se ve eso, pero la ropa interior está de más.
Gabriel- jaja ya sé, pero luego me la hace de pedo mi marido. ¿Qué haces?, ¿ocupado? Acabo de salir de la oficina.
André- Pues, a menos que tú le digas, no tiene porqué enterarse. Te me antojas y no me conviene quemarme a mí ni a ti y no, no estoy ocupado… ¿Quieres que te visite?
Gabriel- Esa respuesta me gustó. Después de eso que me dijiste, te quiero coger durísimo sin que él se entere…
(y me mando una foto de su verga bien parada, su gran verga, 18 cm, calientes y venososos), ando caliente y también te me antojas. ¿Qué onda, la quieres? Voy por ti y me la mamas en el carro. Tiene vidrios polarizados. Si te animas, tiene que ser rápido porque él llega a la casa en dos horas.
André- Claro que quiero, desde siempre. ¿Qué tal si vamos a un motel y le dices que fuiste a ver algo del carro? Quiero que me cojas rico y sin prisas.
Gabriel- ¡Venga! Báñate rápido porque ya voy a mi casa a bañarme también y luego paso por ti. Vamos al motel y te doy la cogida que desde hace tiempo te quiero dar.
Después de esa luz verde me metí a bañar, mientras me duchaba sólo podía imaginar lo rico que me la iba a meter, como su cuerpo fuerte y marcado me iba a hacer suyo. Tenía la verga parada pero no me la iba a jalar antes de verlo. Salí de bañarme y me avisó que estaba por llegar. A los 5 minutos llegó y yo dije en mi casa que iba al Galerías, de compras. Me subí al carro y ahí estaba él, en pants, tanktop y gorra, olía delicioso y me recibió con una sonrisa. Cuando lo saludé, me quedé ido cuando vi el paquetón entre sus piernas, sólo pensaba en “a la verga, qué rico todo lo que me voy a comer. No mames… ya quiero”.
Gabriel- Hola pornográfico, ¿a dónde vamos? Jaja
André- A donde tú quieras, pero a algún lugar donde me puedas coger rico (mientras veía su bulto).
Gabriel- Muy bien, entonces ya sé a qué motel vamos a ir.
Mientras él manejaba al motel, la charla era normal, como dos amigos tranquilos y casuales, total, era la primera vez que nos veíamos en persona. Entre risa y risa le pregunté si frecuentemente le era infiel a su marido y me dijo “mira, es obvio que él también tiene sus aventuras, pero tenemos como un acuerdo, tú no te enteras y yo no me entero”. Después de eso dije, okey! Esto se pondrá muy divertido.
Llegamos al motel, abrió el cuarto y se tiró sobre la cama. Yo por mi parte acomodé mis cosas en la mesa de noche y me hice tonto un rato. Coloqué los condones y el lubricante que llevaba (porque imaginé que él no llevaría) y me acosté a su lado. Me volteó a ver y ahí perdimos… Nos besamos como dos locos desde el primer momento.
Mordía mis labios como una fiera, era una sensación deliciosa el sentir su lengua enredada con la mía, sentir su barba picar en mi cuello, en mi oreja, como pasaba su lengua por mi cuello y mis labios, era cabronamente excitante y estaba disfrutando más con sólo saber que el cuernudo de su marido ya estaba en casa sin saber dónde, con quién y qué estaba haciendo el delicioso de su hombre.
Empezó a desnudarme y a comer cada parte de mí. Tocaba mi culo, mi abdomen, mis piernas y mi verga, bajó su boca a mi pecho y lamió mis tetillas, las mordidas leves que me daba hacían que me retorciera de placer y por supuesto, a él le encantaba eso. Su pene ya escurría precum y yo con mi mano lo desparramaba en todo su tronco moreno y palpitante, hambriento de culo. Yo estaba a su total disposición, era su deseado amante y me calentaba cabrón cada uno de sus movimientos, más aún porque estaba en un motel y podía hacer todo el ruido que yo quisiera sin que alguien molestara.
Después de darme tanto placer con su lengua en todo mi cuerpo, baje e hice lo que tanto quería hacer desde la primera vez que lo vi en una foto con Carlos, mamar su verga. Llegué a su pelvis y estaba fresco, con el vello muy rebajado y con los huevos húmedos de tanto precum. La metí a mi boca e intenté comer lo más que pude, él gemía y pujaba de placer, tomó mi cabeza y me marcó el ritmo. Yo estaba tan caliente que quería que ese palo hirviendo llegara hasta mi estómago, empujaba su cadera y me cogía la boca al ritmo de sus manos, mis ojos estaban llorosos y mientras más me la clavaba, más puta me sentía.
Me acomodó boca arriba en la cama y me abrió de piernas, tomó el lubricante y un condón de los que dejé en la mesa y se lo puso. Mientras él se ponía el preservativo, yo lo veía como todo un cabrón, saboreándome su precum y tocando sus piernas musculosas. Se acomodó entre mis piernas y colocó su verga en la entrada de mi culito caliente. Previamente me había dilatado con el dedo y con su lengua juguetona, así que estaba listo.
Fue empujando poco a poco y de pronto me sentí lleno, tenía toda su verga adentro y eso me volvió loco. Me dolía por su tamaño, pero me valía verga porque siempre quise eso, que me metiera todo ese tronco de golpe y sin piedad. Acomodó mis piernas contra mis hombros, se dejó caer sobre mí y me clavo tan rico y fuerte como un taladro mientras yo gritaba y pujaba de placer en ese cuarto cómplice.
Mientras me cogía, sonó su teléfono… era su marido. Yo me quedé callado y él simple y sencillamente lo ignoró y siguió perforándome con su mástil. Después de ver esa escena de telenovela, me sentí el villano más cabrón y me deje hacer y deshacer a su antojo. Estaba en las nubes y en el mismo infierno de tanta calentura. Me cogió en varias posiciones por unos 40 minutos y yo simplemente disfrutaba lo que tranquilamente espere. Pronto llegó el momento en que sus envestidas eran más poderosas y profundas, su cuerpo se contraía y fue entonces cuando se vació dentro de mí ¡qué cogida tan rica!
Me la saco y por arte de magia nos quedamos dormidos, abrazados y besándonos. Dormimos como media hora y despertamos de nuevo, los dos estábamos durísimos y como el momento era todo nuestro, me volvió a coger sólo como él sabe. Podía sentir su verga topando con mis entrañas mientras veía su cara de maniaco sexual, de deseo y pasión en un solo rostro. Me encantaba ver nuestros dos cuerpos en los espejos y saber que estaba siendo mío y yo de él. Su cuerpo torneado hacía que cabalgara sin miedo y por supuesto, su buena condición le permitía cargarme y cogerme como los grandes. Yo era su puta y los dos estábamos disfrutando la infidelidad cabrona del momento. Después de otro largo rato se vino en mi cuerpo y le mamé la verga para no desperdiciar nada…
Después de esa segunda cogida olímpica, nos bañamos juntos y nos tocamos de nuevo. Nos vestimos y recogimos nuestras cosas. Nos subimos al carro y del motel para afuera, volvimos a ser los amigos relajados y casuales del principio. Me llevó hasta mi casa y compartimos una que otra canción en el trayecto… Creo que después de esto, lo voy a volver llamar, ¿y por qué no? Tal vez me chingo a Carlos también sin que ninguno de los dos se entere de esto.
Gracias por leer mi relato…
André.
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