EL ESPOSO DE MI MEJOR AMIGA 3 parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde el principio supe que las relaciones con Alfonso no serían fáciles, pues como el mismo me lo había dicho, esto no era un noviazgo, ni nada parecido, muchas dudas atravesaban mi cabeza, que esperar, que hacer, a veces las ganas de verlo eran demasiado arrechas, pero como hacía, estaba su esposa, mi mejor amiga además por su trabajo el casi nunca estaba solo, habían pasado como tres semanas desde nuestro último encuentro y mi necesidad de huevo era terrible, recién despierto ese sábado, aun en mi cama, pensaba todo eso cuando mi teléfono comenzó a repicar, era mi amiga
– Hola Ángel, buenos días amigo, ¿cómo amaneces?
– Hola bien y tú ¿y ese milagro?
– Me contó Alfonso que deseas aprender mecánica con él, me parece genial.
Me atraganté con la noticia, si algo jamás pasó por mi cabeza es aprender mecánica.
– Alo, me escuchas, me parece bien, aunque mira que Alfonso es medio desgraciado con los empleados, Jajaja aunque tú serias un pasante.
– Jajaja, reí yo desconcertado sin saber a qué venía todo aquello.
– Alfonso te va a pasar buscando, así no tienes que usar tu auto, que lleves ropa cómoda, la comida se las llevo yo a las doce, chao amigo.
Corté la llamada, ¿que era toda esa mierda, que pretendía aquel hombre.
Ropa cómoda, bueno por lo menos pasaría el día con él, pero a qué precio?, me bañe me puse el interior más pequeñito que tenía, parecía una tanga de mujer, no un hilo, pero sí de esos que se te entierran en el culo, me puse un jeans todo roto y una franela, tomé café y a los diez minutos el carro de mi hombre se paró frente a mi casa.
– Buenos días mi amor, así me gusta obediente.
– Buenos días, ¿se puede saber que es todo esto?
– Yo decido, tu obedeces, ¿ese es el trato no?
Guardé silencio, el manejó un rato, paró en un sitio, compró algo para desayunar, y al montarse de nuevo y arrancar el auto me dijo.
– Hace tres semanas que no nos vemos, yo busco la manera de que estemos juntos y tú te arrechas, estas peor que mi mujer.
– No me compares con ella, por favor Alfonso.
– Claro que no hay comparación, tú tienes el culo más sabroso, dijo el riéndose, no ve que vamos a pasar el día juntos y sin levantar sospechas.
Yo sonreí, tenía razón, nuevamente él tomaba la iniciativa, tendría que dejarme llevar.
Llegamos al taller, fuimos a la oficina el sacó una braga y me dijo que me la colocara sobre la ropa, el hizo lo mismo con una que estaba toda rota, desayunamos, llegaron otros hombres, me presentó como su ayudante, y luego me explicó cómo ayudarle a desarmar una caja que le estaba reparando a un automóvil, no era fácil, pero Alfonso era bueno en eso y tenía paciencia, miré a mi alrededor, el típico ambiente de hombres, una música de esa de los pueblos como este, los hombres hablando de mujeres, de carros y todo eso, la mañana avanzó rápidamente, cada vez que Alfonso, me explicaba algo me apretaba las manos o me rozaba las nalgas al pasar detrás de mí.
Alfonso explicó a los tipos que trabajaría medio día con público y cerraría a las doce ya que necesitaba armar un motor y estaba solo, pues yo estaba aprendiendo, y así fue, a las doce los tipos se fueron, llegó un chamo en una moto con el almuerzo, mi amiga tenía muchos oficios y no pudo llevarlo, cuando nos quedamos solos y entramos a la oficina, el me abrazó y comenzó a besarme, yo tenía grasa hasta en el culo, como todo novato, parecía que eso excitaba a mi macho, me abrazaba y besaba como solo él sabe hacerlo, en ese momento supe que no podría negarle nada que me pidiera, que me había enamorado.
Yo bajé mi mano y le agarré el huevo, el me apretaba las nalgas e intentaba tocar mi culo por encima de la ropa, yo solo suspiraba.
– Mámamelo.
Me pidió.
– Yo me arrodille, él se quitó la braga, se bajó el jeans y el bóxer y ahí estaba frente a mi aquel hermoso huevo aun flácido, llené toda mi boca con él y comencé a estirarlo desde el tronco hasta la cabeza, me agarre de su cintura y me lo metí todo nuevamente y ahí el alcanzó su erección al máximo, yo le mamaba la cabeza chupándosela como si se la fuera a desprender, luego lo mamaba a lo largo subiendo y bajando el me apretaba la cabeza fuertemente pero me dejaba mamárselo a mi ritmo, mamé como diez minutos más.
– Cógeme, le pedí.
– Suplícame, dijo el riendo.
– Por favor, hazme tuyo, te lo suplico, quiero tenerte dentro de mí.
El me levantó, besándome en los labios.
– Así te ves bien bonito, así es que debes portarte.
Ah y cuidado con dejarme marcas en el cuerpo.
Volvió a besarme y comenzó a desnudarme, cuando quedé solo en interior y me vio, lanzó un silbido.
Se sentó en una silla y me jaló de la mano, obligándome a acostarme sobre sus piernas como un niño.
Sin decir nada comenzó a darme fuertes nalgadas, y luego a sobármelas, aquello me dio risa, pero no dije nada por temor a que se arrechara más.
– Que le dije yo de vestirse así.
– Lo hice para ti, mas nadie me va a ver así.
– Pues para mi vístase como un hombre, los hilos son para las mujeres, me entendió.
– Sí.
– Si, quien.
– Si mi amor dije yo.
Me dejó levantarme y me arrodille besándolo, fingí sentirme humillado pero lo que estaba era demasiado excitado.
– Mame otro ratico, me dijo.
Y yo lo obedecí, su erección era tremenda.
Me levantó y me hizo subirme arrodillado a la silla, me inclinó sobre el respaldar dejando mi culo adolorido al aire.
– Hermoso culo tiene mi amor.
El comenzó a sobarme las nalgas y a pasarme los dedos por mi culito, se los mojó con saliva y comenzó a presionarme pero sin penetrarme, de repente, sentí su aliento cerca de mis nalgas sus dientes clavarse en mi carne, yo aullé de dolor y placer y luego su lengua lamerme el culito, primero suavemente, luego más intensamente, la sensación de tener a aquel macho lamiendo mi culo fue impactante, luego comenzó a chupármelo, a mordérmelo, yo gemía, yo pedía más, yo perdí el control,
Él se apartó y me dijo que me levantará, se sentó y me pidió sentarme sobre el de frente, yo le obedecí, sentándome encima de su pene, quien se instaló en la puerta de mi culito el que, aunque estaba súper lubricado no le permitía la entrada.
El me pedía relajarme, yo ponía todo de mi parte y nada.
De pronto él me tomó por la cintura y afincándose con toda su fuerza me empujó hacia abajo, yo lancé un grito de dolor, pero medio huevo quedó dentro de mí, yo me aferré a su cuerpo, y permanecí inmóvil varios minutos.
– O entra por las buenas o por las malas.
Dijo el
– Desgraciado, dije yo sin pensar, como no es tu culo.
El me separó de su cuerpo y me miró, estaba molesto.
– Ah estas arrecho?
– No, Alfonso, perdóname, lo dije sin pensar.
Volvió a agarrarme por la cintura y sin ninguna compasión me presiono de nuevo, permitiendo que todo su huevo quedara dentro de mí, solo sentí el dolor y mis nalgas descansar sobre sus vellos púbicos, y seguidamente tomándome por la parte baja de mis muslos comenzó a hacerme subir y bajar, yo estaba desesperado, hubiera querido apretarle la espalda pero podía dejarle marcas y sería peor para mí, a cada embestida mi cuerpo parecía quebrarse en dos, pero de repente el dolor comenzó a dar paso al placer y mi primer suspiro me delató.
– Umm que rico
– Te gusta?
– Sí, me gusta, mucho.
– Ahora si puedes hacer y decir todo lo que quieras, pero nada de ropitas femeninas ni mariqueras, entendido.
– Perdóname mi amor, mas nunca lo volveré a hacer, ahora cógeme, hazme tuyo, el me obedeció y por varios minutos siguió con su mete y saca de repente me dijo.
– Me voy a levantar y te vas a agarrar de esa tubería en la pared, yo lo abracé, al me agarró por las nalgas y se levantó, dio varios pasos recostándome a la pared, yo me agarre de la tubería ayudándolo con mi peso y el continuó cogiéndome otro rato así, para mi cuerpo que no estaba acostumbrado al ejercicio la posición era extremadamente difícil, pero no me atrevía a decirle nada, además el placer valía la pena.
Después yo volví a soltarme y lo abracé y el me llevó hasta el escritorio, me acostó y me puso los pies sobre sus hombros, y volvió con el mete y saca, solo dejaba la cabeza adentro y de un empujón me lo metía todo, yo lloraba, aullaba, gemía, pedía más, aquello era la locura, así estuvimos otro rato hasta que me lo sacó, me hizo acostarme de lado en posición fetal con las piernas juntas abrazándomelas y el culo en la orilla de la mesa, así me lo volvió a meter, yo estaba en una posición que no me permitía mucho movimiento el hacía todo, yo solo gritaba gemía y pedía más, y ahí eyaculé como nunca, luego me hizo bajarme del escritorio y recostarme con una pierna subida yo me dejé caer y el me siguió castigando.
– Voy a acabar, donde quieres la leche.
– En la boca, le pedí, el me lo sacó y me acostó boca arriba en el escritorio con mi cabeza en el aire y así me lo metió en la boca, trató de metérmelo todo, y esa posición lo permitió, él se aferró a mi cabeza y la leche comenzó a llenar mi garganta, el aflojó y me lo sacó un poco, la leche continuó saliendo, parecía que estaba orinando, yo tragaba desesperado, no quería desperdiciar una gota de aquel rico manjar, cuando lo dejé seco me lo sacó y me besó en los labios.
Me ayudó a levantarme y nos abrazamos acariciándonos suavemente, me di cuenta que aquel hombre me tenía jodido, pero que podía hacer.
Espero les haya gustado, pronto volveré con más.
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