El Extraño de la Sala de Ch@t (Parte 2)
Un macho de 47 años se pone a explorar en el ciberespacio….
Me desperté tarde ese sábado, ya era media mañana cuando me estiré entre las sábanas por toda la cama, pues mi mujer evidentemente ya estaba levantada y seguramente haciendo cosas de la casa. Me quedé un rato así, sintiendo como debajo del calzoncillo mi enorme verga estaba muy rígida y se estremecía involuntariamente, como si quisiera llamar mi atención; así que metí mi mano por debajo de la sábana y aquella prenda, y me la agarré para comenzar una buena paja. Mi miembro masculino, al igual que yo, estaba ansioso por lo que ese día podría significar; puesto que en la madrugada le había enviado un mensaje al chico con el que tenía semanas compartiendo morbo y con el que tenía planeado tener mi primera experiencia entre hombres.
Yo soy un macho de 47 años y siempre lo he sido, que he estado con cientos de mujeres de todas las edades y formas; importándome únicamente el meterles toda mi inmenso mazo, muy duro y fuerte hasta saciarme; e incluso ya voy por mi segundo matrimonio y aun así siempre tengo una que otra putilla por aparte; pero a pesar de todo eso, últimamente no me he podido explicar este nuevo y extraño deseo que tengo por probar con un machito, que me decidí por buscarme un chico joven y por fortuna parece que encontré uno perfecto. Éste, al que llamo ‘Pajerito’, no sólo tiene un físico, verga y culo que me despiertan mucho morbo, sino que con él he compartido mis más sucias perversiones, que parece como si él fuera yo mismo a esa edad, a los 16 años.
Pajerito y yo, su ‘Machote’, llevábamos varios días chateando; escribiéndonos siempre cerdadas depravadas, lo que nos excitaba al extremo, intercambiando fotos de nuestras grandes vergas y de cómo nos corríamos el uno por el otro, e incluso anoche usamos la webcam; que al final me decidí a tener un encuentro real. Entonces esa tarde del sábado le propuse usar un “Glory-Hole” de un baño público de hombres, para así cumplir una de mis fantasías.
Esa idea me tenía muy caliente, que me la estaba jalando enérgicamente boca arriba sobre la cama, imaginándome a ese varoncito viril y a su exquisito culito virgen. Yo ya estaba a punto de correrme cuando de súbito la puerta de mi habitación se abrió de golpe y por ella entró mi hijo menor, el pequeño Brian de 4 añitos de edad. Éste salió corriendo hacia mí y se subió a la cama, dándome tiempo únicamente para sacar mi mano y mantenerme cubierto con la sábana hasta la cintura, en lo que mi niño me montaba, sentándose en mí y quedando con sus nalguitas sobre mi erecta verga y con sus manitos se apoyaba en mi torso algo peludo.
– ¡Papi! ¡Papi! ¡Vamos a jugar! —Me dijo mientras se meneaba de adelante atrás sobre mi falo.
– ¡Hijo ahora no puedo! —Y me lo quité de encima– Papá está ocupado. ¡Ve con mamá!
Brian se entristeció con mi reacción algo severa, lo puede ver en su carita que pasó de saludarme sonriente a fruncir una mueca con la que salió de mi habitación en silencio. Yo admito que no soy muy buen padre; ni siquiera lo fui con mi hijo mayor, de mi primera mujer, al que veo poco. Éste ya es un adolescente y lo cierto es que no somos muy cercanos; por lo que intenté ser un mejor papá con Brian, pero definitivamente no se me da la paternidad. Yo soy de esos machos perversos que sólo buscamos morbo y placer las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Después de esa interrupción mejor me fui al baño y allí terminé la paja que había comenzado, largando mi primera ración seminal del día. Decidí no bañarme para mantener mi verga sucia para Pajerito y con eso me conecté para ver si él había visto mis mensajes. Él estaba en línea, dispuesto a todo lo que yo dijera, así que quedó todo listo. Luego de almorzar me despedí de mi esposa y Brian, y salí primero a hacer unos mandados para hacer tiempo.
Estacioné mi camioneta en el parqueo subterráneo del centro comercial y en lo que estaba por bajarme, me vi en el retrovisor y por unos segundos pensé en regresar. Admito que me sentía algo nervioso, mi camisa crema clara se veía casi trasparente por toda la traspiración y mis sobacos estaban muy mojados de hediondo sudor. Bajé la ventanilla y encendí un cigarro, al que le dio sólo unos cuantos jalones, y en eso sentí como mi verga se despertaba incomoda en mi pantalón de tela, ansiosa. Boté el cigarrillo y con la misma salí del auto decidido. Caminé hacia el baño de hombres del segundo piso y cuando entré había un señor orinando en uno de los urinarios; pero eso no importaba, pues yo simplemente me fui al penúltimo cubículo de la hilera.
Éste estaba desocupado, así que entré y aseguré la puentecilla tras de mí. El pequeño cubículo apestaba intensamente a meados de macho (había hasta un charco de orina en el piso) y estaba decorado con todo tipo de dibujos pornográficos; tanto la puerta, como los dos paneles y hasta la pared del fondo, y todos estos grafitis mostraban vergas paradas y botando semen, e incluso había varias apuntando a nalgas peludas de hombre; todo lleno de obesidades escritas y hasta números telefónicos. Y en eso lo vi, a un costado, el tan anticipado agujero. No era muy grande (que pensé que mi enorme mazo no cabría) y alrededor estaba todo sucio de esperma seca, seguramente de incontables machos antes que yo. Entonces con el puño golpeé la madera donde estaba el hoyo, a modo de señal, y casi de inmediato recibí respuesta de quien tendría que ser Pajerito. Toda la situación era muy morbosa y excitante, que mi macizo miembro ya estaba a tope; por lo que me bajé la cremallera y junto a mis enormes bolas velludas saqué mi falo de un poco más de 25cm, para luego introducirlo por el agujero y así el chico al otro lado me lo pudiera comer, como me había prometido en tantas de nuestras conversaciones en línea.
Me costó un poco hacer pasar mi carne viril por el hoyo; pero por suerte sí pude meter toda mi verga, que mis tupidos pelos púbicos se rozaban con la madera, pues yo me había acercado todo lo posible al panel del cubículo. En segundos sentí el tacto frío de la mano del chico (se notaba que estaba nervioso) y con una mano el muchacho de 16 años empezó a jalármela de arriba abajo, masturbándome muy duro como me gusta y retrayéndome todo lo posible el prepucio, lo que me hizo soltar un par de suspiros por lo bajo. Luego usó la otra mano, ayudándose a pajear todo mi largo y grueso falo venoso, y de pronto sentí su boca. Pajerito me chupaba el glande tan delicioso que de mi ojete no paraban de escurrir mis jugos seminales, los cuales yo podía sentir como él se los comía con absoluto deleite. El chico ahora me lamía todo el recio miembro masculino, desde el pegue peludo hasta la punta; restregándoselo por toda la cara y jadeando entre lamidas y chupadas; con lo que supe que él estaba tan excitado como yo.
Mi Pajerito rápidamente me la estaba mamando mejor de lo que muchas mujeres con las que yo he estado me lo han hecho, casi que dudé de que fuera su primera vez; ya que sus iniciales e intensas arcadas pronto cesaron y el muchacho se engullía una sorprendente cantidad de mi enorme verga, que yo podía sentir no sólo lo tibio y húmedo de su paladar, sino que también de su faringe; pues el chico me estaba haciendo una garganta-profunda que yo nunca antes había recibido ni de una puta experta. Yo estaba en total y absoluto éxtasis. El saber que aquel era un lugar público, el escuchar entrar y salir hombres de ese baño hablando con sus voces graves y el oír como orinaban a escasos pasos de donde yo estaba, en aquel cubículo sucio y apestoso, y como del otro lado un machito adolescente me estaba haciendo el mejor oral de mi vida.
Si hubiera sabido que otro hombre podía causarme tal placer, habría probado con uno hace años. Pajerito no paraba de mamármela hasta la garganta, usando su boca y lengua de una forma espectacular, a la vez que con una de sus manos me masturbaba el resto de mi falo que no le entraba en sus hambrientas fauces. La verdad es que yo soy un semental que suele durar mucho en venirse, pero ese chico me demostraba lo decidido que estaba en ordeñarme hasta la última gota del contenido de mis pesados huevos, que no pude más y resoplando desinhibido me corrí. Mi espesa esperma comenzó a salir a chorros, cada vez con más potencia y cantidad (creo que nunca antes me había salido tanto semen), entrando directo en la boca de Pajerito; mismo que se la tragaba todo, chorro a chorro, como si estuviera sediento de mi caliente leche viril.
Yo me estremecía de pies a cabeza, casi que convulsionaba pegado al sucio panel del cubículo, empujando mi pelvis como si estuviera cogiendo aquel hoyo y a través de éste la boca del chico; quien no paraba de succionarme la verga aún después de que ya me había dejado del todo seco.
Luego el morboso muchacho se sacó de la boca mi carne de macho y se puso a lamérmela, dejándomela limpia; lo que me hizo jadear al punto que creo que ya otros hombres dentro del baño se dieron cuenta de lo que pasaba. Entonces retiré del agujero mi enrojecido y semierecto mazo y me lo guardé en el ceñido pantalón. En eso vi asomarse por el hoyo la boquita sonriente del chico, sacando la lengua llena de mi leche, como si me estuviera pidiendo más; pero yo ya había cumplido mi fantasía y ahora con la mente despejada después de eyacular, sentí un cierto remordimiento por haber hecho eso con otro hombre; por lo que abrí la puertecilla del cubículo y salí de aquel baño público.
Casi que me voy del todo de ese centro comercial; pero la curiosidad me ganó, puesto que quería ver el rostro de Pajerito, conocer la cara del chico que me había estado volviendo loco en todos esos días desde que lo conocí en la sala de chat. Así que me quedé cerca de la salida de los baños, apoyado en uno de los barandales y detrás de unas palmeras, esperando. En eso salió un señor con un niño pequeño en brazos. Seguí esperando otro poco más. Y allí lo vi, no era otro que mi hijo mayor, mi primogénito. Por unos segundos pensé que se tenía que tratar de una coincidencia, que detrás de Brandon saldría otro muchacho de la misma edad y que ese sería el que en verdad me había mamado la verga de esa manera tan increíble y no mi propio vástago.
– ¡¿Brandon?! ¡¿Hijo, eres tú?! —Pregunté tontamente caminando a pocos pasos detrás de él, pues yo ya sabía cuál era la respuesta.
– ¡¡¿PAPÁ?!!
Él obviamente se exaltó mucho cuando se giró y me vio parado frente a él, seguramente nunca se esperó encontrar a su padre en ese lugar y después de lo que él había hecho. Su cara era muy confusa, pero al cabo de unos instantes pude notar cómo su rostro se puso pálido como papel.
– ¡¿Tú eres Machote?! ¡No puede ser! —Y se hizo varios pasos atrás, viendo para todos lados, como si tratara de encontrar a su macho entre toda la gente que caminaba al redor de nosotros, en ese concurrido pasillo del centro comercial.
No recuerdo cómo llegamos a mi camioneta. Ahora los dos estábamos sentados dentro del auto, en un incómodo y agobiante silencio. Ninguno de los dos parecía querer o poder hablar. Mi hijo tenía la cabeza hacia abajo, viendo a sus zapatillas deportivas, y tenía los dedos entrelazados en medio de los muslos del jean que llevaba. Yo me percaté que traía la camiseta de tirantes llena de manchas de mi semen seco (quiere decir que él no pudo tragarse toda mi leche y una gran parte le escurrió hasta mancharlo). Entonces yo me armé con toda la endereza paterna que pude y luego de carraspear mi garganta, le dije que aquello había sido un terrible error, algo que nadie debía saber y que tampoco podía volver a ocurrir.
– ¿Por qué no? —Preguntó viéndome directo a la cara– ¡A mí me gustó mucho! Mamar tu verga ha sido lo mejor del mundo para mí… No me importa que seas mi papá.
– Brandon no digas eso.
– ¿Y por qué no? —Siguió desafiante– A ti también te gustó. Te oí gemir y acabaste en mi boca.
– Lo sé, pero no sabía que eras mi hijo…
– ¿Y qué importa? Cuando chateábamos fantaseábamos con cosas aún más degeneradas, ¿o es que acaso todo era mentira y no eres el macho perverso que me dijiste ser?
– ¡Lo soy! —Yo no podía creer que estuviera teniendo esa conversación y tuviera que defender frente a mi hijo lo pervertido que soy- Dejémoslo así, como que nada pasó. ¡Y no se diga más!
Y diciendo eso en tono severo, encendí la camioneta y conduje a la casa de mi exesposa (en la que vive ella con mi hijo y su nuevo marido, y los hijos de éste). En todo el trayecto no hablamos; pero yo sentía que Brandon quería continuar protestando y discutiendo, aunque se contuvo. Por fortuna él vive cerca y en unos cuantos minutos, que se sintieron horas, llegamos. Brandon casi que no esperó a que yo aparcara, en lo que ya estaba bajándose sin voltearse ni decir nada. Yo lo vi entrar y azotar la puerta principal, suspiré profundo y arranqué.
Francamente después de esa sorpresa mi cabeza fue un completo caos, que no sabía que pensar o que hacer a partir de ese punto. Mi hijo tenía razón en que yo lo había disfrutado mucho, demasiado, y qué el incesto sería la menor de nuestras depravaciones; pero otra parte de mí estaba en contra (supongo que sería un pequeño vestigio de conciencia). Así pasaron los días, que luego se hicieron semanas y el mes; en el que yo no volví a conectarme y por eso temí que Brandon tratara de contactarme por teléfono ahora que sabía que yo era Machote. Pero eso no ocurrió, por lo que uno creería que esa sería la oportunidad perfecta para dejar pasar el tema, olvidar ese nuevo morbo que yo sentía y mejor continuar con mi vida normal.
El problema radicó en que yo no podía dejar de pensar en ese sábado que nos encontramos en el baño público y en como Pajerito, mi hijo, me había hecho la mejor mamada; que yo no podía evitar excitarme todo el tiempo recordándolo, jalando mi enorme mazo con imágenes mentales de Brandon al otro lado del cubículo, devorándose la misma verga que le había dado la vida y tragándose con deleite el semen que contenía a sus hermanitos de leche. En un determinado momento y para tratar de olvidarme del asunto, recurrí a un par de putillas; pero de nada sirvió, pues mientras las cogía sólo podía imaginarme que sus culos eran los de mi vástago.
Me estaba volviendo loco. Yo, un macho maduro y casado, me estaba obsesionado con la idea de cogerme a mi propio hijo adolescente; entonces no me contuve más y esa noche me volví a conectar, y allí vi todos los mensajes que mi Pajerito me había dejado durante todo ese tiempo.
@Pajerito16: ¿Machote estás ahí?
¡Por favor contéstame!
Te extraño… Me haces mucha falta…
@Pajerito16: ¡Machote por favor vuelve a escribirme!
A mí no me importa que seas mi padre.
¡Igual te deseo y quiero que seas mi macho!
@Pajerito16: Sé que yo también te hago falta.
¿Recuerdas que decíamos que éramos muy parecidos?
Ahora sabemos por qué… ¡Y por eso yo soy tuyo, Machote!
@Pajerito16: Papá…se mi macho, ¡te lo suplico!
¡Quiero que seas tú papá quien me desvirgue!
Mi culo es tuyo papi…
@Machote47: Tu papi también quiere ser tu macho.
Y ese último fue el único mensaje que le dejé y con la misma me desconecté temiendo de lo que yo sería capaz si proseguía.
Al día siguiente continué con mi rutina; me la jalé durante la ducha matutina y luego me fui a ver cómo iba mi negocio de “Car-Wash”. Temprano en la tarde pasé a recoger a Brian de su guardería y me lo traje a casa, en donde lo puse a hacer la siesta. En eso sonó el timbre y cuando fui a abrir la puerta, allí encontré a Brandon (vistiendo la misma camiseta de tirantes azules con la que me la había mamado antes).
– ¡Hijo, ¿qué haces aquí?! —Me extrañé, puesto que él nunca me visita (normalmente yo lo voy a buscar una vez al mes para pasar un domingo juntos; él, su hermanito pequeño y yo).
Pero no me contestó, de hecho, no dijo nada y simplemente pasó por mi lado y entró a la casa. Cuando cerré la puerta y me giré para hablar con él, mi primogénito se hincó delante de mí y sin darme oportunidad comenzó a desabrocharme el pantalón y querer sacar mi verga.
– ¡¿Brandon qué haces?! ¡Espera un momento!
– Papi dame tu vergota. —Me dijo en lo que ya había sacado con su mano derecha mi carne viril y la empezaba a masturbar para ponérmela firme– ¡Quiero la leche de mi Machote!
– ¡No, espera hijo! ¡Tu hermanito está durmiendo al otro lado…!
Entonces él se detuvo, me miró por unos segundos y se levantó. Pensé que con eso se calmaría e iría; pero en eso vi como mi hijo se dirigió a mi habitación. Yo me quedé un momento en la sala, tratando de escuchar ruidos provenir de la alcoba de Brian y cuando no oí nada, me encaminé en dirección a donde Brando había ido.
Al momento que entré en la habitación, vi la ropa de mi hijo toda regada por el piso y sobre la cama matrimonial que yo compartía con mi mujer, estaba mi vástago completamente desnudo y abierto de piernas, que con sus manos se las sostenía por lo alto, elevando su culo y dejándome ver así cómo traía todo su ano y perineo depilado, sin un tan solo pelito negro.
– Papi desvírgame, ¡te lo suplico! —Y su esfínter se abrió y cerró como si fuera una boquita que estuviera pidiendo comida, carne de macho– ¡Mi culito es todo tuyo, papi!
Ya con eso no pude más. De un tirón me rasgué la camisa (que varios botones salieron volando), y después terminé la tarea que mi hijo había comenzado antes y me quité del todo el pantalón junto con mi calzoncillo, quedando todo desnudo y con mis 25cm de venosa verga bien erecta. Me fui directo al culo de mi primogénito. Aquel anito era rosadito y se veía tan apetitoso que de inmediato me puse a besárselo, lamerlo y chupárselo todo. Brandon gemía y como su miembro masculino también estaba tieso y bien firme, se lo agarré con una de mis manos y lo empecé a masturbar rápido, mientras yo seguía haciéndole a mi varón de 16 años un rico anilingus.
Después de dejarle a mi hijo todo su esfínter completamente ensalivado, comencé a introducirle uno de mis dedos. Mi índice entró muy fácil, que yo podía sentir lo húmedo y caliente que él ya tenía su recto, al tiempo que él suspiraba de gusto. Allí vi de cerca el buen falo que tiene mi muchacho en su velluda entrepierna; entonces, en lo que mi dedo entraba y salía por su culito, yo me acerqué y me metí a la boca mi primera verga, la verga de mi propio hijo mayor.
El miembro de Brando sabía más sabroso de lo que yo había pensado (más rico que un coño), que sin darme cuenta se lo estaba lamiendo con deseo y luego se lo chupaba tratando de meterme los casi 18cm de carne viril que tiene mi machito; de los cuales me siento muy orgulloso. Así me estuve un buen rato, hasta que regresé a trabajarle el ano con mi boca. En eso yo sujeté a mi hijo por sus piernas peludas y acerqué su pelvis hacía mí, y allí le escupí el esfínter varias veces y con ya dos dedos le introducía mi saliva y se la regaba, dilatándoselo cada vez más.
Mi primogénito me veía con intensos ojos de deseo y sin palabras supe que él estaba desesperado porque lo penetraran y que yo le arrebatara su virginidad anal. Así que abriéndolo bien y así como él estaba acostado boca arriba, le empecé a empujar mi macizo mazo de macho. Brandon soltó un leve grito entre dientes cuando mi gran y grueso glande atravesó su ano y entró en su estrecho recto adolescente. Aquello se sintió absolutamente delicioso, que yo sentía como mi verga se hinchaba más y las fálicas venas se me brotaban a reventar, mientras le empujaba más de mi hombría a mi vástago; hasta que logré meterle la mitad y con eso comencé a bombearle el culito. Primero lo hice suave y despacio, para que mi machito pudiera acostumbrarse a mi tamaño y diámetro; pero al cabo de unos minutos yo ya estaba embistiéndolo con fuerza violenta.
Sin sacársela lo giré para que quedara de rodillas boca abajo, y con su torso y rostro apoyados contra la cama. Brandon estrujaba las sábanas con ambas manos y con sus dientes mordía la almohada para tratar de no gritar y despertar a su hermanito pequeño; soportando todo el tiempo como yo, su semental padre, le estaba reventando salvajemente el culo.
Yo al fin había cumplido con mi fantasía de cogerme a otro hombre y el hecho de que se tratara de mi propio hijo, lo hacía mucho más morboso y enfermizo, y a la vez excitante. Mis estocadas empujaban más de mi formidable falo dentro de mi muchacho; intensificando el calor que ambos experimentábamos, que ya estábamos empapados con nuestro oloroso sudor, y yo sentía el rico vacío de succión que las entrañas de Brandon ejercían involuntariamente en mi verga.
Luego de bombearle los intestinos a mi vástago, rápido y fuerte, se la saqué para darle un respiro y poder acostarme en la cama boca arriba, para que ahora fuera él quien solito se taladrara el culito con mi enrome verga. Mi hijo no lo dudo y agarró mi miembro, sosteniéndolo recto y apuntando directo a su ya roto ano, y de allí poco a poco él fue descendiente por mi hombría, clavándosela más y más hasta que finalmente se logró meter mis más de 25cm dentro. Y una vez mi machito estuvo empalado con todo el mazo de su macho progenitor, éste se puso a darme sentones, subiendo y bajando con un delicioso ritmo, cabalgándome mejor que una puta.
Ambos jadeábamos y gemíamos inmersos en la lujuria que sentíamos por el otro, traspirando tanto que la cama estaba ya mojada. La verga de Brandon se sacudía con cada sentón, que yo se la sujeté y lo ayudé pajeándolo al mismo tiempo que él me montaba duro. De esta forma él no tardó en correrse; que con cada clavada que él solito se daba, un espeso chorro de su semen salía de su glande y caía sobre mi torso. Mi hijo me bañó con su tibia esperma, lo que me causó tanto morbo que yo igual me vine; pero yo lo hice dentro de él, llenándole todo el colon con la misma leche viril de la que él había nacido, fantaseando que estaba preñando a mi muchacho.
Al terminar, yo llevé mis brazos detrás de la nuca, ya relajado y bien satisfecho, en lo que Brandon me desmontó y se recostó a mi lado, con la cabeza sobre mi pecho; justo en el momento en que entraba a la alcoba mi pequeño de 3 añitos y nos veía así, a su padre y hermano mayor completamente desnudos, todos sudados y llenos de semen blanquecino.
– ¿Qué hacen? ¡Yo también quiero jugar! —Nos preguntó inocentemente.
Mi primogénito y yo mirábamos al adorable de Brian subirse raudamente a la cama y luego intercambiamos una mirada pícara, sonriéndonos, pues ambos habíamos pensado lo mismo.
—El Fin…
Este es el final de la historia.
Muy buen relato, tienes un don para escribir 😀😀😀
Gracias 😉
Ojalá cambies de opinión y continúes tus relatos. Saludos
Gracias y parece que sí; pero por mí 😉