EL FAVOR QUE ME HIZO PEDRO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Una vez conversando con un amigo en su casa le comenté sobre los reclamos de mi mujer que decía que yo siempre la dejaba con ganas porque yo gozaba muy rápido. Le confesé a Pedro, mi amigo, que yo tenía ese problema que llaman de eyaculación precoz.
-pero esse problema tiene solución. Yo conozco una técnica infalible-, comentó Pedro
-¿vós tenés la dirección de algún médico que trata ese problema?, pregunté
-mejor que eso, yo sé aplicar la técnica-
-¿de veras? Entonces decime que técnica es esa-
-yo no te lo voy a decir, te la voy aplicar-
-estas bromeando-
-bajate el pantalón y los calzoncillos para mostrarte que no-.
Sorprendido al principio, Después de pensarlo un poco, decidí seguir el juego de Pedro. Porque a final de cuentas este mi amigo es un tipo, no sé como decir, que tiene algo especial, no es un galán pero tiene su charm, como dicen los gringos. Pedro es alto y flaquito musculoso, cae bien. Su mirada siempre es morbosa y excita. No lo voy a negar. Y me impresionaba su pose como de médico al hacerme esa propuesta. En ningún momento él se sonrió. Bueno, por todo eso me bajé el pantalón y el calzoncillo. Esperé recostando mi cabeza en el sofá mientras miraba hacia el techo. Pedro agarró mi miembro aún flácido y comenzó a descubrir el bálano retirando el prepucio. Hizo esto varias veces.
-voy a tener que chupartela primero-, dijo
Entonces acercó su boca y comenzó a mamármela. Yo cerré mis ojos y me concentré. Mi miembro viril despertó en una poderosa erección. Pedro se lo tragó todo. Yo miraba de relance y me quedaba sorprendido visto que mi pija no es pequeña. Y Pedro lograba tocar mi escroto con sus labios mientras mi verga tocaba su garganta tragona. Que mamada sabrosa. Yo comencé a gemir y de repente estaba gritando como un trastornado.
Pedro me dijo que podía hacerlo ya que no había nadie en la casa. Me quedé estirado en el sofá mientras sentía todo el cuerpo estremecerse del placer que Pedro, mi amigo, me estaba dando a través de aquella mamada. Unos cinco minutos de sexo oral y siento el semen prepararse para salir por la uretra.
-voy acabar, voy acabar-, aviso. En ese momento Pedro pára la chupada y entonces comienza a apretar la base de mi pene con fuerza. Mi verga se hincha, entumece y la sensación de gozo desaparece. Él re inicia la mamada, acariciando mis testículos mientras lo hace. Pasa un dedo por enmedio de las dos nalgas. Mi piel se eriza. Se moja un dedo con saliva y mete en mi culo. Pero solo la mitad del dedo. Sigue chupándome mientras hurga mi culo con su dedo. Me duele un poco pero siento rico también. Siento de nuevo que voy a eyacular
-me vengo, me vengo-, digo
-ahora no-, dice Pedro mientras practica la misma operación.
Aprieta la base de mi verga. El efecto es el mismo. La sensación de acabar desaparece. Después él me sube la camisa y muerde mis pechitos y siento que mi verga se excita al máximo. Pedro me la mama otra vez. Me hace subir por las paredes. Que rica sensación. Grito, hablo obscenidades. Todo mi cuerpo siente aquel placer. Mi corazón acelera y de esta vez no aviso que voy a gozar. Pedro siente, suelta mi verga y deja que acabe. Le baño la cara con mi semen. Acaricia mi escroto. Asombrado veo que se me aproxima del rostro y me besa en la boca. Yo acepto aquel beso como retribución por el placer que me ha hecho sentir. Una vez recompuestos los dos, Pedro me pregunta:
-¿aprendiste la técnica?-
-aprendí, se la enseñaré a mi mujer-
-muy bien-.
Y hablé con mi mujer. Pero yo no desperdiciaba oportunidad de practicarla con mi amigo flaco. A cada sesión la cosa se quedaba mejor. Llegué a quedarme desnudo enla cama con mi amigo. Él me mostró una otra dimensión de placer con otro macho. Él me daba tanto placer que me quedaba a su disposicion para que aplicara en mí cualquier otra técnica desconocida.
Confiaba en la habilidad de él y así fue por mucho tiempo. Hasta que Pedro me confesó que me amaba y que quería tener un caso conmigo. Yo le dije que no porque soy casado. Tenía miedo de complicaciones sentimentales y me largué por eso. Pero nunca me olvidé de las sesiones morbosas de sexo con Pedro, mi amigo flaquito. Y debo confesar. Él me curó de la eyaculación precoz.
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