El Felador II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuatro o cinco días después de los acontecimientos que relaté en mi anterior relato (El felador I), me llamó Roberto, mi amigo de cuarenta y seis años, y me citó en su piso.
Me extrañó que lo hiciera, pues estaba casado y era muy discreto con sus secretas fantasías.
Cuando llegué me encontré con Roberto y otro hombre, de una edad parecida.
Me quedé en shock, porque se suponía que era algo entre él y yo.
-Es un amigo.
Se llama Carlos.
-Hola, jovencito.
Roberto me ha dicho que sabes usar esa boquita.
– Dijo Carlos.
-Lo siento, se lo conté y se empeñó en que quería conocerte.
– Dijo Roberto.
Cuando pude reaccionar le pregunté de qué iba todo esto.
-Me gustaría probar tu boca.
Es injusto que sólo la disfrute Roberto.
– Dice Carlos.
-Vamos, no te cuesta nada.
– Dice Roberto.
Sin saber muy bien por qué, lo siguiente que recuerdo es que me acerco a ellos (estaban sentados en el sofá).
Siento la mano de Carlos subir por mi muslo hasta acariciar mi nalga derecha.
-Qué estupendo.
-¿Qué dices? ¿Por qué no le demuestras cómo la chupas?- Dice Roberto.
Me pongo de rodillas sin decir nada y desabrocho los pantalones del amigo de Roberto.
Libero su polla, que no era muy larga aunque sí gruesa, y comienzo a masturbarle.
-Chúpamela, jovencito.
– Dice Carlos.
Mis labios abrazan su polla y mi lengua empieza a jugar.
Mientras estoy sumido en mi tarea noto las manos de Roberto jugar con mis nalgas.
Las acaricia, las aprieta y las azota de vez en cuando.
Entonces noto sus manos aferrarse a mis caderas y su bulto frotándose con mi trasero.
Es redondo y firme, sin vello.
Eso lo descubrió cuando lo destapó.
-No.
– Le dije, sacándome la polla de su amigo de mi boca.
Intenté subirme los pantalones de nuevo pero él me apartó las manos y me agarró las nalgas desnudas con sus manos grandes.
-Sigue chupándomela, jovencito.
– Dice Carlos.
Le hago caso.
Siento que Roberto me manosea las nalgas y las separa.
Entonces siento cómo entra un dedo por mi culito.
El dedo entra justito pero no siento dolor.
El dedo entra y sale suave, cada vez más rápido.
Yo sigo chupándosela a su amigo.
Entonces saca el dedo y siento que apunta su polla en mi culito.
Luego empuja y siento una punzada de dolor.
Me tengo que sacar la polla de su amigo para no morderla y se me escapa un grito.
-No.
– Le digo después.
No me hace caso.
Sigue empujando, abriéndose hueco.
Me siento invadido.
Centímetro a centímetro va alojándola dentro hasta que la mete entera.
Luego empieza a mover las caderas en embestidas suaves.
-Sigue chupándola, jovencito.
Vamos.
– Dice Carlos.
Voy acostumbrándome al dolor y sigo chupándosela a Carlos mientras Roberto entra y sale de mí despacio.
-¿Cómo se siente, Roberto?
-Genial, Carlos, está tan apretadito…
-Yo también quiero mi turno.
Se lo dice a Roberto, no a mí.
Como si él fuera mi dueño y yo no tuviera ni voz ni voto en el asunto.
Roberto me folla durante unos diez minutos.
La saca de mí y se corre en mi espalda.
La siento caliente y pegajosa.
Mi culito está algo dolorido.
Roberto se pone de pie sin decir nada y se coloca detrás de mí.
Él la mete más deprisa.
El dolor vuelve.
-¡Ah!
-Lo siento.
– Se ríe Carlos.
Él dura algo menos.
Unos siete minutos.
Noto como se corre dentro y se queda un instante así, con su polla dentro de mí, hasta que se vuelve flácida y la saca.
Me incorporo rápidamente y me subo los pantalones.
Siento un poco de ardor en mi culito, pero sobretodo me siento enfadado con Roberto y ese otro tipo al que apenas conozco.
-Ha sido delicioso.
– Dice Carlos.
-Lo hemos pasado genial.
– Dice Roberto.
Me voy sin despedirme.
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