El Gato Que nadie Ve Y La Verga De Mi Hermano
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
Elodia nunca había visto el gato, lo suponía por el hedor de la mierda. Claro también el asunto tenía su explicación, pero igualmente sorprendía a Héctor y a la señora. Y es que la ventana de la cocina; un macuto de aluminio, en la parte inferior a una romanilla le faltaba un vidrio, este hueco, Elodia lo tapaba con una tabla, le apoyaba una piedra, y también con trapos viejos terminaba de sellar donde el vidrio estaba ausente. Y aun así, en las mañanas encontraba todo tirado en el lavaplatos, y la mierda del gato en el mesón.
Héctor que es el hijo mayor de la doña, también le intrigaba el caso, junto con su madre, buscaba la repuesta de como ese gato podía entrar por el espacio estrecho que ocupa el vidrio faltante.
Eran ya la 10:00 de la mañana, los demás comenzaba a levantarse, Adrián aún seguía acostado en el colchón tirado al piso, estaba boca abajo, mirando por debajo de la cama. Siente el peso por detrás, le apoya en su nalga, un bulto duro y palpitante, cierra los ojos y levanta el trasero, se refriega contra el paquete erecto, jadea junto con su primo, pero ya el sol calienta afuera, todos en la casa parecen estar despiertos, y no se puede seguir haciendo, lo que están haciendo en ese momento. Adrián se pregunta porque su primo, no le hizo caso en la noche, cuando él le estaba buscando << ¿ahora en la mañana si quiere? >> piensa, se levanta y sale de la habitación.
Ya en el mediodía, Elodia estaba sentada en el patio junto con Héctor. Hablaban de otras cosas, pero llego el tema de nuevo del gato, y Elodia sin algo mejor que pensar, en vez de ir a comprar el vidrio de la ventana, mejor ella pensó en envenenar al animal.
— Ve lo que vamos hace —le dice Elodia a su hijo, poniendo los ojos chiquitos.
El muchacho de 17 años atiende lo que dice su madre. Al rato sale de la casa, en eso ve que Adrián también iba saliendo, siendo el mayor llamo a su hermano y le pregunta para donde va. Este nervioso le dice que va para la bodega, cuando ya lo deja tranquilo, se va en dirección contraria y Héctor sigue por el otro sentido. Iba a comprar el veneno que Elodia le ha mandado a comprar. Antes de cruzar por la esquina de la calle, pasa por el frente de la casa de Margare, esta al verlo pasar lo llama.
— ¡Héctor! ¡Héctor!
El muchacho sonríe a sus adentros, y espera frente al portón de la casa.
— ¡Ay Héctor! Veni y me pones un bombilla en la sala, que yo no alcanzo —le pide la señora, mientras eso viene con el mazo de llaves a abrir la reja.
La señora Margare, es una mujer de color, ya en su cincuenta y tantos. Héctor pasa para dentro de la casa, en la sala hay una escalara, frente a la pared donde necesita el cambio la bombilla. Héctor coge la bombilla nueva y se sube, desenrosca la quemada y remplaza con la nueva, sin problema alguno. La señora Margare con su sexo latiendo, y el corazón desbocado, estira la mano y le toca la entrepierna a Héctor. Ya este la tiene dura, se deja palpar por la señora, pulsa su miembro viril y la señora le aprieta repetida veces.
— ¿No has dicho nada verdad papa?
— Claro que no, señora Margare — le responde Héctor bajando de la escalera.
En eso la aprieta contra su cuerpo, no sabe si darle un beso —no le provoca hacerlo—. Héctor presiona su paquete contra la frente de la vagina de la señora. Ella lo ve a los ojos, está caliente por dentro, y sabiendo que el muchacho no le va a regalar un beso, no le queda de otra y se agacha para sacarle el sexo. Le desnuda y la bermuda de hechor cae en sus pies. Un muchacho humilde, no esperaría la señora, que tuviera una ropa interior en buen estado. Eso a ella no le importa, agarra el miembro, y le estira el prepucio. El olor del sexo la embriaga, le lame el glande. Al principio con un poco de asco, luego lo envuelve con su lengua y se lo traga completico.
La señora Margare, fue quien le arrebato la virginidad a Héctor. Él se hacía la paja pensando en Sara (la bonita del barrio) y cuando lo hace con doña Margare, siente un tanto la adrenalina pesada, como si hiciera el acto más sucio en su vida, lo que contrarrestaba ese sentir, era que también el morbo era infinito. Su glande se pone rojo, todo su sexo se atormenta de puro placer. Y cuando la mete por la vagina de la señora, aquel acto de verse así mismo cogerse una señora, lo lleva tanto de placer, que cuando acaba, todo su semen lo echa en el coño de esa mujer.
2
Había escuchado y se sabía de memoria la historia del gato, que tanto hablaba su hermano mayor como su madre también. Adrián quería poner cuidado, pero sus hormonas, recién alborotadas, le impedían hacerlo. Si no era su primo Juan por las noches, en el día buscaba la calle, como perra en celo.
Unos día antes, estaba una quebrada cercana al barrio, de otro lado era otro barrio, y esa quebrada era como la frontera para los muchachos. Ni aquellos pasaban para su lado, como ellos tampoco. Y muchas veces hubo guerras campales, donde los muchachos piedra se lanzaban, y todo aquello los hacía ser bandas rivales. Pero ya esto sucedió hace tiempo.
A pleno mediodía estaba Juan con su primo Adrián en la orilla dela quebrada, y del otro lado estaba otros tres muchachos. Entre ellos estaba a uno que le decían “el chino”. En la quebrada corría agua sucia, y era muy bajo el nivel, tan solo como para hundir los pies hasta los tobillos. Tampoco era ancho, con buen salto, se llegaba a la otra orilla, pero también había unas piedras en el agua, donde se podía pasar sin salpicarse ni hundir los pies en el agua sucia. Juan que es mayor que Adrián por dos años, este le dice; “¿A que no eres capaz y das un salto hasta la otra orilla?” Adrián lo pensó varias veces, pero temía caer en el agua, entonces pregunta.
— ¿Qué gano yo si lo logro?
— Te brindo en la bodega —responde Juan.
— Pero si pierdes, que te coja el chino — termina por decir Juan y suelta una carcajada.
Adrián pensó que Juan se burlaba de él con ese comentario, porque Juan sabía que a su primo le gustaba que él se lo recostara.
Como el chino casi siempre se la pasaba al mediodía allá metido en la quebrada, Adrián había salido a encontrarlo. Desde el otro día que Juan le había dicho al chino que lo cogiera, aquel reto no se llevó acabo, pero dentro de Adrián creció la posibilidad si podía hacer algo con el chino.
Llegó a la quebrada y bajo a ella. Una zanja entre la pared de tierra, cubierta de monte verde, era como una cueva. Fue tal vez un golpe de suerte, Adrián al meterse ahí, no solo encuentra al chino, sino que también a Cirilo.
Ambos muchachos, estaban con su vergas afueras, jalándosela en una competencia de pajas; ¿Quién se corre más rápido? O ¿Quién llega más lejos con el primer lechazo? Vieron a Adrián entrar. Sabiendo que este no era muy seriecito, ya Adrián se le notaba un poco lo “mariquita”. Tanto el chino como Cirilo, se vieron a los ojos, ningunos de los dos se guardaron las vergas. Cirilo dejo de jalársela, se acerca a Adrián. Este con los ojos puesto en la mamba negra de Cirilo, sube la mirada y se queda viendo a los ojos del negro.
— ¿Por qué no se la mamas al chino?
Adrián no supo que responder, y sintió vergüenza.
— ¡Veni! Veni — le hizo seña el chino apuntando su verga. “No vamos a decir nada” termino por decir.
Adrián tenía miedo, mucho miedo, sobre todo por el que vayan a decir. Pero también estaba muy excitado. De los dos muchachos, le atraía solo el chino; Cirilo es muy negro, pensaba Adrián. Y si por alguien se estaba arriesgando, era por el chino. Por ello, se acercó al muchacho, se arrodilló y el cuerpo se le crispo. Olfateo el aroma de verga, saco la lengua y le paso por el glande. El chino coge su verga y la golpea contra la cara, y el miembro desprende su olor al caer como látigo sobre su cara. Abre la boca y deja que el chino la coja, metiendo su virilidad con fuerzas, se la manda todita a la garganta, Adrián pega su nariz a los pelos, cierra los ojos y absorbe el olor de macho excitado. Siente por detrás a Cirilo, que le baja el short con todo e interior. Le comienza a meterle dedo en el culo, se coloca detrás, y pasa su mamba negra en la raja de Adrián, apunta con desespero y sin nada de experiencia el negro. Aun así consigue puya el upite, cosa que provoca dolor a Adrián, este se queja y deja de chupar la verga del chino. Adrián por un momento, piensa que se ha metido en un aprieto, el negro Cirilo no tiene intención de parar, y a su vez, el chino le coge por el cuello, para que siga mamando su verga como lo ha estado haciendo. Apretado por los dos muchachos, se desespera y se zafa de ambos. Levantándose y haciendo mueca que le ha dolido por el culo.
El chino y Cirilo, que son muchachos de calle, no lo ven con buenos ojos, sino con rabia y vagabundería. Se le acerca de nuevo el negro, y con una mirada amenazadora le dice; “mira mariquita de mierda ¿o te dejas hacer o le decimos a todos que tú eres un maricón”? Adrián se percató de su error, tan solo asintió y se arrodillo de nuevo, esta vez con un poco de asco, se lleva a la boca, la verga del negro Cirilo. La chupa toda y empujado por Cirilo, se traga todita. Adrián coloca las manos en las piernas del negro, y solito se mete esa verga negra en su boca. La siente sabrosa y reconoce que se ha equivocado con esto también.
Vuelta su excitación, Adrián no solo mamaba la verga de Cirilo, sino que se compartía también con el chino. Mamando una y la otra, estaba extasiándose de pura verga. Todo su cuerpo está vibrando por el sexo, la calentura le sube a la cabeza y siente la necesidad que urge su culito virgen y cerrado.
Se coloca en cuatro, el chino detrás y Cirilo metiendo su verga en la boca, viene el chino y apunta a su upite cerrado. Empuja y le manda todo el trozo adentro, chilla pero le gusta. Voltea hacia atrás y ve la cara de excitación que trae el chino, luego su vista se torna borrosa, sus oídos pierden el equilibro, todo comienza a darle vueltas… y una mano le zarandea.
Al llegar a la quebrada, no consiguió a nadie en el sitio. Adrián se quedó un rato ahí esperando, pero nadie, ningún muchacho fue a la quebrada como otras veces. Se fue de nuevo a la casa, Adrián después de almorzar se acostó en el segundo cuarto de la casa. Pensando en que hacer, quería jalársela, pero a la vez no. Dentro de Adrián existía un pálpito creciente, cada vez más. Aquella necesidad de sexo, hizo que comenzara a pensar en todo lo que podía pasar, y en todo lo que él sería capaz de hacer. Y así se quedó dormido.
— ¡Adrián! ¡Adrián! — susurraba Juan.
Cuando abrió los ojos, la calentura de su sueño, seguía en su cuerpo despierto. Después de verle a los ojos de Juan, bajo la mirada a la entrepierna, porque vio su verga dura afuera.
— ¿Qué haces? —le pregunta Adrián sabiendo la respuesta.
—Todos están durmiendo —le responde Juan.
Se monta encima de Adrián, le abre las piernas y encajándolo en su entrepierna, funge que está cogiéndoselo ahora mismo. La mirada de seriedad de Juan, notaba que estaba muy caliente a igual a Adrián.
Juan cierra los ojos y por primera vez, le da un beso a su primo. Y Adrián por primera vez sabe lo que es ser besado por otro hombre.
Ese segundo cuarto de la casa, pertenece a su tía, madre de Juan. La peinadora con un espejo grande está ubicada a un lado de la cama. Adrián boca abajo y acostado aun en la cama, con el short abajo, detrás y encima de él, Juan estaba colocando su erección en el upite de su primo. Hacía el intento de penetrarlo, pero aquello no era fácil de hacerlo, pero aun así se estaban culiando.
Adrián veía a su primo por el espejo, ambos tenía una expresión de excitación. Adrián quería sentir que era tener una verga dentro del culo, se pone en cuatro y levanta el trasero. Se escupe la mano (como instinto primitivo) y se unta la saliva en toda su rajita rosada. Juan sigue el ejemplo y también escupe, pero él se unta la saliva en toda la verga. Hizo la primera presión, encajo el glande, se contrae y el culito de Adrián también lo hace. El dolor le recorre como una puñalada interna. Corre por todo su espinazo y apretando el culo se levanta de la cama y da saltitos al aire. Hacia mueca en silencio, y sacudía un dedo, como si eso le aliviara el dolor intenso.
Juan estaba asustado, y de una su verga se fue bajando. Le preguntaba que le pasaba, y Adrián tan solo negaba con la cabeza.
El dolor fue pasando, pero no pudo hacer más nada.
3
El veneno nunca hizo efecto al bendito gato, Elodia con frustración seguía encontrando todas las mañanas la mierda del gato, y ya ni se molestaba en armar una alharaca. Esperó a que Héctor se levantara, y cuando ya este lo hizo, la señora saca un vidrio de romanilla y le dice a su hijo, que vaya al cristalero, y le saque otro vidrio, del mismo largo y ancho del que lleva él. Héctor se dio cuenta que su mamá se dio por vencida y hasta él mismo recapacito que debieron haber hecho esto desde un principio.
Termino de desayunar unas galletas con café y salió a la cristalería.
Eran consiente que ya ha amanecido, Juan se echa el edredón encima, tapándose de pies a cabeza, también adentro estaba Adrián, que este se fue moviendo y quedando su boca cerca del miembro erecto de Juan. Se lo lleva a la boca y lo traga todito. Chupando esa verga esta excitadísimo, Juan en la misma, resopla y le apoya la mano en la cabeza, a la vez levanta la pelvis, con toda esa erección en su garganta Adrián se harta de verga.
La adrenalina sexual en ambos muchachos, estaba provocando que fuesen descubiertos. Adrián se acostó boca abajo, a apenas tenía el short bajado, lo suficiente como para que Juan metiera su verga en su raja. Hiciera presión y “fingiera cogerlo” que así fue que lo hacía, pero luego ubicó el glande en el upite cerrado, empujo su mástil de carne y perforo el aro apretado. Fue seca la metida. Un ardor le recorre a Adrián, se queja calladito, mientras su primo le respira cerca del oído, se la va metiendo poquito a poquito. Tan solo el ardor molesta a Adrián, pero se deja penetrar, y cuando se lo empujan completico, el dolor deja de molestar. Se quedaron quietos ambos, hasta que Adrián se lleva una mano a la cola, se palpa y nota con sus dedos, como toda la verga de Juan se ha metido en su rabo. Pensar en ello lo erecta y levanta el trasero, es ahí cuando Juan lo embiste, lo hace de nuevo y coge el ritmo con su cadera. Esa verga entrando más adentro y con el movimiento de pelvis, Adrián se excita y le gusta cómo le acarician el culo por dentro. Esa cosquilla le saca de su compostura, además que en su mente no se deja de repetir, de lo contento porque ya lo ha logrado.
<< ¡Que rico ya me cogieron! >>
El lechazo que le eyaculo su primo, fue profundo e intenso. El semen caliente le baño las entrañas, fue tan a gusto, que desde esa mañana se volvió adicta a ella.
En el día, Adrián buscaba “culiar” con su primo, pero este no le gustaba. Sino que le sacaba el cuerpo, aquello era muy atrevido de su parte, y Adrián solo le tocaba aguantarse hasta la noche. Y así fue.
Con el vidrio hecho, ya la romanilla que le faltaba el vidrio, la ventana no tenía ningún hueco.
<< ¡Tendrá que partir el vidrio! >> Se dijo Elodia así misma, apago las luces y se fue acostar.
En la penumbra de la noche, Adrián estaba despierto, estira la mano y llega exactamente a la entrepierna de Juan, que estaba durísima, palpitando mucho por su llegada. Se la toca, la aprieta y luego Adrián se mete por dentro del edredón. La chupa unos cuantos segundos. Luego se acuesta de largo, muy cerquita de su primo, este solo tuvo que montarse encima, le bajo un poco el short y coloco su glande directo al upite. Empuja duro y clava al hoyito de Adrián, este se respinga, le ha dolido como la primera vez, pero como Juan no se ha dado cuenta de su dolor, siguió empujando y Adrián le toco morder la almohada. Juan lo penetra completo, y poco a poco se va moviendo, en movimiento mudo, coge con ricura a su primo, se la mete hasta al fondo y luego le acaba adentro, cada eyaculada y una empujada daba su pelvis. Hasta que no hubo más por eyacular, de ese culito apretado no se salió.
Adrián se subió el short, quedando su culo todo lleno de leche, hasta lo momentos esto le excitaba mucho. Juan tan solo se arropo y dio la espalda y seguro se quedó dormido. Al rato cuando ya la noche pertenece a los ruidos “extraños” Adrián se levanta, ya sentirse el culo aguado, le estaba molestando y no puede dormir tranquilo pensado en ello. Por ello se levanta, abre la puerta y una oscura sala le espera.
Caminó rumbo al baño, pero antes de llegar al baño, pasaba por la cocina, y se detuvo en seco al ver una sombra frente al fregadero.
<< ¿Quién esta levantado? >> Se pregunta.
El corazón le palpita rápido, y con el mismo empito que va a prender la luz de la cocina, se prepara también para correr, si es necesario. Prende la bombilla, y cuando pensaba correr, se detiene y sus ojos no dan con lo que esperaba ver.
Héctor se ha bajado el short, se subió al mesón. Adrián veía asustado pero con intriga también. Se detuvo a ver el sexo de su hermano mayor. Un miembro viril grueso y largo, a pesar de estar aguado. También ve como su hermano suelta una plástica de mierda, muy mínima como para ser de su culo.
Héctor esta sonámbulo, sus ojos era como los de un durmiente teniendo una pesadilla. Luego de defecar la plástica de mierda, se baja del mesón, se sube el short e intenta abrir la ventana. Primero, torpemente quiere jalar de algo, luego busca la manilla y empuja hacia abajo, quita la romanilla, donde faltaba antes el vidrio, después lo deja en el fregadero y se da la vuelta. Adrián se echa hacia atrás, no sabía aun si su hermano lo está haciendo consiente. Se mueve hacia la sala y desde ahí ve como su hermano regresa de nuevo a su cuarto.
Cuando Adrián regreso al cuarto donde duerme junto con su primo. Todo su cuerpo titiritaba de frio, en sus pensamientos muchas cosas se ajuntaban.
<< ¡Mi hermano! ¡El gato! La verga de mi hermano >>…
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