El gringo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Como de costumbre los adultos por su lado y los niños por el suyo, nos pusimos a jugar a las topadas y a las escondidas con otros niños, hicimos buena amistad, supe que tenía once años, la contextura física de Steven era gruesa comparada con los demás niños de su edad, nuestras casas quedaban muy cerca, cada tarde iba a jugar con Steven, se alegraba tanto al verme que para todo tipo de juego hacía pareja ya sea conmigo o con mi amiguito el hijo de un vaquero que se llamaba Tomás, después de un buen tiempo estábamos jugando a las escondidas, casi todos se habían escondido en diferentes lugares, corri a una choza me meti entre unas tablas de pronto entra Steven con Tomás, corren a la ventana después veo que Steven arrima su espalda contra la pared se acuclilla un poco sujetando a Tomás de la cintura, la espalda de Tomás se pega al pecho de Steven, se movían para adelante y para atrás, después Steven lo hizo acostar a Tomás en la paja seca, se acostó encima de Tomás moviendo la cintura, la cara de Steven se perdía en el pelo de Tomás le sobaba las mejillas con la nariz la barbilla de Steven quedaba sobre el pelo de Tomás que a su vez alzaba su tronco y pujaba por el peso de Steven, instantes después escuchamos voces, ambos se metieron dentro de la paja pero fueron descubiertos y salieron en carrera a topar la base, salí de las tablas donde estaba escondido con cierta inquietud, seguimos jugando, le avisé a Steven de un escondite en el granero debajo de un entablado, veíamos por la hendija de la tabla a nuestro buscador, Steven se hizo para atrás se bajo la cremallera y sacó un pene rosadito grueso que botaba orina a la tabla después que terminó de orinar agitaba el pene acercándolo a mi barriga me lo frotó en la pantaloneta lo metió en el pantalón se subió la cremallera, tomó mi pantaloneta, la estiró hacia adelante, con mucha curiosidad vio mi pene, con la otra mano lo sobaba, le vi la cara contenta que tenía, simplemente observaba lo que estaba haciéndome, era algo nuevo para mi, lo sentía delicioso, se bajó el pantalón y su trusa cayendo a sus tobillos, vi con plenitud ese pene con esas pelotas rosaditas me hacía señas para que mire su pene me tomó de la mano y me lo hizo tocar, me hizo que se lo acaricie con mis manos como cuando se pasan por el lomo de un gatito ronroneante, me hizo acercar más a su cuerpo agarrandome de mi pantaloneta, corriéndola por mis piernas hasta llegar a mis tobillos, la yema de sus dedos acariciaban mi pene que poco a poco se alargaba, me tomaba del pellejito que cubría la cabecita de mi pene y me lo estiraba suavemente, sonreí de lo que me estaba pasando, se me acercó más poniéndome el pene en mi barriga se movia a todos lados se inclinó un poquito para que nuestros penes se froten, me arrimó a la pared de madera su pene apretaba mis pelotas que subía y bajaba me sostuvo abrazado me dijo que me acueste, hice a un lado mi pantaloneta y le obedecí se vino encima mio, alcancé a ver que su pene se pegaba al mio sus labios rozaban mi frente mi cuerpo pujaba al soportar su peso, se levantó para hacer a un lado el pantalón que lo tenía a los tobillos me dijo que me diera la vuelta de nuevo le obedecí y sentí su peso sobre mi espalda que me empujaba con la cintura que la alzaba y la bajaba, después me dejó, me levanté y observé que su pene estaba bien colorado, mi barriga, pecho, brazos, cara y mi pene tenían tierra y polvo con paja seca, nos pusimos la ropa se acercó para decirme que no contara este juego que se hacía en secreto, hicimos varias veces ese jueguito delicioso en el establo o en los cuartos vacíos de los vaqueros, siempre era la costumbre de frotarnos los penes para después montarse sobre mi orto a pasarme el pene, nos frotábamos tanto que nos llamaba el deseo de orinar nos mirábamos los penes lanzando la orina lo más lejos posible, a la siguiente semana retornó a Phoenix con sus padres y hermanita, me dejó a Tomás y a mi esa inquietud sexual que ambos la seguimos haciendo en su ausencia.
A los cinco años retornó con sus padres a la ganadería de sus abuelos a presentar a su hermanito Edward de dos añitos, su cuerpo se había desarrollado más, su voz había cambiado, tenia esa piel blanca como los celtas, su pelo seguía rubio, ojos claros, sus brazos y piernas atléticas tenían vellos. Para mi fue grata sorpresa cuando visitó mi casa, le mostré muchos lugares entre ellos el cuarto de máquinas en donde estaba una bodega donde se guardaban cosas, me invitó a su casa para que viera los regalos que me trajo, era una patineta y unas rodilleras a Tomás y a otros chicos le regaló chocolates y juguetitos, pasaban los días y hacía calor decidimos la muchachada ir a la vertiente con cascada de agua algo turbia por el invierno, nos lanzamos en trusa, Steven era el más fornido y el más alto de todos era inconfundible esos mojados vellos púbicos y ese pene abultado moldeado por su trusa, sus lomos anchos de espalda musculosa y un trasero redondo las líneas de glúteos se notaban perfectamente a través de su trusa, lo abrazaba a Tomás que tenía casi doce años y lo alzaba por los aires igual que a los demás, cuando me toco el turno Steven me abrazó disimuladamente me sostuvo contra su pecho, mi culo rozaba el pene por debajo del agua me llevó a lo hondo y nos fondeamos sosteniendo mi cadera abriendo rapidito sus piernas para poner a frotar nuestros penes vestidos, ambos nos reímos, dejé que siguiera frotándome el pene en mi culo en recuerdo de nuestra infancia, no habíamos perdido la costumbre de hacerlo, bajamos nuestras trusas hasta las rodillas, nos separábamos y nos uníamos en un abrazo disimulado para que no sospechen que nuestros penes estaban culiando, el agua turbia era cómplice de nuestros movimientos sexuales, también nos poníamos delante y de atrás para que nuestros penes y nuestros culos se frotaran, nos gustábamos tanto que desde niños aprendimos a hacerlo pero en secreto, por eso no solo a mi me hacía el amor a escondidas, también le hacía a Tomás y a un chiquillo recién llegado con sus padres a trabajar a la ganadería de nombre Eulogio que tenía seis años, en los juegos de cacería se lo llevaba al monte y retornaban al rato, Eulogio salía con la cara irritada arreglándose por detrás el pantaloncillo corto, los encuentros que yo tenía con Steven ocurrían en la bodega, una vez me levantó en peso y me sentó chistosamente sobre la lavandería junto a la bodega, mi tronco se arqueó, puse mi cabeza y espalda en el hueco de la lavandería quedando mis glúteos al filo, me hizo abrir de piernas que quedaron verticales en el aire, se pegó a mi cintura sujetándome de las manos con su pene vestido me cogía para adelante y para atrás, mi cabeza topaba el filo superior de la lavandería de cemento mis piernas quedaban en el aire me reía mucho de esa postura cambiamos de posición pero Steven no entraba y como pude me lo cogí, salimos por un rato a ver si alguien se acercaba y retornamos a la lavandería, pero ahora Steven y yo nos quitamos las pantalonetas, me puso en la posición anterior, mi pene recibía ese pene lleno de pelos rubios, vi descubierto su glande como se movia por mis pelotas hacíamos sonidos de excitación y decíamos palabras gruesas de sexo, se agachó a mamarme el pene, ya me lo había hecho antes pero ahora me lo hacía deliciosamente, me retorcía del placer, quería mas, que no me soltara, me hizo voltear y sentí ese mástil penetrar mi culo primero frotaba mis glúteos después intentaba meter el glande entre mis glúteos los abrió con las mis manos sentí cosquillas porque sus labios me los besaba, corria sudor por mi pene y pelotas, Steven parado culiándome y yo acostado con mi culo abierto recibiendo el glande que penetraba despacito, el dolor era indescriptible, sentía eso tan fuerteque trataba de contener ese dolor pero era más fuerte que yo, Steven no me soltaba, estaba bien excitado, me decía cosas para calmarme en un español deforme, cada vez el dolor se me hacía más intenso sabía que me estaba rompiendo el culo y eso me daba temor traté de impulsarme sobre la lavandería para hacer a un lado nuestros cuerpos pero la feroz fuerza de Steven no me permitía, cerraba mis ojos y apretaba fuertemente mi dientes con mis labios, Steven hacía pausa en sacarme el pene y apoyar el pecho en mi espalda jadeaba sobre mi nuca y continuaba con el traqueteo de mi culo, ya mis muslos me dolían y me soltó al escuchar mis constantes súplicas que me soltara, se vistió y se sentó a verme vestir, se acercó para abrazarme y sentarnos juntitos vio mi expresión lastimera, el dolor de mi culo poco a poco iba pasando ya que no me había metido todo el pene en mi ano, me pasó las manos por mi pelo, las yemas de sus dedos recorrían mi espina dosal hasta llegar al coxis rodeó mi cintura metiendo la mano en mi pene agitándolo, me dejaba porque me gustaba, mi pene se alargó, Steven lo vio que estaba engrosando nos levantamos y fuimos por detrás de la bodega en dirección monte adentro donde nadie nos pidía ver, Steven se bajó la pantaloneta mostrándome el pene, me bajó la pantaloneta ambos penes deseosos de contacto estaban colorados por el calor corporal, me senté sobre un tronco de árbol Steven me pasaba la lengua por mi pene se lo hacía pasar por sus mejillas, se puso de espaldas a mi, tratando de cabalgar pero nos caímos, me senté en el suelo, sostuvo mi pene con una mano, se iba sentando sobre mi, la entrada de su culo la puso justo encima de mi pene iba bajando poco a poco su cuerpo, mi pene recibía el ano de Steven, no soltaba mi pene de su mano, cerré los ojos y se me vino una sensación de que se corría mi prepucio saliendo mi glande, me estaba desvirgando, sentía los latidos del palpitar del culo de Steven, de un empujón hacia abajo se sentó haciendo que mi verga recorriera su culo, pegué un grito fuerte, me había desvirgado corriéndome el prepucio, la sensación de dolor que sentía mi glande era fuerte, mis manos le tomaban de los muslos para que se levantara, le decía que me dolía, se levantaba sin dejarme sacar el pene y de nuevo se sentaba de un tirón, me hacía de nuevo gritar de dolor, repitió varias veces ese movimiento de subida y bajada hasta que se sacó mi pene, mi glande sintió ardencia al contacto del aire, era una sensación nueva que experimentaba mi cuerpo en forma rara, mi pene estaba baboso, latía mucho, no me pidía tocar el glande por lo incómodo de los mete y saca que había experimentado, se masturbó el pene con la mano y botó frente a mis pies un poco de semen, cogió un poquito que le había quedado en el pene y lo goteó en mi glande, fui a mi cuarto para lavarme ponerme crema fresca, Steven era el invitado a merendar en mi casa, en la mesa no cruzamos palabras, nuestras miradas bajas tenían dirección a los platos . Desde que se despidió de mi luego de la merienda que le invitamos no salí de mi cuarto, me sentía raro muy pensativo al haber tenido sensaciones sexuales en mi pene y en mi culo diferentes a la s que me hizo cuando era un niñito, me sorprendí por dos cosas, por lo de mi desvirgada y porque el culo de Steven no era virgen, nunca supe cuándo lo desvirgaron por venguenza no le preguntaba, por corto tiempo caminé despacio tratando de ocultarme de mis padres y de mis hermanos, tenía molestia de mi glande cuando rozaba mi tela gracias a la crema, me iba pasando.
Después de buen tiempo, volví a ver A Steven que pasaba por la plantación camino a la cascada, nos vimos recelosos, me dio una sonrisa, le respondí de igual forma, Tomás, Eulogio y otros chicos iban con él, sólo tenían puesta la trusa que cubria ese pene grueso que Steven lo había sacudido en mi culo días atrás, me invitaron, les agradecí ya que no podía porque tenía que ayudarle a mi papá y a los trabajadores a empatar unos tubos con ligas para regar los cítricos, les presté una boya inflable, al rato llega mi papá sin los tubos, al no haber tarea le pedi permiso para ir a la cascada, aceptó y tomé un atajo a la cascada entre yerbales, no quería perderme la diversión con mis amigos y quería acortar el tiempo, en eso que estoy por llegar veo entre el yerbal una playita me asomo más y veo a dos chicos desnudos, era Steven montado sobre el cuerpo de Tomás cuyo pene penetraba el culo, Steven le tenía sujeto de las manos con los brazos estirados, se meneaban sobre la arena, la piel de Steven se hacía más brillosa su culo se movía agitadadmente me agaché a ver de cerca la escena sin que me vieran, Steven le decía: aguanta, aguanta, ya casi, ya casi, eso, eso, asi, asi, ya vez, ya casi, eso, eso, déjate, déjate, recuerda lo que te voy a regalar, se movía cada vez más rápido, la cara de Tomás era de una expresión de puje, yo me enamoré de ese pene de dieciséis años que salía y entraba por ese culo de doce años, se levantaron a quitarse la arena, Steven se limpiaba el pene, por los glúteos de Tomás se escurría el semen de Steven, se limpió la mancha de semen con una hoja, Steven se acostó y le escuché decir que lo culiara, Tomas muy deseoso se acostó sobre Steven, para mi fue sorpresa verle el glande descubierto de Tomás que lo metía y lo sacaba en el culo de Steven depues de tanto mete y saca Tomás se quedó inmóvil sobre el cuerpo de Steven, orinaron, se pusieron las trusas y corrieron a donde estaba los otros chicos, llegué después de un rato tenía mi pene alargado y se notaba clarito en mi trusa., me propuse culiarme a Eulogio por detrás en el agua, Steven, se daba cuenta de eso y se hacía el indiferente sin poder dismular su risa, me ponía de espalda a Steven para que mi culo rozara con su pene rubio delicioso, quería probar esas senaciones que había experimentado Tomás, los chicos le decían a Steven para salir a casa yo lo retuve con el pretexto de jugar con mi boya, los chicos se fueron quedando Steven y yo, ya la tarde era avanzada cuando jugando a la topada me abrazó por detrás diciéndome que lo culiara, esa fue luz verde para meternos en la maleza del yerbal justo en el lugar donde se lo había culiado a Tomás, nos quitamos las trusas me sentó con piernas abiertas me mamaba el pene con gusto, estaba tan caliente de excitado que no reparé en abrir mi boca y recibir ese pene blanco delicioso que corria por mi lengua y paladar, sabia raro pero me gustaba que los pelitos de sus pelotas toparan mis labios y nariz me dijo que pase mi lengua por debajo de sus pelotas lo hice con delicadeza muy despacio escuchándole jadeos, desde chiquito me llevaba a la boca ese pene extranjero, se acostó y me dijo: ven culeame mi culo al ratito ya estaba mi glande listo para entrar en su ano, sentí molestia por debajo de mi glande la telilla de mi piel todavía estaba sentida delicada pero el placer de meter y sacar me daba una forma de seguir adelante con mi penetración despacito, despacito con movimientos sentí que se venía algo por el pene, lo saqué de su culo, sentí que deseaba orinar pero me salió una baba blanca, era mi primer liquido seminal, me agarró de los glúteos frotándome por la rajita su pene, me acosté, abrió mis nalgas y metió despacito el glande, el dolor era demasiado fuerte quería terminar lo que había quedado pendiente en la lavandería de la bodega, sentí un fuerte tirón que me hizo ver estrellas del dolor grité fuerte, Steven me decía lo mismo que a Tomás, que ya casi, aguanta, aguanta, mi amor, eso, asi, asi, que rico, asi, asi, rico, rico, el pene entraba y salía de mi culo ante cada palabra que me decía, me dio otra embestida mucho más punzante que la anterior lancé un grito fuerte me lo sacó para lanzarme semen como siempre en mis nalgas, no podía moverme del dolor, Steven había logrado romperme el culo, me quedé por un corto tiempo sollozando mis lagrimas caían sobre la arena giré mi rostro a un costado y vi sentado con cara de preocupación a Steven por su mirada comprendía que deseaba consolarme, estaba conciente de lo que me había hecho, su pene flácido estaba manchado de semen que estaba pegado también en los pelos de las pelotas, me levanté con dificultad me ayudó a sentarme, me dieron ganas de botar caca vi que salía con algo de sangre y me preocupé, Steven se puso nervioso, me preguntaba si me dolía yo le movia la cabeza afirmativamente, la tarde ya caía hice un esfuerzo por llegar a casa caminanado con su ayuda, Steven llevaba mi boya y me sujetaba, se despidió de mi yo cabizbajo le agité la mano en tono de despedida, no bajé a comer, les mentí que había comido en la ganadería de los abuelos de Steven, toda la noche la pasé llorando, me sentía otra persona, me resigné a lo que me había hecho, yo me lo busqué quería sentir lo que sentía Tomás al ser culiado por Steven, al otro día los dolores eran un poco más intensos, seguía botando caca pero con poca sangre, la crema para irritación me la apliqué pero el dolor me seguia pese a que ya no botaba sangre estuve raro un par de días con mi dolor, me daba vergüenza contarles a mis padres lo que hice con Steven, no quería que las dos familias se pelearan con lo bien que se llevaban, vi a Steven como al mes, en la fiesta de despedida porque retornaba a Phoenix, nos dimos el abrazo sin rencores, ese gringo se llevó mi virginidad, desde esa tarde no hacemos el amor, hace un año visitó a sus abuelos vino acompañado solo de un chico.
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