El guardaespaldas de Emma
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Mannmon.
El guardaespaldas de Emma
Hace 3 años que trabajo en el terreno de la seguridad privada. A penas concluí la secundaria me enrolé en la Marina Real, pero me dieron de baja (por motivos que no viene al caso detallar). Después ingresé en una empresa de seguridad, y terminé por mi cuenta como guardaespaldas.
Nunca me faltó trabajo. Un buen porte (mido casi 7 pies), antecedentes militares y un aspecto temible son cartas seguras a la hora de las contrataciones. Sin embargo durante los 2 primeros años no me sentí a gusto. Siempre debía andar cuidándoles el culo a millonarios paranoicos, políticos corruptos o mafiosos. Todo cambió cuando ingresé al mundo del espectáculo, es decir, cuando fui contratado por los Estudios Warner (en su sede londinense). Allí le tomé gusto a mi profesión. Lujo, alfombras rojas, celebridades, mujeres hermosas, fiestas, todo eso me encanta; tanto como darle una buena patada en los huevos a un fan que se acerca demasiado o romperle la cámara en la cabeza a un paparazzi.
Nunca pensé, sin embargo, que mi trabajo me iba a dar otro tipo de satisfacciones mucho más envidiables. Estoy hablando de sexo. Entendí rápidamente que podía aprovecharme fácilmente de mi cercanía con las estrellas, más aún al comprobar que muchas están realmente trastornadas y son extremadamente vulnerables.
Este relato es sobre mi “aventura” con una chica famosa, más precisamente con Emma Watson, la Hermione de las películas de Harry Potter
Después de trabajar por unos meses en los estudios se corrió la voz de que Emma estaba siendo acosada por un fan, mejor dicho, por una “anti-fan”. Hacía más de un año había pasado algo parecido, y los tabloides se habían encargado de ventilar la cuestión, pero era una tontera. El tipo era completamente inofensivo. Esta vez era diferente, había amenazas de muerte de por medio, y no querían que el asunto trascendiera. Fue el padre de Emma, un viejo pelado, el que me llamó para que protegiera a su hija. Yo acepté inmediatamente.
Una vez que estuve a cargo de la seguridad pude corroborar que la amenaza parecía ser seria. La supuesta “anti-fan” había enviado un par de videos inquietantes que demostraban un amplio conocimiento sobre la vida de Emma: su domicilio, sus movimientos, sus amistades. Las amenazas estaban cargadas de un odio irracional contra la actriz, y parecían estar hechas por una persona muy determinada a hacerle daño.
Mi trabajo iba a ser full time: acompañar a Emma en todas sus salidas, y además debía mudarme a su departamento de Oxfordshire (donde vive con su madre y su hermano), para brindarle protección en todo momento.
Nunca olvidaré el momento en que me la presentaron. Yo ya la había visto en algunas premieres, pero al contemplarla de cerca quedé impactado por su fresca belleza adolescente, y sentí unas ganas terribles de besarle los labios, de acariciarle las nalgas, en fin…
Ella, sin embargo, me trataba con una frialdad exasperante. Parecía temerme más que a su acosadora, y sólo me dirigía la palabra cuando era necesario.
En sus apariciones públicas Emma tiene una eterna sonrisa dibujada en el rostro y es muy extrovertida, pero en su vida diaria digamos que no derrocha simpatía, y riñe constantemente. Por eso mismo la deseaba cada vez más, me gusta ese tipo de chicas.
La acompañé a un sinnúmero de lugares. Yo conducía el auto y ella se sentaba mi lado sin dirigirme la mirada, muda. Al principio quería sentarse atrás, pero le dije que no era conveniente por motivos de seguridad, ya que en caso de que fuera atacada me iba a costar mucho más protegerla. Aceptó a regañadientes.
Las cartas y videos seguían llegando. No había forma de saber quién las enviaba. Me puse a estudiar los clips, y me di cuenta de que las tomas eran realizadas con teleobjetivo óptico siempre desde aproximadamente los mismos sitios. Decidí empezar a registrar los alrededores de los lugares donde Emma había sido filmada. Uno de ellos era la entrada del colegio.
Los hechos se sucedieron rápidamente. Al día siguiente la acompañé justamente al colegio, el Headington School (una escuela cara, sólo de chicas), e increíblemente, descubrí a la acosadora. Mientras Emma descendía del auto alcancé a ver algo brillante entre unos arbustos. La joven actriz emprendió camino hacia el antiguo edificio central y yo me quedé esperando dentro del coche, con la vista enfocada en el lugar de donde provino el brillo.
Después de unos minutos algo se movió y me acerqué sigilosamente. Efectivamente, detrás de la vegetación había una chica, una morocha de pelo corto bastante apetecible, que portaba una cámara digital con teleobjetivo. Se la arranqué de las manos y la sujeté de los cabellos a la altura de la nuca. La chica, de unos 17-18 años estaba muy asustada. Le di un par de bofetadas y retrocedí la cinta. Me di cuenta al instante de que era la acosadora, ya que las imágenes previas tenían el mismo estilo de enfoque que las que había recibido Emma por correo. No era prueba suficiente, pero a mí me alcanzaba. La obligué a confesar apuntándole a la sien con mi pistola y lo hizo sin titubear. Dijo que en verdad ella no era una anti-fan ni nada parecido, sino que había conocido a Emma en una fiesta de Chanel hacía dos meses, y habían mantenido una relación lésbica. Me aclaró que Emma es bisexual.
Después tuvieron otro encuentro amoroso en el propio departamento de la actriz. Laura (así se llamaba la acosadora), creyó que podía ser el comienzo de una relación “seria”, pero Emma no pensaba igual y decidió ignorarla (no quería comprometer su relación con su “novio” Jay, que de todas formas terminó poco después). Al día siguiente del encuentro en el departamento, Emma no contestó ningún llamado suyo. Laura se quedó con bronca y decidió vengarse de alguna forma. Pensó en chantajearla, pero no tenía ninguna prueba de las relaciones lésbicas, así que optó por asustarla. Dijo que no quería que Emma pensase que podía deshacerse de ella fácilmente.
Le propuse un trato. Yo no quería quedarme sin el trabajo, no mientras no lograra culiarme a Emma. Le dije que no la denunciaría si ella me hacía ciertos favores. Laura creyó imaginar qué clase de favores le estaba pidiendo, y comenzó a desprenderse la camisa. Le aclaré que no era eso lo que pretendía, sino que siguiera mandando videos y cartas mientras me ayudaba a chantajear a Emma. Aceptó. Lo pensé mejor: “Y la verdad que una mamadita me vendría bastante bien” le dije mientras me desabrochaba el pantalón. La chica comenzó a chupármela deliciosamente. Aproveché el tiempo para detallarle lo que debía hacer. Ella asentía con los ojos. Cuando estaba cerca de llegar al coito tomé su cabeza por detrás y la penetré hasta la garganta. Casi la ahogo con mi leche. Laura se fue con los ojos llorosos, tosiendo y escupiendo. Se lo merecía por zorra.
Con la acosadora de mi lado, me dediqué exclusivamente a espiar a Emma. La pendeja maldita cada vez me trataba peor, más aún cuando llegaba una nueva amenaza. Ella me odiaba en parte porque creía que sus padres habían contratado un guardaespaldas no para protegerla, sino para vigilarla. Faltaba muy poco para que cumpliera los 18 años y yo estaba seguro que después de esa fecha sería despedido. Ya lo había escuchado de su boca en varias peleas con su madre. Además creo que también sabía perfectamente quién la estaba amenazando y por qué, pero no podía contarlo. Debía apurarme.
El plan se puso en marcha. Laura le mandó un mensaje a Emma por celular que decía:
“Voy a contar lo nuestro. Tengo fotos. 100.000 libras a cambio de silencio”
Emma la llamó inmediatamente, sin saber que la conversación estaba siendo grabada desde el teléfono de Laura.
-Hola? Laura? Te has vuelto loca?
-No te vas a deshacer de mí tan fácilmente, voy a hablar. El lunes posterior a tu cumpleaños quiero que deposites 100.000 libras en la cuenta R- FD-45032-788 del Citybank, o todo el mundo sabrá que eres lesbiana y puta.
-No soy lesbiana, estúpida. Además… no tienes ninguna prueba. Eres una mentirosa. Es tu palabra contra la mía. No se por qué piensas que alguien va a creer tu historia.
-Tengo fotos.
-Mentira!! Es imposible!!
-Bueno, está bien, tu ganas, no tengo ninguna foto, pero lo que sí tengo es la grabación de esta charla. Es suficiente. Adiós Emma.
La actriz se puso pálida. Debía ir al estudio a filmar y dijo sentirse descompuesta. Seguramente se estaba regañando a sí misma por haber caído en un truco tan viejo y estúpido.
Se encerró en su cuarto nuevamente. Por suerte tomé la precaución de colocar un micrófono allí (casi me descubren al instalarlo, mientras Emma se bañaba).
Lo primero que hizo fue llamar a una de sus amigas, Amy Vaver (una morocha de ojos verdes muy bonita). Llorando le contó lo que le había pasado:
“-…es una zorra, cómo pude ser tan tonta. Ahora me tiene agarrada del cuello. No se va a conformar con ese dinero, me va a pedir más. Me odia. No se cómo voy a hacer para explicarle a mi papi esa transferencia.”
“-No se que decirte. Si no le pagas puede que tu carrera se ve a afectada, pero ella va a quedar muy mal.”
“-¿Me estás jodiendo? Me van a dar una patada en el culo. Me van a echar. Voy a perderlo todo. Qué me importa cómo quede ella. Tengo miedo.”
“-No se, quizá si le pagas no te vuelva a molestar. No creo que se arriesgue a tanto. Es demasiado dinero. Deberías regatearle un poco.”
“-Puede ser, pero esto no me gusta, estoy jodida, soy la persona mas tonta del mundo. A partir de ahora no confiaré en nadie más.”
Había llegado la hora de darle a Emma la estocada final. No quería contarle todo en seco, así que comencé a demostrar mi lujuria en forma ostensible.
Esa noche iba a asistir a un evento de moda y no había terminado de arreglarse. Golpeé la puerta de su cuarto.
-¡Ya voy, ya voy!, gritó desde dentro.
Al salir estaba hermosa, aunque demasiado pintarrajeada. Llevaba un vestido corto negro que dejaba su bella espalda descubierta, acompañado de medias también negras y zapatos plateados que hacían juego con su chaqueta y cartera. Mientras la acompañaba al auto le acaricié la cintura y le dije: “tienes un culo hermoso”.
Me miró como si le acabara de dar una puñalada.
-Imbécil, no voy a tolerar otro comentario como ese. Le voy a avisar a mis padres.
-Está bien Emma, no más comentarios sobre tu lindo culito, le dije, y acto seguido le metí la mano debajo de la falda agarrándole una nalga con fuerza. Intentó darme una bofetada, pero la detuve.
-¿Qué mierda te pasa? Yo no voy a ir contigo a ninguna parte. Voy a llamar a la policía. Extrajo su celular y comenzó a mercar, pero se lo quité. Me escupió, miró desesperada a su alrededor y se preparó para gritar, pero en ese momento apareció Laura. Se quedó muda.
-Entremos al auto, que debemos solucionar algunos negocios, dije cínicamente.
Laura se puso a contar sobre el acuerdo al que habíamos llegado. Emma la escuchaba con cara de estar muriéndose.
“-Deberías ver el lado positivo del asunto. No vas a tener que desembolsar tanto dinero. Yo solo quiero 5.000 como indemnización por todo lo que me has hecho pasar. Es lo que vale uno de tus malditos vestidos. Pero ya sabes, deberás hacerle algunos favorcillos a mi amigo aquí presente” (le guiñé un ojo con una sonriendo repugnantemente).
-Eres la peor basura que existe sobre la tierra, una rata, pedazo de mierda, no te vas a salir con la tuya.
-Si lo voy a hacer, y tú harás lo que yo diga. Tendremos sexo la noche misma de tu cumpleaños, es decir, pasado mañana. Quiero que tomes una pastilla anticonceptiva, porque no voy a usar condón. Ha, y más vale que vengas bien vestidita, y con ropa interior transparente, me fascina. Al día siguiente yo renunciaré, olvidaremos todo, y seremos felices ¿No?
Emma bajó del auto hecha una furia, pero a penas se encontró con los flashes desplegó una enorme sonrisa y siguió como si nada. Yo la acompañé durante el festejo. Se puso a beber champagne, varias copas. Al volver estaba destruida. Detuve el auto y la besé furiosamente en los labios, hedía a alcohol. Ella se dejó llevar, ya estaba entregada. Antes de despedirla le dije al oído que la noche del cumpleaños la quería sobria.
Finalmente llegó el momento tan esperado. Estaba hermosísima, nuevamente de negro. Lamentablemente no pude impedir que unos paparazzis la fotografiaran al bajar del auto. La estúpida no cerró las piernas y los tipos son verdaderamente expertos en el arte de fotografiar por debajo de las faldas. Para colmo llevaba la bombachita transparente que le había pedido. Las fotos de su concha peluda se difundieron rápidamente por Internet. La mayoría de los artículos comenzaban con el juego de palabras boludo de “Hairy Potter”. De todas formas el pequeño escándalo me hizo sentir orgulloso, porque todos los imbéciles debían contentarse con mirar, en cambio yo fui el que le rellenó el agujero.
Al terminar la fiesta fuimos a la casa de Amy (la había ofrecido de mala gana al enterarse del oscuro pacto que su amiga debía cumplir). Esa noche la casa iba a estar vacía, exceptuando a la propia Amy, que acompañaría a Emma en su desgracia.
A penas llegamos la acaricié rudamente y le comí la boca. Ella no quería mostrar ningún signo de excitación, sentía que la estaba violando, y en parte era así, pero bueh…
Me desnudé rápidamente, tenía la pija parada a full. Me senté en la cama y le exigí que me la lamiera. Comenzó a hacerlo tímidamente, con cara de asco. Le acaricié sus rubios cabellos, brillantes, suaves.
-Chúpamela bien, puta, vamos, no te hagas la inocente, que lo has hecho muchas veces.
Siguió sin entusiasmo hasta que le di un sopapo y reaccionó. El resto de la mamada fue excelente. Su lengüita recorría mi verga con deleite, la introducía en su boca, succionaba, salía, entraba y volvía a salir toda cubierta de baba, formando hilos que unían el tronco de mi pija con sus delicados labios.
De todas formas yo no tengo mucha paciencia para estas cosas, así que la agarré de la cabeza y le di como un taladro, hasta el nacimiento de la lengua. Terminé ahí nomás. Un verdader río de leche inundó su boca y quiso escupir, pero le advertí levantándole la cabeza desde el mentón: Trágatela toda. Lo hizo, y después vomitó sobre la cama.
-Eres una cochina, mira lo que has hecho, PAF! Otro sopapo en la mejilla. Le quedó colorada, y se puso a llorar.
Tardé poco en excitarme de nuevo. Todavía ella estaba completamente vestida, no se había sacado ni la chaqueta. Me esperaba de pié al lado de la cama, con una sonrisa extraña, casi enfermiza. Pensé que se había vuelto loca, pero era algo peor. Me acerqué y ZAZ, me largó una puñalada al estómago. No se de dónde mierda había sacado el cuchillo, (uno grande, de cocina). Por suerte alcancé a contraer la panza, y solo me provocó una herida superficial. Intentó achurarme de nuevo, pero le quité el cuchillo con facilidad y lo usé para destrozarle el vestido. En pocos segundos quedó en bombacha y corpiño, con algunos cortecitos a la altura del ombligo y en las piernas.
-Ahora vas a ver, puta traicionera!
La tomé del cuello y le arranqué el corpiño. Sumergí mi nariz entre sus tetas, pequeñas pero bien formadas, con pezones oscuros. A pesar de que parecía estar sufriendo como loca, los tenía duros, al igual que el clítoris, que apreté fuerte con las yemas de mis dedos. Chilló como un cerdo. Seguí disfrutando de sus tetas, que desprendían un olor especial, muy excitante. Por fin parecía que ella la estaba pasando bien. Se le escapó un leve gemido de placer cuando le metí la lengua en la concha, bien olorosa y bastante peludita. El fluido vaginal comenzó a aparecer en forma muy abundante y la penetré. Fue algo extremadamente placentero, su carita rebosaba de gozo, ya no reprimía los gemidos. Incluso comenzó a dar unos grititos agudos que me pusieron la piel de gallina.
En eso escuché pasos detrás. Me di vuelta y era Amy, completamente desnuda. Parece que se había mandado unas cuantas líneas de cocaína y se había excitado. Emma la miró extrañada, pero siguió disfrutando.
Sentí los duros pezones de la hermosa amiguita de Emma en mi espalda, y me acarició con sus suaves y finas manos. Seguí dándole, cada vez más duro. Los gemidos de Emma crecían en intensidad, estaba agitadísima, transpiraba. Cuando llegamos al climax me salió un aluvión de esperma que rebalsó su vagina y me alcanzó también para salpicar a Amy al darme vuelta. Un chorro blancuzco cayó sobre su ombligo. La hermosa morocha untó sus manos en el viscoso licor y se las llevó a la boca.
La hermosura de las hembras que tenía rendidas a mis pies hizo que la excitación me volviera muy rápido. Amy desprendía sexo por todos sus poros y se tumbó sobre el lecho con las piernas bien abiertas. Me lancé sobre ella como una fiera y la cama empezó a chirriar tanto que parecía a punto de destartalarse. Mis manos sujetaban las nalgas de Amy al tiempo que mi verga se deshacía de placer dentro de su apretada conchita. Después me puse boca arriba y montó con unos movimientos dignos de una contorsionista electrocutada. Se calmó un poco cuando uno de mis dedos se introdujo en su ano, y luego de un delicioso “AHHH!” se mojó tanto que algunas gotas llegaron hasta el suelo. A todo esto Emma volvió a la carga aplastando mi boca son su concha y me puse a lamérsela con desesperación. Los tres terminamos casi al mismo tiempo en medio de un coro de gritos y aullidos, y una nueva profusión de fluidos. Emma casi me ahoga.
Estábamos exhaustos. Nos tomamos un tiempo para descansar. Amy trajo varias líneas de coca preparadas sobre un espejo, y una botella de vodka. Los tres nos pusimos al palo. Aparentemente Emma no tenía mucha experiencia con la cocaína, todavía no estaba a la altura de una Lindsay Lohan o una Brithney Spears (tampoco con respecto a la fama y el dinero). Una sola línea bastó para quedar durísima, y al minuto volvió a la cama de nuevo, completamente sacada.
-Vamos chicos, (dijo en un tono enfermizo), que esta noche quiero perder mi virginidad anal.
Amy la miró sorprendida.
-.¿Pero no me habías dicho que con Tom?…
-Mentí, nunca lo he querido hacer, porque me parece que me va a doler. Pero esta noche es especial, ya no tengo nada que perder.
Esas palabras funcionaron como un trampolín para mi líbido. No podía perderme algo tan hermoso como el desvirgar ese culo.
-Vamos! Dijo Emma al tiempo que se ponía en cuatro apuntando el culo hacia mí.
Nuevamente hecho una fiera, me le acerqué por detrás le di un beso húmedo entre sus nalgas, las separé suavemente con mis dedos y escupí varias veces para lubricarlo bien.
La verdad que lo tenía muy estrecho, y al principio me costó. Lo intenté una primera vez, pero me dijo que parara, que le estaba doliendo mucho. A la segunda, con más lubricación logré meter el glande, pero gritó de nuevo. Entonces le di un beso en la boca, acaricié todo su cuerpo, y le dije: te va a doler pero debes hacerlo, y la penetré bruscamente. Dio un grito fuertísimo, súper agudo, pero yo seguí hasta meterla entera y le di bien fuerte. Chilló, lagrimeó, me insultó, pero al poco tiempo le tomó el gusto a la cuestión, y terminó pidiéndome que le diera más fuerte, y más. Mi excitación fue extrema, era como estar en el paraíso. Desflorar a Emma fue uno de los placeres más grandes de mi vida, incluso me gustó mucho el hecho de que la hice sangrar un poco, pero terminó agradeciéndome envuelta en lágrimas, vaya a saber uno porqué.
Amy a todo esto se había quedado dormida, pero la desperté y me la culié también.
En fin, fue una hermosa noche. Yo renuncié al otro día y es probable que nunca más vuelva a ver a Emma, pero es seguro que no la voy a olvidar, y pos supuesto, ella tampoco me va a olvidar. Aunque sólo sea por la manera en que la hice sufrir, y por cómo le dejé el culo. Mi conclusión es que la chica es un poco masoquista, y la conclusión que habrán sacado los pocos que hayan leído este largo y aburrido relato es que su autor es un sádico pervertido de mierda, que tiene fijación con las adolescentes. Y no estarán equivocados.
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