El hermano de mi mejor amigo (Rodrigo)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoom25.
Me llamo Armando (cuando ocurrió esto tenía 12 años)
Ya había terminado el día de clases y mi mejor amigo Carlos y yo decidimos ir por un jugo y dulces de naranja afuera del colegio, nos sentamos en una banca bajo un gran cartel que cubre toda la vista, nadie nos podría ver así que me le acerque y le di un beso, oh, sus labios sabían tan bien, un sabor a naranja mezclado con fresa, sin duda algo muy dulce y placentero, después de un rato apareció él… Rodrigo (El hermano de Carlos, es 4 años mayor que nosotros, alto, con un cuerpo promedio a los chicos de 16 años, pálido, cabello castaño y ojos cafés oscuros), él me cae bien… pero, no sé cómo actuar ante él ahora, desde de la última vez que lo vi, esa noche en la que al salir de su casa me dijo “Tú serás mi nueva putita”, me había quedado callado, ellos dos conversaban acerca de sus abuelos, cuando Carlos se levanta y dice:
(<<Trabajemos así, una “C” significa Carlos, una “R” Rodrigo y un “Yo” para mí 😉 )
C – ¡He olvidado mi sudadera y los colores para el trabajo de hoy!
R – Pues qué esperas, regresa por ellos.
C – regreso rápido, no se vayan sin mí.
Paso al menos un minuto cuando él comenzó a hablar:
R – Y ¿De qué trabajo hablo Carlos?
Yo – de un trabajo de historia
R – ¿lo harán juntos?
Yo – sí, eso creo, iré a su casa en la tarde
R – muy bien, te esperamos ahí.
No dije nada más, me sentía tan incómodo, después de un rato llego Carlos, me despedí de él, no le pude dar un beso ya que su hermano estaba ahí y me fui.
Llegué a casa de Carlos, toqué el timbre y quien abrió fue Rodrigo.
R – Hola, ven pasa.
No me atreví a decir nada solo pase a su casa
R – que mal que Carlos no te dijo, uno de nuestros abuelos está muy enfermo, Carlos y mis papás han ido a verlo, pero no te preocupes, yo te puedo ayudar con su trabajo.
Yo – Gracias… pero no sé, creo que mejor lo haré yo solo en mi casa.
Me levante iba directo a la salida, casi llegaba. Pero él me tomo por la mano con tanta fuerza que no pude avanzar.
R – No te iras tan rápido… PUTITA
Solo quería llorar, escapar de ahí, él me tumbo en el sofá de la sala, se acostó encima de mí, me sujeto las manos y me lamio una mejilla, Yo ya estaba llorando y entonces me besó, su beso no fue dulce como los de Carlos, su beso fue amargo pero con mucha lujuria, en el momento en el que me besó solo me deje llevar (supongo que en el fondo si quería hacerlo) él seguía besándome, besándome la boca, lamiendo mis mejillas, chupando mi cuellos, acariciando mi cabello, hasta que me soltó para desajustarse el cinturón, quitarse el pantalón y el bóxer, pude ver ese pene, ese pene tan grande para mis pequeñas manos, peludo, los huevos eran enormes, su verga mediría unos 16 o 17 centímetros, tan grande para mí, con un brillo que salía de la punta.
Me quedé boquiabierto y él dijo:
R – ¿Quieres probar putita?
No tuve que contestar, mi boca estaba abierta y yo estaba acercándome a ese gran pene, lamí, oh dios, si Rodrigo no tenía labios dulces si lo tenía su pene, solo su cabeza me encantó, lo metía y sacaba de mi boca, era un dulce que no quería dejar.
R – oh sí, putita, mmh sí, chupa, se siente bien ¡MMH!
Con sus manos tomo mi cabeza y solo con un empujón logro que yo me metiera todo su pene a la boca, lo disfrutaba tanto.
Me empujó hacia una mesa, me dolió, y con un tirón me quito el short que llevaba, me agarro por el cabello y me puso encima de él en el sillón.
Yo – ¡AAAAAAAH!
R – Calma esto te lo mereces putita
Me decía eso mientras me daba nalgadas una y otra vez, sentí el primer dedo entrar a mí, el segundo fue más doloroso, y fue en el tercero en el que solté un pequeño grito, me tiro del sofá y fue a un mueble donde saco crema y me la untó en el ano, metió los tres dedos con facilidad, metía y sacaba muy rápido, eso ocasionaba que yo gritará y gimiera, me dio otra nalgada y solo dijo
R – mi pequeña y linda putita, ahora… serás mía.
Coloco la cabeza de su pene en mi ano ya dilatado y comenzó a empujar, es un maldito, no tuvo menor cuidado, lo hizo rápido y con fuerza, pero me encanto, metió al menos la mitad de su pene lo que me hizo gritar y gemir, siguió metiendo, yo gritaba y gritaba.
R – te gusta verdad putita
Yo – sí, sí me gusta mucho, pero ya sácala, por favor.
R – ¿Quieres que la saque? Pero si apenas empezamos.
Dio un empujón más y comenzó a sacar y a meter sin parar.
Yo – Ah, sí, más, dame todo por favor, aaah
Siguió y siguió, sentía tan bien, de pronto me tomo por los brazos y me cargo, ahí, yo recargado en su pecho seguí gimiendo.
R – Me… me vengo… ¡AAAAAH!
<<Tú, el que lee esto, deberías sentir esa sensación algún día, un calor tan grande recorriendo por tu cuerpo interno, llenándote con cada gota, tibio y apasionante, es increíble>>
Los dos caímos en la alfombra, me levante y por una de mis piernas bajaron gotas de semen, semen mezclado con un poco de sangre.
Al ver la sangre y todo lo que había pasado, comencé a llorar, él me abrazo y me dio un beso.
R – eres tan delicioso.
Me vestí, me limpie y me fui. Rodrigo prometió hacer el trabajo de historia.
Esa tarde fue muy ruda para mí, tarde mucho para volver a esa casa, en la que creo… es mi lugar favorito en la tierra.
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