El hijo de la dueña de la casa se burló de mí, y por eso le reventé el culo.
Un chico se burla de un jardinero haciéndose pasar por chica, el jardinero se da cuenta se molesta y a la fuerza lo sodomiza..
El hijo de la dueña de la casa se burló de mí, y por eso le reventé el culo.
Cuando la señora de la casa me contrató para hacerme cargo de los jardines, ella llamó, a la que yo pensé que era su hija, diciéndole que me mostrase la casucha de las herramientas.
Quizás como su nombre me sonó femenino, pensé que era una chica, además cargaba puestos, unos ajustados pantaloncitos cortos floreados, mostrando gran parte de sus paradas nalguitas y una corta camisilla sin mangas.
Ya a solas en todo momento me habló como si realmente fuera una chica, extendió su mano, con bastante delicadeza, presentándose, dándome la impresión de que era una chica.
Y el condenado hijo de la gran puta no dijo más nada, pero al tomar su mano y apretarla, él suavemente aflojó la suya, como lo haría una chica.
Por lo que no dudé en pensar que realmente, era una chica, tras mostrarme la casucha de las herramientas, se retiró contoneando sus caderas, y seguramente riéndose de mí por dentro, completamente seguro, de que yo, pensaba que realmente era una chica.
Durante las siguientes semanas en las que fui a trabajar, y limpiar los jardines, el muy maricón se ponía a tomar el sol, justo al lado de la piscina, para que yo lo pudiera ver, ocultando siempre sus testículos.
Él usaba lo que yo creía era la parte inferior de un biquini esos que llaman tanga, ya que, al enterrársele entre sus nalgas, las dejaba todas al aire, y con una toalla, que usaba para supuestamente ocultar, lo que yo pensaba eran sus pequeñas tetas.
Como su madre es gerente de un banco, por lo general nunca se encuentra en casa, mientras que su hijo se divertía, haciéndome creer a mí, que era una chica.
Hasta que un día mientras él hijo de la gran puta, tomaba el sol, se dio cuenta, de que yo, lo espiaba, y mientras lo observaba oculto tras la casucha de las herramientas, ocasionalmente me masturbaba viéndole sus parada nalguitas.
Pero un día, se le ocurrió hacerme una maldad, cuando se encontraba nuevamente tomando el sol, al sentirme que pasaba a su lado, de la manera más coqueta que pudo, y con un tono de voz bien afeminado, me pidió que le hiciera el favor de ponerle un poco de bloqueador solar, en la parte posterior de sus piernas, y la espalda.
Yo, me quedé pensándolo por unos segundos, sin dejar de observarle las nalgas, luego arrimé una silla, y sin decir nada, tímidamente comencé a pasar mis manos, embadurnadas de bloqueador solar, por toda su espalda, sus muslos, y parte gran parte de sus nalgas.
Hasta que después de un rato, que me sentía sumamente excitado, ya que mi verga se me había puesto bien dura, y se notaba por debajo de la tela de mí pantalón.
Algo avergonzado, le dije. “Señorita, yo creo que así está bien, es que debo limpiar las herramientas en la casucha”. Fue cuando a el hijo de puta, se le ocurrió, medio levantarse de la tumbona, en la que estaba recostado bocabajo.
Mostrándome su plano pecho, riéndose de mí me respondió, con su propia voz, diciéndome. “Yo no soy una chica, soy un chico”. En ese momento, me puse de todos colores, en cosa de segundos, me sentí engañado.
Me le quedé viendo, de pies a cabeza, de una manera que le dio miedo, por lo que al tiempo que trató ponerse de pie, y retirarse, me dijo. “No es para que se moleste tanto, solo fue una inocente broma”.
Yo estaba completamente indignado, coloqué una de mis manos sobre su espalda, impidiendo que se incorporase, diciéndole bien molesto. “No sabes las veces que me he hecho la paja, viendo tus nalgas, maricón, pensando que eras una chica. Y ahora me sales con que eres un chico, bueno para que no me jodas más, te voy a dar una lección, para que aprendas a respetar a un hombre como yo”.
Al escuchar mi voz, decirle eso, el chico se asustó más, y aunque inútilmente trató de ponerme de pie, no lo dejé.
Así que mientras lo mantenía acostado en la tumbona con una mano, con la otra de un solo jalón, le arranque eso que yo creía que era una tanga, dejándolo con todas sus nalgas al aire.
Él, estaba petrificado del miedo, sintió que me colocó tras de él, y a lo bestia separé sus piernas, y con mis manos embadurné su culo, con lo que me quedaba de bloqueador solar, en las manos.
Mientras que él gritaba desesperadamente, pidiéndome que lo soltara, que no le fuera a hacer daño, que jamás había se había acostado con ningún hombre, que no era maricón.
Algo raro que me pasó fue que a medida que el mariconcito ese forcejeaba, gritaba y lloraba diciéndome que no le hiciera daño, más excitado me sentía, y con más fuerza y ganas lo penetraba.
Pero a pesar de sus gritos, de golpe sintió toda mi dura verga, penetrándolo brutalmente por el culo, el dolor fue tal, que además de seguir gritando desgarradoramente con fuerza, se puso a llorar.
Mientras inútilmente forcejeaba tratando de escapárseme, quizás pensó, que alguien, algún vecino, escuchase sus gritos, y viniera en su auxilio, pero no fue así.
Cuando yo, finalmente le metí toda mi parada verga por su culo, se quedó como petrificado, llorando en silencio, por lo que, resignado a su suerte, se quedó llora que llora, en silencio.
Por un momento me quedé quieto, para luego comenzar a pasar mis manos por sus muslos, y nalgas, apretándolo contra mi cuerpo, diciéndole. “Querías que yo pensara que eras una chica, ¿verdad? Bueno a hora eres mi putita, así que mueve esas nalgas.”
Por lo que al tiempo que terminé de decirle eso, comencé a sacar, y meter, toda mi parada, y caliente verga, dentro de su apretado culito.
En mi vida, me había acostado con un maricón, a pesar de que en muchas ocasiones me los he encontrado en la calle pensando que eran una puta, por su manera de vestir, y de comportarse, jamás a ninguno de esos tipos, yo le había puesto un dedo encima, mucho menos había tenido sexo, hasta ese momento.
Yo continué clavándole toda mi verga, no paraba de entrar y salir de su culo, no sé si fue por lo que le ordené, o porque razón, la cosa es que, a los pocos segundos, él comenzó a menear sus caderas.
Al principio lenta y suavemente, como si tuviera miedo de seguir sintiendo aquel fuerte dolor, que le provoqué, cuando le enterré toda mi verga.
Pero al poco rato, comenzó a sentir algo distinto, y casi sin poder controlarse, siguió moviendo sus caderas, con más fuerza, y rapidez, al tiempo que, de su boca, de forma incontrolable, salían profundos gemidos de placer.
En cierto momento, me di cuenta de que restregaba su cuerpo contra el mío, como buscando sentir más, y más dentro de él toda mi erecta verga.
Mientras que yo, no dejaba de acariciar sus muslos, y nalgas, al tiempo que seguía besando y mordisqueando su nuca, y orejas, diciéndole. “Princesita, se ve que te está gustando, que te den por el culo”.
A lo que él, ya sin seguir llorando, me respondió. “Sí papi, pero dame más duro”. Por un buen rato, continué dándole sabrosamente por el culo, mientras que él sin detenerme seguía moviendo sus nalgas.
Su excitación era tal, que el solo roce de su miembro contra la tumbona, en la que estaba recostado bocabajo, hizo que se viniera, mientras que yo continuaba clavando una, y otra vez toda mi verga entre sus paradas nalgas.
Hasta que después de un rato, lo apreté con más fuerza contra mi cuerpo, viniéndome por completo dentro de su culo.
Cuando extraje mi verga, de entre sus nalgas, les juro que para mí sonó, como quien descorcha, una botella de champan.
De inmediato tras parame, agarré la manguera, y me lave mi verga, mientras que el mariconcito embelesado, acostado bocabajo, sobre la tumbona observaba fijamente toda mi verga.
En esos instantes, quizás pensó que ya todo había terminado, pero no fue así, se equivocó, sin decirle nada, lo agarré por su larga cabellera, y sin mucho esfuerzo de mi parte, hice que medio se levantase.
Luego acerqué mi verga frente a su boca, y de inmediato, comprendió que era lo que yo deseaba, sin esperar a que se lo dijera se dedicó a mamar mi relajada verga, hasta que a medida que me la fue chupando, se me fue volviendo a poner bien dura.
Como les dije según él en su vida, jamás había hecho nada de eso, y aunque nunca había tenido sexo antes con nadie, entendió que eso era lo del.
Acabé por completo dentro de su boca, por lo que se tragó gran parte de mi leche, después sin decirle nada me retiré, dejándolo, tirado sobre la tumbona, con sus piernas y culo bien abiertos, chorreando mi leche entre sus nalgas.
Creo que nunca le dijo nada a su mamá, ni a nadie de lo sucedido, pero a la siguiente semana cuando fui a trabajar en el jardín.
Como si nada hubiera pasado, discretamente el chico se volvió a recostar sobre la tumbona, pero solo cubrió sus desnudas nalgas, con una pequeña toalla.
Al rato me le acerqué, retiré la pequeña toalla, y haciendo que se pusiera bocarriba, sobre aquella tumbona, lo tomé por los tobillos, separé sus piernas, y simplemente enterré mi verga dentro de su culo.
Mientras que él moviendo sus caderas se masturbaba, al mismo tiempo, hasta que se vino.
Luego lo puse a mamar, y después de que me vine dentro de su boca, al rato le volví a sembrar mi verga, entre sus nalgas.
Mientras lo besaba, y acariciaba todo su cuerpo, llamándolo mi princesita, todavía no hay día en que yo, vaya a trabajar en ese jardín, que no tengamos nuestros ardientes encuentros.
En los que el muy maricón me recibe, en su cama, con algunas prendas íntimas de mujer puestas.
como sigue?
Buen relato…. como sigue?
uff necesito massss…
Como sigue? me encanta como comienza esta historia.
No sabes lo caliente que me he puesto leyéndolo. Me encanta..
Que rico relato. Estoy super caliente.