El Hijo de mi Madrina
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ya han pasado varios años pero Willie, siempre está en un rinconsito de mi corazón. Resulta que él era el único hijo varón de mi madrina, además de otras dos hembras, que ella y su esposo tenían. Siempre que salíamos los domingos de la doctrina, mis hermanas y yo ibamos a su casa a visitarlos. Desde pequeño veía a Willie y me gustaba, no se, pero sentía una atracción por él, que para aquel entonces yo no podía entender…
Siempre estaba con un pantalón de payama o corto y una toalla por encima de sus hombros cuando llegabamos, y sin camisa luciendo unos hermosos pectorales y unos bien formados brazos fuertes y musculosos. Su sonrisa y su rostro, me hacían divagar, que era un astro de Hollywood. Yo era en esos días, un chico normal, pero bastante desarrollado para mi edad, no era grueso, pero si tenía muslos, piernas y nalgas bien definidas. Los chicos en la escuela me rosaban en las filas, como quien no quiere la cosa, y a mi me gustaba sentir, que más de uno se le ponía dura la verga, al pegarseme y yo me quedaba quieto, pues me gustaba esa sensación.
Pues como les contaba en casa de mi madrina, Willie en más de una ocasión llegó a pegarseme entre mis nalgas y unas cuantas veces me sentaba encima de él, para arreglarme el cabello en la parte trasera de la cabeza, y me afeitaba el pelo que va creciendo abajo, luego del tiempo que pasa uno de recortarse. Yo sentía muy duro aquello entre mis glutéos y sabía bien lo que era. Pero él, rápido se componia y me sacaba de su falda, no sabía lo triste que me ponía yo, cuando él me quitaba de encima.
Cuando ya, yo tenía unos doce años, fuimos a su casa y allí supimos que madrina le había comprado la casa de más allá a unos vecinos, y que en lo que se mudaban, Willie había escogido la parte de arriba, que era una casa independiente, para él vivir e ir acondicionándola, por que pensaba casarse. Me destrozó el alma mi madrina, cuando dijo eso. Recuerdo que sentí muy feo y un calentón en las orejas, un disgusto, yo mismo no comprendía esa reacción mia. Entonces ella me envió a llevarle café y tostadas, a Willie, mientras como ella le cosía trajes a mis hermanas, pues ellas se quedaban cogiéndose las medidas, etc.
Cuando toqué la puerta y él abrió quedé de una pieza, tragué hondo, mi corazón se aceleró a cien miillas y me puse muy nervioso…a Willie se le marcaba tremenda erección en sus pantalones cortos, parecía que su verga o guebo como decimos en Puerto Rico quería explotar, salir de aquella prisión. No dejé de mirarlo un instante y sin miedo, pero tartamudeando le dije: – Por que la tienes así de parada? – Él en silencio cogió el café y las tostadas y me dijo: – Mira ya tu eres grandecito y me vas a escuchar lo que te voy a decir, pero confio que no le cuentes nada a nadie de lo que hablemos ok? – Sabes cuando yo te vi llegar, llamé a mami para que me enviara café y pan contigo, total yo no quiero comer eso ahora, es que quería que vinieras solo. A todo esto yo no le quitaba la vista, de su paquete. Quieres verlo?- me dijo… y yo le dije, que si, sin titubiar. Willie se bajó el zipper y sacó de allí la verga mas linda, grande y gorda que yo hubiera visto en mi vida, de echo era la primera vez que le veía, el guebo a un adulto en erección. Me tomó la mano y la puso encima de ella y yo mansamente me dejé llevar, la subía y la bajaba, su cabeza grande y roja me hechizaba. Aquel olor tan rico, de aquel contacto con aquella verga, aun lo siento en mi nariz, es como si hubiera sido ayer, que delicia, que rico olor a macho.
Aléxito, por favor no digas nunca esto a nadie. Yo soy un muchacho, muy serio y sabes como son mis papás, si ellos saben de esto van a sufrir y a ti te regañarán. Pueden hasta botarme de la casa. Y yo sin dejar de masajear su verga, le contesté: – Willie yo nunca voy a decir nada, a mi me gusta cuando me sientas entre tu piernas y sentía esta cosa, que no sabía que era tan grande y gorda.- Él se sonrió y me dijo es normal, si yo se que te quedabas quietito cuando yo te la ponía entre las nalgas, por encima de la ropa, por eso me atreví hoy, pero me da mucho miedo. Y Willie seguía diciendo cosas y yo ya no lo oía, estaba fascinado con aquella maravilla de guebo, con sus pelos y venas azulosas a punto de reventar, su cabezota tan linda. – Ven vamos al cuarto- me dijo y yo lo seguí como un corderito, me mandó a desnudarme, mientras ya él había quedado desnudo, que hermoso se veía! A mi me dio verguenza y él mismo me bajo los calzoncillos, me acostó al filo de la cama abriendo mis piernas y mi culo, separando las nalgas fuertes y duras, me las comenzó a elogiar, a tocar, a apretar… – Que clase de culo tienes Aléxito, yo sabía que tenía que ser asi, que rico, que blanquito, mira tu hoyito que rosadito es! – Sentí como respiraba casi en mi espalda y un gran escalofrio cuando comenzó a besarme las nalgas, a morderlas suavemente y cuando me empezó a dar lengua en mi ojete, fue que gemi profundamente, creía que yo me orinaba encima del placer que recibía. Willie me dijo: – Te voy a hacer gozar como a nadie, papito pero tiene que ser un secreto entre ambos.- Yo le dije: Sí, si Willie nadie va a saber esto, me gusta, me gusta – en mi inexperiencia era lo único que me salía decir, que me gustaba.
Me pidió que se la mamara y yo como pude me la metí en la boca, al principio fue difícil, pero al rato mi lengua se metía en el agujerito de su verga, la lamía, la chupaba, me la entraba toda o casi toda y la volvía a sacar, mientras Willie gemía y suspiraba y sus dedos traviesos recorrían mi ano, penetrando con saliva mi virgen hoyito. Relajate Aléxito, no te va a doler, me decía, por que yo como por instinto de protección, apretaba el culo cuando él me metía el dedo. Te lo voy a meter, Alésito, te quiero romper ese culito tan chulo, tan rico…y yo le decía en mi locura, si rómpemelo, metémelo, metémelo y le movia el culo, culiandole bien fuerte….
Willie se fue y miró para todos lados del balcón y como vio que no había nadie, volvió y se me trepó encima, yo boca abajo, naturalmente paré bien parado mi culo, y él se volvió como loco, frotándome aquel guebo por todo mi culo, por la espalda, lo cogía con las dos manos y me lo pasaba por el cuerpo, el precum que ya salía me embarraba la piel. Era mi primera vez, con el hombre que hacía tanto me gustaba y no lo entendía. Willie me decía, mientras me hacía todo eso, que yo lo había provocado, con ese culo que me comía los pantalones ( a mi se me metían los pantalones entre las nalgas, por la raja, denotando un gran culo) y por enbobarme a mirar su palote. Que yo era bien caliente y me quería coger. Se fue al tocador y se puso de una crema que tenía en su verga, con la misma me untó en el hoyito mio, metiendo los dedos nuevamente, que ya entraban con facilidad… para gusto mio. Me dijo que enpinara bien el culo y me la comenzó a meter. Yo un poco asustado, le dije que eso tan grande, no me iba a caber – pero él siguió en su empeño y de repente se me fue como hasta la mitad- Ayyyyy, ayyyy, suave Willie, suave, que me duele. Y él bien cariñoso me suplicaba que respirara profundo, que ya iba a pasar, que pujara como para afuera, para que el ojete se abriera y él poder meterla toda. Lo sentía tan sudoroso, y sofocado encima de mi, me mordía suavemente el lóbulo de la oreja, el cuello y la nuca, logrando que la calentura en mi no tuviera límites, perdí el miedo, la verguenza.
Eso que me hacia Willie, era los más bello y rico que yo hubiera sentido en mi corta vida, me dolia pero me fascinaba! Cuando vine a ver me había clavado totalmente, se quedó una buen rato adentro mio, y entonces poco a poco… primero lentamente y luego más rápido, me empezó a enterrar su mástil caliente y duro. Yo me abria de nalgas con mis manos y le paraba más y más el culo, Ay Willie, que, rico, me gusta, Willie, que rico es, me gusta…y entonces empezó a azotarme internamente, con aquella verga tan duro que creía se me iba salir por la boca, me dolia mucho, me quejé, pedí que se parara, que me la sacara ya…pero no me escuchó, no me hacía caso…más me la clavaba y me la sacaba. Sus bolas chocaban con las mías y de repente, gritó y gimió duro; cógela, cógela Aléxito, te estoy dando toda mi leche es tuya, se estaba viniendo adentro de mi culo!
Desde ese día fuimos inseparables. Por suerte rompió con su novia y lo tuve todo mio por mucho tiempo. Creo que nunca nadie sospechó y me cogia tres y cuatro veces a la semana, con el pretexto, de que me ayudaba a estudiar, pues como yo no vivía muy lejos, iba en patineta a su casa. Quien iba a sospechar que aquel jovencito en patineta, masculino y bien desarrollado, se convertía en la hembra sumisa y obediente de aquel joven como de 24 años, una y otra vez…que solo vivía para complacerlo y darle placer.
Muchos años cogimos, hasta que él se casó. Nos alejamos y saben como es la vida, yo conocí a otro chico que me empezó a coger y me volvía loco de deseos y placer…pero ya eso se los contaré en próximos relatos.
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