El instructor me instruye.
Unos segundos transcurrieron. Me abraza y volteado mi rostro me besa apasionadamente..
Hacia poco había cumplido 20 años pero no lo aparentaba. Mi cuerpo se había estancado en uno de 16. Mi rostro no ayudaba mucho: ojos verdes, ceja poblada, labios delgados. Flacucho y apenas midiendo 164 cm, esa era mi cruz.
Me inscribí al gimnacio al cual acuden mis primos, muy distintos a mi. Altos, musculosos y con vello. Todo lo que yo anhelaba para mí y en mi.
El primer día me recibió una mujer más alta que yo, con más músculo (diablos). Me explicó el funcionamiento de algunos aparatos y el uso de las instalaciones. También me comentó que el instructor podía ayudarme por un costo extra y en un horario establecido.
Cuando hable con él se me cayó la baba literalmente. Un hombresote en toda la extención de la palabra. Se encontraba en sus 40’s. Alto, bronceado, barba de tres días bien cuidada. Unos músculos prominentes si llegar a ser exagerados. Unas piernas gruesas y la sonrisa más bella que me cautivó al momento.
Me dijo que podía atenderme pero sería de los últimos. No me importó y apartir de ese día fui suyo sin saberlo aún.
Los primeros días solo hacíamos un tipo de calentamiento con barras y mancuernas para que mi cuerpo se fuera acostumbrando. Otras dos personas nos acompañaban pero a los pocos días desistieron. Y terminamos sólo siendo Él y yo.
Él siempre estaba detrás de mi guiando me. La diferencia de estaturas y volumen corporal era más que evidente. Me sentía cómo David frente al gigante Goliath. Al ser nada más nosotros dos empezó haber más confianza para platicar.
Los meses pasaron y mi cuerpo empezó a tomar una forma que llamaba la atención. Mi pecho se había extendido junto con mi espalda. Mis piernas se tornaron más gruesa, lo noté por los pantalones. Mis brazos ya no eran los de un adolescente lo cual me dió más seguridad.
El instructor para guiarme en algunos ejercicios me tocaba con sus manos gigantes o se paraba detrás de mi para sostenerme pero lo hacía con tanta cercania que su cuerpo rozaba el mío. Esto me ponía al mil de caliente.
Una noche ya todos se habían ido. Él me había dicho que llegaría tarde y así fue. El gimnacio se fue quedando sólo. Solo se escuchaba el sonido de los aparatos que yo y él usábamos.
No te bañaras? Me preguntó al terminar mi rutina.
Ahorita hay buena presión en el agua y hay suficiente agua caliente.
Mi cuerpo se erizo al escuchar eso.
Si… Si, aquí traigo un cambio. Mentí con todas las palabras.
Él fue a cerrar las puertas y bajar las cortinas metálicas. Yo me fui a área de vestidores y me desnudé. Mi cuerpo temblaba y mi corazón se aceleró al máximo cuando lo ví entrar.
Se despojo de su ropa deportiva, licras en su mayoría. Dejando ver lo que siempre me había imaginado al verlo todo esté tiempo.
Un cuerpo grueso, cubierto de un vello recortado. Sus músculos mojados en sudor, brillantes. Y un pene colgando con orgullo a la par de sus bolas.
Te espero al fondo! Fue lo que dijo y se dió la media vuelta dejándome ver ese espectacular trasero redondo y grande.
Yo tarde unos segundos. Segundos que sentí fueron horas. Al llegar a las regaderas del fondo lo ví de frente con toda esa agua cayendo en su cuerpo. Era como ver a Hércules tomar un baño. Abrí la regadera continúa y dejé que el agua fría cayera sobre mí para ver si esto hacia que disminuyera mi caliente excitación.
Empezamos a hablar del ejercicio y como mi cuerpo había cambiado en pocos meses, que era una persona dedicada y eso había contribuido a ésto. Seguro que las nenas ya te siguen? Me preguntó. Se hizo un silencio y añadió: o los niños!?
En el acto me rodeo con su brazo y agachándose un poco acerco su rostro al mío y me planta tremendo beso. Hace tiempo estaba queriendo hacer esto. Me dijo.
Yo ni tardo ni perezoso lo tome con ambas manos y lo bese más profundo. Ya te había tardado. Le contesté.
Nuestros cuerpos se fundieron en el beso y abrazos. Su cuerpo invadía el mío en todos los sentidos. Su lengua jugueteaba con la mía en la profundidad de nuestras bocas. Sin esperar lo se hincó ante mí y de una sola bocanada devoró por completo miembro. Yo no pude evitarlo y comencé a gemir desde lo más profundo de mi ser. Me estaba regalando la mejor mamada del mundo (y la primera) lo cual me puso más caliente que carbón encendido. Mis dedos se enredaban en su cabello negro. Mientras sus labios abrazaban mi miembro hinchado.
No sabía cuánto más podría soportar. Era delicioso pero eso estaba apenas empezando. Se detiene, lo cual me saca de un mundo maravilloso jamás explorado. Cierra las regaderas y me toma de la mano me lleva hasta los vestidores se acuesta en una de las bancas y me indica que me acerque. Yo solo seguía sus indicaciones y terminé encima de él. Su lengua se abrió camino entre mis nalgas hasta llegar a mi culo. Lo cual hace que vuelva a gemir delicioso. Con sus manos habría mi culo y nalgas, su lengua como la de un gato lamía mis interiores. Mis ojos se volteaba por completo poniéndose en blanco. En otro movimiento audaz de su parte introduce un dedo dentro de mi. Lo cual hace que mis piernas pierdan fuerza (o fue el extenuante ejercicio? No sé!).
Viendo mi debilidad se levanta y me acuesta en la banca cubierta por una toalla. Abre mis nalgas y continúa devorando mi culo. Sus manos al estar libres pellizcan mis pezones lo cual me lleva hasta sitios insospechados de placer.
Estás listo? Y alcanzando se de un lubricante. Embadurra su grueso pene y pone unas gotas en mi culo enrojecido de tanto meter los dedos. Se afianza de mis piernas abiertas y apuntala aquello hacia mis adentros. Yo cerré mis ojos y solo me dedique a sentir. Poco a poco se fue abriendo pasó hasta que sentí su pubis pegado a mis nalgas. Yo hacía ejercicios de respiración para no salir corriendo de ahí. Él se detuvo un momento mientras que con su mano se aferro de mi miembro y con la otra acariciaba mi torso. De a poco su pene fue tomando un movimiento de Vaivén dentro de mi. Podía sentir cada centímetro de él invadiendo me y yo solo estaba en un éxtasis glorioso.
Sus manos me acariciaban por completo, su boca invadía la mía todo en un movimiento perfecto de su cadera sobre la mía. Me decía muchas cosas deliciosas. Pero de mi boca solo salían gemidos cuando no estaba siendo invadida por su lengua y saliva. Su sudor se hizo presente. Ese sudor que en incontables fantasias había probado y ahora era una realidad. Cómo si yo fuera un muñeco me levanta de la banca y me pone en 4 ahí pude ver su pene en toda su gloria. Un glande grande, rojo y brillante con un cuerpo grueso y lleno de venas, rematado por un escroto redondo y ceñido al resto de su cuerpo. Escupió una vez sobre su pene erecto y apuntando hacia mí y otra en mi culo abierto. Una vez más pude sentir como su miembro me invadía y era delicioso.
Sus manos se aferraron a mis caderas mientras que su cadera golpeaba mi culo de tal forma que se podía escuchar un sonoro SPLACH.
Ya.. te voy a preñar chiquito.
Si… Si… Házlo, hazlo. Le exijí.
Y de una sola estocada me lleno por completo. Pude sentir cada espasmo en mis entrañas mientras yo mismo dejaba derramar mi leche sobre la toalla.
Unos segundos transcurrieron. Me abraza y volteado mi rostro me besa apasionadamente.
Viendo mi debilidad me carga hasta las regaderas del fondo, abre el chorro de agua y volvemos a bañarnos. Muchos besos y abrazos transcurrieron hasta que nos separamos para vestirnos. Me volví a poner la misma ropa y salimos de ahí. Me llevo hasta mi casa y al despedirse me besa y dice: me gustó y me gustas tú. Quiero que nos sigamos viendo pero fuera del gimnacio. Yo solo atine a decirle que si. Apartir de ahí iniciamos una relación de cuerpo y alma.
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