El Intermedio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
-¡Gol! – Era lo único que podíamos escuchar en el lugar donde estábamos. Toda la multitud gritaba a gran voz, alabando al jugador que había concebido una jugada exquisita que había terminado con un gol de "película".
No había forma de poder escuchar otro sonido que no fueran gritos de emoción por dicho gol. La afición estaba loca ya que su selección de fútbol mayor estaba consiguiendo un gane "imposible" ante una selección a la que nadie había ganado. Y yo, como todo amante del buen fútbol, estaba igual de emocionado, saltando y cantando el típico "Olé, olé" junto a mi mejor amigo.
Mi nombre es Renato. Tengo 29 años de edad y soy Ingeniero. Tengo una vida estable y estoy comprometido con una mujer maravillosa.. o algo así. Lamentablemente ella no me ha permitido tener sexo con ella, ya que quiere esperar hasta estar casados. Y yo, ni modo, por no quedar mal con ella, le seguí el juego.. solo que no creo aguantar por mucho.
A mi lado está mi mejor amigo. Su nombre es Ernesto. Tiene mi misma edad y es Veterinario. Él tiene un físico poco común,.. a decir verdad, tiene un cuerpo delgado y un poco pequeño.. Su físico es algo.. femenino. A pesar de eso, hemos sido mejores amigos por toda la vida. Él tuvo una novia, pero murió hace siete años, y desde entonces no ha tenido otra.
Hace días me preguntó que si no quería que fuéramos a un partido de fútbol, y yo, como todo buen amante del fútbol, acepté. Él me dijo que ésta salida sería como mi "despedida de soltero", pero solo nosotros dos.
De la nada, el pito que anunciaba el intermedio me sacó de mis pensamientos.
-¿Renato? ¿Estás bien? – Neto se había puesto frente a mí y algo cerca. No sé porqué pero mi corazón dio un salto de nerviosismo.
-¿Eh? Ah, sí. Estoy bien. – Respondí.
-Bien. Oye, ¿quieres ir a comprar algo de comer? Muero de hambre. – Preguntó.
-Claro. – Respondí. – Yo también muero de hambre.
Salimos rápidamente de las bancas y fuimos a ver si podíamos comprar algo rápido de comer. Cuando ya veníamos de regreso, Neto tropezó con alguien más y toda su comida cayó sobre su camisa. Neto se lamentó y el otro le pidió disculpas y salió de ahí. Él me dijo que iría al baño a limpiarse y que si lo podía esperar. Yo accedí.
Pasaban los minutos y él no salía, así que entré a ver qué le sucedía. Pero con lo que me topé fue "la gota que derramó el vaso". Ahí estaba él, sin camisa, limpiándose él y su prenda con un poco de agua. Neto se sorprendió cuando me vio ahí parado, sin decir nada.
-¿Sucede algo, Nato? – Preguntó algo avergonzado por haberlo visto sin camisa.
– No. Es solo que el partido ya va a comenzar y tú no estás listo. – Dije, sin percatarme de otro problema.
Neto me vio incrédulo y yo seguía parado esperándolo. Aunque a mí no me molestaba. Ver ese torso delgado, delicado, frágil. Como las gotas de sudor bajaban por su cuello. Sus pequeños y delgados labios. ¡No! ¡No soy gay! ¡¡Absolutamente no soy gay!! No soy.. ¿No soy gay? Jamás lo había considerado. Y al ver a mi mejor amigo sin camisa, creo que me hizo reconsiderarlo. Pero, de pronto, Neto volvió a interrumpir en mis pensamientos.
-Pues, creo que no me fuiste completamente honesto. – Me dijo cambiando su mirada, de una inocente, a una "agresivamente sexy".
-¿Qué? – Respondí. No había captado lo que había dicho, hasta que bajé mi mirada. Había un bulto obviamente inevitable en mi pantalón. "Oh, se me paró", fue lo que pensé. De tanto ver a mi mejor amigo y pensar en él, hizo que me excitara. Agregando que no he tenido sexo, ni siquiera con mi prometida.
Volteé mi mirada hacia la de Neto, y él seguía viéndome de forma pícara. Nada usual en él. Fue ahí cuando me percaté, o confirmé. Siete años sin novia. Neto es gay.
Puse la comida que había comprado en el lava-manos y me acerqué a él. Lo tomé del brazo para que no huyera de mí. Ya no podía soportarlo más. Aunque, pensar que me desahogaría con él, me hacía dudar.. pero fue ahí cuando él me besó. Me besó tan apasionada y desesperadamente que no pensé en nada más. Él usaba sus manos para desabrocharme la camisa, mientras que yo usaba las mías para acariciar su cuerpo -su trasero, más específicamente.
-Nato – Decía él en medio del beso.
-¿Qué? ¿Qué quieres? – Preguntaba sin despegar nuestros labios.
-Cógeme. – Dijo sin dudar. – Cógeme y olvídate de tu prometida.
No tuve que responder. Desabroché su pantalón, y se lo quité junto a su ropa interior. Neto hizo lo mismo. Estábamos completamente desnudos en un baño público. Pero eso era lo de menos. Él se arrodilló y dijo: -Esto es por lo que toda mi vida he deseado, Nato. Al fin podré tener tu verga. Tan sinvergüenza el pendejo. Lo que dijo me había excitado aún más. Así que lo tomé de la cabeza e hice que me mamara el pene. Tengo que admitirlo, él sí que mamaba como todo un profesional. Neto usaba su boca y su lengua de una manera exquisita. Mamaba por un momento, luego se enfocaba en lamer cada parte de mi miembro. Jugaba con el glande como si, mientras tomaba con sus manos mis testículos. Y, en poco tiempo, estaba listo para dejarle ir toda mi leche.
-¿Estás por correrte? – Preguntó. – Bien, dame toda tu leche, papi.
Era tan sucio para hablar que me hacía más y más duro. Así que me corrí en su boca. Se la metí lo más profundo que pude, y exploté. Luego se levantó, y me enseñó todo lo que me había corrido para luego tomárselo todo.
-Increíble que te hayas corrido todo eso, papi. Pero yo no he quedado satisfecho. – Me dijo. Se dio la vuelta y se inclinó sobre el lava-manos. Dejando mostrar ese hermoso y tan redondo culo que tenía. Y ni siquiera tenía un solo vello. Al parecer se había preparado para este día. Pero, no podía creer que éste hombre tuviera un culo mejor que el de muchas mujeres. Lo tenía tan redondo y paradito y que no había pasado ni un minuto y medio y ya estaba tan duro como antes. Escupí un poco de saliva en mi mano y la usé para lubricar bien el hoyito de Neto.
-Dale, papi. He esperado muchísimo tiempo por esto. No tienes porqué ir despacio, ya había abierto este hoyo para ti.
Menos que me iba a detener. Lo tomé de la cintura y arremetí su culo con todo lo que tenía. Y como había dicho, entró fácilmente. Neto dio un gemido algo fuerte, así que lo besé para callarlo. Su culo era perfecto. Mi verga entró fácil, pero parecía como que Neto no quería que lo sacara porque se sentía como que me succionaba. Y con esa sensación empecé a mover mis caderas. Con cada movimiento se la metía más profundo con el que Neto gemía cada vez más fuerte.
-Ah, sí. Nato.. ¡Nato! ¡¡Nato!! – Gemía y gritaba mi nombre cada vez más fuerte. – Dámelo más. Cógeme más. Más profundo. ¡Más!
Este pendejo se había vuelto en toda una putita. Así que no me contuve. Lo penetraba tan profundo con cada movimiento, que parecía que Neto se ahogaba en placer. Y yo estaba por volverme a correr. Saqué mi pene y tiré a Neto boca arriba al suelo. Él me miraba con tanto placer que no me importaba mi mujer a estas alturas. Yo solo me quería coger a esta puta que tenía en frente de mí. Le abrí las piernas, o más bien, él lo hizo y con una cara de puta me invitó a que lo continuara cogiendo. No esperé más y lo penetré tan duro como podía.
-Ah~ – Se escuchaban sus gemidos. – Cógeme. ¡Hazme tu puta de una vez por todas!
Movía mis caderas al ritmo del vaivén, cogiéndome el culo de esta putita. Ah, ese culo que me hacía acercarme al clímax cada vez más.
-Neto.. – gemía. – Neto, voy a correrme.
-¡Hazlo! ¡Lléname el puto culo con tu leche! – Rogaba mientras con sus piernas me encerraba para que no me corriera fuera de él. -¡Córrete!
Y exploté. Me corrí como nunca antes dentro del maldito y delicioso culo de la puta de mi amigo. Había quedado exhausto, pero parecía que él no.
-¿Qué? ¿Ya te cansaste de cogerme? – Me besó y se puso encima de mí para cabalgarme.
Esta maldita puta hizo que todos mis problemas se olvidaran, y lo cogí por el resto de la noche. Ah, por cierto, el partido había terminado y nosotros seguíamos en lo nuestro. Me corrí dentro de él tantas veces que lo olvidé; pero jamás olvidaré esa noche.
————–
Hace seis semanas fue mi boda. Él estuvo ahí, y durante toda mi boda, solo pensaba en él y en esa noche. En mi luna de miel, lo único que imaginé fue como me cogía ese culo y como él me la mamaba. Así que decidí volverme a encontrar con él. Y, desde entonces, cada dos días, desde hace cinco semanas, tenemos sexo como nunca antes. Pero eso es otra historia. Neto, él es mi mejor amigo, y la mejor puta de todas.
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