El Johan 2
De una fantasía morbosa, a una realidad inesperada.
Parte 2
El tiempo pasó. Finalmente, en una noche fría, yo me preparaba un gazpacho de tomate para la cena, y tenia un poco de música sonando en mi portátil. Alguien tocó la puerta, cosa que me sorprendió, porque eran más de las ocho de la noche, y no soy una persona de muchos amigos.
Mi sorpresa fue, que era Johan. No sabía si esto era una sorpresa grata, o malvada, de parte del destino, pues el universo, algunas veces, pareciera que se confabula.
Lo dejé entrar, y en seguida quiso jugar con mi portátil. La apagué, para asegurar que no me fuera dañar algún trabajo mío, dejé jugar a Johan con las teclas.
Terminé de cocinar, Cené, y le di solamente galletas a mi visita, porque no sabía si a él le gustaba el gazpacho. No vi mal que él se quedara en mi casa, correteando de aquí a allá por un rato.
Decidí quedarme acostado en mi cama y dormitar un rato. Habré durado un breve momento en un leve letargo, cuando siento aquel cuerpo pequeño abalanzarse con impulso sobre mi colcha, haciendo que yo casi saltara fuera de esta.
«¿Qué tienes, pequeño? Estás eléctrico» le dije con asombro fingido.
«Quería dormir contigo» me dijo tranquilamente y sin rodeo.
«Johan, soy un desconocido. ¿No te da miedo dormir con desconocidos?» le pregunté asombrado.
«No me daría miedo dormir contigo» y me abrazó dulcemente cerrando sus ojos ovalados, vidriosos y color miel, mientras sonreía muy lindo.
No sé cuánto tiempo pasó estando nosotros así, abrazados, y de pronto, aquel recuerdo vino a mi mente, el origen de mi mala intención, que nuevamente salía a flote.
Aquella erección maligna me estaba pidiendo saciar una lujuria a la cual yo mismo me negaba a ceder, yo trataba de buscar obnubilar mi mente en algún otro menester que debiera hacer pero mi mente se blanqueó. Fue entonces, cuando se me ocurrió una brillante idea.
«Johan, ¿te gusta jugar?» pregunté elaborando un plan para intentar escapar de mi mismo.
Me respondió muy emocionado que sí, y me preguntó por cuál juego haríamos.
Aprovechando mis dos metros de altura, elevé a Johan en mis brazos, haciéndole reír muy jocosamente cada vez que su cuerpito llegaba casi al techo, y caía directo en mis brazos. Hice esto unas tres veces, y parecía funcionar, pero como buen adulto, oxidado para los juegos de niño, no tardé en fatigarme.
«¡Ya está! ¡No puedo más » dije tratando de tomar un poco de aire.
«Quiero seguir jugando» me dijo melancólico y apagado. Entonces ingenié otro plan.
«A ver Johan, cierra los ojos» y los cerró arrugando la carita.
«Muy bien» dije complacido mientras hacia sonar mis llaves.
«En algún lugar de la casa, esconderé la llave, búscala, y si la hallas te volveré a subir en mis brazos» dije retando, y al niño le encantó la idea. «Parece que me escapé de mí mismo, con esto se mantendrá ocupado y no me molestará en un rato» pensé dentro de mi.
Escondí la llave lo mejor que pude, porque no quería que él la hallara y que me hiciera cargarlo nuevamente.
Lamentablemente la pieza que había alquilado, era una ratonera en comparación con mi vieja casa, así que no había mucho lugar donde esconder. Sin embargo, le habrá tomado unos quince minutos en hallarla.
Me había acostado nuevamente, y me hallaba entre dormido, y despierto, estaba relajado en mi somnolencia porque no tenía a Johan encina, y a causa del sonido de la fuerte lluvia cayendo.
Johan entró donde yo estaba acostado. Emocionado me notificó que encontró la llave.
Me sentí mal, no podía conmigo mismo. Entonces le dije.
«Está lloviendo, y quiero acostarme. Ven acuestate a mi lado» dije, y él obedeció. «¿Estás cómodo? » pregunté, y su respuesta fue afirmativa.
Aproveché, y posé mi mano sobre su pequeña pierna como si estuviera masajeando, fui subiendo y llegué a su entre pierna y me quedé tranquilo. Pero, sentí su pequeño pipí pararse.
«Me estás tocando la picha» dijo un tanto asombrado, y yo retiré mi mano casi inmediatamente.
Agarré mi pija muy descaradamente, y la apreté encima del short, porque ya me sentía incómodo con mi desatendida erección.
«¿Te pica?» preguntó curioso.
Le dije que sí, y él, entonces, comenzó a hacer lo mismo, de agarrarsela, alegando que le picaba.
«Hay una forma de jugar con la «picha»» dije, adoptando su propia palabra, y añadí: «Si quieres, sólo si tú quieres, te enseño como jugar con la «picha»»
«¿Y eso, no es malo?» preguntó curioso y a la vez asombrado.
«No, no es malo, si tú das permiso. Tu cuerpo es tuyo, y solamente tú decides quién puede tocarlo, y quién no» dije tratando de convencerlo.
Le pregunté de nuevo si quería ser enseñado a jugar con «la picha» y me dijo que sí.
Inmediatamente él bajó por el frente su pantaloneta, y su ropa interior, dando a ver una pija minúscula, parada hacia arriba, dando a ver una cabecita muy rosada descubierta hasta la mitad porque el prepucio no le bajaba del todo. Tenia unas lindas pequeñas bolitas, limpias y sin vello alguno.
Tomé su pijita y la empecé a pajear con mis dedos pulgares e índice, subía y baja ese pellejito que solamente descubría la mitad de su cabecita y una vena bien pronunciada.
«¿Te gusta lo que te hago?» pregunté. Él miraba fijamente mi mano como lo estaba pajeando. Me miró a la cara y me dijo: «Sí, se siente muy bien que me toques la picha» dijo.
Continué masturbándolo un rato. Me levanté,apreté sobre la ropa mi pija, y le dije «Sí, ahora te toca a ti. ¿Me quieres ver la pija?» «Sí» me dijo en un gritito emocionado.
Me quité el short quedándome solamente en bóxer, me paré frente a él, tomé una de sus manitas, y la llevé a mi bulto, que pedía con desespero ser acariciado. Johan me lo apretaba de arriba a abajo como si estuviera midiéndolo. Mi pija no es muy grande pero si gruesa, y en ese momento ya estaba babeada.
«Sácalo, y haz lo mismo que te hice».
Metió su manito agarrándomelo firmemente dentro del bóxer, y con un jaloncito logró desnudarlo quedando aquél pedazo de carne a su dulce vista. «tu picha es grande y muy gruesa» no le respondí a eso porque estaba ebrio del placer. Johan me masturbaba tiernamente con sus dos manitos, dándome apretoncitos de cuando en cuando en la cabeza.
Abrí mis piernas, y el gateó sobre la colcha, se sentó entre mis piernas teniendo mi pija al frente. Con sus dos manitos agarró mi pija y empezó a pajearla con una mano, como si ya supiera lo que hacia. No era que lo hacia perfecto, pero para su edad, o aprendía muy rápido, o ya había probado picha.
«Pero tu ya has jugado con otras pichas, ¿verdad?» le pregunté.
«Sí,un primo grande, hace tiempo» me dijo sin dejar de masturbarme. Mi pija estaba bombeando de lo rico que se sentía esa pequeña mano dándome tanto placer. Eso que me dijo de su primo me prendió todavía más, e hizo que me viniera en un orgasmo fuerte derramando cuatro chorros calientes de leche que vinieron a parar en mi abdomen. Una vez dejé de botar semen yo todavía seguía duro. Johan metió en su boca la cabecita de mi pija escurriendo leche todavía y le dio un lengüetazo que se sintió eléctrico.
Me limpié, y él me dio un besito en mi frente. Me dijo que me quería mucho, y yo lo abracé. Lo dejé dormir conmigo, por causa de la lluvia. Nos acostamos desnudos. Vi su pijita parada, y sin decir nada empecé a tocársela nuevamente, y él sólo lanzaba risitas entre cortadas. Duré un rato así, hasta que se le bajó. Supongo que tuvo un orgasmo. En la mañana le daría a desayunar leche pero eso es ya otra historia.
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