El Ladrón 1
Al paso de los días, yo encontraba la oportunidad para irme a revisar las cámara y ver si volvía a ver a aquel hombre circular por nuestra calle. Para mi sorpresa fueron varias veces las que lo vi aparecer y poco a poco, se fue convirtiendo en el dueño de mis fantasías. Me excitaba de pensar en el..
Hola, soy un chico de 22 años. Vivo en Guadalajara. Soy de estatura media, delgado y de tez blanca.
El siguiente relato completamente ficticio pues hasta la fecha no he tenido ninguna experiencia sexual de ningún tipo. Sin embargo, me he inspirado en mis fantasías y deseos para escribir este relato. Espero que les guste.
Era un día de Agosto, escuché a mis padres llamarme desde el piso de abajo y rápidamente me dirigí hacia dónde se encontraban. Les pregunté qué sucedía y ellos me dijeron que aparentemente alguien había estado robando fuera de nuestra casa. Les dije que no se preocuparan pues teníamos cámaras y podíamos revisar de quién se trataba.
Mientras revisamos las grabaciones, encontramos la imagen del responsable: era un hombre de aproximadamente 30 años, llevaba puesta una camisa sin mangas que dejaba entrever unos brazos tonificados y en su rostro se proyectaba una aura de macho que se me hizo bastante atractiva. Mientras mis padres comentaban molestos de la situación, yo no podía sacar de mi menta la imagen del supuesto ladrón.
Escuchaba a mi madre decirnos que debíamos tener cuidado, pero yo simplemente asentí con la cabeza, mientras en mi cabeza no dejaba de proyectarse la imagen de aquel hombre que mis padres temían y al que yo había encontrado terriblemente atractivo. Poco sabría que esa imagen marcaría un cambio significativo en mi vida.
Al paso de los días, yo encontraba la oportunidad para irme a revisar las cámara y ver si volvía a ver a aquel hombre circular por nuestra calle. Para mi sorpresa fueron varias veces las que lo vi aparecer y poco a poco, se fue convirtiendo en el dueño de mis fantasías. Me excitaba de pensar en el, e imaginaba miles de situaciones eróticas donde él era el protagonista. Fueron cuatro meses así, hasta que se presentó una oportunidad.
Era una mañana de noviembre, el silencio reinaba en mi hogar, y el aire de libertad era palpable. Mis padres habían salido de viaje y no regresarían a casa durante unos días. Para mí, aquellas ocasiones eran especiales, pues eran mi oportunidad de disfrutar de mi cuerpo y dejar salir todos mis deseos. Lo primero que hacía en esas ocasiones era desvestirme, darme un baño y eliminar todo el vello que pudiera tener en mi cuerpo. Me imaginaba que me preparaba para ser cogido y me masturbaba mientras fantaseaba cómo entregaba mi cuerpo liso, virgen y delicado para satisfacer los deseos de otros hombres. Eran pocas las veces jugaba con mi ano, pues aunque fantaseaba con que ser penetrado, sólo me atrevía a jugar un poco con mis dedos. Aquel día de noviembre no fue la excepción, sin embargo, mientras salía de la ducha, ya con mi cuerpo liso y libre de vellos, el hombre de las cámaras vino a mi mente.
Tenía unas ganas enormes de liberar mi excitación mientras me tocaba y fantaseando con aquel hombre, pero me contuve y en un acto de valentía y dominado por la locura del deseo, decidí que en aquella ocasión las cosas serían diferentes. Ansiaba más que nada en el mundo entregarme a ese hombre que me perseguía en mis sueños, por lo que comencé a idear un plan.
El plan era en que confiando en que aquella sería una de las noches en las que él decidía rondar por las calles, yo dejaría la puerta abierta, él entraría y lo primero que vería sería a mi acostado sobre el sillón de la sala, completamente desnudo con mi culo a su disposición, como una oferta lujuriosa y difícil de resistir. Claramente era un plan estúpido y peligroso, era imposible saber cómo reaccionaría aquel hombre, pero estaba tan cegado por el deseo que en ese momento mis fantasías y mi plan me parecían perfectos.
Llegó entonces la noche, bajé, dejé entre abierta la puerta, me acosté sobre el sillón de espaldas a la puerta, completamente desnudo y esperé. Pasó el tiempo y yo esperaba, veía una serie de televisión en el celular y cada vez me ponía más nervioso y me arrepentía más. Decidí seguir esperando, pero el cansancio de la espera me ganó y sin desearlo caí en un sueño profundo.
Me despertó un viento helado que azotaba contra mi cuerpo desnudo. Abrí los ojos y un tanto desorientado traté de comprender que estaba sucediendo. Fue entonces, cuando el plan de la noche anterior vino a mi mente.
Me levanté del sillón y rápidamente miré a mi alrededor, todo se veía bien, parecía que no faltaba nada. La puerta de la calle estaba cerrada, muy probablemente se había cerrado con el viento mientras dormía. Por un momento me sentí decepcionado de que nada hubiese sucedido, pero a su vez me alegraba porque me empezaba a dar cuenta de la estupidez que había sido ese plan. Decidí dejar pasar aquella locura, me vestí y continué mi día como si nada hubiese sucedido.
Pasó el día sin ningún incidente y a la mañana siguiente me levanté, desayuné y salí al buzón para revisar la correspondencia. Entre las cosas que habían llegado estaban unos recibos del banco, la cuenta de la luz, publicidad y un sobre que no tenía información. Por lo general ninguna de la correspondencia me llegaba a mí, pero la curiosidad por saber que tenía ese sobre me ganó y decidí abrirlo.
Saqué el contenido del sobre sobré y me quedé helado al ver lo que contenía. Eran una serie de fotos. La primera era la fachada de mi casa por la noche, dónde se podía apreciar la puerta que había dejado abierta. Las siguientes, mostraba fotos de mi cuerpo desnudo sobre el sillón desde distintos ángulos y finalmente había una última, era una foto donde se veía el rostro del ladrón sonriendo a un lado de mi cuerpo desnudo. No sabía como reaccionar, estaba asustado, quería creer que todo era una fantasía pero las pruebas estaba ahí. El ladrón había entrado y ahora tenía fotos de mi cuerpo desnudo.
Una vez más inspeccioné las fotos, y al reverso de la última encontré una nota que leía.
“Si no quieres que estas fotos sean entregadas a toda la colonia, deja esta noche la puerta abierta.”
Me puse nervioso, no sabía si llamar a la policía o qué más podía hacer, pero temiendo empeorar las cosas y asustado de que esas fotos vieran la luz, decidí aceptar la propuesta. Esa noche dejaría la puerta abierta, hablaría con el hombre, le aclararía la situación , le diría que no es lo que parece ser y buscaría una forma de arreglarlo todo.
Estuve todo el día preocupado, no dejaba de darle vueltas en mi mente a lo sucedido, veía las fotos una y otra vez y temía lo que sucedería si las cosas salían mal. Finalmente llegó la noche, en esa ocasión me dejé la ropa pues quería salir de esta situación lo antes posible, no empeorarla, me senté en el sillón y esperé con la mirada sobre la puerta.
Era la una de la madrugada cuando vi la puerta abrirse. Por ella pasaba aquel hombre que por tanto tiempo me había perseguido en mis fantasías, era alto, de cabello corto y oscuro, se notaba un cuerpo bien trabajado, y caminaba con una seguridad como de quien se sabe a cargo de cualquier situación. Vestía una camisa sin mangas y un pantalón deportivo que alcanzaba a marcar lo que había debajo. Estaba temblando de nervios y preocupación, pero mi cuerpo no podía evitar también evitarse de ver a aquel hombre caminar hacia mi.
Cerró la puerta después de entrar, se sentó en el sillón frente a mi y dijo a la vez que se reía:
“Veo que en esta ocasión estás más vestido…”
Su voz era grave, e intimidante. Estaba tan nervioso que escupí lo primero que se me vino a la mente.
“Todo fue un malentendido. Dejé la puerta abierta por error, eso no debió pasar. Te pido que me des esas fotos y las elimines o le voy a decir a la policía que eres un ladrón. Tengo pruebas.”
Se rió nuevamente y me dijo.
“Que va, si yo ya sé que a ti te importan más esas fotos que a mi que me acuses con la policía. Además no trates de ocultarte, yo conozco muy bien a las putas como tú.”
Me sorprendió lo directo de sus palabras. Después de esas palabras vi cómo empezaba a sobarse la entrepierna. No sabía qué decir estaba asustado, no quería que me viera mirar mientras se tocaba, así que le supliqué.
“Por favor, te lo pido, no divulgues esas fotos, te puedo dar del dinero que tengo ahorrado, puedes llevarte cosas de mi habitación pero por favor déjame en paz, todo fue un error.”
El se paró y se acercó a mí. Con su cercanía podía percibir su olor, era una combinación entre sudor y tabaco. Eso me excitó más.
“Shhhh tranquilo. Tu dinero o tus cosas ya no me interesan, eso debiste haber pensado antes de ofrecerte como toda una puta. Ahora tengo otros planes para ti.”
Se acercó más a mi y empecé a temblar de manera incontrolable.
“No, no, todo es un mal entendido. Si me haces algo voy a gritar y vendrán tod…”
No me dejó terminar de hablar, pues eliminó el espacio entre nosotros, me tomó las manos, las amarró y a su vez me metió una tela en la boca cómo mordaza para que no se escucharan mis gritos. Empecé a gemir y retocarme mientras él me levantaba del sillón y me pegaba con la cabeza hacia la pared mientras me susurraba.
“Shhhh. Te daré una probada que te hará ver lo puta que eres. En unos minutos te soltaré y estarás rogando que te coja, si no sucede, entonces eres libre de irte, pero no podrás decir nada de esto. ¿De acuerdo?”
No estaba en posición de negarme y la verdad es que aunque estaba muerto del miedo, mi cuerpo y el deseo me traicionaba, así que solo asentí.
“Bien, así me gusta”
Seguido de esas palabras, sentí su respiración muy cerca de mí, era una respiración acelerada, excitada y de depredador. Mi cuerpo temblaba y se debilitaba ante la sensación de tener aquel hombre tan cerca de mi. Me empezó a morder el cuello suavemente y después pude sentí como metía su mano por debajo de mi camisa y comenzaba a jugar con mis pezones, los rozaba y los apretaba primero lentamente y luego de manera más brusca. Por más que quería abstenerme, no pude y a través de la tela que obstruía mi boca, se comenzaron a escuchar mis gemidos. Mi cuerpo estaba en el borde de abandonar cualquier tensión, de ceder ante el deseo y el placer. Lo escuché reir pero no dijo nada. Tenía que resistir, no podía dejarme llevar por la situación.
Mi resistencia no duró nada, pues a los pocos minutos sentí sus manos acariciar mi culo y sus dedos comenzar a jugar con mi ano.Sus dedos comenzaron a invadirme, iba lento, estaba jugando, y después, comencé a sentir la presión de sus dedos queriendo entrar. Mis gemidos eran incontrolables, no quería que parara, me tenía bajo su control, mi excitación era evidente. Mientras sus dedos luchaban por invadirme, mi cuerpo le ofreció resistencia, y de pronto sentí como abruptamente se detenía y me decía.
“Dime algo, ¿acaso eres una puta virgen?”
No pensaba en ese momento, pero logré asentir con la cabeza. Él dijo:
“Vaya, pero qué agradable sorpresa. Eso cambia las cosas aún más. Te voy a quitar la mordaza de tu boca pero te advierto que si gritas, las fotos se harán públicas y no habrá manera que la colonia no se entere de lo que eres ¿Entendido?”
Dije que sí con la cabeza y él me removió la tela de la boca. Me mantuvo con las manos amarradas y pegado hacia la pared, y en esa posición me dijo.
“Creo después de esto ya no te puedes engañar. Eres una puta y te mueres de ganas por ser cogida. Ve nada más como estabas gimiendo hace rato. Pensé que sería algo rápido contigo, pero después de los hechos he cambiado de opinión. Hoy mismo te puedo desvirgar, calmar tu celo, pero si lo hago, tendrás que entregarte a mí, sin objeciones. No lo preguntaré dos veces así que piénsalo bien.”
Tenía mucho miedo, pero también recordaba cómo había soñado tantas veces con aquel hombre cogiéndome y no podía negar la verdad de que mi cuerpo me pedía a gritos que me entregara a él. Respiré hondo, dejé de darle vueltas a la idea y lo más firme que pude le dije:
“Sí quiero”
“Ya sabía que dirías que sí, las zorras como tú no pueden resistirse a ofertas como estas”
Después de decir aquello me desamarró las manos, se alejó de mi y me dijo.
“Llévame al cuarto de tus padres”.
Yo no sabía cómo es que él sabía que vivía con mis padres, pero con los nervios que sentía , decidí mejor no preguntar. Me dirigí al piso de arriba, él me siguió y cuándo entramos al cuarto de mis padres empezó a abrir las puertas del armario y a buscar entre las cosas. Yo le pregunté.
“¿Qué estás buscando?”
“Shh, no quiero que hables”, me contestó.
Siguió buscando hasta que vi que sacaba uno de los perfumes de mi mamá y me lo daba.
“Quiero que te pongas este perfume, te desnudes y me esperes en la cama. Tengo que ir a buscar algo”.
Yo temeroso, pero excitado le dije que sí y mientras él salía del cuarto, me desvestí y me rocié el perfume y me acosté en la cama boca abajo, dejando mi culo al descubierto y a la vista de la entrada de la habitación. No podía negar mi excitación y la anticipación por lo que sucedería. Lo escuché llegar, y estaba a punto de voltearlo a ver cuándo dijo.
“Quédate en esa posición”.
Escuché como se retiraba la ropa, la dejaba sobre suelo y se subía a la cama. Yo estaba acostado, no veía nada de lo que hacía pero de pronto el estaba encima de mí, su espalda desnuda pegada a la mía y su verga pegada a mi culo. Sin pensarlo empujé mi culo más a su verga y solté un gemido. No sabía como era, no la había visto, pero en ese momento era los que menos me importaba.
“¿Ya sentiste todo lo que te vas comer hoy perrita?” – me dijo.
Intenté decir algo pero lo único que me salió fue un gemido. El se rió.
“Maldita puta, estás tan prendida que ni hablar sabes. No te preocupes, así te quiero hoy”
Después de decir eso comenzó a besar mi espalda, mi cuello, me daba pequeñas mordidas y mientras metía sus dedos debajo de mi cuerpo y jugaba con mis pezones que estaban duros y parados. Yo simplemente gemía, había perdido la capacidad de pensar en cualquier otra cosa, solo quería ser cogido. Estuvo así un rato jugando conmigo y después me dijo.
“Quiero que te voltees”
Hice lo que me dijo, me volteé y ahí estaba él. Con su cuerpo desnudo, marcado, con vellos en el pecho y el abdomen bajo, una piernas gruesas y una verga enorme, larga, un poco gruesa, y circundada, y debajo unos huevos enormes, velludos y cargados de leche. El vió mi como mi mirada se posaba en esa verga enorme y vi como él a su vez volteaba a ver la mía parada.
“¿Impresionada de ver una pija eh? Pues viendo la miniatura que te cargas, no me sorprende, tienes pija de perra. Así que dime, ¿quieres probar una verga de verdad?”
No se esperó a mi respuesta, pues en un segundo ya la tenía en frente de mi rostro. Olía a sudor y un poco de orines, un olor delicioso. Se me hacía agua la boca. Nunca había comido una verga, pero para mí era perfecta.
No me hice esperar y comencé a chuparla, lo hacía con incertidumbre en un principio, pero conforme tomaba seguridad me encontré intentando meter más y más de ella en mi boca. Jugaba con mi lengua e intentaba mantenerla alejada de mis dientes, la disfrutaba y chupaba imaginando que era una paleta. El estaba hincado sobre mí y lo escuchaba gruñir. Eso me excitaba más y me motivaba a poner más empeño en introducirla más a mi boca hasta que comencé a tener arcadas. Lágrimas salían de mis ojos y estaba a punto de sacarla, cuando me tomó fuertemente de la cabeza y me empujó toda su verga lo más que pudo.
“Así es como se hace puta”, me dijo entre gruñidos.
Yo sentía que me iba a atravesar la garganta. Más y más lágrimas salían de mis ojos, me ardía la garganta y aunque mi excitación no disminuía, ya no podía continuar. Sus huevos se mecían con la fuerza de sus embestidas y allí estaba yo, débil y a su merced, me sentí como un objeto. Pensé que nunca terminaría y que me ahogaría, así que traté de relajarme y concentrarme en los gruñidos de placer que salían de su boca. Finalmente se detuvo y sacó su verga brillando con la saliva de mi boca.
“Ya irás entrenando esa boca perrita. Ahora quiero que abras las piernas y te acuestes boca arriba.”
Hice lo que me dijo, me coloqué como en la posición indicada y una vez más lo vi en frente de mí todo imponente, con su verga al tope. Él se acercó a mi cuerpo, me vio temblar y me dijo.
“Tranquila perrita, ya verás después como disfrutas.”
Seguido de esas palabras se acercó a mi y mientras me agarraba de las cintura, comenzó a lamer y morder mis pezones. No lo hacía con suavidad, era rudo, un poco salvaje, pero era un dolor que disfrutaba y me hacía retorcerme. Comenzó a bajar por mi cuerpo y después estaba a la altura de mis huevos y mi ano.
“Levanta y abre más las piernas” me dijo.
Seguí sus indicaciones y acto seguido sentí algo húmedo invadiéndome. La sensación era increíble, no era como nada que hubiese sentido jamás. Empecé a gemir mientras sentía como su lengua me invadía, humedecía ese espacio de mi cuerpo y me dejaba débil de deseo, tenía la vista nublada y el incrementaba la fuerza con la que chupaba mi ano. Mi verga estaba durísima y con una de mis manos comencé a tocarla…De pronto, se detuvo, sentí que se alejaba de mi culo me agarra los brazos y me decía a la cara.
“No quiero que jamás te vuelvas a tocar la pija. Si te quieres correr tendrás que hacerlo de otras maneras, pero tocarte de nuevo, jamás. Eso ya no te corresponde. ¿Entendiste?”
Yo no entendía qué pasaba, pero no quería que se detuviera, así que le dije que sí. Pero pareció no ser suficiente pues él me dijo.
“Como aún no puedo confiar en ti, quiero que te pongas en cuatro, con tu culo hacia mi”
Hice lo que me dijo y quedé mirando hacia la cabecera de la cama. Después escuché como tomaba algo del lado de la cama y me decía.
“Mientras te cojo vas a mantener la mirada fija en esto que te voy a dar. No quiero objeciones, ¿de acuerdo?”
No sabía qué esperar, pero tenía claro que decirle que no, no era una opción.
“Entendido”, le contesté.
Él me pasó un objeto y con una mano lo tomé. Cuando vi o que era me quedé petrificado. Era un marco con una foto de mis papás en su día de bodas, sonriendo hacia la cámara.
“Quiero que tus papás sean testigos de como te convierto en mujer, y que quede marcado en tu memoria para que siempre recuerdes lo que eres, así que más te vale que no quites la mirada de ahí.”
No pude decir nada, no supe reaccionar. Mi cuerpo decidió engañarme una vez más pues en ese mismo instante, el ladrón comenzó a introducir un dedo en mi ano y otra vez caí en un vórtice de placer. Comenzó de manera suave, sentía la invasión de aquel dedo que entraba y que salía. Se sentía bien, estaba disfrutando aunque todavía con un poco de renuencia a miraba la foto de mis padres.
Después de una rato, comenzó a aumentar el número de dedos que introducía, me hacía lamerlos y luego los introducía, primero dos, y luego tres. En el tercero empecé a sentir incomodidad, ya no estaba tan seguro de lo que sucedería después. Estaba listo para interrumpirlo y decirle que parara, que me dolía, que ya no quería, pero la humedad de su lengua introduciéndose una vez más en aquel espacio de mi cuerpo, hizo que me callara. Empecé a gemir, a emitir sonidos extraños y para mi asombro, en todo momento miraba la foto de mis padres.
“Estás muy cerrada zorrita, pero ya te humedecí y te preparé un poco. Ya no quiero esperar y se qué tú tampoco, así que prepárate para recibirme. Después de esto serás mía. ¿Lista?”
La verdad es que tenía miedo, pero no sabía cuando se me presentaría otra oportunidad así, por lo que le dije que sí.
“Ya sabes dónde quiero tu mirada en todo momento”.
Asentí con la cabeza, sentí su brazos tomarme de las caderas y su verga dura pegarse a la entrada de mi culo. Empezó a empujar y sentí la cabeza de su verga entrar en mi culo. Era enorme y me dolía, pero me aguanté un poco. Después introdujo un poco más de su verga y ya no pude, sentía que me iba a romper, mis ojos empezaron a lagrimear y la fotografía de mis padres se tornaba borrosa.
“No puedo, me duele mucho.” le dije a modo de suplica.
“Shhh, no hables, las putas aguantan”. Me dijo y acto seguido me cubrió la boca con su mano. Sentí que empujaba un poco más su verga en mi culo y de pronto de una embestida me la metió toda. Quise gritar del dolor, me ardía mi interior, era un ardor y dolor difíciles de describir. Salían lágrimas de mis ojos y mientras sufría, veía el rostro de mis padres sonreírme a través de las fotos. El ladrón comenzó a moverse dentro de mi, a dejar que mi cuerpo acomodara aquel pedazo de carne. Lo escuchaba suspirar, y gruñir.
“Uff, tenía mucho sin cogerme una putita virgen como tú” me decía entre jadeos.
El dolor se combinó con entumecimiento y después con un poco de placer. Su verga había tocado un punto clave. La sacaba hasta la mitad y después la volvía a meter, lentamente, dejando que mi cuerpo se relajara. Mi cuerpo se acostumbró al dolor y a la invasión que pasaron a segundo plano, y a través de su mano en mí boca empezaron a salir mis gemidos. El ladrón quitó su mano de mi boca, regresó a tomarme de las caderas con ambas manos y comenzó a cogerme como a una perra.
La fuerza de sus embestidas me sacudían todo y empecé a gemir de placer. Por fin estaba disfrutando el tener aquella verga dentro de mí. Me sentía completo y feliz, escuchaba los gruñidos del ladrón y eso hacía que gimiera más, me sacudía, mi mirada siempre hacia aquel objeto enfrente de mí.
“Ufff, sí así, mira nada más que puta saliste. Estoy seguro que tus papás han de estar muy orgullosos de ti. ¿Por qué no se los demuestras?”
Él despegó una mano de mi cadera y comenzó a introducir sus dedos en mi boca mientras me cogía. Yo los chupaba como si fuera una verga mientras el me seguía cogiendo y se reía.
“Así nena, chupa y gime. Que te vean tus padres complacer a un macho. Jajaja, que zorra resultaste ser con una verga en tu culo eh. Ahora quiero que les des gracias a tus padres por educar a una zorra como tú. Vamos díselo.”
Me sacó los dedos de la boca me tomó de la cabeza, la mantuvo firme en frente de la foto y esperó. No decía nada, así que con una mano me empezó a dar nalgadas. Me dio miedo y entonces dije.
“Mamá, papá gracias por hacerme toda una zorra. Miren cómo lo disfruto y complazco a un macho”.
Eso pareció excitarlo más pues aceleró la velocidad de sus embestidas y su respiración se volvió más rápida. Yo por mi parte estaba excitado y gemía de placer como una perra en celo. Disminuyó la velocidad de las embestidas, y con una de sus manos comenzó a jalarme los pezones. Hacía movimientos como si me estuviera ordeñado que me hacían gemir y apretar más mi culo.
“Ahora quiero que le digas a tú mamá qué tú eres más puta que ella. Que eres mejor perra y que vas a entrenarte mejor para complacer hombres. Quiero que uses tu imaginación”.
El se acostó sobre mi espalda de manera que toda su verga quedó ensartada en mi hasta los huevos y me susurraba.
“Vamos perrita, no me hagas esperar”.
Me siguió manoseando los pezones y me mantenía con la verga ensartada. Estaba tan excitado, que asentí y dije.
“Mira mamá que puta me veo. Soy mejor zorra que tú, hasta tu perfume me queda mejor. Ya verás cómo me convierto en la mejor puta del mundo. Yo sí voy a complacer hombres de verdad. “
Me resultaba sorprendente escuchar esas palabras salir de mi boca, pero una vez más yo era esclavo del placer y ese hombre me tenía a su merced.
“Uffff me encanta las zorras como tú, bien calientes y dispuestas a complacer. Ya va siendo hora de que te deje adentro la semilla de un macho.”.
Se levantó, con una mano me agarró de los hombros, con la otra la cadera y comenzó un mete y saca rápido.
“Me voy a correr pronto, putita, y tú te vas a venir también. Quiero que tomes esa foto y te corras sobre ella. Recuerda no tocarte, yo te ayudaré”
En ese punto ya no podía negarle nada, así que con una mano tomé la foto, la puse en dirección de mi verga y sentí sus embestidas cada vez más fuertes y rápidas. El extendió su mano una vez más hacia mis pezones, empezó a apretarlos, jalarlos y sentí como su verga aumentaba de tamaño dentro de mi.
El ladrón gruñó fuertemente y sentí algo caliente dentro de mí mientras que al mismo tiempo de la excitación de sentirlo y de la sensibilidad que tenía en ese momento me corrí y toda mi leche cayó sobre la foto de mis padres sonriendo. Él ladrón siguió dentro de mi por un rato y cuando sacó su verga sentí un chorro de su leche escurrir por mi culo y mis piernas.
Yo era el retrato de algo que jamás imaginé. En posición de cuatro, con un macho sobre mí, escurriendo su semen de mi culo y con una foto de mis padres cubierta de mi propia leche. El hombre se acostó a un lado y me dijo que le limpiara la verga. Estaba cubierta de semen, sangre y un poco de heces pero yo comencé a chuparla obedientemente.
“Mira que domada has quedado. Te hacía falta una buena cogida. Y ahora que eres toda una mujercita de la cual sus padres están orgullosos, estoy seguro que nos las pasaremos muy bien juntos.”
No dije nada y seguí limpiando hasta que él se quedó dormido y yo también decidí acompañarle.
Continuará…
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¡Ay que putita me saliste! El relato será una fantasía, pero en tu fuero interno estás deseando que un macho te coja y haga su hembrita.