El Ladrón ll
Después de estas palabras sentí como su verga crecía dentro de mi culo y finalmente estallaba en mi interior. Sentí su semen caliente dentro de mí y el peso de su cuerpo recaer sobre el mío como consecuencia de soltar la tensión que hasta el momento había mantenido. .
Hola soy un chico de Guadalajara, tengo 22 y esta es la continuación de la parte uno del relato titulado «El Ladrón». Si bien no tenía claro en un principio por dónde quería llevar la historia, mi fantasía y deseos la han encaminado a lo que leerán a continuación. Espero sea de su agrado.
………………….
Me despertó el sonido del tráfico de la mañana. Por un instante no fui consciente de dónde me encontraba, o qué había sucedido. Fue hasta que sentí el dolor de mi culo que recordé la noche anterior. Miré a la cama y efectivamente, ahí estaba el ladrón profundamente dormido, con su cuerpo glorioso al desnudo, y a un costado, la foto de mis padres.
Tomé la foto, la limpié y mientras lo hacía, me vino a la mente lo sucedido y en un instante estaba con la verga parada. Estuve tentado a tocarme, pero me acordé lo que me había dicho el ladrón y decidí no jugar con mi suerte. Tomé una ducha con agua fría, me sequé y así desnudo bajé a la cocina para preparar algo de desayunar. La verdad es que no tenía mucha hambre, pero ya estaba ahí, así que decidí preparar algo para el ladrón.
No quería intimar más con él, deseaba terminar las cosas los más pronto posible, nada bueno podría salir de esto, pero al menos deseaba conocer su nombre. Subí las escaleras con el desayuno y vi que ya estaba despierto, estaba recargado sobre la cabecera de la cama y tan solo de verlo me puse nervioso. Era increíble lo intimidado que me hacía sentir.
“Te traje algo de desayunar” le dije de manera dubitativa.
Él me miró. En la luz de la mañana podía apreciar más su rostro. No era muy guapo, pero sí varonil y tenía el semblante de una persona que va por la vida dominando.
“Excelente, muero de hambre y no me gusta esperar.” Me contestó. Su respuesta me pareció un poco grosera pero no dije nada al respecto, solo le entregué lo que le había preparado y sin darme tiempo a pensarlo, le pregunté.
“A todo esto, no sé cómo te llamas…”
“Me llamo Alan” me contestó. Yo pensé en responderle presentándome.
“Yo me llamo…”, me interrumpió a media frase y me dijo.
“Ya sé como te llamas, Diana.”
Yo no supe como reaccionar, no sé a qué se refería. Le iba a corregir, pero antes de que pudiera decir nada, él habló.
“Mira, mientras estés conmigo tú eres Diana, tú eres mi perra y no me importa nada más de lo que pienses”.
“Creo que estás interpretando la cosas mal…” Le dije intentando razonar con él.
“Yo creo que no, por qué no vienes aquí a mi lado a ver esto” Me dijo mientras buscaba algo en su celular.
Me subí a la cama a su lado y cuando vi su pija, aunque estaba dormida, me excité mucho al recordarla dentro de mí.
“Ven, acércate” me dice.
Yo no sabía qué era lo que quería enseñarme, pero me acerqué de manera que su celular quedó en el campo de visión de ambos. Una vez más me quedé helado. En la pantalla del celular estaba yo, con la verga de Alan ensartada en mi culo, mi mirada hacia la foto de mis padres y se me escuchaba decir como iba a convertirme en la mejor puta del mundo.
Estaba en shock, Alan no sólo tenía las fotos de la noche en el sofá, sino que ahora también tenía un video de mi gimiendo y hablando como una perra. Estaba ta avergonzado pero a su vez, me tenía también muy excitado.
“Mira, ayer dejaste de ser lo que eras para convertirte en una perra, y todo gracias a mí. Yo te quité tu inocencia, me perteneces y lo mínimo que puedes hacer es asumir la responsabilidad de tus actos. Te conviene hacerme caso y respetarme. Tú me tentaste y yo caí. Ahora me corresponde educarte para ser una hembra de provecho, pero también debes de poner de tu parte, ¿Entiendes?.”
Todo lo que me decía me asustaba y no lo comprendía, pero lo peor es que le creía ciegamente, yo era inexperto y además después de haber vivido en un mundo de fantasías para mi todo lo que decía Alan parecía ser lo correcto.
“Sí, entiendo”, le contesté
“Bien, ¿entonces me estabas diciendo que tu nombre es?” me preguntó.
Ya sabía la respuesta que debía dar así que dije.
“Diana”
“Muy bien Diana, por qué no te acercas, ¿te gusta lo que ves?” me preguntó señalando su verga. Yo asentí con la cabeza y me dijo.
“Ven métela tu boca y cierra bien”.
Por un momento pensé que me pediría que se la chupara, pero apenas cerré la boca sentí un chorro de líquido salir directo a mi garganta. Era su orina de la mañana. Yo tragué sabiendo que si no lo hacía se ensuciaría toda la cama y sería peor.
“Ahhhh bien, dime, ¿te ha gustado?” me preguntó.
“Sí me gustó” contesté, aunque la verdad no estaba del todo convencido.
“Que bueno perrita, pero ahora quiero que la limpies con tu lengua y cuando termines, quiero que te acuestes boca arriba con tus piernas abiertas y en dirección a mi”.
Hice lo que me dijo, con mi lengua limpié los restos de orina de su verga y procedí a ponerme en posición que me pidió.
“Así me gusta, ahora mientras como mi desayuno, quiero que te toques, quiero ver tus dedos en tu culo y tienes permitido jugar con cualquier parte de tu cuerpo a excepción de con tu pija inservible. Quiero escucharte gemir ¿entendido?”
Estaba muy excitado y nervioso para contestar, pero levemente le dije que sí.
Vi cómo él comenzaba a comer y me dio por entendido que yo también debía comenzar. Me sentí bastante torpe e intimidado de tocarme enfrente de él, pero no tenía ninguna otra opción. Me chupé uno de los dedos de mi mano y empecé a introducirlo en mi ano, jugaba con él, lo metía un poco, luego hacia movimientos circulares a la entrada de mi orificio y así sucesivamente. Con la otra mano, jugaba con mis pezones que estaban rojos y seguían sensibles de la noche anterior.
No pasaron ni dos minutos cuando ya estaba gimiendo. Tenía los ojos cerrados y estaba intentando meterme dos dedos. Mi ano ya no estaba tan cerrado como antes, pero aún así sentía como se ejercía presión cuando entraban, yo los movía dentro de mi, buscaba puntos sensibles y mi cuerpo reaccionaba con espasmos mientras me tocaba.
Abrí los ojos y vi que Alan estaba parado frente a mí, tenía la pija parada, se la sobaba y con otra mano me grababa con su celular. A ese punto ya no me importaba tanto. Ya tenía fotos y videos de mí, por lo que uno más no significaba más. Empecé a meter los dedos con más velocidad, aumenté mis gemidos mientras que en mi mente imaginaba que Alan venía y me ensartara su verga.
Pero él continuó masturbándose mientras me veía, hasta que escuché gruñir y lanzar el chorro de su semen al piso. Dejó de grabar y me dijo.
“Suficiente. Ven a limpiar mi verga y después el piso con tu lengua”.
Hice lo que me indicó, lamí los residuos de semen de su verga y después procedí a limpiar el piso. Aunque me sentía humillado, en mi interior no quería negarme ni desperdiciar la oportunidad de probar su semen una vez más.
“Así me gusta. Ahora me meteré a bañar, tú me esperas aquí.”
Le dije que sí y decidí acostarme en la cama a esperarle. El agotamiento de la noche anterior todavía pesaba sobre mi cuerpo, así que mientras esperaba, me quedé profundamente dormido.
Me despertó la voz de Alan que hablaba por el teléfono. No alcanzaba a escuchar lo que decía, pero cuando se dio cuenta que lo estaba mirando, colgó el teléfono.
“Voy a salir, pero regresaré más tarde. Dame tu número de teléfono.”
Intercambiamos números de teléfonos y me dijo.
“Bien, no quiero que te toques mientras no esté”
“No lo haré, lo prometo”. Le contesté.
Alan solo asintió con la cabeza y salió de la casa.
Me quedé ahí solo, sin saber qué hacer, ni cómo reaccionar. Estaba seguro de que volvería, pero la incertidumbre de lo que pasaría después me carcomía. Después de un rato me llegó su mensaje. Era una serie de videos de la noche pasada, así como el más reciente de la mañana.
“Te ves bien puta” decía el mensaje
Me excité demasiado de verlos, la necesidad de tocarme era enorme, pero hice un esfuerzo por contenerme. No respondí nada, más tarde me llegó otro mensaje.
“Te veo en la noche. Si te aburres te puedes ver a ti misma”
Ignoré su mensaje, traté de alejar mi mente de los videos, me vestí y me puse a hacer otras actividades.
Llegó la noche, y nervioso me fui a la sala a esperar a que Alan llegara.
Pensé que tocaría la puerta pero me llevé una sorpresa al ver que entraba a la casa con un juego de llaves. No sabía en qué momento las había tomado, pero ahora también tenía eso y no habría manera de quitárselas. Traía ropa diferente al día anterior. Era un short y una sudadera negra. Traía una mochila colgada de los hombros y unas bolsas en la mano derecha.
“Hola putita, ¿me extrañaste?” Me preguntó
“Sí, te extrañé”, le contesté. Sabía que ninguna otra respuesta era opción.
Dejó las cosas que traía sobre el piso y se me acercó.
“Abre grandote” me dijo mientras se abría la bragueta y sacaba su pija hermosa y perfecta. Hice lo que me dijo y ya estaba excitado por la anticipación de su polla, cuando nuevamente sentí un chorro orina caer directamente a mi garganta. Intenté tragar aquel líquido inesperado lo mejor que pude, pero se me alcanzó a escurrir un poco por la cara y luego sobre la ropa. Cuando terminó de mear, sacudió el resto de gotas en mi boca y se guardó la verga.
“Ufff estuve guardando eso para ti. ¿Cómo se dice?”
Yo no sabía que se refería.
“Se dice gracias, putita”.
“Gracias”. Le contesté y no pude evitar sentirme estúpido por no saber que decir.
“Bien, ahora vamos al cuarto. Traje algunas cosas, me estaré quedando contigo durante tu entrenamiento y mientras tus padres no estén.”
No sabía a que entrenamiento se refería, pero no pregunté nada y me dirigí al cuarto junto con Alan. Llegamos al cuarto y me dijo.
“Quiero que te desvistas, te traje unos regalos.”
Hice lo que me dijo y cuando me quité mi ropa interior mi verga parada salió disparada.
“Pero mira nada más como estás. Así no vas a poder disfrutar tus regalos. Vamos al baño.”
Entramos al baño y me dijo.
“Bien, siéntate en la taza y quiero que te corras. Puedes tocarte pero debes correrte rápido. Esto no es para que disfrutes. ¿Entendiste?”
“Si, entendido” le contesté. Acto seguido intenté meter mi mano en la taza para poder maniobrar. Pensé en la noche pasada y me empecé a masturbar con rapidez. En un instante ya estaba soltando toda mi leche en el inodoro.
“Bien, así está mejor. Ahora límpiate, y te espero en la cama”.
Tiré de la palanca del inodoro. Me limpié y me dirigí al cuarto. Vi que traía algo en la mano.
“Acuéstate boca arriba, y más te vale que no se te pare otra vez.”
“Está bien”. Le contesté, me coloqué boca arriba sobre la cama, cerré a los ojos y pensé en muchas cosas para evitar excitarme.
Sentí que agarraba mi verga lívida y que la cubría con algo que se sentía como plástico. Sentí un poco de presión e incomodidad, pero mantuve los ojos cerrados hasta que escuché su voz decir.
“Listo, así está mucho mejor. Ya no tendremos problemas con esto y además te ves como toda una perrita. Vamos, mira que chula” Me dijo.
Yo miré y vi que tenía un utensilio raro que cubría toda mi pija. Era de plástico, color rosa, pequeño y ajustado, parecía que encerraba por completo mi verga y evitaba que mis huevos colgaran.
“Se llama jaula de castidad, es para que no te toques y además disminuir más y más el tamaño de tu pija. Es como si no hubiera existido.” Me dijo con un aire de satisfacción.
Yo me miré y nuevamente me excité, pero esta vez mi erección no se lograba del todo pues la jaula me lo impedía. Veía como mi verga intentaba escapar el utensilio sin ningún éxito. Se sentía incómodo, pero efectivamente estaba cerrada y no había manera de que me la quitara.
“Bien, ahora tu siguiente regalo”. Me dijo y vi que sacaba de una de las bolsas un dildo. No era muy grande, ni muy ancho. Definitivamente más pequeño que su verga.
“Este es tu nuevo juguete favorito, no es muy grande porque no quiero que tu culo se abra con una verga falsa, pero lo suficiente para que aprendas. ¿Te gusta?”
“Me encanta” le contesté. La verdad es que si me emocionaba tenerlo, siempre había querido uno.
“Así me gusta. Ahora vamos a esperar a una invitada mía. Mientras yo veo la tele quiero que ves unos videos en el celular” Me dijo.
“Está bien, le contesté”.
Acto seguido vi que me pasaba su celular con unos audífonos. Vi que en la pantalla estaba video titulado “entrenamiento para sisssy”. Yo lo voté a mirar y le iba a preguntar que significaba eso pero me dijo.
“Sin objeciones, ¿recuerdas? Por cada vez que te vea quitarte los audífonos, expondré una de tus fotos y así hasta llegar a tus videos. ¿Entendiste?”
“Sí, entendido” Le contesté y procedí a ponerme los audífonos y reproducir el vídeo. Alan por su parte prendió la tele y se puso a mirar un partido de futbol.
En el video venían una serie de frases que se repetían y decían cosas como “soy una sissy y me gustan las vergas”, “mi trabajo es complacer a los hombres”, “soy una puta y quiero que me cojan”, e imágenes de mujeres chupando vergas, siendo cogidas. Algunas traían una jaula de castidad como la que yo traía puesta en ese momento.
Como tenía miedo de que expusiera las fotos me mantuve mirando los videos hasta que perdí sentido del tiempo. Un rato después vi que Alan apagaba la tele se me acercaba y quitaba los audífonos.
“Ya llegó la visita. Espera aquí mientras voy a recibirla”.
No se esperó a mi respuesta y salió del cuarto. Unos minutos después vi que entraba Alan con una mujer joven, delgada, con el cabello negro y corto, y unos pechos considerablemente grandes.
“Ella es Mariana, y hoy vino para divertirse conmigo un rato.”
Yo no entendía que pasaba ni cual era el propósito de todo esto. Vi que ella me miraba y me decía.
“Hola, me han hablado de ti. Espero que aprendas bien de esta noche.”
No supe qué decirle así que solo le regresé el saludo. Alan dijo entonces.
“No te preocupes Diana, tu también te vas a divertir pero tú con tu juguete nuevo. Tu trabajo es seguir el ritmo e imitar todo lo que Mariana y yo hagamos. ¿De acuerdo?”
En ese momento me sentí celoso de que yo tendría que pasarla bien con un pedazo de plástico mientras ella disfrutaba de la verga de Alan pero no dije nada al respecto.
“Está bien”.
“Bien, entonces no se diga más.”
Después de esas palabras vi cómo Alan se lanzaba hacia Mariana y empezaba a besarla. Ella le regresaba los besos, y mientras él le agarraba el culo, ella empezaba a desvestirlo. Le quitó la camisa y después lo lanzó sobre la cama. Él se apoyó sobre los brazos y se le quedó mirando. Ella comenzó a desvestirse, hasta que quedó completamente desnuda con aquellos grandes pechos expuestos al aire. Después le quitó el pantalón y la ropa interior a Alan. Tan pronto se deshizo de su bóxer su verga saltó al aire. Era tan hermosa y se veía tan deliciosa.
Mariana se acercó a ella y comenzó a chuparla. La respiración de Alan se comenzó a acelerar. Hasta ese momento me había quedado ahí parado, completamente desnudo, la pija intentado salir de la jaula y con el dildo en una mano, pero al ver a Mariana así, disfrutando de la verga de Alan, me llené de celos y aprovechando el ancho de la cama me puse en paralelo a ella y comencé a chupar mi dildo.
Imitaba todos los movimientos de Mariana, imaginaba que chupaba una verga de verdad. Lo metía, lo sacaba e intentaba llevarlo hasta el fondo de mi boca; gemía cuando Mariana gemía y me esforzaba por sentir que lo hacía mejor que ella.
Después de un rato en esa posición vi que Mariana se subía a la cama y comenzaba a rozar su vagina sobre la verga de Alan. Yo me puse en una posición parecida y empecé a rozar mi ano contra el dildo de plástico. Mi respiración aumentó con la sensación.
Después de eso, vi como Alan movía Mariana de manera que el ahora quedaba en frente de ella y ella estaba entre sentada y acostada sobre la cama.
“Vamos perra cómete esta” . Dijo y acto seguido tomó de la cabeza a Mariana y la empezó a coger por la boca.
Yo me coloqué en una posición parecida y con el dildo intenté imitar las embestidas de Alan y comencé a meterlo y sacarlo de mi boca. Mis ojos lagrimeaban pero no quería sentirme que me quedaba atrás, así que intentaba seguirle el ritmo a Mariana lo mejor que podía. Me surgían arcadas, sentía que me ahogaba pero no me detuve.
Finalmente, Alan dejó de hacer esos movimientos, y le dijo a Mariana que se recostara boca arriba y abriera las piernas. Ella obediente le hizo caso y vi como de una la penetraba. Escuché su gemido y el gruñido de Alan. En ese momento me sentí valiente y me acosté, y aprovechando lo lubricado del dildo me lo intenté meter completo. A pesar de que era pequeño, mi culo no acostumbrado se resistió y solté un grito de dolor cuando entró.
Sentí que el aire se me escapaba y pensé que no aguantaría, pero resistí y después de un rato estaba gimiendo a la par de Mariana mientras que con mi mano me metía y sacaba el dildo imitando los movimientos de la verga de Alan.
Estuvieron un rato en esa posición y después Mariana se giró para quedar encima de Alan. Pude ver que se colocaba encima de su verga y la verga de Alan desaparecía a la par que Mariana se le ensartaba. Ella soltó un suspiro y Alan bufaba con los ojos cerrados. Mariana tomó las manos de Alan y las puso sobre sus pechos, y así en esa posición, con la verga de Alan bien ensartada, comenzó a moverse como si cabalgara un corcel.
Yo por mi parte temblaba miedo de encargarme la verga de esa manera, pero no me quedaba de otra, así que la coloqué en dirección de mi culo y me empecé a sentar sobre ella.
Estaba a punto de llegar al fondo, cuando empecé a sentir un dolor punzante atravesar mi cuerpo, sentía nuevamente un desgarro en mi interior, pero al escuchar a Alan y Mariana a un costado de mi disfrutando, me armé de valor para continuar y me la metí toda.
Apreté los dientes para no gritar y esperé a que se fuera el dolor. Finalmente empezó a llegar el entumecimiento y con ello una sensación de placer. Comencé a imitar los movimientos de Mariana y al igual que ella comencé a gemir como loco. Giraba mi cuerpo en círculos, y daba pequeños saltos sobre dildo. No era la verga de Alan, pero aún así gemía como una perra en celo.
Alan y Mariana cambiaron de posición. En esta ocasión ella estaba en cuatro y él sobre ella.
Ya sin esperar más detenimiento, se la ensartó y comenzó con embestidas veloces. Yo hice lo mismo con mi dildo. En ese momento ya me había acostumbrado al dolor y me fue más fácil seguir el ritmo, me lo metía y sacaba con velocidad mientras que gemía. Por otro lado, a pesar de que mi verga aún luchaba por escapar de aquella jaula, el dolor de la presión se veía opacado por el placer de sentir el dildo en mi culo. De pronto escuché a Alan decir entre bufidos.
“Me voy a venir”.
Para mi sorpresa vi que Mariana se despegaba y se paraba de la cama. Alan se me acercó.
“Sácate eso de culo” me dijo. Yo le hice caso y me saqué el dildo.
“En cuatro, mirando hacia el frente y con el culo hacia mi”, me dijo.
Hice lo que me dijo, y sentí que su verga empezaba a entrar en mí. Esta vez con menos dolor. Pensé que la metería toda y me cogería. Pero cuando llegó a a la mitad de su longitud, sentí que se empezaba a correr dentro de mí. Terminó de dejarme todo el semen adentro, sacó la verga y me dijo.
“Límpiala”
Me volté y comencé a lamer su verga. Sabía a semen pero también a algo más, un sabor extraño, que no podía describir, era el sabor de la vagina de Mariana. Terminé de limpiarle y habló.
“Bien hecho zorra. Vi que te corriste eh. Ya te había dicho que tocarse no era necesario”.
Yo no sabía a que se refería, pero cuando miré hacia abajo vi que todavía escurría un poco de semen desde la jaula que cubría mi pene.
Él se rió. “Ya sé que estás decepcionada que no te cogiera, pero primero debes entrenar. Sigue así y pronto tendrás verga hasta el cansancio. Ahora bien, ¿cómo se dice?”
“Gracias” le contesté.
“Bien, ahora vámonos a dormir, mañana nos espera otro día largo.” Le iba a decir qué pasaría con Mariana, pero cuando quise buscarla vi que ya no estaba. Él se tiró a dormir y yo hice lo mismo. Antes de caer en el sueño, un pensamiento cruzó mi mente “soy una perra y me gusta las verga”.
Los siguientes tres días fueron rutinarios pero cada uno clave para que Alan lograra transformarme según lo que era su objetivo. Como estuvo viviendo esos días, yo me encargaba cocinar y lavar mientras que él siguió trayendo a la casa distintas mujeres cada noche.
Yo por mi parte, seguí las indicaciones de Alan y todas las noches mientras cogían, yo imitaba sus movimientos lo mejor que podía, él terminaba de correrse dentro de mí y yo era feliz con eso. Asimismo, después del segundo día, me había vuelto adicto a los videos de hipnosis hasta el punto que poco a poco mi mente se iba formando y ahora no podía dejar de pensar en complacer vergas.
Finalmente en la noche del cuarto día, Alan me dijo que el tiempo se nos terminaba y que me pondría a prueba el siguiente día. Me emocioné bastante por demostrarle, y ese día en la mañana mientras escuchaba los videos que me había encargado, por primera vez busqué en el armario de mi madre algo que fuera muy femenino y atractivo.
Llegada la noche, me puse la ropa que había preparado y me miré en el espejo. Me quedé sorprendido de ver mi reflejo y darme cuenta de lo que me había convertido. Me había puesto un vestido rojo de mi mamá, con ropa interior negra de encaje por debajo, una diadema con brillos, y unos zapatos de piso. Me veía como una chica inocente y obediente, pero yo estaba listo para romper las reglas. Me reí un poco al imaginar cómo reaccionaría Alan al verme así. Finalmente, me puse un poco de perfume de mi mamá y bajé a esperar a Alan.
Escuché que abrían la puerta y finalmente lo vi entrar. Él se quedó parado al verme, se veía en su rostro una mirada de sorpresa al verme de esa manera. Quise aprovechar de su estado de shock y comencé a caminar hacia él. Él me siguió con la mirada, me miraba con ojos lascivos y sorpresivos. Cuando llegué a donde estaba, me agaché abrí su bragueta y saqué su verga que ya estaba un poco parada. Con mi boca cubrí su pija y el comenzó a orinar como de costumbre. Yo tragué todo como me había enseñado y cuando terminó, saqué su verga de mi boca y con mi lengua limpié las gotas sobrantes. En ese momento su verga ya estaba durísima, y aunque me moría de ganas por chuparla, opté por ser un poco más paciente.
Me alejé de él y dándole la espalda, caminé lo más sexy que pude y me dirigí hacia el cuarto de arriba. Escuché que me seguía y antes de que siquiera pudiera llegar al cuarto, sentí que me agarraba y me decía al odio.
“Eres una puta.”
Después de esas palabras sentí como mentía su mano debajo de mi vestido, luego dentro de mi bragas de encaje y con sus dedos jugaba con la entrada de mi ano.
“Podía jurar que estás húmeda de las ganas que tienes de que te coja”
“Cógeme por favor” le dije con la voz más sexy y de súplica que pude producir.
Él me tomó la mano y la puso sobre su verga, estaba durísima.
“Ve como me tienes zorra, claro que te voy a dar una buena cogida hoy.”
Seguido de esas palabras me jaló del brazo me tiró sobre la cama, me empezó a arrancar el vestido, hasta que quedé solamente en bragas. Me agarro los brazos sobre mi cabeza, se agachó y empezó a chupar y morderme los pezones. Desde la primera vez que me cogió, me había quedado una sensibilidad mayor en aquella zona y tan pronto comenzó a hacer modérelos, empecé a gemir como una perra en celo. Él aumentaba la fuerza con la que me mordía y besaba mi cuerpo al escuchar mis gemidos y retirando sus manos de las mías comenzó a quitarse por completo el pantalón.
Cuando terminó de desnudarse, lo empujé de manera que el quedara boca arriba y me agaché para comenzar a lamer su verga y sus huevos. Olían a sudor, semen y orina, me parecía una delicia su olor. No tardé en meter su verga en mi boca y comenzar a mamarla. Evidentemente era más grande que el dildo con el que había estado practicando, pero aún así mi único pensamiento era demostrarle que era capaz de complacerlo, por lo que me la introducía lo más que podía, la chupaba como si estuviera comiendo mi dulce favorito y aumentaba mi intensidad en la medida en que sentía a su cuerpo reaccionar.
Él me tomó de la cabeza y en esa posición, él acostado con su verga encajada en mi boca, me empezó a embestir. Las arcadas llegaron y mi boca se convirtió solo en un utensilio más para su placer, pero me hice que mi cuerpo y músculos se relajaran y me dejé embestir por aquella bestia de hombre, siempre en todo momento intentando usar mi lengua para que él sintiera más placer.
Después de un rato de cogerme la boca, sentí que se detenía, y me indicaba que me volteara de manera que mi culo quedaba en dirección de su cara y mi cara sobre su verga.Él me dio unas nalgadas y prosiguió a quitarme las bragas que me había puesto.
Yo me incliné para comenzar a mamar su verga y él movía su pelvis de manera que me daba pequeñas embestidas mientras le chupaba la pija. De pronto pronto sentí que me empezaba a meter su lengua en mi culo. Con su verga en la boca, yo emitía sonidos de placer y me dejaba someter por sus embestidas y la invasión de su lengua en mi culo.
Estuvimos un rato así hasta que tomé la iniciativa de detenerme y él también paró. Recordé lo que había aprendido los días anteriores, me giré mirando hacia él, puse mi culo en dirección a su verga y comencé a meter su verga. Me fui sentando poco a poco en ella, el dolor me sorprendió pues aunque había practicado con el dildo, la verga de Alan al ser más grande me generaba dolor y comencé a sentir la presión en mi interior de su verga queriendo entrar nuevamente en mí. Mi respiración estaba acelerada entre la excitación y el dolor y con un vistazo a Alan vi que el tenía los ojos cerrados de placer y se mordía el labio.
Entre la emoción de ver su rostro y con el conocimiento de que si me demoraba un poco más sería peor, pues no lograría impresionar a Alan como había estado deseando, así que apreté los dientes y me la metí toda de una sentada.
El gruñido que emitió Alan se vio opacado por el aturdimiento que sentí tras el rayo de dolor que atravesó mi cuerpo, me esforcé por ocultarlo lo mejor que pude y comencé a mover mis caderas con la verga adentro de mí. Sentía su verga invadiéndome por completo como un cuerpo extraño, me sentía atravesado por aquel miembro, pero comencé a pensar en Alan con las otras chicas y cómo las hacía gemir, en los videos que me había estado viendo y toda esas vergas que se veían. Seguí moviéndome hasta que tanto él como yo gemíamos en unísono. El placer sustituyó al dolor, sentía como mi interior apretaba su verga y se acostumbraba a ella.
Gemía mientras me movía, se me escapaba el aire y Alan me tomó de las caderas para mantenerme ensartado. Yo siguiendo el ritmo de sus manos y recordando lo que había visto, comencé a montar aquella enorme verga, movía mis caderas y mis gemidos se mezclaban con los de Alan.
“Así puta, cabalga a tu semental” decía mientras me daba nalgadas.
“Si, soy una puta, haz conmigo lo que quieras. Quiero complacerte”
En respuesta a mi comentario, de una levantada él con fuerza me movió y nos acomodó de forma quedara en posición de cuatro. Me tomó de las caderas y de a una me ensartó su verga. Se me escapó un grito, pero mi cuerpo no alcanzó a registrar el dolor porque me comenzó a coger con una intensidad que no le había visto nunca. Me embestía y todo mi cuerpo se movía, el gruñía.
“Mmm me encanta la zorra en la que te has convertido. Dime, ¿qué se siente estar ensartada por un macho? Te gusta”
“Siii me encanta, cógeme por favor, quiero ser tu puta y complacerte.”
En respuesta a lo que dije, Alan me la sacó toda y me la metió con fuerza de un solo movimiento. Quería gritar del dolor, pero me aguanté mientras él seguía repitiendo el mismo movimiento. Después de un rato así, cambió el movimiento a un bombeo constante pero menos brusco mientras que con las manos me apretaba el culo.. Yo por mi parte me encontré empujando mi cuerpo más y más hacia su verga de manera que quedara completamente empinado. En ese punto mis gemidos eran tales que no me sorprendería que los vecinos me hubieran escuchado.
Un instante después sentí que Alan disminuía la velocidad de sus embestidas, se inclinaba de manera que su pecho quedaba pegado a mi espalda y me decía al oído.
“Eres mía perra, cada vez que tengas una verga adentro, recuerda que me debes. Yo te hice lo que eres ahora, una zorrita. Aunque quieras escaparte ya no vas a poder, has sellado tu destino y me pertenece, así que más te vale que sigas trabajando todos los días por ser mejor y hacerme feliz. Cada decisión que tomes en tu vida ahora deberás consultarla conmigo, tú complaces, haces lo que diga y yo me encargo del resto. ¿Entendido?”
Entre gemidos le contesté
“Siii, te pertenezco, quiero que hagas conmigo lo que sea tu deseo. Solo quiero complacerte”.
Después de estas palabras sentí como su verga crecía dentro de mi culo y finalmente estallaba en mi interior. Sentí su semen caliente dentro de mí y el peso de su cuerpo recaer sobre el mío como consecuencia de soltar la tensión que hasta el momento había mantenido. Finalmente, se despegó de mi y me dijo.
“Tengo grandes planes para ti, putita”
A pesar del placer que sentía y de que no procesaba todo lo que estaba diciendo aceptando al decir que sí, le contesté.
“Gracias, gracias, no te defraudaré”
Él sólo me sonrió y se quedó dormido. Yo por mi parte, me quedé un rato intentando procesar lo sucedido, mientras que en mi mente solo estaba la imagen su verga y yo siendo cogido por ella.
Antes de dormirme tomé mi celular y sin dedicarle un pensamiento, casi de instinto le mandé a Alan unas fotos que me había tomado con el vestido rojo antes de que llegara.
Continuará…
Gracias por leerme, si les gustó dejen un comentario o cualquier cosa les dejo mi correo de contacto
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