El Ladrón lll
Excitado acerqué mi rostro y comencé a oler su verga por encima de su ropa interior. Olía a una combinación de restos de orina, semen y sudor. Sorprendentemente me gustó el olor, más aún sabiendo que venía de él. Sentí como su verga empezaba a endurecerse en respuesta a mis movimientos y con….
Hola, ha pasado tiempo desde mis otros relatos. No estaba seguro a dónde llevaría la historia y pues finalmente surgió una idea. Este capítulo es el tercero y realmente es más de importancia para el desarrollo de la historia, por lo que puede parecer un poco tedioso y a lo mejor no muy bueno para la mayoría, pero si es importante si les interesa seguir leyendo la historia (los otros dos fueron previamente publicados en la sección de relatos gay, pero por el rumbo que está tomando la historia creo que debe cambiar). En ellos pueden encontrar más información de los personajes y otros elementos. Ya estoy escribiendo la parte lV y es de mis favoritas hasta el momento.
Después de aquella noche, mi comunicación con Alan se limitó a esporádicos mensajes, me preguntaba cómo estaba, me decía que deseaba verme pronto y me pedía fotografías. Me había dejado la llave de la jaula de castidad para que pudiera limpiarla y aunque sabía que no me veía, siempre después de asearme me la volvía a poner sin falta. A pesar de todo eso, intentaba seguir con mi vida normal. Asistía a la escuela, salía con amigos y sólo en ocasiones cuando sentía la presión de una erección queriendo salir de su encierro, me acordaba de lo vivido con Alan.
Un viernes por la tarde, mientras salía de la escuela revisé mi celular y vi que había recibido mensaje de Alan que decía:
“Quiero que pases el fin de semana en mi casa. Trae tu ropa pero vente vestido normal”.
Me puse nervioso porque pensé que lo nuestro se limitaría a cosas esporádicas de ahora en adelante, sin embargo, un fin de semana completo era bastante tiempo y tendría que inventar una buena excusa ante mis padres. Por otro lado, no conocía la casa de Alan y esto era una oportunidad que no quería dejar pasar.
Llegó el momento y empaqué mi ropa, les dije a mis papás que pasaría el fin de semana haciendo un proyecto en casa de mis amigos y me dirigí a la casa de Alan. Alan vivía en una de las zonas más famosas de la ciudad por la abundancia de pandilleros, pero conociendo la historia de Alan como ladrón, la verdad es que no me tomó por sorpresa. Me bajé del taxi en el que iba y me dirigí a la puerta del apartamento en donde vivía. Toqué la puerta y esperé muerto de miedo a que me abriera.
Cuando Alan abrió la puerta cualquier nerviosismo que sentía abandonó mi cuerpo. Estaba solamente en calzoncillos y se podía vislumbrar la hermosa verga que se cargaba.
—Hola, pásate.
Me pasé y él cerró la puerta tras de mí. El apartamento era pequeño y estaba todo desordenado, había botellas de cerveza vacía , restos de comida y ropa por doquier. Le hacía falta demasiado cuidado a ese lugar. Me volteé para mirarlo y antes de que pudiera decir nada, él habló.
—Te compré un regalo, putita. Está sobre la mesa.
—Gracias, no te hubieras molestado. — le contesté sin saber que otra cosa decir.
Él solo me sonrió y me insinuó que lo abriera. Dentro del la bolsa había una prenda de ropa. La tomé y cuando la extendí vi que se trataba de un conjunto de ropa interior. Unas bragas de encaje rojo y un vestido corto que combinaba.
—Es un baby doll, lo vi y supe que era perfecto para una putita como tú. ¿Te gusta?.
La verdad es que no sabía que contestar, no estaba seguro de querer usarlo pero también me excitaba saber que a él le gustaría verme con eso puesto.
—Sí, es perfecto. Gracias. — le contesté.
—Bueno, quítate toda la ropa y póntelo, después prepara algo de cenar que estoy muerdo de hambre.
Yo asentí con la cabeza y me comencé a desvestir en frente de él. Alan me miraba y se comenzaba a tocar la verga por encima del bóxer. Yo lo miraba y comencé a ponerme la ropa que me había comprado. Cuando terminé de vestirme me sentí un poco incomodo y bastante expuesto.
—Ufff te ves hermosa, date una vuelta por mi nena.
Yo hice lo que me dijo y escuché como me chiflaba y se me acercaba. Tomó una de mis manos y la puso sobre su verga dura. Me comencé a excitar al instante.
—Ahora ve a prepararme la cena que yo ya tengo la tuya lista.
Me sonrojé con el comentario y le dije que sí. El se rió y me dio una nalgada.
—Córrele que no quiero esperar. — dijo con una sonrisa en la cara.
Yo me fui rápido a la cocina y comencé a preparar algo para que cenara. Pasado un rato, escuché que se aceraba a mí, pero me mantuve concentrado en lo que estaba haciendo. De pronto, sentí que se ponía a mis espaldas , me agarraba de la cintura con una mano y con la otra me ofrecía un vaso. Yo lo tomé en una mano y desde la distancia pude percibir el olor del alcohol.
—Tómate esto— me dijo al oído.
Yo no estaba acostumbrado a tomar y mucho menos me gustaba, así que le dije.
—No me gusta beber— le contesté.
De pronto sentí que me recorría la ropa interior de la parte trasera y empezaba a meter sus dedos en mi ano. Me estremecí de la sensación de invasión desprevenida y mientras luchaba contra ello me dijo.
—No te pregunté si te gustaba. Dije que te lo tomes, y quiero que te lo tomes de a una.
Iba a contestarle algo pero me dio miedo y el sentir sus dedos jugando en mi orificio no me dejaba concentrarme. Tomé el vaso y me tomé todo el contenido. Sentí que me quemaba la garganta y los ojos comenzaron a lagrimear, pero aguanté la sensación hasta se me pasó. Él dejó de jugar con sus dedos, y me dijo.
—Así me gusta, te espero en la mesa.
—Sí, ya casi está la comida. — le contesté todo nervioso.
Alan se alejó y yo continué preparando la cena. Cuando hube terminado de cocinar, los efectos del alcohol ya habían comenzado a tener efecto en mí. Me sentía mareado pero alegre, y el nerviosismo que había sentido hace unos momentos se había desvanecido. Además mientras caminaba con la comida de Alan a la mesa, sentí como una determinación se apoderaba de mí.
Él me miraba con lujuría y a mí me encantaba verlo así. Dejé el plato en frente de él y le dije con un tono de voz suave.
—Disfruta tu comida, yo me encargo de lo demás.
—Espero que sepas hacer el resto de tu trabajo.— me contestó.
El comenzó a comer, mientras que yo con la valentía y excitación que me había proporcionado el alcohol, comencé a gatear por debajo de la mesa hasta que mi cara quedó en dirección de sus bóxers.
Excitado acerqué mi rostro y comencé a oler su verga por encima de su ropa interior. Olía a una combinación de restos de orina, semen y sudor. Sorprendentemente me gustó el olor, más aún sabiendo que venía de él. Sentí como su verga empezaba a endurecerse en respuesta a mis movimientos y con mis manos le comencé a quitar el bóxer. En cuanto bajé lo suficiente la ropa, su verga dura saltó y me pegó en la cara acompañado con un intenso olor a orina y sudor.
Una vez más quedé hipnotizado con esa vista, y con el alcohol en mi sangre, más la necesidad que sentía por complacer a aquello frente a mis ojos, me lancé y comencé a darle ligeros besos en la punta, después poco a poco con mi lengua fui saboreando desde la hasta el tronco y finalmente sus huevos. Ahí me quedé un buen rato lamiendo aquel sabor que me había conquistado desde la primera vez.
Cuando estuve seguro que ya no había dejado ningún espacio sin probar, puse mi boca sobre la punta y comencé a meter toda su verga en mi boca. Empecé a meterla y sacarla ligeramente, hasta que escuché a Alan bufar ligeramente, con ese indicio continué el ritmo y en ocasiones aumentaba la velocidad. Me esforzaba por mantenerla lo más profundo que pudiera pero la falta de práctica todavía hacía que me dieran arcadas. Aún así, mi determinación por complacerlo era más grande así que seguí el ritmo, me agarré de sus piernas y comencé a meterme más y más su verga en la boca. Sentía como se estremecía y me mantuve un buen rato hasta que lo escuché gruñir y sentir un cambio en sus movimientos.
Supuse que estaba a punto de venirse, así que me acomodé y recibí todo el chorro de su leche directo en mi boca. Tragué hasta la última gota y después limpié los restos directo de su verga.
—Ufff ha estado deliciosa la comida. Ven para acá nena. — dijo Alan.
Yo salí de debajo de la mesa me acomodé la ropa y me acerqué a él. Él seguía sentado con las piernas abiertas y su pene ligeramente dormido. En la mano traía dos vasos y me ofreció uno. Lo tomé y vi que era más alcohol.
—Un brindis por la putita más eficiente del mundo.—dijo Alan con una sonrisa.
Probablemente no era buena idea tomar más alcohol pero después de la euforia de lo que acababa de suceder no lo pensé mucho.
—Salud.— contesté y me tomé todo el vaso y él el suyo. Sentí nuevamente aquella sensación incómoda en la garganta y después de unos segundos empecé a sentir que todo me daba vueltas.
—Ey ey ey, tranquila nena, no te vayas a caer en el piso. ¿Por qué no te sientas aquí?— dijo y me señaló sus piernas.
Yo con el alcohol en la sangre y con la excitación, claro que no me iba a negar algo así. Me senté sobre su regazo y me agarré de sus hombros. Él comenzó a acariciarme las piernas mientras me preguntaba.
—Dime, ¿te gusta sentirte toda una mujercita?
Ya no sentía ninguna pena así que le contesté sin dudarlo.
—Sii, me gusta mucho.
Él sonrió y continuó preguntando mientras tocaba todo mi cuerpo.
—Y ¿te gusta que sea tu macho?.
—Claro que sí, es lo mejor que me ha pasado.— contesté y me reí un poco.
En esos momentos ya no era tan consciente de lo que decía y me estaba dejando llevar por la influencia del alcohol y las emociones.
—¿Y te gustaría que siga siendo así? ¿Qué harías para lograrlo?.
—Sii, me encantaría. Me gusta complacerte y además estoy feliz contigo. Haría lo que fuera.—contesté intentando sonar lo más serio posible.
Él se rió y dijo.
—Estamos muy borrachos los dos pero si te dijera que si firmas estas hojas, me pertenecerías para siempre, ¿lo harías?
Me gustaba el juego que estaba haciendo así que decidí seguirle la corriente.
—Sin dudarlo, pásame una pluma. — le dije.
Él se rió y me pasó una pluma y yo firmé los supuestos papeles. Se veían como unos recibos.
—Me encantas—me dijo y empecé a sentir cómo su verga comenzaba ponerse dura.
—Bueno y ahora que te pertenezco que vas a hacer conmigo.— le dije con un tono travieso.
Hizo que me levantara de sus piernas y él se paró junto a mí. Vi que su verga estaba dura una vez más y estaba a punto de agacharme para comenzar a mamarla cuando me detuvo y me dijo.
—No. Vamos a la sala.
Me fui por delante y Alan iba justo pegado a mí, ayudándome a que no me cayera por lo mareado del alcohol. Cuando estuve frente al sofá yo mirando al frente y él a mi espalda, sentí que me bajaba las bragas y me empujaba de manera que mi culo quedaba en su dirección y yo apoyado en el respaldo del sofá. En eso comencé a sentir una sensación húmeda en el ano y un pequeño cosquilleo, mi cerebro tardó en procesar lo que estaba sucediendo, Alan me estaba comiendo el culo. Apenas me atravesó el pensamiento cuando mi mente quedó en blanco y comencé a gemir de la sensación, la combinación del alcohol más la intensidad con la que Alan me estaba comiendo me había dejado sin posibilidad de procesar nada. De manera instintiva empujaba mi culo hacia él y aumentaba la intensidad. Mis gemidos aumentaron de volumen y él se detuvo un momento.
—Cállate zorra, no quiero que escuchen los vecinos. — me dijo con un tono brusco.
Yo no quería que se detuviera así que me callé.
Siguió un rato comiéndome el culo, mientras me daba nalgadas y me jalaba el pene en su jaula de castigad. Se detuvo un momento en el que no supe qué pasaba y de pronto, abruptamente sentí que algo entraba en mi culo y me desgarraba. El dolor, la sensación de trance en la que estaba, y la fuerza de Alan que me mantenía donde estaba me impidió sacar su verga de mi interior. Poco a poco el dolor comenzó a disminuir y él comenzó a embestirme con fuerza. Más que gemir de placer, en ese momento quería gritar del dolor, pero me acordé de la amenaza de Alan y me sostuve de hacer cualquier sonido fuerte.
Él continuó embistiéndome y pensé que en cualquier momento cambiaría de posición. Pero de pronto sentí como la presión de su verga en mi aumentaba y un chorro de semen salir disparado en mi interior. Terminó de correrse dentro de mí, me dio unas nalgadas y sacó su verga de mi interior.
—Ufff, tu culo aún está muy nuevo. Ven a limpiar mi verga.—me ordenó Alan.
Yo me volteé y con mi boca limpié su verga hasta que estuvo satisfecho. Después de eso nos aseamos y me invitó a dormir a la habitación.
A la mañana siguiente me despertó el sonido a mi alrededor y un dolor en la cabeza. Cuando abrí los ojos vi que Alan estaba completamente vestido frente a mi y me miraba.
—Buenos días, vístete y ven a la sala, tengo que hablar contigo.— me dijo con aquel tono de voz ta característico de él, que no daba lugar a ningún reproche.
—Enseguida voy.— le contesté.
Cuando me paré de la cama sentí mucha incomodidad en el culo y me acordé de la brusquedad con la que me había cogido ayer. Me vestí rápidamente con mi ropa normal y me fui a la sala. Alan estaba sentado sobre el sofá.
—Ven, siéntate.— me dijo.
Pensé que sería otro de sus juegos dónde terminaría mamando su verga o algo parecido, pero él estaba más serio de lo normal.
—Primero tómate esta pastilla. — me dijo mientras me daba una pastilla y un vaso con agua. Yo hice como me indicó. —De ahora en adelante te vas a tomar esto todos los días, te va a ayudar con el dolor y cosas así.
Me entregó un tubo con pastillas que miré, pero no había información de lo que contenía ninguna de ellas.
—Gracias.— le dije.
Él me sonrió.
—Quiero que te vengas a vivir conmigo.— me dijo de forma muy seria.
—Pero…la escuela y el dinero, mis papás…No creo que sea posible.— le contesté.
—No tiene que ser pronto, pero quiero que vayamos planeando. Sigue con tu vida normal y te voy a conseguir un trabajo de medio tiempo, hasta que llegue el momento de que te vengas. — me dijo Alan.
Yo no sabía qué decir, pero de todas formas llevaba mucho tiempo buscando un trabajo de medio tiempo, así que no le veía ningún problema.
—Cuando vengas a vivir de aquí vas a seguir roles tradicionalistas. Tú único trabajo va a ser el hogar, mi bienestar y cualquier otra indicación que se necesite para que estemos bien. ¿Entendiste?
Toda mi vida había vivido en un hogar tradicionalista así que me emocionaba poder seguir siendo parte de uno y más con Alan así que no dudé en contestar.
—Está bien, me gusta el plan.— le contesté con una sonrisa.
—Excelente, entonces espera mi mensaje con la información de tu trabajo. Espero no me decepciones. — me dijo.
—Jamás.
El resto del fin de semana me quedé pensando en lo que había sucedido, pero como en otra ocasión, decidí confiar en Alan y en que él sabía lo que era mejor para mí. Limpié todo su apartamento, lavé su ropa y me cogió en varias ocasiones hasta que finalmente llegó el Lunes y el tiempo para regresar a mi vida normal.
Ese día fui a la escuela como si nada y a la hora de la comida recibí un mensaje de Alan que decía.
“Tienes entrevista esta tarde. Te paso la información”
Después del mensaje venía el nombre de una empresa y la dirección. El puesto era de asistente a director pero era en una zona bastante popular de la ciudad por lo que la paga probablemente sería muy buena.
Toda la tarde estuve ansioso por la entrevista. Me bañé y mientras me vestía dudé en quitarme la jaula de castidad pero decidí dejarla y mejor ponerme un pantalón un poco más holgado. Salí temprano de mi casa y me dirigí al lugar de la entrevista. La oficina estaba en un séptimo piso y me recibió una señorita que me dijo que esperara a que el director me llamara para entrevistarme. Le di las gracias y esperé.
—El Sr. Vázquez está listo para recibirlo. Es la puerta al fondo del pasillo, a la izquierda.— me informó la recepcionista.
Caminé hacia dónde me indicó y toqué la puerta. Oí que alguien se aceraba a abrir y respiré hondo.
Detrás de la puerta había un hombre alto, de alrededor de 40 año, con la cabeza rapada, los músculos se le marcaban y parecía que el traje reventaría intentando retenerlos, por arriba de la camisa se alcanzaba además a ver que tenía una cadena alrededor del cuello y que tenía vello abundante en el pecho. Sus ojos eran oscuros pero bastante intimidades y su mirada era seria.
—Buenos días joven, pase por favor. — dijo con una voz gruesa y bastante seria.
Yo me pasé y me senté en la silla que me indicó que me sentara.
—Me da gusto que hayas venido. Generalmente para este puesto siempre hemos contratado mujeres, pero debido a que vienes recomendado y sobre todo con una recomendación debido a tu naturalidad para servir, creo que este puesto será perfecto para ti. Tus funciones serán variadas y tu oficina será aquí mismo en el escritorio que está por allá. ¿Tienes alguna duda?
Estaba sorprendido porque pensé que me harían una entrevista con mis motivaciones para trabajar aquí, pero parece que solamente se trataba de una introducción al puesto y que realmente ya estoy contratado. Solo me quedaba la duda del sueldo, así que pregunté.
—Disculpe, solo me gustaría saber de cuánto será mi sueldo.— pregunté.
Él me sonrió y me dijo.
—No se preocupe por eso, el sueldo le llegará directo a su encargado y claro tendrá bonos por su buen desempeño y compromiso a la empresa.
No entendía a qué se refería con encargado, se supone que yo soy mi propio encargado.
—Perdón, pero que no entiendo lo que está diciendo.
El director suspiró.
—Mira, legalmente no podemos darte el dinero a ti. Tenemos estos papeles aquí que no los impiden. La parte que te interesa está subrayada en amarillo. Si quieres te dejo un momento para que revises y regreso en unos minutos para ver si aún te interesa firmar el contrato.
Me entregó el documento marcado y leí la cláusula que venía subrayada.
“En este punto se establece que la persona qué firma este contrato entrega total control financiero, y poder sobre cualquier trabajo, futuro ingreso o cualquier otro bien para ponerlo en manos del beneficiario mencionado al final de este contrato. Asimismo para tomar cualquier decisión de cualquiera de los aspectos anteriormente mencionados, deberá consultarse con el protector o beneficiario del contrato.”
Al final del contrato venía mi nombre y el beneficiario era Alan. No entendía qué pasaba, no recordaba haber firmado esto. Pero de pronto me acordé del fin de semana y todo cobró sentido.
Me puse muy nervioso y con mi celular rápidamente marqué a Alan. Me contestó al tercer tono.
—Qué tal, ¿cómo te fue en la entrevista?.— me preguntó.
Yo no encontraba qué decir.
—Oye sobre mi salario…—empecé a decir.
Alan mi interrumpió.
—Ah sí, sobre eso. ¿Te acuerdas lo que hablamos? Para que esto funcione debes dejarme tomar el control de estas cosas. Es lo mínimo que puedes hacer después de todo lo que hago por ti. Tu trabajo no es preocuparte por la finanzas, solo complacerme. Tú deberías de saberlo mejor que nadie, ¿no es lo mismo que pasa en tu casa? Confía en mi y acepta el trabajo, cumple tu rol.
Me quedé pensando lo que decía y aunque algo en mi interior me decía que no, no encontraba ninguna falla en su lógica. En mi casa, mi papá era el encargado de todas las finanzas, no recibía el dinero de mi mamá pero se lo controlaba de alguna manera.
—Está bien, te creo. Aceptaré el trabajo.— contesté.
—Sabía que tomarías una buena decisión.— después de eso me colgó.
El director regresó a la oficina.
—Y bien, ¿has tomado una decisión?— me preguntó.
—Tomaré el trabajo.— le contesté.
Él sonrió y dijo.
—Excelente. Entonces comienzas mañana. Por cierto, tenemos un código de vestimenta para tu cargo. La señorita de la recepción te entregará el uniforme, es importante que te cambies aquí en la oficina por ahora. Tú primer mes será de prueba. Puedes retirarte.
Le di las gracias y salí de la oficina. Tomé la bolsa con el uniforme que me extendió la señorita y me fui a mi casa.
Cuando llegué saqué el uniforme y me quedé atónito. Era una falda corta negra y una blusa tipo crop top. Yo estaba acostumbrado a vestirme en la intimidad con Alan, pero no estaba segur de esto…
Agotado con la situación del día de hoy, me fui a dormir temprano y me preparé mentalmente para mi primer día de trabajo.
excelente serie de relatos espero la cuarta parte y las que sean necesarias para desarrollar todo muy rico
Esta super genial el. Relato me. Encanto