El Mecanico Ardiente
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
A pesar de que soy una persona joven, considero que a veces aunque tengas otras oportunidades, nunca está de más pagarle a algún chacalón rico que te encuentres por ahí, y esto, (verídico por cierto) fue lo que me pasó cuando llevé a arreglar mi carro a un taller mecánico.
Antes quiero aclarar que no es mio, solo deseo compartirlo con ustedes porque es muy exitante
Era una tarde muy calurosa de verano, el termómetro alcanzaba casi los 50 grados, y para variar, la refrigeración de mi carro se había descompuesto, quien haya estado aquí en Sonora durante el verano, comprobará que el infierno sí existe en la Tierra y que la refrigeración es una necesidad, no un lujo.
Bueno, llegué a un taller que me recomendó un amigo, y me dice que pregunte por "el Beto". Cuando iba a preguntar por el Beto, sale un individuo… OHHHHH, que te derrites, era algo alto, moreno, de bigote, de unos 26 años, algo musculoso, con unos brazotes riquísimos, y ojos aceitunados. Llevaba puesto un pantalón de mezclilla muy desgastado, sin camiseta, que revelaba unos ricos pectorales, esfuerzo de los días de trabajo bajo el abrasador sol sonorense, su cabello muy corto, y se estaba empinando una cerveza (algo muy común aquí), pero lo que más me llamaba la atención de él, era esa actitud con la que hablaba, la forma en que caminaba, era un animal sexy en toda la extensión de la palabra, se sabía guapo, me imagino que traería a más de una docena de viejas calientes tras de él, su mirada era penetrante, se me hacía que con la mirada me decía: "pinche puto caliente, cómo te me quedas viendo la verga", porque a veces se la sobaba por encima del pantalón, como invitándome a tentarla. La verdad que para ese momento yo estaba ardiendo, sólo eso me faltaba aparte del calor.
El caso es que me invita a pasar a su oficina, y me dice que todos salieron a comer, y que regresarían en dos horas, después de la siesta. Me dice que va a revisar el carro, y me presta una revista para que me entretenga, mientras él sale de la oficina, que por cierto estaba refrigerada. Pasaron como unos 15 minutos, y halló el desperfecto, que según me dijo era un corto. Me dio el precio y le pagué.
Entonces él me invita una cerveza, y nos la tomamos, platicando pendejada y media de su trabajo, que si se cogió a su cuñada, que si andaban más de 5 viejas tras de él. Hay que recordar que él ya andaba medio tomado, el caso que se acaba la cerveza y me dice que va a ir por más, regresa con dos caguamas, y nos las bebimos también, para este punto yo andaba súper caliente, él cuando hablaba de sus viejas se agarraba la verga y me decía: "ya se me paró esta chingadera, desearía tener a alguna de mis putitas para que me de una mamada". Yo al valor de las cheves, le digo: "pues si quieres yo te hago el paro, puedo ser una putita en este momento y darte una mamada". Acto seguido, se baja el pantalón, y sale a la vista una rica verga, de unos 18cm, no era gigante, era grande, respetable, pero lo que más me gustaba es que era gruesa, bien gorda, como las vergas que me encantan, esas que te abren completamente el culo, y se quedan adheridas a ti. Y me dice: "aquí está puto, mámamela toda, y rápido, porque ya no tardan en llegar mis compas" amigos). No me dijo dos veces, me arrodillé, y agarré la verga sudada de ese hombre que estaba bañado en sudor, pero que era lo que lo hacía verse sexy precisamente, más macho, un hombre en toda la extensión de la palabra, rendido ante su calentura, no era gay, era un hombre, guapo, caliente, sudado, con barba de tres días, pero sobre todo dispuesto y con una rica verga que me comería en ese instante.
Le bajé más el pantalón, agarré sus huevos peludos, y le empecé a lamer la cabeza de ese rico pito, él gemía, me decía obscenidades: "trágatela toda puto, chúpame los huevos" yo estaba extasiado, el sabor de su verga era único, delicioso, con sabor a hombre, y lo que más me gustaba es que derramaba mucho precum, me metía su miembro hasta donde más podía, mientras le acariciaba esos ricos huevos, recorría su verga desde la base hasta la cabeza, le lamía sus ricos huevos y me volvía a subir a su cabecita, y cuando me separaba de ella, quedaba colgando de mi boca un hilo de líquido preseminal delicioso, él empezó a ponerse tenso, mientras con sus manos agarraba mi cabeza, y me metía su pito hasta el fondo de la garganta, de repente pegó un gemido fuerte, derramó en mi boca una gran cantidad de mecos calientes, mientras que yo le acariciaba y apretaba sus huevos, y él me decía: "así mamacita trágate toda mi leche, toda putita, qué rico te la comes" sus mecos estaban deliciosos, porque hay de mecos a mecos, y los de él eran una delicia, no daban asco, al contrario, quería más, quería otra dosis, pero esta vez dentro de mi culo. Yo me quedé súper caliente, y le dije cuando se estaba cambiando: "qué onda, no te animas a darme una culeada? te va a gustar mi culito".
Él me dijo: "mira yo no soy puto, si quieres que te meta la verga, te va a costar una feria". Me puse a pensar, me preguntaba si valía la pena pagar y llegué a la conclusión que él era un hombre, un macho, y que si quería sexo gratis mejor me fuera a un antro a buscar gays, pero yo no quería un gay. En ese momento quería un hombre que me tratara como a una vieja, como a una de sus putas, no como a un gay. Para no hacer largo esto, nos pusimos de acuerdo, me dijo que le diera $500 pesos, un doce de cervezas, y dos cajetillas de cigarros, (créanme que valía más que eso), me dijo que a las 9.00 de la noche estaría solo, y que volviera, que él tenía un cuartito donde dormía, pero que no había refrigeración, y que la oficina se quedaba cerrada. Por un momento pensé llevármelo a mi departamento, pero se me hizo más excitante ahí, en un taller mecánico y eléctrico con olor a aceite, con olor a hombre. Me fui con mi refrigeración compuesta. Para esto eran alrededor de las 4.00, entonces se me ocurrió parar en un súper a conseguir unas medias, un liguero, y cera para depilarme, así lo hice, compré todo y llegué a mi Dep., puse mucho esmero en mi arreglo personal, me depilé las piernas (casi nunca lo hago) me puse debajo de mi ropa normal las medias, el liguero y unas tanguitas, todo en color negro, me puse perfume y listo, por fuera me veía un muchacho normal, pero me excitaba la idea de que llevaba prendas de mujer, me dejé el culito muy limpio, y previamente me lo lubriqué, para no perder tiempo cuando llegara. Se dieron las 8.30, y arranqué en mi auto, llegué y así estaba, un tanto ebrio, pero no completamente. Me bajé, le di lo que me encargó y nos metimos en su cuarto.
PINCHE INFIERNO, casi me arrepiento, estaba muy caliente, el pinche chacal sudaba a mares, y yo ya empezaba a hacerlo, me tomé de golpe dos cervezas, y empecé a manosear la verga del Beto por encima del pantalón, este se quitó toda la ropa, y me dio acceso inmediato a su verga y huevos, mientras me decía: "qué rico mamas puta, déjame tentarte el culito", me quité la ropa, todo, sólo quedé con las medias y el liguero, mi mayate en turno se quedó viendo y creo que se calentó más, porque me jaló de espaldas y me dijo: "ay putita rica, te voy a pegar una culeada que no se te va a olvidar nunca", se bajó, y puso su lengua en mi raja caliente, yo gemía como una puta, estaba delicioso mi chacal.
Se sentó en un viejo sillón, con la verga totalmente erecta y me dijo: "ven mi reina, siéntate en este pito que es todo tuyo, comételo" Previamente lubricado, y además por su saliva, me senté y se me fue la mitad de golpe, él sólo suspiró y dijo "lo tienes bien caliente puto, qué rico, siéntate hasta los huevos", yo gritaba, bramaba como una vil vieja, sentía todo mi culo abierto, este hombre me tenía ensartado y lo estaba disfrutando mucho, me gustaba cómo abría más mis nalgas para meter toda su gran verga dentro de mí, sentía sus vellos en la entrada de mi culo, podía sentir sus huevos, la manera en que se contraía su verga.
Giré mi cabeza, y le ofrecí mi lengua que él devoró por completo, yo brincaba, me salía casi todo y volvía a sentarme de golpe en su poderoso pito, él bramaba, y me decía: "así mamita, es toda tuya, disfrútala", le pedí que me acostara con las piernas en sus hombros y que me hiciera el amor como a una vieja. Entonces me quité la tanga, él puso una almohada debajo de mí, me alzó las piernas y dirigió su verga a mi ya dilatado y caliente ano. La sentía en todo su esplendor, primero metió la cabecita, y luego cuando me acomodé, me la dejó ir de golpe, y era una sensación única, me encantaba cómo gemía, cómo me agarraba las nalgas, me las apretaba, me las abría y entraba completamente en mí mientras me besaba y me decía "putita rica, qué caliente tienes el culito, me vas a sacar toda la leche, ¿la quieres putito, la quieres dentro?". Yo lo decía que sí, que me la diera toda, que me estaba quemando mi culo. La posición era deliciosa, a mí me encanta, porque cuando se viene el hombre, en esta posición puede uno sentir las contracciones de la verga, y puede sentir los mecos cuando entran. Gritaba, estábamos empapados de sudor, su olor a hombre era maravilloso, yo le lamía las axilas, él me besaba el cuello, nuestras lenguas se encontraban, este chacal era muy cariñoso, me hacía sentir como una vieja, me tenía bajo su dominio completamente. De repente pegó un grito final, me la dejó ir toda, la apretaba dentro de mí, sentía que sus huevos se querían meter en mi culo, empezó a bramar, y yo empecé a sentir su verga hincharse y contraerse, y de repente empecé a sentir uno tras otro chorro de leche inundar mi ardiente culo, mientras yo me corría sólo por el hecho de la fricción de su cuerpo con el mío.
Fue riquísimo, se quedó unos instantes dentro, y yo contraía mi culo mordiéndole la verga, exprimiéndole los restos de sus mecos. Nos levantamos y nos vestimos, le di su dinero, y le pregunté que si tenía un amigo como él para que cuando él me la metiera, yo se la mamaba a su amigo. Él emocionado me dijo que sí, que iba a ir a llamarle, pero que necesitaría volverle a pagar a él y también a su amigo. Bueno, ya casi no traía dinero, así que le dije que mejor el fin de semana los invitaba a él y a su amigo a la playa de San Carlos, aceptó gustoso, y quedé de llamarle en dos días.
Este es el fin de la primera parte, esperen pronto la segunda.
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