El mendigo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Permítanme presentarme, me llamo Juan Pablo y vivo en una ciudad petrolera de Venezuela, el relato que les voy a contar me sucedió una navidad hace dos años cuando recién graduado de la universidad tuve que encargarme del negocio que mi familia tiene, todos ellos se habían ido a pasar navidades en el extranjero y me había tocado a mí quedarme, el negocio es una tienda de ropa de caballeros ubicada en el centro de una ciudad que queda a la orilla de la playa.
El negocio quedaba en toda la avenida principal donde pasaban cientos de personas diariamente, al lado de donde yo trabajaba quedaba una venta de pastelitos y empanadas que vivía lleno, recuerdo que acostumbrábamos a pararnos en la puerta del local invitando a la gente a entrar y ver la mercancía.
De mi diré que soy blanco, pelo castaño, mido un metro setenta y dos de alto y delgado, según los que me conocen soy atractivo, ah y soy bisexual.
Volviendo al relato, un día mientras invitábamos a la gente a entrar al negocio noté la presencia de un joven alto, moreno pero no negro y delgado, que estaba recostado a una pared, se notaba que hacía días que no se bañaba, cargaba unas chancletas rotas al igual que la ropa, Un loco mas, dijo una de las vendedoras y así nos entretuvimos con el trabajo y me olvidé del joven, pero a los días siguientes lo vi otra vez, y siempre en la misma posición recostado a la pared, parado o sentado pero en ese mismo lugar, también vi que la gente le regalaba los sobrados de la comida y el refresco, como una de mis amigas había dicho que era un loco, yo inconscientemente lo había catalogado como tal, así que no le prestaba mucha atención.
Pero un día fui a desayunar al lado de mi trabajo y las empanadas que compré no me gustaron así que me dirigí hasta el joven que estaba sentado en el suelo y le entregué la bolsa con la comida, el levantó la mirada y me sonrió, tomo la bolsa y ahí me fije, el chamo cargaba un jeans ajustado pero no cargaba ropa interior y bajándole por la pierna se le notaba algo largo y grueso que debía ser el pene.
Aquello me impresionó, el me dio las gracias y volvió a sonreírme, ahí le detallé la cara, se veía guapo y no parecía loco, pero como uno nunca sabe, me regresé al negocio, pero el bulto del muchacho se quedó en mi cabeza, aprovechaba cualquier ocasión para pasarle por el frente y fijarme en su entrepierna, es más aquella noche pensé varias veces en el mendigo, hasta que me dije a mi mismo que me estaba enfermando y me distraje en otra cosa.
Una mañana estaba en la puerta del local pensando en ir a almorzar, cuando vi al joven levantarse, cruzar la calle y dirigirse a un callejón que conduce a la orilla de la playa, dije que iba a comer y me fui por otra calle que me llevaría al mismo lugar que iba el tipo, fingiría que era un encuentro casual, lo más seguro es que él fuera a echar una meada, yo diría que iba a lo mismo.
Y así como me imaginé sucedió, llegue hasta la orilla de la playa a unas instalaciones que en una época habían sido un parque infantil, más adelante unas matas de coco y ahí estaba el muchacho, fingí no verlo pues él estaba detrás de una mata y quedamos frente a frente, el moreno tenía un enorme trozo de carne en la mano, le pedí disculpas y me fui más adelante, fingí orinar y cuando me voltee él me estaba esperando, sentí temor de que en verdad fuera un loco, le pasé por un lado sin detenerme, y regresé a la avenida principal.
Aquella noche me di una paja pensando en aquel precioso huevo, luego me sentí mal pensando que podía ser un loco.
Pero el domingo siguiente me llevé una sorpresa cuando me dirigí al cementerio de la ciudad, iba a la tumba de mi abuela que había fallecido meses atrás, el joven se encontraba ahí, yo entré al lugar y no lo vi, pero el a mi si y me siguió, llegué al panteón abrí la reja hacía tiempo que no íbamos y tenía monte y sucio, así que me dedicaría primero a limpiar y después colocaría las flores que llevaba, cuando de repente, él supuesto loco estaba parado en la puerta del panteón, de verdad que me asusté.
Aun cuando cargaba herramientas para limpiar y podía defenderme no me imaginaba que hacer.
– Hola, dijo él, te vi pasar y te reconocí, tú eres el de la tienda de caballeros.
– Hola le respondí, si yo soy, que haces por estos lados?
El evadió la pregunta, – Necesitas ayuda? Si quieres puedo ayudarte.
La verdad es que soy algo flojo para eso de cortar monte y esas cosas así que acepte su ayuda, le daría algo de dinero y saldría más rápido, el comenzó a trabajar sabía lo que hacía por cierto, estaba bastante delgado me imagino que por el hambre que pasaba en la calle, pero era atlético, eso sí olía mal, me imagino que tenía días que no se bañaba, tenía mugre pegada al cuerpo, pero debajo de esa mugre se veía un chamo entre dieciocho y veinte años que no debía ser feo.
Decidí sacarle conversación de cosas sin importancia, del estado del cementerio, como algunos de los panteones estaban destruidos y el respondió a todo eso con perfecta coherencia, en muy poco tiempo la tumba estaba limpia, se sentó frente a mí, le ofrecí un vaso con agua y mi mirada involuntariamente se fue a la entrepierna y ahí estaba aquel hermoso trozo tapado por el mugroso pantalón.
Terminé en el cementerio y nos dirigimos a la salida, le iba a pagar pero no me aceptó, me pidió algo de comer, le dije que me esperara fui a un cafetín cercano le compré varias empanadas un refresco y se los llevé.
El me dio las gracias, – Y que haces aquí en el cementerio?, insistí, cuando se alejaba.
– Vivo aquí, me dijo el entrando de nuevo al cementerio.
No pude regresar a la casa, di vueltas por la ciudad la imagen del joven no salía de mi cabeza, definitivamente no era loco, bueno aparentemente no lo parecía, pero porque andaba en la calle, podía estar huyendo o algo así, me hice mil preguntas, por momentos deseaba regresar al cementerio para volverlo a ver, pero el pensar en lo mal que olía y lo sucio que estaba me desanimaba, pensé y pensé, hasta que una idea me iluminó, mi familia tenía una propiedad en las afueras de la ciudad, un lugar que llamábamos el monte, donde mi papá sembraba plátanos, yuca y cosas así, tenía un empleado encargado pero por ese fin de semana no estaba y regresaría el lunes, me fui a la casa y cambie de carro por una camioneta pickup que mi papá tenia para el trabajo en el monte.
Metí ropa vieja mía y unos zapatos en una bolsa y me dirigí al cementerio, cuando me baje y el chamo me vio se me acercó.
– Que hace por aquí otra vez algún problema.
Le inventé un cuento, le hablé del terreno y que me habían dicho que una gente rara andaba por los alrededores y le pedí que me acompañara, él se miró como haciéndome ver su aspecto, yo le dije que podía ir en la parte de atrás yo le pagaría por ayudarme.
Él lo dudo un momento pero aceptó, se embarcó y yo arranqué el vehículo y como el lugar quedaba por la misma vía del cementerio no tardamos en llegar.
Yo le pasé la llave y le pedí que abriera el portón así lo hizo, yo entré, el volvió a cerrar y se embarcó de nuevo pues la casa quedaba alejada de la entrada.
Llegamos debajo de un árbol y estacioné el auto, fingí revisar la casa y dije que todo estaba en orden.
Tenía que pensar en algo y rápido.
– Cónchale chamo como que fue una falsa alarma, verdad y yo haciéndote perder el tiempo.
– Tranquilo pana, no hay problema, al contrario gracias por pedirme ayuda a mí la gente ni se me acerca.
Caminé hacia una pequeña piscina que estaba al otro lado de la casa.
– Con este calor lo que provoca es un baño aquí verdad.
– Jajaja, se rio el, yo me meto ahí y nadie se baña en un mes.
Me reí por su franqueza, aquel chamo no tenía pinta de loco para nada.
– Ahí hay un baño, puedes darte un baño primero y luego usamos la piscina.
El me miró con incredulidad.
– Si me baño y vuelvo a colocarme estos trapos no hago nada.
– Tranquilo, anda bañándote y yo te busco una ropa si va.
Entré a la casa y busqué un bóxer viejo de mi papá para que se bañara, mi papá era más gordo y se le bajaría al meterse al agua.
Luego me fui a la camioneta y busqué la ropa que había llevado, entré al baño, él se enjabonaba de espaldas, aparte de unas cicatrices en un hombro y la espalda era completamente lampiño y tenía unas nalgas preciosas.
– El bóxer para bañarte en la piscina y la otra para después mi pana.
El volteó y me sonrió, mi mirada me traicionó clavándose en su entrepierna, aquello era una estaca impresionante.
Salí del baño y me desvestí quedándome en bóxer, estaba comenzando a ponerme cachuo, así que me lancé al agua de una.
El salió al rato, no se había secado bien y llevaba el bóxer de mi padre, caminó hacia la piscina y desde al agua lo detallé bien, era alto más de un metro ochenta, completamente lampiño, imagine que solo tendría vellos en las axilas y alrededor del guevo, y no era nada mal parecido, sin ser bello era full atractivo.
Y el paquete que se le marcaba me hizo la boca agua nuevamente.
Llegó a la orilla de la piscina y se lanzó al agua, cuando salió del lado de la piscina donde se bañaban los niños de la familia el agua le llegaba poco más arriba de las rodillas y el bóxer se le había bajado por el peso del agua dejando libre a aquel hermoso huevo que me tenía como a una perra.
Él se dio cuenta y se arrodilló para acomodarse el bóxer, yo me lancé una carcajada, acercándome a él, me paré frente a él, quien se levantó y el bóxer volvió a bajársele.
– Hagamos una vaina chico y se acaba el problema, dije yo y me doblé quitándome el mío.
– Quítate tú el tuyo y problema resuelto, total estamos solos.
Él lo pensó unos segundos y mirando alrededor se encogió de hombros y me imitó, ahí si me fui para la parte honda pues me puse cachuo de una.
el agua me llegaba casi a las tetillas él se me fue acercando.
– Por qué haces esto?
– Hacer qué? Respondí haciéndome el guevon
– Traerme a mí en las condiciones en que ando a tu casa y tratarme con tanta consideración.
Me quedé callado, que podía decirle.
– No te asustes, soy una persona completamente normal, jamás te haría daño.
– Yo lo sé, dije yo débilmente, por eso te traje para acá.
– Dime que puedo hacer por ti, lo que sea, yo hago lo que tú me pidas.
Yo no encontraba que responder, clavé la vista en el agua, él se acercó y me levantó la cara.
– He notado como me miras, dijo el acercándose más, yo temblé de pies a cabeza.
– Que quieres que haga por ti, dijo con su boca a centímetros de la mía, y yo completamente ruino le planté el beso, al tiempo que lo abracé, nuestros cuerpos se pegaron y seguimos besándonos por varios minutos, lo llevé a la orilla de la piscina donde el agua le llegaba a las rodillas y comencé a acariciarlo.
– Seguro que aquí no llega nadie.
– Completamente, pero si quieres podemos entrar a la casa
– El me obligó a arrodillarme y me colocó el guevo cerca de la cara, yo se lo agarre con ambas manos era grueso y pesado y sus bolas pesadas y grandes.
Así mismo aproveché para examinarlo no fuera a tener síntomas de alguna enfermedad, pero nada que ver, aquel machete era perfecto.
– Tranquilo chamo, yo estoy sano, me dijo el, yo comencé a besarlo lo besé de punta a punta y luego las bolas, luego comencé a lamerle las bolas para subir al guevo desde el tronco y le pelé la cabeza la cual lamí como si fuera una chupeta.
Él se agarraba de mis hombros fuertemente yo lamia y relamía hasta que me metí la cabeza a la boca, ya aquel gigante se estaba despertando y al tercer chupón de cabeza se había puesto como un pedazo de hierro, sin decirles mentira debía medir más de 24 centímetros, traté de tragármelo lo más que pude, pero debido al grosor me metería unos 12 centímetros.
Él me tomó por las orejas y comenzó a cogerme por la boca, pero en ningún momento trató de metérmelo todo o de ahogarme, al contrario se mostraba delicado conmigo.
Yo me levanté y lo volví a besar.
– Vamos a la casa por favor, dije tomándolo de la mano, sacándolo del agua y guiándolo hacia adentro, entramos por la cocina, íbamos chorreando agua por el camino.
– Estamos haciendo un desastre, dijo él.
– Tranquilo luego yo lo limpio, entramos a mi habitación y así mojados caímos a la cama, el quedó encima de mí y comenzamos a devorarnos, mis manos recorrían su espalda y sus nalgas, yo me abrí enlazando mis piernas con las del, jamás había experimentado algo así.
El bajo por mi cuerpo besó mi cuello, chupó mis tetillas haciéndome gemir de placer y continuó bajando pasó la lengua por mi ombligo, y llegó hasta mi pene que estaba tan tieso que parecía que iba a partirse en mil pedazos, comenzó a pasarle la lengua lentamente, desde la base hasta la cabeza y repitió aquello varias veces, luego se metió mi pene en la boca y su aliento cálido me inundó, mi pene mide 18 centímetros, pero él se metería la mitad a la boca pero no mamaba, simplemente apretaba los labios y me lo apretaba con la boca, no sé cómo coño hacia eso, pero era una tortura deliciosa, yo deseaba que me lo arrancara de una mamada, que me lo mordiera, pero el simplemente hizo eso varias veces, luego se lo sacó de la boca y levantando mis piernas me dio la mamada de culo más rica de mi vida, si lo que hizo en mi huevo fue un delicioso tormento lo que hizo en mi culo fue peor, me colocó bastante saliva en el culo y comenzó abrirse paso con la lengua, mordía, chupaba y me penetraba con la lengua hasta que sentí un pedazo de su lengua dentro de mi culo, el comenzó a mover la cabeza como en círculos y yo comencé a moverme como si estuviera convulsionando, lo agarré por los cabellos como empujándolo a meterse más dentro de mí, él se dio la vuelta se acostó y yo puse mi culo en su cara en posición de 69 yo le mamaba el huevo y el me penetraba el culo con la lengua.
– Cógeme, le supliqué con voz ronca de placer.
Me levanté y busque condones y lubricantes que tenía escondidos en el closet, él había acomodado las almohadas en el medio de la cama, me hizo acostarme quedando la parte baja de mi columna sobre las almohadas, y luego me levantó las piernas y las dobló hasta que mi culo quedo arriba de las almohadas y el resto de mi cuerpo sobre la cama me echó lubricante directamente en el culo y con el dedo comenzó a penetrarme lo hacía delicadamente, cuando el dedo se introdujo todo dentro de mi echó más lubricante y repitió pero con dos, debo decir que sus manos eran grandes y sus dedos largos, yo gemía de placer, luego me sacó los dos dedos y me enterró un dedo gordo, jugo dentro de mi culo y luego me metió el otro dedo gordo, y comenzó a abrirme el culo separando los dedos, yo me retorcía de placer, aquel tipo me volvía loco, si me ponía así con sus dedos que sería de mi cuando tuviera aquel guevo dentro del culo.
Él jugó otro rato con mi culo, luego se colocó un condón que por cierto le quedaba pequeño, lo bañó con lubricante y comenzó a subir y bajar la mano pero aun su huevo no estaba completamente erecto, yo seguía clavado de cabeza sobre la cama con el culo al airé, él se paró en la cama y pasó una pierna sobre mi quedando yo entre sus piernas, luego agarró su pene con la mano y lo colocó en mi culo y con la mano comenzó a jugar, lo empujaba y lo alejaba, hizo eso varias veces y el contacto comenzó a endurecérselo más, cada vez empujaba más fuerte y retiraba, aquello era desesperante, pues cuando mi culo comenzaba a abrirse él se alejaba, en una de esas empujó la cabeza pero no la retiró si no que con un segundo empujón la cabeza se abrió paso en mi dilatado culo.
Yo aullé de dolor, pero la posición me tenía completamente sometido, no pude hacer nada solo gemir.
– Ayyyy….
me duele, sácamelo, sácamelo.
Él se quedó inmóvil, sin decir nada, yo me retorcía, parecía que me acababan de meter una botella de refresco en el culo.
– Relájate, yo solo te estoy dando lo que me pediste, o de verdad quieres que te lo saque?
– Tienes razón, perdóname, dame unos minutos.
– Tomate tu tiempo, respira relájate.
Claro que tiene que dolerte porque estamos haciendo algo que no es normal para tu cuerpo.
Yo lo miré, de verdad que no parecía ni remotamente loco aquel chamo, al contrario se veía que sabía bien lo que hacía, yo respiré varias veces hondamente él tomó el frasco de lubricante para colocarse más.
Y reinició sus movimientos, cada vez que aquel guevo se movía dentro de mí yo aullaba para mis adentros, pero debía ser fuerte, además él me estaba dando lo que yo quería, claro que tener 24 centímetros en el culo no es algo que se haga todos los días, pero si seguía quejándome él me lo iba a sacar y ya lo tenía justo donde lo quería tener, así qué, que coño aguantaría la paliza y más nada.
Eso si él fue demasiado considerado, ningún movimiento brusco, se movía con lentitud, en mis manos yo ya se lo hubiera metido todo a él sin importarme que le doliera, y tal como esperaba comencé a relajarme y el dolor comenzó a ceder cuando lancé mi primer suspiro de placer se sonrió y aumentó la velocidad poco a poco yo cambie mis suspiros por gemidos el me separó las nalgas al máximo y sus 24 centímetros fueron a dar al fondo de mi culito.
Una especie de desesperación comenzó a invadirme, me sentía completamente lleno y aplastado por él, y el peso de sus bolas sobre mis nalgas me fascinaba, así me cogió por un tiempo, luego me lo sacó y me colocó en cuatro patas sobre las almohadas, me echó lengua y dedo un rato y cuando lo iba a meter nuevamente yo le pedí algo que me sorprendió.
– Quítate el condón, dije yo, pero no me acabes adentro.
El obedeció de una se llenó el huevo de lubricante y me lo volvió a meter yo aullé pero de placer, al primer empujón medio huevo quedó dentro de mí, yo trataba de menearme para ayudarlo, él me tomó por la cintura y lentamente me lo metió todo pero suavemente, yo me retorcía, había agarrado la sabana y me la había metido en la boca y la mordía salvajemente.
El me lo sacaba dejando la cabeza adentro y lo deslizaba todo de nuevo dentro de mí, pero lo hacía lentamente, cosa que me desesperaba más, no lo hacía mal, para nada, al contrario pues era considerado conmigo, y me proporcionaba un placer indescriptible, pero yo quería que fuera más fuerte, quería sentirme castigado por aquel huevo.
– Cógeme duro le supliqué, el fingió no escucharme me imagino pues con sus manos en mi cintura guiaba los movimientos, pero yo me impulsé hacia atrás enterrándome aquella estaca de un solo golpe, grité de placer y dolor pero así era me quería sentir.
– Seguro que prefieres así.
– Si por favor, por favor, por favor gemí yo como una perra sin saber lo que me esperaba.
El me quitó las almohadas de debajo y yo quedé más libre de moverme y sin sacármelo se subió a la cama y me empujó hasta el centro pues yo estaba en el borde y el parado me obligó a poner la cabeza contra una almohada y me lo clavó todo sin contemplación, mis ojos se llenaron de lágrimas que eran una mezcla de un placer salvaje que nunca había experimentado y de dolor, pero un dolor distinto, el comenzó un mete y saca divino que el tamaño de su guevo permitía.
– Que rico, que rico gemía yo, cada vez que aquel monstruo entraba y salía de mi culo me hacía ver estrellas, encima que por el tamaño sentía completamente lleno.
El me volvió a llevar al borde de la cama y ahí si me perdió toda la consideración que me había mostrado al principio, pues libre para moverse estando el parado, acentuó sus movimientos, yo me dejé caer sobre la cama desfallecido y eso como que le gusto pues se dejó caer encima de mi e intensifico sus movimientos, y debajo suyo yo me retorcía como una culebra.
– Voy a acabar me anunció el sacándomelo,
Yo me levanté de la cama arrodillándome en el piso, me metí todo lo que pude aquel hermoso huevo en mi boca el me sujetó por las orejas dominándome y a la tercera embestida pegó un grito ronco y acabó directamente en mi garganta, fueron varios chorros de leche los que me llenaron, hice milagros para no ahogarme y cuando me lo sacó mis ojos estaban llenos de lagrima y mi boca escurría leche, me la trague lo más que pude, el temblaba aun del intenso orgasmo.
Yo me levanté y lo llevé a la cama nuevamente, el placer había pasado y no sabía que sucedería ahora, como actuaria él.
CONTINUARA
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