El misterio de la noche del apagón (Martín)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ElMarques.
Cuando lo veo, un pálpito en el estómago, me hace sentir fuera de lugar. Luciano abrazando a pascual; este era más bajo, pero más ancho que Luciano. Sus ojos color miel, era igual que el color de su piel, el cabello muy corto; le hacía ver malo, con el cuerpo desarrollado y de suaves musculatura, me di cuenta que ya pascual había crecido a igual que todos aquí de los primos presentes.
Al darle mi abrazo, sus manos me acobijaron. Sentí la dureza de su abdomen y olor que transpiraba, tan suave y cálido; lo sentí tan cercano a mí, que el abrazo que le di, fue como el de un hermano a otro.
La mirada de pascual, nos veía y nos detallaba, también se daba cuenta que ya hemos crecidos. Los parpados le caían, se puso de pie y nos dijo; que se iba a la cama. Viéndole a los ojos, le pedí que mañana si, jugará con nosotros.
2-El juego.
Javier se negó a buscarlos de los escondites. Por ser el de 15 años, lo demás primo se aprovechaban del muchacho en los juegos. Leandro contando hasta el número 10 en el fondo del patio, los demás primos comenzaron a esconderse por toda la casa de la abuela. –Pero algo más que esconderse, otro motivo tenía el inocente juego–.
3-El apagón
Con Leandro contando en el fondo del patio, todo corrimos a escondernos dentro de la casa. El corazón me latía nerviosamente, me dije; << si sucede lo mismo que anoche… >>. Conteniendo el sudor en mis manos, entro a la casa; la abuela está en la cocina, Javier va subiendo la escaleras, y a Luciano y juan, no les veo por ningún lado.
Subiendo por la escalera de la sala, en total oscuridad, quedo la casa. Oigo a la abuela, advertirnos, no tropezar con nada, y la voz de Rodrigo le dice, que ya ha llegado.
La emoción me hizo temblar, deseaba que la luz no llegara pronto, me pareció que así era mejor, pensé; << ¿dónde estará juan? >>. Termino de subir, y ya estoy en el pasillo de los cuartos; voy lentamente y con los brazos abiertos, evitando tropezar con algo. Oigo un ruido en el fondo del pasillo, –iba a entrar a la habitación de pascual–, pero creyendo que fuese juan o Luciano, camino hasta el último cuarto y entro; nombro a juan y luego a Luciano, al no responderme nadie, llego hasta la cama, y me siento… esperando unos segundos, alguien entra a la habitación –me emociono y no hablo para nada –. La puerta cerro y a la cama llego, la mano se posó en mi hombro y de un tirón, me bajo al piso; quedando de rodilla, el olor y la pesada verga en mi cara cayo.
4-La noche anterior del apagón.
Corrimos hacia las habitaciones de abajo, juan iba detrás de mí, entramos a la habitación siguiente del de la abuela. Juan cerrando la puerta, ambos nos metimos dentro del escaparate; el pego su entrepierna a mis nalgas, aun no estaba dura, pero masajeando con suavidad, la erección de juan se incrustó en mi trasero.
Desde que llego a la casa de la abuela, su físico, llamó mi atención. De estatura baja, piel blanca y de cuerpo ancho de tantos músculos sin ser pretencioso, despertó un deseo sexual por él. Juan es extrovertido –y hasta chocante–, lo vi en el baño hacerse una paja y el sabiendo que lo veía; cuando acabo, sus ojos verdes me vieron con complicidad.
Mordí mi labio inferior, a lo que juan con sus manos en mi cintura, se pegó mucho más atrás de mí. El respirar lento y caliente de él, acariciaba mi nuca, con la lengua lamio el lóbulo de mi oreja. Pegando mi cuerpo más hacia atrás, el sexo erecto de juan palpitaba sin parar dentro de su bermuda.
Me gira y quedo de frente a él, empujando mí cuerpo hacia abajo, con sus manos en mi hombro fui quedando hasta la altura de la cintura. La bermuda color caqui, en el cierre; el bulto prominente, de un lado, pulsaba en mi mano, que sobaba y apretaba la erección atrapada.
Jadeando y tragando grueso; con las manos temblorosas, saque el botón y luego baje el cierre, podía ver la mirada de juan: –seria y de malicia, sus labios rosados, pequeños pero hinchados–, me miraba desde arriba viendo, bajar su cierre y al mismo tiempo apretar su virilidad de adolescente.
Descubrí y, en la punta de su glande; una mancha mojada aparecía en el slip blanco. Pegué mi nariz para oler –y el aroma me gusto–.
Aun no le sacaba la verga del slip, con la lengua saboree la mancha humedad. Juan chisto entre dientes, ansioso con una mano bajo el slip y su erección gruesa salió apuntando a mi rostro; anonadado de placer y nervios, deje que él, con su mano agarrando su falo, me lo pusiera en los labio; –trazo como si fuese un pintalabios– y con delicadeza apuntando a mi boca, hizo que la abriera y dentro mi garganta, su glande a mi campanilla tocó.
La arcada fue inevitable, el sabor fue agrio y luego dulce en mi paladar. La carnosidad acaricio mi lengua, y dejando los residuos de su pene en ella, con deleite la chupe, hasta causarle a él un movimiento involuntario en la cintura. Me la saco de la boca y dijo susurrando; –suavecito ¿sí? –.
Agarre su verga por la base y la subí hacia arriba, pase la legua por la bolas, –y él se estremeció –, los pelos de su ingle, algunos en mi lengua se pegaron –mostró los dientes a medias, y note la burla de su sonrisa–. Ignorando, le estire el prepucio y en su glande, (como chupeta) le chupe ansiosamente, mientras movía su verga, –como si la paja le hiciera–, lentamente movía hacia atrás y hacia adelante, y en su glande mis labios presionaba. Juan echando su cuerpo hacia atrás, y agarrándose fuerte, gimiendo; su verga en varias pulsaciones, en mi boca todo sus semen fue a dar.
<< El olor del cloro lavado >>, fue lo primero que pensé. La viscosidad espesa, corrió fácilmente por mi paladar, en mi garganta seca; la inundo de leche. Hundiendo todo su trozo de carne, y pegando mi nariz a los pelos; el semen de juan lo trague, como si fuese el mejor néctar que nunca hubiese probado.
5- El apagón (continuación)
El aroma, lo reconocí al instante. Con su mano, echo mi cabeza hacia atrás, de los cabellos me agarro y abriendo mi boca; su erección hinchada, en mi boca abarco.
Atragantado y el moviendo mi cabeza al compás de su cintura; sentía en cada movimiento como mis labios, aparte de sentir la textura de su verga, sentía también la dureza del Jeans, pegar en cada metida que daba. De rodilla, a la espalda tenía la cama, el, bruscamente me presiona y a la orilla de la cama quede acostado. Montándose encima, su peso presiono mi cuerpo. Ahogándome con su miembro viril, la enterraba en mi garganta, sin darme chance de saborear su mástil duro.
Moviendo la cintura (como si cogiese mi boca) la hundía en mi garganta, y se quedaba pegado hasta hacerme ahogar e impulsar con mis manos hasta sacarlo de mí.
Sentí la aspereza de sus manos rodear los lados de mi rostro; el movimiento que ejecutaba en la cintura era duro, la mandíbula no la aguantaba de lo abierta que la tenía, jadeando y temblando su cuerpo; en mi boca su virilidad de macho, en la profundidad de mi garganta, comenzó a convulsionar; escupiendo su semen, me hizo tragarlo. Impulsando su peso, mi cabeza la hundió en el colchón y su voz, sonó gruesa al estar acabado y llenado de leche mi boca.
Al terminar se levantó, oí el sonido de la hebilla del cinturón; y rápido de la habitación salió. Quise llamarlo, pero no alcance decir su nombre.
Respiraba cansado, ahí sentado en la orilla de la cama. Me molestaba el hecho, que no dejo que disfrutara el momento con tranquilidad, pensaba; << solo vino, y acabo en mi boca >>. Todo sucedió tan rápido que aún, no salía del asombro.
Me levanto y acomodando mi erección dentro del short, camino hacia a la puerta. Salgo al pasillo, esta oscuro y espeso, no oigo ruido de ningún lado. Estoy caminando lento, la puerta de una habitación oigo cuando la abren, de inmediato, hablando a la oscuridad, pregunto;
Hey, quien está ahí– bajito pregunto.
Soy yo, Leandro –
Acercándose, con una mano toca la mía, me pregunta.
¿Qué paso? ¿Aún estamos juagando? –
No sé, ¿estás buscando a los demás muchachos? – le pregunto.
Sí, pero dejaron de jugar al irse la luz, creo que hacen otra cosa –
¿Cómo que cosa? –
No sé, algo… – me dice Leandro.
Entendiendo o, no, lo que decía Leandro, le propuse y le dije; – baja tú, por la sala, que yo bajo por la de atrás–, terminando de decirle, Leandro entendió lo que dije, y dando la vuelta se alejó de mí.
6- ¿a quién he conseguido?
Cuando iba por el fondo del pasillo, dejando atrás la habitación de Javier; voy bajando por las escaleras, cuando oigo el abrir y cerrar de una puerta. Me asombro y subo de nuevo, estoy en el pasillo de las habitaciones, tratando de adivinar cuál puerta fue la que abrió y luego cerraron.
Estoy perdido en la oscuridad, ya he entrado a la habitación de Javier y a nadie he encontrado. Caminando oigo movimientos en la cama de alguien. En unas de las habitaciones del medio, pego la oreja a la puerta y escucho atentamente.
El suspiro era pausado, se notaba cansado y reposaba. Me arrodillé a la cama, y el olor de sexo, reaccionó mi miedo. El jadea y respira hondo, imaginado quien pudiese ser… aventurado por el temor y excitación, inmediato con mi mano, atrape su dura erección.
Embocado a la mamada, abrí hasta no más poder mi boca. El sabor y el precum en mi lengua deleite, el sabor gustoso lo chupe, y el impresionado; ahogando un grito se dejó hacer. Los pelos, que enmaraña su sexo, acaricio mis mejillas, y tragando su falo empalmado de lado, lo trague hasta al fondo.
Deseaba la penetración, pero aun chupaba y pasaba mi lengua por todo las partes venuda de su miembro viril. Con ambas manos, me tomo de la cabeza, y quedando casi montado en la cama, el, con brusquedad; la enterró en mi boca, haciéndome sentir los pelos, por toda la comisura de mis labios.
Continuará…
Próximo relato; El misterio de la noche del apagón (Juan y Julio)
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