El motivo

Con Juan, mi primo, cogemos desde siempre. Ni me acuerdo cuándo empezamos. En un galpón del fondo de mi casa, yo me bajaba los pantalones y me abría las nalgas, él se arrodillaba, me lo escupía y me la mandaba a guardar. Dolía, ardía, pero lo que seguía después era increíble. Juan me preñaba y luego seguía mi turno, cambiábamos de posición y yo me lo cogía a él.

Luis era compañero nuestro en la escuela pero vivía a unas 6 ó 7 cuadras del barrio. Su padrastro, don Carlos, era albañil y a muchos vecinos le había hecho trabajos, así que ni Luis ni su padrastro eran desconocidos. Don Carlos era delgado, bajito, de piel trigueña oscura y hablaba y gesticulaba medio raro.

Un día Juan vino a mi casa con Luis. No se cómo se lo levantó, pero por supuesto, lo trajo para coger con nosotros, nos fuimos los tres al galponcito y comenzamos, de a uno boca abajo en el piso sobre nuestros buzos, a darnos por el culo. Cuando le abrí las nalgas a Luis quedé asombrado, wow, qué abierto tiene el culo este pibe!!!, pensé. Su ano era un túnel mojadito y oscuro. Se la metí sin esfuerzo. Le eché un polvo, luego Juan me dio por el culito, yo le di a Juan y Juan a Luis. Luis  nos dijo «hoy no tengo ganas, la próxima los cojo» así que no probamos su pijita. Cuando se fue, nos quedamos con Juan tocándonos las pijas sentados en unos cajones viejos.

-Te gustó el culito de Luis?-, me preguntó mi primo.

-La verdad, me quedo con el tuyo ¿Viste qué abierto que lo tiene?-

-Siiii, está desfondado ese pibe. –

-Andá a saber quién se la mete, pero seguro la tiene grande-

-Enorme la debe tener-

Nos quedamos con la duda ¿quién sería el que le dejó el culo así a Luis? Mi primo y algún otro amiguito me comían el culo todas las semanas, y mi culito seguía cerradísimo. El culito de Juan se comía mi pija todas la semanas y cuando le abría las nalgas veía siempre su asterisquito cerrado y tenía que hacer fuerza para que le entrara mi pija. En cambio en el culito de Luis, la pija se iba para adentro de una sin hacer fuerza. ¿Quién se lo cogería?, ¿alguien más grande?

A la semana aprovechamos un sábado que mis viejos salieron a visitar un pariente y cogimos los 3 en la cama de mis viejos. mmm, ver el culito blanquísimo de mi primo en el borde de la cama, al lado del culito trigueño oscuro de Luis, sacarla de uno para hundirla en el otro, es algo que jamás voy a olvidar.

Pero Juan y yo seguíamos intrigados ¿Quién le estaba rompiendo así el culo a Luis? ¿Sería que se metía cosas? Naa, unos dedos o el cepillo de dientes no le podían dejar el orto así. Y, en nuestra libido pre – púber ni se nos ocurría pensar en pepinos, zanahorias o bananas.

Un tiempo después nos llegó el chimento. Uno de los pibes grandes nos contó pidiendo «secreto» que el padrastro de Luis fue a hacer unos trabajos a su casa, que le había hecho tremendo pete y que después casi llorando le pidió por favor que se lo cogiera. Y que por supuesto él se lo recogió. Y todos los días que el tipo estuvo yendo a su casa, él le comió el culo. Preguntarle a nuestro amigo si don Carlos se lo quiso coger a él era inútil, aunque hubiera sido así, lo hubiera negado. Entonces, ¿sería que el padrastro se cogía a Luis?

Cuando Luis cumplió 12 nos invitó a Juan y a mi a la casa, a la fiestita de cumpleaños, los únicos del grado. Nosotros no conocíamos a nadie. Había un pibe rubio, delgado, lindo. Martín. Como estaba bueno, me puse a mirarlo. Me llamó la atención la forma en que lo miraba a Luis, con ojos embobados. Y Luis, cuando notaba que Martín lo miraba, sonreía y bajaba los ojos. Se lo dije a Juan.

-Che, viste cómo lo mira Martín?-

-Será el novio, será el que le deja el culo abierto como flor-, me respondió Juan con una sonrisa llena de sorna

¿Novio? No me cabía ese término entre dos varones.

En primer año ya no estábamos juntos, pero igual a veces iba a «visitar» a Luis. El primer piso de su casa estaba en construcción y ahí le bajaba los pantalones y contra una pila de bolsas de cemento le llenaba el culo de leche. A veces, acostumbrado como estaba al 1 a 1 con Juan, sentía algo de culpa porque nunca le entregaba el culo y le pedía a Luis que me cogiera. Se la chupaba hasta que se le ponía bien dura, pero me cogía un rato y se le dormía.

Al poco tiempo su familia se mudó y dejamos de vernos. Pasaron unos pocos años

Un verano Juan se había ido a la costa de vacaciones y hacía dos semanas que yo vivía a paja tras paja. Pero ya ni meneármela ni meterme los dedos me satisfacía. Necesitaba ponerla!!!!!

Las redes eran una paja, o no concretaban o, cuando les decía mi edad, me decían «paso». Soy grandote, podía mentirles, pero naaa..

Me animé, fui a un bar de la Avenida C con la motito a ver si levantaba algo, me daba igual por cualquier lado, pero necesitaba estar en bolas con otro macho. Llegué y lo vi. En una mesa estaba Martín con un grupo de amigos, me reconoció y me saludó con la mano. Me fui a la barra y pedí una birra con maní japonés. Todo demasiado tranqui, ni el loro se me arrimó ni vi a nadie potable. Al rato la birra hizo efecto y tuve que ir a mear. Estando en el mingitorio, entró al baño Martín, me sonrió y se puso a mear al lado mío. Me fijo y me estaba mirando descaradamente la pija. Eso era darme permiso y me puse a mirar descaradamente la suya.

-¿Te gusta?-, me dijo girando y mostrándomela de frente. Era ENORME. Se la agarré con una mano y le dije:

-no, para nada-, mientras lo pajeaba despacito y le sonreía.

-Luis me contó algo de ustedes, ¿querés que…-

-Vamos a casa si querés-

-Pero…, ¿estás solo?-

-Mi viejo labura de noche y mi vieja se empastilla para dormir. Tranqui, podemos-

Esos 10 minutos en la motito, con Martín sentado detrás mío y su poronga cabeceando contra mi culito, no me pusieron a mil, me pusieron a diez mil!!!

Llegamos, por las dudas miré en el cuarto de mi vieja, estaba roncando a full. El muy hijo de puta me aplastó contra la puerta de mi pieza y me apoyó mal. Me hubiese bajado la ropa para que me clavara ahí mismo, pero mejor hacerlo en mi cama, así que abrí la puerta y medio cayéndonos, entre risas, entramos.

Quedamos de frente. Antes que yo atinara a algo, agarró mi cara entre sus manos y me clavó la lengua hasta el fondo de la garganta. No supe qué hacer, con Juan nunca nos habíamos besado. Me quedé con los brazos al costado del cuerpo, aflojé los labios y lo dejé hacer. Mi mano fue a su pantalón, se lo desbroché y con dificultad, mientras me seguía comiendo la boca, saqué su pija gigante afuera. Traté de soltarme para arrodillarme y empezar a chupársela.

-No, pará, estoy muy caliente, quiero culito- Me desnudé en el acto y me puse en 4 en el borde de la cama.

Sentí sus ropas caer, miré para atrás y se la vi, ¡era imposible que todo eso entrara en mi culo!: como 25 cm y gruesísima. Claro!!, seguro Martín era el motivo del culo destruido de Luisito. Y ahora a  mi me iba a quedar igual, me dio un poco de miedo, pero como dice Juan, para ser puto hay que se bien macho.

Cerré los ojos y esperé la escupida. No vino. En cambio sentí una caricia húmeda y suave en mi anito. De arriba a abajo, en círculos… ¡Martín me estaba dando la primer chupada de culito de mi vida!! Juan no quiere, dice que eso es un asco, pero ahora la lengua de Martín me lo hacía sentir y era hermoso. Cuando la puntita de su lengua se metió en mi canalito, no pude evitar el gemido, mi pija se puso durísima y empecé a gotear preseminal. Estaba en las nubes, la sensación en mi cola era lo más rico que había sentido en mi vida. Pero todo se acaba, me dio un chirlito, me metió un dedo, me metió dos y yo ya me moría por comérmela. Me olvidé que era enorme, me olvidé que me iba a destrozar, sólo quería una cosa

-¡Dale Martin cogeme, rompeme el culo, dale!-

Sentí su glande en la entrada de mi coñito, sus manos me tomaron fuerte de la cadera y vi las estrellas, fue como si mil agujas se clavaran en mi ano, fue como si diez mil avispas picaran mi canalito, como si me enterraran un hierro candente.

-Por favor, por favor sacala, no aguanto- dije entre lágrimas.

-¿Tenés alguna crema?-

-Si, fijate en el baño hay algo de mi vieja, tranqui, salí en bolas que total mi vieja duerme- Me quedé en 4 jadeando y recuperándome del dolor.

En medio minuto ya Martín estaba de nuevo y pude sentir el alivio del frescor de la crema en mi pobre culito. Sentí el chapoteo de la encremada a su pija y de nuevo vi las estrellas, las galaxias, los soles, ahora no rozaba pero igual me estaba destruyendo, mordí la almohada, hasta le arranqué un pedazo, pero centímetro a centímetro ese misil de carne fue entrando en mi. Sentí al fin, la tibieza de su pubis contras mis nalgas, pasé mi mano por debajo de mi perineo y lo toqué, sus bolas estaban a la entrada de mi anito, me la había enterrado hasta la raíz.

De a poco el dolor fue cediendo y Martín empezó un vaivén cortito. Y de a poco mi cuerpo fue abandonando la tierra para flotar en una nube de placer a la que me llevaba ese misil delicioso, tibio, eléctrico, enorme, que me estaba comiendo.

-Ay Martín, no me la saques nunca, estoy en el paraíso-

-Y yo con vos Lucas, el calor de tu conchita me lleva al cielo-

Comencé a gemir sin parar, cada embestida de su ariete me sacaba un quejido, cada vez que me la sacaba otro. Mi voz comenzó a cambiar, rara, se hizo más aguda, como gemido de mina, qué me pasaba, ¿mi culo era conchita?, ¿mi voz se ponía aguda?, ¿esa pija enorme me estaba volviendo hembra?, «¡qué me importa!», pensé, con lo que estaba gozando con mi culito-conchita, no me importaba ser una trola, una trava, una puta, mientras esa poronga enorme me abriera las entrañas. Mi pija literalmente estalló, sin tocármela saqué chorros de leche, ¿algo más faltaba para sentirme una trola? Sii, y vino al ratito. Su pija se engrosó aún más, Martín comenzó a gritar y mi concha sintió un latido tras otro de su misil mientras descargaba su semen en mi. Ahí pasó. Sentí que un calor invadía mi perineo, sentí que mi esfínter se cerraba, sentí el «mmm que caliente» de Martín y de pronto mi ano se dilató, una relajación enorme me invadió y caía tendido sobre la cama con Martín sobre mi espalda. Había tenido mi primer orgasmo vaginal en mi culito!!

Los dos agitados, los dos transpirados.

-Lucas, ¿qué te pasó?-

-No se, pero fue hermoso, único, maravilloso-

Nos quedamos en silencio. su cuerpo abrigando el mío. Nos dormimos, su pija fue saliendo lentamente de mi conchi

Al rato siento besos en mis nalguis, me desperté con una sonrisa y una sensación tan pero tan especial en el culito, que no la alcanzaba a comprender.

-Ahora es tu turno, Lu, me pongo en 4?-

Le sonreí, me acordé de la frase de Luis

-Hoy no tengo ganas, la próxima te cojo-

-Esa frase la conozco Lu- Nos reímos

-Me destruiste el culito, ¿cómo me quedó?-. Martín sacó su celu, me volví a poner en 4 y me sacó una foto.

-Wow, me dejaste más roto que a Luis-

-Jajá, dentro de un rato se te cierra-

Me quedé en 4, y comencé a sentir cómo se escurría la leche de mi conchi y bajaba por mi muslo. -Sacame otra foto- click click

Ver la foto de mi cola chorreando me volvió a poner a mil. Esta vez si. Me arrodillé y se la empecé a chupar desesperado. En dos minutos estaba de nuevo al palo, no me cabía, imposible, la lamí toda, besé, chupé, lamí su enorme glande, bebí gloriosamente el generoso preseminal y ya desesperado me tiré en la cama y levanté mis patitas.

Por más que estaba dilatado, dolió horrores, pero entró de una hasta el fondo y me empezó a bombear furiosamente. La cama golpeaba contra la pared, los dos gemíamos, gritábamos, mis nalgas estaban rojas, mi concha abierta como jamás lo hubiera imaginado, mis ojos deleitados viendo ese enorme trozo de carne entrando y saliendo de mi ojete. Acabé, le llené la cara y el pecho de leche. Me la sacó. -Abrí la boca-, me ordenó, se arrodilló dejando mi cabeza entre sus piernas y me la mandó a la boca, tosí, lloré pero me banqué la cogida y me llevé el premio, mi boca repleta de su semen dulce y caliente. Lo tragué con felicidad y esta vez fui yo quien lo besó para compartirle su lechita.

Me tuve que levantar temprano para poner las sábanas y mi bóxer empapado de todo lo que me salió del culito durante la noche, en el lavarropas antes que mi vieja despertara. Tenía las piernas flojas, me dolía la comisura de los labios, sentía mi culo abierto y mojado, pero nunca me había sentido tan feliz.

Esa mañana le escribí un mensaje a Juan

-Che Juan, ya descubrí el motivo por el que Luis tiene el culo tan abierto-

-¿En serio?, contame-

-No, cuando vuelvas te muestro las pruebas-