El nalgoncito de 11 años
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por natzareno.
Resulta que me encontraba manejando mi automovil por las calles de mi ciudad, detenido en un semaforo, se acerca un niño de unos diez años de edad.
De cara blanquita, cuerpo llenito (no era esqueletico ni gordo, era perfecto) pelo negro, ojos marrones, y una boca carnosa (estaba para morderle los labios).
Resulta que el niño vendía flores, rosas para ser mas exacto.
Yo tenia la ventanilla del automovil abierta, por lo que se me acerco ofreciendome una rosa por poco mas de un dolar la flor.
Al hablarme el niño, con su voz suave y su mirada fija en mis ojos; me atrapó.
Fue un segundo donde millones de cosas se me pasaron por la mente, lo mire bien.
Observe que se encontraba vestido con ropa deportiva, muy sucio, y transpirado.
Un pantaloncito amarillo de futbol corto, por arriba de las rodillas que le iba justo (no apretado) que permitia ver sus hermosas curvas de niño que se prepara para iniciar la pubertad.
Tenia una camiseta blanca, tambien de futbol, lo que me dejaba ver su hermoso cuerpo.
"-¿Quiere una rosa? Cuestan XX pesos cada una.
" Me dijo.
En los segundos que tardo el niño en hablarme, mis ojos "estudiaron" automaticamente el panorama completo y mi mente elaboro una estrategia para ver si concretaba algo con el niño.
Lo cual podia fallar, claramente, es que tengo un poco mas de 38 años y jamas me acoste con un niño.
Pero la situacion, por alguna razon extraña, me alento a intentar algo con aquel niño que tenia la clase de cuerpo que me encanta.
Luego de la oferta de las flores, conteste rapidamente: "-Oye, que baratas las tienes, ¿vendiste muchas?.
" A lo que me contesta "-Si, algunas, ¿quiere comprar?".
Mi mente no estaba en su sano juicio, el niño tenia una cara simpatica, una leve sonrisa en su rostro que me atrapaba.
"-Quiero todas las que tengas, pero me tienes que ayudar a cargarlas al automovil".
Es lo que se me ocurrio decir, ya que vivo solo en una pequeña casa que alquilo, y por mi cabeza solo deseaba llevarlo a casa para intentar besar a ese niño.
Niño "-Si señor, lo ayudo.
Solo tengo una cubeta con 23 rosas mas.
" Me dijo con cara de sorprendido pero bastante atento a la venta.
Yo "-Deja que estaciono el carro.
Tu ve hacia donde estaciono.
" Le dije, y busque un lugar en la calle donde aparcar el vehiculo.
Encontre un lugar a unos 75 metros de donde estaba el niño.
Si bien habia muchos automoviles estacionados, era horario de oficina por lo que las calles estaban bastante vacias.
No habia mucha gente, y en la ciudad nadie anda mirando lo que hacen los demas.
Por suerte vivo en un lugar donde la gente es bastante discreta.
El niño se acerco hasta donde aparque, yo me baje del carro y lo tenia parado frente a mi.
Me llegaba hasta el pecho.
"-¿Que edad tienes?.
" Pregunte de manera automatica.
Niño "-Tengo 11 años.
" Dijo como extrañado con la pregunta.
Yo "-Y que haces trabajando a esta edad, no vas a la escuela?.
" Le pregunte.
Niño "-Emm, es enero.
estoy de vacaciones" Me dijo en un tono medio sarcastico que me encanto, yo ya tenia el pene bien duro, pero esa respuesta carismatica me lo puso mas aun.
Yo "-Jajaja! Lo se, pero como llegaste a vender flores.
y tus padres?" Pregunte sintiendo que comenzaba a entrar en confianza.
Niño "-Emmmmmmm .
Bueno, en casa supongo.
Y mi tia es florista, me da las flores, las vendo y me quedo con la mitad de las ganancias.
" Me contesto bastante coherente.
El panorama estaba cambiando, en primer momento pensaba que el niño era de la calle y que lo podia llevar facil a casa ofreciendole dinero o un hogar.
Pero resulta que tenia una familia trabajadora, y que el queria trabajar para hacer dinero y comprarse algunas cosas.
Bastante maduro el mocoso.
Pero "reconfigure" mi estrategia y le dije:
Yo "-Ahh! que bueno que quieras hacerte de ahorros para comprar tus cosas y no pedirle nada a nadie.
¿Cuanto dinero necesitas? Yo puedo dartelo.
" Le dije sabiendo ya que hablaba con un negociante.
Niño "-Bueno, necesito unos 500 pesos.
" Me dijo sin vueltas.
"¿Que quieres que haga?".
Me dijo con una sonrisa en su cara y sus ojos que miraban para todas direcciones.
Yo trataba de decifrar que pasaba por la mente de aquel niño.
Decidi primero pagarle las rosas que le compre.
"-Cobrame las rosas, cuanto te debo?" y me contesto "Son XXX pesos.
".
Le pague y le dije que meta la cubeta con las rosas en el porta equipaje del automovil.
Luego decidi tirar la artilleria pesada.
Yo"-¿Como te llamas?" Pregunte con voz amigable.
Niño "-Santiago.
" Respondio como a la expectativa de lo que le pueda llegar a ofrecer.
(El nombre no es el real)
Yo "-Huy, bonito nombre, yo tambien me llamo Santiago (mentira, parte de la estrategia), bueno, queria decirte que me haces acordar a mi cuando tenia tu edad.
Tambien vendia flores para hacer dinero y no depender de nadie.
" Dije para amortiguar la oferta que le iba a ofrecer.
Santi "-¿De verdad?.
" Pregunto con curiosidad.
Yo"-Siiiii, de hecho tambien hacia otra clase de trabajos que me daban mucho mas dinero.
" Ya con insinuaciones.
Santi "-¿Y que hacia para ganar mas dinero?.
"Pregunto con mucha curiosidad.
Yo "-Bueno, es una historia larga.
Si no tienes que hacer nada, te invito a tomar un cafe o chocolatada a casa y te cuento mas.
Te puedo enseñar lo que hacia y si te gusta lo haces tu tambien.
" Le dije, sabiendo ya que la situacion comenzaba a ser algo bizarra y delirante a la vez.
Santiago"- No se, tengo que volver a mi casa antes de las ocho de la noche sino me van a retar.
" Me dijo con carita de "no se"
Yo "-Bueno.
Son a penas las tres de la tarde.
Vamos en mi carro y te acerco a tu casa antes de que tus padres lo noten.
" Le dije ya con una ereccion explosiva.
Yo iba vestido con una camisa blanca y un pantalon vaquero azul.
Fisicamente soy un poco gordito, de pelo negro, ojos negros, piel blanca, y de una altura respetable.
Tengo un trabajo bueno, pero en la vida siempre fui solitario porque desde que tengo uso de razon me gustaron los niños.
Si, siempre.
De 8 a 12 años.
Recuerdo que tenia 5 años y me gustaba jugar con los chicos de 11 y hacerme el distraido para tocarles sus penes.
Mi infancia fue asi, siempre con disimulanto, porque nunca fui ni me considero "una loca".
No soy un gay, ni un degenerado, simplemente siempre me gusto una clase de persona.
Los niños llenitos y nalgones de entre 8 y 12.
Preferiblemente rubios con piel totada por el sol.
Pero niños como Santiago, siempre me gustaron mucho, Santiago tenia una clase de cuerpo que yo conocia bien.
Hubo una epoca en la que tenia un amigo que era entrenador de futbol infantil.
Resulta que lo ayudaba con los chicos de entre 10 y 12.
Claro que el mejor momento era "el momento en que los chicos se cambiaban en el vestuario".
Fueron buenos años de mi vida, mas de una vez alguno se resvalo en el vestuario por pisar el piso mojado y (aprovechando que solo eran los chicos y yo) aprovechaba para tocarlos todo.
Ellos no sospechaban nada porque pensaban que "los frotaba" para que se les quite el dolor.
¿Quien va a sospechar del entrenador de futbol si el futbol es para "machos"?.
Finalmente, Santiago acepto mi invitacion.
Se subio a mi vehiculo y rapidamente conduje hacia mi casa.
Fueron diez minutos de viaje donde no podía quitar mi vista de sus piernas lampiñas.
El me preguntaba cosas sobre el auto, mi trabajo, si estaba casado.
A todo le contestaba automaticamente, por mi mente solo pasaba la imagen de sus piernas.
Me moria de ganas de besar esas piernas y saborearle el bultito.
Ya queria ver que clase de penecillo tenia Santiago, deseaba que sea completamente lampiño.
Cuando llegamos a casa, estacione rapido el carro, me baje y fui directo a abrir la puerta.
Le hice una seña con la mano para que se apurara a entrar.
Ni bien entro Santiago a la casa, comenzo a mirar para todos lados inspeccionando.
Lo invite a sentarse en el sofa, alli tengo un televisor led con la playstation 4.
Le dije que si queria podia jugar, pero que antes se bañara porque me iba a ensuciar toda la casa .
–
Santi era un niño que vendía flores en una de las esquinas de mi ciudad, de ojos marrones, cabellera negra, piel blanca, y boca carnosa; de contextura llenita y de un trasero generoso.
Es que con 11 años de edad estaba en ese momento en que su cuerpecito comenzaba a tener las típicas curvas de pre-adolescente.
Lo sabía porque, un día, iba con mi carro por la ciudad y me ofreció flores al detenerme en un semáforo.
Es ahí cuando me encantó todo de él, su voz angelical, su cuerpito, y su frescura típica de la edad.
Mientras me ofrecía flores, decidí intentar algo con él.
En un momento, creí que era un niño de la calle, abandonado.
Pero resultó ser un niño de una familia trabajadora, cuya tía le enseñó a hacer dinero vendiendo rosas en la calle.
El niño era un emprendedor, sin lugar a dudas quería ganarse la vida trabajando.
Así que aprovechó la época de vacaciones para hacerse de algunos pesillos.
En ese contexto, decidí comprarle algunas rosas para, luego, intentar “enseñarle un nuevo negocio” que lo llenaría de dinero.
Así que lo invité a mi casa, aceptó con algo de desconfianza.
Los detalles del momento lo pueden leer en el anterior relato.
Una vez en casa, Santiago de 11 años de edad, comenzó a fisgonear por doquier.
Principal énfasis en mi sala de estar, es que allí estaba la consola de videojuegos.
Pero como Santi anduvo trabajando varias horas en la calle, se notaba a leguas que necesitaba un baño…
Yo- “Santi, si quieres jugar con la play debes bañarte antes, sino me ensuciarás toda la casa…” Le dije esperando que el niño acepte mi regla.
Santi- “Em… Okey… ¿Dónde está el baño?”.
Peguntó encogiendo los hombros un poco.
“Sígueme”, le dije.
Con él detrás, caminé los pocos metros que separan mi sala de estar con el pasillo en donde se encuentra el baño.
En mi cabeza soñaba con que me deje verlo desnudo, planificaba en mi mente alguna estrategia para quedarme en el baño y “ayudarlo a bañar”.
Pero también, era consciente de que Santi tenía 11 años y “me echaría” del baño antes de quitarse la ropa…
Al ingresar al baño, le señalo la regadera, y le digo – “Bien Santiago, ven que te ayudo con esto…”.
Y me acerqué a él para quitarle la camiseta que traía puesta, deseando que no me diga lo que cualquiera esperaría de un niño de 11 que se va a bañar: “déjame, puedo solo”.
Lo cierto es que no se resistió ni me dijo nada, es como si le gustara que lo ayude… Pero no en el sentido sexual, sino que (creo) que sintió en mí una imagen paternal o de hermano mayor… ¡Vaya a saber qué sintió! Lo cierto es que me dejó ayudarlo a desvestirse.
Santiago levantó sus brazos llenitos y hermosos, yo levanté su camiseta de los costados y se la quité.
Quedando a la vista ese cuerpo blanquito “masticable”, es que debajo de la camiseta escondía un cuerpito blanco perfecto, como los que comenté que me gustan desde siempre.
Él bajó lentamente sus brazos a los costados de su cuerpo, yo me puse de rodillas frente a él.
Coloqué mis manos en los costados de su bermuda, pude sentir las curvas de su caderas, el calor de su cuerpo, lo miré a la cara.
Él no me miraba, a él le llamaba más la atención el baño, no paraba de mirar a ver qué cosa interesante tenía yo en la regadera.
Así que seguí con mi plan, comencé a bajarle la bermuda… ¡Ho, sorpresa! No tenía ropa interior.
Eso lo puede percibir desde el primer jalón que hice hacia abajo, lentamente bajaba su bermuda centímetro a centímetro.
Iba liberando la zona de su pubis, confirmando lo que yo sospechaba… Santiago era lampiño.
Cada centímetro que bajaba de su bermuda, era un aumento de latidos, sentía cómo la taquicardia quería boicotear mi estrategia generando que me desmaye.
Pero no se lo iba a permitir, tomé aire y me controlé.
Santi sintió mi suspiro, ahora él me estaba mirando a la cara con cara de póker.
Miré sus ojos y no pude descifrar su pensamiento.
No me importó, seguí con el plan.
Aunque un poco más rápido porque ya había llamado la atención de Santi.
Con cuidado, pero rápidamente, bajé completamente la bermuda de Santi, su pene quedó a la altura de mi cara.
Era hermoso, medía como unos 5cm, estaba dormido sobre dos hermosos testículos pequeños y rosados que colgaban de su pubis lampiño, me quedé mirándolo unos segundos, no muchos, pero lo suficiente para que Santiago haga un chiste por el momento de silencio que se percibió en el momento: “¿Qué, te gusta?”.
Me dijo sonriente.
Les puedo asegurar que me moría por decirle “SIIIII, Y QUIERO CHUPARTELO”.
Pero en el momento sentí que lo iba a asustar si le contestaba eso.
Es que Santi se veía un chico inteligente, pero con inocencia.
Pero ese chiste se podía interpretar como que Santi ya había estado desnudo con otras personas, porque es la clase de chistes que se hacen en el vestuario de en un club cuando alguien le mira el pajarito a un compañero.
Aproveché el momento del chiste para ponerme de pie, sonreí con una carcajada forzada y aproveché para darle una palmada en una de sus nalgas acompañando la frase “ya, métete a la regadera”.
Él caminó los pocos pasos que había hasta la regadera, además de “mirar su ir”, mis ojos se enfocaron en esas preciosas nalgas pálidas.
Unas nalgas sublimes, curvas perfectas, paraditas, una raja que pedía a gritos que la penetre.
Aproveché que no me veía para lamer (como un idiota enamorado) la mano con la que había nalgueado uno de sus glúteos.
Santi se metió a la regadera “¿Cuál es la caliente?”.
Me preguntó en relación a las perillas del grifo.
“La izquierda”.
Le dije mirando a unos pasos de él el panorama que siempre soñé, un niño hermoso bañándose en mi regadera, y yo al lado suyo…”.
Pero faltaba que me meta yo también, le dije en broma “¿Te molesta si me baño yo también?”.
Me miró con cara de “estás bromeando”, yo le devolví una mirada de “¿Y?”, apurándolo a que me conteste.
“Es tu casa”, me dijo mientras levantaba con una mano el shampoo y con la otra se desparramaba un poco por el cabello.
La imagen era preciosa, imaginen la situación.
Tengo un baño con azulejos blancos, una regadera amplia, sin nada que obstruya a la vista.
Todo bien iluminado, eran cerca de las 15:35 del día.
Vivo solo, y a él no lo esperaban en su casa hasta después de las 19hs.
O sea, no había apuro, y la situación era más que excitante, es más, en mi caso la catalogo de romántica.
Rápidamente me quité toda la ropa, me metí a la regadera con él.
Mi pene estaba totalmente duro, pero yo hacía como si no me hubiera dado cuenta.
Me puse shampoo en el cabello, y veía cómo aquel niño de 11 años me miraba disimuladamente el pene.
“Oye, pásame el jabón”.
Le dije, con un todo de voz bajo.
“Toma”, dijo dándome con su mano el jabón.
“Me refiero a que me lo pases por la espalda”, le dije sonriendo.
“Es que me pica un poco, hizo mucho calor”, seguí comentando.
“Okey…”.
Dijo, y me di la vuelta para que me enjabone.
Al intentar pasarme el jabón por la altura de los hombros, noté que se puso de “puntitas de pie” para alcanzar la zona; situación que llevó a que en un momento todo su cuerpo impactó levemente conmigo.
Sentí claramente su pubis, su penecito, y sus piernas impactando con las mías desde atrás.
Pero esta vez su pene estaba duro.
Y no aguanté más, necesitaba “comerme a ese bombón”.
Giré rápidamente mi cuerpo hasta ponerme frente a él.
En ese giro, mi pene impactó con su barriga… No tengo palabras para describir el momento, imagínenlo ustedes.
Santi bajó si mirada y quedó viendo mi pene, con una mano se tocaba el lugar donde lo rocé con mi herramienta.
Con la otra mano seguía sosteniendo el jabón.
Santi- “¿Por qué la tienes tan paradota?”, dijo sin quitar la mirada de mi ingle.
Yo- “Es que no estoy acostumbrado a bañarme con otra persona…”.
Le comenté esperando que él me dijera que él sí estaba acostumbrado a bañarse en multitud.
Santi- “Ha, okey…”.
Dijo tímidamente, mientras se pasaba el jabón por sus axilas.
Yo- “¿Tú sí?”.
Le pregunté.
Santi- “¿Tú sí qué?”.
Preguntó con cara de no entender la pregunta.
Yo- “¿Te has bañado con alguien antes?”.
Pregunté sin más vueltas.
Santi- “En mi casa somos muchos, mis primos viven conmigo; así que siempre nos bañamos de a dos.
”.
Dijo sorpresivamente, pero confirmando mi sospecha de que estaba acostumbrado a ver personas desnudas.
–
Este relato contiene dos versiones anteriores que se acoplan cronológicamente con éste.
Sí, siempre quise decir eso, nunca había llegado a un tercer relato…
Con Santiago, el niño de 11 años que vendía rosas en las calles de mi ciudad con el fin de hacer dinero, al que había convencido de que me acompañara a mi casa para “enseñarle un nievo negocio”; ya hacía algunos pocos minutos que nos estábamos enjabonando el cuerpo debajo de la regadera.
Santi, me había contado que en su casa son muchos y que se bañaban de a dos para que alcanzara el agua.
En ese momento entendí por qué Santi no se sorprendió, ni se asustó, cuando le pregunté si me podía bañar con él.
Pues en su casa era lo más normal.
“Tú también tienes tu pene parado” Le dije al pequeño que no paraba de mirar mi pene que, segundos antes, colisionó con el costado de su barriga al girarme hacia él.
“Es que… No sé…” Me dijo sin saber por qué la tenía erecta.
Claro que me imaginé que la situación de estar con un hombre en una casa ajena le debe haber generado una excitación, pues en su mente seguro estaban pasando cosas que no debía entender del todo.
“Vamos, salgamos del agua que se nos van a arrugar los dedos, jeje”.
Le dije.
Santi agarró una toalla de las que suelo tener colgadas al costado de la regadera, comenzó a secarse el cuerpo mientras yo hacía lo mismo con otra toalla.
Él se dirigió hacia la puerta donde había un perchero donde colgué su ropa.
“Oye, deja que te lave tu ropa… Tú estás limpio, pero tu ropa apesta y me ensuciarás la casa”.
Le dije adelantándome para que no se vista.
“¿Y qué me pongo?” Me dijo.
“Bueno, quédate con la toalla, total no hay nadie más en casa y pondré a lavar la ropa sólo media hora en la lavadora”.
Contesté nuevamente y con mi pene que “me latía” de tan excitado que estaba.
Yo me quedé desnudo, y caminaba con mi amiguito tapado sólo con su toalla por los pasillos de mi casa.
Nos dirigimos hacia donde tenía el sofá, allí tengo una televisión con la playstation 4.
Santi estaba viendo los juegos que tenía, cuando le digo: “¿Hablamos de negocios?”.
Santi- “Si, claro…” Me dijo sus mejillas coloradas, como sabiendo lo que le iba a decir.
¡Es que a esa altura ya era obvio!
Me senté en el sofá, en el medio, y le hice una seña para que se coloque de pie frente a mí.
“Como te contaba antes de venir aquí, cuando tenía tu edad descubrí una forma de hacer mucho dinero en poco tiempo…” Hice un silencio mientras tomaba sus manos con las mías.
“Hay algo que muchos hombres quieren y están dispuestos a pagar bastante dinero por ´alquilar´ a un niño por unas horas…” Le dije con un tono de voz suave y midiendo cada palabra que salía de mi boca… No es fácil hablar así con un niño que apenas conoces.
“¿Alquilar?” Me preguntó ni bien terminé la introducción.
“Si, alquilar… Verás, ¿sabes lo que es una paja?” Le dije.
“Si, todo el mundo lo sabe…” Me contestó poniendo su hermosa carita de “¡Claro que sé!”.
“Bien, a los hombres les aburre hacerse la paja (masturbarse).
Lo han hecho mucho tiempo así que ya no sienten nada al hacerlo.
” Hice un silencio mientras soltaba una de sus manos y colocaba mi mano en su cadera casi desnuda (recuerden que traía una toalla enrollada a la cintura).
“Muchos hombres pagarían mucho porque un jovencito los ayude a masturbar…” Le solté la solté finalmente la información que me costaba transmitirle.
Esperé unos segundos para ver qué me decía.
Fueron unos cinco segundos incómodos donde pensé que se asustaría y saldría corriendo, pero lo cierto es que Santi se había bañado conmigo y se encontraba desnudo (sólo con la toalla) frente a mí y no me había propasado en ningún momento.
Por lo que sería extraño que se asuste, pues ya había un mínimo de confianza.
——
Me encontraba con Santi de 11 años, él vendía flores en la calle para hacerse de algo de dinero.
Aprovechaba sus vacaciones para trabajar, su familia era de clase trabajadora y en su casa eran muchos.
Por eso no sorprendía que el niño sea tan sociable con los extraños, pues estaba acostumbrado a tratar con gente todo el tiempo.
Si bien Santi parecía ser inocente, la realidad es que en su casa se bañaba con sus primos por lo que es una obviedad que habrá jugado con ellos en la regadera y… Hasta, seguramente, dormían compartiendo cama.
Pero eso es una deducción, no lo sabemos.
Lo que sí sabemos es que Santi no tuvo problema en acepar la invitación que le hice, cuando lo vi vendiendo flores en la calle, para que venga a mi casa y así enseñarle “un nuevo negocio”.
Ahí estábamos los dos, recién bañados, yo denudo sentado en el sofá.
Él, de 11 años, llenito con curvas hermosas en su cuerpo, de piel blanca y ojos marrones, cabello negro y una boca “carnosa”; se encontraba parado delante de mí sólo tapado por una toalla enrollada en su cintura.
Acababa de contarle cuál era el negocio, el que consistía en “alquilarse” con hombres grandes a cambio de una buena suma de dinero.
Pues son los adultos quienes pagarían una fortuna por acostarse con un niño de 11 años, y más con las características de Santiago.
Él sí lo valía, con cara simpática y voz de ángel, acompañado del cuerpo arriba comentado.
“¿Quieres que te enseñe lo que debes hacer?” Le pregunté con algo de impaciencia frente al silencio que se había generado”.
“Bien…” Me dijo más sonrojado que antes.
Yo sentía como que él quería lo que venía (me salió una rima).
Pero como que no se animaba, evidentemente estaba tímido.
Posiblemente era su primera vez, no le quise preguntar.
“Acércate más, quítate la toalla” Le dije mientras me sentaba un poco más al borde del sofá y abría más las piernas para que él se pare en el medio.
“Dale, sin miedo…” Lo animé ante su timidez.
“Primero te enseñaré lo que tienes que hacer, luego tú me lo harás a mí… ¿De acuerdo?” Le expliqué.
“Si…” Se notaba a leguas que estaba muy tímido, pero como no se negaba era claro que quería experimentar.
Coloqué mis manos en los costados de su cadera, ya sin la toalla y completamente desnudo.
El tacto de mis manos con la suave piel de sus caderas, y estar en contacto directo con sus nalgas era la gloria.
Tenía frente a mí ese pene que dormido era de un 5 o 6 cm, pero erecto alcanzaba tranquilamente los 10 o 11 cm.
Un manjar, con esos huevitos aún rosados, todo lampiño.
Comencé a darle besos en el pubis, sentí como Santi se sonreía, mezcla entre nervios y timidez.
Me encantaba la suave piel que tenía, el aroma a jabón pues recién nos habíamos bañado juntos.
Pasé una de mis manos entre sus piernas, comencé a acariciar el caminito entre su ano y sus huevitos.
Al mismo tiempo que con mi otra mano le recorría toda su espalda hasta llegar a sus preciosas nalgas.
Mi boca ya estaba lamiendo su hermoso pene que todavía no había abierto del todo el prepucio.
Apenas se asomaba su rosadito glande.
Yo ya no lamí, sino que succionaba.
Me encantaba el gusto que sentía.
Santi ahora respiraba fuerte, se había dejado de sonreír y trataba de mirar lo que hacía yo con mi boca en su penecillo, pero la situación no lo dejaba; pues ponía sus ojos en blanco cada tanto.
Van a tener que imaginar ustedes cómo se la mamé a aquel chaval, mis manos ya se habían concentrado en su culito.
Mientras yo se la mamaba, con una mano le separaba las nalgas y con la otra jugaba con su hoyito.
Solo tocaba, todavía no era el momento para penetrarlo.
Miré hacia el reloj de la pared, eran las 16:35 hs.
El tiempo volaba, me puse de pie y le pedí que se acueste en el sofá.
Me coloqué de rodillas a sus pies, le pedí que se tenga las rodillas para mantener sus piernas en el aire.
¡No puedo describirles la imagen que tenía, me sentía en el cielo! Santi accedía a todo lo que le decía, era sumiso completamente.
Me estaba regalando una visión única.
Sin perder más tiempo, comencé a lamer su ano, él sonreía o gemía, no lo sé.
Lo cierto es que “me comí ese bombón”, mordía con mis labios, lamía, besaba, todo.
Le estaba babeando literalmente su hermoso trasero, esas nalgotas preciosas, con mi boca subía por el caminito hacia sus huevitos y su pene, me quedaba un rato ahí, luego volvía a bajar por el mismo camino.
Era una cosa inexplicable.
Ese niño me tenía loco, era perfecto, piel suave y blanca, con olor a recién bañado… ¿Qué más puedo pedir?
Comencé a subir con mi boca, por su barriga, besando, pasé por su hermoso pecho de niño llenito.
Una delicia, comencé a besarle el cuello, las mejillas.
Lo miré y le pregunté si le gustaba, me dijo que sí.
Eso me excitó más, mientras lo besaba por el cuello, mi pene “cabeceaba” su ano que estaba todavía al descubierto debido a que Santi sostenía sus piernas en el aire.
Me moría de ganas de penetrarlo, pero todavía no era el momento…
–
Mientras Santi se encontraba recostado boca arriba en el sofá, con las piernas sostenidas en el aire, liberando su hermoso y rosado asterisco de niño de 11 años de edad; yo me encontraba sobre él, entre sus piernas, besando su cuello y rozando mi pene contra su hoyito.
Por mi cabeza quería avanzar, pero sabía que tenía que convencer a aquel niño de que todo era una “instrucción” para que haga dinero en la calle… “Bien, hasta aquí es un precio… Llamémoslo ´el paquete básico´…” Le dije al oído haciéndome el profesor.
“¿Quieres pasar al próximo nivel? Es el nivel con el que te llenarás de dinero” lo animé sin más vueltas.
“Si.
Quiero, pero… ¿Me va a doler?” me preguntó seguramente imaginando lo que venía… Sin dudas los chicos de hoy saben de sexo.
“Un poco, solo las primeras veces.
Luego el cuerpo se acostumbra y comienzas a sentir que necesitas más…” Le dije ya con mi pene que estaba “poseído” fregándose en su hoyo.
Santi hizo un breve silencio… “Solo prueba conmigo, si tú dices que pare paro…” Le dije con voz “paternal”.
“Bueno, pero despacito…” Dijo haciendo “trompita” con su hermosa y suave boquita.
Me levanté rápido y fui corriendo a mi habitación, busqué en mi mesa de luz un lubricante.
Regresé rápido hacia Santi, me posé nuevamente de rodillas detrás de su hoyito.
Unté lubricante en su asterisco, la imagen me volvió loco… No aguanté las ganas de “comerme nuevamente ese hoyito, así que volví a besar y lamer todo su culito.
Mordía con mis labios sus nalgas, era lo más sexy y hermoso que había visto en mi vida.
En mi mente se me pasaba por la cabeza su edad, su suavidad, su inocencia ¡No lo podía creer! Estaba como loco “devorando” su hermoso trasero.
Cuando me quise dar cuenta ya me había tragado todo el lubricante que le había untado.
Volví a lubricarlo, mientras lo hacía le introduje lentamente mi dedo índice, luego el dedo de al lado.
Santi hacía un gesto de dolor, inmediatamente (sin quitarle mis dos dedos de su hoyito) acerqué mi cara a la suya y le di un beso en los labios.
Tenía los labios cerrados, le pedí que los abriera… No tuvo inconvenientes, él accedía a todo lo que le pedía.
Comencé a besarlo y jugar con su lengua mientras le introducía en su boca la mía.
Le enseñé el “beso francés” mientras mis dos dedos dilataban su precioso asterisco rosado.
La situación era complicada, de pronto me excitó más “saborear su boca a besos” que meter mis dedos en su culito.
Nos quedamos así varios minutos, fueron más de diez minutos besándonos mientras mis dedos se metían en su retaguardia.
Nuestras babas pasaban de su boca a la mía y de la mía a la suya, un constante traspaso.
Santi lo disfrutaba, por momento se le escapaba un leve “mordisco” al cerrar su boca apasionadamente.
Casi me arranca un pedazo de lengua.
Era excitante, pero debía continuar.
Había echado un ojo al reloj de la pared, ya eran las 17hs, él debía regresar a su casa a las 19hs.
Separé mi boca de la suya y le dije en el oído que fue el mejor beso que tuve en mi vida.
“Gracia, nunca había besado a nadie” me dijo sonriendo mientras tragaba saliva… Esa saliva que no era solo suya, si no la mezcla de los dos.
Sentí cómo su cuerpo había entrado en calor, ambos estábamos algo sudados.
Pues era verano, y aunque en mi casa tenía aire acondicionado, el calor nuestro y del ambiente nos prendía fuego.
Quité mis dedos de su culito, los limpié con la toalla que Santi había usado antes, pues me quedaron con el olor típico de la “actividad…” Pero, ¿era necesario contarles eso?.
¡Sí, con detalles o nada! U.
U
Lubriqué mi pene que estaba que “palpitaba solo” y me posicioné entre sus piernas, con el pene rozando su huequito.
Se veía que mis dedos habían hecho un buen trabajo, pues su huequito se mostraba abierto, como invitando a que pasara lo antes posible… Eso hice, le dije que respire profundo y que mantuviera la respiración, eso ayudaría a que pase más rápido.
No esperé más, coloqué mi glande en su hoyo, vi que pasaba sin problemas… Di un empujón con mi cadera, de pronto mi pene de 17cm y 5 de ancho estaba dentro de sus tripitas.
Mis huevos golpeaban y sentían el “splash, splash, splash” que se genera al golpetear con otro cuerpo.
Sus nalgas eran suaves, mies testículos peludos golpeaban contra ellas y me hacían volar por los cielos.
Mi pene entraba y salía, Santi respiraba acelerado, no lloraba; pues lo peor había pasado cuando dilaté su hoyito con mis dedos.
“Saplash, splash” mis testículos selváticos golpeteaban constante mente contra ese hermoso trasero lampiño y virgen.
Mientras yo, con una mano, recorría su cara y su pecho.
Con la otra mano lo masturbaba, a cada rato lo dejaba de masturbar para lamerme mi mano.
No me quería perder ningún sabor, Santi ponía carita de dolor.
Pero su boca transmitía gemidos y placer.
Mis ojos se posaban en la zona pélvica de Santi, con sus 11 años, era una obra de arte.
La imagen de su pequeño pene de 10 cm erecto, sus huevos rosados y sin bello, el caminito hasta su hoyo, y su asterisco siendo penetrado por mi pene era magistral.
Solo la imagen me estaba por hacer terminarle adentro, yo luchaba por no terminar; pues quería extender el momento hasta donde pueda.
Mis testículos ya se habían contraído para terminar, así que me detuve unos segundos para no eyacular.
Santi no entendió por qué paré, abrió los ojos y me quedó mirando con expresión de “¿Eso fue todo?” No sé si su mirada quería decir eso, pero me dio esa sensación.
Mis testículos habían vuelto a bajar, decidí volver a bombear en su culito.
Esta vez no aguanté, terminé tirando mis espermatozoides dentro de su anito.
Santi bajó sus piernas que estaban entumecidas de tanto tiempo tenerlas elevadas.
Yo me recosté sobre él mientras con mis manos recorría su cuerpo, es que tocarlo era hermoso.
La piel de ese niño era como la de un ángel, y sus curvas como la de una modelo… Bueno, como la de un niño precioso.
Si fueran de una modelo no me gustarían tanto.
“¿Qué dices? ¿Te gustó?” le pregunté ya con la voz cansada.
“Si, pero no quiero ser marica… Así que no sé” me dijo con cara de indeciso.
“Un marica es alguien que se cree mujer, tú no eres ningún marica” le dije animándolo.
“Pero es a mí a quién los hombres le van a meter el pito…” Me dijo sorprendiéndome, con expresión de no comprender del todo.
Esa cara me excitó.
Imaginen estar hablando de esas cosas con un niño desnudo al lado de ustedes, con su voz infantil y expresiones ocurrentes.
Bueno, esa imagen tenía yo a mi lado.
“Bueno, como dije antes, yo te enseñaba y luego tú lo haces” le dije animándolo.
“Vamos a bañarnos de nuevo, que estamos sudados y luego tú me haces lo que yo te hice, ¿Vale?” Le dije poniéndome de pie y levantándolo en mis brazos… La situación fue sexy, caminar con él en mis brazos hasta el baño para bañarnos juntos fue hermoso.
Pero levantar a un niño de 11 años no es liviano ¡Casi se me caen los brazos jajaja!
Prácticamente lo bañé yo, le pasé el jabón por todos lados.
Le pedí que él haga lo mismo conmigo.
Sentir sus manos recorriendo mi pene, mis huevos, todo mi cuerpo fue hermoso.
Es increíble como las manos de un niño de 11 años transmiten energía positiva… O algo así, me sentía como si hubiera ganado la lotería.
Mis ojos registraban toda la escena para no olvidar ningún detalle.
Le pedí que se pusiera de rodillas, mientras el agua tibia de la regadera nos llovía encima.
Mi pene a la altura de su hermosa e infantil cara.
Fregué mi pene contra su cara mientras me masturbaba, él cerró los ojos.
Apoyé mis bolas en su frente y me masturbé rozando mi pene con su cabellera.
Desde mi posición de pie, veía a ese niño hermoso entregado a mí.
Haciendo todo lo que le pedía.
Me excitaba sobremanera.
Le pedí que me besara los testículos, que los mordiera con sus labios, despacito.
Santi puso cara de asco, pero accedió sin decir nada.
Su boquita a duras penas podía con uno solo de mis huevos, así que se turnaba torpemente y pasaba de uno al otro.
Lo hacía solo, mientras yo seguía masturbándome.
No puede evitar terminar en su cabello, su cabeza parecía como si le hubiera puesto shampoo.
Le pedí que se metiera mi pene en su boca.
Lo hizo, solo metió la cabeza, vi que quería escupir mi semen, le dije que es parte del negocio que se trague todo.
“Eso es el nivel supremo, si lo haces tus clientes volverán siempre” Le dije y vi cómo tragó saliva como dándome a entender que entendió la consigna.
La lluvia de la regadera limpió su cabeza y ya no quedaba nada de mi semen.
“Vamos a mi cama” le dije y lo tomé de la mano para que me acompañara.
Así mojados, sin secarnos.
Me recosté en mi cama, le pedí que me haga lo mismo que le había hecho anteriormente…
–
Ya eran cerca de las 17:30 hs.
Santi hacía un buen rato se encontraba mamando mi verga.
Con sus 11 años, trataba de imitar lo que le había hecho en el sofá.
Su boca saboreaba mis testículos, intentaba meterse los dos a la vez, pero no podía.
Claramente ya entendió de qué se trataba el negocio, cada tanto me hacía algunas preguntas, me gustaba instruirlo.
Esa tarde Santi se recibió de buen amante “profesional”, le prometí que le llevaría clientes para que pueda prosperar.
Y le dije que siempre que tenga dudas puede buscarme, siempre estaré disponible para él.
Luego lo llevé a la casa, allí nos besamos y se bajó de mi automóvil.
Nunca más nos volvimos a ver.
Fin.
Que ascoo, eres un enfermo mental y ojalá te metan preso!!!
Que ascoo, eres un puto enfermo mental y ojalá te metan preso!!!