El negro…mi debilidad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kamel.
Me desplazo fuera de la ciudad debido a una investigación de mercadeo que debo realizar en mi trabajo, habían hecho que disminuyera la frecuencia de mis idas al gimnasio al que normalmente frecuentaba.
Pero en un momento sentí que el stress afectaba cada vez más mi estado de ánimo, por eso decidí volver a tomar la rutina de los ejercicios diarios.
Un fin de semana para recorrer los que quedaran en el barrio y me matriculé en uno que reunía las condiciones que estaba buscando.
El martes siguiente acudí por primera vez y de manera muy animada ingresé al sitio.
Encontré que realmente alrededor de las 8 pm la cantidad de usuarios no era mucha, lo que permitía una mejor labor de
ejercicios y la utilización de los aparatos de entrenamiento
El administrador del local fue muy amable conmigo, me realizó el examen médico de rutina y llamó por los altavoces al instructor que debía hacerse cargo de mis ejercicios.
La verdad es que no esperaba tanta especialidad, y eso me confirmó que fue una buena decisión el cambio de gimnasio.
Al rato llegó un negro (no espera que lo fuera) de unos 30 años, fornido, y de aproximadamente 1,78 cms de estatura.
El administrador me lo presentó y además de ser un poco ancho, sentí con su apretón de mano, que tenía una recia personalidad.
Su nombre era Mateo.
Lo seguí hasta el salón de calentamiento, en donde comenzamos la rutina necesaria para comenzar en forma a hacer los ejercicios, El impartía las órdenes muy secamente y yo las cumplía de inicio a fin.
Esa noche Mateo estuvo ocupado indicando las rutinas que debían realizarse a las 4 personas a su cargo.
Después de 2 horas terminamos por ese día y me fui para mi apartamento.
Las primeras semanas transcurrieron sin muchos cambios, mis prácticas se realizaban cada vez con mayor empeño y cada vez aumentaba más la frecuencia en cada uno de los ejercicios programados.
En la cuarta semana comenzamos la rutina con las pesas.
Encontré a un Mateo un poco más cercano, tanto que a veces bromeaba con cada uno de nosotros.
En una de esas ocasiones en donde es imprescindible la ayuda de otra persona para realizar un ejercicio, le pedí el favor de que me sostuviera la pesa mientras me acomodaba en el mueble.
El desde atrás me sostenía la barra y yo me acomodé para permitir que él me hiciera entrega de ella.
Al acercarme pude sentir como su pubis hacía contacto con mi cuerpo y no puedo mentir al decir que sentí un corrientazo por todo mi cuerpo.
A pesar de no estar excitado, sentí que Mateo tenía algo fuerte entre sus piernas.
Esa noche en mi cama mi pensamiento antes de dormir fue acerca de la sensación vivida.
Recordé todo aquello que se dice y he comprobado de los negros: su tamaño, su vigor, su fuerza, y esa misma noche tuve mi primer sueño erótico con ese hombre.
Mateo ocupó mi mente toda esa noche y al despertar me encontré con una erección que hacía mucho tiempo no sentía.
Las semanas transcurrían y cada vez la confianza entre Mateo y yo se acrecentaba más.
Me contó que era casado, que tenía un pequeño hijo de 3 años, y muchas otras cosas de su vida personal.
La verdad es que no había tenido la oportunidad de apreciar a ciencia cierta el cuerpo de Mateo, pues siempre acudía al gimnasio con su ropa
de trabajo que no permitía observarlo detenidamente.
Su pantalón deportivo era
bastante amplio al igual que la camiseta que usaba, solo se podía percibir que
tenía unos brazos muy fuertes y un pecho muy amplio, además de poseer uno de
esos traseros dignos de la raza negra.
Comencé en las noches, en la soledad de mi cuarto a imaginármelo desnudo, a imaginarlo haciéndole el amor a su esposa, y me sorprendió a mí mismo, el interés que Mateo estaba despertando en mí.
Una de esas noches de gimnasio entré como de costumbre a buscar a mi instructor y aprecié como el local estaba prácticamente vacío, pues esa noche transmitían por televisión uno de esos partidos de fútbol de la
selección de mi país.
En la sala de pesas encontré a Mateo ejercitándose.
Me quedé boquiabierto al confirmar lo que siempre imaginé: Su cuerpo era espectacular, estaba con una de esas camisetas sin mangas y con un pantalón de lycra muy ceñido a su cuerpo, lo que permitía apreciar el inmenso bulto que yo había sentido ya en varias ocasiones muy pegado a mí.
Mi mirada se dirigió instintivamente a su entrepierna pero rápidamente la cambié para no despertar sospechas.
Sus piernas parecían dos enormes troncos de un árbol de ébano.
El sudor corría por su cuerpo y me explicó que había aprovechado la soledad del lugar para realizar su rutina diaria ya que no había podido hacerlo en las horas de la mañana y se disculpó indicándome que lo iba a interrumpir para dedicarse a mi entrenamiento.
Yo no podía dejar pasar esta oportunidad de observar a Mateo en esa faceta.
Por lo que amablemente le dije que siguiera con sus ejercicios, que yo trabajaría solo esa noche.
El lo agradeció y yo me instalé en el aparato que estaba frente al que él estaba siendo utilizado por él para no perderme un solo minuto de ese gran espectáculo que representaba verlo como comprimía cada uno de sus músculos al realizar sus ejercicios.
Debo confesar que siempre me he sentido atraído por los hombres musculosos, pero al ver la definición y el volumen de los de Mateo, no pude
hacer otra cosa que dejar volar mi imaginación.
Esa noche me masturbé pensando
en él y dormí plácidamente.
La semana siguiente a este hecho, estuvimos platicando entre ejercicio y ejercicio acerca de su situación económica y me comentó que estaba interesado en buscar otra actividad alterna a su labor de entrenador en las horas de la mañana y para ello requería enviar unas hojas de vida.
Me apresuré a poner a su disposición mi ordenador para elaborar las que necesitara, pero que solo podría ser posible en los fines de semana debido a mis ocupaciones académicas.
El agradeció mi gesto y programamos elaborarlas ese mismo fin de semana.
Ansiosamente esperé la llegada de ese sábado, pues habíamos acordado que él iría a mi casa en las horas de la tarde.
Mis padres estaban fuera de la ciudad ese fin de semana y mi hermana había aprovechado la ocasión para irse a casa de su novio.
Es decir que estaba solo en casa.
Cuando llamaron a la puerta mi corazón se aceleró, sabía que era él quien había llegado.
Al abrir pude comprobar una vez más lo sensual que era ese negro.
Vestía con un vaquero muy ceñido a su cuerpo y una camisa también bastante ceñida que le marcaban sus espectaculares músculos, así como evidenciaban ese redondo y firme trasero que ya había tenido oportunidad de apreciar.
Le hice seguir y le informé que estábamos solos para que se sientera más en confianza.
Entramos a mi habitación y mientras esperábamos que se encendiera el ordenador, conversamos sobre cosas sin importancia.
Mateo se ubicó detrás mío, mientras yo sentado iba escribiendo sus datos para las hojas de vida.
La verdad es que su cercanía me ponía muy nervioso.
Podía sentir su respiración en mi nuca y su olor muy varonil inundaba mi habitación.
El saber que el impresionante paquete de Mateo estaba tan cerca me excitaba demasiado pero tenía temor que él lo notara.
Mis manos sudaban, mi corazón latía más rápidamente, su presencia me enloquecía.
No se como pude terminar ese trabajo.
Pero una vez finalizado, me preguntó si yo tenía Internet en casa, le respondí afirmativamente y él tocó el tema de las fotos eróticas que allí se ven.
Me preguntó si era verdad acerca de la facilidad de encontrarlas por ese medio, pues algún amigo le había hablado al respecto, pero él no conocía ese sistema.
Me ofrecí inmediatamente a saciarle la curiosidad y rápidamente me conecté.
Inicialmente ingresamos a la página de sexo sin tabú y le enseñé las historias que allí se publican, Yo leía en vos alta mientras él seguía la lectura desde la pantalla.
Reía a cada rato cuando se hacía alusión a esas fantasiosas experiencias que algunos publican.
El ambiente estaba ya a ese punto, bastante relajado.
Le ofrecí que nos tomáramos unas cervezas y él aceptó, pues al ser sábado su esposa no lo esperaba temprano, ya que él acostumbraba visitar sus familiares y después reunirse con algunos amigos.
Después de 3 cervezas pasamos a las fotos, le mostré la variedad de temas para que él escogiera.
Cada vez que abríamos una de esas carpetas Mateo mostraba su sorpresa.
Le llamó mucho la atención las fotos de sexo interracial, pues dijo que le gustaba mucho el contraste de las pieles y me pidió que buscáramos más al respecto.
Una vez agotadas las fotos de relatos sin tabú, entré a una de esas páginas americanas donde muestra a esos negros musculosos con esas vergas enormes taladrando literalmente a esa rubiecitas, quienes con un gesto mezclado de dolor y placer parecen sentir que se les va la vida en ello.
Aproveché la oportunidad, con mi segunda intención, para preguntarle si consideraba que esas fotos eran reales o montajes, pues muchas veces llegué a dudar que esos penes tan grandes fueran ciertos.
El soltó una sonora carcajada y me dijo que eran reales, le pregunté que como lo podía comprobar y el guardó silencio.
Seguimos viendo fotos y yo ya estaba derretido de tanta lascivia.
Mateo cada vez se interesaba más y me pedía que buscara más.
Le pregunté que si eso lo excitaba y él a manera de respuesta se tomó su verga entre las manos y me enseñó un gran bulto marcado en su pantalón, a pesar de apreciarse como algo descomunal, y a manera de reto le dije que creí que los penes que veíamos en el monitor eran mucho más grandes.
Creo que eso hizo que hiriera su orgullo y tomando la correa con las dos manos se deshizo de ella.
Mi plan estaba funcionando.
Mi cabeza comenzó a dar vueltas, no tanto por el efecto
de le cerveza sino por lo embriagador de la situación.
Lentamente se bajó el
cierre del pantalón y poco a poco fue mostrando un boxer blanco donde de
dibujaba un enorme animal.
Era la cosa más erótica que yo hubiera visto hasta
ese momento.
Por encima del boxer se apreciaba un gran tamaño y grosor, pero
insistí que me seguían pareciendo más grandes las de los negros del Internet.
Eso fue suficiente para que Mateo se bajara completamente el boxer y liberara
esa negra serpiente que yo deseaba sentir.
Su olor era embriagador, creo que
para él como para mí, las cervezas comenzaron a hacer su efecto liberador e
instintivamente la tomé en sus manos y me la metí en la boca, sin importarme
para nada la reacción que pudiera tener ese hermoso negro.
Lejos estaba de
imaginarme que Mateo comenzara a disfrutar de esa mamada.
Agarró mi cabeza y
trató de hacérmela introducir por completo en mi boca.
Realmente no lo pude
hacer, era inmensa, debía medir unos 22 centímetros y era muy gruesa.
Comencé a
efectuar un movimiento circular con mi mano a manera de masturbación.
Sentí que
en mi boca tenía el chocolate más dulce que haya probado jamás.
Su dureza hacía
que me produjeran arcadas cuando él intentaba llegar más adentro.
La manera como Mateo dirigía la acción era lo que yo siempre he soñado.
Me gusta ser dominado.
Su excitación hacía que me dijera gran cantidades de palabras soeces, me pedía que le chupara su verga negra, que era su puta, que se lo mamara como una perra, etc, etc.
Esto hacía que mi dedicación fuera más intensa.
El parecía un descontrolado.
Su ritmico movimiento de pelvis estuvo a punto de desencajarme mi mandíbula.
Con una mano desabotoné su camisa y pude apreciar la belleza de su pecho, sin un solo pelo, liso y fuerte, las tetillas abultadas y redondas, negras como una uva pasa, mis manos se dedicaron a recorrerlo y a sentir como salía el sudor por cada uno de sus poros, mientras él con mi cabeza agarrada continuaba en la dirección de la escena.
Busque sus nalgas, las sentí duras, redondas y tibias, tal como las imaginé en mis noches de sueño, las acaricie como solo se puede hacer con un bebé.
Su ritmo aumentaba, llevábamos como 10 minutos en ese mete y saca cuando sentí como las gruesas venas de su verga se hinchaban aún más y ese negro tronco, ya de por sí bastante grueso, aumentaba su grosor.
Me quito la ropa de manera ruda, me ponía loco cada sensación que me producia, sus labios carnosos besaban delicioso y me llevaban a las nuber cada vez que pasaba su lengua dentro de la mía; me volteo y me dio un beso negro de esos que te hacen perder todos tus sentidos, me dice tienes lubricante que hoy te voy a preñar, solo nos aplicamos un poco de lubricante cuando de la mete de un solo golpe, sentí un dolor terrible, sentí que me partía en dos, me fui adaptando poco a poco hasta llenarme de placer con ese enorme pedazo de carne dentro de mi culo danto el mas rico de los placeres, sentí como la primera venida de su leche atravesó mi culo sintiendo como si lo quemara, me quede quieto tratando de
disfrutar de esta rica sensación y de verificar si era distinto a los que en otras
ocasiones me había experimentado con otros negros, no se qué pasó, pero lo sentí glorioso, como el más delicioso manjar.
Le seguí haciéndolo oral para limpiarle los restos de semen me atraganté con su semen y saque su enorme verga de mi boca
creyendo que ya había terminado, pero un grueso chorro de su leche cayó en mi
cara y tuve que limpiarlo con la sábana, parecía que no parara de tirar esa deliciosa leche.
Mateo reaccionó apenado, me dijo que no esperaba nunca que esto hubiera ocurrido conmigo, y que a pesar de recibir muchas insinuaciones de varios clientes del gimnasio, solo o había hecho unas pocas veces y solo por dinero.
Le dije que no se disculpara, que si eso lo hacía sentir mal, nunca más hablaríamos al respecto.
Lentamente se subió nuevamente tanto el boxer como el pantalón y ocultó su maravilloso aparato que a pesar de la venida, gozaba de unas dimensiones impresionantes.
Para relajar el ambiente le dije que ahora sí creía que esos penes del Internet si eran reales.
Él sonrió, me agradeció el favor que le había hecho, pero no supe a cual de los dos se refería y salió raudo de mi habitación, lo dejé ir sin decirle nada, al fin y al cabo, mi fantasía con él había quedado satisfecha.
La segunda vez fue en la piscina de mi casa, Mateo sabe cómo hacerme sentir suyo
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