El negro, mi nuevo vecino. I
—Ahh, sí, sí… ¿no querías guebo pues? Aprovecha porque todavía vas a llevar guebo que jode, ah, sí, sí, uffff, que culito tan rico encontré yo vale..
El negro, mi nuevo vecino.
@alfrestrada en instagram, para continuar esta historia.
Hey, soy de Venezuela y no sé si muchos de ustedes pensarán que estoy loco, enfermo mental o whatever, pero sé que no soy el único en el mundo que debe sentirse así, como yo. Es que, bueno, sí, soy homosexual, gay, marico o como quieran definirlo, pero cuando lo pienso con objetividad y raciocinio, uno es un ser humano normal, como cualquier otro y por ende, debería conseguir una pareja estable, mantener una relación seria, tranquila, sin infidelidades de ambas partes, pero de ver tantas cosas que les pasan a mis amigos, hasta uno se desanima, pero es que ese no es el problema de fondo, porque existen otros momentos en los que voy por las calles de mi gran Valencia, camino, veo los árboles y me resulta inevitable ver unos que otro hombre y cuando de casualidad resulta que está bueno, algo sucede en mí, no lo sé explicar, y es aquí donde me explico por qué hay tanta promiscuidad, porque es que en el fondo todos somos unos animales en busca de amor, del profundo, ese por el cual TO-DOS, absolutamente todos soñamos, pero cuando lo encontramos –y unos cuantos que no pueden– nuestras ansias se sacian y salimos en busca desesperada de ese que nos calma a todos: el sexo. En mi caso no hablo del de la calle (Que por cierto, aquí en Valencia abunda) o bueno sí, porque como decía, cuando un hombre que veo en la calle está bueno, algo dentro de mí se despierta, es automático, es que de repente es como si deseara tener a ese hombre conmigo y no solo eso sino que me pongo a pensar: (¿Cómo tendrá el guebo ese tipo?/¿Será que me le acerco a ver?/¡Uf, qué rico está ese tipo!/Nagueboná e tipo tan rico/¡Qué bueno está ese hombre!/Si así como esta tira, no me lo imagino.) Y cosas por el estilo. Por favor comenten ustedes si les pasa lo mismo para no sentirme tan depravado, jaja.
Sorry con mi introducción, pero necesitaba desahogarme. Ahora bien, comienzo diciendo lo básico que dicen en esta página: Tengo 19, estoy en la universidad (en la Carabobo específicamente), soy de valencia, pero mejor no sigo dando detalles de mi ubicación. Ah, soy blanco, tengo el cabello más rulos que liso, uso brackets, salgo a correr o subir algún cerro de por aquí, y voy a un especie de gym cerca de mi casa, así que tengo el cuerpo bonito, además soy algo egocéntrico, tengo que admitirlo, pero sí, bueno, no seré Leo Dicaprio a sus 16 pero si soy muy bonito. ¡Si por mi fuera hasta me empataría conmigo! Jaja.
Continúo, diciendo que el otro implicado de este relato le dicen El Negro (prefiero no decir su nombre, uno nunca sabe) y es uno de mis vecinos, precisamente se mundo hace como dos meses. Es alto, para mí no es tan negro, pero bue. Es moreno, tiene un cuerpo ufff espectacular, está en el gym, además de que da clases en un liceo de Educación Física, así que imagínense. Tiene una sonrisa y dientes muuuy bonita, y afortunadamente no es pelo malo. Listo, ahora sí, así comienza mi historia. Espero de verdad puedan comentar, este es un relato algo largo y me gusta ser descriptivo.
Cuando lo conocí ni siquiera fue por mi mismo sino por una amiga (¡Dicho sea de paso!). Y es que cerca de mi casa, a una cuadra, justo frente a una esquina, había una casa desocupada. Después de algún tiempo supimos que ya la estaban comenzando a habitar porque había luces prendidas dentro. Equis, un día común mi amiga (que sabe que me gustan los hombres) me pregunta que si ya los había visto a los nuevos, que era un tipo bello y que tenía mujer muy bonita e hija y todo el cuento de qué hacía que ya les dije. Yo normal pues, equis, uno más uno menos en este cochino barrio me daba igual. Pasaron como dos semanas cuando ya mi amiga tenía su número, que se lo dio él en el gym al cual vamos ella, él y yo, pero ellos van en la tarde y yo en la noche tipo 8pm. Ellos tipo 4pm. En fin, en serio me daba igual, un día lo vi y ni me impresionó.
— ¿Esa cosa es de la que me estabas hablando? —Le preguntaba yo a mi amiga—. Nojoda, gran vaina, he visto peores, jaja.
—No mijo pero es que usted no lo ha visto sin camisa en el gym. Está demasiado bueno el maldito negro ese.
—Normal —dije yo.
Después de días mi amiga me contó que él le escribió, que quería saber si podían tener algo escondidos (No era casi perro el bicho ese) que si se podían ver y tal. Al final se vieron, se besaron pero mi amiga me dijo que no tiraron porque ella tenía el periodo pero que obvio que se la quería coger y ella me dijo que en el fondo no quería, que solo fue por curiosidad pero que ya no le pararía más bolas. Yo lo creí porque para qué me iba a mentir a mí, y de hecho, así fue, yo después veía los mensajes donde ella lo rebotaba y él seguía jalándole bolas, hasta que poco a poco le dejó de escribir. A todas estas, ya él tenía (mejor dicho; tiene) dos meses viviendo por aquí, y obvio sabía que yo era amigo de mi amiguita putica, así que a veces me veía, pero normal, no me saludaba siquiera, y tampoco me importaba mucho eso. Hasta hace como dos semanas.
Yo iba llegando a mi casa y obligatoriamente para llegar tenía que pasar por donde él vive, así que era inevitable voltear a ver a su casa. Ese día era jueves y yo llegué de la uni tarde, estaba lloviendo recuerdo, y cuando pasé por su casa lo vi en la puerta parado, de espaldas y sin camisas y me detuve por un segundo. Por un micro segundo se me vinieron pensamientos impuros a la mente, porque cómo me encanta a mí una espalda marcada, uff. Seguí caminando y después de ese día era imposible sacarlo de mis pensamientos, pasando los días lo volvía a ver pero distinto: sin camisa sentado viendo tv, otros días igual sin camisa con su laptop, después lo vi sin camisa de frente y en bóxers acomodándose el paño viendo al suelo justo cuando yo pasé. — ¡Qué hombre más rico! —Pensaba para mis adentros— ¿Por qué no me coge de una vez? En fin, así pasaron los días y yo igual lo veía, cuando llegó un día de lluvia y él estaba afuera en el patio de su casa ahuyentando a un sapo con una piedra, iba en short cortico de gym, qué rico se veía en serio. Y yo desde donde estaba no dejé de mirarlo y él lo noto, porque cuando iba a cruzar, volteé y noté que me estaba viendo. Eso por su puesto me excitó a morir, yo como siempre dramatizando todo, dije: nada, este es marico.
Siguieron pasando los días y las lluvias seguían, pero un día estaba lloviendo tan fuerte que cuando me vio pasar su mujer, dijo que pasara que no había problema, que esperara un rato a que se calmara la lluvia, y obvio, así lo hice. Esperé un rato en la puerta, pero nada que lo veía cuando escucho su voz por primera vez, muy de hombre, muy masculina en serio. Como hasta ronca:
— ¿Mami con quién hablas? —preguntó él desde su cuarto, saliendo hacia la cocina, sin camisa, voltea y me ve.
—Épale —logre decir yo, pero el muy perro me vio con una cara tan seria que pensé que me sacaría de allí a coñazo, y ni me respondió. — ¡Dios mío que hombre tan bueno, ah! —decía yo para mí.
—Con uno de los nuevos vecinos, amor, que se estaba empapando y le dije que pasara y esperara a que escampara. —respondió su mujer.
No le respondió y se metió de nuevo al cuarto, no sin antes yo verlo de arriba abajo y no dejé de verle el pecho y de paso él lo notó y se detuvo en la puerta del cuarto, me vio e hizo una seña típica de aquí, tipo preguntándome ¿Qué ves?. Entró, no lo vi más, y yo salí y me fui. Después de eso yo dije que a ese hombre me lo tiraba porque sí, estaba muy rico. Pasaron como dos semanas y encuentro a la mujer de él caminando por la calle y me ve, me saluda, se me acerca y me comenta que el Sábado de arriba le harían una fiestica a su niña y que me quería invitar, que realmente no había invitado a nadie del barrio sino solo a familiares de ellos de Naguanagua, y lo que me dijo después me dejó en shock post-traumático.
—Sí, bueno, realmente fue El Negro quien me dijo que te invitara, como siempre nos saludamos cuando te vemos y eso.
— ¿El Negro?
—Sí, mi esposo. Se llama J*****, pero le dicen El Negro, jaja.
— ¿Te pidió que me invitaras?
—Bueno, pedírmelo no, pero él fue de la idea, espera que vayas y yo igual.
Se podrán imaginar lo que pasaba por mi cabeza en ese momento. O sea, ni siquiera había invitado a mi amiga y yo que era prácticamente un desconocido estaba invitado. Hasta dudé en ir pero obvio la puta que llevo dentro me dijo que fuera y me decidí a ir, era lunes, y la fiesta sería el sábado de arriba. Tenía más de una semana para pensar.
Todo lo que me comenzó a suceder después, era para mí digno de una novela Mexicana, en serio. Ya me saludaba, normal, macho serio. Pero siempre que estaba por cruzar y volteaba, él me estaba viendo.
El jueves de esa misma semana iba yo a la bodega con mi mejor chupeta y al regresar, pasando por su casa, fue mi día de suerte. En ese momento no volteé a ver a su casa cuando oigo que me sisean.
—Hey, compa, hey, pss, hey, psssssss.
Cuando volteo, lo veo. Noto que me ve a mí y luego a la chupeta, igual ya se había terminado así que boté el pitillo.
—Naguará me voy a espichar. —Dice— ¿Me puedes ayudar aquí un momentico? Es que estoy solo y así no puedo.
Aquí fue, pa’lante como el elefante.
—Si va. —contesté.
A todas estas, no estaba sin camisa ese día me acuerdo, tenía una especie de franelilla negra de hacer ejercicios, de esas que tienen huequitos por todos lados, que parecen mallas mas bien, bueno de esas. Y se le podía ver el pecho, que lo tenía tan rico que se me vino a la mente de pronto lanzármele encima y morderle esas tetillas tan ricas y parditas. Pero me contuve, y Dios sabe cuánto. Mejor ni nombremos a Dios en estos pensamientos obscuros míos.
Me puso su mano en la espalda para explicarme en qué quería que lo ayudara y los pensamientos se me nublaron de solo pensar que me estaba tocando. Que gafo yo imaginándome cosas sucias observando con detenimiento su brazo.
— ¿Pasa algo? —preguntó
— ¿Ah? ¿Qué? No, no. Es decir si, o sea, no. En fin. ¿Te ayudo a mover esa caja a la izquierda para que puedas sacar las que están detrás, dices?
—Sisa, mano, es que no llego y no tengo escalera aun, pero yo te cargo y tú la mueves rapidito, y ya, y disculpa, ¿si va?
¿Cómo decirle que no?
—Bueno si va, mientras no me dejes caer.
—No vale yo te tengo duro.
—No me digas eso.
— ¿Ah?
—Ah, no nada, que sí, que eso, que está bien.
Tenía que mejor callarme porque las palabras me iban a joder todo.
Me quité las crocs, y se medio agachó para que yo me subiera a su espalda y así lo hice. Moví la caja, y él se medio movía adrede para asustarme.
—Ay, ay, ay, ay. —Decía— Cuidao cuidao. Ajá, Ajá.
—Estúpido, cuidado me dejas caer porque te mato. Mosca.
—Jajaja, gafo, ¿Qué es pues? ¿No confías en mí? Me ofendes, yo tengo fuerza, ¿oíste?
¿Qué hombre hetero, macho alfa, rudo, serio, dice eso? Ninguno, obvio que era marico, o al menos, bisexual.
—Si no te conozco, ¿qué puede pensar uno? —Pregunté mientras me bajaba— Aj, aj. Y lo de que tengas fuerza, lo dudo porque usted está flaco. —dije esto esperando a que esa técnica me funcionara, y sí.
— ¿Flaco? ¿Quién dijo? Mira, toca, toca. —dijo, agarrándome la mano y poniéndola en su brazo izquierdo. Toqué y estaba duro, obvio. De solo tocar se me hacía agua el culo y obvio que él lo notaba, pero lo que hacía era medio reírse como dándose cuenta de mis pensamientos.
—Si claro, claro.
—Ah pues, no me creas entonces.
—Bueno, listo, me voy.
—No vale no te vayas, ayúdame con las demás, naguará eso pesa.
—Ahh, ¿pero no y que tienes mucha fuerza y tal?
—Bueno sí pero ya estoy cansando, usted no sabe todo lo que he movido por lo del cumpleaños de la niña. Si más bien lo que necesito es un masaje.
—Bueno yo doy unos masajes genial—senda puta yo diciendo eso. Esa fue la punta más afilada que le pude lanzar. Dudó un segundo y después respondió:
—Ah bueno, ya ta hablao, tú eres el propio.
—No sí, tampoco.
— ¿Bueno no te estás ofreciendo pues?
—Quejeso, no.
—Ay sí, ay sí. Te vas a hacer el duro ahora. Anda dale que yo sé que tú quieres.
Cuando dijo eso me sentí baleado a quemarropa. ¿Cómo va a decirme eso vale? Obvio la conversación se tornó distinta.
—Qué es, no.
—Está bien, como tú digas pues.
Seguimos hablando normal, ya no me insinuó más nada y al rato de haberlo ayudado me iba a ir cuando me dio un vaso con agua y me invitó a su cuarto porque “afuera hacía mucho calor” (Malparición con los hombres básicos coño). El bicho ese sabía que no me le iba a negar en nada. Que yo intentaba hacerme el duro (y fallaba en el intento) era otra cosa. Entramos y recuerdo que solo tenían la cama matrimonial, el closet y una mesita de noche con varias gavetas. Más nada, imaginé que con lo caro que están las cosas en el país ¿Cómo iban a comprar cosas? Tenían lo necesario.
—Siéntate vale, yo no muerdo—dijo eso y sorbió de su agua—. Al menos no sin permiso. —volvió a beber viéndome. Lo odié.
Me senté en la cama y de pana me sentía incómodo porque ya no había razón para que estuviera yo ahí (al menos no una razón decente).
—El calor me está matando, ¿a ti no? —diciendo esto se quitó la franelillita que tenía puesta. Me puse más nervioso de lo normal. Luego me vio y lo medio ignoré. Por el rabillo del ojo yo pude ver cómo se estaba sonriendo para sí. Es que en el fondo el bicho ese sabía qué era lo que yo quería. Me seguía el juego. Pero no me presionaba, eso fue cool.
—No, normal—respondí al ratico.
—Ven, ayúdame aquí. Súbeteme atrás a la espalda para que agarres de arriba del closet una vaina que está en esa bolsa negra.
Cuando me dijo eso lo único que pude pensar fue: ya marico, deja el show, me quieres coger, dímelo que yo me dejo, pero dímelo.
Igual acepté y cuando toqué su espalda sin franela, sin nada, lo sentí tan rico, estaba duro, como un macho de esos negros como él debe estar, macizo, además estaba algo pegostoso pero a mí eso me resultó más rico aún. Subí, bajé la bolsa y cuando me estaba bajando me fui algo de lado y él con sus dos manos me agarró por la espalda, tocándome las nalgas. Naguebona e rico que fue sentir sus manos ahí al menos por una milésima de segundo. Yo sé que él también lo notó pero se hizo la loca y aplaudió fue.
Me mostró las cosas de la bolsa y eran vainas del cumpleaños de su hija. Mientras yo veía, él habló.
—Me voy a echar un baño, porque estoy pegostoso, no te vayas.
—Ok—Dije, y se quedó como incrédulo, seguro pensó que me negaría. Ay no que flojera, ya para qué me le iba a negar si ese negro lo que estaba era delicioso y yo lo que quería era que me cogiera a morir. Yo sabía lo que vendría pero me hice la loca también.
Cuando salió del baño el corazón me latió horriblemente. Yo dije: nada aquí fue, este va a salir desnudo o se va a cambiar delante de mí, tipo película porno y yo no me voy a resistir, y me va a ver mientras se acaricia el guebo y yo no me voy a resistir y me va a coger y yo no me voy a resistir y me reventará el culo y yo no me voy a resistir y me iré de aquí bien cogío, cosa que no era mala, y yo no me iba a resistir. Y dicho y hecho, bueno, no me cogió ese día, pero el resto pasó como lo supuse. Él entró y tenía la toalla puesta, me dijo que el agua estaba fría, y le dije que la de mi casa igual, después me dio la espalda y yo disimulando no ver veía cómo el volteaba a ver si yo lo veía, cuando se quita la toalla y le veo las nalgas lampiñitas, UFF. Hice como que no vi nada, pero después me preguntó por los estudios y cuando le respondí, se volteó a verme mientras se secaba el cabello (malditos hombres básicos y labiosos) pero SANTISIMO SACRAMENTO DEL ALTAR. El guebo de ese negro no era normal. Yo se que aquí en esta página siempre mienten diciendo que les miden que si 23 y tal pero nunca he pensado que el tamaño sea tan importante sino la destreza en la cama. Pero es que este negro tenía el guebo muy grande. En serio no estoy mintiendo. Nunca se lo medí con una regla o algo, pero era perfectamente del tamaño de una coca-cola de lata. ¡Y lo tenía dormido! Traté de no verlo, pero era imposible, él obvio lo hizo adrede y se dio cuenta que lo veía. Me vio, se rió y preguntó:
— ¿Qué?
— ¿Qué de qué? —dije yo.
—Nada.
—Mmm bueno, me tengo que ir.
— ¿Pero por qué?
No respondí. Al final me fui. No sin antes obtener su mirada solo para mí hasta que crucé. ¡Já! Ese ya era mío.
El sábado de esa semana lo volví a ver, a él a su mujer y a otra chama ahí, que estaba bañando a un niño que yo ni conocía. Me detuve a saludar cuando escuché que la chama le decía al niño como de un año.
— ¿Para quién es este pipi ah? ¿Para quién? ¿Ah ah? —preguntaba tocándole el pipi/guebo/pija/verga/polla al niño. Después la mujer de El Negro respondió.
—Para las mujeres, dígale papá, para las mujeres.
El niño/bebé a todas estás inocente de todo se reía.
—Y para los maricos también, dígales. —dijo El Negro, sin verme, y la mujer se rió.
— ¿Qué es negro? Jajaja, ¿No has escuchado que el que coge maricos es más marico? Jajaja
—Así dicen—dije yo y lo vi a él, que me respondió la mirada por un segundo y me ignoró después. Ya todo estaba dicho. Algo tenía que pasar entre los dos porque sí.
—Nada, igualito. Marico que se me resbale, me lo pego, triste por él porque yo sí le reviendo ese culo bien reventao pa que vaya bien.
Quedé seco cuando dijo eso.
—Qué es, Negro— Dijo la que estaba bañando al niño riéndose con la mujer del Negro.
—El Negro y sus vainas, ¿verdad? —le preguntó a su amiga. Ella no respondió pero El Negro sí.
—Siempre, ¿no? —dijo, me saludó de despedida, entró a su casa junto a su mujer y la otra chica y yo seguí mi camino.
Ese mismo día iba a casa de mi amiga y cuando pasé por su casa me llamó, me preguntó si tenía para llamar, le dije que sí, le presté el tlf, llamó pero según él no cayó la llamada. Después le pregunté que qué eran esas cosas que le estaba diciendo al niño, que él sí era pasado.
—Ah pues, es verdad. Yo sí me pego a un marico si se me resbala. Bueno, aún no se me ha resbalado ninguno, pero ando es esperando nada más. Bueno, nos vemos chamín.
No le respondí porque en seguida entró a su casa y yo seguí mi camino. En casa de mi amiguita no dejaba de pensar en ese negro, y en las cosas que decía. Hasta mi amiga notó que estaba ido.
—Es que me invitaron a la fiesta de la hija del vecino nuevo no tan nuevo. Y yo a esa gente ni la conozco.
— ¡¿QUE QUÉ?! ¿EN SERIO? Ese perro sucio ni fue capaz de decirme y eso que me quería era coger nada más. Es más ya le voy a escribir.
A los 5 minutos me llega un mensaje a mí.
“Ajá, no te aguantaste en decirle a tu amiga de la fiesta”
No hacía falta preguntar quién era. El corazón se me aceleró, me fui de donde mi amiga hasta mi casa y allá le respondí.
“¿Quién te dio mi numero?”
“Yo mismo jajaja”
“Explícate mejor, por favor”
“Ay no te me vayas a poner amargadito tan rápido”.
No le respondí. Mandó otro mensaje. Deduje que se llamó a sí mismo para guardar mi número.
“Imagino que no hace falta que te diga que no debes andarle diciendo a nadie por ahí que te estoy escribiendo”
“Tranquilízate, tampoco soy tan niño”
“Eso hay que verificarlo primero”
“Fecha y hora” —respondí yo.
Estaba decidido a todo ya, ese me quería coger y yo quería que lo hiciera, ¿Para qué poner largas o resistencia? Duró un rato sin responder y yo bueno, nada, este lo espanté ya. Pero como a la hora me llegó un whatsapp de él.
“Ya no tengo renta, solo wifi. Te llegas hoy en la noche que la cuaima no se quedará aquí, yo te aviso, ¿sí va?”
“Ok”
“Pero qué seco vale, vamos a ver qué es lo que eres tu chamito. Ojalá no seas pura bulla”
¿Chamito? ¿Pura bulla? Lo que me provocaba era mandarlo a mamarse un guebo, pero ese poquito de ego del cual les hablé al principio no podía dejar pasar esta oportunidad con El Negro. Me calmé y le respondí al rato.
“Veremos”
Seguimos hablando normal un rato, después mi amiga me escribió y me animó a que fuese a la fiesta para que después le contara todos los chismes. Obvio no le conté nada de que el negro a mi me encantaba y que si me pedía culo yo sí se lo iba a dar. Cosa que estaba probablemente próxima a suceder.
Ese día, después de esos mensajes, fui casi que corriendo a depilarme, quedé bien limpiecito, me hice mi lavado, listo para llevar guebo como se debe.
Eran las 7pm y nada que me escribía.
8pm
9pm y nada.
Supuse que era todo mentira.
10:30pm más o menos.
Casi 11pm.
Me llegó al fin un mensaje.
“¿Despierto?”
“Obvio” respondí rapidísimo.
“Llégate. Y mosca que no te vea nadie. La puerta está abierta”
Me medio arreglé, me persigné y me fui. En nombre de Dios, o del diablo…
Llegué, entré, cerró la puerta y el corazón me latía a mil. Él estaba en bóxer. ¡Qué bueno se veía así casi sin ropa!
— ¿Todo bien? —preguntó.
—Sí, obvio.
—Así me gusta, vente.
Entramos al cuarto. Tenía el televisor prendido, el aire apagado pero lo prendió para que hiciera ruido, dijo él.
—Ponte cómodo bobo, no tengas pena.
— ¡Qué pena ni qué nada! Pena son 4 letras.
—Igual que sexo.
No respondí a eso.
—Cualquier cosa que necesites dímelo. Ponte cómodo te dije. —Eso lo sentí como una orden, me quité los zapatos y las medias, y me arrecosté mejor en la cama.
— Así es, eso me gusta.
Se acostó al lado de mi, a mi me latía muy rápido el corazón, pero él se notaba confiado. Obvio, quería culo, sabía que me iba a coger.
Se me acercó, me dijo que tenía frío, que le diera calor, me le acerqué y me abrazó.
Se sintió tan rico. La sangre se me iba calentando poco a poco.
Me abrazaba fuerte, yo veía la tv y él igual, ninguno hablaba. Después yo puse un poco de mí y lo abracé también. Sentí su bulto rozarme. Decidí ser más perra y me puse de espaldas. Me abrazó fuerte y me lo arrecostó todo. Ahí si lo sentía todo en las nalgas porque yo llevaba un short azul claro fácil de quitar.
—Para que veas cómo me pones —me dijo en el oído y me dio cosquillas—. Ay vale, ¿te da cosquillitas en los oídos? Ya sé cuál es tu punto débil entonces.
No le respondí. El que calla otorga, dicen.
— ¿Pero por qué tan calladito y tan lejos vale? (literalmente estaba pegado a mí)
Me volteé y me le puse frente a frente
— ¿Así es que quieres que esté?
—Claro bebé —dijo y me besó. Sus labios eran gruesos, carnositos, suaves, y me besó tan pero tan rico que yo era, después de cómo media hora, el que no quería que me dejara de besar.
—Tranquilo bebé que todavía hay es tiempo. Yo soy todo tuyo hoy. Y tú mío, ¿no?
—Claro.
— ¿Claro qué?
—Claro que soy todo tuyo hoy. Juguemos a que me haces lo que quieras, ¿quieres?
—Pero qué creativo el niño, qué rico, claro que sí, pero con los ojos cerrados, cierra los ojos.
Eso hice, y me desvistió. Apartó la sábana para el suelo. Y quedamos sin nada en la cama, solo dos almohadas, y yo estaba ya todo desnudo, con los ojos cerrados, acostado en la cama. Sentí cómo se quitaba el bóxer y me pasaba el guebo por las piernas, quise tocarlo pero no me dejó.
—Ah, ah. Todavía no bebé.
—No me aguanto.
— ¿Y crees que no lo sé? Usted calladito, tranquilito que vamos a jugar a que yo le hago LO QUE YO QUIERA y usted se deja y ya. ¿Entendió?
Asentí.
Empezó a besarme los pies, y aunque eso no me gusta a mí, me dejé y al ratico me gustó más.
Fue subiendo pasando su lengua y dando besos y chupadas por ambas piernas hasta mi ombligo. Pensé que me lo mamaría pero no. Eso no me importaba a mí. Era yo el que quería mamárselo. En el pecho se detuvo más, sabía dónde tocar con sus manos mientras me besaba una tetilla y después la otra, dando leves mordisquitos y haciendo círculos con su lengua. Yo a todas estas ya me estaba retorciendo del placer.
Llegó hasta mi cuello, me lo besó, chupó y lamió como le dio la gana, yo a todo me dejaba. Después me pidió que me diera la vuelta y así lo hice. Hizo el mismo proceso y se detuvo en mis nalgas, las masajeaba, las apretaba, y luego me pasaba la punta de su nariz por ambas y su respiración la sentía por completa. Después las abrió y sentía su aliento acercarse más a donde él quería, a donde ambos queríamos. Las abrió por completo y me pasó la lengua lentamente y obvio que me retorcí. Él gimió y eso lo traduje a un: “Ajá te gusta putica”. Y me encantó. Después volvió a pasar su lengua por segunda vez pero más lento, dejándome ahí mas saliva. Seguido, me dio varios besitos que me volvieron loco, ya yo gemía en el séptimo cielo donde me encontraba. Pero como si eso no fuera suficiente, sentí cómo con sus dedos me abría el culo para así introducirme la lengua a más no poder, cosa que logró y me volvió loco loco loco, ya después de eso no aguanté y lo agarré del cabello para introducirlo más y más en mi. Y así estuvo por un buen rato, después me mordía ambas nalgas, una por una, dejando marca, marcando su territorio. Siguió subiendo por mi espalda hasta llegar a una de mis orejas.
— ¿Te gustó?
— ¿Por qué no seguiste, naguará? —lo que hizo fue reír un poco con esto que dije.
Comenzó a besarme la oreja y me retorcí como un gusano, eso a él le encantó porque al verme así no se detenía.
—Ahora juega tú conmigo un ratico, si quieres—me dijo en el oído, antes de mordérmelo.
—Como usted mande.
Se colocó rápido de frente, acostado en la cama, con los brazos detrás de su cabeza, como todo un macho. Yo estaba a sus pies, de rodillas, desde donde podía verlo completico y ¡Qué imagen aquella! Jamás podría olvidar eso. Yo nunca fui racista pero no tuve algún contacto con un negro, no sé, no había habido ninguno que me enganchara, pero este, que tenía yo solo para mi (al menos esa noche) estaba tan delicioso, ahí, acomodado a sus anchas, como un macho esperando a que su presa le complazca, y así lo haría.
Comencé a besarle las piernas poco a poco, él sonreía un poco. Seguí hasta llegar al majestuoso guebo que pronto me iba a comer.
[Tengo que hacer un espacio aquí para decirles que toooodo lo que estoy diciendo o voy a decir es real. Detesto que me mientan en esta página y por ende no lo voy a hacer yo también]
Como estaba algo oscuro el cuarto no podía verlo como es, pero claro que podía distinguirlo por completo, y el guebo de ese hombre era descomunal, como dije al principio. Una vez le vi el guebo a mi tío y lo tenía gigante, y por eso me recordó un poco a él. Estaba totalmente parado. Lo toqué con mis manos para conocerlo mejor, sentía sus venas, y con las manos cerradas lo logré medir, y eran tres manos mías, pero es decir, no tres cuartas, sino que lo tomé desde la base como apretando una botella de refresco y en seguida puse otra mano encima (como hacen en el beisbol agarrando un bate para elegir quién jugará primero) Y pues bueno, eran tres manos mías, imagínense. Por un momento me cohibí porque me detuve a pensar cómo iba a hacer para meterme todo eso en el culo, pero ya estaba allí, así que seguí con lo mío.
Lo masajeaba de arriba abajo, él suspiraba, supuse que le estaba gustando.
—Dale un besito, al menos vale, naguará.
— ¿Un besito? —Pregunté con un tono de voz de zorrita— ¿Así? —dije dándole un besito en el glande lentamente. Él dio un gran suspiro y asintió.
Luego le di otro beso en el glande pero lo introduje más en mi boca, era suave, como piel de bebé. Él, a todas estas, no dejaba de suspirar con los ojos cerrados. Seguido de esto, me metí toda la cabeza en la boca y lo chupé de lado a lado, como si fuese una chupeta, eso lo enloquecía. Comencé (con el glande aun dentro de mi boca) a dar círculos con mi lengua por toda la cabeza. Sentí cómo me agarró del hombro. Entonces no lo dudé dos veces y me lo tragué hasta donde podía. Obvio no me cupo todo, pero con mi corta experiencia sabía qué hacer para que me entrara un poco más, pero igual no me cabía todo. Empecé a succionar, literalmente, su guebo, porque no dejé espacio para que me entrar ni siquiera aire en la boca, lo chupaba como si fuese lo más rico del mundo. Y lo era. Me tomó del cabello y fue él quien ahora marcaba el ritmo, yo subía y bajaba a su antojo, me lo sacaba de la boca por segundos, y lo lamía de abajo a arriba y viceversa, lo chupaba por los lado, bajé hasta las bolas, y sin dudarlo, me metí una en la boca, él, por primera vez, gimió. Aunque no me cabían las dos, después de un rato, sí pude, y ambas estaban ya en mi boca, qué delicia.
Después de un buen rato de estar así, me toma de la cabeza con una mano y me hace tragármelo hasta más no poder, y con la otra mano me tapa la nariz. Por un momento me sentí ahogado, no tenía por dónde respirar, era genial.
—Eso, así, así me gusta. —sentenció
Me soltó y yo solté más saliva de lo normal. Se levantó de la cama, me desconcertó un poco, pero luego me tomó de los hombros y me lanzó al colchón, quedando yo viendo hacia el techo, me haló hasta dejar mi cabeza en una esquina de la cama, con la cabeza sobresalida del colchón, y sin pensarlo me lo metió en la boca, así, al minuto, comenzó a cogerme por la boca como quiso, yo casi no podía, me resultaba incómodo, pero decidí darle placer a su gusto, así que aguanté. Hubo un momento en que se detuvo, me vio con lujuria y en seguida supe lo que haría, respiré profundo y me metió el guebo, lentamente hasta donde pudo, y bastante que pudo porque sentí sus bolas tocándome la nariz, pero no duré ni 5 segundos creo, era muy difícil para mí, pero estaba tan excitado que yo hacía lo que él quisiera, LITERALMENTE porque cuando de pronto se puso a buscar encima de su mesita de noche su teléfono yo no entendía nada, luego me dijo que eso era digno de foto, y yo no tenía palabras, en serio, estaba poseído, y acepté a que me tomara una foto con su guebo en la garganta. (GRAVE ERROR, ANOTEN) pero es que como dice mi abuelita: cuando están en la cama no piensan en gente, se les olvida que tienen familia, nada existe. Y bastante razón que tiene, porque yo me dejaba hacer al antojo de ese negro. Aunque quisiera negarme no podía, era algo extraño, no sé si me entienden, era como si en el fondo en ese momento él era mi dueño y amo y yo tenía que hacer lo que él quisiera, en fin. Me lo introduje lo más que pude y tomó varias fotos, lanzó el teléfono en la mesa y siguió, me cogía por la boca como le daba la gana, al principio sí gemía bastante y cerraba los ojos, pero ya después de tanto rato, supongo que se acostumbró, porque luego solo reía mientras veía al techo y yo con el guebo en la garganta, como vanagloriándose de su triunfo, y eso que aun no me había cogido.
Me lo sacó de la boca y comenzó a darme cachetadas con el guebo, me los estrujaba por toda la cara, y yo con mi lengua solo buscaba lamerlo. De repente me agarra de la mano de a coñazo y me levanta y me da la vuelta, lanzándome en la cama, quedando yo otra vez viendo al techo pero ahora era mi culo el que estaba en la esquina izquierda de la cama, con las nalgas sobresalientes del colchón, por momentos sentía que me podía caer, pero el sostenía mis dos piernas, las sostuvo ambas con una mano cada una y se me acercó y me besó, sentía su lengua invadirme la boca, cosa que a mí en otro momento no me hubiera gustado jamás pero a él nada le era negado de mi parte, así que me dejé. Entonces habló en la puntica de mi oreja, cosa que me estremecía.
—Ahora si te voy a partir ese culito tan rico bebé.
Yo no respondía. Si acaso entre dientes lograba formar un “Sí”.
Sentí como se escupía en el guebo para lubricar, y me echaba saliva en el culo, yo lo sentía frío cuando quitaba su mano, después me acercó la cabeza a la entrada de mi culito y caí en cuenta de que no tenía condón puesto. Me asusté y lo detuve.
—Ejeee, ah, ah, sin gorrito no hay fiesta.
— ¿Qué? No vale no seas corta nota, ¿Cuál es el miedo? Yo estoy sano.
—Igualito, por higiene.
—Pero si yo vi que estabas limpio.
—Nada, igual.
—No vale, me la estás es cortando chamo.
—Entiéndeme naguará. —dije yo, es que en el fondo sí tenía miedo a cualquier enfermedad, me aterra, uno nunca sabe, ¿y con este negro que era más perro que el coño? No mijo.
—Pero bebé vale no seas así —me decía en el oído—: sin condón será más rico, te lo aseguro, es que si uso condón yo te hago disfrutar igual pero yo no voy a disfrutar tanto, y la idea es que disfrutemos los dos, ¿no? — dijo esto metiéndome la cabeza del guebo lentamente. Me estaba convenciendo. Me besaba una oreja, me la mordía, me daba besos en el cuello, me tocaba las nalgas con las dos manos, me las abría y me metía poco a poco el glande. Este sí que era un maldito que sabía cómo convencer a uno—. Anda bebé naguará, déjame metértelo así rico, ¿sí? Yo sé que tú quieres, anda.
Lo logró, asentí. (GRAVE ERROR, VUELVAN A ANOTAR)
Se levantó, me dejó ahí y lo seguí con la mirada.
— ¿Fumas?
—Sí— contesté
—Esooo.
— ¿Qué es?
— ¿Qué va a ser? Cigarro no es.
No pregunté más. Yo sí me había drogado varias veces, pero nunca teniendo sexo. Esto sí que sería divertido. Esperé a que al menos la droga me ayudara a no sentir tanto dolor en el culo con el madre guebo que ese negro tenía. Lo veía ahí parado, metiendo el punto en la pipa y se le veía tan rico el guebo que me paré de la cama y fui a mamárselo un rato ahí parado mientras él terminada con la weed.
—Estás hambriento, bebé. No te me desesperes que ya vas a llevar guebo toda la noche.
Terminó con la weed y la encendió, se sentó en la cama y echó un jalón mientras yo se lo mamaba, luego subí la mirada y estaba echando humo hacia arriba, sonriendo, y con los ojos cerrados, disfrutando de mi mamada de guebo. Se incorporó y me dio y di un jalón, qué rico era, al principio obvio no sentía nada, pero no pasaron 5 minutos cuando ya me reía de todo, me sentía tan en la gloria que me levanté y me le lancé encima y lo besé a más no poder, y mientras lo besaba, me apretaba las nalgas y me metía dos dedos, uno de cada mano, como para abrirme más, sin querer me lancé un viento y nos quedamos un fragmento de segundo en silencio cuando después estallamos de risa, me siguió besando cuando después volvió a voltearme, colocándome donde estaba antes, en la punta de la cama, en la esquina izquierda, me levantó las piernas y se echó saliva en el guebo y sin pensarlo dos veces ni emitir palabra comenzó a metérmelo, al principio yo tenía la mano puesta en su verga para guiarlo y notar cómo me entraba, y con facilidad entró la cabeza rápido. Eso me dio una risa incontenible.
— ¡Entró, entró!
—Eso bebé, tú puedes, aguanta, aguanta. Jajaja. Shhh, no hagas ruido.
Volvimos a reír, pero después de unos segundos comenzó a metérmelo más y sentía ardor. Ya yo había tenido relaciones con dos personas antes, pero ninguna tenía el guebo así, así que era obvio que este iba a traspasar los umbrales de lo desconocido aunque no esperé que fuera tan pronto.
Siguió metiendo hasta que ya me puse serio, porque me estaba doliendo, él viendo mi cara lo que hacía era reírse en silencio. De momentos se detenía como suspirando a cada segundo que lo metía más, y me pasó la pipa, pero ni la toqué, solo me apoyé en mis codos y él la puso en mi boca, absorbí un poco, y empecé a toser, él se me acercó y me besó para que me calmara, después al oído me dijo que era una buena perrita, que ya lo tenía todo dentro, y sin creerle, toqué a ver y era verdad, estaba todo adentro. No me pregunten cómo cupo porque ni yo lo sé, supuse que la droga había ayudado, después me dio una última embestida hasta el fondo y lancé un gritico ahogado, él se rió y me mordió la oreja duro.
Y comenzó el vaivén lento para después darle con tanta furia que me dolía, me quejaba, intentaba apartarlo un poco con mi mano puesta en su pecho, pero mi ignoraba.
—Aay, ay, ah, ah, ay, ay, aj, aj, me, ay, duele.
Él sudaba, y me daba más duro, como si le importara un bledo si me dolía o no, puso cara de serio, y me daba más duro, me agarraba las nalgas y me las apretaba fuerte, se me acercó al oído y me lo mordía, me metía la lengua, y de una manera u otra, eso como que calmaba un poco mi dolor, porque me hacía moverme como una perra en celo, me hacía como apaciguar el dolor.
—Ahh, sí, sí… ¿no querías guebo pues? Aprovecha porque todavía vas a llevar guebo que jode, ah, sí, sí, uffff, que culito tan rico encontré yo vale.
Me lo sacó rápido y me acomodó en el mismo lugar pero ahora estaba yo en 4 patas, como la perra que era. O soy.
Y comenzó a darme duro, me nalgueaba fuerte, luego, así como estaba, en cuatro patas, me agarró con las dos manos el cuello y me apretó un poco duro, recuerdo que por un momento me sentí ahogado y con la droga que tenía encima me solté de sus manos y puse mi cabeza en el colchón, con los ojos cerrados, y me sentí en la gloria, no sé por qué pero todo se me nubló, y de pronto sentí que no recordaba cómo había llegado yo ahí a donde estaba, supuse que era efectos de la weed. Hasta que reaccioné cuando me agarró fuerte del cabello y tiró de él, como si yo fuese un potro.
Se me lanzó encima y sentí su guebo más dentro de mí, gemí y él sonrió, alegrándose, y así como estaba se acomodó mejor, metió sus dos manos por debajo de mis brazos y sus manos las colocó detrás de mi cabeza, de modo que me tenía apresado, y así siguió cogiéndome como yo quería, me sentía en la gloria, la sensación en el culo era deliciosa, me hacía como temblar, eran como cosquillitas que no quería que pararan.
Sacó sus manos de donde las tenía y me abrió más las nalgas con ambas manos, mientras me mordía una oreja, cosa que a mí me excitaba a mil, porque cuando metía su lengua a mi oído era como si hiciera que mi culo se abriera más, y más más más adentro sentía su guebo.
Después de no sé cuánto tiempo, me levantó, me recostó de la pared y me dio tan duro que tuve que detenerlo, me ardía. Se colocó saliva y seguimos, hasta que me subió a sus caderas y me dio también así, yo abrazándolo por el cuello y apretándole duro la espalda, gimiendo en silencio.
Después me lanzó a la cama y no me pregunten de dónde porque ni yo lo supe en su momento pero comenzó a sonar TOXIC de Britney y él viene y me dice:
—Ahora sí vamos a ver qué es lo que eres tú carajito, vamos a ver si de verdad me partes el guebo en la patica. Dale pues, destácate.
Tengo que admitir que aquí en Venezuela hablamos tan ordinario. Me encanta jaja.
Volví a encender la pipa y succioné tooodo lo que pude, lo contuve un ratico y expulsé y al segundo me entró lo puta puta puta zorra.
Too high, can’t calm down, it’s in the air and it’s all around. Can you feel me now?
— sonaba la canción de fondo y lo tomé de las manos y lo puse en la orilla de la cama, me coloqué de espaldas y comencé a bailarle, lo más zorrita que pude. Después me le acerqué y me lo metí yo solito, obvio me dolió un poco, como cada vez que lo sacaba sentía como un vacío, como un frío…
Teniéndolo todo dentro, comencé a moverme al ritmo de la canción. Y gracias a Dios yo sabía bailar y sabía también mover las caderas muy bien, porque sino la burla. Pero era yo en mi mejor momento, moviendo ese culo con ese madre guebo adentro, haciéndole sentir placer a ese negro tan rico que tenía solo para mí.
And I love what yo do, don’t you know that you’re toxic? — decía Britney.
—Uff así, asi. Qué rico culito tienes vale, que rico te mueves, uf así así uf uf ahhh. —decía él.
Yo no emitía palabra, ¿para qué?
Intoxicate me now, with your loving now, I think I’m ready now—concluyó la canción.
Como estaba de espaldas a él, me di la vuelta, me le monté encima otra vez, lo rodé al centro de la cama y ahí comencé a cabalgarlo como se debe, a él le encantaba porque gemía haciendo ruido, a mí, ni se diga. Él no estaba acostado completamente, tenía sus codos apoyados al colchón, luego se incorporó y se levantó un poco para besarme largamente, echándose después en la cama como era, y así me agarró de las nalgas y abrió un poco las piernas, las medio levantó y comenzó a reventarme el culo como nada, como si tuviera rabia contenida, yo sentía mucho placer, quería que no parara, no sabía qué estaba tocando dentro de mí con ese machete pero me hacía volar del placer.
—Ay, ay, ay, así, ah, ah, así papi, no pares, dame, dame, dame.
— ¿Te gusta putica? ¿Querías guebito verdad? Tome guebito, tome tome.
—Ay, ay, ay, me duele, pero no pares, aj, aj, aj.
—Bésame, bésame, bésame.
Lo besé, y así, arrecostado a su pecho sudado, me daba más duro, me abrazaba y me clavaba las uñas en la espalda. Sentía que cada vez iba más rápido. Sentía cómo gemía con más rapidez, cómo se le aceleraba más la respiración y me volví a sentar bien, clavándomelo más dentro de mí, si me iba a acabar, tenía que ser adentro, solo así lo podría emperrar y tenerlo comiendo de mi mano. Era probable que a su mujer no le acabara adentro muy a menudo.
—Ah, ah, te voy a acabar adentro, así, así, aj, aj, ahhhhhhh— dijo, dándome más duro, clavándomelo más, como si cupiera más, como si quisiera dejarme bien preñado, y bueno, lo estaba haciendo y me encantaba.
A diferencia de muchos, no sentí nada caliente adentro, pero sí sentí la presión que hacía, cómo le palpitaba dentro de mí, y así como estábamos no pude aguantar más, me seguí moviendo yo sin que él se moviera, como si no me resignara a que se fuese a terminar todo ahí, y sin tocarme siquiera, acabé, ¡Y QUÉ SENSACIÓN MÁS HIJUEPUTAMENTE RICA! Sentía mi culo apretarle el guebo, y se notó que le encantó, después, así como estábamos, sin salirse de mi, se arrimó hacia la orilla del colchón, se levantó, cargándome en brazos, y me llevó hasta el baño, en el trayecto íbamos riéndonos, me bajó y sentí un frío en el culo nada normal, como vacío, deshabitado.
Entró a la ducha, abrió la regadera, y después de dudarlo un poco se comenzó a mojar, quitándose mí semen de su cuerpo y yo me senté en la poceta a expulsar todo lo que tenía dentro de mí. Esa era la peor parte.
De ahí de donde estaba lo veía bañarse, tan bello, tan grandote, tan macho, hombre serio. Le vi el guebo y lo tenía dormido, aunque era, así como estaba, perfectamente del tamaño de una coca- cola de lata, y no miento.
A los minutos me bañé yo también, salimos del baño y cuando vi la hora eran las 3:47 recuerdo. No sé cuándo había pasado tanto tiempo, me pareció un abrir y cerrar de ojos. Obvio después de bañarme el efecto de la droga se me había pasado y ya todo era más requeté distinto porque como dicen por ahí, que todo animal después del coito es triste. Se me nubló la mente de pensamientos, pero los ignoré…
Nos acostamos un rato, me dijo que esperara a que se hicieran al menos las 4:30, y así lo hice, pero a las 4:10 ya él se había quedado dormido. Yo veía al techo y fue inevitable pensar… Tomé mi ropa, me vestí y me fui con las crocs en la mano hasta la puerta, al salir me las puse, llegué a mi casa en menos de dos minutos, entré, me acosté a repasar la situación: Mi vecino, mi nuevo vecino, El Negro, me había cogido como a una zorra, y él tenía mujer e hija, y eso no estaba bien, no era de buena persona razonable haber hecho eso, y de paso sin condón, y además me drogué, y bailé y nos bañamos, y no creía nada de lo que había sucedido, y de lo que quería probablemente en unos días, que se repitiera, pero en mi cama, observando probablemente al vacío, no lograba sacar de mi mente dos preguntas muy concretas y torturantes de a momentos en los cuales me arrepentía pero se me pasaba a los segundos de acordarme cuánto disfruté. Las preguntas eran;
¿Qué era lo que había pasado hace nada? ¿Era realmente real?
Al parecer sí.
@alfrestrada en instagram, para continuar esta historia.
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