El nene 2 FINAL
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Lo evité el domingo, lo evité el lunes, lo evité el martes. Pero la fisiología me jugaba en contra. Mi cuerpo, que durante un mes se había acostumbrado a coger todas las noches, después de 4 días sin coger, estaba que reventaba, con el sólo roce de la ropa, se me paraba y de mi cabeza (la de arriba) no salía la idea fija, tengo que coger, tengo que coger, tengo que cogeeeerrrr!
Así llegamos al miércoles, un bello día soleado de fines de febrero, caluroso, pero no demasiado, mi viejo laburando como siempre, mi vieja en la feria, yo desayunando mate con galleta marinera en la cocina, sólo vestido con mi short de baño. La puerta de casa nunca tenía llave, así que naturalmente Damiancito abrió y me vino a saludar. Tenía también un short de baño y una camisetita de Mickey, cortita. El shortcito le quedaba medio chico por lo que marcaba bien su potito gordito y redondo.
-Querés mate Dami?, ya está medio frio.
-Bueno, ponele mucha azúcar. Le cebé su mate. Lo tomó mirándome a los ojos. Me lo entregó y apoyó sus dos manos en mi muslo, cerca de la ingle. Como no reaccioné, intentó sentarse en mi pierna, como no entraba, corrí un poco hacia atrás la silla para darle lugar, creyendo que tenía perfecto dominio de mi mismo. Se sentó a horcajadas de mi pierna y yo corrí de nuevo la silla hacia adelante para quedar cerca de la mesa y seguir tomando mate, con Damián entre mi pecho y la mesa. Me cebé un nuevo mate y luego le di el segundo a él. Lo tomó con las dos manos y mientras sorbía la bombilla comenzó a mover su culito hacia adelante y hacia atrás sobre mi muslo, como masturbando su esfinter con mi pierna. Yo comencé a levantar presión, qué tenía que hacer? Mi cabeza de abajo le ganó a la de arriba y más enfurecido que excitado, lo saqué a Damián de mi regazo, giré la silla y mirándolo a los ojos, le dije, le grité casi – se bien lo que querés y ya te lo voy a dar. Mi mano derecha se metió debajo de su short y comenzó a franelearle las nalgas, mi dedo índice comenzó a bajar por su raya y buscó su esfinter. Cuando lo encontró comenzó a moverse en círculos por las arruguitas, buscó el hoyito y sin miramientos se metió dentro.
Damián sonreía. -Esto es lo que querías Dami?-No sé, me dijo en medio de una sonrisa, mientras miraba mi bulto que estaba reventando, ya con una mancha de pre-seminal mojando mi short.
Me serené un poco, bajé un par de cambios y comencé a disfrutar sin culpa de la situación, mi dedito entraba y salía suavemente de su culito, se sentía calentito, suave, Dami evidentemente disfrutaba de lo que le estaba haciendo, no creo que físicamente pero psicológicamente estaba pleno y feliz. Le bajé el short y él me correspondió comenzando a mover hacia atrás y adelante sus nalguitas para meterse sólo el dedo. La redondez de sus nalgas era perfecta, su piel suavísima, su pene apenas un manicito delgaducho pero paradito. Caí en la cuenta que si mi vieja regresaba de la feria, y veía a Damiancito desnudo en la cocina y a su hijo metiéndole el dedo en el culo, se caía redonda al piso de un desmayo, entonces le saqué el dedito, le dije subite el short y vení.
De la mano lo llevé al cuarto-desván que había en el fondo, que yo pomposamente llamaba "mi laboratorio", separado de la casa unos 20 metros y que era el lugar donde vivimos con Juan buena parte de nuestra bella relación. Era un lugar muy seguro para coger, porque tenía una pequeña ventanita que permitía ver hacia la casa, y entonces cogiendo de parado el pasivo podía mirar si venía alguien y la distancia daba tiempo como para subirse la ropa y disimular.
Entramos y nos paramos frente a la ventanita. le bajé el short y yo me bajé el mío. Cuando Damián vio mi pija oscura y parada parecía que estaba viendo un helado de chocolate una tarde de calor. Ahí recién me percaté que cogiendo de parado, mi pija le daba por la mitad de la espalda, así que había que preparar algo. Busqué, con la ayuda diligente de Damián, un cajón de madera y algunas cosas más y al fin pude poner su culito a la altura justa para penetrarlo. Se lo ensalivé un poquito y me pasé mi propio pre-seminal por todo el glande para lubricarme la punta. Mi pene, frente al tamaño de sus nalguitas, parecía enorme.Hurgué un poquito hasta encontrar el sitio justo, lo tomé de la cadera y le di el primer empujón. Entró todo el glande, con bastante facilidad por cierto. Por las dudas me detuve. -Te duele Dami?, -si, -te la saco?, -no. Di otro empujón bien cortito y otro pedacito de mi pija le entró. Dami profirió un "ay" bastante fuerte. Me agarró el cagazo, y con el cagazo surgieron de dentro mío dos demonios, uno con calza roja ajustada, bulto prominente y cuernitos y otro vestido con una sotana negra.
-Dale terminá de metérsela de una vez.
-Noo, sacásela, lo que estás haciendo es una barbaridad.
-Pero si a Dami le gusta, dale metésela.
-Nooo, qué sabe Damián lo que está haciendo!
-Lo sabe muy bién pelotudo, este pibe te puede enseñar a vos.
-Pero mirá si le sangra, mirá si lo desgarrás!
-No seas boludo, tu primo la tiene más grande que vos y se la enterró hasta la bolas.
-Pero le duele, Carlín. Y mirá si tu vieja se entera, o la de él! Te matan!
-Dejate de joder, estás recaliente Carlos, cogételo bien y llenalo de leche, nadie se va a enterar.
No sé cuánto tiempo duró el tira y afloje entre los dos demonios, pero no me podía quedar más tiempo así, con un cuarto de pija en el culo de Dami, sin hacer nada. Tenía que negociar con mis dos demonios. Debía reconocer que el rojo tenía razón, yo estaba recaliente y seguro no era el primero que se cogía a Damián, pero mi acondicionamiento social estaba más cerca de los miedos y tabúes del negro que del libertinaje del rojo, tenía que encontrar una solución intermedia.
Al fin me decidí. Se la saqué despacito (Damián volteó la cabeza y me miró con extrañeza) y comencé a usar su raja para masturbarme, le apoyaba y franeleaba el glande por el esfinter, y luego subía y bajaba todo mi palo por su raya. Maniobrando con sus caderas, convertí mi pija en la salchicha del pancho, donde sus nalgas eran los panes y comencé a masturbarme con sus nalguitas. No era coger pero se sentía riquísimo. Damián estaba feliz con el juego, acompañaba mis movimientos con los suyos, y me miraba con una cara mezcla de alegría y complicidad hermosa. Cuando sentí que me venía, volví a apoyarle apenas el glande en el esfínter y me vine con una cantidad de leche tremenda. Lo dejé todo enchastrado, nalgas, piernas, espalda y lo que más me preocupó, su short. Por suerte desde los bellos tiempos de Juan, en ese cuarto, en un escondite inexpugnable tenía guardado un rollo de papel higiénico, unos pañuelos de tela, la vaselina y alguna otra cosita que a veces usábamos con Juan. Me senté entonces y comencé pacientemente a limpiar a Damiancito, que siempre sonriendo ayudaba como podía. Fui a mojar uno de los pañuelos a la canilla del patio mientras Dami seguía totalmente en bolas sentado esperándome. El papel sacaba el semen, pero el olor y la sensación de pegote no se iban, así que le di una lavada a trapito como la que le había dado a Martín.
-Te gustó Dami?,-Si.
-Te lo hicieron muchas veces? No contestó.
-Contame Dami, quién te enseñó a hacer esto? Sonrisa pícara, pero no contestó tampoco.
-Que linda pijita que tenés. -Si pero es muy chiquita.- Ya te va a crecer. -Pero Gastón la tiene más grande, y Luis también
-¿Quiénes son esos chicos?. Primero se quedó un rato en silencio, y luego me dijo que eran dos compañeros del colegio.
-Ellos te cogieron? Sonrisa cómplice y silencio.
Le di un beso en la pijita y me la puse en la boca un rato. – No te hagas problemas, a algunos chicos les crece antes que a otros, pero quedate tranquilo, cuando seas grande seguro la vas a tener como la mía o más grande. -Como la de Martín?, preguntó. Y todavía más grande, ¿quién sabe?
Me dio un trabajo bárbaro secar un poco las manchas de semen del short, y le quedó un gran círculo húmedo atrás, pero hacía calor, así que seguro se iba a secar.
A medida que me fui serenando fui tomando conciencia (gracias al diablo de sotana negra) de la barbaridad que había hecho y sobre todo, de que había dado el puntapié inicial para cogérmelo cuanto quisiera.
Tomé a Damián de la cintura, lo senté sobre mi pierna, lo abracé fuerte y comencé a hacerle este discurso.
Dami, yo se que lo que hicimos te gustó. Y a mí también me gustó. Pero está mal, los dos sabemos que está mal, si?
-Si
Por eso lo hacemos a escondidas verdad?
-Si
Vos sabes cómo es la forma normal de coger, no? El hombre le mete la pija a la mujer en la concha, eso lo sabés si?
-Si
Pero a algunos hombres nos gusta coger a otros hombres, entonces le metemos la pija en el culo. Y a algunos hombres le gusta mucho más que le metan la pija en el culo que meterla ellos a una mujer o a otro hombre. Como hicimos recién nosotros, o como hiciste vos la otra vez con Martín, si?
-Si
Pero lo tenemos que hacer sin que nadie se entere porque sabemos que está mal, que los hombres no deben coger entre ellos sino que tienen que coger a las mujeres, si?
-Si
-Sabés que a los que nos gusta hacer esto, nos dicen "putos", si?
-Si
Y que si alguien se entera, tu mamá, tu papá, tu hermano, tu abuela, se van a poner muy tristes porque a nadie le gusta que su hijo, su hermano, su nieto, sea puto. Si?
-Si
Y que inclusive si tus amigos se enteran te van a empezar a decir "puto" en la escuela, en el barrio en todos lados, si?
-Si
Damián estaba cada vez más serio y pensativo
Además Dami, una cosa es coger con tus amiguitos y otra es hacerlo con gente grande. La gente grande puede ser jodida, te puede lastimar, te puede hacer sangrar, te puede llevar lejos de tu casa, te puede engañar y llevarte a un lugar donde te cojan muchos tipos y te contagien enfermedades.
Dami, coger cuando uno es chico, es un juego peligroso y no es un juego que se juegue con grandes, si te gusta la pija es al pedo que te diga que no cojas, pero por favor, nunca, nunca, nunca, te dejes coger por gente grande, ni desconocidos ni conocidos. Ningún grande te tiene que siquiera tocar, porque no sabés cuando te van a lastimar y hacer llorar.
Dami con la cabeza gacha y ojos húmedos me miraba.
Me vas a hacer caso Dami?
-Si, Charly, seguro
-En serio?
-Si, en serio.
-Dame un abrazo! Nos abrazamos con toda la fuerza de nuestros brazos.
Esa fue la última vez que toqué a Damiancito y la última vez que Damiancito me insinuó algo. Siguió siendo una visita cuasi diaria en casa pero nunca más hubo entre nosotros la menor provocación sexual. Ni siquiera las veces que volvió Martín a pasar unos días. Además a Martín no le quedaban ganas de cogerse a nadie después de las revolcadas que nos dábamos cada noche.
Pero el tiempo pasa y los chicos crecen.
Damián llegó a la pubertad, desarrolló una voz tremendamente varonil, y de los 12 a los 14 terminó convertido en un bellísimo joven de más de 1.75 de alto, espalda ancha, bien itálica, que no se afinaba en esas pequeñas caderas que dan torsos triangulares y culitos angostitos, sino que seguía con un cuerpo macizo y un culo que para qué te cuento. La revolución hormonal había borrado sus gestos y formas afeminadas y seguro que más de una pendeja se meaba de sólo verlo.
Con la pubertad llegaron los amigos nuevos, la nueva vida social, las chicas, la secundaria, y de a poco la presencia de Damian en casa fue disminuyendo, si bien conservábamos la química que tuvimos siempre, apenas si nos encontrábamos alguna vez en la calle y charlábamos 5 minutos, de la escuela, de sus nuevos amigos y de lo que iba a hacer el fin de semana. Además, entre el trabajo y la universidad, yo tampoco estaba casi nunca en casa.
La vida siguió su curso, Juan, mi Juan, ya estaba haciendo preparativos para su casamiento, Martín tenía una nena y vivía en casa de los suegros con su mujer; y mis amigos hetero, ni hablar, también casados o noviando. Yo, con mis 24, sin mujeres a la vista, me iba de a poco quedando solo, por lo que los fines de semana siempre los pasaba en casa, A veces alguna salida esporádica a tomar cerveza con un amigo, su novia y una amiga de la novia, con fines gancheros a los que por supuesto yo simulaba entusiasmo, o alguna noche de truco cuando algunos "dominados" podían cortar el yugo de sus novias / mujeres para pasar un rato entre humo y naipes en la casa de alguno de la barra.
Los viernes terminaba antes en la universidad y entonces a las 10 ya estaba en casa. Cenaba solo ya que mis padres acostumbraban cenar más temprano.
Un viernes, mientras entraba el auto lo vi a Damián, solo, sentado en la vereda. Lo saludé con la mano y seguí mi rutina. Apenas me había puesto a cenar, tocaron el timbre. Era Dami, saludó a mis viejos, y se sentó a la mesa.
-Cenaste Dami?
-Sí, gracias. -Pero se notaba que lo decía de compromiso
-Dejate de joder. Ma!, le ponés un plato a Dami?
Disfrutamos juntos de las milanesas con puré que a mi vieja le salían cada vez mejor y luego nos quedamos charlando en el living largo rato. Los viejos a eso de las 12 se fueron a dormir y nos quedamos solos, le ofrecí una ginebra que no quiso y a eso de la 1, yo ya me estaba quedando dormido, por lo que a modo de raje más que de invitación, le dije, Dami, me estoy cayendo de sueño, seguimos mañana?
-Bueno, mañana a la noche vengo. Lo acompañé a la puerta caminado detrás de él. ¡Qué hermoso culo que tenía!, aún con ese jean para nada ajustado, se notaba que sus nalgas eran espléndidas. Esperé que entrara a su casa antes de cerrar mi puerta, los tiempos eran más complicados, y de paso seguí admirando su andar tranquilo y el movimiento acompasado y varonil de su culito. Mi deseo por él nunca había menguado y si bien lo trataba de borrar de mis pajas, en el fondo siempre pensaba en lo que pudo ser y no fue.
El sábado a las 10, según lo prometido, llegó Dami. Hablamos de Boca, de River y su mala racha, un poco de política, le sacamos el cuero a los vecinos, miramos tele, un poco de todo. Pero mientras charlaba con Dami una imagen antigua volvió a mi mente, lo que había sucedido hacía ya seis años volvía a mí con lujo de detalles, como si hubiera ocurrido ayer; parecía que la cabeza de arriba y la de abajo pensaban al unísono, porque una extraña sensación comenzó a invadirme los huevos y cosquillearme la pija. Pero bueno, no podía hacerme ilusiones.
Las visitas de Damián de viernes y sábados se hicieron costumbre. Todo viernes y todo sábado el chico a eso de las 10 de la noche venía a casa. Sería que el también quería completar lo iniciado hacía seis años? Seguiría siendo puto? Mmm, 10 a 1 que sí, eso de "macho es el que la probó y no le gustó" es una falacia. Yo lo cambiaría por "macho es el que no la probó y no quiere probarla", porque todo aquel que la prueba, le gusta y se vuelve a comer la verga cada vez que se den las circunstancias adecuadas. Entonces no podía tener dudas, Damián debería seguir siendo puto y, si volvía reiteradamente a buscarme es porque consciente o inconscientemente, quería pija, mi pija.
Siempre fui un boludo para los levantes, insinuaciones y provocaciones, y no sabía cómo empezar con Dami. Se me ocurrió que sería bueno cambiar de escenario y volver a la "escena del crimen" de la primera vez. Por eso ese sábado, apenas terminamos de cenar, le dije "che Dami, me acompañás a mi laboratorio que tengo que hacer unas cosas mientras charlamos? -Bueno!
Salimos al patio y recorrimos los 20 metros hasta llegar al "laboratorio", yo por delante y Dami, a paso quedo, detrás. Encendí la luz y entramos. Estaba como siempre, como estaba cuando le había llenado de leche su rayita de nene: una mesa de trabajo, un armario, algunos estantes, dos sillas y equipo de mate. Esa noche no pasó nada en especial, ninguno de los dos insinuó nada, escuchamos radio, hablamos del mil cosas, menos de minas, cosa de por sí sugestiva a esa edad. Dami se fue a las 2 de la mañana, y yo caliente, apenas se fue, me encerré en el baño a masturbarme.
Las noches de laboratorio se repetían, mi calentura crecía pero de pelotudo no me animaba a encararlo, además el muy ladino apenas yo insinuaba la menor boludez sexual hetero (para disimular), agachaba la cabeza y se quedaba en silencio. Al fin una noche la radio me dio un pie y Damián se enganchó. En la radio comentaban la famosa escena de la película "Último tango en París" donde Marlon Brando le rompe el culo a una mina lubricándose la pija con manteca. Me reí con los comentarios de la radio y le comenté a Dami:
-Te imaginás untarte la pija con manteca?
-Sí, que asco!, debe ser un enchastre grasoso.
– Claro, además que no hace falta. Te ponés un poco de saliva en el agujerito, le chupás un poco la pija para ensalivársela y te entra hasta las bolas sin problemas.
Damián captó la insinuación de inmediato, la segunda persona en lugar de la voz pasiva no dejaba dudas que hablaba de nosotros. Agachó la cabeza. Arremetí.
-No es cierto Dami?, con saliva nomás. Te la apoyo en la puertita, te agarro de las caderas, te doy un empujoncito y adentro!
– Dejate de embromar Charly!
Me entró el cagazo, pero ya no había vuelta atrás.
– Damián no jodo. Los dos sabemos de esto porque los dos hicimos cosas juntos, acá mismo, te acordás?
– Y sabés qué Dami?, me quedé caliente, nunca se me fueron las ganas de cogerte, nunca dejé de mirarte el culo, nunca dejé de desearte. Y siento que vos debés estar igual.
Damián seguía con la cabeza gacha y sus mejillas se enrojecieron.
– Dale Charly, no jodas.
– Dami, si hay algo que aprendí en estos 24 años de puto que tengo, es que el que come pija una vez, ya nunca la deja. Vos te la comías sin culpa y si te gustaba la pija, entonces te debe seguir gustando. No tengas vergüenza Dami, si somos así, somos así y punto. Decime la verdad, cuando te hacés la paja, no pensás en la vez que Martín te rompió el culo?, no soñás con su pija?
-No-, dijo Damián con la mirada perdida en la pared. -No pienso en Martín-. Advertí en su cuerpo un leve temblor.
-No pienso en Martín-, repitió.- Pienso en vos.
Casi lloro de felicidad!
– Entonces me vas a dejar que te coja?
Damián, con voz temblorosa, dijo "SI" y se incorporó llevando su mano a la hebilla del cinturón. Dudó.
-Che, pero es seguro?, si viene tu vieja?
– Tranquilo Dami. – Lo tomé de la cintura y lo arrimé a la ventanita. -Ves?, está todo apagado en casa, son más de las 12, mis viejos están roncando.
– Está bien, pero por las dudas cerrá la puerta con llave.
Damián se acomodó contra un estante bajo, se bajó el vaquero y el slip, apoyó sus manos sobre el estante y me dijo "dale". Me sonreí, había tomado demasiado al pie de la letra lo de dejarse coger y lo hacía al estilo del furtivo polvo adolescente: a los bifes sin preámbulo.
-No Dami, pará, vamos a hacerlo bien.
Se incorporó y recién allí pude ver por primera vez su herramienta, una pija pequeña, de unos 12 cm, recta y perfecta, ya bien paradita y comenzando a humedecerse, un bosquecito castaño claro y aún incipiente y unos testículos grandes, muy grandes, que contrastaban contra la pequeñez de su miembro.
– Vamos a ponernos los dos en bolas. Nos sacamos toda la ropa salvo las zapatillas. Dami clavó la vista en mi verga con ojos de asombro, no era nada portentosa, pero bastante más grande que la que él recordaba y mi mata negra y frondosa no era el bosquecito que se había arrimado a su culito de nene. Brazos caídos al costado del cuerpo y un poco de vergüenza.
Me arrimé a él y lo abracé fuerte. Recién luego de unos segundos sus brazos me abrazaron. Me separé un poco para mirarlo todo y llevé mi mano a su verga, él hizo lo mismo. Nos pajeamos muy suavecito y luego hicimos que los palos se frotaran y se besaran. Dami seguía cada una de mis acciones y de a poco su expresión de vergüenza fue mutando primero a asombro y luego a calentura y deseo. Nos volvimos a abrazar pero antes acomodé bien entre nosotros las dos vergas. ¡Qué rico se sentía el calor de su pancita en mi pija y el calor de su pija en la mía!
-Sentís el calorcito? -Sii, que lindo! -¿Viste que cosas podemos sentir dos hombres que ninguna concha nos puede hacer sentir?, -Siii?
Comencé a besarle el cuello y a morderle despacito las orejas, mientras con una mano lo sostenía de la cintura, con la otra recorría su espalda. Damián rodeó mi cuello con sus brazos y comenzó torpemente a besarme en los labios. Liberé entonces mis dos manos y mientras mi boca y mi lengua devoraban su boca, mis manos se fueron a las dos nalgas, apretándolas, acariciándolas, excitando su raya. Liberé mi pija y sin dejar de besarnos se la acomodé debajo de las bolas y comencé a hacerle un mete y saca entre las piernas, recorriendo su sensible perineo y llegando a la parte baja de sus nalguitas, para que Dami, fuera sintiendo lo que iba a venir. Liberó mi boca para regalarme su primer gemido.
– Ahh, metémela ya, Charly dale!
Se lo ensalivé un poquito con un par de lamidas y me pasé mi propio pre-seminal por todo el glande para lubricarme la punta. Hurgué un poquito hasta encontrar el sitio justo, lo tomé de la cadera y le dí el primer empujón. Entró todo el glande, con bastante facilidad por cierto. Por las dudas me detuve. -Te duele Dami?, -si, -te la saco?, -no. Di otro empujón bien cortito y otro pedacito de mi pija le entró. Dami profirió un "ay" bastante fuerte. Esta vez no hubo cagazo. -Esperá que te lubrico.
Fui a buscar la "cajita feliz" que conservaba desde tiempos de Juan, bien escondida, a prueba de curiosos, donde guardábamos nuestras "cositas". Saqué la vaselina. Me unté bien la pija y con el dedo le metí algo de vaselina dentro. Le apoyé el glande en el centro del asterisquito y comencé a penetrarlo, gracias a la vaselina la pija se deslizó hacia adentro con facilidad y en segundos toda mi pija estaba dentro suyo, le dolió, pero todo fue tan rápido que el "ay, cómo arde!" llegó cuando ya estaba completamente empernado. Mi gozo era total, al fin Damián era mío, al fin estaba dentro de su bello cuerpo, al fin iba a darle mi ritual descarga de semen, al fin iba a terminar lo que habíamos comenzado seis años atrás, esta vez no se la iba a sacar.
-Sos mío Dami, al fin sos mío, putito!
– Si Charly, al fin tengo tu verga adentro, no sabés cuanto la deseaba, cogeme Charly, cogeme por favor!
Lo que siguió fue una culiada animal, mi desesperación y mi calentura acumulada por esos seis años de recordar lo que no fue eran tremendas. Con cada metida mi pubis se estrellaba en sus nalgas y a pesar de la fuerza con que lo sostenía de la cadera, su cuerpo se iba para delante y su pija bamboleaba como barco en tormenta, con cada sacada casi total de mi verga, me regalaba un ahhh. Se la clavaba en todos los ángulos, se la revolvía, quería romperle el culo, partirlo en cuatro. Dami aguantaba, el también hacía seis años que deseaba mi verga, y se la estaba al fin comiendo. Miraba hacia atrás para ver mi cara y mis movimientos y se mordía los labios en silencio.
Se la saqué, acomodé las dos sillas y lo hice acostar sobre las sillas boca arriba, le levanté las piernas y se la clavé sin piedad, su orto ya estaba más que abierto pero la fuerza de la culeada y el poco uso reciente de su culito lo habían irritado un poco. Me miró suplicándome que fuera más despacio porque le estaba ardiendo. Paré, fui de nuevo a la cajita feliz y busqué el analgésico. Me puse en las manos vaselina y le puse apenas una gotita del analgésico, lo lubrique bien a fondo y abundantemente y se la volví a meter. Ahora sí, su cara recobró la felicidad y yo mi animalidad. Mi pija entraba más profundamente y ahora él la veía y la podía tocar y eso lo excitaba y lo enloquecía, me tocaba la verga, apoyaba sus dedos a los costados de su ano para sentir cómo le entraba, se manoseaba la herramienta que estaba dura y mojada, comenzó a quejarse más y más, hasta que de su pijita salió un tremendo chorro de leche con una fuerza que yo jamás había visto y nos enchastró a ambos, los estertores posteriores fueron increíbles también, dignos de esos huevos gigantes que tenía. Damián me miraba entre divertido y avergonzado, mi pecho, mi cara, la suya tenían semen. Sin dejar de moverme dentro de su culo, tomé con mis dedos un charquito de semen de su pancita y me lo llevé a lo boca. Su sabor era dulce y suave. Volví a tomar algo de semen y se lo hice probar. Quiero tomar el tuyo, me respondió. -Este lo vas a tener en el culo, Dami, después.
Se la saqué un poquito para acostarlo en el piso y seguí mi faena, en esa pose tan de puto, tan rica para sentir los cuerpos. La acabada de Damián había servido para que bajáramos unos cambios y ahora lo cogía más tranquilo y él ahora expresaba su gozo como mmms y ahhhs y palabras suaves. Yo le correspondía con besos delicados en las orejas y en el cuello. No tardé mucho en acabar, el muy putito cuando sintió que me venía levantó la cadera para engullírsela a fondo, lo que me hizo luego pensar que muchas de nuestras acciones en el sexo nadie nos las enseña, las tenemos en nuestra naturaleza.
Me quedé descansado sobre su espalda.
-Te gustó putito?
– Si Carlos, fue mejor que lo que me imaginaba. Te gustó mi culo?
– Estás increíble Dami, te comería todas las noches
– Viste boludo lo que te perdiste por seis años? Yo te lo quería dar, me moría por dártelo.
– Eras un pendejo Dami, no se podía. Además, – le di unas palmaditas en el costado de sus nalgas, – no vas a comparar el culito de nene gordito que tenías, con el culazo que tenés ahora.
Lo que hice fue dejarlo madurar y comérmelo ahora que está a punto.
Los dos nos reímos con ganas.
-Pero mirá que ahora no voy a dejar que me hagas esperar otros seis años-, dijo meneando la cola y subiendo la cadera para volver a excitar mi pija que no terminaba de bajar de lo bien que me sentía dentro de su esfinter y sobre su espalda tibia.
– Descuidá Dami, ahora que probé la fruta, la voy a comer cada vez que me la quieras dar.
Había que desabotonarse y limpiarse un poco, no nos vestimos, nos sacamos los restos de leche mutuamente y nos sentamos lado a lado, desnudos. De inmediato su manos fue a mi pija, hice lo mismo. Nos quedamos así, conversando tranquilamente mientras nos manoseábamos suavemente.
-Che Charly, que me pusiste en el culo que después me entró tan fácil?
– Vaselina, Dami, la comprás en la farmacia. Sus ojos fueron a la cajita feliz.
– A ver que más tenés acá?
Me dio un poco de miedo que se pusiera a revisar la cajita. Dami no sabía nada de la relación que tuvimos con Juan y yo no tenía el menor interés que él se enterara que Juan, un perfecto macho con novia y a punto de casarse, era tan puto como yo. Pero ya nada podía hacer.
Como soy muy prolijo cada cosita de la cajita feliz estaba envuelta en pañuelos que también nos servían con Juan para limpiarnos después de coger y que yo lavaba a escondidas. Dami miró divertido los condones (-¿qué?, ¿me vas a embarazar?, jajaaa-) y luego comenzó por los envueltos más grandes, se fascinó ante los consoladores caseros que habíamos "fabricado" con barras de material plástico tallándole lo mejor que pudimos los glandes, se asombró ante el "flexible" que habíamos modelado con "fastix" y que era lo más parecido que pudimos lograr a un consolador de gel. Descubrió la tanga negra, y por suerte pude desviar su atención de la cajita antes que descubriera la malla de dos piezas que Juan le había birlado a la hermana y que seguro Damián conocía, ya que en el barrio se compartían vacaciones en San Clemente y salidas a piletas los fines de semana. Por cierto a Juan la biquini le quedaba mucho mejor que a la hermana. Era de las que se atan con una cinta de cada costado y me daba un morbo tremendo desatar el nudo con los dientes para revelar sus nalgas y después comerle el culito a besos antes de cogerlo!
– Ya dejá eso que tenemos cosas que hacer! Le saqué la cajita, me arrodillé entre sus piernas y comencé a besarle el glande.
-Mmm, que rico! Damián me dejaba hacer, sólo miraba, luego me enteré que era la primera vez que le chupaban la pija. Por su tamaño, era muy fácil tragarla toda y entonces pude darle una mamada total, caliente, profunda. Mi pobre culito hacía meses que no recibía una verga, así que no podía dejar pasar la oportunidad, ojalá Damián pudiera.
Con su verga bien parada y su pre-seminal saliendo para deleite de mi boca, me incorporé, me di vuelta y comencé a franelearle la pija con mis nalgas. Damián ni me tocaba.
-Cómo Charly?, vos te la comés?
– Si, Dami, me encanta comerme la verga.
Damián no salía de su asombro, él me creía el gran machote rompe culos y resulta que me tenía ahí refregándole las nalgas por la pija y mojándolas con su pre-seminal
– Pero yo…, nunca…, nunca cogí
Sin dejar de franelearlo, -te animás, vení?
Su pija corta y mis nalgas generosas hacían difícil que yo mismo llevara la deseada herramienta a mi agujerito y me la clavara en esa posición sin pedirle permiso, así que sin esperar su respuesta, lo tomé de la mano, y lo puse de pie, se la volví a chupar un poco y me acomodé en las sillas boca arriba. Dami se arrimó a mi sosteniendo su pija con una mano. Le dije esperá, me puse un poco de vaselina y le dije, ahora sí. Con los ojos bajos, sin dejar de mirar su pija, me la apoyó y se quedó estático. -Empujá le dije. Dio su primer caderazo y me metió el glande con expresión de susto. Lo miré sonriendo. -Seguí que va bien. Me dio otro empujón y la metió toda adentro. Mi expresión de felicidad lo alentó y comenzó a bombearme con fuerza, Mmm, ¡que rico era sentir de nuevo una pija dentro mío!, cómo me llenaba de sensaciones indecibles!, de electricidad que recorría todo mi esfinter, mi perineo, mis bolas, tenía ganas de gritar, pero me contuve, lo miré a los ojos y le pregunté : te gusta Dami? Damián estaba bombeándome con los ojos cerrados, serio, concentrado en su mete y saca, los abrió y me respondió: si, y a vos? -me encanta, seguí así, rompeme el culo Dami!
Lo tomé como pude de las nalgas para apretarlo contra mi cuerpo y no desperdiciar ni un milímetro de su verga y comencé a mover mi culo tratando de ser lo más putita posible, acompañando el movimiento con quejidos y palabras calientes que asombraban a Damián, pero le gustaban. Mi trabajo por desgracia fue demasiado efectivo, porque Juan entre ayes acabó dentro mío otro torrente de leche. Fue la primera vez que sentí el calor del semen dentro de mi recto. Nunca antes, a pesar de mi tormentosa vida con Juan ni con Martín ni los pocos casuales que había tenido había podido sentir la tibieza del semen en mi interior, pero Damián era tan lechero que me inundó y pude disfrutar su calor invadiendo mi interior, mi pancita, hasta llegar a mi ombligo. Dami, agitado pero eufórico, me miraba sonriendo.
Me la sacó de inmediato, y de inmediato mi ano dilatado comenzó a dejar salir su semen. Era tanto que mi esfinter, a pesar de mi experiencia, no lo podía contener. Dami, mirándose la pija que apenas había perdido dureza, me preguntó. lo hice bien? -Como todo un macho, le respondí, sin cambiar mi posición y dejando que mi culo escurriera tranquilamente, con mi vientre relajado, feliz, distendido, con esa paz tan especial que te deja una buena cogida por atrás.
Luego de unos segundos de silencio me incorporé y nos dimos un beso suave y profundo. Dami se ofreció a limpiarme. Me apoyé en el estante y Dami, tomando un pañuelo de la cajita feliz comenzó a sacarme toda la leche que me mojaba las nalgas y las piernas. Curioso, tenía que mirar cómo había quedado mi agujero, me abrió las nalgas y pudo ver mi esfinter que aún no estaba cerrado como siempre sino que mostraba ese túnel húmedo que entraba en mi. Yo mientras me pajeaba despacito.
-Wow, así me queda a mi también?
-Si, y más también porque tu pija es muy delgada y me abriste poco. Pero tranquilo, ya mañana lo vas a tener como siempre. Claro, si lo usás seguido, ya no queda igual que virgen, pero quién te lo mira?
-Jajaaa, si, no lo ando mostrando por ahí.
-Además Dami, esta noche te lo voy a abrir de vuelta, así que mejor no lo muestres. Me incorporé del estante y le mostré mi pija ya bien dura. -La querés?
Dani, que de a poco iba aprendiendo su morbosidad, me la agarró con la mano con ojos de deseo y se arrodilló a chuparla, al principio torpemente y con miedo pero de a poco tomándole gusto hasta mamarla desesperadamente. Fue difícil sacársela de la boca, pero yo me moría de ganas por volver a comer su culo.
-Cojeme así, me dijo, mientras se acostaba boca abajo en el piso
Metérsela fue fácil. Me acosté completamente sobre él y comencé a bombearlos despacito. -Apagá la luz, me pidió. Medio que me amoscó, porque tenía que sacársela, pero bueno, a la nena había que darle los gustos. Prendí el encendedor, fui a apagar la luz y guiándome por el encendedor se la volví a poner, así quedamos en el perfecto silencio y la oscuridad total de esa noche maravillosa, sólo se escuchaba su respiración suave, el sonido del roce de mis besos en su espalda y el leve cuic cuic de mi pija entrando y saliendo de su culito mojadito.
-Te gusto Charly?. – No sabés cuanto Dami!
– Soy tu putita Charly?. – Si Dami, mi nenita putita mía sola!
-Te gusta mi culo?
-Me enloquece Dami, me enloquece.
– Me vas a seguir cogiendo Charly?.- Todas las noches Dami!
– Me querés Charly? -Te quiero mucho Dami
Ese fue el polvo más largo y más dulce de mi vida. Hubo poco más esa noche. Pero a esa noche siguieron muchas más. Cada viernes y cada sábado Dami me entregaba su culito, cada vez con más ardor y definiendo cada vez más su rol de pasivo, aunque a veces me volvía a inundar el recto con esas enemas de semen que eran cada polvo suyo, con esa enorme cantidad de leche que no vi en ningún otro hombre. Casi siempre en mi "laboratorio", pero cuando sus padres salían, Dami me llamaba para que me cruzara a su casa con la tanga negra y lo hiciéramos en la cama de sus padres. Allí Dami se transformaba, se volvía a afeminar, con la tanga puesta caminaba sensual por la habitación meneando su culito y se miraba con cara de putita acariciándose los pechitos en cuanto espejo hubiera en el cuarto. Le encantaba verse en el espejo mientras yo la agarraba de atrás y lo franeleaba. Luego me atacaba como gata en celo y no paraba hasta no dejarme seco de leche, pero curiosamente, en la cama de sus padres, nunca le salió una gota de semen, ni siquiera tenía erecciones. Toda su sexualidad la expresaba con su culito.
El tiempo siguió transcurriendo, y lo mío con Damián siguió con el mismo ardor de siempre, pero Damián comenzó la universidad y allí conoció a René, un chico del interior, delgado, trigueño, de cara sonriente y buena posición económica, que alquilaba un departamento en Buenos Aires, cerca de la universidad. El flechazo fue inmediato y René comenzó a cogerse a mi Dami. Mi nene, no sólo no me lo ocultó, nuestra relación siempre fue muy franca y absolutamente despojada de ansias de ser pareja, sino que me invitó a conocerlo y compartirlo. El departamento de René reemplazó al "laboratorio" y allí vivimos unos encuentros apasionados, a veces con Damián siendo la hembra de René y mía, a veces con René convirtiéndonos en dos putas totales. Damián era mayormente activo y su pija era enorme, cuando la veía entrar en el culo de Damián, no podía entender cómo semejante pedazo de carne podía entrar en el culo de un hombre, y como si hay algo que no le faltaba era ardor, nunca dejaba nada afuera y no paraba hasta que Dami (o yo) engulléramos toda su verga. Con el paso de los meses me fui dando cuenta que entre ellos iba naciendo un sentimiento especial, que cuando yo me lo cogía a Damián, René, sin decir nada, denotaba una gran tristeza, y lo mismo Dami cuando veía a René enterrarme su enorme y cabezón falo, que a pesar de las repeticiones, siempre me hacía ver las estrellas. En cambio, cuando René estaba dentro de Dami, sus miradas lo decían todo. Yo estaba de más, se amaban. Me fui de a poco retirando, inventando excusas para dejarlos solos. Al tiempo, con la excusa que nuestro barrio quedaba lejos de la Universidad y de su trabajo, Dami se mudó al departamento de René y allí convivieron hasta recibirse.
Hoy Damián está casado con una bella mujer y tiene tres hijas. René es el padrino de la mayor y todas las hijas de Damián lo llaman "tío Reny". El "tío Reny" convivió con tres o cuatro mujeres, siempre de generosas nalgas, pero nunca duró más de un año en pareja, por lo que la familia de Dami es casi su familia. A los dos les gusta pescar, por lo que varias veces al año se van los dos solos a San Clemente, sin mujeres, a tirar la caña y ver si sale alguna corvina. Nunca traen pescado, pero siempre regresan de San Clemente felices y relajados. Debe ser por el aire puro que se respira en la costa.
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