El Nene Del Colegio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Gerardo. Tengo 58 años. Tengo pareja hace más de 20 años (Horacio). Soy profesor de matemáticas de una escuela católica privada primaria/secundaria en Buenos Aires, Argentina. Soy un hombre peludo, barbudo, de cuerpo grande y alto. Mido 1,72 y tengo el pelo algo canoso.
El año pasado (2015) me tocó enseñar en un curso que nunca antes me había tocado. Era porque el profesor de matemáticas de ese curso se había jubilado y necesitaban un reemplazo. El curso que me tocó, fue uno de los mejores cursos que tuve, no sólo por lo que voy a relatar (si bien esto tiene una gran injerencia en la simpatía que generé con el grupo), sino también porque fueron chicos y chicas muy aplicados y educados. Era el 7°B. Como era común, había más chicos que chicas, dado que la escuela era sólo de varones y no hace mucho tiempo que se convirtió en mixta.
El grupo que me tocó tenía uno de sus miembros que era marcadamente homosexual. Gerónimo tenía 12 años, era flaquito, rubio, de ojos azules de esos que el azul se nota a la distancia, tenía una cara de ángel que enamoraba, unos labios de esos que sólo tienen los jóvenes que no se los muerden nunca. Usaba, regularmente, el uniforme del colegio muy apretado, pero su torso y abdomen eran disimulados porque siempre se ponía un buzo que era holgado arriba y acababa con un elástico abajo, lo cual dejaba a la (mi) vista una cola deliciosa, parada y apretada por el pantalón que desde el primer día que di finalizada la clase, y lo vi salir, noté. Era afeminado (cosa que siempre amé en los pasivos), solía juntarse sólo con las chicas; pero, sorpresivamente, los varones del curso no lo burlaban, ni mucho menos. Sí, lo alejaban (que ya era suficiente violencia), pero nunca lo molestaron directamente o físicamente. Gerónimo tampoco solía interesarse demasiado por pertenecer al grupo de los varones. Era feliz con sus amigas en una especie de mundo donde se lo consideraba un experto en moda y un gran consejero en cuestiones de pareja. Algún que otro chico solía juntarse con él para llegar a las chicas, pero tarde o temprano terminaban cayendo en la amistosa personalidad de Gerónimo que los seducía (no sexualmente) de una manera muy eficaz: la buena onda y el compañerismo que tanto lo caracterizaban.
Habiendo pasado una semana de clases, no podía dejar de mirarlo con la misma admiración del primer día. Ese niñito de 12 añitos me provocaba admiración. Vaya a saber uno por qué, me despertaba deseos sexuales extremos. Me lo imaginaba desnudo, bañándose, limpiándose la cola, abriendo los cachetes y pasándose el jabón por el medio del culo hermoso que tenía. Me imaginaba que me lo cogía; imaginaba que estábamos los dos en la cama, yo sentado sobre el respaldo y el, mirándome a la cara, saltándome en la pija, gimiendo como una putita desesperada que perdía su virginidad con un buen macho. Una imagen recurrente era la de él chupándome la pija como desesperado por recibir la leche; el final de esa imagen era yo llenándole la boca de leche y él tragándosela toda. Por dos lados me sentía culpable: el primero, me estaba imaginando que me cogía a un nene de 12 añitos; y el segundo, me sentía mal por Horacio porque mis fantasías eran con Gerónimo sólo; pensaba que si se llegaba a dar la oportunidad de cogerme al nene, no quería compartirlo, quería que sea sólo mío; y eso implicaba no contarle nada a Horacio. Pero no lo podía evitar; las noches que me hacía la paja, lo hacía siempre pensando en el nene recibiendo mi pija en cuatro, patas para arriba, contra la pared, arriba mío, yo arriba de él. Me volvía loco. Hacía que mis pajas se alargaran a propósito, porque no quería dejar de pajearme nunca con las imagenes que se me venían a la cabeza de aquel nene de 12 añitos siendo cogido por mí. Además, las alargaba para que nunca llegue el final; porque una vez que acababa, un sentimiento de culpa extremo invadía mi mente. Había noches que hasta me deprimía.
La mañana del martes 12 de mayo de 2015 fue que mis fantasías volaron por los aires cuando descubrí que Gerónimo me miraba. Escribía lo que yo había puesto en el pizarrón y cada vez que levantaba la cabeza, me miraba y me sonreía. No podía creerlo. Lo comprobaba cada segundo. Como cuando intentás levantar a algún chico que te gusta en el subte: primero el intercambio de miradas, luego las sonrisas; pero hay siempre que corroborar que el sentimiento (calentura) es mutuo para no avanzar sin consentimiento y terminar mal. Esa fue la política que utilicé con Gerónimo. Lo miraba y esperaba a que me mire, cuando me miraba, yo sonreía. Él me devolvía la sonrisa, y yo estaba delirando. Ver sus labios encorvarse para dibujar una sonrisa en la boca perfecta donde cada noche me imaginaba que depositaba mi leche me volvía loco. Sus ojos azules se clavaban en los míos, los mismos que me había imaginado que me miraban con placer y dolor mientras me cabalgaba la pija mientras yo lo desfrutaba con mis brazos en mi nuca, de vez en cuando estirando uno para acariciar su carita o para manosearle el culo precioso que tenía. Sin darme cuenta, casi como de un segundo a otro, noté que mi pija se había puesto durísima. Cuando tocó la campana, algunos alumnos terminaban de escribir pero otros no. Para no pararme dije que los alumnos que habían terminado, podían salir al recreo. Mientras los que no, debían quedarse a terminar de copiar. Una gran parte del grupo, se levantó y se fue. Dudo que de aquella cantidad, todos hayan terminado de copiar. Pero se quedaron una chica, amiga de Gerónimo y un muchacho más. Gerónimo y yo, seguíamos jugando con las miradas y las sonrisas. Habían pasado más de 30 minutos de que lo hacíamos, casi desde que la clase había comenzado. Nostros seguíamos. Su amiga se paró y le dijo "¿vamos?". Gerónimo se excusó y dijo que aún no había terminado de copiar y que no le importaba perder el recreo. Así que la amiga se fue. Quedamos sólo los tres. Yo sabía que el otro chico no se iba a ir porque era un alumno increíblemente aplicado que no tenía muchos amigos y nunca estaba con alguien en los recreos. Gerónimo y yo seguíamos con nuestras miradas lúdicas que se cruzaban y nos dibujaban sonrisas. En un momento, Gerónimo levantó la mano. Pregunté qué necesitaba y me preguntó si se podía pasar al primer banco (carca mío) para poder copiar mejor. Naturalmente, no me negué. Esa voz me podía. Tenía un poder extremo sobre mí. Era la voz con la que me había imaginado que gemía delante mío mientras yo con mi pija lo penetraba como salvaje. Se acercó al banco sin quitarme la mirada de encima y, para sentarse, dio una vuelta dejándome ver el culo enorme que tenía. Me quedé (por los segundos que duró) admirándole la cola al nene que me la presentaba haciéndose el inocente. En cuestión de segundos, y mientras su delgada figura giraba sobre sus pies para sentarse, doblé mi cabeza para seguir admirando el culo que el nene me presentaba. Ni bien logró darse vuelta, volvió a mirarme y se río por lo bajo porque se dio cuenta que yo lo estaba viendo. La pija se me ponía más dura. Pensaba: "mocoso hermoso; juro que te cogería por todos lados por jugar a ser provocador conmigo". Yo también reí. Finalmente, la campana volvió a tocar. Gerónimo volvió a su asiento y yo, tapándome la erección con carpetas negras, me despedí de mis dos alumnos y me fui.
Desde ese día, no me podía sacar de la cabeza a Gerónimo. Me cogía a Horacio, pensando en Gerónimo. Hasta lo hice jugar a que "él era mi alumno y yo el profe" con las luces apagadas porque tenía la cabeza completamente quemada por el nene. Pasó al rededor de un mes de miradas y sonrisas con Gerónimo en el colegio. Y un viernes (digo "viernes" porque recuerdo que los jueves y viernes los alumnos de 7°B tenían gimnasia) vi lo que terminó por quemarme la cabeza de arriba abajo. Yo estaba en la puerta de la oficina de la directora, esperando que ella salga del baño (que estaba cruzando el pasillo de la escuela – donde se practicaba gimnasia -). La puerta de la oficina, daba justo al patio, casi en el medio; así que yo podía ver como mis alumnos seguían su clase normal mente. La profesora de gimnasia, quien es hasta el día de hoy amiga mía, me saludó con la mano y una sonrisa y yo contesté de la misma manera hasta que vi salir del baño a Gerónimo. Llevaba puestas unas zapatillas con resorte que la profesora siempre pedía como ideales para hacer "gimnasia"; arriba de las zapatillas, se veían una piernas flacas pero marcadas que estaban completamente lampiñas y al desnudo. A Gerónimo lo cubría un mini short blanco tan pequeño que me quedé observándolo embobado. Arriba llevaba la chomba del colegio. La profesora dijo, mientras el se acercaba al grupo, que la clase ya había terminado y ahora había que elongar y esperar el timbre. Gerónimo no dejaba de mirarme y, sonriéndome, siguió las instrucciones de la profesora. Empezó a caminar hacia mí. A mí el corazón me palpitaba tan fuerte que creí que pasaba cualquier cosa. Cuando pudo ubicarse a cinco metros de distancia de mi, me dio la espalda y comenzó a elongar abriéndose de piernas y tocándo sus pies en cada extremo con la mano del extremo contrario. Pude ver su mini short haciendo el mayor de los esfuerzos por no romperse sosteniendo un culo que sin disimulo y delante de todos yo miraba con baba corriéndose de mi boca. Gerónimo me miró, mientras elongaba, y me sonrío. Sólo borró su sonrisa para morderse los labios. Esos labios que nunca habían sido mordidos, estaban siendo apretados por sus dientes superiores sólo para volarme la cabeza en mil pedazos. Pude ver la marca de su slip que se notaba debajo del pantalón, y pude ver la línea divisoria de su culo separando dos ñalgas enormes. Le respondí la sonrisa sin dejar de mirarle el culo por esos 30 segundos que me lo mostró a propósito. Mi cabeza explotó. Para mí estábamos solos en la escuela.
En mi cabeza, yo ya le había roto el mini short y ya le habia corrido el slip y ya me lo estaba cogiendo mientras él hacía la famosa elongación. Justo cuando tocó el timbre, la directora salió del baño. Gerónimo me miró de espaldas y me dijo "chau, profe". Era la primera vez que me hablaba fuera de clase y esa voz de putita me había vuelto tan, pero tan loco que en vez de responderle algo normal, le dije "chau, hermoso". Él se rió y se fue. Yo reaccioné en cuestión de segundos y la cara se me había puesto colorada. Como si fuera poco, noté que tenía la pija parada otra vez. La vergüenza y el miedo que me provocó esa situación, me hicieron darme vuelta y taparme con las carpetas de nuevo. Estaba rogándole a dios que se duerma cuando la directora me tocó el brazo derecho y me dijo "pasamos, Ricardo". No me interesó que ese no era mi nombre. La realidad es que me odiaba y lo hacía a propósito. Esa noche, me hice una de las pajas más largas que me había hecho nunca. Gerónimo, evidentemente, me estaba provocando. En ese momento pude haber pensado que es un niño (claramente gay) y que simplemente estaba jugando y probando seducir a otros. Pero yo prefería quedarme con la idea de que ese nene quería mi pija. Y yo se la iba a dar.
Con el correr de los meses, Gerónimo y yo nos seguíamos seduciendo. Pero llegadas las vacaciones de invierno (que en Argentina son en el mes de julio), dejé de verlo por un par de semanas. Estaba obsesionado. Me volvía loco. Me mataba a pajas por Gerónimo. No aguantaba. Me cogía a Horacio a todas horas. Él disfrutaba y yo cerraba los ojos e imaginaba que el que estaba recibiendo mi pija era Gerónimo. Horacio gemía, yo lo callaba. Horacio hablaba, yo lo callaba. No quería que su voz grave me despierte de la fantasía de escuchar los gemidos del nene. Mientras Horacio dormía, yo iba al baño a pajearme y con el correr de los días, mis fantasías se volvían más salvajes y más morbosas con respecto a Gerónimo. Lo meaba; le tiraba del pelo; le hacía hacer la tarea de matemática sentado en mi regazo mientras yo me lo cogía; convertía sus slips en tangas y me lo cogía de parado corriéndosela, etc. En todas estas fantasías, cada día más morbosas, él gemía como una putita y yo escuchaba con deleite esos gemidos que eran la prueba intrínseca de que me lo estaba cogiendo.
Al volver a clases, nuestro juego de seducción siguió por varios meses. Pero fue el lunes 12 de octubre del 2015 cuando mi vida cambió 180 grados. Era el día de la diversidad cultural. Los profesores habían notificado el viernes anterior a los padres que el acto no era obligatorio, pero las faltas se contarían igual si no venían a las tres horas de clases; luego se podían retirar y no se les marcaría falta. El acto fue un verdadero fracaso. Llovían; vinieron pocos profesores, pocos alumnos y como si fuera poco de mi curso de 30, no vinieron más que 12 entre los que se encontraba Gerónimo. Uno por uno fueron yéndose y Gerónimo seguía en el aula.
Cuando sólo estábamos a un alumno de quedar solos, la directora entró a avisarme que había venido la madre del alumno que faltaba. Me preguntó si yo tendría algún problema de quedarme por unos momentos en un aula del segundo piso que se encontraba vacía mientras ella intentaba comunicarse con la madre de Gerónimo. No me negué y le dije a Gerónimo lo que me había dicho la directora. Una vez en el aula de arriba, salí con el pretexto de ir a buscar una tiza para ver dónde se encontraban la directoras y los cuatro profesores que habían venido; podía, dado que el piso de arriba solo eran aulas y un pasillo que, con una baranda, separaba al vacío que daba vista al piso de abajo. Vi a la directora entrar a su oficina y a los profesores sirviendo café en la sala de profesores. Paseé un poco por el piso de arriba, donde se escontraba un profesor al que le habían tocado dos niñas bastante escandalosas en un aula muy separada de nosotros. Volví al aula y Gerónimo se me rió. Pregunté "¿de qué te reís?" con una sonrisa cómplice en mi boca. "¿Y la tiza?" preguntó él. El nene no era estúpido y eso me calentaba más. Yo reí, agaché la mirada y la volví a levantar hacia el sin borrar mi sonrisa. Me senté en el escritorio y Gerónimo se paró y se puso en frente mío. Yo estaba muriendo de calentura más que nunca en mi vida. Acercó sus labios a mi boca y sin dudarlo ni un sólo segundo, le comí la boca por varios minutos. Estaba todo sucediendo realmente. Estaba mi fantasía en mis manos. Y mis manos estaban manoseándole el culo a más no poder.
Él puso sus manos en mi pija por arriba del pantalón sin dejar de besarme, y yo, de la desesperación, me bajé el cierre y saqué mi pija. Él pareció soprendido. Fue indicio de que era la primera pija que veía. Le dije "¿te animás a chupármela?" y sin responder, dibujó una sonrisa en su cara, se puso debajo del escritorio y se la metió en la boca interrumpiéndolo sólo para mirar mi pija con ojitos de admiración. No lo podía creer. Gerónimo me estaba chupando la pija con tantas ganas que yo me estaba volviendo loco y sentía que todo mi cuerpo se calentaba y sentía que su cuerpo se calentaba y sentía que estaba en la gloria y sentía sus labios de bebé bajar y subir por mi pija despacio y rápido, despacio y rápido, despacio y rápido. Sólo por unos segundos me paré frente a él arrodillado debajo del escritorio con el uniforme un poco desarreglado. Mirando para abajo con los ojos, pero no con la cara, una bestia se apoderó de mí y le dije "así soñé tenerte varias veces, putito; arrodillado frente a mí para poder vengarme de las veces que me provocaste y hacerte esto". Ni bien terminé la frase, lo agarré de la cabeza y le cogí la boca con mis 17 centímetros de pija. Gerónimo no respiraba y de vez en cuando me miraba, eso me volvía loco.
Parado y cogiéndole la boca, acabé. De mi pija salió una cantidad increíble de leche directo en su boca y yo, cansado, le solté la cabeza y me quedé sentado unos minutos sin sentir nada, hasta que agaché la mirada y Gerónimo seguía lamiéndome la pija que muy lentamente se iba durmiendo. Lo miré y le sonreí; él me devolvió la sonrisa y me dijo "quiero más". Le dije que no podíamos porque estábamos en la escuela. Ya era demasiado arriesgado haber hecho lo que hicimos. Me dijo "no se preocupe, profe; yo lo voy a solucionar". Me desconcertó un poco pero no lo suficiente para borrar mi sonrisa. Le dije que por favor no se lo diga a nadie; lo cual entendió y me prometió discreción. Se paró, se arregló el uniforme, yo el traje y hablamos por el resto del tiempo de cosas que nos gustaban a ambos y de nuestras vidas íntimas. Le conté que yo estaba en pareja con un hombre que se llamaba Horacio de tres años menos que yo y él me contó que sus padres se divorciaron al poco tiempo de haber nacido él y que se había quedado con su madre a quien quería mucho sin dejar de lado el cariño que le tenía a su padre. Me confesó en ese momento que quería que esto pase, por eso no le avisó a la madre que había un acto. Me sorprendió la capacidad maravillosamente madura de planear las situaciones del nene. Claramente, no estábamos hablando de un niño bobo. Gerónimo había demostrado a lo largo de todo el año, ser un chico increíblemente inteligente (ya se darán cuenta por qué). Esa noche volví a mi casa con una felicidad enorme. Horacio no entendía pero se alegraba de verme bien. No me hice paja esa noche; sabía que la situación con Gerónimo se iba a volver a repetir, por lo que guardaba la leche para él y le decía a Horacio que estaba cansado. Le chupaba el culo, le colaba los dedos y nada más. Por el momento, mi pija estaba reservada para Gerónimo.
Al otro día, la situación se repitió pero esta vez en el baño del colegio. Gerónimo y yo quedamos en una hora exacta y el haría todo lo posible para recibir el permiso de poder ir al baño. Entré al baño y él ya estaba esperándome. El baño vacío era todo nuestro. Las puertas de los inodoros eran largas y llegaban al suelo, por lo que era un lugar perfecto. Volví a sentir sus labios chupándome la pija. Volví a sentir ese calor que me causaba estar cogiéndole la boca al nene que me había volado tanto la cabeza. No descansaba en esos minutos que teníamos. Lo paré, lo di vuelta, le bajé el pantalón y le pegué la chupada de culo más pasional que di en mi vida. Lo miraba de reojo y veía como abría la boca para gemir pero se atajaba y daba vuelta los ojos en señal de placer. Me reí mientras mi lengua le penetraba la cola. No aguanté más, me senté en el inodoro y sin darlo vuelta le colé un dedo. Veía como le dolía. Le dije "si te duele, paro". Me dijo en voz baja "no, no me duele, seguí". Así seguí metiéndole el dedo en el culo. No lo podía creer.
De a ratos caía en que mi fantasía, poco a poco, se volvía realidad. Le estaba colando un dedo al nene de 12 añitos que tanto me había revuelto la cabeza todo el año. Me di cuenta de que estábamos tardando. Así que le subí el pantalón y me arreglé. Lo hice salir y me dijo "esto no está funcionando, yo quiero más". Le dije que lo hablaríamos luego, que por lo pronto nos veíamos al día siguiente a la misma hora y salimos los dos del baño en diferentes momentos. Yo volví a mi casa feliz porque logré chuparle el culo y colarle un dedo a ese nene precioso que me volvía tan loco. Le di un beso de lengua en la boca a Horacio sin dejar de pensar que él estaba probando el sabor del culo de uno de mis alumnos sin saberlo. Al otro día volvimos a repetir todo. Y al otro día, también. Después de un tiempo me dijo que tenía celular y me pasó su número. Dijo que lo llame cuando yo lo creía conveniente y que una vez que él agende mi número, no me iba a molestar porque no quería generarme problemas. Por lo que nos hablábamos por Whatsapp siempre en código. Yo lo había agendado como "remís" y si él me hablaba, siempre me escribía "¿usted pidió un remís?"; si yo decía que sí, podíamos hablar, si decía que no, él dejaba de contestar.
Él me tenía agendado como "hermano de cata"; la cual era una amiga a la que "los padres no le permitían usar celular", por lo tanto cada vez que yo le hablaba, escribía "hola, soy Cata; ¿estás?"; si él respondía "sí", seguíamos y si decía "no", yo dejaba de mandarle mensajes. Ni bien llegaba a su casa, me escribía (a eso de las 14:00). A la noche también hablábamos mucho, pero sólo los días que Horacio trabajaba hasta tarde. Nos llamábamos por teléfono si Horacio no estaba y su mamá estaba ocupada; pero eso no era siempre. Varios días a la semana no volvíamos a encontrar en el baño y yo volvía a chupar ese culo hermoso y el volvía a chuparme la pija hasta sacarme toda la leche y tragársela. Le encantaba chuparme la pija y lo demostraba. Se tragaba hasta la última gota de leche.
Las semanas pasaron y el viernes 27 de noviembre de 2015, que las clases terminaron, fue el último día que nos vimos en los baños. Hicimos lo habitual. Pero cuando salíamos, me dijo "quiero que mañana nos veamos". Ideamos, en el baño, un plan que el había empezado a pensar para que podamos vernos fuera del colegio. Yo le diría a Horacio que los profesores harían una despedida ese día (lo cual no era mentira) y él le diría a su madre que iba a salir con unas amigas.
Al otro día, hicimos lo planeado. Lo encontré en una plaza cerca del colegio, esperándome, a las 12:30. Se subió a mi auto y paseamos. Me dijo que su mamá lo quería en casa para las 21:30 (hora de dormir). Le dije que teníamos tiempo de sobra. Tomamos helado. Hablamos un largo rato. Compré panchos (hot dogs) y varias golosinas más. Mientras paseábamos en el auto, hablábamos, nos reíamos y comíamos golosinas. Para las 15:30, Horacio me mandó un mensaje: "me fui, mi rey; nos vemos a la noche". Contesté: "que tengas un hermoso día, mi vida". Le dije a Gerónimo que vayamos a mi casa, que mi novio ya se había ido al trabajo. Estaba muy ansioso; sonreía y eso me hacía sonreír a mí. Al llegar a casa a eso de las 16:40, lo hice entrar. Le pregunté si quería tomar algo, y me dijo que no. Me preguntó si nos podíamos bañar. A lo cual asentí entre sonrisas cómplices. Nos bañamos mientras hablábamos de sexo y mientras yo le enjabonaba la cola y le daba besos. Me confesó que había visto mucho porno últimamente lo cual me hizo reír. Pregunté qué vio; me dijo "vi varias cosas; pero una de ellas me llamó la atención". Me intrigaba la curiosidad del nene. "Vi a un hombre meando a otro en la boca y me encantaría probarlo". Me reí. Gerónimo estaba pertuvadoramente informado y para un hombre de mi edad ver a un nene de 12 añitos ser tan curioso, generaba cierto morbo. Comencé a tomar el agua de la bañera y el no dejaba de reírse y tocarme. Pasaron unos minutos y le dije que se arrodille en frente mío. Obedeció. Acomodé la pija y el abrió la boca. Empecé a mear con el miedo de que no le guste.
El pis le entraba directo a la boca y Gerónimo se lo tragaba todo. Yo estaba sorprendido. No podía creer lo que estaba viendo. Un nene de 12 añitos se estaba tomando el pis que me salía de la pija. Gerónimo estaba extasiado y poco la cantidad de agua que había bebido, tenía pis para rato. De a ratos cerraba la boca para tragar el pis que le entraba y yo aprovechaba para mearle toda la cara y el cuerpo. Cuando ya no quedó más pis, se paró; le dije "¿te gustó?", "me encantó" respondió. Nos dimos un beso largo hasta que lo puse en cuatro en la bañera y, arrodillándome, le chupé el culo mientras le colaba un dedo con jabón. El nene gemía de placer y se volvía loco. Por fin escuchaba esos gemidos con los que me había hecho tantas pajas; por fin lo escuchaba tal como era, gimiendo como una putita regalada. Su culo era tan lampiño como el resto de su cuerpo. Chuparle el culo a ese nene era una gloria y me volvía loco. Salimos de bañarnos, lo sequé y él se puso el slip. Nos dirigimos a la pieza donde prendí la tele para que haga un poco de ruido. Seguimos besándonos como enamorados. El me agarraba la pija con la mano. Bajó con cara de inocente y se metió la pija en la boca lengüeteándola como un helado. Cada dos minutos paraba y me preguntaba con una voz de putita infantil "¿así se hace, papi?". Me volvía loco. Realmente no podía creerlo. Yo le respondía "sí, mi amor, así se hace". Levanté mis piernas un poco más arriba de sus hombros y le dije "ahora vas a probar el culo del macho" y le hice lamerme el agujero del orto. A través del espejo de la pared, podía ver claramente al nene de 12 añitos ahogándose con el culo peludo del macho de 58. El paseaba su lengua por toda la raya de mi culo y yo no aguantaba más. Le dije que se ponga en cuatro y empecé a chuparle la cola con todas las ganas. Le colé un dedo y gimió. No paré de colárselo mientras seguía pasándole la lengua por todos lados. Agarré el lubricante que había en mi mesa de luz que yo usaba para hacerme pajas y empecé a meterle el dedo más y más al fondo con la ayuda del lubricante. Él gemía y se retorcía y gritaba "no pares, papi, no pares"; lo cual me dio el pie de meterle dos dedos. Gimió más fuerte.
Era increíble como se sentía ese culo cerradito. Mis dedos apretaban a la vez que iban aflojando. La secuencia siguió por un largo tiempo que para mí fueron dos minutos; hasta que sin darme cuenta, el nene tenía cuatro de mis dedos en el culo, abriéndolo. En ese momento supe que estaba listo. Saqué mis dedos, lubriqué mi pija y fue arrimando despacio. Sentía como su culito virgen se abría y eso me ponía la pija más dura todavía. En un momento paré de meterla (ya iba por la mitad) y el empezó a ir para atrás, gimiendo bien agudo. Se tragó toda la pija en cuestión de minutos. Nos quedamos así por un momento. Miré hacia abajo y mi sueño se había hecho realidad: mi pija estaba enterrada en el medio de las nalgas enormes de mi alumnito de 12 añitos. Me miró dando vuelta la cabeza firme a los ojos pero lleno de miedo e inocencia y me dijo "cogeme bien fuerte, papi". Esas palabras resonaron en mis oídos como campañas y sacaron la bestia más depravada que había en mí. Empecé a cogerle la cola primero despacio, y luego incrementando la velocidad. Yo escuchaba como gemía mi putita de 12 añitos y me volvía loco. Quería romperle el culo tan fuerte y tan rápido que aprenda desde chiquito que las putitas como él sólo sirven para satisfacer machos como yo. Una vez que estaba abierto, empecé con toda la fuerza a romperle el orto.
"¿Te gusta, putita? ¿te gusta cómo te coge el profe?"
(Y él, entre gemidos decía) "Sí… profe… me gusta… mucho"
"Más te vale, porque desde ahora sos mi putita"
"Sí, papi… soy… tu puta…"
Me quemaba lo regalado que podía estar el nene de 12 años con carita de ángel. Gerónimo estaba extasiado. Gemía como una puta golosa, se retorcía, gritaba. De repente vi su cara, estaba lagrimeando. En ese momento me di cuenta de que era un pervertido, porque de mi boca salieron palabras que nunca pensé decir: "no llores, pedazo de puta, si te encanta la pija". Y lo agarré del pelo y lo tiré mientras me lo cogía. El nene gemía cada vez más alto y me miraba con terror para decirme "más fuerte, papi, soy tu puta, violame". Y yo, completamente sacado de mí, respondía "eso estoy haciendo, putita; te estoy violando". Me lo seguí cogiendo un minuto largo hasta que sentía que iba a acabar. Dije "querés la leche, putita", y él dijo "sí, sí, papi, dame la lechita". Cuando la sentí en la punta de la pija, le dije "acá tenés la leche de papi, tomá, tomá, tomá…" y le llené el culo de leche. Quedamos un rato así, hasta que lentamente fui sacando la pija de su culo. Cuando logré sacarla toda vi en todo su esplendor el culo enorme de mi alumnito de 12, abierto, rojo y con la leche chorreando. No tardé ni dos segundos en chuparle el culo con la leche que le salía para después besarlo y compartir la leche que le había dejado minutos atrás en la cola. Gerónimo me miró y me preguntó "¿así es como la gente tiene sexo siempre?" y yo le respondí que no, que a veces había otras posiciones, otros lugares estar, otras cosas para hacer. Me miró fijamente y me dijo "me encantó lo que acabamos de hacer". Lo besé y nos quedamos unos minutos entre dormidos. Me despertó el celular. Miré a Gerónimo y estaba despertando conmigo; miré el relog desesperado, y eran las 18:30, lo cual me tranquilizó. Miré el celular, que no paraba de sonar. Gerónimo me dio un beso y me preguntó "¿quién es?", "mi novio, dejame atenderlo dos minutos" respondí. Él se rió y yo subí el volumen de la tele. Mientras hablaba con Horacio, sentía algo en la pija; levanté las sábanas y para mi sorpresa, Gerónimo me estaba chupando la pija que otra vez estaba durísima. Me reí en silencio y él se rió conmigo. Mi novio me contaba como iba su día de trabajo y yo sin escucharlo sentía como Gerónimo me chupaba la pija con la destreza que sólo él tiene para hacerlo. Le dije a mi novio que no había buena señal, para excusarme de no estar prestándole la más mínima atención.
Dijo que no importaba, que a la noche me lo contaba bien. Me preguntó si estaba buena la fiesta. Dije "es bastante aburrida; me hubiese quedado en casa, quizás la pasaba mejor" mientras el nene se ahogaba en mi pija y yo me aguantaba las ganas. Sin pensarlo dos veces, corté el teléfono mientras mi novio me contaba no sé qué. Le agarré la cabeza a Gerónimo y se la cogí de arriba a abajo. El teléfono sonaba y sonaba y a mí no me importaba. Levanté a Gerónimo de la cama y lo puse contra la pared. Sólo con un poco de saliva, le metí la pija por el culo hasta el fondo y el nene gritó de dolor. Empecé a culeármelo contra la pared. El celular no dejaba de sonar. Gerónimo no dejaba de gemir y yo, de lo caliente que estaba, pensaba atender a mi novio y dejar que escuche los gemidos del nene de 12 añitos que yo me estaba cogiendo. Finalmente le volví a llenar de leche el culo al nene y le dije "quedate así como estás dos minutos". Sonrió y me obedeció. Me senté en el suelo, justo en frente de la imagen del nene en bolas, con las pierdas abiertas, contra la pares y el culo chorreándole leche y atendí el teléfono. "Hola, mi vida; se corta, perdón; es la señal… Sí, a la noche hablamos…" y mirando fijo al agujero del culo abierto chorreando leche del nene de 12 añitos, le dije "escuchame una cosa, mi amor… te amo". Mi novio me contestó que él también me amaba y que me extrañaba mientras yo miraba mi leche chorrearle del culo a Gerónimo. Cuando corté el teléfono, le dije a Gerónimo que se acercara, él se acercó y me abrazó. Me dio un beso y le dije que nos fuéramos a bañar otra vez.
En la bañera, volví a hacer que me chupe el culo y me lo volví a coger. Cuando acabé (otra vez en su culo) no saqué mi pija de su culo hasta cumplir mi mejor fantasía. Le meé el culo por dentro. Cuando saqué la pija, el nene expulsó una convinación de pis y leche que junté (lo que pude) en mi boca y se la di para tragar. En la cocina también me lo cogí. Luego en el pasillo, en el sótano. No hubo lugar de la casa donde no se hayan oído los gemidos del nene de 12 añitos que me cogí. Cuando volvimos a la pieza a coger por última vez (porque ya se hacía tarde), me lo cogí como siempre soñé. Yo sentado y el arriba mío. Él se agarró del respaldo de la cama y yo empecé a romperle el culo con toda la fuerza. De prontó sentí que su culo apretaba mi pija, escuché un gemido que hasta ese momento no había escuchado en él y vi como, sin siquiera tocarse, lo hice acabar. La cantidad de leche (acumulada) que despidió ese nene fue maravillosa. Lo hice lamer y tomarse su propia leche. Luego nos volvimos a bañar y salimos para su casa. En el camino me dijo que le encantó lo que hicimos y que lo quería volver a repetir. Le prometí que íbamos a volver a vernos. Le di un beso y lo dejé en la esquina de su casa a las 21:20. Unos minutos después, recibí un texto deseándome buenas noches y agradeciéndome por todo. Desde ese día, me lo cojo todos los fines de semana. La pasamos muy bien y hasta ahora, ni mi novio, ni su madre se enteró. Tengo muchas cosas que enseñarle a ese nene.
Delicioso relato 🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥