EL NENE DEL ESTACIONAMIENTO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por angelblack.
Apenas salía del apartamento de un amigo, pues nos metimos un buen reventón al celebrar su despedida de soltero pues en unos días se casaría, yo casi llegaba al estacionamiento público donde me esperaba mi auto, cuando lo vi…
Un hermoso niño de 6 años, vestido con un pantalón de mezclilla negro, camisa de cuadros con un paliacate rojo amarrado al cuello, huaraches y sombrero de palma; con tés morena, ojos cafés grandes cubiertos por unas enormes pestañas.
NIÑO: ¿me compra unas flores, señor?
La dulce voz del pequeño me saco de su contemplación, el niño mostraba una pequeña sonrisa dejando ver unos dientes blancos como la leche.
Yo: ¿Cuánto cuesta?
Niño: “los claveles a diez pesos y las rosas a 15 pesos”
Yo: dame 2 rosas, pequeño… ¿Cómo te llamas?
Niño “Mario, señor”
Yo: mucho gusto Mario, soy Eduardo; oye… ¡eres muy simpático! ¿Ya has de tener novia?
El rubor tiño las mejillas del pequeño y le arranque una sonrisa, me puse de rodillas para estar a la altura del vendedor, saque un billete de 200 pesos para pagarle; pude ver el asombro del pequeño poco acostumbrado a ver billetes de alta denominación…
Mario: “hay señor, no tengo cambio para ese billetote…”
Yo: ¿Por qué no me acompañas a mi automóvil, quizás tengo monedas para comprarte las rosas?
La desconfianza que sintió el pequeño, se esfumo cuando me vio sonreírle, nos encaminamos en dirección al auto, note que la calle se había quedado completamente desierta, aproveche la ocasión así que disimuladamente me baje el cierre del pantalón; localice mi automóvil que estaba justo a un lado de una camioneta tipo suburban, por lo que la camioneta ocultaba muy bien mi automóvil y por lo temprano que era, el estacionamiento estaba vació.
Fingiendo buscar el dinero en mi chaqueta y en la camisa ante la atenta mirada del inocente pequeño.
Yo: ¿Puedes meter la mano en mi pantalón? no encuentro las monedas…
Animado por vender sus flores, Mario introdujo la mano en mi bolsillo del pantalón, provocando que la bragueta se abriera ante la curiosa mano del pequeño que distinguió la blanca tela de mi ropa interior, sus ojos se posaron en la abertura del pantalón y en la bragueta, yo cerré mis ojos ante el manoseo inocente del pequeño…
Yo: “Busca bien…quieres”
Entre más buscaba, más se habría la bragueta y más se notaba mi bulto.
Yo: “quizás estén adentro de aquí”
Me toque el bulto con las dos manos ante la mirada del pequeño, mi bulto se veía más llamativo y el niño movido por la natural curiosidad toco mi dura verga a través de la tela, que dio un respingo como si tuviera vida propia.
Mario: “hay, se movió”
Yo: jajaja, no te asustes pequeño ¿nunca has visto una verga adulta?
Mario: “no… señor”
Yo: puedes tocarla nuevamente, ¿si gustas?
El pequeño volvió a estirar la mano y siguió con el dulce manoseo, por mi parte no cabía de la gran felicidad de sentir esa pequeña mano sobre mi dura verga.
Yo: ¿Te quieres ganar un billete para ti solito?
Mario: ¿para mi solito, señor?
Yo: ¡si niño!, “me has caído bien y quiero darte un billete para que te compres el juguete que tú quieras”
En su corta vida el pequeño había sido objeto de maltrato físico por parte de sus padres y el que alguien se mostrara amable con él, le encanto de inmediato; Al borde de la calentura me baje el bóxer dejando libre mi verga, y tome al pequeño de la cintura llevándolo al auto, él no le quitaba la vista a mi duro miembro masculino.
Yo: ¡quiero que le des un beso!
Moviendo la verga ante los asombrados ojos que miraban mi pene hipnotizado, pensé que llegaría al cielo cuando lo vi inclinarse tímidamente y posar sus dulces labios en mi brilloso glande varonil.
Mario: ¿así, señor?
Yo: Si, así pequeño, “pero muchos besos, muchos besos, recuerda que te voy a dar un billetote”
Con verdadera alegría Mario tomo con su mano el duro tronco de mi verga y empezó a darle un montón de besos, yo solo movía mi pelvis para arriba y para abajo masturbándome con las manos del pequeño.
Una idea más pervertida se me ocurrió y bajándome del auto, llame al pequeño que obediente a mi llamado se paró a mi lado.
Yo: “mira siéntate aquí” (señalando el asiento posterior del automóvil)
Dejé caer mi pantalón junto con mi bóxer quedando vestido únicamente de la cintura para arriba.
Los ojos del pequeño observaban mis grandes bolas que eran de un color rojizo y estaban sin pelo, en la base de mi verga solo había una corta capa de pelo, detenidamente observo mis grandes bolas que colgaban, mis piernas duras y velludas, el estiro su mano para tocarlos y acerco su nariz para olerlos.
Mario: ¡mmmmmmm! ¡Huelen rico, a perfume caro! (dijo el pequeño)
Yo: “chúpame los huevos”
Obediente Mario acerco su boca y se metió una de mis bolas de carne, las chupo como cuando se chupa una rebanada de naranja para extraer el jugo, era la gloria para mí, el chiquillo chupaba un huevo y luego el otro, mientras yo me masturbaba lentamente.
Yo: “ya precioso, ahora la verga, así como me chupaste los huevos”
Abriendo su boca, Mario alojo en su húmeda y tibia boquita parte de mi vibrante miembro, que no dude en sujetar su cabeza para masturbarme en la boca del pequeño, moviendo mi pelvis sin detenerme, me derrame en lo profundo de esa boca en medio de un profundo gemido, tomé al pequeño de su cabeza y no lo solté hasta que noté que él se había tragado toda mi descarga, en cada temblor de mi verga expulsaba un abundante chorro de semen, inundado la tibia garganta infantil.
Mario: señor… ¿se hizo pipi en mi boca?
Yo: “no nene”… no es pipi… ¡es mi leche!
Mario: “usted saco más pipi, que el otro señor”
Yo: ¿Cómo? ¿Quién es el otro señor?
Mario: el señor que vive en el piso 15, siempre compra todas mis flores los sábados
Quede sorprendido: no lo podía creer, yo venía del piso 15 y ese era el piso de mi amigo que aún estaba soltero a punto de casarse, hice caso omiso por un instante y después de ese momentáneo desahogo, quería meter mi verga en cualquier cuevita húmeda y el niño estaba a mi alcance; mi mente trabajo rápidamente para llevar a cabo uno de mis planes con ese nene de 6 años.
Yo: ¿a qué horas pasan por ti?
El pequeño aun saboreaba el semen que se había impregnado en su boca.
Mario: “A mediodía tengo que estar aquí”
Yo: ¿Ya desayunaste?
Mario: “no señor”
Yo: No me digas “señor”.
….
¿Por qué no me llamas, “tío”
Mario: “no tío”
Yo: ¡Ven acompáñame a mi casa para que desayunes!
Con algo de recelo, el pequeño se montó en el auto, nunca en su vida se imaginó que él podía viajar en un coche, pues estaba acostumbrado a caminar o tomar el autobús
Encendí el auto, tomando la mano del chiquillo la puse sobre mi pantalón para que sintiera mi verga que ya estaba de nuevo tomando una rica erección, los vidrios oscuros del auto impedían ver las maniobras que ocurrían en su interior, mientras el chiquillo tenía su mano dentro mi bragueta; acariciaba los muslitos y la espalda del pequeño quien sentía un rico cosquilleo en su cuerpo quien se limitaba a sonreír tímidamente.
Llegamos a un McDonalds, compramos una “cajita feliz”; luego nos dirigimos a mi casa, mi esposa e hijo los había llevado un día antes a casa de mis suegros y yo tuve que regresar para celebrar la despedida de soltero de mi amigo….
tenía la casa sola completamente para mí y Por la tarde tenía que ir con mi familia.
Apenas entramos a la casa el pequeño miro la casa asombrado, si bien no era lujosa estaba decorada con buen gusto.
Encendí la tv en un canal infantil mientras el chiquillo comía sus alimentos, me fui a la regadera a darme un baño para quitarme lo desvelado, Cuando salí el chiquillo ya había terminado toda la comida y miraba atento las escenas que pasaban en la pantalla.
Yo me había puesto únicamente un bóxer ajustado color rojo, con mi cabello aun escurriendo agua tome asiento a un lado del simpático niño, quien miraba de reojo mi entrepierna entrelazando nervioso las manos.
Yo: ¿Puedo darte un beso?
Con una timidez Mario ofreció su mejilla para recibir el beso, mas nunca se imaginó que lo recibiría en la boca y que mi lengua luchaba por entrar en su boca.
Yo: ¿te gusto el beso?
Mario: “si…pero…”
YO: ¿pero qué?
Mario: los hombres no se besan en la boca, solo los novios y es un hombre con una mujer.
Yo: cuando quieres a alguien puedes besarlo en la boca, yo quiero mucho a mi hijo y lo beso en la boca como si fuéramos novios mira (enseñándole fotos en mi celular besando a mi hijo para ganar más su confianza)….
Vez pequeño…
Mario: si, ya veo….
Usted lo besa en su boca, ¿son novios?
Yo: noooo, porque él es mi hijo….
¿quieres que sea tu novio?
Mario: pero somos hombres….
¡con una tímida sonrisa!
Yo: si lo sé, pero también entre hombres hay novios y se dan besos…
Mario: “pero usted está muy grande para mi” (riéndose)
En verdad que el chiquillo tenía un encanto muy especial y su risa se escuchó por toda casa.
Yo: “recuerdas que tú me chupaste aquí”,,,,, (señalando mi verga)
Mario: (jijijiji) sí y le salió su pipi…
Yo: “No era pipi….
Recuerda que es lechita”
Sin rastro de maldad el pequeño estiro su manita y acaricio mi paquete.
Mario: “esta duro” ¿te duele?
Me puse de pie despojándome de mi bóxer, ante el niño quedo expuesta mi gruesa verga que apuntaba hacia arriba.
Yo: “me duele porque la lechita que tengo aquí, quiere salirse” (señalando mis huevos)
Sin que yo se lo pidiera, el pequeño se puso a darme otra mamada, agradecido tal vez por el rico desayuno; era tanta la devoción con la que Mario chupaba mi verga que si no lo detenía terminaría por derramarme de nuevo en la garganta del pequeño.
Tomándolo en mis brazos lo lleve a mi recamara y lo acosté en la amplia cama; le intente desabrochar el pantalón, el pequeño se asombró que inmediatamente hizo el intento de levantarse.
Yo: no tengas miedo….
¿quieres que sea tu novio? ¿sí o no?
Mario: pero, pero ¿novios?
Al no recibir otra respuesta volví a besar sus labios, mientras lo acostaba de nuevo y con una mano dentro de su camisa a cuadros acariciaba su estómago, luego fui quitando los botones uno a uno hasta que la camisa se abrió en su totalidad, sin perder tiempo mis labios hicieron contacto con sus diminutos pezones, lo cual hicieron que el pequeño serrara lo ojos y se dejó llevar por mis caricias.
Sin poner resistencia fui bajando su pequeño pantalón junto con su pequeña trusa, acomodándolo en una buena posición, empecé a estimular con mi lengua su cerrado agujerito, mientras deslizaba poco a poco uno de mis dedos; el pequeño respondía al estímulo, arrancándole leves quejidos (quien deseaba que aquello no terminara nunca)
Cuando vi que el niño estaba completamente relajado, subí sus pies sobre mis hombros, lubrique mi herramienta con saliva luego coloque la punta de mi verga en la entrada de su agujerito, mis labios buscaron nuevamente los suyos y de un ligero empujón metí mi glande; quedando apresado en la tibia cavidad que lo apretaba deliciosamente.
El quejido de dolor del pequeño fue callado por mis labios e intento zafarse, pero con mis brazos lo inmovilicé aferrándome fuertemente a él, minutos después observe la mirada del pequeño y note que a pesar de que tenía mi glande adentro de su cuerpo, ya no mostraba ningún signo de dolor; empuje otro pedazo y el pequeño se estremeció ante la extraña invasión de que era objeto su pequeño culito.
Aferrándome a sus hombros con mis manos, dejé caer todo mi peso para enterrar un poco mas de mi verga en el culito de Mario, que únicamente dio un respingo al sentir que entraba más en su interior, el pequeño inmediatamente sintió un calor corporal que lo hizo sujetarse fuertemente a mi cuello para seguir recibiendo ese extraño placer que invadía su cuerpo.
Mi dura verga estimulaba sus paredes internas provocando que yo expulsara gran cantidad de pre cum haciendo que meta y saque mi verga con facilidad, en el rostro del pequeño solo había placer.
El pequeño cuerpo del niño permitía que casi medio miembro estuviera alojado en su interior, apresándolo de una manera exquisita; no quise forzar esa cuevita infantil y me estaba cogiendo al niño suavemente para no lastimarlo, disfrutando de ese gran momento.
Después de un rato de estar metiendo y sacando mi verga sin descanso el característico hormigueo en mis huevos me anunciaba de la eminente descarga; tomando más velocidad en mi cintura inunde de leche el pequeño intestino de Mario, quien sintió como mi verga se hinchaba en su interior y lo estaba dejando lleno de “leche” de hombre.
Me deje caer satisfecho y un sonido como el descorche se escuchó al sacar mi pene del estrecho culito que lo tenía succionado…
Yo: “aaahhh” “Huf, que rico…”
El pequeño sintió como mi semen escurría por sus nalguitas, vio la puerta del baño abierta y corrió a sentarse para hacer sus necesidades, pero lo único que desecho fueron los espesos chorros de esperma que caían pesadamente al agua del inodoro.
Cuando regreso a la cama, noto que mi verga estaba más chica, lo tomo con sus manitas y lo examinaba como la cosa más linda del mundo, no podía creer que le hubiera dado tanto placer, yo estaba roncando por la desvelada y las dos descargas de semen que había tenido; ahí estaba Mario, con un extraño desnudo, en una casa extraña, sentía una rara sensación en su colita después de tan dicho acto que en verdad ahora si lo había disfrutado.
Las mejillas le ardiendo por lo ocurrido, tomo la cobija que arrastraba en el suelo y cobijo mi cuerpo desnudo, el también se metió debajo de las cobijas junto con su “Novio”, acariciaba mi pecho masculino y toco su dureza.
La tibieza de la cama y la fatiga de los sucesos, hizo que se durmiera abrazado a mí, pasando una mano por su cintura y lo apreté a mi pecho.
Cuando me desperté vi a Mario abrazado a mi pecho, ahí me di cuenta de que no había tenido un sueño, allí estaba el; un hermoso niño de apenas 6 años y yo estaba desnudo en la cama con el… El reloj marcaba casi las 12 del mediodía, me levanté y desperté a mi hermoso acompañante, ambos completamente desnudos nos fuimos al baño.
Abrí la regadera y el agua tibia provoco que mi cuerpo se reanimara de nuevo, con mi pene aun flácido lo metí dentro de la boca del niño, el pequeño empezó a lamer y a chupar mi miembro masculino sintiendo como empezaba a ponerse más grueso y duro en frente de sus narices alcanzando un tamaño respetable.
Levanté en brazos al pequeño y lo volví a penetrar, esta vez el nene se sostenía de mi cuello con ambos brazos, mientras yo lo sujetaba de sus suaves nalguitas metiéndole mi verga hasta donde me era posible, el cuerpo de Mario era manipulado a mi antojo, metiendo y sacando mi verga a placer; hasta terminar descargando mi leche por segunda vez en su interior en medio de un profundo gemido, el culito del nene estaba rojizo por la constante fricción del miembro masculino, pero era placentero para él; ser penetrado mientras nuestras bocas no se despegaban ni un momento.
Después de cambiarme de ropa, Me dirigí al centro de la ciudad con mi apreciado compañerito que silencioso recordaba todo lo que había vivido unas horas antes conmigo; tan Pronto entramos, vi un grupo de vendedores le pregunte al nene si ellos eran sus compañeros, ante su respuesta afirmativa del pequeño, detuve mi auto una cuadra antes, le abrí la puerta al niño para que saliera y me despedí de el.
Pero el pequeño no quiso bajarse, me pidió que lo llevara al estacionamiento donde lo había encontrado en la mañana, porque el señor del piso 15 aun lo esperaba, mi verga dio un salto al escuchar estas palabras del pequeño.
Espero este relato sea de su agrado amigos, seguimos intercambiando experiencias en el MSN, gigatribe y skype….
Manden mensajes privados para conversar….
Hasta la próxima
Genial relato, cuenta como el del piso 15 también le da su leche