El niñero
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mis padres estaban casi todo el día fuera de casa, trabajando… unas personas muy preparadas con altos reconocimientos, yo por mi parte, hijo único que generalmente la pasaba bien solo o en compañía de mis abuelos. Cuando entré a la secundaria, 11 ó 12 años más o menos, a mis padres les ofrecieron la dirección de un instituto adjunto a la universidad en la que laboraban. Se trataba de un lugar dedicado al cultivo de no sé qué células o algo así… yo era un niño y vivía en mi mundo. Todo esto hizo que nos mudáramos a una ciudad más pequeña alejados de la familia pero en una urbanización muy confortable y como yo siempre he sido muy adaptable a los cambios no le tomé gran relevancia… sí claro, sabía que echaría de menos a los amigos y sobre todo a mis abuelos. En fin, aunque ya no era tan niño, yo seguía jugando y divirtiéndome con los típicos cochecitos de colección, en aquel entonces existía el Atari, pero como mis padres eran muy “académicos” decían que esos juegos volvían tontos a los chicos; así que mi diversión eran rompecabezas, autos coleccionables, libros… y muy distante a lo que querían mis padres para mí, mis cuadernos de dibujo y pintura…
Mis padres no querían dejarme solo, ya no estaban cerca mis abuelos ni nadie conocido, así que mi padre contrató a un chico universitario por recomendado de un compañero de trabajo de él, así me haría compañía y me ayudaría a los deberes escolares… claro está, prepararía la merienda y esas cosas que hacen las niñeras pero en varón. Mi padre aceptó porque además podría ayudar un poco a solventar los estudios del chico con la paga. Así fue como llegó Javi a nuestras vidas…
Todo era normal desde la llegada de Javi. Yo llegaba del colegio, sacaba la comida de la nevera, la calentaba, comía, lavaba los platos usados y me ponía a ver tele mientras llegaba “mi niñero”, todos los días era lo mismo hasta esa tarde que cambió mi vida… La rutina seguía como hasta entonces salvo cuando fui a abrirle la puerta a Javi me quedé helado… fue como un balde de hielos atravesando mi cuerpo.
– ¿qué pasa Toñito?- me dice al verme Javi.
– Nada, nada… ¿te cortaste el pelo, verdad?
– Sí, ¿qué tal me veo?
– Muy bien, te veo diferente… respondí nervioso.
Algo estaba pasando en mí. Jamás desde que Javi había llegado a trabajar a la casa lo había visto de esa manera, y mucho menos había sentido algo así… lo veía perfecto, un tipo atlético, con el cabello rubio ahora muy bien recortadito, con una playera polo blanca que hacía resaltar su leve bronceado cotidiano… jeans… ¡Wow! Cómo olvidar esos jeans ajustados que dejaban ver un enorme paquete y unas fuertes piernas… Nunca había puesto atención al cuerpo de un hombre hasta ese momento, y éste era realmente perfecto, un modelo de revista…
Javi siguió como siempre hasta la cocina sirvió un vaso de agua mientras dejaba su mochila en el sillón y yo lo seguía con la mirada, no sé, tal vez había hecho algo pero me sentí hipnotizado… ¿dónde había estado todo eso? No es que haya cambiado tanto o que se hubiese vestido de una manera diferente, simplemente yo no lo había notado, creo que empezaba a crecer.
Yo quería que volteara para volver a ver el paquete que se formaba en su entrepierna, obviamente muy disimuladamente volteaba y veía directo allí… de sólo recordarlo me vuelvo a excitar… creo que verle el paquete a los hombres en jeans se volvió mi fetiche…
– ¿qué pasa chavalito, te veo distraído?- comentó Javi… Habían pasado segundos supongo, pero para mí se había congelado el tiempo.
– nada, nada- volvía a responder yo tímidamente, -iba a jugar un rato
– ¿no tienes tarea?
– no, la hice en la escuela antes de venir.
– ¿qué te parece si juegas en tu cuarto mientras yo leo para un examen?-
Nada extraordinario para mí, la rutina seguía con normalidad. Generalmente mientras yo hacía tarea el estudiaba a mi lado para sus clases en la universidad.
Nos fuimos a mi habitación, el llevaba consigo un libro y se tiró en la cama boca arriba; dos almohadas y el 80% de su cuerpo echado cómodamente. Yo me puse a jugar con mi colección de autos, de esos pequeñitos de metal muy de moda en aquel entonces…
Él con el libro frente a su cara y de vez en cuando hacía expresiones como “ah sí”, “claro, es verdad”… “ah, qué interesante”; yo pensaba lo mismo todas las tardes “este chico está algo loco”, pero esta vez agregué… “además de estar muy bueno”… veía ya sin pudor su perfecto paquete, pues sabía que no me miraba… ver cómo su bulto destacaba de esas largas y fuertes piernas cruzadas y sus botas vaqueras, en verdad era una fotografía exquisita de quedarse observando detenidamente…
Sin pensarlo, tomé uno de mis cochecitos y subí con un clásico “run run” por el costado de la cama hasta llegar a sus tobillos, con mucho nervio subí con mi auto poco a poco por sus piernas, de vez en vez volteaba a ver su reacción pero él no decía nada, seguía con su libro cubriendo su cara… jugué un poco en sus rodillas, no mucho la verdad, la meta estaba fija… mi objetivo era ir subiendo hasta llegar a esa montaña que me llamaba demasiado la atención… y así lo hice, muerto de nervios pero con la excitación de ir a lo “prohibido” empecé a subir por sus muslos, en verdad no sólo se veían fuertes, estaban duros y de una figura increíble…
¡Ups! No lo podía creer, estaba muy cerca de su entrepierna y él seguía sin decir nada… seguí rodando las llantitas más hacia arriba simulando un monte con sus subidas y bajadas hasta rozar con precisión el paquete de Javi… ya ni siquiera las clásicas expresiones de su lectura, ni mi runrunear se escuchaba… el silencio se imponía en la habitación… lentamente llevé mi pequeño juguete al hueco oscuro que se formaba entre el bulto y sus piernas y lo metí… con mi pequeña mano abierta seguía rozando su paquete, esta vez sólo escuché un suspiro suave… algo me decía que era agradable para él también, lo digo porque yo estaba encantado… era una sensación indescriptible, sentía su enorme bulto tibio en mi mano… lo empecé a palpar si miedo ni inhibición… me causaba un morbo increíble, poco a poco fui notando como algo se ponía bastante duro con mi masaje, ninguno de los dos dijo algo, yo volteaba para ver su cara pero el libro no me dejaba, solo escuchaba su respiración algo fuerte mientras yo seguía queriendo cubrir con mi mano todo aquel paquete pero era demasiado, apretaba suavemente como cuando pruebas la fruta en el súper, suave y con fuerza a la vez… mi mano percibía como su miembro duro palpitaba queriendo salir. Estaba tan bien acomodado que supongo que no podía distinguirlo completo; mis ojos cerrados imaginaban lo que nunca había pasado por mi mente… le estaba tocando el paquete a mi niñero y me estaba gustado demasiado. De pronto el timbre de la puerta hizo que cada uno saltara del susto como cuando has sido pillado infraganti. Ninguno de los dos dijo algo, yo me quedé parado a un lado de la cama, él del otro extremo. No volteó a verme ni un momento…
-Deja veo quién es- dijo nervioso mientras metía su mano por debajo del pantalón y supongo se acomodó el paquete.
– Ok- dije nervioso mientras lo seguía hacia la puerta principal.
-Era un mensajero, trajo un paquete para tu papá, deja le aviso- Me comentó Javi con un tono nervioso.
Marcó a la oficina avisando de la entrega y mi padre le dijo que pronto volverían a casa para ver de qué trataba. Eso me lo dijo Javi mientras subía la escalera hacia mi habitación…
-Voy por mi libro, espérame aquí- puntualizó.
Nervioso me senté frente al televisor apagado como esperando un regaño, un discurso de esos que nos daban los mayores cuando hacíamos algo malo… Yo sabía que era algo indebido, que aunque en aquel entonces no había clase de sexualidad en las escuelas y menos en un colegio como el mío donde reinaban las religiosas, lo sabía porque así lo sentía… pero me gustó demasiado, quería volver a hacerlo… cuando bajó Javi, traía su polo por fuera y aunque no dejaba ver toda la majestuosidad que sus jeans dibujaban perfectamente, en mi memoria había quedado guardado…
-¿quieres un sándwich?- interrumpió Javi a mi mente divagante.
-Ok- respondí algo triste pues yo quería seguir tocándole…
A los pocos minutos mis padres entraron por la puerta, mi madre muy contenta y mi padre preguntando dónde estaba el paquete que habían llevado esta tarde a casa… Sin más ni más, le dijeron a Javi que ya podía marcharse a su casa, que al día siguiente lo esperaban y le preguntaron que si podía quedarse unas horas más, ya que ellos tendrían que reponer las horas que ocuparon ese día por volver temprano…
Javi sólo respondió cogiendo su mochila y dirigiéndose a la puerta parando por donde yo estaba…
-OK, claro, no hay ningún problema, con gusto me quedo más tiempo. Lo paso muy bien con Toño… ¿verdad chaparro?- decía esto mientras me despeinaba como gesto de complicidad. Me guiñó el ojo y dijo –Nos vemos mañana Toñito…
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