El niño bajo el puente: Parte 4
Pasó el tiempo con Zanahoria, pensaba en hormonizarlo para volverla mujer, a el le iba a encantar.
En los meses siguientes, Zanahoria se mudó conmigo a mi casa, lejos de su duro vida en las calles, yo vestía a Zanahoria de Niña, lo inscribi a la escuela para que viviera por un lado como una chica normal siempre diciendo que yo era su padre.
Con el tiempo y el cuidado (compre hormonas para transformarlo en nena), floreció en una joven hermosa. Ya no era el niño escuálido que vivía bajo el puente. Sus mejillas se llenaron y su cuerpo delgado se suavizó y redondeó de una manera muy femenina. Incluso su pequeño trasero creció más redondo, respingado y enorme de señora, pense que me habia pasado ya que no considere que estaba comenzando a desarrollarse. Sus cambios físicos me excitaban mucho, no pensaba que en 1 año cambiara tanto su cuerpo, años despues igual vi que su pene no creció mucho por la misma razón.
Una noche, después de la cena, guié a Zanahoria a mi habitación, la nena estaba indecisa pero ya despues de varios meses ya no fue como la primera vez que lo intenté penetrar. Esta vez, estaba decidido a que finalmente me dejara tomarlo. Lo desnudé lentamente, besando y lamiendo cada pulgada de su cuerpo que iba expuesto. Le di vueltas para poder admirar su hermoso trasero. Lamiendo mis labios, lo separé para revelar su apretado agujero rosa.
«déjame follarte esta vez», susurré roncamente. «Quiero reclamar tu dulce culo» «Te acuerdas que te dije que la unica cosa que quería cobrarte era esto» «Despues vas a querer verga mas y mas seras adicta»
Zanahoria llamada Caterine en esta etapa (lo ayude a buscar nombre) gimió y asintió con nerviosismo. Pude ver cómo su agujero se contraía con anticipación. Froté su trasero y lamí alrededor de su ano para lubricarlo. Luego escupí en mi mano y froté mi pene duro que tanto el (ahora ella) admiraba su enormidad, antes de presionar la cabeza contra su entrada.
Gritó cuando empujé mi pene y se deslizó lentamente en su apretado agujero. Estaba deliciosamente ajustado y caliente. Zanahoria tenía las uñas clavadas en la sábana mientras se estiraba para acomodar mi tamaño. Agarré sus blancuzcas caderas y empecé a embestir con fuerza, enterrando mi polla hasta la empuñadura en su culo.
«¡Duele!» él gimió, pero empujó su trasero hacia atrás para encontrarse con mis golpes mientras yo halaba su largo cabello rojo.
Su ano se aferraba a mi pene mientras lo martillaba implacablemente. El sonido de la carne que chocaba contra la carne llenaba la habitación, así como los gritos de placer de Caterine. Embestí y embestí hasta que ambos estábamos en el borde. Luego, con un gruñido, me hundí profundamente y dejé que mi semen llenara su entrañas. Zanahoria alcanzó su propio orgasmo, disparando desde su pequeñisimo pene de niño la carga sobre la sábana.
Nos derrumbamos juntos, respirando con dificultad. Mi pene sensible seguía enterrado en su culito. Sé que desde ese momento en adelante, Zanahoria siempre sería mía. Mi amante, mi mujer… mi todo.
Pensaba En el futuro cuando cumpliera 18 la iba a casar conmigo.
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