El niño de los ojos rotos 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
"Que no fuiste el amor de mi vida, ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser."
– Julio Cortázar, rayuela.
Un sueño espeso de olvido y la certeza de aquella misma tarde vería de nuevo a Cali me persuadieron de que , al final del día, podría sacar algo bueno de todo aquello.
Cuando finalmente llegue a la casa de Cali para recogerlo a él y a su hermano, me lleve la grata sorpresa de que por una vez en la vida el destino me había dando una buena mano de cartas y su hermano había decidido abandonarnos a última hora para poder salir a comer con sus amigos, por lo tanto tendríamos una tarde a solas.
Sus padres aún estaban en casa y tuvimos una charla muy amena mientras esperaba a que Cali terminara de acicalarse. Cuando finalmente bajo se veía guapísimo, se había puesto una camisa de franela a cuadros roja que yo encontraba preciosa y que le sentaba muy bien, me saludo sin mucho afán y fingió desinterés, pero sus ojos poseían el brillo de aquellos que se saben deseados y de vez en cuando volteaba de reojo para comprobar que yo seguía viéndolo embobado, <<aquí viene de nuevo, pensé >>
Sus padres se despidieron de mi, escusandoce de que habían quedado con un cliente y que ellos llevarían al hermano de Cali con sus amigos. La casa se quedaría sola, y yo maldije el momento en que le propuse a Cali ir a dar un paseo.
– ¿no prefieres quedarte en casa y jugar videojuegos?- dije cuando por fin nos dejaron a solas y con el tono más malicioso que mi estrecho repertorio de galán pudo darme.
– ¿y permitirnos la oportunidad de que pase "eso" otra vez?
-¿por qué no?- dije por toda respuesta
Se limitó a torcer los ojos y siguió caminando a mi coche sin molestarse a decir una palabra más.
Decidimos ir a un centro comercial que quedaba a tiro de piedra de su casa. Y pasamos casi tres cuartos de hora jugando en una sala de videojuegos, haciendo tonterías y paseando en frente de los escaparates haciendo conjeturas de lo que podríamos hacer con tal o cual cosa.
Antes de volver al coche para regresar a su casa le invite un helado. Ya en la heladería, la señorita que nos atendió se dirigió primero a él y le pregunto que era lo que iba a ordenar, Cali tomó un aire de donjuán y con un tono que pareció que había tomado prestado de James Dean dijo que cereza. Cuando la señorita, que tenía el pelo del mismo color que el helado de chicle que vendía, se puso a hacer el cono de Cali, me acerque con un aire de confidencialidad a su oído para que nadie pudiera oírnos.
-¿te había dicho que siempre he creído que la cereza es la mas sexy de todas las frutas?
Cali se limitó a asentir y salió de establecimiento sin quitarme de encima los ojos.
– ¿y para usted caballero? – dijo la señorita del pelo de chicle sacándome del trance de tajo.
-nada. Muchas gracias- conteste mientras le tendía el dinero del cono del niño.
cuando alcance a Cali ya estaba en el umbral de la salida del centro comercial, y me lanzó una mirada que me supo a un "tardas demasiado, pero rápidamente la retiro a modo de tregua.
-¿nos vamos ya?- dijo mientras le soltaba un lengüetazo a su bola de nieve, y le siguió otro y otro sin apartar la vista de la mía. No era el hecho de que estuviera saboreando su helado, era el modo en que lo hacia. Y me sorprendí a mi mismo en la incomoda situación de estarme excitando viendo a un niño comer su cono de nieve y de desear ser ese cono.
-¿quieres ir a otro lado? Ofrecí a modo de liberarme de su hechizo.
-¿no prefieres ir a la casa y jugar videojuegos?- masculló con su voz de cereza
-¿y permitirnos la oportunidad de que pase "eso" otra vez? Intenté arremedarlo
-¿Por qué no?. Jugó y esta vez no torció los ojos, y en cambio me guiñó un ojo, y siguió caminando hacia mi coche y no se molesto en decir una palabra más.
Para cuando llegamos a su casa yo tenía un nudo de tres vueltas anudado en el estomago, y el corazón amartillandome los tímpanos con latidos tan estrepitosos que me sorprendía que Cali no los hubiera escuchado ya. Por un lado estaba calientisimo y ansioso de la idea de estar a solas con él, y por otro tenía miedo de que, si no lo hacía él, no encontraría yo modo ni ganas de dar el primer paso y nos condenaríamos a pasar una tarde de miradas incomodas y palabras vacías.
-¿quieres jugar o prefieres que veamos una película?- dijo por fin rompiendo aquel silencio.
-como quieras.
-¿estás enojado?
-no.
Cali dudo un instante, pero asintió de buena gana. Puso un DVD, encendió la tele y se acostó en su cama a modo que quedo su espalda pegada a la base de esta. Me acerqué a él y me coloque en la misma posición que había tomado sólo que al otro extremo de la cama para quedar hombro con hombro. Pasamos los siguientes veinte minutos fingiendo ver la pantalla. Pero conseguí acumular todo el valor, o la excitación, que venía acumulando desde ese beso cuando regresábamos del cementerio de vagones y voltee la cabeza para poder mirarlo, me quede congelado así sin decir nada, sin pestañear siquiera por espacio de un minuto, Cali fingía seguir prestando atención a aquella película sin trama, hasta que finalmente, abatido, volteo hacia mi y me sostuvo la mirada.
-¿qué?- dijo en tono enérgico después de cinco minutos que me parecieron eternos.
-sólo estaba preguntadome cuando me pagarías lo que me debes
-¿y según tú, qué es lo que te debo?
– un beso- dije en una forma muy natural, como si se tratase de una moneda.
-¿un beso?- dijo fingiendo confusión. – yo no recuerdo haberte prometido nada, y menos un beso.
-yo sí, ¿no te acuerdas que ayer me preguntaste el que apostaría si te atrevías a dormir en uno de los vagones del viejo cementerio por una noche? Bueno, yo te conteste que un beso- dije meditabundo esperando que no hubiera imaginado todo eso.
– pero yo no acepté nada- dijo
-No. Pero tampoco dijiste nada, te callaste y yo lo tomé cómo un sí- apunté. -El que calla otorga, Cali- añadí a modo de argumento irrefutable
-has besado a otro chico, Mario? – preguntó, tal vez para ganarse un poco de tiempo y seguir intentando apelar a mis embates pero con un tono que me pareció de curiosidad sincera y no sé que otra cosa que no alcancé a definir.
-¿y tú?- le regrese de nuevo su dardo envenenado tan rápido que no se dio cuenta de mi falta de respuesta.
-¿yo? -soltó dolido, -¡qué va!, yo nunca besaría a un chico, eso es de gais y yo no soy gay- sentenció
-sí, claro- dije con el tono más sarcástico que pude sacar. El me miro cansado y se volteo a seguir viendo la pantalla. Suspiré con ganas y me recosté en su pierna izquierda, tal vez peligrosamente cerca de su entrepierna.
-supongo, que fui mi culpa por apostar con alguien que no iba a cumplir. -dije intentando provocarle aunque sea un poco, pero Cali ni se molesto, me limité a poner los ojos en blanco y me quede con la cabeza pegada a su muslo sintiendo la tibieza de su cuerpo tras las ropas, la excitación me gano y estiré una mano para empezar a acariciar su pierna sutilmente por encima del pantalón, Cali no dijo nada y proseguí con mis caricias, le recorría de Cabo a rabo, de su rodilla al costado del lado donde mi cabeza no reposaba, me anime un poco y comencé a acariciarle los testiculos, pero me quito la mano en seguida como si mi toque le hubiera quemado.
-no me toques así, por favor- dijo fría y seriamente.
-bien- respondí de la misma manera, y quité mi mano mas no mi cabeza. Deje pasar unos segundos de paz.
-pero no creas que no te quiero- murmuro Cali por lo bajo, sin quitar los ojos de la pantalla, con una voz de borrego.
No contesté, me le quede mirando y luego cerré los ojos un momento, ladee mi cabeza lo suficiente para poder darle un beso en la misma pierna donde estaba recostado.
-lo sé.
Volvió su vista hacia mi de nueva cuenta, y volvió a sostenerme la mirada. Que guapo estás, pensé para mis adentros, como quisiera recuperar todo eso que perdimos. Y alce mi mano, pero esta vez hacia su cara, Cali, que había leído mi semblante, se dejo. Sostuve su mejilla por unos segundos en la palma de mi mano. Muy a mi pesar, le estaba queriendo demasiado.
-¿alguna vez te han hecho esto? Dijo de pronto y con un movimiento veloz tomo mi cabeza haciendo ademán de bajarla un poco hacia su sexo mientras que hacia un sonido de tronar un beso con la boca.
-en la secundaria. Mis amigos y yo solíamos gastarnos esa broma, cada vez que alguien se agachaba a recoger algo hacíamos ese sonido.
-¿así?- repitió el movimiento pero esta vez yo me acerque más a sus genitales y abrí la boca, me quede quieto un segundo, viéndolo, buscando su aprobación, Cali tomo mi nuca y volvió a hacer aquel sonido, "muak" escuché, y pegue mis labios a su pantalón y empecé a mordisquear su pene.
No sé si pasaron minutos u horas, después de ese punto todo me parece que paso vertiginosamente rápido. Estuve mordisqueando el pene de Cali por encima de su pantalón hasta que la erección de ambos fue bastante evidente. Después nada, me abandoné a él y no me importo nada en absoluto. Lo desnudé despacio, recorriendo su piel con mis labios, con la certeza de que nunca más volvería a hacerlo. Empecé por desabotonarle la camisa botón por botón, y haciendo pausas cuando creía conveniente, le besaba el pecho y cuanto lunar veía, lamí sus tetillas hasta que se pararon orgullosas, desabroché el pantalón de mezclilla que llevaba encima con un ágil movimiento de dedos mientras le besaba el vientre desenfrenadamente, el silencio que asaltaba el cuarto era ultrajado por los tenues gemidos de Cali y el aura de sexo era abrumadora. Le baje el pantalón despacio hasta quitárselo por completo. Me tomé mi tiempo. Le quite las calcetas y las lancé lejos. Le besé los pies quedo, temí que fueran de cristal. Y no me cansé de dejar saliva en sus muslos dulcísimos. Metí mis manos por entre las rendijas de las piernas de su bóxer, y con un gentil roce acaricié sus huevos con las yemas de mis dedos, la forma en que Cali se estremecía me excitaba más y más. Tomé el elástico de su ropa interior, él entendió a la perfección mis intenciones y levantó un poco la cadera y yo le deje completamente desnudo en un movimiento firme.
Su pene salto libre de su prisión y comenzó a temblar de ganas. Lo tomé por la base y comencé un sube y baja que descapullaba el falo de mi querido sobrino, mientras lo besaba apasionadamente. Baje hasta su sexo y lo engullí, Saboree el ya no tan pequeño pedazo de carne de Cali que aún tenía ese sabor a sudor de niño pero más fuerte, le bajé el prepucio y con la lengua juguetee con el frenillo por un rato, mordisquee su glande suavemente lo que arrancó un suspiro a Cali, empezó a follarme la boca con desdén, deje que estuviera así un rato y luego me separé de él, no quería que terminará aún. Tomé su mano y la puse sobre mi pene que pedía salir del pantalón a gritos, Cali la dejo ahí y la otra la metió por debajo de mi camiseta para terminar aferrándola a mi espalda, nos besábamos cómo dos locos que son consientes que no se pertenecen, seguía besando como cuando niño, sin cerrar los ojos y con la boca muy abierta. La mano de la espalda comenzó a bajar para terminar por debajo de mi bóxer en una nalga, la siniestra copió el gesto y Cali termino encajándome las uñas en la nalgas mientras le mordisqueaba el cuello, le dio tregua a mis nalgas por un segundo y cogio el elástico de mis calzoncillos y los bajo con todo y pantalón hasta donde pudo, nuestros penes se tocaron, y Cali comenzó un vaivén de caderas, nuestros respectivos falos se frotaban entre sí en el más placentero de los bailes, le succione el cuello y sus manos volvieron a mis glúteos, ¡dios, ese niño era el cielo y el infierno!
Duramos unos quince minutos así, pasando de su cuello a sus labios, nuestras respiraciones fueron en aumento y nuestra razón en picada, Cali empezó a gemir en forma desquiciada y su infantil cuerpo comenzó a sacudirse de forma violenta, espasmos iban y venia por todo su pelvis, se aferró con las uñas fuertemente a mi espalda y llegó al orgasmo eyaculando fuertemente, era poca la cantidad pero alcanzó a llegar a su pecho y otro poco termino en mi camiseta, la escena era sorpréndete y los espasmo comenzaron a invadirme a mi también, me incorporé de golpe a fin de no mancharme más y termine eyaculando en su pared. Fui por papel higiénico al baño y limpié el desastre y luego a él quien seguía tendido y sin abrir los ojos. Me rendí en la cama agotado.
Se recostó en mi pecho y le acaricie el cabello. Cali me miraba, con los ojos tristes y la sonrisa rota.
-¿qué vamos a hacer?
-callarnos. Dejar que las cosas pasen cuando tengamos ganas, cuando se de la oportunidad y luego nos callamos, como si nada pasara, ni tú ni yo lo mencionamos, ni entre nosotros ni a nadie. Así, en secreto.
-bueno- dijo por fin sin apartar la vista del suelo -está bien –
Cali me regalo la mejor y más sincera de sus sonrisas, la tenía de viejo, desgastada y con una melancolía que que a sus doce años no merecía cargar. Se incorporó en silencio y recogió su ropa del suelo y salió de la habitación. La imagen de su cuerpo desnudo parado en el umbral de la puerta la llevaría para siempre tatuada en la pupila. Quise seguirle para vestirle, no porque no pudiera sino por que había sido yo quien se la había quitado y junto con ella buena parte de la inocencia, pero no se percató de que le seguía, se metió al baño y termino cerrándome la puerta en las narices.
Enhorabuena. A los diez minutos el carro de sus papás estaba estacionándose frente al pórtico. Habíamos (descendido) a su cocina buscando bocado y él se puso a cocinar unos pancakes de bolsa. Platicábamos de cosas banales cuando la llave entro en el picaporte e hizo ceder la puerta de par en par(..). Me despedí de Cali y de su familia por aquel día, prometiéndole que regresaría a la mañana siguiente.
Me acompaño hasta mi coche para despedirme. Abrí la puerta y la sostuve un momento buscando su mirada una última vez.
-adiós.
Cali dudó.
-¿qué?
-yo…
-prometimos no mencionarlo. Le corte de tajo.
De verdad creía que si intentábamos definir aquello con palabras se iría a la mierda todo. Cali se mordió el labio pero asintió finalmente y me abrazó si fuerza.
-adiós Mario.
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