El niño del ciber
mámamela si quieres jugar.
Por allá en el 2007 a mis 14 años solía trabajar medio tiempo en el pequeño ciber de un amigo, como era pequeño con apenas seis maquinas solía haber varios esperando de pie o uno par que otro que solo veían a los otros jugar, entre ellos estaba Miguel un niño de 8 años, era un chiquillo que solía venir más que todo los fines de semana y hubo un tiempo que venía todos los días, pero lo curioso de su rutina era que por lo general solo metía una hora y también tuvo habito se podría decir raros ya que a veces venia hasta tres veces, pero siempre era una hora, pero como el dinero no sobraba en el local, lo que el aportaba él era bienvenido mientras sus padres no dijeran nada, las veces luego de que acabara su tiempo si el local no estaba muy lleno él se quedaba hablando paja con nosotros o viendo a otros jugar y como teníamos tiempo conociéndolo no molestaba. Obviamente él se quedaba allí a pesar de no tener para pagar otra hora esperando que alguien le brindara e incluso a veces me pedía que le regalara tiempo, aunque un par de veces se lo cedí.
Una de las tantas tardes que el local quedó solo, Miguel al ser el último que se le acabó el tiempo se quedó allí hablando paja conmigo y como no podía faltar como de costumbre pidió que le regalara tiempo aprovechando que estaba vacío el lugar, pero me negué.
—anda, nadie va a decir nada—, me insistía.
—ya te dije que no, más bien creo que deberías irte—.
—me da flojera, en la casa no hay nada que hacer—.
—pues ayuda a tu mamá a limpiar—.
—¡ay no! —.
—dentro de poco voy a cerrar así que acá no vas a hacer nada—, pero él no tenía interés en irse, en cambio yo quería que se fuera porque ya tenía un rato viendo paginas eróticas.
Pero como él no se quiso ir lo terminé invitando a ver mi pantalla y al mirar se echa a reír.
—¿Qué, no te gusta? —, y él se ríe con pena.
—ya he visto de esas, las he visto en casa de un tío—, mientras veía como las putas chupaban vergas y se metían ese pollón por el culo y muro como su pequeña verga se pronunciaba en su pantalón, —ya se te paró—, lo digo en tono de broma y él se ríe.
—tú también—, entre risa me señala la entrepierna.
—¿me la quieres ver? — le pregunto y el encoge de manera breve sus hombros.
Cuando me saco la verga entre la cremallera del pantalón el comenta que su primo la tenía más grande, —¿ya se la has visto a tu primo? —.
—sí, a varios. Todos somos hombres así que no hay problema—.
—mmm, ya. ¿y qué tal la tuya? —.
—la mía es bien pequeña—, y me muestra su pequeño pene cubierto por el prepucio a pesar de estar erecto.
—bueno, ya. Suficiente—, cierro la página porno.
—si me dejas jugar un rato te hago la paja—.
(cayó), las cosas iban saliendo como quería más, pero yo no quería una simple paja.
—¿ya te la haces? —. Y asintió. —¿te enseñaron tus primos? —, pero no me respondió.
—¿entonces me regalaras tiempo si te la hago? —. Y le digo al oído —te regalare tiempo si me la mamas—, y se quedó callado mirándome.
En un principio esperaba una expresión más exaltada, pero en cambio fue bastante sutil dándome a entender que ya se la habría mamado a alguien.
—¿Por cuánto tiempo? —.
—hasta el final—.
—¡nojombre!—.
—bueno, hazlo como quieras y luego veré cuanto te dejo—.
Se arrodilla y me comienza a chupar la verga, pero no era una mamada como tal más bien parecía que quería ser amamantado a través de mi verga ya que solo chupaba como si se estuviera chupando el dedo.
—muévete, que no estás haciendo nada—, aunque verdaderamente estaba disfrutando por como succionaba mientras su lengua rosaba por abajo.
Tras haberle dicho por lo menos comenzó a moverse, pero la sensación básicamente fe la misma por un par de minutos hasta que se fastidió “ya”, me dice.
—¿ya eso fue todo?, así no provoca hacer nada contigo—.
—es que se pone como amargo—.
—bueno si haces una cosa más te dejo tranquilo—, nuevamente lo pongo de rodilla y me comienzo a masturbar frente de su cara a la vez que lo sujeto de la nuca, —abre la boca—, pero se niega, —abre la boca que te voy a ensuciar—, y él se negaba, sabía que le iba a rociar algo, —¡ay, ya viene, ya viene! —, y justo en el momento el abre la boca y siento sus dientes con la cabeza de mi verga en cada chorro que soltaba, cuando miro abajo el piso estaba lleno de saliva y semen.
—¿Por qué lo escupiste en el piso? —.
—sabe feo— y va al baño a enjuagarse la boca mientras que yo tuve que limpiar el desastre.
Era claro que no era la primera vez que mamaba verga, obviamente era malo haciéndolo, pero esa torpeza daba más morbo. Para cuando salió reclamando el tiempo prometido lo dejé hasta que cerré el local.
Me gusta mucho como se da tu experiencia, me hubiera gustado verlo.