El niño del supermercado
Su culito se meneaba de tal forma, que resultaba imposible no sucumbir al hipnotismo seductor de aquel desconocido muchacho que incitaba mis más perversos deseos ocultos..
Me dirigí al supermercado para comprar algunos víveres, y como era de esperarse, estaba lleno por todas partes con motivo de la celebración de Halloween. Era un día afortunado, pues estaba repleto de hermosos muchachos a la orden, e hice vista a los más hermosos que circulaban por los pasillos, algunos rubios, otros más morenos, unos pocos de ojos azules, algunos de hermosa melena rizada, y también estaba él, aquel niño de generosas nalgas y hermosas piernas que hizo explotar mi cabeza de morboso placer. Iba por el pasillo de los lácteos, cuando ante mí tenía a este chico moviendo su culito de lado a lado, haciéndole gracias a su pequeña hermana, con sensuales movimientos de afeminado toque, se movía adelante y atrás, paraba la cola una y otra vez, la meneaba hacia los lados, en círculos, y cuando su short se metía entre sus nalgas se acomodaba la prenda con su mano, metiéndola bien adentro del culo. Calculaba tenía más o menos unos trece años, alto para su edad, de suaves cabellos oscuros y medianamente largos, llevaba un jockey negro y mascarilla para protegerse del covid, una polera mangas largas de color negro y zapatillas grises de media caña, que le daban el toque preciso para convertirlo en un apetecible preadolescente de buena pinta.
Cuando los perdía de vista, nos topábamos en los cruces de otros pasillos, advirtiendo que siempre me miraba fijo a los ojos, para seguir después sus juegos con su hermana pequeña, en ese ridículo pero sensual juego de menear su culo de lado a lado, provocando a varios hombres que desviaron sus miradas con perversión hacia el chico deseando devorarlo. Los seguí por más de media hora de compras, y sentía que por cada paso que daba mi erección en cualquier minuto se escapaba de mi pantalón, el muchacho era tentadoramente exquisito, y su aguda voz de niño en vías de pubertad hacía palpitar mi verga cada vez que soltaba una risueña carcajada, hasta que coincidimos en la caja para el pago, en una infinita cola de eterna espera de más de 20 carros por fila, unos cuarenta y cinco minutos como mínimo para mi turno.
No llevábamos mucho tiempo en la hilera, cuando el chico le manifestó a su mamá que necesitaba ir al baño, y apartándose del carro para ir a los sanitarios del primer piso, abandoné el mío para ir en su cacería, el muchacho claramente era afeminado, gay, delicado o como quieran llamarle, y pedía verga a gritos, oportunidad que no pensaba desaprovechar. Llevaba conmigo mi lubricante de bolsillo y algunos condones, que siempre solía portar por si algo cae, y emprendí ruta siguiendo a aquel culito adolescente que parecía jamás dejar de moverse. El muchacho entró primero, y esperando unos instantes hice mi ingreso, advirtiendo que no había nadie más en los baños, por lo que di vuelta el letrero visible de “fuera de servicio” y procuré cerrar la puerta con el seguro para evitar interrupciones. Allí estaba, hermoso y paradito haciendo pis en uno de los urinarios, cuando poseído por la inmensa lujuria que llevaba conmigo dejé desatar mis demonios, me puse detrás de él, y antes de que me preguntara “que desea señor” le bajé con brusquedad y rapidez sus oscuros shorts hasta sus tobillos, ante su estupefacción total, no llevaba ropa interior y finalmente su culito blanco y esponjoso hico su magistral aparición:
-Señor, que está haciendo, señor, déjeme ir por favor- suplicaba
-¿Esto es lo que querías verdad?, calentarme hasta hacerme reventar los huevos- le rebuzné.
-No señor, por favor déjeme, nos pueden ver, alguien puede venir-
-Que nadie va a venir putito delicioso, cerré la puerta con llave, ahora quédate quieto que vas a saber lo que es bueno- le decía ebrio de placer.
-Señor por favor, no por favor, que no, que no, que n…-
Pero no pudo terminar su súplica, pues mi lengua le dio una profunda barrida desde la comisura de sus testículos hasta pasar por su apretado ano adolescente y seguir camino arriba por la raya de sus nalgas, esas que tenía fuertemente separadas con ambas manos, para hacerlo liberar un fuerte suspiro de placer retenido, cual gata en celo, y hundir mi lengua en los pliegues de sus entrañas dando vueltas en círculos, con la vieja técnica que sabía rendía siempre buenos frutos con chicos como éste:
-Ay señor, ay señor, no, no, no por favor, ay, ay, ay-
Sus falsas súplicas demandaban que siguiese, no lo estaba violando, pues hay ciertos chicos que inequívocamente suelen transmitir ciertas señales que pocos detectamos, y que de hacerlo, cobramos nuestro premio si lo trabajamos con inteligencia. El chico lo gozaba, lo disfrutaba, y arqueaba su cuerpo estirándose al máximo por cada lengüetazo, mientras sus manos se apoyaban en la loza de la pared:
-Ay, ay, ay, señor, señor, señor, alguien puede venir, ay, ay, alguien nos puede ver, ay, ay, ay, aaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyy-
Tuve que ponerme de pie y taparle la boca ante su grito de putita en celo, mientras con la otra me desabrochaba el jeans y me los bajaba junto con el bóxer hasta las rodillas, ubicando mi miembro entremedio de sus exquisitas nalgas generosas, moviéndome arriba y abajo para hacerme una buena paja en toda la raya de su culito. A medida que fue sintiendo el glande recorrerlo en esta suerte de paja rusa, fue cerrando los ojos y emitiendo suspiros con celera respiración, mis manos recorrían sus caderas, su abdomen, su pecho de erectos pezones, y para cuando llegué a su ingle pude advertir cuan parado tenía su imberbe pene, sin un solo vello que revistiera el monte de su pubis. El chico dejó caer su cabeza hacia atrás para hacer contacto con mi hombro, se quitó su mascarilla y me atreví a lamer esos rojizos labios sin bigote, el asomó su lengua para hacer el primer contacto y el beso frenético se manifestó entre ambos con desespero:
-Lo sabía, lo sabía muchacho, tú lo querías, tú lo deseabas- le susurraba en su oído.
-Ahhh, ahhh, ahhh, su pene está muy caliente señor- gemía –y palpita demasiado.
-Tú me pusiste así, tú me pusiste así pequeña puta de supermercado-
-Ahhh, ay, aaayy, ayyy señor, señor, haga conmigo lo que quiera-
-Te voy a coger muchacho, te la voy a meter, aquí y ahora- le decía mientras apretaba con fuerza sus tetitas adolescentes.
-Hágale, métamela, métamela señor- pedía mientras frotaba su culito con mi verga.
-Claro que te la voy a meter, pero antes me la vas a mamar, aunque sea por cinco minutos, pero me la vas a mamar, de rodillas al suelo putita.
Antes de apoyar sus rodillas al suelo ya me había engullido hasta el fondo todo el miembro, dejándome escapar un grito ronco que pretendía retener conmigo, pero lo cual fue imposible, pues el muchacho chupaba con una exquisitez tal que casi me hizo acabarle en su boca en dos tiempos. Me contuve, respire profundo, y me deleité viendo a mi joven amante succionar el miembro con tal velocidad y desespero, como si fuese la última verga de su vida, con sus salivas recorriendo gota a gota el tronco de mi pene, y mis vellos pubianos enredándose en el ángulo de sus labios, en donde más de uno se le quedaba incrustado. No me faltaba mucho más para terminar, y aunque me hubiese encantado llenarle de leche su paladar y hacerlo atragantarse con mi nata, lo puse de pie, le quité sus shorts dejándolo solo con su calzado, y levanté una de sus piernas al aire para apoyar su pie en uno de los urinarios, dejándome su culito abierto a disposición, ubicando mi hinchadísimo glande en la zona de su rojizo ano, no sin antes untarlo con el lubricante de bolsillo que andaba trayendo, y empujar centímetro a centímetro todo mi falo erecto, el cual se desplazó lentamente en su interior con exquisita parsimonia, apretadito, resbaladizo y rico, hasta clavarlo en su totalidad con mi pubis disfrutando del contacto con sus esponjosas nalgas rebosantes:
-Aaaaaaaayy, aaaaaayyy, señor, señor, señor, aaaaayyyyyyyy- gemía el chico.
-Ufff, pero qué delicia de culo niño, te pasaste, uuufff, uuuffff, realmente espectacular- bufaba yo.
-Despacito señor, despacito por favor- pedía él.
-Tú no eres virgen chico, dime ¿con quién has estado cogiendo?- le pregunté.
-Con mi profesor de natación señor, me revienta el culo todos los jueves- respondió
-Pero hoy es jueves, ¿o sea que ya te cogieron hoy?-
– No señor, hoy no tuve clases de natación- dijo él
-Ya veo- le dije mientras el “splash” de la culeada comenzaba sonar en ritmo de gota de agua- hoy no te cogieron, y por eso en los pasillos te rascabas el culo a cada rato, vaya si eres un putazo.
-Despacio señor, por favor, despacio- suplicaba mientras el “splash” aumentaba gradualmente su intensidad.
-No podemos, tenemos poco tiempo muchacho, disfrútalo mientras dure- le dije
Y así, comencé a bombear tan fuerte y profundo como pude, con delicado y calculado embiste, pero profundo, rico y sonoro. Mi verga aumentaba sus palpitaciones cada vez que chocaba mi ingle con su enorme trasero blanco, de porcelana, con el chico gimiendo ya sin recelo, no nos quedaba mucho tiempo más para aguantar tanto placer desatado, la polución vendría en cualquier minuto, al primer aumento de clímax:
-Ay señor, ay señor, lo hace delicioso, lo hace delicioso, mucho mejor que mi profesor de natación-
-Ay muchacho, Ufff, Ufff, Ufff, eres la delicia misma hecha culo- le decía bombeando con fuerza.
-Señor, por favor, no me queda mucho para terminar, no me queda tantito más, ¿quiere que brinque sobre su verga?- preguntó.
Y aunque me moría de ganas de reventarlo así mismo, con su cola parada, le di en el gusto y me senté en uno de los wc, para dejarlo ubicar sus piernas alrededor de mi cuerpo, solito ensartó mi falo lubricado y se dejó caer en él, apoyando sus manos en mi hombro y saltando por varios minutos como buen putito jinetero, en el sexo más sucio que había tenido hasta ese entonces. Mis manos sobaban su cintura, sus caderas, sus piernas y todo lo que podía tocar bajo su polera de mangas largas, nublaba sus ojos en señal de extremo placer con el “splash” permanente al choque de nuestros cuerpos, nos besábamos con intensidad y me puse de pie, cargándolo como koala con sus suaves piernas enroscándose en mi cuerpo, lo tumbé contra la pared de loza, y bombeé tanto como pude su culo desvirgado y resbaladizo, con mis manos asidas de sus nalgas:
-Ay, ay, ay, ay, ahhh, ahhh, señor, que manera de durar usted, mi entrenador no hubiese durado tanto tiempo- decía mientras gemía al son de mis embestidas.
-Eres una delicia, una delicia muchacho, como es que nunca te había visto antes, ahhh, ahhh, ahhh, ¡Ufff, Ufff!- bramaba yo.
-Por favor, acábeme de pie contra la pared, por favor, por favor- pidió.
Lo ubiqué tal como me había pedido, en la posición original con su culo desnudo y expuesto, con sus manos a la loza de la pared, mientras uno de sus pies se apoyaba en uno de los urinarios, para meter nuevamente mi verga a profundidad, y volver al choque directo con su culo durito y apretado, al son de mis embestidas brutales:
-Ay señor, así, así, así, así, así me gusta, así me gusta muchísimo señor, ay, ay- gemía arqueando el culo.
-Ayayay chico, ayyy niño, hasta aquí llegamos, me voy a correr, me voy a correr-
-Señor, señor, ay, ay, ¿se puso condón?- preguntó sin dejar de suspirar
-No muchacho, voy a llenarte de leche hasta el fondo, te voy a embarazar bien rico, te voy a preñar hasta las entrañas-
-No señor, no señor, por favor pare, póngase un condón, por favor, póngase un condón- pedía.
-No alcanzo niño, ya no alcanzo, no puedo resistir más, aquí te viene, aquí te va, ahhh, ahhh, ahhh, ahhh aaaaagggggggggg!!!!!-
Cuando mis extensos chorros de semen inundaron sus tripas en calientes manantiales de nata blanca, el niño comenzó su proceso de debilitamiento y para antes de volver a gritar “señoooor” había estallado en impresionantes estallidos de joven leche púber, manchando la pared y su polera negra, mientras mis manos terminaban de masturbar su lampiño pene con mi cuerpo terminando de rozar su inundada cueva, para ir recuperando el ritmo, la respiración, y bajando la agitación del improvisado coito:
-Estuvo increíble señor, nunca me habían acabado adentro, de hecho tenía mucho miedo, muchísimas gracias- expresó.
-Sabía que me lo ibas a agradecer putito, lo sabía- le decía mientras pasaba mi lengua por sus orejas-
-Mi entrenador siempre usa condón, y jamás me había terminado así, hasta cuando se la chupo también usa condón- contaba él
-Pero que idiota es- le dije –yo feliz te acabaría en la cara, en tu pecho, en donde tu más quisieses, ¿tienes alguna red social en donde podamos mantener el contacto?
Pero no alcanzamos a terminar nuestra plática de citas cuando la puerta sonaba fuertemente, nos habíamos olvidado que estábamos en un baño público de supermercado y nos vestimos rápidamente, me escondí en el último cubículo mientras una voz de mujer exhortaba con voz pronunciada:
-Alonso, Alonso, ¿estás aquí?
-Sí mamá, estoy aquí- respondió
-¿Y por qué diablos cerraste la puerta? Abre ya- espetó ella
-Me dolía el estómago mamá, y cerré porque me da vergüenza hacer caca con otros rodeándome- le explicó.
-Pues apúrate y sal ya, debemos irnos- dijo su mamá.
El muchacho iba camino a la salida, cuando lo detengo con mi mano, y abrazándolo con fuerza desde sus nalgas le di un beso de despedida:
-¿Te llamas Alonso muchacho?- pregunté en susurro
-Sí señor, y ¿usted?-
-Pablo, Pablo Vicente para ti-
-Encantado de haberlo conocido señor, vengo aquí todos los días quince del mes a esta misma hora- se despidió saliendo raudamente junto con su madre, quien parecía molesta por la demora del chico.
Los seguí hasta el estacionamiento, para verlo una vez más. Mientras caminaba, advertía como unas cuantas gotas de semen iban cayendo por su muslo, el chico lo notó, las barrió con su mano, y tras olerla, las saboreó. Se subió al auto con su madre, y se fueron.
Para el quince de noviembre lo vi nuevamente, sin poder concretar nada por el corto tiempo que estuvieron en el supermercado. Para el quince de diciembre, y aunque nos arrancamos, los baños estaban en mantención y tuve que conformarme con una mamada de cinco minutos en una de las escaleras de subterráneo. Para hace pocos días, quince de enero, alcancé a mamarle brevemente su culo en el asiento de mi vehículo y robarle unos cuantos besos. Veremos qué pasa al quince de febrero, cuando deba ir nuevamente por más víveres.
Posiblemente, continuará…
Omg quiero ver tu proximo relato, con este me vine como caballo esta supeer caliente todoo.
Wow hehe qué rico relato 🙂
Supongo es ficticio?
Yo cuando estaba más chico en mis hace no mucho 20’s conoci por FB a un chico de 13 también, y era súper lascivo, ese mismo día que lo conocí en persona después de hablar por un par de días me besaba a escondidas y me hizo una breve mamada a escondidas en un parque, de ahi duramos unos 7 años conociéndonos, con el hize todas las puercadas que se podría imaginar.
Debo decir que hay algunos chicos que ya saben lo que buscan y él no era la excepción, siempre lo noté demasiado listo para su edad y con el pasé cosas muy bonitas y ricas, hasta tríos con mi pareja hice con él ya que a el también le gustaban chavitos. Era y supongo sigue siendo un mamador excepcional y cogía también desenfrenado, poquito llenito de cara hermosa y ojos color miel, nomas de acordarme se me para la pinga jjaja.
MUY BUENO TU RELATO Y ES ASÍ, TAL CUAL, NOSOTROS, LOS QUE FUIMOS BIEN CULONCITOS, SIEMPRE NOS GUSTÓ PROVOCAR E INCITAR, PARA QUE NOS COJAN. SEGURAMENTE HABRÍAS COJIDO MI HERMOSÍSIMO CULO, INCLUISIVE, A UNA EDAD MENOR. BESOS Y CONTINÚA CON LOS RELATOS.
Yo te habría follado encantado, todos los días de mi vida, y te habría comprado ropa interior femenina para que me tuvieras caliente todo el día y toda la noche…
Gracias por sus comentarios, los invito a leer más de mis relatos, algunos ficticios, otros reales testimonios de experiencias vividas, espero los disfruten:
1. El niño con pijama de mujer (capítulos 1 y 2)
2. El niño de los helados
3. Florian Poddelka
4. La pérdida de la inocencia
5. El niño de la playa solitaria (capítulos 1 y 2)
6. El Rancho (capítulos 1, 2 y 3)
7. Un niño llamado Antonio (capítulos 1, 2, 3, 4, 5 y 6)
8. El niño gigoló
Bufff que relato más caliente y morboso. Es que además de estar de muerte, me trae viejos y agradables recuerdos, a mí también me solían coger maduros y viejos, desde los 13 años que tuve mi primera relación con un viejo marinero, siempre me gusto dejarme hacer por toda clase de hombres, yo sabía muy bien lo que me gustaba y lo que quería, así que cuando andaba caliente que era seguido, iba normalmente a los aseos públicos a dejarme coger por esas vergotas de los hombres.
❤️ Que hermosa historia… ❤️ Leere algunos relatos tuyos… Y quiero la segunda parte… ❤️