El niño inmigrante. jaja
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por leeyoungjee.
Hola chicos me llamo Ulises tengo 18 años y soy originario de doctor arroyo Nuevo León, mis padres emigraron a Michigan cuando yo tenía 15 años y me trajeron con ellos, aun en contra de mi voluntad ya que lo que yo mas quería en el mundo era quedarme en casa y seguir con nuestra forma de vida de siempre, mis padres al igual que todos mis tíos (hermanos y hermanas de papa) Vivian en los terrenos de mis abuelos con sus parejas e hijos, había muchos primos de mi edad a los que les tenia más cariño que a mis propios hermanos, porque juntos fuimos creciendo y aprendiendo a defendernos de los mayores que siempre buscaban la oportunidad de molestarnos y burlarse de nosotros.
Suena raro pero es así, en casa en lugar de estar divididos por familias los niños nos dividíamos por edades y mientras nuestros hermanos mayores que en aquel entonces andaban entre los 16 y 21 años iban a los bailes y fiestas y hacían sus asuntos y los más chicos de 3 a 10 años jugaban correteando por allí nosotros los de en medio de 11 a 15 años nos dedicábamos a igual que los demás a jugar y platicar acerca de nuestras cosas, tengo un primo al que veo desde siempre como a mi mejor amigo y mi hermano, el se llama Roberto y tiene mi edad, mi madre y la suya parieron con solo dos meses de diferencia, yo nací primero, en agosto y el nació a finales de octubre, bueno desde chicos por ser de la misma edad e ir a la misma escuela yo y el hacíamos todo juntos, en casa y en la escuela las personas se burlaban de nosotros diciendo que éramos los siameses porque además teníamos ese aire de la familia que nos hacía parecer hermanos, los dos tenemos piel blanca, ojos oscuros cabello lacio y negro y hasta antes de que mis papas me arrastraran con ellos a Michigan mediamos lo mismo prácticamente 1.70
Cuando estábamos creciendo recuerdo que nuestro interés por el sexo se maximizo por las clases que nos dieron en la escuela en la que nos explicaron lo básico, el hombre tenía huevos y pito, la hembra tetas y una panocha, al meter el pene en la vagina del hombre salían espermatozoides que se metían en el ovulo y nacía un bebe al que se le daba de comer la leche que salía de las tetas de la mujer, cosas que claro que ya sabíamos, es decir con tantos hermanos mayores fanfarrones que hablaban a lo destapado, viviendo en un rancho y viendo de vez en cuando a las primitas de 2 o 3 años corriendo sin pañal con la burrita al aire quien no se va a dar color jaja, a pesar de eso nuestras familias a todos nos traían a raya desde los más chiquillos hasta los más grandes y por orden de la abuela nadie debía mencionar ni saber nada de “eso que son cosas de señores” recuero muy claramente que a partir de entonces nuestros baños ya fuera en su casa, en la mía o los simples chapuzones en el tanque ya no fueron lo mismo, desde ese día Roberto y yo nos mirábamos constantemente y nos comparábamos, hasta que un día en la secundaria por fin el pudor termino de irse y nos mediamos el tamaño del pito piel contra piel, con el paso del tiempo nos comparábamos la cantidad y lo largo de los pelos que nos brotaban en los huevos que a los trece años eran los únicos que teníamos, hacíamos competencias para ver quien escupía más lejos el chisgetazo de leche aguada que uno avienta en sus primeras veces, se acuerdan no? Al principio te sale como leche con agua y ya después con las manuelas y los sueños cachondos un día de pronto avientas leche de calidad, jaja ok no me hagan caso.
Aunque para el siempre era como un simple juego, yo me sentía súper excitado y nervioso cada vez que estaba cerca de èl desnudo, a partir de los 15 años comenzamos a ponernos tan velludos como nuestros padres y hermanos, el vello púbico se volvió más rizado, nuestro vello de los sobacos y piernas que antes solo era una finita capa se oscureció y volvió muy ancho, los antebrazos, el pecho y estomago se poblaron, y de entre nuestras nalgas empezaron a crecer unas matas que al menos a mi me parecían insoportables, los calzones me empezaban a apestar a sudor de huevos y culo y si no me bañaba bien, los sobacos me olían rancio, si me hacia una manuela en mi cama y no me limpiaba bien la leche de los pelos, se enmarañaban y andaba como brocha mal lavada con el pelambre todo tieso y enredado, con el calorón de Nuevo León ya sentía que me asaba y casi que quería arrancarme el uniforme y la trusa para que se me bajara el bochorno.
Mientras que yo no lograba adaptarme a mi nuevo cuerpo y empezaba a extrañar lo lampiño que era de niño, Roberto se sentía súper orgullos de ya ser un “hombre”, se abría todos los botones de las camisas para que las chavas vieran sus pelos y se acomodaba el pene en la trusa para que se le notara lo más posible el bulto, pasados unos meses, ya no aguante mas y empecé a no solo rasurarme la barba y el bigote y con rastrillo tumbaba todo el vello de los antebrazos cuando ya estaba muy largo, el pecho, la panza y los huevos, por cierto gracias a un comercial en el que hablaban del cáncer testicular empezamos a comparar el tamaño de nuestras bolas, me desesperaba mucho el que Roberto se sintiera tan orgulloso por tener los huevos más grandes y colgados que los míos, aunque de verga estábamos iguales 14 cms en ese entonces y yo estuviera más ancho y cabezón, para el los huevos parecían ser el remate definitivo, justo unos meses después papa y mama salieron con que teníamos que irnos a Michigan para que nos fuera mejor y trataron inútilmente de convencerme que iba a vivir en una ciudad grande, con un clima mejor, que no iba a haber tanto calor, que vendríamos de vacaciones, que podría estudiar en una mejor escuela e ir a una universidad americana y chala la chala la, el caso es que al final a pesar de que la abuela y una tía se ofrecieron a hacerse cargo de mi, mi padre y madre cargaron conmigo y mis dos hermanos y nos largamos a Michigan.
Al principio extrañaba mucho mi casa, mi escuela y mi vida en general, no entendía a más de la mitad de la gente porque no sabía ni papa de ingles, veía por primera vez a esos guerotes y rubias enormes que salían en la películas súper altos y me daban desconfianza, sentía que me miraban mal y la ciudad me parecía un laberinto sin el menor sentido, en la “high school” en la que me inscribieron a pesar de saber que existían el ver a otras razas me parecía de lo mas chusco, asiáticos, negros, pelirrojos y un montonal de descoloridos, todos hablando chistoson, bueno para no hacer larga la historia me mantuve comunicado con mis familiares y en especial con Roberto, todos los días lo llamaba minimo dos veces y es que en realidad no tenia con quien hablar de nada, mis hermanos se sentían como en un sueño después de la segunda semana y papa y mama me parecían de lo mas ruines que puede haber.
Con el paso de los meses me fui adaptando un poco mas y mas hasta que por fin aprendí el idioma y empecé a hacer amigos, tanto hispanos como americanos, Roberto al parecer comenzó a estar más adaptado a mi ausencia y ya no me reclamaba por no haberle llamado antes, pasaron dos años y nuestra comunicación aunque permanente empezó a ser menos frecuente y ahora gracias a que nos hicimos de teléfonos celulares nos comunicábamos a mensajes y fotos.
Su vida iba viento en popa me contaba de sus aventuras con las morritas de la preparatoria y el pueblo y me preguntaba que si ya me había tirado un chinita jaja.
el tenia la loca idea de que como en los videos porno que se descargaba en los ciber las asiáticas eran una chillonas intensas a la hora de coger y que se orgasmeaban desde que la riata de alguien les acariciaba el coño jaja, la verdad es que acá en Michigan mi sexualidad se desbloqueo, con tanta libertad para coger y tanta libertad para la bisexualidad me di la oportunidad de experimentar, descubrí que si bien una vagina caliente y mojada y unas tetas esponjosas sobre tu cara son deliciosas también lo era doblegarte ante otro macho, en mis tres años aquí pude conocerme muy a fondo con varias chicas hispanas, probé una negra y una güerita hermosa pero también me deje culiar por un rubio con una verga más grande que la mía que para entonces ya media 17 cms y por un chico cubano que me trataba como puta en la cama y me gritaba lo mucho que le gustaba mi ano con su acento y un vocerron delicioso.
Total que yo solo le contaba a mi primo acerca de las morras, no quería que se hiciera malas ideas acerca de mi y menos aun que me retirara la palabra, en esos tres años nunca fuimos por navidades a casa de la abuela como mis padres habían prometido y menos por las olas de violencia que la verdad acá anunciaban como un desastre de proporciones nacionales, les mandábamos regalos a la familia y muy seguido cotorreábamos con ellos, con Roberto nos seguíamos mensajeando a diario y fui enterándome de su nueva pasión por nadar y ganar tiempos buenos, la fotos en las que aparecía con speedo sonriendo y con ese cuerpo que a pesar de que se lo depilaba cada semana conservaba el aire de macho velludo y salvaje me calentaba demasiado, sus pectorales estaban marcados, sus pezones eran rosados y duros, su estómago plano y con unos cuantos vellitos rebeldes, sus ojos clavados en la imagen y esa maña suya que al parecer nunca dejo de acomodarse el pene lo más notorio posible, era la muerte, varias veces mientras mis sementales me bombeaban se me escapaba el nombre susurrado de Roberto, en mis búsquedas de porno gay ver las vergas de los latinoamericanos parecidas a las nuestras era alimentar mas mis deseos y muchas veces termine metiéndome lo más profundo que podía los dedos o zanahorias empapadas en vaselina, al echarme una cañita al aire mientras montaba una hembra me imaginaba como seria su retaguardia sin speedo, esponjosa y velluda y explotaba en menos tiempo.
En mis visitas al mall o las outlets de la ciudad empecé a notar los speedos con diseños llamativos y los maniquís que orgullosos modelaban los cortes que mejor estilizan la figura de los nadadores, en una ocasión sin proponérmelo termine acariciando las texturas de la tela sobre los duros bultos de plástico de los maniquís he imaginándome manoseando de igual manera a Robertito, trajes de baño, gorras de nadador, googles y camisetas de playa captaron del todo mi atención, a mi mente llegaban como pedradas lejanas las imágenes de mi primo usando todo eso de la manera más viril y sexy posible, rasurado, velludo o a medio rasurar de todos los modos me encantaba lo que imaginaba, el bulto se me endureció como piedra, sentía el ano húmedo por el sudor nervioso que salía de mi cuerpo y percibí esa leve vibración que tanto me gustaba al estar excitado y después de unos cuantos minutos empezaba a sentir en mi truza las babas de mi verga.
No pude irme, simplemente no pude hacerlo y comencé a recorrer los amplios pasillos de las tiendas, compre tres trajes de baño que eran los que mejor se verían sobre el cuerpo de mi macho: azul, naranja y rojo como sus colores favoritos, un reloj de cuero muy parecido a uno que el en una ocasión había chuleado de una revista y Salí contagiado de una alegría tan infantil e irracional que a pesar de avergonzarme a mí mismo no podía quitarme de encima, yo y el teníamos la misma talla de pantalón, lo sabia gracias a que mama en varias ocasiones compraba detallitos para la familia y se los enviaba, fui a mi cuarto y me probé los trajes de baño de Roberto, se veían muy bien, marcaban mi bulto pero sin hacerlo tan evidente como el de mi primo, mis nalgas rellenitas y con escasos vellos se veían ricas, empecé a estrujarme el trasero, vellos cortitos salían de mis nalgas y pantorrillas, acaricie mis pezones con los dedos envueltos en saliva, me desnude y me tire sobre la cama con los ojos cerrados mientras abría mis piernas, mi zona anal estaba humedecida por mi sudor, con la verga como camote crudo y el culo lleno de saliva me levante de la cama y busque entre mi closet en el espacio que guardaba la ropa de cama un consolador de 15 cms que me regalo el gringo que me cojia regularmente, era más grueso que mi pene apenas por unos milímetros y con un bote de vaselina empecé a rellenarme el ano, el roce de mis dedos con mi culo era cada vez más caliente, los vellos recortados que tenía alrededor del ano me prendían mas, me estuve dedeando varios minutos hasta que pude tener dentro las yemas de los cuatro dedos y tres encajados hasta el fondo, chupaba con mi otra mano el pene de plástico negro que en ese momento quería que fuera el de Roberto, lleno de vellos, con esos huevos grandes que tanto lo enorgullecían, mamaba la verga de plástico fantaseando con su piel tostada por el sol, su olor a sudor mezclado con desodorante, el olor a su semen seco impregnado en el vello de su pubis y sus pezones rígidos restregarse contra mi cuerpo, deseaba tanto sentir el vello de su piel rozar la mía ahora lampiña.
El gringo al que me daba era muy velludo, igual o más que Roberto y yo, pero igual que a mí no le gustaba nada andar como simio, tuve que pedirle varias veces que por favor se dejara sin rasurar por 15 días para cumplir mi fantasía y cuando por fin su cuerpo alcanzo a empelar como yo quería el encanto no me duro mucho, su vello amarillento tirándole a rojizo me daba más gracia que deseo y termine cogiendo con él con los ojos cerrados imaginando a Roberto y su vello oscuro, largo y muy rizado del pecho, la sensación de los vellos recorriendo mi pecho, restregándose en posición misionero contra mi pubis, los antebrazos aferrados debajo de mi espalda mientras su manos grandes me tomaban de los hombros para cogerme a placer e impedirme huir, sentir sus piernas velludas restregarse contra las mías que estaban abiertas casi al máximo, la sensación de sus bolas chocando llenas de vellos contra mis nalgas, sus respiraciones profundas y con ritmo constante, casi sentía mi orgasmo y aun no me penetraba con el dildo!
Puse la cabeza del dildo contra mi ano, y lentamente pero con fuerza empuje todo el dildo hasta lo más hondo posible, los testículos de plástico del dildo estaban completamente pegados a mi cuerpo y me dedique a saborear un instante la sensación de estar lleno por algo duro, estaba hambriento de camote de varón, mis gemidos resonaban en mi cuarto, pero por más que cabalgaba sobre el dildo y me recostaba para empujarlo con mis propias manos, esto era una batalla perdida, necesitaba un hombre, alguien que me hiciera la chamba, le mande un video a el guerejo de mi cabalgando lleno de deseo y desenfreno el dildo, a pesar de que no comparto su gusto por hacerme pasar por un joto afeminado, estaba tan urgido de carne que empecé a hacer sonidos agudos, expresiones de sumisión y tristeza, a pesar de que me encanta que me chupen los pezones nunca he compartido su manía por fingir que son senos y acariciarlos como tales, pero me urgía que el llegara y decidí usarlo como una mejor carnada, a todo el espectáculo le agregue el masaje a mis pectorales, saque el pecho lo mejor que pude para parecer más abultado y empecé a acariciarme con saliva y a estrujarme “los pechos”, inmediatamente me mando una foto de su verga de 22 cms bien tiesa y babeante de lubricante, casi grito de felicidad cuando vi que estaba aun mas lleno de vellos que la vez anterior que nos vimos hace apenas 4 días y en menos de 20 minutos el estaba tocando con desesperación a mi puerta.
No se los he descrito pero a grandes rasgos el mide 15 centímetros más que yo, es algo raro, entre rubio y pelirrojo y su piel es muy blanca, ojos claros y la verdad lo que se dice descolorido, su cuerpo es atlético pero no más ancho que el mío, todo está marcado y sus brazos anchos son y fueron lo que más me gusto de él, su voz es muy gruesa y entre las piernas lleva un pepino de 22 centímetros con lo que imagino serán 15 o 16 de ancho, es muy rosada y unos huevotes aguados grandes y jugosos que siempre que cogemos dejan los condones explotando de ponzoña jaja.
Tan pronto abrí se lanzo sobre mí, me arranco la bata de baño que me puse para abrirle la puerta, quise protestar pero empezó a besarme la boca con desesperación y a sujetarme la cabeza para que no despegara mis labios de los suyos, sus barbas me picaban la cara y empezó a quitarse la ropa, el suéter, la camisa azul a rayas y el pantalón caqui salieron disparados contra la sala, sus bóxers de abuelito se los quito de un jalón y se me lanzo encima con la fuerza que tendría un oso pelirrojo en brama, en medio de su desesperación intento penetrarme de lleno y tuve que empujarlo de a tiro gacho para que se alejara de mi y estuviera quieto
-Que pasa? Me dijo muy ansioso y confundido
-No te has puesto el condón! De mi bata que quedo regada casi en la puerta le arroje un condón para sexo anal y con cara de niño enojado se lo calzo en el camote de inmediato, llegue a temer que por la brusquedad con la que se lo puso lo hubiera reventado y tuve que estudiarle el pene.
El estaba súper impaciente sentado en el sofá de tres piezas, me sobaba los brazos y el cuello mientras yo checaba su pito, todo estaba bien y esa barra peluda de carne caliente y dura estaba de lo más apetecible, su cuerpo cubierto de vellos rojizos desde la parte alta del pecho hasta los dedos de los pies me provoco una sonrisa incomoda , le embarre lubricante de agua a mi culo al que ya le había quitado toda la vaselina y me subí al sillón mi trasero sobre sus piernas y pubis aplastaba su pene que se parecía más a un resorte, su vello se restregaba contra mi pecho y estomago dándome cosquillas, cerré los ojos desde mi mente traje a Roberto y con mi mano derecha me encaje su verga en el culo, mi ano, cedió de inmediato, reconociendo a su huésped habitual y deje caer todo mi cuerpo sobre su hombría, stu me levanto un poco y me penetro fuertemente hasta el fondo de nuevo.
-aaaaahhh, siiiii, asiiii, no pude reprimir un gemido y quise quedarme un rato acostumbrándome a él, stu no me espero y empezó a bombearme rápidamente, mis entrañas apretaban su camotote y mientras los dos suspirábamos y gemíamos note algo que me pareció un poco curioso, yo estaba fantaseando con Roberto con los ojos cerrados pero stu en lugar de mantenerme fijo para impedirme huir como siempre, ahora solo acariciaba mis muslos y cabeza, podía sentir mi pene escurriendo empapado de preseminal y la barra de hierro caliente de stu chocaba con esa parte dentro de mí que supongo es mi tope, lo cabalgue hasta venirme, stu me recostó boca arriba en el sofá y haciendo bola su ropa bajo mi cintura logramos armar un misionero, sus piernas esta vez no luchaban por abrirme al máximo por la fuerza sino que estaban más relajadas que siempre, sus embestidas eran violentas pero menos profundas y sus manos en lugar de apretujarme y estrujar mi cuerpo, parecían más bien solo apoyarse en el, decidí no tomarle atención y seguí disfrutando con ojos cerrados esta nueva faceta de stu, me vine de nuevo y cuando por fin stu se quedo sin pila nos quedamos recostados en el sofá, su verga estaba flácida pero igualmente grande, las bolas le colgaban desparramadas contra el sofá y sus vellos en pecho estaban empapados en sudor, le hice un oral a los pocos minutos.
Me sentía súper feliz y satisfecho, como si en efecto esta cogida hubiera sido con Roberto, es decir fue muy diferente a lo que usualmente experimento con stu o los demás morros que me cojo o me cogen, stu estuvo raro y apenas y soltó palabra, fue raro ya que siempre después de uso minutos en silencio empieza a cacaraquear que si el clima, que si la escuela, que si mi casa, que si el partido de hoy o el de mañana etc.
En fin pensé que sería porque le había deslechado tan bien los huevos que ni ganas de hablar le habían quedado jaja, lo se me pase de vanidoso, en fin stu se fue media hora después y me dedique a arreglar y ocultar las pruebas de mi lado puton para mi familia.
Acaricie mis culo y me metí a bañar.
este relato es una fantasia que me nacio despues de que un carnal inmigrante me conto sus trotes por michigan y los amantes que se consiguio por alla, espero me dejen sus comentarios.
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