El niño malo merece su castigo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Este es mi primer relato. Espero les guste y lo disfruten tanto como yo al escribirlo.
Mi nombre es Daniel, tengo 28 años y soy administrador de empresas internacionales. Mucha gente dice que soy bien parecido, mi tez es clara, tengo ojos color verde grisáceo; cabello negro y lacio, lo mantengo medio largo y siempre bien peinado; me gusta hacer ejercicio regularmente y trato a mi cuerpo como un santuario, tengo un fetiche con mis nalgas, redondas y firmes; mido 162, un poco corto de estatura pero mi vello corporal en pecho y abdomen lo recompensa.
Desde hace unos años vine al DF a vivir con el que es el amor de mi vida, Arturo.
Arturo es ingeniero y nos conocimos en línea. Su piel es color moreno claro, con ese toque canela característico de los latinos; sus ojos al igual que su cabello son café oscuro, de un tono profundo como el negro; a diferencia de mí, mide 191 y eso me encanta, su cuerpo está definido porque gusta de ir al gimnasio; y una de verga que me pone loco, de unos deseables 23 cm de largo y 19 de circunferencia, cada centímetro es sólo mío.
Esto sucedió cuando tuve que ir a dar una conferencia en Cancún hace dos meses. Todo salió a pedir de boca y los demás congresistas organizaron una salida después que terminaran las conferencias. Fuimos al bar del hotel y ya entrados en copas, nos fuimos por varios antros. No tomo mucho, por lo que el alcohol me pega bastante cuando lo hago. Después de las 2 a.m. no recuerdo nada. Solo sé que amanecí en un cuarto que no era el mío, a eso de las 2 de la tarde y sólo había una nota diciendo que el cuarto estaba pagado y no había problema.
Me lavé la cara y en el reflejo pude observar un hematoma en el cuello. Mi avión de regreso salía en unas horas, en la noche, Arturo me esperaba en el aeropuerto para llevarme a casa. Estuvimos platicando todo el camino pero yo no podía hacer más que contestar con nerviosismo mientras trataba de ocultar el punto moratado de mi cuello. Arturo y yo siempre hemos creído en que la infidelidad es decisión de cada persona y jamás nos hemos querido lastimar como para hacerlo.
Llegamos a casa y Arturo notó mi nerviosismo al momento de quitarme una bufanda que traía puesta. Sospechoso, la arrancó de mi cuello y pudo ver el moretón que tenía.
Su mirada sospechosa cambió a una mirada furiosa, jamás me ha puesto un dedo encima, pero en ese momento no sabía qué esperar. Retrocedí hasta nuestra habitación y ahí fue donde con los mas de 20 centímetros de altura con los que me sobrepasa, me dominó y me sostuvo de las muñecas.
Me tiró a la cama y me bajó el pantalón hasta las rodillas. Me levantó y se sentó en la cama al tiempo que me ponía boca abajo sobre sus piernas. Yo traté de razonar con él al tiempo que intentaba saber sus intenciones. Solo pude exclamar:
-¡Arturo! ¿Que piensas hacer? ¿Golpearme? ¡Te juro que no hice nada!
Él sólo con ojos posesos de una furia salvaje pero con voz serena me contestó:
-Te has portado mal bebé. Y los niños cuando se portan mal, deben aceptar su castigo.
De repente, una de sus grandes manos cayó con furia sobre mis nalgas, y continuó haciéndolo hasta que estuvieron completamente rojas y sentía como latían.
Solo podía pedirle entre mis sollozos que parara, pero al ver su rostro desencajado de enojo y placer entremezclados supe que por más que rogase, no serviría de nada. No se calmaría hasta haberse desquitado.
De repente, dejó de darme nalgadas y pensé que todo había terminado. Que equivocado estaba.
Me dejó levantarme, pero el también lo hizo. Me sometió para que me arrodillara al tiempo que bajaba sus pantalones. Solo pude observar como su verga había crecido a través del boxer blanco que estaba usando y lo había llenado de tanto líquido preseminal que podía ver su glande descubierto por la erección.
Solo gruñó con su ronca voz:
-Perdona bebé pero te has portado mal, y me lo tienes que pagar. ¡Ahora, trágate esta verga! ¡Pobre de ti que dejes un centímetro sin lubricar con tu boca!
Primero forcejeé, no quería que siguiera asi de molesto, pero después de un rato me tomó del pelo y me obligó a abrir la boca. Me resigné y empecé a lamer por todos lados su gran verga, tenía un sabor salado pero extremadamente delicioso por tanto líquido preseminal.
Siempre le ha fascinado el sexo oral que le doy, pero ese día, él solo quería saciar su furia castigándome. En cuanto me concentré en lamer su cabezota, me tomó de las orejas y Y me penetró la garganta metiendo su verga hasta el fondo. Sentía arcadas y una lágrima escapó por mi ojo. Traté de desprenderme mientras me quejaba por la falta de aire, pero Arturo sólo decía:
-¡Cállate! ¡Cállate y traga! ¡No te vas a ir ileso de ésta! Yo me encargaré de tu castigo.
De pronto me soltó, sacó su gran falo y pude respirar al fin. Entonces de improviso sentí un golpe en la mejilla; me estaba pegando cachetadas con su verga, con la cara retorcida de furia y la lengua de fuera.
A pesar de que me causaba temor lo que pensara hacerme, ver esa cara y sentir como me golpeaba con su verga me pusieron a mil. Cuando traté de metérmela en la boca y seguir mamando ahora que estaba bien caliente, me apartó. Me levantó y me tiró de espaldas sobre la cama. Siempre ha sabido que al lamer, besar y morder mis pezones me tendrá viniendome con solo tocarme.
Empezó a besar apasionadamente mis pezones y mordió hasta que sentí un placer inconcebible. Iba a bajar mi mano para masturbarme, me tenía super excitado, cuando me tomó por las muñecas y me susurró con voz ronca al oído:
-No mereces sentir el placer de venirte, los niños malos no pueden hacerlo.
Al menos no sin antes sentir como te parto el culo en dos con mi jugosa verga.
Y sin previo aviso me volteó sobre la cama y sin siquiera avisar, me introdujo 3 dedos, deteniéndose solamente al principio, pero como estaba tan excitado, rápidamente dejaron de sentir tanta resistencia y pudieron entrar. Los movía frenéticamente al tiempo que yo gemía de placer por sentirlos dentro de mi ano.
No soporté más y empecé a rogarle a gritos:
-¡Por favor Arturo! ¡Necesito que me penetres!
Me puso una mano en la boca para que callara y de repente sacó sus dedos y sentí escupía sobre mi ano y su gran cabeza empezaba a deslizarse dentro de mi, y sin más aviso la metió con todos sus 23 centímetros de extensión, llenándome, y sus testículos chocando con mi pelvis.
Nos gusta vernos al coger, así que el cuarto está lleno de espejos en cada pared y hasta en el techo. Yo solo podía ver cómo observaba mi cara mientras me embestía salvajemente, dándome nalgadas cada vez que la metía hasta el fondo.
Solo me decía:
-Dime que me amas mientras te violo, cabrón. Dime que no puedes vivir sin mi.
Intenté masturbarme porque cada segundo me excitaba mas, pero de nuevo me tomo de las muñecas y solo negó con la cabeza. Temblando de placer alcancé a decir:
-¡Te amo! necesito tu verga dentro de mi para vivir.
A lo que el contestó con una expresión comprensiva pero firme:
-Yo también te amo, pero sabes que tengo que castigarte, te has portado mal.
Lo siento pero voy a tener que violarte con más fuerza que hasta ahora.
Yo quería que esto continuara así que seguí su juego diciéndole:
– Yo solo soy un pobre niño que se portó mal. Tu eres un demonio que lo único que quiere es violarme. Pero aún así te quiero conmigo.
Con tono autoritario me contestó:
-Mas te vale putito. Nada de andar probando otras vergas o te va peor, cabrón.
-Yo sé que me porté mal y merezco tu castigo.
Solo podía sentir que cuando su verga llegaba hasta el fondo, la mía palpitaba. Y con tono de reproche me dijo:
-¿Sabías que no me he tocado en días? Te estaba esperando y tengo las bolas llenas de semen. Te he castigado pero es por tu bien.
Con cada palabra aceleraban sus respiraciones y podía ver como se acercaba al orgasmo.
Me sacó su verga y se sentó sobre mi pecho a mastubarse. De repente un chorro cayó sobre el vello de mi pecho pero yo aproveché a acercarme y me metí su verga en mi boca, sintendo como chorros de semen llenaban mi boca y se deslizaban por mi garganta mientras con mi lengua masajeaba su cabeza, dándole cosquillas de placer con cada succión necesitada que le daba, parecía que me habia perdido en el desierto sin agua ni comida y su verga era la fuente tan anhelada. Yo, al primer contacto de su verga con mi lengua, no aguanté mas y me vine sin tocarme sobre mi abdomen, sintiendo como mi corazón se detenía mientras alcanzaba el cielo con la jugosa verga de mi macho en mi boca y su semen llenado mi garganta.
Se acostó a un lado de mí y me hizo girarme para acostarme sobre su fornido pecho.
Después de un rato de estar en silencio, dijo:
-Perdón por haberte tratado así de rudo, pero necesitaba que comprendieras.
Yo solo le contesté:
-Te entiendo, se que me quieres y yo a ti, estaba borracho y no recuerdo nada de lo que pasó, pero sabes que jamás haría algo que te lastimara.
Me queda claro quien es el único macho que quiero y me hace gozar tanto, no lo volveré a hacer, pero si tendremos sexo tan apasionante como el de hoy… ¿Que tal si lo hacemos cosa de dos veces?
Espero les haya gustado tanto cómo a mí. Es el primero así que perdonen si está un poco confuso, prometo seguir practicando. -A. Lex
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