El novato que llenó sus entrañas con el elixir masculino
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Dunes.
Alberto tenía curiosidad de experimentar el estar con otro hombre; al principio la idea le parecía absurda e incluso le causó mucha confusión, debido a los prejuicios que en su mente asaltaban de forma inquisidora.
Al fin, después de muchos intentos tratando de concretar algún encuentro en páginas de contactos, se atrevió a tener un encuentro sexual con otro hombre. La persona que había contactado indicaba que poseía experiencia; lo cuál era lo que Alberto deseaba, no quería que su primera experiencia fuera con un inexperto, que podía dejarle una mala impresión.
Alberto era delgado, tenía 25 años, era alto y moreno; tenía un pene de tamaño normal, pero era muy grueso.
Quedó de verse con Andrés en un bar importante de la ciudad; rápidamente lo identificó por la descripción que éste le había dado, este era parecido a él, solo que un poco más blanco; entraron y conversaron un poco, para conocerse y generarse confianza. Pasado un rato Andrés preguntó donde irían, Alberto respondió que había reservado una habitación en un pequeño hotel, el cual era muy discreto y poseía todo lo necesario para su aventura.
Al llegar al hotel, Alberto dijo que lo único que no quería era ser besado, esta idea no le agradaba; tal vez porque la asociaba al romanticismo y él no quería tener algo romántico con un hombre, su interés era sexual, nada más.
Andrés tomó la iniciativa, comenzó acariciando el pecho de Alberto, notó cierto nerviosismo en él; Alberto comenzaba a sentir como rápidamente su pene se abultaba en su pantalón. Andrés comenzó a bajar dejando con su legua un película de saliva; por fin llegó al centro de sus piernas y vio como resaltaba un bulto de del pantalón de Andrés, lo besó y procedió a quitar su faja, luego su pantalón, hasta que Alberto quedó en boxer; podía ver como su pene palpitaba, así que rápidamente lo bajó y sin pensarlo lo metió en su boca, chupaba su glande y a la vez lamía sus bolas. Alberto sintió una embestida de placer cuando sintió que su pene estaba dentro de la boca de Andrés; Alberto se movía al ritmo de Andrés, el cual lamía con su lengua la base del falo de Alberto y pasaba a su glande. Lo hacía de maravilla, Alberto casi termina en su boca, aunque quería hacerlo, le pareció muy pronto para acabar la primera sesión de esa noche.
Era el momento de Alberto, era momento de violar su "masculinidad", sin mucho preámbulo introdujo el pene de Andrés en su boca, el cual era demasiado rico -pensó Alberto- era recto, con una curvatura hacia arriba, tenía un buen grosor, pero lo más tentador era su glande rosado y bien definido, el cual hacía una perfecta combinación con la resaltada vena dorsal del pene de Andrés, este se tumbó en la cama, Alberto lo estaba haciendo gozar, pero no era la mejor felación que había recibido, lo achacaba a la inexperiencia de Alberto, pronto mejorará, dijo.
Llegó el momento de que Andrés tomara el control, tomó a Alberto de la cabeza, para indicarle que ahora seguía otro paso, éste le dijo que quería colocarle el condón; Alberto lo tomó y poco a poco lo fue desenrollando, le excitó ver como el pene de Andrés se iba conteniendo en aquella envoltura amarillenta y a la vez admiraba sus dimensiones; tuvo un espasmo al pensar que todo eso muy probablemente iba a ser introducido en su interior.
Andrés colocó a Alberto de cuatro patas; pudo ver su ano, el cual estaba rasurado y limpio, también podía notar la erección y los espasmos del pene de Alberto; primero lo rozó con su legua, la reacción de Alberto fue inmediata al igual que aumentaron sus ansias; Andrés acercó su pene para acariciar el ano de Alberto, éste comenzó moverse como si ya lo tuviera adentro; Andrés dijo: Ten paciencia, ya casi lo sentirás. A Andrés le excitaba la ansiedad que mostraba Alberto, era sinónimo deseo; eso le indicaba que la noche iba a ser buena.
Andrés lubricó su pene y el ano de Alberto, había llegado el momento de comenzar; su glande comenzó a abrir paso en medio de las piernas de Alberto; éste sentía como algo extraño comenzaba apoderarse de él, pensó en detener todo, pero no lo hizo; sentía como el glande habría su cavidad, este pasó su esfínter y ahora sentía el resto del falo, no había sido introducido todo cuando sintió que era retirado de su ano, pero otra vez volvía a entrar un poco más rápido, hasta que pudo sentir los testículo de Andrés rozando sus nalgas, esto lo llenó de placer y de triunfo. Alberto dejó la actitud pasiva y con sus movimientos comenzaba a chocar con los testículos de Andrés; el sonido del encuentro de las nalgas de Albert y los testículos Andrés producían un sonido que iba en aumento.
Alberto se sentía liberado, podía sentir como era embestido por Andrés, le encantaba ese rose dentro de su ano, era esa sensación de sentirse poseído por otro lo que le generaba más placer; en un arranque producto del climax del momento arrancó el condón del pene de Andrés, quería sentir la naturalidad dentro de él, ya no importaba nada;
Así fue, pudo sentir la suavidad y el calor de aquel miembro que lo reclamaba como suyo y al cual él no se le negaba; Andrés fuera de sí, apretaba las nalgas de Alberto hacia su pelvis, para así prolongar la gloria de introducir todo su falo en aquel lugar que hace unos minutos atrás desconocía esas sensacione; por fin llegó el momento final, como si el tiempo se volviera lento Alberto sintió el primer espasmo en la base del pene de Andrés y después sintió como sus entrañas se llenaban del calor de un líquido;
Andrés gritó ante la descarga que acababa de tener, trató de agarrarse para no caer, pero no pudo, quedó tumbado en la cama fuera de sí; Alberto quedó con su culo levantado como mostrando al cielo el resultado de su rebeldía, no pasó mucho tiempo para sentir como el fluido de la victoria abandonaba su interior para recorrer las piernas de aquel que lo había contenido. se tumbó en la cama, recogió sus piernas y se masturbó, no pasó mucho tiempo para que su elixir saliera expulsado en forma de lluvia y lo empapara a él en su vientre y cara. Así yacían ellos. Andrés, sacado fuera de sí por aquel que era inferior en experiencia a él; Alberto, lleno de otro en su interior y de él mismo en su ser.
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