El Novio De Mi Ahijada
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
Cuando mi ahijada Paola, me dijo que iba a venir a mi casa, ni siquiera lo pensé para responderle que sí. Y tampoco fue mi emoción para nada falsa. La verdad es que Paola, me caía de maravilla, una chica dulce, muy carismática, y lo mejor es que con ella se puede hablar. Yo estoy en mis 37 años, y ella una jovencita de 20 años, que ya se ha independizado de mi comadre. Entonces salte de la emoción y al otro día la esperaba con mucha ansias.
Al otro día, ya tenía la comida preparada, era temprano aun, pero imaginé que debía venir con hambre. Me pasó un texto que ya estaba cerca, salgo a la calle y espero frente de mi casa, en la esquina entra un taxi, supuse que era ella, viene y se detiene en frente de la casa. Cuando veo hacía adentro del auto, mi sorpresa es que no viene sola, sino acompañada.
Y sabrá el asiento del auto de atrás, lo que venía haciendo. Cuando se ha bajado del auto el muchacho, una tremenda parazón de verga tenía. Ni siquiera lo simulé, y tampoco sé si dio cuenta el joven de mi mirada indiscreta. Paola seguía adentro del carro, pagaba al señor, y esperaba el vuelto. Él se acomoda en vano su erección, el bulto se le marca más prominente y no veía a mi cara, sentí su incomodidad. Luego se lo aprieta y esa erección tremenda se hunde hacia abajo, me da la espalda y se termina de acomodar sin que yo lo vea.
Si no es porque mi verga estaba hacia abajo, en ese momento yo también tuviera una erección notoria.
Los acompañe adentro de la casa, los lleve a la habitación que he acomodado para su estadía. Le preguntaba a mi ahijada por mi comadre, y otras preguntas más que le hice. Ya ni quería ver al muchacho. Se presentó como Cristian y mi ahijada me dijo que era su novio. Pensé en mis adentros << ningún novio, ese es tu esposo >>.
Les dije que ya les iba a servir la comida.
— Tío primero vamos a bañarnos —me dice ella con ternura, y haciendo mueca que se sentía asquerosa.
Asentí y fui y le busque unas toallas. Lo deje solos y el resto me lo imagine todo. Debían estar echando un polvo en el baño. Esa erección de ese muchacho, solo se bajaba con una buena mamada. Sentí envidia, ansiedad y hasta rabia. Cuando este último sentimiento me abrumo, sacudí mis pensamientos << no debía yo, estar pensado en el novio de mi ahijada >>.
Cuando han salido de la habitación, sus caras estaban renovadas. El joven, no es que era una belleza, un adonis o un modelo. Sus brazos son fuertes y gruesos, un abdomen plano, pero sin tanto esculpido, grueso de torso, un culo redondo y paradito, y piernas peludas y gruesas también. Con tan solo ver su tipo de cuerpo, me imagine el tipo de verga que debe tener; << gruesa, pero no muy larga.
Gruesa en la base y en tronco, pero el glande debe ser pequeña, y está siempre arropado por el prepucio. Debe ser rojo… la quiero en mi boca >> sacudo mis pensamientos y les termino de servir la comida.
Al rato, en el porche de la casa hablábamos Paola y yo. Tanto estábamos metidos en la conversa, que del muchacho me olvide. Él estaba en la habitación descansando. En eso Paola me pregunta por Raúl; un muchacho que vive por aquí en mi vecindario. Fue novio de ella, o bueno, novio como tal no, solo que ella me confeso que se había dado unos besos, y que le gustaba mucho. Yo imagine y pensaba que ella había tenido sexo también. Se veía en su mirada la picardía, y hablando de Raúl, que venía siendo hermano de su amiga (así fue como lo conoció) me pregunta por ella. Pero yo sabía porque viene la pregunta. No logro ni responderle bien, cuando ya se puso de pie y me dice que va ir a la casa de Fernanda (hermana de Raúl)
— ¡Chacha! Vas a ir es a ver a Raúl —se lo digo con complicidad, que se cuál es su plan.
Ella sonríe, y su sonrisa pícara es linda. Se muerde el labio y me confirma que esa es su intención.
— ¿Pero ahí no tienes a tu novio? ¿No se molesta? —le digo.
— Tío ese debe estar durmiendo. Ya vengo.
La acompaño hasta afuera, y por último le digo que no se vaya a tardar mucho. Entro de nuevo a la casa, cuando voy por la sala, cruzo al pasillo de los cuartos. Donde estaba acostado Cristian, estaba la puerta abierta. Me pico la curiosidad, antes de entrar pongo mi mejor sonrisa de hospitalidad, a preguntarle si deseaba otra cosa más.
Al entrar, estaba durmiendo tal como lo había dicho mi ahijada. Acostado en la cama, se quedó dormido con el celular en el pacho. El polvo que debió echar en el baño, lo dejo relajado y con sueño. Ni siquiera se quitó la toalla, me acerco más y le veo la erección que tenía debajo de ella y me pregunto << ¿acaso este muchacho no se cansa? >>.
Era un espectáculo para mi solito, el corazón me bombeaba rápido, si despertaba me iba a ver que lo espiaba mientras duerme. Pero no quería moverme de ahí, la toalla la tenía floja en la cintura, si tan solo pudiera halar sin despertarlo, dejaría descubierto esa hermosura de verga. Mi boca se hace agua y sin darme cuenta comienzo a preguntarme; << ¿valdrá la pena que mi ahijada se vaya molesta, porque su novio le diga que yo le he tocado cuando dormía? ¿Será que él me atacara cuando despierte y vea que se lo estoy agarrando para llevármelo a la boca? >> Sacudo de nuevo mis pensamientos, gimo a mis adentros, doy una última mirada a su entrepierna y doy la vuelta para salir de inmediato de esa habitación.
Apenas llego a la puerta, cuando oigo su voz.
— ¿Y Paola?
Me hele de pies a cabeza, apreté los ojos y todo mi cuerpo palpitó.
—Acaba de ir a una casa de una amiga muy conocida de ella —le respondo simulando mi agitada respiración.
Cristian se despereza, estirando su cuerpo y haciendo una mueca en su rostro duro y varonil. Me acerco un poco sonriendo, y le pregunto si necesita otra cosa que esté a mi disposición —en mi cabeza oí mi pregunta, y creo que sin querer queriendo le lance una indirecta al muchacho que seguía con tremenda erección—.
Sonríe y se vuelve a estirar. Con la toalla floja, por los movimientos, se le baja un poco. No solo veía la carpa que tenía armada, sino que ahora también veía el nacimiento de su pelvis, la traía rasurada, ya con cañones saliendo en la incipiente.
Me doy cuenta que él no se preocupa en ocultar su parazón. Me acerco más para responderle que Paola estaba cerca, que ya viene. En eso, Cristian vuelve a estirarse, esta vez se agarra el falo, levanta la pelvis y chilla por la tremenda estirada de cuerpo que se ha dado. Giña el ojo y ve a los míos, aun con su mano en la verga; como diciendo << tu sabes lo que yo necesito >>. Mi sonrisa ya no era tan superficial, cogí una serena seriedad, me estaba dando cuenta que él muchacho necesitaba era una mamada, y me dio la señal con su mirada.
Cuando ya iba a abalanzarme de rodilla para mamársela, lamentablemente mi ahijada llego. Tocaba la reja de afuera y llamaba por mi nombre. Note que en su mirada también hubo pesar, se dio la vuelta y yo salgo de la habitación.
Iba con mis orejas encendida, todo mi cuerpo en pulsación. Me decía repetidas veces en mi cabeza; << ¡Si quiere! ¡Se la tengo que mamar! >>.
DOS
Al otro día, tan solo esperaba que Paola no le hubiera abierto las piernas en la noche. Quisiera que ese muchacho se aguantara, y que acumule mucha leche, para tragarla todita, o me la eyacule dentro de mi culito << ¡sería divino! >>.
Estaba sentado frente al mesón de la cocina, di un sorbo de café y en eso ella se ha levantado y se sienta frente a mí. Desperezada, se sirve una taza de café, le hago muchas preguntas, hasta que ella llega al tema, que ayer vio a Raúl. Me confiesa que sintió un deseo por estar de nuevo con él.
— ¿Él fue tú primer hombre no?
— ¡Ay si tío! — me responde ella con desasosiego por volverlo a repetir.
Ambos mojamos las ganas con un sorbo de café y quedamos en silencio.
— ¿Tú lo sabias verdad? —rompe el silencio ella.
— Me lo imagine. Tu siempre iba para allá, notaba como se miraban. Y sé que ibas también por ver a Fernanda, pero más que todo lo hacía por él.
— Tú siempre tan alcahuete mío tío.
Sonrió por su comentario.
— ¿Y los novios tío?
— Hija, yo creo que ya no estoy para eso de “novio” —le respondo y seguido nos echamos a reír.
Si bien con ella a veces hablábamos de mi vida personal, muy pocas veces profundizábamos. Era yo mismo el que cortaba el tema, y vuelvo a hablarle de Raúl.
—Él quiere que vaya ahorita a su casa —me dice ella viendo fijo a mis ojos.
Esquivo su mirada, y en mis pensamientos estudie mi repuesta. Le pregunto.
— ¿No va sospechar tu novio?
— ¡Duerme tío! —me responde y espera mi aprobación.
Quede en silencio sin saber que responder—o bueno si sabía, pero no quise ser evidente. Por mi mandarla de una vez, y yo meterme de una a la habitación— y de solo pensar en eso, me daba pálpitos en mi corazón.
— ¡Ese duerme hasta tarde! —me dice, como para que yo termine de darle el permiso.
La veo a los ojos y le respondo.
— ¡Anda de una vez! Cualquier cosa yo te cubro bien; le voy a decir (si despierta) que Fernanda te vino a buscar a que la acompañes por aquí cerca.
Dicho y hecho. Así fue.
Solo en mi casa, con la compañía del novio de mi ahijada, ir hasta ese cuarto, me daba espasmos y recordé lo sentía hace muchos años atrás << cuando con mis primos… >>.
Aparecí por la puerta, estaba medio ajustada, empujo y entro. No cierro, sino que intento verlo. Me acerco mucho más a la cama, en efecto dormido estaba, quizás desnudo, pero el cobertor lo tapaba completo. Quizás con una erección, pero no la apreciaba << ¿Cómo hago? >> Me pregunto. Si lo despierto, sería muy evidente, aunque lo que estuvo por pasar ayer, fue más que evidente. No creo que este equivocado, este muchacho se agarró su entrepierna dura, y veía a mis ojos.
Deje caer un vaso de aluminio al suelo, pero no despertó. Vi alrededor de mí, buscando hacer bulla lo suficiente como para que despertara y yo fingir que buscaba algo. Me toco de nuevo coger el vaso y dejarlo caer al suelo. Y nada que despertó o se movió.
No me creía a mí mismo lo que estaba a punto de hacer, pero la ansiedad y el morbo me motivaban sin medir consecuencias de mi acto. Me acerque por los pies, y apretando fuerte le hale. Para mi suerte, no despertó asustado, sino que poco a poco fue abriendo los ojos, hasta que me vio parado en frente de la cama.
— Ya está el desayuno listo.
Se estira todo, se quita el cobertor del torso y desperezando, me pregunta por mi ahijada. Baje la mirada y le respondo.
— Acaba de salir, fue acompañar a Fernanda, su amiga. Ya ahorita debe venir.
Cristian sigue estirándose, se apretuja la cara, luego me ve y sonríe. De nuevo sus ojos me hablaban, pero yo no quería dar un paso inseguro. Sino que me acerco por el costado contrario y tomo asiento en la cama. En eso el vuelve a moverse pero esta vez mete las manos por debajo del cobertor, y de un solo jalón, queda desnudito ante mi mirada. Tenía esa verga piradísima y tal como la he imaginado; gruesa pero no muy larga, y el prepucio le cubría todo el glande. Mis ojos quedaron fijos en ella, tragaba grueso y no daba crédito a que esto tuviera pasando.
Él respiro profundo, y luego se la pela, dejándome ver un glande de color morado. Su piel morena estaba mate esta mañana. Ni le veo a los ojos, solo me acerco más y le agarro el miembro apartando su mano para ahora terminar de pelarla.
Estaba limpiecita, y muy poco olor de macho tenía. Cuando saboreo el glande estaba calentísimo, y sabía muy rico. Cuando pasa ese troco en mi lengua, la textura de su verga se me hace agua. La mamo con una ricura, y la trago completica. Lo veo a los ojos, están fijos en mí, está muy excitado, lo noto en su mirada. Cierro de nuevo mis ojos y chupo con delicadeza ese trozo de carne de macho. Seguido le mamo las bolas, una por una. Me acomodo entre sus piernas, y dando besitos en sus bolas, él se me abre como una tijera. Aquel culo estaba limpiecito, sin asco le paso la lengua, Cristian jadea, me aprieta la cabeza y le como el culo con mucha fuerza. De nuevo mamo sus bolas, para luego lamer el tronco como una paleta, chupando el glande, me la trago todita y el levantado la pelvis, me aprieta contra su entrepierna, y hasta no ahogarme no me suelta.
Dos veces más me la hundió hasta el fondo, y todo su semen espeso me lo dio a beber. No disimule mi hambrienta ganas de comerme su leche, le estruje hasta lo último, hasta que esa verga la vi aguada, no deje de chuparla ni embadurnarla en toda mi cara.
TRES
En mi casa había una tensión sexual. Mi ahijada estaba cachonda y no era exactamente por su novio. Y Cristian igual lo estaba pero tampoco por ella. Me vi en una situación de complicidad, tanto con él como con ella.
En la noche, estábamos en el porche hablando los tres, como si nada haya pasado. Luego cuando a Cristian le dio sueño, se fue a la habitación. Quedando solo Paola y yo, ella se me acerca para hablarme lo de esta mañana, en casa de Raúl. En mi mente quería también saltar como una adolescente y hablarle a mi ahijada lo que hice con su novio << si tal vez no fuera tu novio, te hablaría de él >>.
La oigo atento, me cuenta ella que no la vaya a juzgar. Le adelanto que yo no soy de esos pero mi pensamiento le decía << ¡Que puta eres! ¿Pero qué tiene de malo eso? >> Reí a mis adentros y puse atención a lo me contaba.
Al siguiente día, muy temprano ambos se levantaron. Cristian se cruzó la toalla a la cintura, y cuando Paola fue al baño, quedamos solos nosotros dos en la cocina. Me volteo y le doy una taza de café, él toma asiento y simulando con picardía, se sube un poco la toalla. Vi sus bolas, estiro mi mano y se las tocos. Cuando oímos el grifo de la ducha, rápido él se puso de pie, se levantó la toalla y yo de rodilla me llevo su tranca e’ guebo a mi boca. Se la mamo con intensidad en mi lengua, chupo rápido esas bolas, me hunde sus centímetros en garganta, se empina y me coge la boca, apretaba con mis labios su tronco. Cuando pienso que debe acabar rápido, ya es porque en mi garganta siento su leche tibia eyaculada. Me la trague todita, especita y sabrosísima.
Cristian se fue al cuarto, y a mí me pareció lo más sensato. Si hubiese esperado en la cocina, quizás mi ahijada sospecharía del silencio cómplice que teníamos.
Más tarde, fue que llegaron a la casa, desde la mañana que habían salido, regresaron cuando ya la noche se aproximaba. Trajeron comida y no fue necesario que yo les hiciera de comer. En la sala cenamos, y fue otro día que actuamos como si nada hubiera pasado.
Al amanecer, se levanta primero Paola, luego Cristian. Creo que si esa mañana hubiera esperado aquello, no hubiera tenido semejante suerte. Afuera tocaba alguien a la reja, era Fernanda buscando a Paola. Ya ella estaba bañada, sale afuera y se pone hablar con Fernanda, cuando regresa de nuevo adentro, me pide las llaves y le explica a Cristian que va a acompañar a su amiga a un mandado “ya regreso” le dijo, le dio un beso en los labios. Y me di cuenta yo, que ya a él le comenzaba molestar, que su novia se perdiera con su amiga Fernanda. No dijo nada, recibió el beso a secas, pero disimulo para no hacer “un numerito” tan temprano.
Nos quedamos solos, él se fue a la habitación, y como su expresión reflejaba molestia, ni siquiera le di la cara, no fuera a pagarla conmigo, y hasta me amenazara con Paola, con algo a su favor y muy en contra mío.
Me quede lavando los platos, y limpiando los mesones, pasaron varios minutos, y lejos de pensar en algo morboso, estaba más bien preocupado, que Cristian fuera a pelear y descubrir lo que está haciendo mi ahijada. Con este maroma en ceja, muy ensimismado estaba pasando el trapo en la mesa. Se pegó detrás de mí, afinco duro su erección en mis nalgas. Una corriente subió desde mi raja y cruzo toda mi espalda. Cuando me doy vuelta estaba de nuevo con la toalla cruzada a la cintura, levantando una carpa hermosa. Se la quitó y cayó al suelo. Desnudo lo tuve frente a mí, me agacho y se lo mamo, estaba caliente como un tizón, me gusto su sabor un poco salado, y cuando le salió un poquito de pre-cum, se lo lambí pasando una y otra vez su glande en mi lengua. Lo hundo en mi garganta, siento el palpitar y lo aprieto con mis labios. El chilla entre dientes, cuando eso me hace poner de pie y con la misma que me dé la vuelta. Así lo hice, y de solo bajón, me estiro el short al suelo. Levante mi culo, dejando ver mi raja afeita y rosada. Escupió en mi upite e introdujo un dedo. Todo esto lo hacía con una prepotencia masculina, luego se pega a mí, y me apunta su cabezota a mi hoyito cerrado, punzó y me dolió. Aguante como los machos, iba entrando esa vergota en mi culo cerrado, abriendo paso en las paredes de mi ano, me dolía pero los disfrutaba. Con el mismo impulso que él me la está metiendo, yo me voy de retroceso y termino calvándome toda esa estaca de guebo tieso.
Puso sus manos en mi cintura y tan rápido como hubo metido todo adentro, el vaivén me partía el culo. Jadee como la propia puta, levantaba el culo y el cosquilleo que sentía en mi recto, más pedía para que más placer me diera. El jadeando como un toro, todas las embestida me la metía hasta el fondo, luego sentí la presión adentro, se contrajo y expulsó un taco de leche de macho. Caliente me bañó mis entrañas, y cada pulsada, las paredes de mi ano apretaban. Le exprimí con mi culo todo su elixir, él sudado quedo tirado en mi espalda. Jadeando cansados, apenas nos recuperábamos de tremenda cogida que me ha dado…
Se fueron al otro día, no iban molestos, pero si diferentes. Paola regresaba a su ciudad, con Raúl en el pensamiento. Cristian, antes de salir de la casa, entro de nuevo y yo como seguía adentro, antes de salir de nuevo, me apretó una nalga, giño un ojo y no dijo más nada. No creo que sienta algo por mí, pero al menos eso me dejo pensado un rato. Me agrado la idea, tan solo espero que coja mi número de teléfono del celular de mi ahijada. Quizás, cuando meno lo espere, me escriba…
“¡Hola soy Cristian, espérame voy a tu casa ya!”
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