El nuevo guardia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por chirolas.
Como era costumbre, cada que se contrataba a alguien, la chica de recursos humanos tenía que enviar al candidato idóneo conmigo para ver con el sus prestaciones, contrato, etc., etc.; usualmente esta tarea no era otra cosa más que un ritual que se cumplía al pie de la letra sin más motivo de sobresalto.
Tocaron a la puerta de mi oficina
-adelante
-buenas tardes jefe, me llamo Carlos Colunga, me mando la Lic Nora, con usted- asomándose por la puerta
– adelante, tome asiento
Ante mí se hizo presente un macho, moreno, espalda ancha, unos 45 años, 1.90 cm, talla 38 aprox. piernas largas gruesas, dientes blancos, ojos profundos, una mirada tímida pero fuerte, no apreciaba su trasero pero supuso q seria rico como toda esa barra de chocolate viviente.
– tome asiento
–gracias jefe
La entrevista fluyo según lo esperado, ultimamos detalles, pero bajo ninguna circunstancia y bajo ninguna idea pude suponer q ese sería el inicio de algo más q grato.
Al día siguiente se incorporó a su trabajo, excelente elemento, cuidadoso, muy propio, respetuoso, un caballero en toda la extensión. RH tardo en darle su uniforme por la talla, así que lo mandaron elaborar, pasaron los días de la primera semana. Aquí en la oficina no trabajamos el sábado, pero por desgracia ese sábado tuve a ir.
Todo empezó el viernes por la tarde, Nora me notifica que llegaría el uniforme de Carlos a las 7.30, le dije q no se preocupara que yo trabajaría hasta tarde, lo podría esperar. Llego el mensajero dejo la caja en la caseta y Carlos me la llevo ya entrada la noche.
– jefe, llego una caja para la Lic Nora, pero me dice el mensajero q usted la puede recibir
– Claro – firme la hoja de recibido y me dejo la caja, estaba tan concentrado en mi trabajo q no me di cuenta que era su uniforme, salí ya tarde, 10.30 pm, pase por la caseta me despedí del guardia, Carlos ya se había ido, así q pensé en entregarle su uniforme al día siguiente.
El sábado casi a medio día llegue a la oficina, tenía algunas cosas pendientes durante la mañana, por suerte no había nadie así q no habría problema por mi hora de entrada
– Buenos días Carlos, cuando tenga oportunidad pase a mi oficina para entregarle su uniforme-
-Si jefe, buenos días- y eso jefe por q vino a trabajar hoy-
-ya sabes, muchos pendientes- bueno cuando tengas oportunidad pasas
Me fui a mi oficina, a eso de las 2 de la tarde tocan mi puerta
– Jefe vine por mi uniforme –
– Pásele Carlos, aquí esta – le entregue la caja
– Me lo puedo medir –
– Si con confianza, no hay problema – no medí la magnitud de mis palabras
Se quitó la camisa que traía, nunca me había percatado que su ropa estaba algo despintada y desgastada.
Increíble, una espalda muy ancha, su cintura era estrecha sin ser flaco, moreno como ébano.
Se midió la camisa, le quedo muy bien; se giró y me pregunta
– Q tal jefe
–Muy bien, lo importante es el porte
Algo raro sucedió, se agarró el paquete sin dejar de mirarme a los ojos, por instinto baje mi mirada a su paquete
Se volvió a girar para medirse el pantalón, se quitó su pantalón de mezclilla y dejo al descubierto ante mis ojos un culote, respingón, envuelto en bóxer verde militar desgastado, se acomodó el pantalón, se lo subió, batallo un poco, se volvió a girara
– Creo q este no me queda-
Con justa razón, aquel pantalón de vestir azul no podía subir más, por q un enorme bulto detenía su camino, no pude apartar los ojos de aquella alucinación.
-creo q no subirá- decía Carlos, tratando se meter en aquella prenda una enorme salchicha que salía junto con su bóxer verde
–creo que Nora se equivocó de talla- atine a contestar sin darle importancia a la visión q tenia
No sé si se desanimó o fue parte de la pena q le dio el q no le seguí el juego, pero rápidamente se volteó y se quitó la prenda, recogió las prendas las puso en la caja y se las iba a llevar
– qué le parece si le pido a Nora que cambie las tallas y se lo entregue completo
– si claro jefe, perdone me retiro
Si había sido pena, considero que no soy obvio en mis preferencias sexuales, pero q le motivo a este caballero a pretender seducirme con su salchichita, o q pretendía, las dudas me atacaron, pero pudo más mi excitación, así q confabule un plan.
A eso de las 3.30 salí de mi oficina con la caja del uniforme
– Carlos, voy a la comida, y paso a la empresa de uniformes, q al fin al cabo hoy está abierta, para cambiar el pantalón-
–Gracias jefe–
– y de paso le consigo otras prendas más ajustadas, por q creo q fue culpa de ese bóxer q no le subió el pantalón- y le guiñe un ojo
– jejeje, usted cree jefe??- sin dejar de verme a los ojos toco su paquete descaradamente
– por si sí o por si no, a ver q le consigo-
Y me retire de la caseta
Este bato sabia de que se trataba, su señal fue la clave para decirme q si aceptaría, así q me fui, la verdad ni comí, pase a la empresa de los uniformes, me cambiaron el pantalón por la talla correcta y pase a una tienda de ropa para caballero y compre unos boxes blancos, ajustados. Mi mente había volado en tan solo uno segundos.
Pase a comprar algo de comida para llevar y me dirigí a la oficina, no podía perder un minuto, si era una ilusión no pasaba nada, pero si era real no podía desperdiciar el tiempo.
Llegue a la oficina, Carlos estaba en la caseta, todo paso de lo más normal posible y él lo entendió
– Carlos, cuando esté tranquila la caseta pasa a mi oficina para checar su uniforme
-Claro jefe
– Cierra todo bien, creo q ya no habrá movimiento por hoy
– A la orden Jefe
Pasó como media hora y tocaron a mi puerta
-pásale – le hable de tu para q sintiera confianza
–dígame jefe-
Me puse de pie, -este es tu uniforme, ya en la talla correcta, mídete todo lo q está en la caja, para ver si te queda bien sino para regresarlo- voy al baño y vuelvo-
Vi perfectamente desde que entro q tenía una enorme erección, no hice mención de eso, deje q el juego corriera
A pesar de toda mi confianza, me sentía nervioso, no sabía q podría pasar, que llegara alguien era lo de menos por q tenía el control de las puertas de acceso.
Entre al baño, me asee con mucho esmero para evitar aquello de las sorpresas, supuse q él era activo y q me tocaría recibir, así q que mejor q bien limpiecito todo.
Tarde como 15 min en regresar a la oficina, cuando llegue Carlos ya estaba uniformado solo con el pantalón, estaba descalzo, no traía la camisa, tenía un pecho grande, un torso estrecho, pero fuerte, una espalda ancha, morena, brillante, su cuerpo no era de gime, era el cuerpo de un hombre de trabajo, curtido al sol, lampiño del pecho, ligera pancita, sin ser gordo, lo que provocaba que necesitara talla 38 de pantalón.
-Ya se cuál es el problema jefe, es el pene, no cabe en este pantalón
Algo directo el tipo, eso me dio pie a continuar con toda la caballería, de igual forma el sabia lo q iba a suceder
-Déjame checar por q igual es el enorme tamaño de tu pene lo que hace q no quepa.
Me acerque a él, sin quitarle la mirada de los ojos, tenía el pantalón abierto, desabotonado, sin subir el cierre, visible su bóxer, el bóxer blanco ajustado que le había comprado. Tome las orillas del pantalón y lo jale hacia mí, metí mi mano, como queriendo acomodar su pene en el pantalón
-Definitivamente es grande, y no cabe, y más porque está aumentando de tamaño, pero eso tiene solución
-Como q solución jefe
-Pues tendremos q descargar su contenido, para q quede suavecita
-Eso está muy bien, pero como le va a hacer jefe
Deje de hablar, empecé a masajear aquel paquete con descaro, a pasar mis manos por aquellos pelos, y sentir el suave bello que salía por la orilla del bóxer, no pude evitar acercar mi cara a la de él, un reflejo me hizo tratar de besarlo, ligeramente giro su cara y bese su mejilla, lentamente baje a su cuello sin dejar de masajear su paquete que ya tomaba un tamaño titánico.
Me puse en cuclillas frente a él y metí mi mano entre su pantalón y el bóxer, tratándolo de acomodar
– es demasiado grande, no cabe, tendré q liberarlo de su prisión
Sus ojos llenos de lujuria se clavaron en mí, esperando lo inevitable
Con mis dos manos baje su pantalón, fue un momento erótico, yo, su jefe, la autoridad, el poder, frente a él, sumiso por mi deseo de deleitar aquel manjar. Lo baje hasta los tobillos y se lo quite, lo quería desnudo para mí, sabia q en cualquier instante yo también me desnudaría ante él, así q quería gozar cada segundo que lo tuviera entre mis manos.
Me acerque a su paquete, aquel bóxer hacia contraste estupendo con su piel morena, la tela delineaba perfectamente sus enorme formas, quería voltearlo y hundirme entre sus nalgas, pero no debía ser tan agresivo, tenía que conocer sus gustos, sus debilidades, lo que lo hace gemir y delirar, hasta entonces seria sumiso ante sus deseos.
–le gusta jefe?
-sí, esta enorme
–nombre jefe, yo la veo normal
-eso crees tú, pero es enorme, apenas si cabe en este calzoncito pequeño
–le gusta cómo se me ve jefe, me gusta mucho como se siente, más por q usted me lo regalo
-sé que ve muy bien, hace que se te vea un paquebote, que de por si es enorme, con este bóxer se ve increíblemente grande y apretado- tenía que elevar el ego de mi macho hasta el cielo
Acerque mi nariz a aquel paquete, una mezcla de olor, entre la tela nueva, sudor de macho y un ligero olor a orina, eran la cantidad justa para llevarme al borde del delirio.
Seguí masajeándolo, pasando mis dedos por cada línea, por cada curva, quería agarrar sus nalgas, pero no era tiempo aun. Puse mis dedos en el elástico del bóxer y ligeramente empecé a bajarlo, broto primero una mata de pelos negros, acerque mi nariz y con la punta de mi lengua deguste ese rico sabor a macho, a potro, a semental; seguí bajando, emano la base de aquel instrumento de deseo, era gruesa, poco a poco baje más, hasta que un resorte impulso hasta mi boca aquel enorme falo, moreno, enorme ante mis ojos, ligeramente curvo a la izquierda, el prepucio estaba casi que liberaba la corona de ese rey, baje el bóxer a la rodilla, lo quite totalmente, unos enormes huevos colgaron instantáneamente, eran grandes, redondos, morenos.
Con delicadeza retire el poco prepucio que cubría el glande, mi boca babeaba por tener dentro aquel manjar, acerca mis labios y le di un beso en la cabeza del pene, sentí como mi macho se estremeció, como su piel se erizo de placer; continúe dándole besos, hasta que me la metí toda a la boca, era enorme, en el primer intento me comí solo la mitad, él gimió, con las siguientes metidas pude comerme más y más, hasta que mis labios tocaron su pubis, tener su glande en mi garganta y su mata de pelos en la nariz era sexualmente poderoso, mi propio pene estaba al borde del orgasmo, mi bóxer estaba totalmente húmedo de todo el pre-semen que estaba liberando.
Seguí por 10 minutos mamando con ansias aquel garrote, el gemía y su pene cada segundo se ponía más duro, más babeante, su pre-semen era salado pero rico, un sabor dulce al paladar pero áspero en la garganta, no sabía cómo explicarlo. El me interrumpió, puso su mano en la base del pene, evitando las entradas de mi boca hasta liberarlo totalmente de mí. Me tomo por los hombros y me puso de pie frente a él; delicadamente me dio un beso de piquito, yo quedé asombrado, ya que al negarse a q lo besará pensé “es el típico macho q coge putitos pero no es joto”, sin embargo siguió dándome besitos de poquito, hasta q le tome partido, con mi lengua abrí su boca y nos fundimos en un beso apasionado, lleno de deseo, de lujuria, de dos machos que se deseaban y que llegarían a la cima del éxtasis.
Me beso, me contesto el beso, agarro mis nalgas y las empezó a estrujar, yo aún estaba vestido, cuando por fin me dejo respirar, entre corto el beso y me dijo
— toda esta ropa le estorba jefe, yo ya estoy en cueros, lo justo es que usted también me debe verlo en pelotas, si no como le seguimos
No pude oponer resistencia, me quito el saco, lo tiro lejos, me quito el cinturón de un solo jalón, a pesar de ser talla 38, y ser un poco gordito, no tuvo dificultad para hacerlo. Me acerco a él y me empezó a desabotonar la camisa, a cada botón que quitaba sus ojos se abrían más
— está bien peludo jefe
-te gusta
Su respuesta fue terminar de quitarme la camisa y acercar su boca a mis tetillas cubiertas de vello, empezó a mamármelas, mi debilidad son mis tetillas, así que empecé a gemir como perra en celo, encontró mi talón de Aquiles, las mordisqueaba suavemente, y sin pudor llevo su mano a mi pene erecto, q todavía en mi pantalón ansiaba salir y gozar más.
Me desabotono el pantalón y me lo bajo hasta quitármelo, mi cuerpo llenito, y velludo quedo frente a él, mis piernas, mi pecho, mis axilas; solo mi verga y mis huevos que quedaron dentro de un bóxer celeste ajustado, que los cubría de aquel depredador sexual
Me tomo de la mano, y me giro
— con todo respeto jefe, todos los días que veo ese par de nalgas pasar por la caseta en la mañana, me dan ganas de írmela a jalar, le he dedicado varias (masturbaciones) –
Aquella confesión elevo más mi temperatura, nunca, por mi mente había pasado ser sujeto de los deseos de un macho como el, si había estado antes con hombres casados, pero nada tan intenso como el, hasta ese momento
Así como estaba giradas mis nalgas hacia él, se me rempujo, pude sentir su mástil tratando de romper la tela de mi bóxer, me empujo hasta quedar empinado, sujetas mis manos de la orilla de mi escritorio, indefenso ante él, acto seguido se puso en cuclillas y me quito el bóxer
Al quedar sin nada q cubriera mis nalgas, sentí sus manos ásperas manoseando morbosamente mi trasero, separando mis nalgas, pasando su lengua por cada una de las curvas de mi trasero, separo más y sentí la punta de su lengua rozar mi ano, una corriente eléctrica fue directo de mi ano a mi cerebro, un gemido profundo salió de mi boca, mi amante siguió con su tarea, empezó a darle besos tronados a mi culito, aquello era placer puro placer sin medida ni clemencia, su lengua maestra se abrió paso entre mis pliegues y sentí la humedad ingresar a mi recto, aquel macho estaba penetrándome con la lengua, cada centímetro adentro eran marejadas de placer,
Se puso de pie tras de mí, y ahora era su glande el q jugaba en la entrada de mi ano, sentí su gran cabeza rosar ferozmente con mi ano semiabierto, pequeños empujones empezaron a abrir mis pliegues más, cuando sentí la dureza de su acción, lo detuve
Me acosté sobre mi escritorio para alcanzar uno de los cajones y saque un condón y un bote de lubricante, me gire, me hinque nuevamente y con la boca le coloque el condón a mi potro salvaje, quedo maravillado con la destreza que lo hice
–que rico, no sabía que fuera así de hábil jefe, se la comió toda, mi vieja nunca se la ha comido así-
Me incorpore y me acosté sobre el escritorio, acomodando un poco las cosas sobre él, para quedar boca arriba, levante mis piernas, mi pose favorita, permitiendo que mi macho tuviera mejor alcance de mi ano y poder ver su cara de deseo mientras me penetraba.
Se acercó a mí, su verga enhiesta apuntaba directa a mi ano, sabía lo que seguía y lo ansiaba, gritaba porque aquel macho me dejara ir toda su existencia, con la punta de su verga empezó a juguetear con mi ano, pequeños empujones preparando el terreno de la penetración; tome el lubricante, bañe todo su pene con él y otro tanto abundante en mi ano, todo estaba listo.
Como lobo bien amaestrado empezó a deslizar lentamente su enorme glande dentro de mi ano, sentir todos mis pliegues expandirse era lo máximo, cada milímetro q avanzaba mi placer aumentaba, él fue lento, pero constante, hasta que tuve la mitad de su falo en mi estrecho recto
–que rico aprieta jefe- jadeo sin dejar de empujar
Siguió empujando hasta q pude sentir sus pelos rozando mis nalgas abiertas, aquel enorme mástil estaba todo adentro, tenía dolor, placer, ardor, no importaba, estaba al máximo de la excitación y del frenesí sexual
Un ligero vaivén se convirtió en una rápida aceleración, su pene ya era dueño de mi ano, sus manos apoderadas de mis caderas las estrujaban con cada embestida, el dolor había cedido el paso al placer total, sus huevos golpeaban mis nalgas, esas enormes pelotas estaban esperando ser vaciadas y tenía ganas de probar aquel elixir.
Cada empujón friccionaba mi próstata, está a punto de venirme, pero resistí hasta que mi macho empezó a jadear con mayor fuerza
— me voy a veniiiiir –
– quiero tu lechita en mi boca –
Acto seguido, me la saco toda de un solo golpe, dejo el enorme hueco en mi ano, se quitó el condón y empezó a masturbarse; me incorpore, me puse frente a él, y le quite la mano, empecé a mamarle la verga con desesperación, mientras masturbaba la mía propia, escasas chupadas faltaron para que el relleno de aquel hermoso chocolate brotará a borbotones, toda mi boca quedo inundada con aquel liquido celestial, su sabor era acido, añejo, pero dulce al tacto con mi boca, me bebí cada gota, sin dejar que escapara nada, cuando había salido el ultimo chorro, exprimí aquel caramelo hasta que no quedara nada más, era una locura; pero mi macho me sorprendió , se agacho y con su mano tomo del poco semen que había salido de mi boca y lo extendió por todo mi pecho velludo, una capa blanca cubrió mis velludas tetillas, sin más mordisque mis tetillas, mi pene soltó litros de leche también, en el piso quedo una laguna de mi leche, mi moreno la tomo y la expandió toda pero ahora en mis nalgas, las cuales beso y mamo apasionadamente
–wow, hacia tanto que no cogía así de rico, no recuerdo cuando fue que me vine con tanta leche
– eres un semental, un rey a la hora de coger
–su culote jefe, eso fue lo que me hizo ponerme tan caliente, si después confía en mí, quiero vaciarme adentro de su culito-
-claro, será un placer tener el culo lleno de esta rica leche.
Como pudo, parecía becerro recién parido, se sentó en el sillón frente a mi escritorio, sus enormes pelotas tocaron se abrieron paso entre sus piernas, la escena era épica, moreno, sudado, desnudo, y escasos segundo había sido mío.
Me senté junto a él, me abrazo y me pego un enorme beso, de agradecimiento,
— gracias jefe, tenía chingos (mucho) que no disfrutaba tanto, hace tanto que mi vieja no quiere coger conmigo, que ya ni se cuándo fue la última vez q me sentía así de bien-
-y eso porque, porque desperdicia todo eso que tiene para ella
— tenemos problemas jefe, nunca le ha gustado el sexo como a mí, eso ha sido toda la vida, pero últimamente más, por la edad creo yo-
– tal vez, pero no creo que esta sea la primera vez que te desquitas así con un caballero –
— como cree jefe, es la primera vez- una sonrisita asomo en su boca
– no creo, esa sonrisa pícara no te deja mentir –
–jejeje, alguna vez hace mucho años, pero nunca así de rico-
-¿qué te hizo suponer que te diría que sí?
— no sé, tal vez me arriesgue por lo caliente que andaba, tenía como un mes sin jalármela, y como tres meses sin coger con mi vieja, y por decir coger, por q nanas me vengo y ya, al chile (sinceramente) que en toda mi vida nunca me la habían mamado así de rico y menos coger un culito así como el suyo, con todo respeto –
-jajaja, como así como el mío?-
— redondito, limpiecito, así de alguien tan bien como usted, yo soy alguien sencillo, nunca creí llegar a algo así con alguien de su posición-
– para empezar mi posición es algo sin importancia, soy alguien igual que tú, con deseos, con anhelos, con necesidades; y tú eres todo un semental, sexoso, caliente, cachondo, que podría llegar a tener a cualquiera a sus pies, mas con esa enorme herramienta que te cargas –
– jejeje, nombre, antes que usted solo dos, uno cuando era chavalón (joven) y otro hace un par de años, igual por necesidad, un compañero guardia también, en una fábrica que trabajaba, pero de ahí en fuera nunca, solo de vez en cuando con mi vieja y eso si ella quiere, y jalármela pues no siempre –
Aquella sencillez con la que me contaba sus aventuras me encanto, termino de gustarme, de excitarme al saber que era alguien a quien podría instruir y disfrutar en las artes amatoria.
-pues me encanto lo que hicimos, creo que está de más decirte que esto es entre nosotros dos, nadie más debe saber-
— no se apure jefe, eso será entre nosotros, pero con una condición, que se vuelva a repetir-
-claro, después de disfrutar de todo eso no podría dejarlo así tan fácil
— jejeje, no se apure, a partir de hoy solo será suyo, para lo que guste y mande, —
-que conste, que así será
Aquella tarde lo vestí de pies a cabeza, tal como lo había desvestido antes, platicamos un rato más, se fue a su caseta y yo termine de preparar mis cosas y me marche, no sin antes pasar y decirle que pronto volveríamos a repetirlo
Cada sábado sin falta, iba a trabajar, nadie nunca sospecho de aquellos encuentros sexuales, así pasaron dos años en que cogimos sin falta, inclusive días festivos y domingos nos organizábamos para coger, varias veces fuimos a moteles, él era un tigre en la cama. Con el paso del tiempo tuvimos más confianza, lo hacíamos sin condón, y él me dejo probar sus enormes nalgas e incluso me dejo penetrarlo un par de veces.
Una mañana de julio, lo recuerdo perfectamente, simplemente Carlos no se presentó a trabajar, la chica de recursos humanos marco a su casa nadie contesto, checaron la caseta y ahí había dejado todas sus herramientas de trabajo, su gafete, su teléfono, todo, nunca jamás se presentó, lo busque en su casa y unos vecinos me comentaron que se había peleado con su esposa y que ella se fue con sus hijos a un pueblo de Veracruz de donde eran originarios y él se había ido a seguirlos, jamás volví a saber nada de él, un sábado se despidió como cualquier otro día después de fundir nuestros cuerpos en el deseo y la pasión, y jamás volví a verlo, espero algún día volver a verlo, saber que fue de su vida, y saber si sigue gozando tanto como lo hizo conmigo…
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