El padre inicia a su hijo adolescente en los placeres del sexo
Un verano, repentinamente, mi padre aparece invitándome a pasar unas vacaciones en la playa con él..
Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 8 años, al ser único hijo vivía solo con mi madre. Lamentablemente mi padre dejó de frecuentarme regularmente, sus visitas se producían luego de largos períodos de ausencia. Sentía un poco esa falta, pero estaba empezando a acostumbrarme. Un verano, repentinamente, mi padre aparece invitándome a pasar unas vacaciones en la playa con él Si estaba de acuerdo saldríamos en unos días. Por supuesto que acepté inmediatamente nos pusimos en camino hacia la costa. Para ese entonces tenía 13 años, era menudo, delgado, lampiño. Estaba descubriendo mi sexo, me masturbaba regularmente, aún sin acabar, solo salían gotitas transparentes. . Mi padre tenía 45 años, corpulento -con sus 100 kilos- (mas bien obeso), tenía fuerza, espalda ancha, brazos fornidos y manos pesadas. Nos instalamos en un monoambiente amplio, con vista al mar. Tenía cama matrimonial y otra de una plaza. Luego de la primera tarde en la playa, fuimos al departamento, nos bañamos y cenamos allí mismo. Luego, cada uno a su cama, yo ocupé la de una plaza. En cuanto apagamos la luz, comencé a masturbarme, como era habitual, pensando en las mujeres que había en la playa. En eso mi padre se levanta para ir al baño y, al regresar, se acerca a mí y me dice: -Veo que estas comenzando a sentir deseos sexuales, te ví observar a las chicas en la playa. Yo estaba paralizado, mi erección desapareció de inmediato, me puse colorado y mire hacia un costado. -No te avergüences, dijo, es natural, no quiero incomodarte, solo pretendía hablar para ayudarte. -Gracias, conteste, es que me da un poco de vergüenza, no estoy acostumbrado a hablar de esto. -¿No hablaste nunca de esto con nadie?, me preguntó. -No, con nadie. – Entonces… ¿nunca intercambiaste caricias?, obviamente – No. Contesté. – Quisiera decirte que la masturbación es más placentera cuando otro te la hace, ¿ninguna amiga o amigo te tocó? Mi corazón latía a mil por la dirección que estaba tomando la conversación. -¿Un amigo?… ¿tocándome? – Si hijo, es común que los jóvenes se toquen al experimentar las primeras sensaciones sexuales. Si me lo permitís te voy a tocar y verás cuanto más placentero es. No podía dar crédito a los que escuchaba. Me asusté y él lo percibió. -No te preocupes hijo, es solo una tocadita, no va a ocurrir nada que no desees. No sabía bien porque, pero estas últimas palabras me tranquilizaron. – Cerrá los ojos y relajáte, me dijo. Yo le hice caso, corrió las sábanas y comenzó a acariciar mi pene, aún dormido. Poco a poco comenzó a endurecerse, tenía razón, era más placentero que cuando yo me tocaba. Al poco tiempo estaba totalmente duro y disfrutando de sus caricias. Comencé a soltar los primeros gemidos de placer, al darme cuenta traté de contenerme. – Gemí tranquilo hijo, disfruta plenamente del momento. Él sabía perfectamente lo que me pasaba, me asustó un poco el dominio que tenía de la situación pero, de todas formas, me relajé y disfruté sus masajes. – Ayyy, siiiiii, ahhhh, ahhhh, ayyyyy, siiiii. – Muy bien hijo, disfruta, disfruta. – Ya estoy, ya estoy, ahhhhh, siiii, ahhhhh, siiiiii. Y finalmente acabé de una forma increíble. Sin duda había sido el mejor orgasmo que había tenido. – ¿Te gustó?, preguntó. – Estuvo genial, contesté. Sentía un placer enorme por lo sucedido y al mismo tiempo una sensación de gratitud. – Gracias, le dije. Me gustaría poder compensarte. – No estas obligado a hacerlo. – Ya sé, pero me sentiría mejor. – Bueno, vamos a mi cama, tengo una calentura que estoy por reventar, ya viste como hice, deseo que hagas lo mismo conmigo. Fuimos a su cama, se tumbó de espaldas, se bajó los calzoncillos, y apareció un enorme pene, largo… sobre todo grueso, de color oscuro, mucho más oscuro que el resto de su piel. Me impresionó mucho verlo. Nunca había visto un miembro erecto. Realmente daba miedo. – No te asustes, me dijo, acostate a mi lado y haceme la paja. Me sonó un poco vulgar el término, pero obedecí, comencé a masturbarlo. Luego de un rato, comenzó a gemir. – Ohhhh, siiiii, siiiiii, ayyyyy, hijo, bien, muy bien, siiiii, ayyyyy, siiiii Siiiii, siiii, ya estoy, no aguanto mas, siiiii, siiiii, siiiii. Vi como su pene se hinchaba cada vez mas, sus venas sobresalían del resto del cilindro, hasta que finalmente un líquido blanco y espeso, salió de su punta, en cuatro espasmos, cuatro chorros abundantes, salieron al aire y cayeron en la sábana. Tenía un olor fuerte, desagradable, pero al mismo tiempo me despertaba una morbosa curiosidad. – ¿Cómo estuvo?, le pregunte. – Sensacional, hijo, aprendiste muy rápido, estuvo muy bien. Un tanto sonrojado, le dije: – Bueno, me voy a dormir. – Chau, buenas noches, me dijo -también con un poco de vergüenza-. Me acosté en mi cama y me dormí pensando en el enorme placer que había experimentado y también sentí una extraña sensación de haber sido el generador de un enorme placer en otra persona. A la mañana siguiente, desperté con el desayuno preparado, no hablamos del tema, no nos mirábamos a los ojos, había una cierta incomodidad. Planeamos ir a la playa como si nada hubiera ocurrido. Pasamos el día entero en la playa, y regresamos a la tarde para bañarnos y cenar en el departamento tal cual lo habíamos hecho la noche anterior. Terminamos de cenar en silencio y nos acostamos cada uno en su cama. Se respiraba una pesada tensión en el ambiente, un silencio terriblemente incomodo. Apagamos las luces, entraba una tenue claridad desde la calle que ponía la habitación en penumbras. – ¿Querés repetir lo de ayer?, dijo. Esas palabras pusieron cierto alivio a la situación. – Bueno, conteste, un poco nervioso. – Vení a mi cama que es grande, hoy vamos a experimentar algo nuevo. Esas palabras detuvieron mis pasos. – Hijo, quedate tranquilo, no va a ocurrir nada que no desees. Nuevamente esas palabras me tranquilizaron. Subí a su cama, me acostó de espaldas, tomó mi miembro que ya estaba totalmente endurecido, y lo metió en su boca. Que increíble sensación, era mucho mejor que la noche anterior. Comenzó a succionarlo y a mover la mano con la que lo agarraba. – Ayyyy, siiiii, papa, no puedo creerlo, dios mio, ayyyy, siiiiiii Ayyyy papa, chupame, chupamelo mas, así, así, así. No podía creer que esas palabras salieran de mi boca. Estaba como en un sueño, los ojos se me cerraban, y el placer era absoluto. – Ayyyy, si, chupame, chupame, ayyyy, ya estoy por acabar, chupame, chupame En eso pone un dedo en la entrada de mi ano, hace una suave presión y eso fue suficiente para hacerme explotar. – Ohhh, siiii, siiiii, siiii. Un increíble orgasmo que no terminaba jamás. Quedé inmóvil tumbado en la cama tratando de recuperar el ritmo de mi respiración. – ¿Te gustó?, me dijo – Pensé que lo de ayer era lo máximo, pero no es nada comparado con lo de hoy, contesté. – Bueno, ahora me toca chuparte a vos, dije, casi sin pensarlo. -Maravilloso dijo, pero antes dejame darte algunos consejos. Ya viste como lo hice yo, por lo tanto no vas a tener mayores dificultades, pero en el momento del orgasmo, yo voy a despedir el líquido que viste ayer y que note que mucho no te gustó. Volvió a preocuparme el absoluto conocimiento que tenía de mis sensaciones. – Ahora bien, continuó, yo voy a avisarte cuando estoy por eyacular, así no te verás obligado a toparte con ese líquido. – ¿Pero no va a perder intensidad tu placer?, pregunté – Sos muy inteligente, me dijo, lo máximo sería que siguieras chapándome hasta que yo termine, incluso si te tragaras el semen, sería para morir. Pero no te sientas obligado, si no te agrada. Ahora yo tomé la iniciativa, le saque los calzoncillos, tomé su enorme pene con mi mano y sin pensarlo mucho, lo metí en mi boca. No me gustó al principio, pero luego me acostumbré al sabor y comencé a chuparlo mientas movía mi mano hacia arriba y hacia abajo. Colocó sus manos debajo de su cabeza y comenzó a disfrutar. – Ayyyy dios mio, no se puede creer que bien me lo chupas. Chupame más, chupame más, así, así, chupame más. Yo seguía apretando la base de su pene que no podía rodear con mi mano por el tremendo grosor, y trataba de meterme su aparato lo mas profundo posible. Mientras tanto el con los ojos cerrados y abriendo mas las piernas seguía gozando como loco. – Ayyyy, si hijo mio, que bien me chupas, siiii, siiiii, chupame mas. Me agarro la cabeza y la empujó hacia él, presionándome con fuerza. – Dale tragatela toda, tragala hasta la garganta que no puedo mas de la calentura. Ayyy, no aguanto mas, ya estoy, ya estoy, hay dios, hay dios, hay dios. En ese momento me soltó la cabeza para que pudiera apartarme. Ese gesto de consideración que tuvo, me hizo sentir la necesidad de hacer todo lo posible para satisfacerlo. Traté de concentrarme en lo que venía, un enorme caudal de líquido blanco y espeso. Hundí la cabeza un poco mas, y finalmente salió el primer chorro que inundó mi boca, me dio una arcada que no pude contener, abrí un poco la boca y derramé el semen por la comisura de mis labios, seguí chupando y moviendo mi mano, vino el segundo chorro, este si lo pude contener, trague lo máximo que pude, pero una parte se volvió a derramar, vino el tercer chorro que trague por completo, estaba satisfecho por ello, y llego finalmente el cuarto chorro, menos abundante que trague si dificultad. Solté su pene, levanté la cabeza y pude ver a mi padre mirándome a los ojos con una expresión de completa satisfacción. Se sonrió y me dijo: – Estuviste genial, es la mejor mamada que me han hecho en años. Estas palabras me hicieron sentir muy gratificado. – Buenas noches, dije. – Buenas noches, contestó. Pasé por el baño a enjuagarme la boca y me fui a dormir. A la mañana siguiente despertamos casi juntos, preparamos el desayuno, y si bien no existía la incomodidad de la mañana anterior, tampoco hubo comentarios sobre lo sucedido. Nos pusimos los trajes de baño y fuimos a la playa, bajando por el ascensor ambos nos reímos y me dijo: – Estuviste muy bien – Vos también, dije – Aprendes rápido, insistió – Lo único que hago es imitarte, lo que vos me haces a mí, luego te lo hago a vos. Hizo un silencio, aclaró su voz y dijo con un tono entre severo y ausente: -Bueno, pero lo próximo que te voy a hacer, vos no me lo vas a hacer a mi. En ese momento me quedé mudo, mi corazón se comenzó a acelerar, un frío recorrió todo mi cuerpo, trate de pedir explicaciones, pero no me salió la voz. Creo que el lo percibió, esta vez no me facilitó las cosas, no volvió a mirarme, bajó del ascensor, salió a la calle y se dirigió a la playa, yo lo seguí. A que se estaba refiriendo? Era posible que tuviera en mente lo mismo que yo? Era su intención poseerme, penetrarme? Yo no quiero eso en absoluto! Porque pensé esto, si el no lo mencionó?. No lo mencionó pero parecía estar claro, que era lo que me iba a hacer que yo no le haría a el?. Era obvio. Era contradictorio a su vez, había dicho 2 veces que “no va a ocurrir nada que no desees”, eso también estaba claro. Pero ese tono tan serio, como determinado a hacer lo que había decidido, aunque el tono de voz también era ausente. Y si para el no tenía tanta importancia el tema?. Mi respiración era profunda, acelerada, tenía miedo, un miedo atroz. Trate de hablar nuevamente pero no salía ningún sonido de mi boca. Comencé a respirar hondo, deseaba que no lo notara, pero era imposible, el notaba todo, tenía que tratar de disimular, pero porque no me ayudaba a aclarar el tema? Y si notaba mi estado de tensión y esto lo animaba seguir adelante?. Trate de tranquilizarme, de pensar en otra cosa, cuando este mas sereno le pregunto y aclaro todo. Pero preguntarle que? – Papa, ¿estas considerando la posibilidad de romperme el culo? Y si no era eso lo que pensaba hacer y el hecho que yo lo evaluara lo impulsaba a proponerlo. Ahí estaba yo. Hasta hacía 3 días solo soñaba con llevarme algún día una mujer a la cama, jamás ninguna imagen masculina había despertado en mí el menor interés, y ahora estaba preguntándome si mi padre me quería coger. En la playa no hablamos demasiado, por momentos parecía que todo era producto de mi imaginación y que lo que él tenía en mente era light, que estaba exagerando, pero por momentos creía que estaba demasiado claro cuales eran sus intenciones. Pero en este último caso, había mi padre planeado cada paso, o simplemente se dejó llevar por las circunstancias, y ahora su deseo lo hacía caer en contradicciones? Bueno, a la vuelta de la playa le voy a preguntar, es lo mejor. Solo tengo que elegir las palabras correctas. La pregunta debe ser neutra, no debo mostrar que es lo que pienso. Esta última conclusión me tranquilizó un poco. Ya con el sol casi poniéndose, le propuse volver. Llegamos al departamento en silencio, y preparamos la cena. En el momento del postre le dije: – Papa, ¿que es exactamente lo que quisiste decir esta mañana con “lo próximo que te voy a hacer, vos no me lo vas a hacer a mi”? – ¿Eso es lo que te tuvo preocupado toda la tarde?. Su respuesta fue como una bofetada, se daba cuenta de todo. -Si, contesté enseguida Se produjo un silencio eterno, miró un punto fijo en la mesa durante un rato, luego miró el plato donde estaba el postre, se llevó una cucharada a la boca, y dijo con el mismo tono entre severo y ausente: – Vos sabés perfectamente lo que quise decir. Me quedé duro, ¿me estaba confirmando lo que pensaba?, ¿o no? – Pe… pero, vos dijiste que “no iba a ocurrir na… nada que no deseara” Me maldije por tartamudear. – Puede ocurrir que vos no sepas lo que deseas, pero yo te lo voy a hacer saber, además, hijo, habiendo llegado hasta donde llegamos, ya no hay vuelta atrás.¿ No crees? No había dudas, nuevamente me quede mudo, mi mente no podía asimilar lo que estaba sucediendo. – Esperemos un poco, yo quiero aclarar las cosas, no quiero avanzar más, dije en un tono muy débil. – Entonces, a esta altura, lo mejor es que te vuelvas con tu madre, dijo duramente, sin sacar la vista de la mesa. Si querés te acompaño a sacar los pasajes, agregó. Me asustó su propuesta, pero no la tomé en serio, pensé que era ilógico que luego de 5 años de no verme, me mandara para casa a solo 3 días de haber llegado. Permanecí en silencio y el también. Nos fuimos a dormir ambos. Esa noche no hubo contacto. Yo desperté primero y preparé el desayuno, era un día nublado, parecía que iba a llover. Salimos a caminar por el centro. Hablábamos de temas generales, en los pequeños silencios de la conversación, pensaba: “tengo que decirle que quiero volverme”, pero esta actitud puede resultarle violenta, me pierdo las vacaciones, es para tanto?. Pero y si me quedo y lo toma como que acepto su idea?. Que idea?, no puede ser cierto lo que estoy pensando!. Definitivamente no!. ¿Y si lo es?, ¡pero si ayer no me toco! ¡Que confusión dios mio!. Bueno, en definitiva tengo su palabra de que “no va a ocurrir nada que yo no desee”. Esto es lo único que me salva, espero que lo cumpla. Aunque dejo abierta la posibilidad de no cumplirlo. Y como no lo va a cumplir?, ¿me va a obligar?, ¿me va a violar?. ¡Eso es imposible!. Si, definitivamente es imposible! Seguimos caminando hasta que llegó la hora del almuerzo. Comimos en un restaurante cerca del departamento. Estuvo serio, casi como enojado, de todos modos se comporto de manera amable, contestaba mis preguntas, seguía con interés los temas que yo proponía, pero cuando se terminaba alguno de los temas, se quedaba mudo. Ese incómodo silencio me llevaba a inventar otro tema trivial, que el seguía con cierto interés. – Esta por llover, vamos al departamento antes que nos mojemos, me dijo – Esta bien, contesté. Llegamos al departamento e inmediatamente se largó una lluvia torrencial. Fue al baño, yo estaba nervioso por su seriedad, ¿que estaría tramando? Salió del baño con su rostro serio, me tomó de los hombros, me miró a los ojos y me dio un profundo beso en la boca. Era la primera vez que lo hacía. Metió su lengua bien adentro, yo la tomé entre mis labios y la succionaba. Eso lo puso muy caliente, me siguió besando una vez, otra vez y otra, y otra vez mas, esta insistencia en los besos me marcaba que algo diferente iba a ocurrir. Yo estaba excitado y nervioso, el corazón se me estaba por salir del pecho, tenía una insoportable taquicardia. Me llevó de la mano a su cama. Se comenzó a sacar la ropa y con una mirada autoritaria me hizo saber que yo también debía desnudarme. Quedamos los dos desnudos en la cama, y el tomó mi pene y se lo llevó a la boca, dio un giro en señal de querer colocarse en posición de 69, lo ayude y me metí su pene en mi boca también. Así estuvimos un rato chupándonos, los dos estábamos muy calientes. Luego se levantó, se dirigió a un mueble cerca del baño. No veía lo que hacía, me tapaba con su espalda. Tardó un momento, parecía que buscaba algo. Al rato se dio vuelta, caminó en dirección a la cama, y vi. que traía una toalla en una mano y un frasco de vaselina en la otra. Ya no tenía ninguna duda sobre lo que estaba por ocurrir. – No papa, por favor, no. No quiero, me va a doler, te lo suplico, no quiero. – Vamos hijo, no llegué hasta aquí para que ahora te eches atrás, dijo como dando una orden. – Por favor, dijiste que no haríamos nada que yo no quisiera, y yo te juro que no quiero. – No me hagas perder el tiempo, también te dije que vos no sabes lo que deseas, no te quedó claro con eso? – Pero yo no lo deseo. – Confiá en mi, te va a gustar, me vas a pedir por favor que no pare de darte por el orto. Esto último me sonó vulgar, grosero, y me dio más miedo aún. -Por favor hablemos, tenes un pedazo muy grande, me vas a reventar, no voy a poder aguantarlo. -Al principio te va a doler, pero después lo vas a disfrutar. -Por favor, no quiero, dame más tiempo, ahora no, suplique. -Hijo, te dije claramente que esto no tenía vuelta atrás, que si querías irte, te sacaba el pasaje, y aún así te quedaste, ahora estoy al palo, con esta terrible calentura y me venis con un planteo histérico? -Pe… pero papá -Vamos, basta de hablar, recostate de espaldas, recoge las piernas que te voy a lubricar. ordenó levantando la voz. Hice lo que ordenó, me recosté de espaldas contra la cama y recogí las piernas, estaba temblando, esperé a que él haga lo suyo, metió los dedos en el frasco y me lo pasó por la abertura del ano. Luego tomó más vaselina y con uno de sus gruesos dedos buscó introducirlo. Se encontró con mi resistencia. -Vamos, aflojate, ordenó. Luego de mover en círculos su dedo, comenzó a entrar lentamente, pudo meterlo hasta la mitad, en ese momento lancé un suspiro. Luego tomó más lubricante y jugó en la puerta de mi ano con 2 dedos, los movió en círculos hasta que consiguió ensartarlos. -Ayyy dios, dije Realmente lo estaba disfrutando y me estaba relajando, pero por momentos pensaba que esto era una pesadilla y que pronto despertaría. Sacó sus dedos, tomó más vaselina y volvió a introducirlos, esta vez con mayor facilidad. -Ya estas listo, dijo en un tono mas calmado. Esa frase me hizo sentir terror pero también un intenso calor. Se posicionó en frente de mí y me levantó un poco más las rodillas, su pene se veía más grueso aún. Apoyó la punta en mi agujero. -Despacio, por favor, alcancé a decirle suavemente Y sin contestarme comenzó a presionar. Entre la estrechez de mi ano, y el grosor de su pene, no se logró ningún avance. Yo hice un gesto negativo con la cabeza como diciendo “así no va”, tomó nuevamente vaselina, me introdujo los 2 dedos, movió sus dedos hacia ambos lados para dilatar y luego volvió a posicionase. Estuve por pedirle nuevamente que vaya despacio, pero temí contrariarlo. Mi respiración era profunda, mi corazón latía a mil. Tenía miedo, el mayor terror que haya experimentado jamás. Nuevamente apoyo la cabeza de su pene, y esta vez pudo ganar un poco de terreno, la gruesa cabeza comenzó a introducirse y un agudo y punzante dolor me invadió completamente. -Ayyy, no, por favor, duele, dije gimiendo -Callate, hijo, que se va a escuchar. Siguió empujando muy lentamente, pero sin detenerse, hasta que entro la cabeza por completo. El dolor se hizo más agudo, más penetrante. -Ayyy, como duele, papa, me estas matando -Shhhh, callate, aguanta, que la cabeza ya entró. Ya entró la cabeza! Pensé. Yo no soportaba más, y todavía faltaba ese terrible tronco! Estuve a punto de empujarlo hacia atrás y salir de mi posición, pero recordé su cara seria y me quedé. Retomó la presión, el tronco se estaba deslizando lentamente. -Ayyy, por favor, sacamelo que no aguanto mas, me vas a desgarrar, es muy gruesa, no puedo, por favor, no puedo, me duele mucho, me duele. En ese momento levantó mis piernas por sobre sus hombros, y de un golpe insertó su miembro hasta la base. Fue un terrible dolor, sentí que se abría mi ano como si fuera penetrado por un cuchillo. Era un dolor insoportable, -Papa, por favor no puedo mas, me estas matando, me duele mucho, no puedo mas, sacalo por favor. -Ya esta todo adentro, aguantá un poco. -Hay hijo que culito apretadito tenes, que caliente que estoy. -Hay dios, no puedo mas, sacamelo, no puedo, no puedo. En ese momento empezó a moverse -Hay si, que caliente, que caliente, como me gusta cogerte Estas palabras comenzaron a calentarme a pesar del dolor, comencé a tener una erección y el inmediatamente lo percibió. -Ves hijo te estas calentando vos también, como me gusta cogerte, metértelo bien adentro, ahhhhh, siiiiii, que calentura, siiiii, como me gusta, ahhhh, siiiii El dolor seguía ahí, pero un poco más leve, de todas forma los empujes de mi padre, que cada vez eran más fuertes, me hacían ver las estrellas. – Ahhhh, si, ya estoy por acabar, no puedo mas, que caliente, siiii, ahhhh, siiii -Si, por favor acaba que no aguanto mas, me estas matando, por favor acaba. En ese momento se produjo el orgasmo, sentí un líquido caliente que me recorría por dentro, afortunadamente su miembro comenzó a achicarse y con esto el dolor iba cediendo. Por fin salió dentro de mí. Sentí un gran alivio. Me levanté, me limpié con la toalla y me acosté en mi cama. El se quedo inmóvil, extasiado de placer, había logrado lo que quería. Al instante se quedó dormido. Me quede repasando las imágenes vividas, no podía creer lo que había sucedido, al rato me quedé dormido. Desperté de la siesta y el aún seguía durmiendo. Ya era casi de noche, comí algo rápido y me puse a leer un libro. Pronto el despertó, no cruzamos miradas. El ambiente estaba pesado. También comió algo y se puso a leer el diario. Nos quedamos leyendo cada uno lo suyo hasta tarde. Tenía el ano irritado, dolorido, me latía. Luego cada uno se fue a dormir sin despedirnos. Recordé las imágenes de la tarde, recordé el dolor y el sometimiento que sentí. No hubo placer de mi parte, pero observé que esos recuerdos me produjeron una erección. Al otro día nos levantamos, desayunamos y fuimos a la playa. Una vez instalados el abrió la conversación. – Siento que haya resultado como resultó, pero yo estaba demasiado caliente como para detenerme. Tenés que comprender que no se puede llegar hasta el punto al que llegamos, sin terminar como terminamos, dijo en tono reflexivo – Tal vez yo no tenga experiencia, pero pudiste darme mas tiempo, pudiste dialogar mas. – Si no lo hacíamos de esta forma, no lo hacíamos mas, además toma en cuenta que solo estaremos 2 semanas en la costa, dijo. – Hijo, no quiero avasallarte, pero me gustaría que disfrutes de esta experiencia, quiero hacerlo otra vez, pero esta vez quiero que vos lo disfrutes. – Imposible, con ese monstruo que tenés!, olvidate – Podemos tomarnos mas tiempo, confía en mi, se que te va a gustar. No se porque pero esta última frase me calentó, de todas formas mi ano todavía me ardía, así que no di respuesta alguna. A la tarde, de regreso de la playa pasamos por una lencería, en cuya vidriera se exhibían conjuntos de tanga, corpiño, portaligas, etc. Nos paramos a mirar. Mi padre me miró y con una amplia sonrisa me dice: -¿No te gustaría vestirte de mujer y ser mi putita? Lo miré con furia, pero no pude resistir la tentación de reírme, no podía creer lo zafado que era, hacía 24 horas que me había casi violado y ahora alegremente me proponía una aventura sexual. Nos reímos juntos un buen rato, y el insistió con su propuesta.: -Me gustaría que uses ropa interior de mujer y seas mi putita. -Lo miré, miré un conjunto de ropa interior color negro con portaligas que tenía un maniquí, me puse rojo de la vergüenza y la calentura que me provocó, sentí unas tremendas ganas de jugar con ese enorme pene, y hasta talvez intentar ponerlo nuevamente en mi ano. -¿Porque no? -le dije- pero esta vez sin presiones. – Sin presiones, me contestó. -¿Cómo vamos a hacer para comprarlo? Le dije. – Digamos que le vamos a hacer un regalo a alguien, pero mejor voy a entrar solo. Llegamos al departamento con la ropa, la dejó en una mesa, me miró y miró la caja en la que venía, yo le dije: -Ni lo sueñes, por lo menos necesito 3 días para recuperarme. Cenamos en casa y fuimos a dormir. Me despertó cierta ternura el hecho que durante 2 días no haya ni insinuado la posibilidad de tener sexo nuevamente. Era la tercera noche, volvíamos de cenar y yo ya me sentía muy caliente, el dolor y el ardor ya habían desaparecido por completo, con lo cual decidí darle una sorpresa. Entré al baño con la ropa interior de mujer escondida y salí vestido con corpiño, una tanga que se me metía en la raya del ano y dejaba mis nalgas al descubierto, unas medias hasta los muslos sostenidos por unas portaligas y unos zapatos altos que él había conseguido. Me miré a un espejo y parecía una mujer, el único problema es que estaba al palo y no podía ocultarlo. Salí del baño y se quedó inmóvil mirándome. – ¡Pareces una puta!, me dijo asombrado – ¡Soy tu puta!, le dije con voz resuelta Me acerqué, le di un beso en la boca, me arrodillé y comencé a chupar su pene. – Ayyy, mi putita, que bien que me lo chupas, ayyyy, siiiii, chupame, chupame. Luego de una buena mamada, fui a la cama, me puse en cuatro patas, me corrí la tanguita para un costado y le pedí que me chupe el agujero del ano. Hizo lo que le pedí, los dos estábamos al palo. – No puedo mas, me dijo, te lo quiero poner. – Trae la vaselina, le dije. Trajo la vaselina y comenzó a untarme como la otra vez, pero ahora los dedos entraban mucho más fácil. Yo me pude relajar mejor y el se tomo mas tiempo para dilatarme. Luego de que sus 2 dedos jugaban cómodamente en mi ano, se puso detrás de mi, se untó vaselina en el pene y procedió a la penetración. – Por favor, despacio, le dije Apoyó la cabeza en mi agujero pero no avanzó. Nuevamente introdujo los 2 dedos y volvió a tomar su posición. Esta vez la cabeza de su pene entró con más facilidad. De todas formas me dolió bastante y le pedí que lo sacara. El lo hizo y comenzó nuevamente con los dedos. – Ya entro la cabeza, no va a ver problemas si aguantas un poco, quiero verte gozar. – Dale, metémelo, le dije Volvió a intentar la penetración muy suavemente. Su enorme instrumento comenzó a penetrarme, y el dolor nuevamente me invadió. Pero esta vez era un dolor soportable. – ¿Te duele?, me dijo – Si, me duele, conteste – ¿Querés que te lo saque? – No, no, puedo aguantar, dale, metelo un poco mas Lo introdujo un poco más, y rápidamente estaba totalmente adentro. – Ayyy dios mio, entró todo, dije – ¿Te duele?, preguntó. – Duele, pero está pasando, me gusta tenerte adentro – Ayyy, siiii, me gusta cogerte – Dale, movete, cogeme, soy tu puta – Siiii, sos mi puta, ¡sos mi putita caliente! – Ayyy, que terrible pedazo que tenes, que duro, que grueso – Vos me lo pones así de duro, porque sos una perra calienta pitos – Ayyyy, papa, dame mas, dame mas, que acabo – Toma, puta, toma, puta, toma Agarró mi pene con fuerza, lo masajeó un poco y acabe de una forma genial, con ese enorme monstruo adentro que presionaba mi próstata mientras eyaculaba. Él siguió bombeando, haciendo más y más presión. – Dame, papa, dame tu leche, dije – No putita, voy a hacerlo durar, porque quiero que acabes otra vez. – No voy a poder, dije – Si, que vas a poder, porque sos mi perrita, y mi perrita acaba cuando yo le digo En ese momento comenzó a tirarme del pelo y a metérmelo mas adentro, me ponía ese grueso sable hasta que los testículos golpeaban contra mis glúteos, estaba como loco. Eso hizo que se me vuelva a parar. Cuando vio mi erección, comenzó a pegarme con la palma de la mano en las nalgas y me decía: – ¿Ves putita que estas otra vez caliente?, ¿ves putita que vas a acabar otra vez?. Esas palabras me pusieron otra vez a mil, y realmente estaba otra vez para acabar. – Metemelo mas, cogeme, rompeme bien el culo, abrimelo todo, haceme mierda como la otra vez, rompeme el culo bien roto hijo de puta. Mis palabras lo pusieron más loco aún y comenzó a pegarme más fuerte en las nalgas y a tirarme más del pelo. – Ayyyy, siiii, haceme mierda, siiii, no puedo mas, ayyyyy, ya estoy, ya estoy, ya estoyyyyyyyy – Siiiii, mi perra puta, ya estoy yo también, siiii, siiii, siiiii, ahhhhhhh Así fue que acabamos juntos en esta tremenda cogida. Caímos en la cama y no nos movimos más. Estábamos extenuados. Finalmente, quedamos dormidos.
gran relato como sigue
UFFFF… Está genial!!!! Ojalá pronto subas lo que siguió después de eso…. Te felicito.
que linda historia! me hubiera encantado tener un padre así que me desvirgue…
Que rico como con la lenceria te volviste una puta de verdad.