El Pana de la Moto
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mikepicaro.
No recordaba que el carro está malo, apenas pude llegar anoche.
¡Y mira la hora! Un café y a la calle… estoy terminando de ponerme la corbata y los pensamientos de todas las cosas que tengo pendiente hoy que me abruman.
Bueno lo cierto que después de tanta corredera, ya llegué a la estación del Metro.
Ya llega… ¡Qué maravilla el vagón no tiene aire! “El día pinta muy bien”.
… y mejora cuando solo ha recorrido dos estaciones y el operador anuncia <fuerte retraso>… no tengo tiempo… salgo a la calle a buscar un taxi… pero nada.
A los metros veo una línea de moto-taxi… no me queda otra.
>>: Buenos días, ¿Hermano, quien sale?
Moto1: Buenos días jefe… ¿A dónde va?
>>: A Chuao
Moto1: Milonga
>>: Que… ¿tienen servicio de helicópteros?
Moto1: Ese es el precio
>>: Dale, que más
Moto1 (grita): ¿Quién sale? Carrera para Chuao
Moto2: Ya lo dijo… yo mismo soy… vámonos doctor… Aquí está el casco.
Al tiempo que me esboza una gran sonrisa… dejando ver sus aparatos de ortodoncia.
Bueno con el casco y los lentes de sol, era lo que más resaltaba.
>>: Vámonos
Así nos vamos, rumbo a la oficina.
En el camino va muy conversador y muy alegre, pero la verdad que poco escucho, poco llego a entender, pero trato de asentir a todo lo que dice… será por educación.
Moto2: ¿Lo dejo aquí, patrón?
>>: Delante de la camioneta gris, porfa
Moto2: Ya lo dijo
>>: Aquí está, mil bolos, fue lo que dijo el otro pana.
Gracias papa… feliz día
Moto2: Ta bien patrón.
Mi nombre es Angelo… si quiere anota mi teléfono, cualquier carrera que necesite, me llama…
Justo aquí, fue el instante reparé en él, justo aquí lo detallé.
Quizás ayudó que al momento que me hablaba se quitaba los lentes y dejó ver sus ojos caramelo.
Yo no acostumbro sacar el teléfono en la calle, Caracas no es una ciudad mu y segura… así que me limito a decir:
>>: Dime el número… tengo buena memoria (no es cierto)…
Tampoco tenía intención de recordarlo… otra vez… fue sólo educación.
Así que me limité a repetir un par de veces el número, para luego despedirme y seguir rumbo a mi trabajo.
No le había ganado al tiempo, pero mi energía había cambiado.
Así comencé esa mañana con otra perspectiva…
Pero hagamos una pausa… A estas alturas se preguntaran ¿Quién Soy?.
Mi nombre es Luis Fernando, al tiempo de este relato, voy a cumplir 30, aunque realmente no los aparento.
Ya no hago deportes como antes, pero me mantengo en forma, por lo general corro y de vez en cuando voy al gimnasio o subo al Ávila.
Soy delgado, ya no tanto, ojos café, 1.77, piel bronceada y nunca pierdo mi gran sonrisa.
Aunque con el amargado de mi jefe eso importa poco.
Soy ingeniero electrónico y trabajo de consultor en una compañía que vende servicio de internet.
Vivo solo en un apartamento tipo estudio y no me va mal, realmente no, a pesar de todas las cosas que me han pasado en este viaje, de todo lo que he hecho y que me han llevado a perder todo contacto con mi familia desde hace unos años.
Pero nada de eso me quita la perspectiva, o por lo menos eso creo.
Hubo un tiempo en que me consideraba bisexual, pero a como estaban las cosas ahora más bien se podría decir que soy asexual.
Pero ya habrá tiempo de ponernos al día, eso será cosa de otros relatos.
Vamos a ver si me animo más adelante, de momento nos centramos en lo que corresponde.
El día transcurría normal, entre llamadas a los clientes, navegando por internet y calándome las impertinencias de mis colegas.
Pero había un pensamiento recurrente, llegaba como flashback, no sé si les ha pasado.
De a ratos llegaba a mi mente, el chico de la moto.
El taxista de dos ruedas.
No lo había detallado más de un minuto, pero a mi mente llegaba su tez blanca, sus ojos miel aunque con mirada de asesino, sus labios finos que acompañaban su sonrisa desparpajada, su contextura similar a la mía, pero algo más bajo, tendría entre 19 y 20 años.
Hasta recordaba que olía bien.
Eran pensamientos que llegaban de a ratos y que espantaba cual mosca fastidiosa.
Lo cierto que en Mercadolibre conseguí el repuesto que necesitaba para mi carro, así que llamé a Antonio (el mensajero) para que me lo buscara, pero me dijo que andaba hasta el culo (ocupado).
Y no se me ocurrió otra mejor idea que llamar, a quien más, a Angelo, que conveniente.
Lo más singular de todo esto es que no se me olvidó el número… convengamos en que era fácil de recordar… bueno y que mi subconsciente es un puto en potencia.
Angelo: Aló… si diga
>>: Pana… necesito una carrera… yo soy el carajo que dejaste en Chuao est…
Angelo: … Si ya se papa ¿A qué hora te paso buscando?
>>: Ah… esteee… sabes una cosa… mejor no…
Angelo: ¿Qué pasó?.
>>: Es que necesito buscar un repuesto en Quinta Crespo que compré en Mercadolibre, ¿será que tú puedes buscarlo por mí?
Angelo: Si claro papa, cuente con eso
>>: ya te paso los datos por mensaje y me haces esa segunda… después cuadramos la carrera
Angelo: Ya lo dijo…
No suelo ser tan confiado, pero esta vez decidí hacerlo.
Lo curioso, me contestó como si estuviese esperando mi llamada o serian ideas mías… a estas alturas no sabía.
Lo cierto es que a medida que transcurrían las horas me ponía más inquieto, el tipo de la moto no se reportaba.
Terminó la jornada de trabajo y nunca llamó.
Lo llamé, pero tenía el móvil apagado.
Me quedé con una cara de tonto, que me sentí el tipo más imbécil del planeta por lo que quedó del día.
Que sensación tan perra.
Así transcurrieron las horas, así terminó mi día, así comenzó mi mañana.
Ese sábado lo llamé un par de veces y nada.
Me di por vencido… por robado, que más.
De repente, eran las 9 de la mañana cuando suena el teléfono, y sí, era él.
Angelo: Coño pana me da pena contigo… pero se me jodió la batería del teléfono… le acabo de poner otra por eso te estoy llamando
¿Tú le creerías? Ah pero que tanto…
>>: Tranquilo pana…¿buscaste la vaina?
Angelo: si, aquí la tengo… ¿A dónde te la llevo?
Dudé un segundo
>>: Te paso la dirección por mensaje, me avisas cuando estés abajo
Angelo: Ya lo dijo… voy saliendo
Ahí estaba… franelilla blanca, shorts negros como los de surfistas, con el casco bajo el brazo y una caja en la otra mano.
Esta vez sí lo detallé de arriba abajo.
Se le detallaban los pectorales como de quien juega básquet, con la cintura delgada y las cadres escurridas, no tenía vellos en los brazos y muy pocos en las piernas.
Angelo: Esto es para tu carro?
>>: Si, ahora debo llamar al mecanico
Angelo: si quieres te lo montó yo, esto no es gran cosa ¿Qué? No te prende?
>>: Se apaga.
Angelo: ¿Le echamos bolas?
>>: Si va, pasa (abrí el portón) deja la moto allá… ese es mi carro.
Angelo: ya lo dijo.
Fue rápido, la verdad no duró mucho.
Y el carro encendió sin mayores contratiempos.
>>: ¿Cuánto te debo?
Angelo: Las gracias papa, eso por lo la desaparecida de ayer… pensarías “este choro coño e madre me robó” y no te quito razón
>>: no vale… bueno la verdad que un poco lo pensé… ¡chamo, mírate! te ensuciaste todo
Angelo: tranquilo, no le pares.
Si ya ando como un loco
>>: Pero si quieres subes y te presto algo, tampoco vas a andar así todo marrano
No piensen mal, en verdad soy un alma caritativa.
¿A quién engaño? A estas alturas quedaba poco margen de acción.
Mientras subíamos en el ascensor lo miraba fijamente, mientras el mantenía la mirada en el limbo.
Como desentendido de todo.
>>: vas a querer algo? Ya desayunaste? Agua?
Angelo: yo ya comí, pero si tienes café
>>: mmmm te gusta el café?
Angelo si, ¿Por qué?
>>: no nada, bueno ¿te gusta todo lo amargo que tenga su dulzor?
Angelo: ¿las cosas que que…? Qué idioma hablas pana… no entiendo… es mas aparte del café que más podría ser?
>>: El sexo, por ejemplo
Se quedó en silencio, mientras yo lo observaba, para ver cuál era su reacción.
Noté su pena, entonces me le acerqué…
>>: ¿dije algo indebido?
No respondió, apenas atinó a verme, pero no era capaz de sostener la mirada.
Así que me acerque más.
Cuando estaba ya tan cerca que me ve y solo dice
Angelo: no… pana no
No le hice caso y lo besé.
Fue un beso suave y trató de apartarme pero con poco esfuerzo, quitó la cara pero le tomé la quijada sutilmente y lo alcancé a besar suavemente otra vez.
Luego intenté retirarme…
>>: Voy por tu café…
En ese momento me agarró por el brazo, me haló y me besó, pero el de él no fue un beso leve.
Fue un beso con furia, un beso con lengua y pasión.
Sus aparatos me molestaron un poco, pero no importó.
Y si… papito, es decir yo, estaba nuevamente el ruedo.
Luego se separó, pero aproveché para quitarle la franelilla y lo agarré por la cadera.
Estaba sudado, pero olía rico.
Yo estaba excitadísimo.
Lo besé por el cuello, la oreja, las mejillas… hasta llegar nuevamente a sus ricos y suaves labios.
Angelo: ya… quédate quieto déjalo así…
>>: Que… no entiendo…
Sencillamente no quise entender, lo agarré por las dos manos y lo llevé al sofá.
Lo dejé caer y me abalancé sobre él, allí seguí besándolo… rodamos y caímos en la alfombra.
Quedó encima de mí, a esas alturas su short estaba desabrochado y yo tenía las manos debajo de su bóxer.
¡Qué delicias de nalgas! no eran grandes, pero eran duras y totalmente lampiñas, y como percataría más adelante, todo su cuerpo.
De momentos trataba de zafarse y decía, “no” “para para”, de momentos gemía muy levemente y me apretaba fuerte.
Eso me provocaba más excitación.
>>: quítate los zapatos… chico malo
Angelo: ¿Qué hora es? Me tengo que ir
>>: Quítate los zapatos… anda ven
A lo que obedeció, mientras yo quedaba en bóxer.
Lo levanté y lo llevé a la habitación.
Lo empuje en la cama y le quite short y bóxer de una.
Su cuerpo delgado, se le marcaban los abdominales.
Le besé el pecho, y seguí besándolo hasta llegar al ombligo.
No me había rasurado la cara en unos 2 días, lo que le hacía estremecer de a ratos.
Hasta que llegué a su pene, unos 16 cm, delgado, circuncidado con una ligera desviación hacia la izquierda.
Allí estuve un rato.
Su glande era seda.
Ahora gemía un poco más alto, mientras me revolvía el cabello suavemente y de vez en cuando lo halaba levemente.
Intenté levantar una pierna mientras lamía sus bolas y su ingle, pero no me dejaba.
Yo insistía pero no me dejaba, solo repetía: “no por ahí no… eso no pana”, eso de momento se convirtió en una lucha de poder.
Por fin cedió y pude subir, no una pierna, sino las dos, hasta quedar totalmente al frente de su hoyito… en ese momento hiso resistencia y alcanzó a decir…
Angelo: no…no
>>: Tranquilo papi… tú solo disfruta… no pasa nada.
Que rico culo, rosadito, sin un pelo, me olía a gloria.
Y allí comencé, primero beso negro, luego a trabajar mi lengua, de a ratos le daba pequeños mordiscos en las nalgas.
Ahora gemía mucho más alto y halaba mi cabello más fuerte.
Me dolía, pero me excitaba aún más.
En una de esas sentí como se contraía su ano bruscamente… no puede ser, pensé.
Cuando subí a mirada para ver, había acabado… ¡y de qué manera! Le había llegado el semen hasta la cara.
Angelo: Lo siento papa, no me pude aguantar… primera vez que me hacen esto
>>: Ja, Na güeboná… mírate.
Ya te traigo una toalla.
Angelo: coño papa, mala mía… ¿tú no vas a acabar?
>>: Ahora no… total tú no te vas todavía
Angelo: coño si… me tengo que ir
Yo: yo creo que no
No me podía quedar así.
Pero si se fue o se quedó y lo que pudo pasar luego… ya será cosa de otro relato.
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