EL PASAJERO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por bobbymilkito.
El trayecto de regreso duraba alrededor de una hora y habiendo ya pasado cuarenta minutos una buena parte de pasajeros se había bajado pero aún todos los asientos se encontraban ocupados aunque Antonio agradecía ya no viajar apretado.
Por momentos cerraba los ojos para descansar al menos la vista ya que sus pies aún no podían hacerlo y sin darse cuenta se queda dormido por un segundo pero despierta de inmediato antes de caer al suelo.
Decide entonces que lo mejor es mantener los ojos bien abiertos para evitarse un accidente.
Su mirada comenzó a explorar el interior del bus.
Iba viendo a personas dormidas con la boca abierta, un par de parejas besándose, amigos conversando pero su mirada frenó de inmediato en cuanto vio las nalgas más deliciosas que había tenido la oportunidad de contemplar.
El dueño de tremendo atributo se encontraba de pie igual que él a menos de un metro de distancia vestido con ropa deportiva; polo, short y zapatillas.
Era evidente que venía de jugar un partido de fútbol.
El sudor seco sobre su rostro y su atuendo sucio le permitió deducir eso.
Posó la vista demasiado tiempo sobre aquel trasero que el observado se percató.
Miro fijamente a Antonio y éste al verse sorprendido volteó la mirada avergonzado.
El transporté paró en el antepenúltimo paradero.
Muchos pasajeros bajaron dejando libres varios asientos.
Antonio se acomodó rápidamente en uno que daba a la ventana.
Rogaba para que el muchacho de las deliciosas nalgas se hubiera bajado también.
Tanta era su vergüenza que decidió hacerse el dormido para no cruzar la mirada con el nalgón por si éste aún continuaba viajando en el bus.
Luego de un rato sintió que alguien ocupó el asiento al lado suyo e inmediatamente comienza a sentir la pierna de esa persona rozándole.
Con el rabillo del ojo observó con sorpresa que esa persona era el muchacho nalgón.
De todos los asientos que quedaron libres él se sentó justo a su costado y le estaba rozando la pierna.
Era demasiado bueno para ser verdad, pensó.
Evidentemente aquel muchacho quería con él.
Antonio entonces correspondió el roce que le hizo el nalgón con otro roce y enseguida intercambiaron miradas cómplices.
El transporté paró en el penúltimo paradero y esta vez muy al contrario del paradero anterior Antonio deseaba que por nada del mundo se baje ahí su vecino de asiento.
El muchacho se quedó sentado a su lado y el transporté prosiguió su camino.
Antonio quería hablarle, presentarse, preguntarle su nombre y sobretodo abalanzarse sobre él pero no podía hacerlo.
Una señora mayor se encontraba detrás de ellos así que debía de esperar llegar al paradero final para conversar con él una vez que estén en la calle.
Pero mientras tanto aprovecharía en juguetear un poco.
Así que los roces siguieron pero ya no solo de piernas sino también de manos.
Logrando con todo eso excitarse más.
Finalmente llegaron al último paradero.
Al ponerse de pie cada quien trataba de ocultar su erección pero para el muchacho nalgón le era más complicado pues estaba con un short deportivo.
Afortunadamente los pocos pasajeros que quedaban se encontraban más preocupados en bajarse e irse a sus hogares que ni prestaron atención a la erección del muchacho.
Antonio y el nalgón una vez en la calle caminaron callados por un pequeño tramo uno al costado del otro hasta apartarse de los demás pasajeros.
Antonio: Hola.
Nalgón: Hola.
Antonio: ¿Cómo te llamas?
Nalgón: Pedro.
Antonio: Mucho gusto Pedro.
Mi nombre es Antonio.
Pedro: Igualmente.
Antonio: ¿Cuántos años tienes Pedro?
Pedro: Tengo 20 años ¿y tú?
Antonio: Yo tengo 27 años ¿vienes de jugar fútbol?
Pedro: Sí.
Hoy tuvimos campeonato con los chicos de la universidad.
Antonio: ¿En serio? ¿Y qué estudias?
Pedro: Ingeniería de Sistemas.
Antonio: Interesante.
Yo estudié administración.
Por cierto, ¿vives cerca de aquí?
Pedro: En realidad mi paradero es el penúltimo pero al ver que tú no
bajabas decidí proseguir la ruta contigo.
Quería conocerte.
Antonio: Y yo a ti.
Estaba rogando para que no te bajaras hasta el paradero final.
Pedro: jejeje…bueno no lo hice y aquí me tienes.
Antonio: ¿Sabes? Pensé que te habías molestado cuando te diste cuenta que te miraba el trasero.
Pedro: jajaja…no, más bien me sentí halagado al ver la cara de imbécil que tenías.
Antonio: jajaja…pero tienes que reconocer que tienes unas buenas nalgas.
Y como dices tú me quede imbécil al verlas.
Pedro: Sí, lo sé.
Mis amigos me joden a veces en la universidad.
Y creo que uno por ahí me tiene ganas pero con la gente de la universidad no me meto pues luego puede haber problemas.
Antonio: Me parece bien.
Y bueno, como me gusta ir al grano y ya que tú y yo al parecer nos agradamos te propongo irnos a un lugar más tranquilo.
Pedro: ¿A un hostal?
Antonio: Conozco uno cerca de aquí donde no se hacen problemas con alquilar una habitación a dos personas del mismo sexo.
Pedro: Entonces vamos.
Tal y como Antonio había dicho, en el hostal los dejaron pasar sin problemas y una vez dentro de la habitación él ya no pudo contenerse.
Puso contra la pared a Pedro para besarlo sin hacerle caso a su pedido de que lo deje ir a tomar una ducha primero.
Le dijo que le excitaba como olía mientras lo besaba.
Su traviesa lengua se movía en la boca de Pedro de una forma ondulante calentando mucho más al muchacho mientras que sus manos apachurraban fuertemente sus nalgas por encima del short.
Y a pesar de que las manos de Antonio eran grandes le parecía que no eran lo suficientemente grandes para semejante trasero.
Luego se arrodilló e hizo que Pedro se volteara.
Le bajó el short para verle el culo.
En verdad era un tremendo culo.
Sumamente redondo y completamente lampiño.
Abrió las nalgas de Pedro y enterró con desespero su nariz ahí.
La respiración caliente sobre aquel ano hacía gemir a su dueño pero luego la lengua de Antonio lo hizo gemir aún más.
De rato en rato dejaba de lamer el ano para mordisquearle las nalgas.
Parecía que Antonio literalmente quería comerse ese culo.
Teniendo a Pedro ya bastante caliente y dilatado a base de tan buen beso negro.
Su ano pedía ser penetrado.
No hizo falta que lo pida más de una vez.
Antonio se puso el condón que había comprado en la recepción del hostal y penetró aquel culo sin contemplaciones.
Eso le gustó mucho a Pedro.
El sexo fuerte era lo suyo.
Gozaba con que se lo follen a lo bruto y a Antonio le gustaba coger de esa forma.
Al mismo tiempo que lo embestía con intensidad en posición de perrito le jalaba del cabello con una mano y con la otra le daba unas fuertes nalgadas.
Habiendo ya pasado unos 50 minutos, con el cuerpo lleno de sudor y aun bombeando el interior de Pedro pero ya a punto de venirse Antonio le preguntó jadeando dónde quería la leche.
Él le dijo que la quería en toda su cara.
Antonio se quitó rápidamente el condón y apuntó su verga con dirección al rostro de Pedro cubriéndoselo con una espesa capa de semen dando así por finalizado un sucio, pervertido y riquísimo encuentro sexual.
Luego de aquella experiencia Antonio y Pedro nunca más volvieron a coincidir en el transporte público pero para Antonio el regreso a casa dejó de ser la peor parte del día.
En adelante intentar encontrar un pasajero dentro del bus con quien hacer la ruta hacia el hostal como lo hizo con Pedro se convirtió en su pasatiempo favorito y aunque no siempre tenía éxito encontrándolo siempre se divertía buscándolo.
ESPERO QUE MI HISTORIA LES HAYA GUSTADO.
COMENTEN SI QUIEREN QUE ESCRIBA MÁS.
Saludos,
@bobbymilkito ;P
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