El Pequeño Infierno
Ver a un padre disfrutar depravadamente de su pequeño hijo de 5 años fue mi pecado..
Esta historia trata sobre cómo pude sentir inconscientemente el placer de ver algo que nunca había esperado ver: Un padre mostrar su depravado deseo por su hijo de 5 años.
Permíteme contarte más de esta historia si así lo deseas.
Soy médico de profesión en mi ciudad, en este momento me estoy especializando en pediatría y siento un fuerte cariño por los niños, sobretodo los más infantes porque veo en ellos todo un mundo por explorar (no en materia sexual… hasta ahora). Soy curioso de cómo evolucionan sus procesos físicos, motrices, psicológicos y de personalidad. Soy algo así como un científico infantil.
En mi aspecto físico no soy muy relevante. Tengo cabello negro y corto, mido 183 cm, mi piel es trigueña, algo de vello corporal, barba, un poco subido de peso y creo que ya eso es lo más importante de mi cuerpo… realmente poco relevante.
Hace algunos meses estuve recibiendo en consulta a un padre viudo y a su pequeño niño de 5 años. Sus nombres son Fernando y Alejandro respectivamente. El motivo era que el pequeño Alejandro (un niño bastante lindo, de tez blanca, ojos grises, cabello ondulado y castaño claro, de contextura física normal pero de culito levantado, ligeras muestras de vello en sus piernas y brazos, nalgas blancas, también cubiertas con un corto vello rubio que las hacía ver cómo terciopelo, ano con forma de asterisco, rosado y sin imperfecciones) presentaba una constante inflamación en la mucosa intestinal lo que le producía diarrea aguda o estreñimiento prolongado. Aún desconocíamos la causa que determinaba cuál problema estomacal iba a tener, pero estábamos seguros que tenía un problema que requería constante revisión y ayuda profesional.
Para mi no era una novedad revisar la cavidad anal del pequeño Alejandro y para su padre Fernando ya era algo rutinario también. En nuestras consultas no había ni un ápice de morbo a la labor que desempeñaba.
Fernando permanecía sentado en una de las dos sillas para pacientes que tenía mi consultorio mientras una enfermera y yo revisabamos en la camilla al niño anestesiado (este proceso es generalmente doloroso) con la idea de encontrar la causa de los males de la criatura.
Varios meses estuvimos en ese proceso sin encontrar ninguna explicación viral, bacteriana, parasitaria o traumática… simplemente el niño estaba visualmente bien. Con lo que concluí que el problema podría ser genético o psicológico.
En esas fechas la pandemia golpeó mi centro médico con fuerza, sumando deudas a las que ya teníamos y teniendo que cerrar sus puertas para siempre por falta de financiamiento.
Admito que estuve un tiempo sin qué hacer, preocupado y abrumado por la situación como muchas otras personas en el mundo. Mi clínica era mi sueño, mi vida, mi pasión y mi mayor honra… No haberla podido salvar tuvo un efecto muy fuerte en mi.
4 meses después del cierre opté por reabrir mi consultorio de pediatría en mi propio apartamento, adapté algunas zonas para tal fin y para su inauguración me coloqué en contacto con mi paciente estrella, Alejandro. Grata fue mi sorpresa cuando me enteré que su padre Fernando también llevaba mucho tiempo tratando de ponerse en contacto conmigo porque era el único en quién sentía confianza para poner el culito de su hijo en revisión.
Los recibí en mi consultorio una fría tarde de miércoles, les mostré las nuevas instalaciones y parte de lo que quedaba de mi apartamento, servilmente los atendí como se lo merecían y celebramos el inicio de un nuevo comienzo de mi sueño.
Con mis guantes y mi mascarilla puestos me dispuse a atender la cavidad rectal del pequeño Alejandro.
En el examen preliminar pude notar que el ano del pequeño no dilataba, por lo que supuse que los últimos meses había tenido un episodio recurrente de estreñimiento. Lubriqué su ano y mi dedo meñique con gel y procedí a comenzar a dilatarlo suavemente con movimientos circulares para que su esfínter externo se relajara. Mientras lo hacía hablaba con Fernando de sus cosas del trabajo, el estudio del pequeño niño, cómo estaba sobrellevando la muerte de su esposa y la pandemia…
_ Bien doctor, bien dentro de lo que se puede y sin el ánimo de preocupar a mí niño más de lo que ya lo está_ Me contestó.
Unos 10 o 15 minutos después del proceso de dilatación por fin pude introducir mi dedo en su ano. Procedí a lubricar mi índice y corazón y a repetir el proceso nuevamente, la meta era introducir un pequeño espéculo que tenía para expandir el ano y el recto del niño y revisarlo.
Le comenté a Fernando que posiblemente el mal del niño tuviera origen genético o psicológico y que debía estar preparado para dos escenarios. Vivir para siempre con él y ese mal o acompañarlo a terapias psicológicas hasta descubrir qué lo producía.
Sin darme, ya tenía mis dos dedos dentro del recto del niño. Las personas anestesiadas suelen ser más fáciles para revisar o intervenir ya que, en general, todos sus músculos están relajados. Puse gel lubricante en el espéculo y comencé a introducirlo como de costumbre.
_Doctor_ Escuché que Fernando me llamaba _¿Es muy raro si observó de cerca lo que hace?_ la verdad no me pareció raro que un padre quisiera participar de una manera visualmente más activa del tratamiento de su hijo, lo que sí me pareció raro es que nunca antes se había interesado por ello. En la clínica permanecía sentado en la silla todo el tiempo que durará el procedimiento, sin mediar mayor conversación que contestar lo que la enfermera y yo le preguntábamos o, quizá, sí acaso, preguntar el costo de algún medicamento.
Lo invité a observar a mi lado y de pasó le pedí que se colocara mascarilla y guantes por si quizá necesitaba de su ayuda con algún implemento que no pudiera alcanzar fácilmente.
En general estuvo en silencio mirando cómo iba abriendo el ano de su niño de 5 años, como iba dando luz a ese rojo recto y como introducía mis dedos en ese agujero para facilitar el proceso y que no fuera muy doloroso para el pequeño.
Escuché que la respiracion de Fernando comenzaba a agitarse y a ser cada vez más profunda, supuse que era por la mascarilla que se le dificultaba respirar.
_¿Puedo tocar también?_ Me preguntó.
En ese momento sentí un fuerte corrientazo frío que recorrió todo mi cuerpo. Mirándolo solo atiné a asentir con mi cabeza. Saqué mis dedos del recto del niño y vi como Fernando se quitaba los guantes de sus manos y procedía a introducir sus dedos índice y corazón de la mano derecha en el agujero dilatado que yo había abierto.
Estuve mudo del impacto, solo me limité a mirar como aquel padre acariciaba con sus dedos las paredes del recto de su hijo. Fernando estaba absorto en un éxtasis que nunca en mi vida había visto.
Pude notar como su respiración era rápida y profunda, casi que trataba de meter la cara entre ese agujero, cómo movía y removía sus dedos dentro del infante, como con su otra mano acariciaba el cabello de su hijo, como en su jean se marcaba un enorme bulto que sin lugar a dudas evidenciaba una enorme erección que estaba teniendo el hombre en aquel momento.
Me miró y me dijo _siempre quise hacer esto, siempre quise ver lo que usted veía cuando abría a mi niño e introducía sus dedos y sus instrumentos de trabajo dentro de él_ Volteó a mirar de nuevo el agujero, dejó de acariciar el cabello de su hijo y se quitó la mascarilla para poder escupir saliva dentro del recto del niño.
Se bajó la bragueta del jean y dejó salir su enorme pene, muy velludo, blanco, de unos 20 o 21 cm, recto y venoso. Se estuvo masturbando mientras lamía los dedos que introducía dentro del intestino de su hijo una y otra vez, mientras respiraba el olor que salía de aquel agujero por el calor de la humanidad y la vida del pequeño, mientras escupía unas veces saliva y otras veces gargajos dentro del niño.
Yo solo permanecía atónito a la escena… Sin decir nada, sin hacer nada, sin moverme… Petrificado de la impresión.
Fernando eyaculó sobre el rostro del niño, sacó los dedos de aquel recto, limpio los restos de semen que le habían quedado en su pene y lo guardó de nuevo bajo su jean.
Me miró y me dijo que si por favor podría despertar a Alejandro que ya se iban a ir para la casa _Muchas gracias por su ayuda doctor, espero volver pronto a su nuevo consultorio. Me gusta más que sea así, solitario. La enfermera me desagradaba mucho. Respecto a lo que acaba de pasar, le recomiendo que no le diga nada a nadie porque su silencio lo hizo cómplice… Además, por lo que veo también le estaba gustando jajajaja_ Mientras reía miró mi entrepierna. Yo sin entender qué estaba pasando también me observé y vi que también tenía mi pene erecto bajo mi pantalón… No sé en qué momento había pasado… Pero allí estaba yo, cómplice de algo sin saber ni cómo pasó esto.
Extraje el espéculo del recto del niño mientras Fernando esperaba en silencio en la silla de siempre, limpie su ano de los restos de gel lubricante, de saliva y de los amarillos gargajos que habían quedado afuera. También limpie su inocente y dormido rostro del semen de su padre, traté de dejarlo lo más puro y virginal que pude. Lo desperté y lo devolví a su padre tal como me lo había pedido.
Fernando lo tomó cargado, me pagó la consulta más un recargo voluntario por «honorarios» y se fue con el pequeño Alejandro aún medio dormido.
Ese día no pude trabajar más, estuve anonadado pensando todo el día lo que había pasado, sí quizá era un sueño o no… Y tratando de explicar mi erección. Conscientemente jamás sentí morbo… Pero fue evidente que mi cuerpo sí.
Antes de irme a dormir recibí una llamada, era Fernando que decía: _Buenas noches doctor, perdone molestarlo tan tarde pero quería felicitarlo por el compromiso mostrado de su parte esta tarde, siempre supe que usted era un hombre de confianza y con quién podría desbocar mis más perversos deseos. Su silencio me resulta agradable. Siéntase feliz de saber que ahora tiene dueño y que su conocimiento va a estar a mi depravado servicio hasta que me cansé. Evítese problemas y siga igual de sumiso como lo estuvo ahora.
Espero descanse mucho. Próximamente pediré una nueva cita con usted. Cordialmente_
Colgó…
Por favor, les agradecería si me dejan sus comentarios tanto aquí en el espacio de comentarios, cómo por mensaje a mi Telegram (@dragondera) para saber si el contenido les ha gustado y motivarme a compartir la continuación.
Así mismo, recibo comentarios para mejorar y poder despertar sus deseos más enfermos.
Un fuerte abrazo. Siempre disponible,
Ricardo,
Médico Pediatra
Buen relato, me encantaría ver como se desarrolla esta historia. Un poco enredada la fantasía pero te doy puntos por tener imaginación y brindar algo nuevo, que es lo que se necesita por aquí. Por favor continua.
Queda uno con ganas de más…
He quedado igual.
Espectacular!
Que rico morbo con el relato, buen inicio
más más más !!!!
Maravilloso. Gran escritura y super excitante historia. Se pueden sentir las emociones de los personajes, por lo bien escrito. Espero continues compartiendo tus relatos.
lo mejor esta por venir, ver como el padre folla a su hijo y seguro lo compartirá con vos👍
Que lindo es leer algo cuando esta bien escrito!!! extrañaba eso.. cruzarme con un relato bien escrito!
En cuanto la la historia me encanto! Síguela por favor!
Es diferente, me gustó mucho.