El Pequeño Infierno 2
¿Cómo se hace un demonio?.
Hola, soy Ricardo. El autor de «El Pequeño Infierno«. Me banearon esa cuenta por usar mal el foro. Pero espero volver más entendido para que sigan disfrutando con mis relatos.
Les mando un fuerte abrazo mis lectores. 🥰😘😍
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Estos últimos días he estado muy ausente porque perdí la primera cuenta (hice cosas en el foro que no sabía que no se podían hacer), y he estado muy ocupado trabajando y estudiando. Les ofrezco disculpas por eso amables lectores.
Sin embargo, aproveché estos días de ausencia para pensar mucho lo que pasó aquella tarde de miércoles en mi consultorio pediátrico. ¿Lo recuerdan? Con Fernando y el pequeño Alejandro.
Resulta que debo admitir que realmente me gustó lo que vi. Mi cuerpo se paralizó porque tuve un conflicto interno entre hacer lo correcto y disfrutar de lo que veía, y evidentemente, ganó el morbo de aquel panorama.
También debo admitir que esos primeros días tuve una extraña mezcla de miedo, arrepentimiento, placer y morbo que no me dejaban descansar normalmente e incluso, los demás niños que venía en consulta o en los pasillos de mi departamento (recuerden que tengo mi consultorio en mi departamento) se convertían en mi mente como protagonistas de ese primer momento que definitivamente me cambió por completo.
Contemplé muchas veces las posibles cosas que Fernando le hacía al pequeño Alejandro en la comodidad y la intimidad de su hogar (si es que a eso se le podría llamar «hogar» considerando todas las aberraciones que imaginé que hacían) o en cualquier momento que tuvieran la más mínima oportunidad tal como en mi consultorio.
Me masturbé muchas veces con esas escenas que imaginaba… y fue cuando pasó… Vino a mi mente la idea de propiciar que sucedieran más cosas en mi consultorio cuando ellos volvieran a consultar. Y estaba seguro que volverían, la llamada del señor Fernando así me lo dio a entender.
Esperé muchos días para que él llamara a agendar la cita para revisar al niño (por eso los tengo esperando a ustedes también en este relato. Quiero que sientan lo mismo que yo sentí en estos tortuosos días sin saber nada de ellos y con el depravado deseo de verlos haciendo más cosas frente a mi), pero día tras días no pasaba… uno, dos, tres, cinco, siete, once, trece… no llamaban.
Por un momento dudé que volvieran… Hasta que pasó. El maldito teléfono por fin me entregaba la llamada que tanto estaba esperando.
_ Buenos días doctor Ricardo _
Escuché esa varonil voz por el teléfono.
_ Habla con Fernando, el papá de Alejandro Marín, necesito una nueva cita para revisarlo. Lleva varios días con una fuerte diarrea que no le para y no sé qué hacer. Por favor considere agendarlo lo más pronto posible, se lo agradecería mucho _
Mis respuestas en medio de la conversación son completamente irrelevantes, protocolo de saludo, atención y despedida. Nada importante.
La cita quedó para el otro día en la mañana. Ya tenía todo planeado y organizado para ver hasta dónde podría llegar este hombre con su niño. Me sentía como una araña cuando teje su tela y espera que su presa caiga voluntariamente.
Siendo las 8 de la mañana del otro día sonó el timbre de mi apartamento, por la mirilla de la puerta veo que es Fernando que lleva en brazos al pequeño Alejandro. Rápidamente abro la puerta y les permito entrar, les ofrezco algo de beber y enciendo las luces del consultorio para comenzar con la «revisión».
Visualmente noté que el niño estaba bastante bien, sonriente, mejillas rosadas, cabello brillante, piel sana y un hermoso brillo en sus ojos. Nada me indicaba una «fuerte diarrea» cómo lo había expresado Fernando en la llamada. Es más, incluso se veía un poco más gordito que la última vez que lo vi.
Procedimos a entrar al consultorio, le pedí a Alejandro que se quitara sus zapatos y pantaloncito, que se colocara boca abajo en la camilla y me esperara ahí mientras yo hablaba con su papá. Deliberadamente había dejado algunos implementos no médicos (espero me entiendan) de dilatación anal al alcance del niño para observar qué pasaba…
Me senté en mi escritorio a hablar con Fernando y pude notar que había ido con un outfit bastante distinto a su clásico pantalón, camisa y zapatos de siempre. No digo que haya ido con la misma ropa siempre, digo que siempre usaba la misma combinación de ropa en todas las consultas. Excepto en esta.
Vi que tenía una gorra blanca con visera, una camiseta amarilla manga corta que se apretaba con los desarrollados bíceps y tríceps de sus brazos, una pantaloneta (no sé cómo le digan en tu región a esta prenda de vestir) negra y también muy ceñida a sus grandes piernas, unos tenis azul oscuro para trotar y unos calcetines blancos tobilleros.
_ ¿Estaba ejercitándose don Fernando? _
le pregunté.
_ Sí doctor, salí en la mañana a trotar un rato por mi cuadra, aprovechando que es la hora en la que los niños salen a estudiar y puedo mirarlos por montones. No tuve tiempo de bañarme ni organizarme para quitarme el sudor o cambiarme la ropa. Espero no le moleste que haya venido a la cita así._
Me respondió.
_ No se preocupe don Fernando, aquí es bienvenido siempre. _
Repliqué.
_ Agradecería que no me dijera «Don». _
Dijo.
_ No estoy viejo y no estoy casado. Prefiero que me diga «Amo». ¿Le parece? _
A esto se colocó de pie frente a mi en el escritorio y con un fuerte sonido sorbió algún residuo mucoso que tenía en su garganta para luego escupirlo en el rostro.
_ Ya me aburrí de sus preguntas, solo vine a usar a Alejandro y a que ud me ayude en eso. _
Se fue directo a la camilla donde estaba su hijo casi desnudo mientras yo limpiaba su escupitajo de mi rostro con un pañito húmedo.
_ ¡¿Pero de dónde sacaste eso?! _
Dijo Fernando.
_ Lo encontré aquí papi, pensé que eran juguetes. ¿No eran juguetes? _
Definitivamente Alejandro estaba jugando con las cosas que le dejé cerca.
_ Claro que sí mi amor, son juguetes. Todo lo que hay aquí son juguetes para ti y hoy vamos a jugar con el doctor también. ¿Te parece? _
Le respondió Fernando al niño.
_ Sí papi, pero hoy no quiero dormir. Quiero participar también en el juego. _
La voz de Alejandro puso mi corazón a mil por minuto.
_ ¿Ya sabías a qué venía, cierto? Me gustan los sumisos que son proactivos y saben cómo atraer la atención y mantener el placer de su amo. _
Me dijo Fernando mientras se desvestía frente a su niño y frente a mí… sin ninguna vergüenza ni pudor.
Y por primera vez en mi vida pude ver el cuerpo de Fernando en todo su esplendor. Tal como lo sospechaba es absolutamente velludo de pies a cabeza. Es lo que se podría llamar un «lobo» pues su pecho, abdomen, piernas, brazos, nalgas, pene, rostro, manos, pies y cabeza estaban tupidos de un fino y liso vello negro que realzaba potentemente sus grandes músculos.
Definitivamente Fernando es ese tipo de hombres que son muy raros de encontrar y que son la viva imagen del dios Ares: masculinos, musculosos, velludos, bien formados y con un rostro hermosamente peligroso.
Quedé completamente enamorado de él en ese momento…
La voz del pequeño Alejandro me sacó de mi completa epifanía con la absoluta belleza de su padre.
_ ¿Papi y el doctor cómo va a jugar con nosotros? Si yo soy la mujer y tú el hombre en este juego… ¿Él qué es? _
¡¡¡ LO SABÍA !!! Sabía que este hombre le hacía cosas a su hijo. Y este es el momento de ver y saber cuál de todas las cosas que imaginé.
_ Él va a ser una cámara. _
Respondió Fernando a Alejandro.
_ ¿Cómo así que una cámara? Las cámaras no hacen nada. _
Le respondió el niño.
_ ¡Claro que sí mi amor! Las cámaras son muy importantes en este tipo de juegos. Porque ellas registran la forma como el hombre le da amor a la mujer. Las personas menosprecian el valor de una cámara bien usada. _
Lo sé amable lector… yo también me quedé de piedra (nuevamente), pero esta vez ante mi rol en este juego. Fui a ser una simple cámara.
_ Te vas a sentar en esa silla y vas a mirarnos jugar a Alejandro y a mi. Solo te permito parpadear y respirar. Ni una palabra, ni un movimiento, ni nada más hasta que terminemos. _
Me dijo Fernando.
_ Siempre he querido que alguien me vea violar a mi niño… y tú eres la basura perfecta para eso. _
Me dijo al oído.
_ Listo mi amor, ya instalé la cámara en su sitio, ahora recuéstate en la camilla para registrar cómo te hago curaciones en tu pequeña vaginita enferma. _
_ ¡Sí papi! Me gusta mucho cómo me haces curaciones. _
Le dijo el niño.
Alejandro se volvió a recostar en la cama boca abajo y Fernando semidesnudo (solo tenía puesta su gorra, sus calcetines y sus tenis) abrió las nalgas del niño y comenzó a chuparle el ano como si estuviera comiendo miel.
Yo desde la silla veía y escuchaba como chupaba fuertemente, cómo lamía, cómo refregaba su rostro… Cómo disfrutaba del pequeño agujero de su niño.
_ ¡Papi tú barba me raspa! _
_ Ya sabes que tengo que hacerlo así para que tu vaginita aprenda que debe ser una vagina sana. _
_ ¡sí papi, quiero ser un niño con una vaginita sana! _
_ Mejor mira la cámara y dile lo mucho que disfrutas esto. _
_ Me gusta mucho que mi papá se preocupe tanto por mi salud y que me ayude a mejorar. Siento que me raspa, pero es por mí bien. Y siento también muchas cosquillitas dentro de mi vaginita. La lengua de papá me hace cosquillas cuando está dentro de mí. _
Me dijo el niño con sus ojos iluminados de alegría, su rostro rosado de emoción y su cabello brillante moviéndose de un lado a otro en ese frenesí de mórbido placer que su papá le estaba haciendo sentir en su culo.
_ No me digas «papí» ni «papá» mientras jugamos. Me molesta. Soy tu hombre y tú mi mujer. ¿Está bien? _
Le dijo Fernando a Alejandro.
_ Sí mi macho, perdóname. _
Respondió el niño.
Evidentemente esa escena me tenía con una erección indescriptible, era sublime saber que estaba viviendo esto y que era parte de algo así de enfermo.
Quise sacar mi pene y masturbarme mientras veía eso, pero estaba fijado a la silla bajo las órdenes de Fernando… era como si sus palabras fueran clavos que no me dejaban mover en lo absoluto. Y me gustaba sentirme así. Dominado por él.
_ Listo mi amor, ya la vaginita está sana, ahora voy a echarte cremita adentro para que no te duela más y podemos terminar el juego por hoy. _
_ ¡Sí, cremita! _
Dijo el niño.
Fernando escupió sobre su enorme pene, esparció su saliva en toda su extensión y luego volvió a sorber mucosidades de su garganta para escupirlas en el culo del niño. Lentamente empezó a penetrar al ese ano mientras decía _ ¡Mira la maldita cámara y dile que te gusta que te use así, perra. Eres mi perra y te voy a llenar de mí cada que me dé la gana.
Ustedes dos son mis perras y las uso como quiera! _
_ Me gusta cuando mi macho me introduce su jeringa y me hace masajes por dentro para dejarme su cremita que me va a curar. _
La cara de Alejandro era diferente en este punto. Tenía morbo en su rostro, su mirada se volvió afilada, penetrante y corrupta, su sonrisa mostraba perversión, estaba rojo de placer y se agarraba con fuerza al cabezal de la camilla.
_ Ya entré mi amor, entré completo. Voy a comenzar a moverme para que salga la crema. _
Le dijo Fernando a Alejandro.
_ Sí mi macho, ya te siento muy adentro de mi ser. Quiero sentir tu fuerza y que me des con todo el amor que lo haces. _
Le respondió Alejandro.
_ ¡Tus deseos son mis órdenes mi perrita. Me encanta que te entregues a mi! _
Fernando comenzó a moverse fuertemente contra la cadera de Alejandro, metiendo y sacando su pene sin piedad alguna, como si estuviera follando a un adulto cualquiera. Apretaba con sus manos el pequeño cuerpo del niño de 5 años y lo miraba como si fuera un objeto de su placer mientras que Alejandro me miraba a mí como si todo eso fuera algo que le gustaba sentir siempre.
¿Acaso será posible que…? No, imposible. ¡Es imposible!
Fernando, sin sacar su pene del niño, lo levantó de la camilla y lo giró rápidamente hasta colocarlo frente a él.
_ Me duele mucho que me hagas eso mi macho, pero no sabes cuánto disfruto que lo hagas. _
Le dijo Alejandro a Fernando.
_ Lo sé mi puta, sé que te encanta tenerme adentro y que te maltrate. _
Le contestó su padre.
Abrazó al niño con fuerza, prácticamente se perdió en medio de esos enormes brazos, con el pene aún dentro del ano del niño caminó hasta donde yo estaba y le dijo _ Quiero que la cámara registre el momento en el que te dejo mi crema adentro. Quiero que quede evidencia que sí me preocupo por tu bienestar. _
Casi que se colocaron encima de mi. Me quedé con las nalgas de Alejandro, el pene y los testículos de Fernando frente a mi cara. Sentí el característico olor a hombre sudado. Era verdad lo que Fernando me había dicho de llegar a la cita sudado y sin bañar. Admito que me encantó sentir ese fuerte olor.
_ Ya voy mi perra, tú macho ya te va a preñar. _
Escuché que unieron sus bocas en un profundo beso y pude ver cómo los testículos de Fernando se comprimían y como su pene daba pequeños saltos como bombeando. Evidentemente estaba eyaculando dentro del niño.
Sin bajar y sin sacar el pene del niño, Fernando lo volvió a la camilla, lo acarició, lo volvió a besar y le dijo _ Me divertí mucho en este juego mi amor. Eres mi mayor bendición. No sé qué sería de mi sin ti. _
_ Yo también te amo a ti papi. Eres el mejor papi del mundo mundial. _
Le respondió Alejandro.
Extrajo el pene de ese ano y una gran gota de semen salió junto con él.
_ ¡Cierra tu anito mi amor! Mira que se sale la cremita sanadora. _
Sí papi, ya la guardo.
Fernando limpió un poco al niño, lo vistió, se limpió su pene, su rostro y se vistió también. Volvió a cargar al niño y cuando ya iban a salir me dijo _ Muy buen trabajo doctor. Fue una excelente cámara. Creo que no voy a volver a pagarle por estas consultas, a fin de cuentas usted no está revisando al niño sino que está jugando con nosotros también. Espero haya disfrutado. Nos pondremos en contacto pronto. Alejito, despídete de la cámara. _
- _ Ya no es una cámara papi, es el doctor Ricardo que nos ayuda y juega con nosotros. Hasta luego doctor. Lo quiero mucho y espero volver pronto. _
Ahí volví a ver su cara de morbo y esa sonrisa de depravación.
Se fueron.
¿Acaso será posible que…? ¡No, es imposible!
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Gracias por leerme.
Cordialmente,
Ricardo, médico pediatra.
Que deliciosos relato espero pronto más de tu material
Muy buen relato. Lo de la «cámara» fue diferente en cierto modo. Espero pronto leer la continuación. Gracias por escribir y compartir tus relatos.
Gran relato amigo, me puso a mil.
Excelente relato de lo mejor que eh leído por aquí me encanta la forma en como redactas y lo perverso de tus relatos.