El pequeño Uriel. (Capitulo 3: el doctor.)
El chófer veía con ojos de águila como ese miembro grueso se perdía en las entrañas del niño sin que esté hiciera el más mínimo reclamo..
La mañana transcurría como de costumbre. Las lecciones en la escuela un receso y luego más lecciones. El pequeño Uriel se sentía aburrido y como un gusanito se movía mucho en su asiento.
-Te encuentras bien Uriel?- le pregunto la Miss al niño.
-No, me duele la panza- mintió para salirse un rato del salón.
La Miss lo lleva de la mano hasta la enfermería de la escuela donde una joven enfermera lo recibe. Lo revisa hasta cierto punto. Palpa su barriga y le hace preguntas que el niño pueda responder. Le entrega una receta a la Miss y salen ambos rumbo a la prefectura de la escuela dónde sólo se queda el pequeño Uriel. Media hora después aparece Rafael el chófer, lo recibe la secretaria y le indica de debe de llevar al niño con el doctor familiar para un chequeo más general. Rafael toma la mochila de Uriel salen ambos tomados de la mano. La postal sería la de un padre amoroso preocupado por su hijo.
Rafa sube primero al niño y luego el toma su lugar, van rumbo al consultorio del doctor.
-Así que te sentiste mal… Otra vez- le pregunto Rafael al niño.
Uriel no contesto nada, iba enajenado viendo el paisaje, los edificios altos de la ciudad.
-Vamos con Urquidi, el doctor. Te acuerdas de él!? Es nuestro amigo también-
Uriel vuelve en si al escuchar el nombre del doctor. Sonríe pícaramente y en sus mejillas se hace notar un color rosado.
Llegan un edificio grande y alto. Con muchas ventanas. Se dirigen al consultorio del 3 piso. Entran por una puerta muy colorida, pareciera que un grupo de niños la hubiesen coloreado con colores de cera. En la recepción encuentran a una mujer de mediana edad.
-Vienen con el Dr. Urquidi?-
-Si nos envían de la escuela del niño- responde Rafael al tiempo que mueve la mano de Uriel y este sonríe.
La mujer se levanta y toca a una puerta. De adentro sale un hombre alto, más alto que el chófer, de tez blanca y una barba prominente y negra. -Haga los pasar- se escucha con una voz gruesa y muy varonil.
Chófer y niño entran al consultorio. Los adultos se saludan civilizadamente y el niño rápidamente toma su lugar en la camilla del consultorio.
-Y Sara- increpa el doctor -ya puede irse a comer- la mujer le sonríe y sale veloz de ahí.
-Vamos, que los trae por aquí?- el doctor pregunta y al mismo tiempo cierra la puerta del consultorio y sacude la cabellera de Uriel.
-El niño se sintió mal en la escuela y mandaron llamar-
-Muy bien. Veamos que trae este pequeño rufián- toma su estetoscopio y comienza la revisión.
Afuera se escucha que una puerta se cierra y ambos hombres se miran con una complicidad mutua. Rafael se levanta rápido de su asiento abre la puerta del consultorio se asoma y vuelve a meterse. Cierra y pone seguro a la puerta.
-Ya se fue la gorda- se dirige al doctor quién con una mano soba su entrepierna y con la otra mueve su instrumento por todo el cuerpo del niño.
-Vamos que le has hecho esta ves?- el doctor toma el pantalón deportivo del niño y lo jala hasta quedar en los tobillos junto con su ropa interior. Lo toma como si pesará lo mismo que una pluma y le voltea. Uriel queda boca abajo con sus nalgas al aire.
Toma de su mochila un frasco, lo abre y pone una buena cantidad de este en la palma de su mano. La distribuye solamente en sus dedos índice y medio. Acto seguido con su mano izquierda abre las nalgas blancas del niño y los dedos humectados los introduce. Primero el índice, el niño se mueve y ríe. El doctor termina de meter por completo el dedo -todo bien, veamos con dos!-
Saca un poco el índice y posiciona el dedo medio empuja un poco y el niño se nota molestó. Adolorido.
-No te pudiste esperar otro día? Tiene irritado el culo. Le diste muy fuerte Rafa!-
-Te fuiste de vacaciones y me dejaste sin suministros cabrón. Usé aceite como me lo indicaste- le contesto el chófer que ya se había ubicado a un lado de la camilla. Su mano grande tomo la espalda baja del niño. Había una diferencia de tonos de piel perceptible.
El doctor seguía con sus dos dedos dentro del culo del niño. Ya no los movía y el niño tampoco. Le da una indicación al chófer para que le traiga de la mochila un medicamento específico. Una crema. El chófer abre el pequeño tubo y le embarra un poco en los dedos del doctor. Introduce los dedos embadurrados con la crema y los gira dentro de la cavidad.
-Dejemos que haga efecto mientras tanto, veamos cuánto le has enseñado!?- el doctor baja de la camilla a Uriel y lo posiciona entre el chófer y él. El niño como si hubiera recibido una instrucción se lleva a la boca el semi flácido pene del doctor. Lo chupa y en cuanto el doctor siente la boca húmeda del niño su pene crece rápidamente hinchándose, llenándose de sangre y placer. El chófer nada lento abre su zipper y saca primero su pene y luego sus bolas. Se acomoda y con su mano derecha toma la cabeza de Uriel y la lleva hacia su miembro, interrumpiendo el buen trabajo que estaba haciendo con el doctor.
Ambos adultos se lo van turnando. Su cara se llena de gusto, chupando los miembros erectos de sus adultos amantes. Su infantil boca se llena con el miembro del doctor. Un miembro grueso llenó de venas, con un glande prominente. El doctor lo toma de la cabellera y lo empuja a tragar más de su miembro. Con sus manitas el niño se aferra al pantalón negro del doctor, su boca se llena con el mástil del adulto. Así lo sostiene unos segundos con ambas manos hasta que el niño empieza a toser. De su boca salen hilos de baba blanca pero no es leche.
-Ya cabrón déjalo respirar- le dice Rafael. El doctor saca de la boca del niño su pene lleno se baba y no pasaron dos segundos cuando otro miembro ya estaba dentro de su boca infantil. El chófer no apresura las cosas deja que el niño tome su ritmo y se atreva a llenar su boca con el miembro. Uriel tragaba ese sable blanco, liso, con una ligera curvatura hacia arriba y de glande menor al del doctor.
Pasados unos minutos así el doctor acerca la silla que estaba más cerca sube al niño y lo coloca a 4 patas, levanta un poco el culo del Uriel y él flexionando las rodillas se acomoda justo en el orto pequeño. Empuja un poco y su carne se va abriendo pasó atravesó del esfinter del niño. -Ves, sin dolor, sin molestias, sin llanto- . El chófer veía con ojos de águila como ese miembro grueso se perdía en las entrañas del niño sin que esté hiciera el más mínimo reclamo.
-Un amigo farmacéutico me regaló la crema. Le dije que tenía un hoyo pequeño y mi miembro es considerable. Él sonrió y me dió esa muestra- el doctor se había detenido pues ya todo su miembro estaba sumido en las entrañas de Uriel.
Lo toma de la cintura y empieza un Vaivén rítmico. Su miembro entraba y salía, una y otra vez. El culo del niño se extendía y contraía ante las envestidas. El ritmo de fue acelerando hasta que sin previo aviso alguno el doctor dió una sola estocada profunda. Cerro los ojos y dejo dentro su semilla liquida. Uriel se aferraba al respaldo de la silla.
El chófer por su parte de llega al orgasmo, esté cae directo en una de las mejillas de Uriel y otro tanto en el piso del consultorio.
Recobrando la compostura ambos adultos se arreglan. Acomodan todo y el doctor saca un supositorio del pequeño refrigerador de su consultorio. Lo introduce en el orto abierto de Uriel y le da otros tantos al chófer y le indica que si el niño se sigue sintiendo mal que lo lleve con él.
Que rico, quisiera haber tenido esa suerte de niño,
Que rico relato, muy morboso! Pero me he perdido un poco en la historia. El chofer no se llamaba Andres? Y cuando habia aparecido este medico? Disculpa las preguntas, saludos!
Como siempre que buen relato amigo, espero que sigas luego, saludos y de nuevo te felicito.
Morboso relato y Buenos detalles, me imaginaba al chófer detrás del doctor metiéndole el pene mientras se lo metía al niño, el doctor con su bata blanca y el culo al aire. Me excitas y me corro
Me gusta mucho como escribes insisto tienes una línea impecable sigue así Bro!! Pero si creí que le chófer era Andrés eso me distrajo un poco e incluso tuve que leer varias veces ese párrafo pero fuera de eso muy bueno todo.
Me encanta tu forma de narrar las cosas, espero que sigas contándonos esta historia, porque esta muy interesante