El Piso del Placer. Capítulo 3 (final)
Y llegamos al final… ¿O no?.
Minutos después de que Tim saliera, el joven de cabellera negra regresó por Jack, el chico de 13 años. Caminó junto a él a una habitación cercana, donde les esperaban tres mujeres que se encargarían de vestir al chiquillo como unos clientes especiales habían pedido.
Jack tomó asiento y rápido las mujeres comenzaron a maquillarlo. Le aplicaron labial, delineador y más, le pusieron una peluca lacia de color azul, trajeron lencería muy sexy que constaba de una tanguita y brasier transparente, liguero y para terminar zapatillas, todo de color rojo pasión.
Después de eso Jack y el joven llegaron hasta el lobby y la señora les esperaba junto con dos señoritas vestidas de minifaldas y tops.
– ¿Cómo ven? ¿Es lo que esperaban? – dijo la señora.
– Se ve preciosa esta chiquilla. – dijo una de ellas con una voz algo gruesa, casi masculina.
– Bien, que se diviertan.
Inmediatamente el joven los dirigió hacia una habitación especial. Las dos “mujeres” entraron junto con el niño y cerraron la puerta. Inmediatamente lo tomaron y comenzaron a besarlo por todas partes, mientras una tomó su boca la otra besaba su espalda, culo y más partes del cuerpo. Luego una de ellas cargó al nene y lo puso sobre la cama, rápidamente se desnudó dejando ver dos tetas bien firmes y abajo, entre sus piernas, una barra de carne de 20 centímetros se dejaba ver, bien erecta.
Se montó sobre el nene y dirigió su instrumento hasta la boca del puberto, quien sin negarse comenzó a mamar. Mientras tanto la otra tomó las piernas del niño, las levantó e inmediatamente atacó el anito del chico.
– ¡Oh sí! Eres una buena perrita. – Decía la tipa que tenía su verga en la boca del nene. – Chupa bien, deja mucha saliva porque pronto lo tendrás todo en tu culito.
– Y yo dejaré bien lubricado este hoyito delicioso. – decía la otra.
– ¡Hmmm! – el nene emitía gemidos ahogados por la barra de carne que tenía en la boca.
Las embestidas en la boca del nene eran cada vez más profundas, dejando al pequeño sin aire por momentos y haciendo arcadas. De pronto sus ojos se abrieron tanto como podían, pues el travesti que mamaba su culo le había metido dos dedos de golpe para dilatar más rápido el agujerito.
– ¡Uuufff! Este anito sede con mucha facilidad, se ve que le dan verga a diario. – comentó el travesti.
– Prepáralo bien, porque esta puta va a tener mi verga hasta el fondo. – dijo el otro.
El sujeto estaba haciendo buen trabajo, tanto que un tercer dedo pudo entrar en el agujerito solo medio minuto después. Cuando vio que estaba listo, quitó sus dedos y escupió gran cantidad de saliva en el hoyito.
– Listo, manita. Todo tuyo.
Al escuchar estas palabras, se levantó, tomó las piernas del niño, alineó su verga con el anito y de un solo empujón metió su verga hasta lo más profundo del nene.
– ¡AAAAHHH! – el chico dejó escapar un gemido femenino, placentero a los oídos de ambos travestis.
– ¡OOOHHH CIELOSS! ¡QUE RICO ANO! – gritó embriagado de lujuria.
Inmediatamente comenzó a bombear, haciendo rechinar la cama en cada vaivén mientras que el golpeteo de su pelvis contra las nalguitas del niño acompañaba la sinfonía sexual. Los gemidos de ambos eran hermosos, tanto que su compañero casi se viene de solo escucharlos.
– ¡Oooohhh! ¡Toma zorra! ¡Eres una puerca! ¿Te gusta la verga? ¡PUES TOMA! – gritaba el sujeto contra el nene.
– ¡Aaaah, aaaah, aaaah! – gemía el chiquillo.
En ese momento el otro travesti aprovechó a desnudarse y se montó sobre el niño, metiéndole su verga hasta la garganta. Inmediatamente el que estaba cogiendo al niño tomó a su compañero por las tetas y lo pegó a su cuerpo, amasó esas dos grandes masas deliciosas, aunque artificiales, le hizo girar su cabeza y unieron sus bocas en un sensual y rico beso francés, mientras se cogían al pequeño por la boca y ano respectivamente.
La temperatura de la recamara aumentaba y el perfume del sexo invadía los sentidos del trío mientras desataban sus más bajos instintos. Era como ver poesía, poesía erótica, a la vez que se asemejaban a animales en brama.
Entonces, separándose un momento, el que cogía por el ano al niño comenzó a sentir como sus huevos se inflamaban y la punta de su verga cosquilleaba y en un movimiento sepultó su barra de carne en lo más profundo que pudo, estallando en un orgasmo como nunca había sentido, derramando con esto toda su leche.
– ¡AAAGHH! ¡OOOOHHH! – bufó mientras cinco abundantes disparos de su semen llenaban los intestinos del niño.
– ¡Mmmmfffhh! – gemía ahogadamente el chiquillo debido a la verga del otro que tenía en su boquita.
El travesti esperó a que su verga estuviera flácida y se salió del culito, acostándose en la cama por el mareo que sentía en ese momento debido al poderoso orgasmo que tuvo. El otro sujeto aprovechó y colocó al nene en cuatro, alineó su daga con el culo del niño y sin previo aviso se la dejó ir de una y hasta el fondo.
– ¡AAAHHH! – volvió a gritar el niño.
– ¡GIME, PUERCA! ¡Eso te mereces por ser un puta traga vergas!
¡PLAF PLAF PLAF! Comenzó el azote contra las nalguitas de Jack.
– ¡Oohh! ¡Rica perrita! ¡Uuufff! – bufaba el travesti mientras cogía con furia al niño, sujetándolo por las caderas y metiendo su verga hasta el fondo.
Del culo del niño escapaba gran cantidad de semen, que servía de lubricante para la segunda verga que estaba recibiendo esa noche.
– Te gusta la leche caliente, ¿verdad? Que rico sentir tu culito lleno de semen. ¡OH CIELOS!
¡PLAF PLAF PLAF!
– ¡Ay, ay, ay, ay! ¡Aaaahh! – gemía Jack.
– ¡Uuuufff! ¡Esto es la gloria! ¡LA GLORIA! ¡Oooohh!
Entonces, de un momento a otro, el travesti sujeto a Jack y lo cargó, se sentó con él ensartado y comenzó a moverse rico en esa posición, sujetando la verga de 13 centímetros del niño para pajearlo y que sintiera aún más placer.
– ¡AAAAHHH! – el niño gimió al sentir el movimiento de la mano sobre su verguita erecta.
– Eso perrita, goza, goza conmigo. ¡Ooohh!
Jack se sentía en las nubes, el tratamiento que recibía su verga y la cogida que le estaban dando lo estaban llevando a límites de placer inigualables. Trataba de resistir, no quería deslecharse, pues quería hacerlo en el culito de Roy, su hermanito de 9 años. A él le gustaba coger, aunque sentía mucho placer al ser cogido, él gustaba de someter a los más pequeños del lugar.
Desafortunadamente no resistió mucho, estallando en un orgasmo lleno de toda su lujuria.
– ¡AAAAAHHH! – gimió como niña mientras eyaculaba con intensidad.
Esto provocó que su culito apretara deliciosamente la daga que recibía, haciendo que su macho se viniera en ese preciso momento también.
– ¡GAAAAGH! ¡UUUFFF!
Ambos se dejaron caer sobre la cama, respirando con dificultad por la gran corrida simultánea que habían tenido.
Los dos travestis descansaron lo suficiente y reanudaron sus cogidas contra el niño. Esa noche cada uno se cogió al nene tres veces, dejando en su culito leche de macho calientita.
A la mañana siguiente Jack se reunió con sus hermanos en lo que parecía ser un gran baño, donde 10 niños y 12 niñas más ellos tres se reunieron, se pusieron de cuclillas y vaciaron sus agujeritos de todo el semen que tenían.
Luego de eso la fiesta entre ellos dio inició, los chicos mayores, de entre 13 y 15 años, eligieron a sus parejas, ya fuera niño o niña para coger. Jack eligió a Roy, su hermanito, para cogerlo de lo más rico que podía, una chica de 13 años eligió a Tim y se montó sobre su verguita, mientras que otros más cogían entre sí. Este momento era un premio que les daban a los niños del lugar, para que ellos disfrutaran también con los de su edad.
Jack tenía en la mente una idea que era muy difícil de concretar: desvirgar a su hermanita. Esto debido a que lo más probable es que algún pez gordo pagara por ser el primero en penetrar la cerecita de la chiquilla.
Y así transcurrían los días en el piso del placer.
¿FIN?
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Espero les haya gustado esta saga. Recuerden que toda crítica o sugerencia es bien recibida. Hasta pronto.
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