EL PODER DE LOS DESEOS. (10).
Muchas palabras pasan a tener sentido y me preparo para sacarme el gusto de joder a un corrupto, además de gozar razonablemente de otros placeres. Regresa Graciela del viaje en crucero e incremento mi capital, para mejor aparece otro culito que me puede..
EL “BOCÓN” – UN REGALO IMPORTANTE – CULITO NUEVO. (10).
Regresé temprano a casa cruzando los dedos para que las chicas no quisieran irse rápido porque eso me daría tiempo para estudiar todo con tranquilidad. Allí me encontré a las dos chicas y a Federico que recién había terminado de merendar, los saludé a los tres y le dije a Clarisa con una seña que no se sacara la ropa porque amagó con hacerlo apenas me vio entrar. Federico me dio un beso y me contó con alegría que había ido a ver a la madre, en cambio Cynthia no estaba bien y le pregunté qué pasaba con el padre. Me contó que había sido un pre infarto, pero que ella no estaba tranquila y quería volverse, no lo dudé más, les pedí que se cambiaran y que nos íbamos enseguida, no hubo inconvenientes de parte de ellas y lo miré a Federico, me sentí tentado a decirle que se viniera conmigo y me hice a la idea de que me diera una mamada al regresar, pero recordé a la bruja-madre y traté de no darle más injerencia, además tendría que “desear” que me olvidara apenas regresara del viajecito inesperado.
En el viaje no tuve ni tuvieron ganas de “chiches” y fui bastante rápido, tampoco me quise quedar a perder tiempo en casa de mis padres y pegué la vuelta rápido. A las diez y media de la noche estaba nuevamente en casa y mientras comía algo de comida fría que había en la heladera, me puse a ver los papeles de la “famosa carpeta”. Era casi medianoche cuando vibró mi celular y atendí, aun a pesar de que no era un número conocido, resultó ser la conductora del programa de televisión.
- Disculpe la hora Doctor, soy Gimena, recién regreso de una reunión con la gente de la Producción del programa y coincidimos en que sería muy importante que usted concurra.
- Hola Gimena, ¿cómo está?… Por la hora no hay problemas, vivo solo y nunca me acuesto antes de la una de la mañana. Voy a ser sincero con usted, me encantaría ir, pero…
- Por favor Doctor, no me diga que no, queremos tratar de hacer un programa que dé que hablar por el tema de la mala aplicación de la Justicia y entendemos que…
- Espere un poco mujer, déjeme terminar, yo quiero ir, aunque tengo algunas condiciones.
- Usted dirá Doctor, podemos conversarlo, pero el programa sale al aire en tres días y…
- En primer lugar, “deseo que” usted se allane a mis pedidos y que tengamos una reunión íntima para pulir algunas cosas, -le dije sin saber si el “deseo” resultaría igual por la vía telefónica-.
- Cuando usted diga y dónde diga, ¿lo puedo tutear y llamarlo por su nombre?, -resultó perfecto, el tono se había vuelto más íntimo y era algo nuevo que aprendía-.
- No hay problemas, hagámoslo recíproco Gimena, estoy en condiciones de hacer que resulte un programa que dará que hablar a todo el país por lo que se puede decir allí, pero deseo que acates mis directivas para llevarlo a cabo.
- ¡Por Dios Gustavo!, dime que es lo que deseas y trataremos de llevarlo a cabo, ¿qué sería lo que tenés para decirme?
- No puedo decírtelo por este medio, sos Periodista y abrirías la boca demasiado pronto, desde ya deseo que no digas nada de esto hasta el momento del programa, sólo diré que tengo pruebas fehacientes de un acto de corrupción muy importante, casualmente en este momento las estaba mirando.
- ¡No podés, no podés decirme eso y dejarme en ascuas! Decime dónde vivís y voy a verte ya mismo, mi pareja está de viaje y si lo que me decís es cierto, podemos hablar todo lo íntimo que quieras.
Estaba claro que la Periodista no andaba con vueltas y a mi convenía tenerla de frente para expresarme en “deseos” y darme gusto con ella, pero, además, para que hiciera un programa acorde a mis intenciones y éstas estaban relacionadas con la invitación del Senador y poder hacerle decir en cámara todo lo que contenía la carpeta. Estaba segurísimo que el tipo no podría negarse al “deseo” de un ciudadano preocupado y caerían varios en la “volteada” por sus declaraciones, aunque, había que armarlo muy bien. La casa de la Periodista no quedaba lejos, pero me dijo que tardaría unos cuarenta minutos y me calenté muchísimo recordando su cara de “veterana” pícara y esas tetas que dejaba asomar por sus escotes sugestivos. Ni siquiera sabía o tenía idea de cómo era el conjunto de su cuerpo, sabía sí que orillaba los cincuenta años muy bien llevados, pero con la cara, los gestos y la picardía, junto con las tetas que dejaba entrever, calentaba hasta a los muertos.
Ya había regresado caliente en el viaje de vuelta porque Clarisa, antes de bajar del auto, me había dicho que necesitaba sentir mi verga metida en su culo casi a diario y que, recordándome, se “matarían” con nuestra madre, consoladores mediantes, todo eso mientras me acariciaba la verga a través del pantalón. Tuve que decirle que tenía que regresar rápido porque creo que se habría desnudado dentro del auto para sacarme como si fuera una esponja y claro, me duró bastante la “película” que me había hecho en la ruta volviendo sólo. Hasta lamenté no haberlo llevado a Federico y estaba pensando ya en ir a visitarlo no bien terminara de leer lo que había en la carpeta. Había tiempo para darle bola a la bruja-madre y hacerlo olvidar de todo después de meterme nuevamente en su culito pedigüeño. La llamada de Gimena había cambiado todo y “no hay mal que por bien no venga”, esa noche tendría a la “veterana mediática” mordiendo mi almohada y ganas no me faltaban.
Ordené un poco la casa y la habitación, perfumé los ambientes esperando que le agradara a la Periodista y se me cruzó por la cabeza que mediante mis “deseos” podría hacerla gatear por la habitación y rogarme que la penetrara como si fuera una vulgar perra en celo, alejándola de la suficiencia que demostraba ante las cámaras, pero, recordé al instante algo que había comentado la bruja-hija cuando la madre me dio este Poder, “ojalá no se convierta en un estúpido, limitado y mediocre igual a los que desean tener un Poder similar para esclavizar a mujeres de su entorno”. En ese momento noté un desdén malicioso en su mirada y un asco implícito que no pudo disimular. Tenía claro que, aun con la timidez y el temor que experimentaba por lo que descubría de ellas y evaluando la importancia de lo que me habían dado, le pregunté si eso podía ser posible.
- ¡Claro que es posible!, se podrán babear por vos, arrastrarse, hacer lo que quieras, pero ¿qué estúpido sentido tiene esa mediocridad con algunas o conformar un harem para terminar siempre en un círculo vicioso sólo con algunas cuando lo tuyo puede abarcar un campo ilimitado acorde a tu elección?, pensar así sólo puede calentar a un infradotado que termina dando vueltas en su propio carrusel de engranajes retorcidos.
- Sí, puede ser, pero si el Poder resulta ser lo que ustedes dicen, uno podría sacarse varios entripados ¿o no?
- Nadie te dice que no te prives de ellos, pero tenés que comprender que cada acto que lleves a cabo apelando a esa mediocridad de repetir esclavitud, humillación o sumisión con alguna, implicará que restes tiempo, energías y posibilidades nuevas, serás algo así como un carcelero idiota que se cree más porque está del otro lado de las rejas, goza de algunas libertades, pero, en definitiva, él también está detrás de rejas. Serás como un “gran amo humano”, pero humano al fin que se gasta en un entorno reducido y no le queda resto para lo mejor que pueda pasar a tu lado, -expresó con cierto desprecio en su tono-.
- Yo le tengo fe, hija, madurará de a poco y se dará cuenta enseguida cuales son las mediocridades que no debe cometer, su propio cuerpo físico lo limitará, démosle un poco de tiempo, -había opinado la bruja-madre-.
En ese momento creí que me estaban poniendo a prueba y que me ponían algún tipo de escollos para que yo lo sorteara, pero, afortunadamente, me di cuenta a tiempo de la verdad de sus palabras, lo había experimentado con Graciela, la dueña del Estudio, con mi madre, con los culitos infantiles o con Mora y su madre, volvía a lo mismo para satisfacer mis ganas, me cansaba, gastaba energías y otros culos mejores pasaban de largo porque mi cuerpo no respondería y ello ayudaba al desequilibrio. Decididamente, tenía que estar por encima de esas mediocridades de “perdedor”.
Gimena llegó a la hora estipulada y me llamó desde la entrada, abrí el portón y pasó directamente con el auto hasta el fondo de la casa, bajó del auto maravillada con la casa y se me acercó para saludarme con un beso en la mejilla, ex profeso la aparté un poco para mirarla y le dije que personalmente era más bella que ante cámara y no le mentí en absoluto. Vestía sencilla, pollera semi corta, botas de caña alta con taco, camisa y campera de cuero, todo de excelente calidad. Alabó la casa y, luego de servirle una copa me preguntó que deseaba mostrarle, lógicamente y como no deseaba perder tiempo, mi “deseo” tuvo que ver con que se desnudara despacio y se entregara a mí sin ningún tipo de tapujos.
Lo hizo despacio, mirándome con ganas y con deseos que parecían trascender su propio cuerpo y, verdaderamente, su físico mantenido con gimnasio no me defraudó para nada, no usaba sostén y sus tetas de pezones chiquitos y poca areola quedaron liberadas, le calculé una talla 90 y apenas estaban un poco flojas, pero se veían apetecibles. No la dejé que se sacara el culotte de color negro, yo no me había quedado quieto mientras ella se despojaba de sus ropas y pronto estuvimos los dos en ropa interior. No bien se subió a la cama no le di tiempo a más, le saqué el culotte y le abrí las piernas para zambullir mi boca en su tajo inundado y ardiente, “¡me vas a matar Gustavo, ayyy, por Dios, soy viejita para esto”, -decía moviendo sus caderas y apretándose las tetas-. Me gustó porque no tardó mucho en tener un orgasmo mientras le metía la punta de mi lengua, entonces la dejé y le levanté las piernas.
Me aguanté las cosas de perforarla de una y comencé a entrar en su cueva, lo hice lo más despacio que pude sintiendo todos los pliegues de su interior y me sentí muy bien, no sólo por su estrechez que me apretaba todo el tronco, sino también por sus quejidos y expresiones de dolor conjugados por el placer. ¡¿Qué me metés?, es enorme!, ¡Cristo santo, me duele!, la puta madre que verga que tenés pendejo, metela, metela más y movete, tomá, tomá”, -expresaba a viva voz y se movía como electrizada-. Le cupo toda, apenas si el glande hacía un poco de presión en su útero, pero a ella parecía no importarle, gritaba y temblaba con su seguidilla de orgasmos, cortos y continuados mientras mi ritmo se mantenía entrando profundo y saliendo por completo de su vagina para volver a entrar.
“Poneme en cuatro, montame y rompeme toda, qué aguante tenés, hijo de tu madre, me estás secando”, -pedía con los ojos en blanco y apretándose las tetas y los pezones con algo de saña, no daba para esperar y la hice girar. Me quedó más que claro que ese culo había sido usado y no bien lo movió como pidiendo verga, calcé el glande en el agujerito y comencé a empujar. Los apretones en el tronco eran tremendos, pero no pensaba detenerme, el dolor excedió los deseos cuando llegué a hacer contacto con sus nalgas y sus gritos mezclados con sollozos pidiendo que se la sacara parecían exacerbarme.
Sus nalgas eran chatas, más de sajona que de latina y sólo la posición las hacían algo apetecibles, sin embargo, era un culo y había que “romperlo” acorde a mis ganas, “despacio, por favor, despacio, no la aguanto”, -pedía-. Me notaba controlado, así y todo, sus pedidos me sonaban a “que lindo que está el día”, no eran trascendentes y me moví sin esperar el famoso “acostumbramiento”, me llevó varios minutos de bombeo para que pudiera llegar a soltarse y moviera las caderas, hasta que el orgasmo la sorprendió y aproveché para descargarme en lo profundo.
Quedamos los dos pidiendo aire, sabía que me había servido para descarga, aunque no daba para repetir, ella sabía que estaba bien y despertaba “calenturas”, pero, en la cama sólo se dejaba coger, gozaba y lo hacía con ganas, pero… El oral no la entusiasmaba y me lo demostró en la ducha, lo suyo era como decirme, “bueno, dale que te la chupo”, lo que me hacía con la boca me demostraba su poco interés y lo dejamos ahí porque pasaba el tiempo y yo quería charlar de la “noticia” que revolucionaría todo.
Metida de lleno en lo que se podría decir o no en el programa se transformó, era una tigresa tras su presa y nos pusimos de acuerdo en que el programa no se interrumpiría mientras el Senador hablaba y la Seguridad del Canal no permitiría que nadie de su entorno lo obligara a callar. Ella mostraría la filmación en que se lo veía recibiendo y contando el dinero y yo sería un ciudadano que “deseaba que” nos contara a todos lo verosímil de lo que se veía en el video y sus pormenores. Quedó de acuerdo conmigo en que eso lo armaría ella sólo con la Directora de Producción para largarlo al aire sin que otros supieran, claro que esto sería una hora antes de que el programa saliera al aire y previa reunión entre la Periodista, la Directora de Producción y yo, con eso me aseguraba que nada trascendiera. Lo único que tenían que hacer era lograr que el Senador concurriera, pero eso lo daban por descontado, el tipo moría por aparecer en cámaras y hacer uso de su verborragia estudiada.
Gimena se fue más que contenta, supo que no repetiría conmigo, pero, sólo con verme, recordaría por varios días, con pitos y señales todo el placer experimentado en mi cama. La despedí, me metí en la casa dándome cuenta que aún seguí excitado y, aunque no me quedara mucho para dormir, las ganas de volver a “ponerla” y quedar verdaderamente satisfecho volvieron a hacerse presente, entonces no lo pensé más, me fui al fondo de la casa y abrí “las puertitas”. Federico dormía de costado cuando lo destapé y me saqué la ropa mirándolo dormir. “Despertá Fede, ponete boca abajo y para el culito porque voy a cogerte con ganas”, -le dije viendo cómo se despertaba y ronroneaba mientras se acomodaba. Su culito parado me encantaba, las dos almohadas debajo de su vientre parecían hacerlo brillar y lo disfruté con la mirada porque quizás sería la última vez que mi verga se perdiera en esas nalgas.
Me pidió que lo penetrara despacio porque todavía le dolía de la vez anterior y, aunque las ganas de romperlo persistían, me obligué a entrar casi en cámara lenta. Como siempre, el glande y el tronco me parecían inmenso en contraste con su agujerito fruncido, pero no dejaba de maravillarme al ver como su culito se tragaba toda mi verga. El lubricante puesto sólo en mi verga cumplía su función y, aunque Federico se la bancaba bien y, como siempre sucedía, le encantaba que me lo cogiera, sufría la introducción, se quejaba y tragaba mocos sin poder contener sus sollozos. No importaba, yo sabía que eso sería hasta que me instalara por completo en el fondo de sus tripas y después se soltaría dejando paso al putito desorejado en que se había convertido merced a mi “deseo”. El “polvo” con Gimena había atemperado mis ganas desaforadas y nada me apuraba por eso fue que las entradas y salidas se estiraron haciendo que gozáramos los dos.
La rudeza de las primeras veces había dado sus frutos y Federico comenzó a pedir que le diera más fuerte, “metémela bien adentro, más fuerte Gustavo, dale, dale, te siento en la panza y el pito me duele”, -decía moviendo sus nalgas para buscar una profundidad que ya no podía existir pues mi pelvis aplastaba sus nalgas infantiles y parecíamos sellados. Era meterla hasta que sólo quedaban mis huevos afuera y salir sacando el glande al fresco para volver a meterlo enseguida sin que valiera el “despacito” de la entrada inicial. “Me dan las cosquillas Gustavo”, -gritó desencajado y el orgasmo lo dejó más tranquilo-, yo seguí con un bombeo más sosegado, aunque igual de profundo y filmé con el celular la cogida en primer plano pensando en que hacía apenas un rato la había ensartado a Gimena y le costó aguantarla toda, se había movido desesperada por mi verga en su culo rogando a viva voz que se la sacara, aun a pesar de los “deseos”, sin embargo, mi vecinito pedía más y más empujando sus nalgas para tratar de fundirse con sus nalgas a mi pelvis.
Ya vería de lograr que su madre se mudara para no volverme a tentar y para hacerle caso a la bruja-madre, pero, mientras tanto, las ganas de terminar parecían gestarse desde mi columna y se la saqué pidiéndole que se la tomara toda. Eso también lo extrañaría, notar como estampaba su nariz en mi pelvis a la par que las escupidas pasaban directas por su garganta no era para dejar de lado, pero… Lo dejé durmiendo después de “desear” que se volviera completamente hetero y que me recordara sólo por haberlos ayudado. Regresé a casa pasando por “las puertitas” y busqué mi cama casi a tientas por el cansancio, pero pensando en que “cerraba algunas puertas”, aunque siempre estaban latentes las posibilidades de abrir otras, aunque con éstas nuevas aplicaría un más lógico y rápido “toco y me voy”, más acorde a lo deseado y a lo esgrimido por la bruja-hija, placer y variedad no me faltaría.
Los dos días pasaron sin mayores novedades, Elena se enteró de lo del programa e incluso me acompañó a una reunión que tuve con la Directora de la Producción, la mujer me aseguró que ya tenían la confirmación de la presencia del Senador, le mostré a ella parte de las pruebas y “deseos” mediante, en persona se ocuparía de evitar que el Director de Cámaras pudiera cortar la transmisión por publicidad y por lo que allí se decía. Todo estaba preparado y el día del programa, mientras me maquillaban me llevé una sorpresa enorme cuando la Directora de Producción se acercó a verme acompañada de una chica delgadita, menuda, de cabello largo, flequillo y un par de lentes redondos que la convertían en una especie de “ratita” de las que pasan desapercibidas en todos lados. “Yo no voy a poder estar en todo, ella es Carla y va a estar en la Sala de Cámaras”, -me dijo presentándomela-.
Las dudas me asaltaron enseguida porque no era lo que habíamos hablado anteriormente y se lo hice saber, pero pareció ignorarme y allí fue cuando tomó la palabra la “chica insulsa”. “Quedate tranquilo muchacho, no daba para venir como “Alrac”, pero te aseguro que va a salir todo bien”, -me dijo con voz grave apoyándome una mano en el hombro-. La Productora parecía haberse apartado, la Maquilladora estaba en su mundo sin prestar atención y, aunque di un salto en la silla, la mirada de la chica, además de cierto escalofrío, me dio una tranquilidad absoluta, la «Bruja-madre» estaba controlando todo y casi como que palpé su protección. Ni tiempo me dio a preguntar si estaba sola o acompañada, volvió a tocar mi hombro y se fue a ocupar el lugar que, seguramente, ella misma se había destinado. Ya sentado en el panel se me dificultaba mirar a los presentes por las luces, la buscaba a la bruja-hija, pero pronto me di cuenta que era al pedo tratar de encontrar su rostro, ni yo mismo sabía cuál era el verdadero y me enfoqué en la presentación que hacía Gimena.
Primero fue con el Senador que estaba muy orondo y buscando las cámaras para hablar. Contesté algunas preguntas referidas a mi meteórico ascenso a la Dirección del Estudio y a lo que pensaba de la Política en general y aproveché a decir que todo sería espectacular si muchos de los Políticos no engañaran tanto a sus votantes y al pueblo en general, luego de esto fuimos a un corte comercial y el Senador se dirigió a mí diciendo que yo era muy joven y arrogante para opinar metiendo a todos en una misma bolsa sin tener ninguna prueba que me avalara. Yo preferí callar y lo dejé que se agrandara con el tema, fue bastante desdeñoso conmigo y se dirigió a la Periodista que entrevistaba: “Gimena, no conviertas esto en un “te dije me dijiste o me dijeron”, preguntá sobre la obra enorme que se está llevando a cabo y que abastecerá de energía y combustible a todo el país”.
Sus palabras fueron categóricas y prácticamente, ordenó como debía seguir el programa y, lógicamente, recibió una aceptación. De regreso en el aire, le dio el uso de la palabra y el Político se llenó la boca hablando de la unión de varias Fuerzas Políticas para sacar la Ley que llevaría adelante el enorme proyecto. Le hice una seña a la Periodista y ella me preguntó si yo deseaba decir algo al respecto, “es verdad, yo “deseo que” el señor Senador nos cuente con lujo de detalles y veracidad, a nosotros y a toda la audiencia, sobre la corrupción imperante en esa obra y ese Proyecto de Ley, además si es capaz de renunciar a sus Fueros para que esto sea investigado, tal como lo hizo saber en una anterior entrevista”.
El tipo saltó como leche hervida diciendo que con gusto renunciaría a sus Fueros y estaba seguro que los otros Jefes de bloque también lo harían para transparentar todo lo gestionado. “Le tomaremos la palabra Señor, por lo pronto deseo que nos comience a contar que significa este video”, -le dije sin hesitar-. El silencio fue sepulcral en todo el estudio y sobre una gran pantalla que había a nuestro costado se comenzaron a ver imágenes del Senador abriendo unos bolsos de los que sacaba fajos de dinero que colocaba sobre una mesa y procedía a contarlos, el audio era inmejorable y les aseguraba a los contratistas de la obra que la Ley sería aprobada y que ese dinero sería repartido a distintos Senadores, cuatro más, a los que también nombró. El Secretario y en apariencia un custodio del Senador quisieron hacerlo callar y fueron reducidos por la custodia del lugar para que no se acercaran al set.
El único al que se escuchaba en el Estudio era al Senador, quien, después de explicar con lujo de detalles lo que recibirían en efectivo y como se instrumentaría todo para otorgarle la concesión de la obra a dos empresas determinadas, se quedó callado como si se le hubiera acabado la cuerda. La Periodista se quedó sorprendida y nos miraba sin atinar a decir palabras, pero, como que ya sabía cómo proseguir, se recuperó rápido y le preguntó por los nombres de la mujer, el hermano y el grandote que yo había conocido en la casa de mi vecina. Esto fue como un cambio de pilas y siguió hablando y contando que esas tres personas solían hacer trabajos de lo más variados para él, ¿usted dice aprietes, palizas o hasta asesinatos?, -le preguntó Gimena-, “por supuesto, nuestro cargo nos posibilita esa posibilidad”, -contestó con seguridad y altanería-.
La Periodista me preguntó qué opinaba al respecto de lo que se había escuchado y visto allí y le contesté con un tono profesional: “Me deja asombrado y espero que cumpla con su renuncia o con que sus colegas Senadores procedan a la expulsión de todos estos corruptos, en esa carpeta que usted tiene allí hay pruebas más que suficientes, pero en Derecho se dice que “A confesión de partes, relevo de pruebas” y aquí no hay dudas de que hubo una muy detallada confesión”. Después de decir eso, se pidió un corte y el estudio televisivo se convirtió en un pandemónium de corridas y consultas.
El Secretario y el custodio del Senador se lo llevaron poco menos que levantándolo de sus dos brazos y yo me quedé sentado sacándome los aparatitos que me habían dado sin nadie cerca que me ayudara, la única que se me acercó fue Elena y vi entre las personas a una flaquita de lentes que me hacía señas con los dedos a modo de saludo y se perdía detrás de otros más que se movían comentando todo lo acontecido. La Periodista estaba flaqueada por tres tipos que me sonaban a custodios de la emisora y tenía en sus manos la carpeta que aprisionaba contra su pecho sabedora de que la misma sería exigida como prueba del juicio que se avecinaba. Claro está, había por lo menos tres copias más de todas esas pruebas y una de esas copias ya había sido elevada a un Juez de la Suprema Corte. Me retiré satisfecho sin que nadie me diera más bola que la necesaria y me alegró eso, yo no era el alma mater de la noticia y era mejor así.
Regresábamos en el auto con Elena comentando sobre lo verborrágico que se había puesto el Senador, me contaba que habíamos estado como cuarenta minutos en el aire de forma interrumpida y que en el estudio no volaba ni una mosca, pues estaban todos metidos y asombrados escuchando lo que decía el Político.
- ¿Qué irá a pasar ahora con todo esto?, -preguntó-.
- No sé, pero viene bien que algunas cosas salgan a la luz, es hora de comenzar a cambiar a toda esta sarta de corruptos. Habrá que esperar que los expulsen y ya sin Fueros meterlos a todos presos, espero que a la gente no se le dé por salir a la calle a prenderlos fuego a todos.
- Este escándalo puede llegar a ser internacional.
- Creo que sí, ojalá que sirva para que nos miren con mejores ojos porque cambios va a haber seguro. Lo que también va a ser seguro es que el Estudio no tomará ningún caso de defensa de estos tipos, no nos conviene involucrarnos, -le dije mientras sonaba su celular-.
- Está bien, yo le pregunto, -expresó Elena-. Es mi padre, me dice que quiere que pasemos por la casa porque quiere enterarse de todo por tu boca, ¿querés que vayamos?
- Bueno, vamos, espero que haya algo para cenar porque me muero de hambre, -le dije a Elena, aunque pensé que él único que podría haberse dado cuenta del “deseo que” era precisamente mi suegro, de todos modos, ya estaba “jugado”, veríamos que pasaba, escapar no me iba a escapar.
Mi suegro nos recibió muy bien, tal como siempre lo hacía, abrazó primero a Elena y no tardaron en llegar las chanzas que, en realidad, no eran tales porque llegar a ser abuelo era una obsesión muy marcada que no se preocupaba en disimular, “tiempo al tiempo papá, cuidar no nos cuidamos y Gustavo responde rápido, jajaja”, -le contestó Elena siguiendo con el mismo tono de broma antes de irse para la cocina a ver que había preparado para comer-.
- Estuve viendo el programa y vaya lío que armaste allí, igual estuviste muy bien, parco, conciso y preciso para hacerlo hablar al corrupto ese, ya me tocó perder una licitación importante porque no quise darles coimas a él y a sus colegas.
- Yo no armé ningún lío, el hombre debía tener algún cargo de conciencia porque se puso a hablar hasta por los codos y bueno, al programa le vino bien y, a nivel de Justicia todo se pone más interesante, imagino que a nivel Político también.
- Hablando de interesante, para mí fue más que interesante, máxime cuando escuché clarito un latiguillo que conocí muy bien en otras épocas, ¿tenés algo que decirme al respecto?
- No sé a qué se refiere, es más estoy seguro que cualquiera hubiese deseado escuchar todo lo que ese sátrapa tenía para decir.
- Sí, sin dudas y decime, ¿cómo fue que surgió el tema de fondo?
- A usted se lo puedo decir, me llegó esa carpeta por medio de la esposa del Senador debido a una demanda de divorcio en ciernes, la leí, me interesó y me puse en contacto con la Periodista porque era la única forma de que se delatara, si lo hacíamos sólo a nivel de las denuncias se estarían protegiendo por los Fueros y sería más difícil.
- Me di cuenta que estaba bien enterada de todo porque hizo preguntas directas, además todo bien pensado porque ella no tiene que dar el nombre de ninguna fuente, de todos modos, no me creo mucho lo de la conciencia jugándole una mala pasada.
- Disculpeme suegro, yo lo respeto mucho, pero, ¿no cree que sería más fácil si me pregunta directamente?, -le pregunté poniendo mi mejor cara de idiota descolgado de todo-.
- No, no lo haré porque sé que estarías obligado a mentirme, me basta con saber que conmigo siempre actuaste legalmente y no hay dudas de que querés a Elena.
La llegada de Elena trayendo un carrito con platos, cubiertos y fuente de comida, cambió totalmente el ángulo de la conversación, pero era evidente que mi suegro sabía bien de lo que hablaba, menos mal que ese “sé que estarías obligado a mentirme” me hizo reflexionar cuando estaba a punto de decirle la verdad sobre lo que ambos conocíamos y me llamé a silencio. Cenamos riendo, le contamos de algunos proyectos relacionados con la pareja en sí y lo pasamos muy bien, eso sí, cuando nos íbamos y me abrazó para despedirse me deslizó un “cuidala bien a Elena, es quien siempre estará incondicionalmente a tu lado y mandale saludos de mi parte a nuestras “tías””, no dije nada, sólo atiné a mover la cabeza afirmativamente, los dos teníamos muy claro de quienes hablaba, aunque debo decir que jamás se metió en mi relación con Elena ni me pidió “favores especiales” para su beneficio y eso, íntimamente, siempre se lo agradecí.
Mi novia se mostró mimosa como de costumbre y como estábamos en mi auto nos subimos y, en un acuerdo tácito, me dirigí directamente a mi casa, ella tenía ropa para cambiarse allí y las caricias apretándome el miembro por sobre el pantalón nos eximía de cualquier tipo de especulación. Al llegar vimos que las luces de la casa de Mercedes estaban prendidas, yo sabía que había dejado el hospital el día anterior y me extrañó que ya estuviera de reuniones, pero no le di mayor importancia, esto hasta que se acercó a tocar el timbre del portón. Venía con Federico que me saludó normalmente, los presenté con Elena, se disculpó por la hora y nos dijo que el motivo de su visita tenía que ver con darme un agradecimiento enorme por todo lo que había hecho por ella y por el hijo, además nos contó que estaban embalando todo para hacer una mudanza, “no tengo muebles propios, es sólo ropa y algunos electrodomésticos, televisor y la computadora, mañana a la mañana vienen a buscarnos y nos mudamos a mi provincia de origen”, -alegó-.
Lógicamente le pregunté a que se debía eso, entonces me dijo que, en el hospital, por medio de su celular, se habían comunicado con su único hermano, que era soltero, que todavía vivía en la casa paterna ubicada en una ciudad capital de una de las provincias más importantes y tenía una distribuidora de bebidas, éste le había dicho que se fuera a vivir y que trabajara con él y había aceptado. La felicitamos por eso, nos saludaron afectuosamente y se marcharon, estaba claro que, muchas veces, “no hay mal que, por bien…” y a mí me venía de perlas.
Elena entró en la casa y cuando hice lo mismo y cerré la puerta, desde el living vi que cruzaba el comedor y se metía en la cocina preguntándome si quería comer algo más, le contesté que no y lo que parecía algo normal no lo fue tanto porque mi novia estaba ya completamente desnuda y su cuerpo de escándalo no me resultó para nada indiferente. Tardé lo que un suspiro en sacarme la ropa que quedó en el piso del living y la “ataqué” sobre la mesa de la cocina. Lo de “ataqué” es sólo un decir jocoso, ella misma se reclinó en la mesa de la cocina cuando le apoyé la verga erecta entre sus nalgas y me gritó, “si mi señor, me rindo, haga lo que quiera conmigo”. Sus risas se mezclaron con gemidos y algunos quejidos cuando comencé a penetrarla y hundí mi verga hasta que chocó en su útero. Mi machismo me lleva a decir que me la cogí a mi novia y estaría mintiendo, el movimiento de sus caderas, sus apretones a mi tronco y los temblores y contracciones por sus orgasmos me transportaron, ni hablar del grito de placer que dejó escapar cuando mordí su nuca en el momento en que la llenaba.
Al otro día en el Estudio Jurídico se vivió un día de locos, los Abogados querían saber, los Noteros se agolpaban en la puerta y los teléfonos no dejaban de sonar pidiendo declaraciones. Claro que me cuidaba perfectamente de decir o dar a entender que conocía la carpeta de antes, según mi entender, eso era proveniente de una “fuente” de Gimena, la Periodista, allí chocaban todas las preguntas que quedaban sin respuestas, yo me limitaba a decir que había enterado de todo en el Estudio de televisión
En el ámbito de los Tribunales y la Justicia, así como en el Político era un pandemónium generalizado, hasta el propio Fiscal General se apersonó en el Estudio para conversar conmigo y tratar de obtener mayor información. No sólo me contó de lo que se estaba actuando a nivel Judicial con investigaciones que tendrían que ver con la debida justificación de los activos y gastos desde las fechas de asunción de sus Cargos Políticos hasta congelamiento de fondos en cuentas bancarias, sondeos para saber si tenían cuentas bancarias en otros países, además de otros cargos que les costarían años de prisión a varios.
También tuve una reunión con los Abogados de la firma y allí quedó explicitado que no se tomaría ninguna defensa de ninguno de los involucrados, tampoco se tomaría pedidos por juicios de divorcio de estos o sus cónyuges, a menos que los Honorarios fueran debida y sobradamente cubiertos en efectivo, habida cuenta que les hice saber de los congelamientos de las cuentas bancarias y el posible decomiso de todos los bienes de los involucrados. En un momento de tranquilidad, estando solo en mi oficina, me puse a pensar que le había salido muy caro al Senador la paliza que le había mandado a dar a mi vecina…
Tres o cuatro días después de esto y mientras seguía todo en ebullición, me llamó Graciela, madre de Gabriel y verdadera dueña del Estudio, había regresado del Crucero con Alma y los chicos y deseaba hablar conmigo. Indudablemente que tendría que refrescar los “deseos” y darle preferente atención a su culito flaquito, pero eso era algo que me tenía sin cuidado, los Poderes que me había otorgado por medio de Contratos Certificados no caducaban sino hasta mi renuncia o muerte, lo mismo que con la administración de sus bienes.
Después de “refrescar” los deseos con la flaquita multimillonaria y de haberla hecho gritar como descocida por mi verga enterrada en lo profundo de su culito, me hizo conocer todas las novedades respecto a su futuro e incentivé todo esto obteniendo, además, una retribución que no esperaba y que no dudé en aceptar. En principio ella y Alma habían conformado una pareja que en su momento yo había propuesto y querían recorrer el Mundo recalando en dónde no fuera invierno. Los chicos quedarían internados en un colegio especializado en España hasta su mayoría de edad y a ella le sobraba “paño” y cuentas bancarias en el exterior como para darse gustos con el tipo de vida que quería vivir, Alma, la madre de Axel estaba más que contenta con esto y ya estaban finiquitando todo para comenzar en unos diez días. Insistió en que estaba más que agradecida conmigo, claro que sin saber que el más agradecido debería ser yo y la gratificación fue la cesión de la que fuera la propiedad del padre en la que ella vivía.
No pensaba negarme a nada de eso, de todos modos, tampoco podría, al momento en que me lo decía, ya figuraba todo a mi nombre, con todo el mobiliario y los vehículos que había en la propiedad, lo único que me pidió, en la medida de lo posible, era que mantuviera al mismo personal, algo en lo que no tuve inconveniente porque ellos se ocuparían de mantener la casa, yo estaba muy cómodo en la que me había dado Elena, además de que rondaba muy cercana la posibilidad de los “confites” con la novia-heredera.
Regresé a casa con los Títulos de Propiedad pertinentes, excitado hasta las orejas, agradeciendo a los gritos dentro del auto a las brujas-madre e hija y la llamé a Elena para que se viniera para mi casa. El “polvito” con Graciela me había parecido de “mala muerte” y necesitaba a “mi mujer” a mi lado y en mi cama. Vino rápido y pasamos una linda noche, con pasión, pero llena de mimos y caricias, nos dormimos rápido y a la mañana nos quedamos un rato más en la cama porque era sábado, el tema fue al bañarnos, no teníamos una sola toalla limpia, ni siquiera había tenido en cuenta el llamar a la empresa que se ocupaba de eso.
La casa era bastante grande y me di cuenta que yo no la atendía como debía, la cocina quedaba sucia, el baño no se limpiaba bien y yo nunca había agarrado un plumero ni una escoba, esto, lógicamente, lo notó Elena y me dijo que necesitaría a alguien para que atendiera la casa algunos días en la semana porque ni siquiera recordaba que podía llamar para que vinieran a atenderme. Estuve de acuerdo con ella y el trabajo recayó en una señora cincuentona que atendía el semi piso en que ella vivía, aunque allí lo hacía con cama adentro, “el único problema es que tiene una nieta que está por cumplir once años, tiene un poco de retraso, pero es un amor, no creo que te moleste”, -afirmó-.
A mí no me molestaría, además, estaba poco en casa, me iba apenas llegaban y cuando regresaba, generalmente, ya no estaban, salvo en algunas ocasiones en que regresaba más temprano y podía verlas, incluso mirarla mejor, ver que trataba de conservarse arreglada, acorde al lugar en que trabajaba, me gustó, ni Elena ni yo tolerábamos a alguien chabacano y abandonado ante nuestra presencia. Además de esto, pude conversar un poco con la mujer para que me contara el porqué de la nieta con ella. “La madre está internada en una granja de recuperación, pero cumpliendo una condena por robo, tiene para dos años”, -me dijo la mujer-, “se equivocó muy feo con varias cosas y yo no puedo dejar a la nena librada al azar, de todos modos, la tengo “cortita” y no le traerá problemas”, -agregó-.
La nena no tendría más de un metro con treinta centímetros, tenía el cabello tipo carré, era simpática, expresiva con sus ojos y de sonrisa fácil, pero yo me daba cuenta que mi presencia la inhibía completamente, a eso ayudaba la abuela que la retaba continuamente para que se quedara quieta en un lugar cuando yo aparecía por la casa. Nunca la había mirado con los mismos ojos con que había mirado a Federico, a Gabriel o a Axel, pero un tropiezo de la nena mientras jugaba provocó su caída, lo cual dejó al descubierto sus nalgas. La bombachita con dibujitos que tenía puesta no alcanzaba a tapar sus nalgas gorditas, mi mirada de lobo notó enseguida que esa caperucita gordita vestida con el guardapolvo de la escuela tenía un culito duro y parado que no podía ser contenido por la prenda y me dieron ganas de tenerlo entre mis manos. Estaba en mi privado leyendo un expediente de un caso y escuché el ruido del golpe, además del sollozo, salí al pasillo y fue cuando la vi.
- Lindo golpe te llevaste, dejame ver si te lastimaste, -le dije ayudándola a levantarse-.
- Perdóneme señor de la casa, el piso está muy resbaloso, yo no quería molestarlo, -acotó tocándose las rodillas y me miró con los ojos llenos de lágrimas-.
- ¡Por Dios!, ¿qué hiciste ahora?, -preguntó la abuela entrando en la casa desde la parte trasera-.
- Nada, nada Gloria quédese tranquila, sólo se resbaló y se golpeó las rodillas, miré, cálmese, yo deseo que se calme, que me deje con ella y vaya tranquila a ocuparse de otras cosas, vuelve sólo cuando la llame, yo me ocuparé de su nieta, Yessica me dijo que se llama ¿no?
- Si señor Gustavo así se llama, yo voy a estar en los fondos, -dijo sin más y se fue de nuestro lado-.
- Me sale sangre de la pierna, -me dijo la nena mirándome con cara de pena e inocencia-.
- No importa, yo te voy a curar, pero deseo que te muestres muy cariñosa y mimosa conmigo, además, que me dejes tocarte por dónde yo quiera.
- Bueno señor, usted es muy bueno, ¿le puedo dar un abrazo y un beso?
Me estiró los brazos al cuello y se prendió a mi mejilla dándome un beso prolongado, sus piernas regordetas me rodearon la cintura y mis manos se dieron un festín de nalgas duras y redondas, mis dedos pasaron por debajo del elástico de la bombachita y buscaron sus orificios cerrados recibiendo gemidos placenteros de parte de la gordita. Desde allí en más, con calma y pensando bien lo que deseaba hice que se excitara, que me acariciara la verga y que me pidiera de chuparla prometiendo que se iba a tragar toda mi leche. No hubo palabras con subterfugios, ella, sólo conmigo, debería usar las palabras que yo usaba y desearía tener mi verga clavada en lo más hondo de su culito.
Mi verga parecía a punto de explotar y mi libido junto con el morbo se me habían disparado, máxime cuando la hice desnudar y se apuró para ponerse en cuatro sobre el sofá apuntándome con su culito redondito y pidiéndome que se la metiera toda. Me frené a tiempo, hacer ese culito ameritaba diversos juegos previos y la dejé allí para ir a buscar el gel dilatador, tardé muy poco pues la calentura me podía y debía apurarme, al regresar me preguntó si ya le iba a meter la verga y ya me salía humo de las orejas.
Le miré el ano cerrado, fruncido, los labios regordetes y cerrados de su conchita y le contesté que todavía no, que primero quería besarla y chuparla toda y después tenía que darme una mamada sin usar los dientes y tratando de tragar la mayor cantidad de verga posible, me miraba sin entender demasiado, pero me dejaba hacer mi voluntad. La maniobré con facilidad, le levanté las piernas y me dediqué a toda su entrepierna zambullendo mi boca allí, fue una delicia, mi lengua recorría los dos lugares, abría sus labios y quería meterse en los huecos, Yessica comenzó a gemir retorciéndose de placer, gemía con ganas y temblaba dejando salir sus jugos que yo absorbía con algo de desesperación.
La sentí temblar y contraerse un par de veces y me encantó que pudiera orgasmar sin gritar como descocida, es más, creo que tenía un poco de temor por las sensaciones que experimentaba, al rato la dejé y luego de sentarme en el sofá, la acomodé de costado con su cara frente al miembro erecto, “es muy grande, no puedo cerrar mi manito al agarrarla”, -expresó y le pedí que no hablara más, que no quería escuchar nada más que gemidos de placer mientras se metía mi verga en la boca-.
Le costó un montón meterse media verga en la boca y mover la lengua para acariciar el glande y parte del tronco, se ahogaba, tosía, dejaba caer sus babas, pero seguía intentando, “tomate toda la leche sin desperdiciar nada y seguí mamando sin sacarla de tu boca”, -le dije cuando ya no aguantaba más y le llené la boca con mis jugos. Mientras tanto ya movía el culito con ganas mientras tres dedos lubricados entraban y salían de su tripa, a la par que los giraba buscando más dilatación de su ano. Yessica se mostraba encantada haciendo lo que hacía y recibía con ganas mis dedos, tanto así que paraba el culito como pidiendo más profundidad, no tenía ni puta idea de lo que era el sexo, pero se notaba a las claras que el instinto actuaba en ella. Yo miraba con cierta admiración a su cuerpito chiquito, menudito y relleno que se encontraba cruzado sobre mis piernas y le hablé cerca del oído, a la par que, con más lubricante, ya eran cuatro los dedos que, prácticamente, desvirgaban su ano…
- ¿Te gusta cómo te estoy cogiendo el culito con mis dedos?
- Sí, me gusta mucho, me dan muchas cosquillas en la panza y parece como que me hago pis, -decía dejando de mamar, pero sin dejar de mover sus caderas-.
- Está bien, eso es porque estás muy caliente, incorporate un poco y sentate sobre mis piernas, quiero besarte, -le dije recordando sus labios llenos y los puntitos diminutos de sus pezones que comenzaban a asomar-.
Fue un gusto enorme enseñarle a abrir la boca y a compartir su lengua con la mía, cada vez que le “comía” la boca y mi lengua se perdía en el interior de la suya Yessica experimentaba unos escalofríos que me hacían saber de su gusto compartido, pero lo mejor vino cuando agaché mi cabeza y besé sus incipientes pezones, parecieron a punto de reventar y tuve que afirmar mi mano en su espalda para que no se cayera hacia atrás al contorsionar y tensionar todo su cuerpo.
“Acostate en el sofá porque quiero meterte la verga en el culito”, -le dije-, lo hizo acomodándose y levantando las piernas como si supiera como venía el tema. Lubriqué un poco más de media verga y arrimé el glande a su entrepierna para darle unas cuantas pinceladas que la hicieron estremecer. “Métame la verga señor Gustavo, le juro que no voy a llorar ni gritar”, -me dijo con una vocecita tenue, pero con toda la pasión en sus ojos bien abiertos-. Yo notaba una tremenda lucha interna en mí para evitar de perforarla de una y hasta el fondo en uno u otro agujerito, pero me había metido en la cabeza que no debía desvirgarla y debía ir despacio con el anal para no rajarla, lastimada no me serviría y, aunque pudiera convencerla con los “deseos”, yo mismo me sentiría mal si la volvía a coger estando lastimada y, seguramente, que la dejaría preparada para volverla a coger.
El glande encontró el huequito guiado por mi mano y cuando comencé a entrar me soslayé mirando su cara de sufrimiento pues la dilatación con los dedos había ayudado, pero, mi verga era otra cosa distinta. Avancé sin apuros notando como su interior me apretaba, la verga me latía porque parecía que me apretaban con una mano desde su interior, Yessica abría grandes los ojos, las lágrimas se le escapaban hacia las orejas, pero no emitía sonido alguno, salvo una especie de silbido entre los labios cuando su culito se abría ante el avance del glande. Cómo hice no sé, sólo sé que no quise pasar de la mitad y me quedé quieto esperando su reacción.
- ¿Ya entró toda?, me duele mucho, parece que tuviera un palo duro adentro, pero me gustó que me entrara la verga, me dan ganas de moverme, ¿ya terminó?, ¿esto es coger?, -preguntaba inquieta e ignorante-.
- No mi cielo, todavía no la metí toda, pero no quiero que te duela más de lo debido, ahora me voy a mover, así despacito, despacito y la cogida te va a gustar más, -le dije iniciando un vaivén sutil sin penetrar más de lo aconsejable-.
- Me sigue doliendo, pero me gusta mucho y me dan ganas de hacer pis, siga, siga Gustavo, -decía moviendo las caderas tratando de obtener más penetración, mi propio peso sobre su cuerpo no lo permitía e igual lo intentaba haciendo fuerza con sus manos que apretaban mis antebrazos-.
- Tenés un culito precioso, ahora es mío y tu conchita también va a ser mía, vamos a intentarlo hasta que te entre toda mi verga por todos lados.
- Bueno señor Gustavo, pero siga moviéndose, ya me hice pis de nuevo y me gusta mucho.
Seguí un rato más mirando como obsesionado a ese culito redondito que se tragaba la mitad de mi verga mientras Yessica se retorcía por el placer que experimentaba, esto hasta el momento en que no aguanté más, la inundé y la “escondí” debajo de mi cuerpo para comerle la boca a la par que el líquido caliente irrumpía en sus entrañas. Me quedé quieto instalado en su interior mientras el miembro se desinflaba y salí despacio para observar el ano abierto que destacaba entre sus nalgas gorditas. Luego de esto la llevé a lavar, me lavé bien yo y los “deseos” tuvieron que ver con que no abriera jamás la boca para decir nada de lo sucedido ni de mí a nadie, ni al espejo, pero, como el ego está siempre presente, aunque no me pidiera nada al verme recordaría mi verga entrando en ella y tendría deseos de repetir, aunque sólo conmigo.
El agua fría del bidet ayudó a que su hoyito volviera a la normalidad y luego de secarla bien, le curé la rodilla poniéndole una pequeña venda. No sé cuánto tiempo habría pasado, pero sabía que la abuela estaría aun trabajando en el fondo de la casa, así y todo, le di una tablet que no usaba y le dije que le dijera a la abuela que habíamos tardado porque yo le enseñaba a usarla.
Tal como era de esperarse, al poco rato vino la abuela a verme para preguntarme si era cierto lo de la tablet, le dije que sí y se me ocurrió “desear” que la tratara mejor y que, en adelante, la dejara expresarse conmigo sin que ella pusiera ninguna clase de traba. No dudó en responder que así sería y, a pesar de estar bien “servido”, no pude dejar de apreciar que la “veterana”, aunque un tanto ajada, gozaba de unas nalgas paradas y aún apetecibles que no me costaría nada romper mientras mordía las almohadas, de última, sabía que con “desear” que olvidara bastaba.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Excelente.