EL PODER DE LOS DESEOS. (20).
Envenenado por casualidad y casi no cuento el cuento, pero me vino bien. Avatares en la clínica y la estancia resulta mejor de lo esperado con castigos y culos para repartir.
ENVENENADO – LAS ENFERMERAS. (20).
Ya en la noche no me sentí bien, dormí muy mal, es decir, prácticamente no dormí, tenía mareos, me dolía la cabeza, me sentía débil y las ganas de vomitar iba y venían revolucionando todo mi estómago. Todavía no había aclarado cuando tuve que levantarme de prisa y encarar para el baño, el vómito surgió imparable y quedé hecho una piltrafa y arrodillado frente al inodoro, algo andaba muy mal con mi organismo y yo no iba a perder tiempo con tecitos de hierbas y pastillitas para el dolor de estómago, me incorporé pidiendo permiso a una pierna para mover la otra, tomé el teléfono y llamé a la Emergencia Médica que tenía contratada.
No tardarían y los esperé con la puerta abierta y el portón sin traba, estaba sentado en un sillón mirando a la puerta, recuerdo que llegaron muy rápido y haber visto que bajaban de la ambulancia dos personas de sexo femenino, justo cuando acababa de mandarle un mensaje de voz a Elena. Me desperté sobre una cama que estaba en una habitación blanca, entendí que estaba en la clínica, mi novia sostenía mi mano y atiné a sonreírle, la sensación de malestar persistía, aunque ya no tenía los dolores de cabeza tan fuertes ni experimentaba las ganas de vomitar.
Elena llamó a la enfermera cuando vio que me desperté y me pidió que me quedara tranquilo, observé que tenía un brazo canalizado y un botellín de suero colgaba de un armazón de metal al extremo del tubo que salía de mi brazo. No entendía que había pasado, le quise preguntar, aunque no coordinaba las palabras y mientras la enfermera me inyectaba, seguramente con algún antiespasmódico y me tomaba la presión poniéndome a la vez un aparato en la yema del dedo índice, me explicó que había sufrido una intoxicación severa y tenía comprometido todo el aparato digestivo.
Una rubia alta, hermosa, con bucles y el pecho recargado de teta que se identificó como Doctora Eloísa entró en la habitación y pidió a los demás que se retiraran para hacerme una revisión, me abrió la bata, jugó con el estetoscopio en mi pecho, ni siquiera se puso los extremos en sus oídos y me dio un ligero apretón en el miembro sin pretender nada más que, de todos modos, aunque pretendiera algo más, yo no estaba en condiciones de responder a ningún estímulo.
- Éste “aparatito” sigue estando mejor que nunca, nos diste un lindo susto, pero llegamos a tiempo, casi te nos morís envenenado.
- Pero, pero, ¿vos sos?
- La “tía joven”, mamá ya se fue apenas llegó tu novia, yo ya vi que estás bien y me voy tranquila.
- ¿Qué fue lo que pasó?
- Parece ser el postre que vos pediste en la cena, hubo otro hombre que no tuvo tanta suerte, están investigando al restaurant, pero creo que eso viene desde la empresa que los produce, bah, creo no, estoy segura, pero no puedo decirlo, eso sí, te tendrás que quedar dos o tres días internado, ya te hicieron un lavaje de estómago y harán alguno más de ser necesario, además toda una batería de análisis, pero ya mañana podrás correr a las enfermeras, jajaja.
- Gracias, ni siquiera me di cuenta que eran ustedes.
- Esa es la idea pimpollo, otra cosa más, no dejes de pasar de mañana para levantar el “deseo” de la chica que trabaja en tu casa, puede llegar a volverse loca.
Dicho esto, me dio un piquito y se retiró, escuché que le decía a Elena que podía pasar, “que no se ocurra ponerte “mimosa””, -le dijo tocándole el hombro-, mi novia entró sorprendida a la habitación, “esa Doctora parece bruja, yo estaba pensando en hacerte mimos y me dijo que no lo hiciera”, -expresó mirando hacia la puerta-. “Será nomás, te descuidás y están en todos lados, igual a mí me atendió muy bien, jajaja”, ¡si supiera!… Se sentó en la cama y me dijo que eran pasadas las once de la mañana y que ya le habían dicho que no me darían el almuerzo, también me avisó que había hablado con Haydee en el Estudio y allí estaba todo bien, mi Secretaria había preguntado si necesitaba algo porque no tendría problemas en quedarse en la clínica, pero Elena le comentó que no era necesario y quedó en pasar a la tarde para ver cómo estaba.
Elena estaba compungida y me dijo de quedarse todo el día, le pedí que no lo hiciera, yo sabía lo que le pasaba por la cabeza, ella había elegido el restaurant y se sentía culpable, amén de las ganas de estar a mi lado. “Prefiero que te vayas a la empresa, yo voy a estar bien y no me pondré nervioso sabiendo que tenés cosas por atender, cualquier cosa te aviso”, lo aceptó con un movimiento de su cabeza y en ese momento entró la enfermera con una serie de aparatos que enchufó y luego me puso unos chupetes en el pecho y en el brazo, “no es para alarmarse, pero queremos saber sobre las pulsaciones y la presión en todo momento”, -alegó al hacer todas las maniobras-.
Mi novia se fue luego de saludarme, tuvo cuidado de no hacer que me pasara de revoluciones y le apreté las nalgas diciéndole que no era para tanto, por lo menos se fue con un poco más de ánimo, yo me sentía bien, salvo por una dejadez en todo el cuerpo cercana a la debilidad, tenía sueño y me dispuse a descansar tratando de que nadie me molestara. Dejé la habitación en penumbras, apagué el velador, apenas si entraba luz por las persianas entornadas y me entregué a Morfeo. Nadie me molestó y si alguno entró a la habitación, ni cuenta que me di, me desperté como a las seis de la tarde, fui al baño notando que las piernas me respondían bien y llamé luego a la enfermera diciéndole que tenía hambre. La petisa pizpireta y simpática de cabello corto y ojos pícaros entró diciendo que me había dormido todo…
- Tampoco habrá merienda, pero luego vendrá algo de cena, la próxima vez que duermas tratá de taparte, jajaja, hay cosas que todavía me sorprenden, jajaja, mi nombre es Clarisa y estoy hasta las diez de la noche, llamame si necesitás algo, -dijo moviendo el cuerpo de modo sinuoso-.
- No me podré olvidar de tu nombre, te llamás igual que mi hermana, yo soy Gustavo y debo decir que a vos tampoco te falta nada.
- Sin dudas que estás mejor y me agradó el piropo, luego regresó antes de irme, -dijo y se giró mostrando que, además de las tetas que se le notaban en la chaqueta con dos botones desprendidos por demás, el culo era respingón y duro-.
Me encontraba descansado y recordé lo que me había dicho la “tía joven”, entonces aproveché y la llamé a Edith. Cuando atendió el teléfono sonaba totalmente desencajada y hubiese jurado que lloraba, la pobre lo debía estar pasando realmente mal. Sólo se calmó cuando la liberé del “deseo”, lo conté algo de lo sucedido y le dije que hablaríamos tranquilos la semana siguiente. Después de eso, ya más calmada, me dijo que nadie le supo decir nada, sólo una vecina le comentó que había venido la ambulancia muy temprano y estuvo mal toda la mañana, luego pudo reflexionar y llamó al Estudio, allí le informaron que estaba internado por un problema estomacal, pero que estaba bien, “tuve un miedo tremendo Doctor”, -dijo sollozante-. No tenía ganas de seguirle el tren y le volví a decir que hablaríamos cuando estuviera en mi casa, después le mandé besos y corté la comunicación.
Como cuarenta minutos después de esa llamada me avisaron que era el horario de visitas y podía recibir de a dos personas en la habitación, esto me molestó, yo no era un enfermo grave, me tenían en una habitación VIP y no digo que quería hacer un picnic dentro del cuarto, pero me parecía un tanto autoritario y para autoritario estaba yo. La llamé a la Enfermera y le dije que me solucionaran eso porque muchos no serían, pero no pensaba dejar a gente esperando en el pasillo, “no sé a quién hay que informarle, pero “deseo” que no me jodan por pavadas y cuanto esté con visitas respeten mi intimidad, nadie entra a mi habitación sin golpear antes la puerta”.
Salió de raje diciendo que lo comunicaría y al rato regresó con un flaco alto vestido con bata de Médico, se presentó como el Director y trató de explicarme las reglas que imperaban en la clínica, “mire Doctor, “deseo” que entiende que sus reglas me importan un cuerno, seguramente me van a cobrar una fortuna por esto y a mí nadie me dice lo que debo hacer o dejar de hacer, máxime que no estoy agonizante”, mi tono no admitía réplica y le reiteré lo que le había dicho a la Enfermera. El “sí señor, sí señor”, pareció retumbar en los pasillos y se fue como perro apaleado, yo, por lógica, feliz de la vida. Tras cartón apareció Haydee con su hijo Julio, me saludaron los dos alegrándose de verme bien y Haydee hizo un comentario respecto a que andaban todos mansitos en la antesala de la habitación y en el piso, “¿Me pareció a mí o te escuché enojado?”, -preguntó sonriendo-.
- Debe ser porque ya me siento mejor, jajaja, ¿cómo andás Julito?
- Bien señor, me alegro de que esté bien.
- Bueno, más o menos, me pegué un lindo susto, -agregué y detallé lo que me había pasado-.
- Necesitás que te ayude en algo, -preguntó después de decirle que me quedaría tres días internado-.
- Ya que lo decís, necesitaría algo, pero, sería como sacarte tiempo para otras cosas.
- Dele jefe, me extraña, ¿qué necesita?
- Me olvidé de pedirle a Elena y no vendrá hasta mañana, necesitaría comprar un cargador para el celular y algunas revistas, con eso cargaré el teléfono y la tablet, leeré algo y no me aburriré tanto, no creí que fuera tan aburrido esto de estar internado, jajaja.
- No sé dónde habrá un negocio de esos por acá cerca, pero te lo voy a conseguir, decime la marca, ¿querés alguna revista en especial?
- No sé algunos comics o de actualidad, si son como diez no importa.
- Está bien, ya me voy a ver si encuentro algo abierto, ¿te puedo dejar a Julio?, -preguntó y era lo que quería, los “deseos” de hacía un rato me habían activado-.
- No hay problemas, él se porta bien, también comprá algunos chocolates o algo que le guste.
Le di el dinero y se fue, el nene se fue a sentar en una de las sillas que había en la habitación y yo me acomodé la verga que comenzaba a erectarse, él se puso a mirar el celular y le hablé llamando su atención, “Julito, “deseo” que cierres la puerta por dentro y te convierta en mi “putito” preferido”. Se paró como activado como un resorte y pasó sonriendo cerca de la cama antes de irse a cerrar la puerta, no se pudo aguantar y me acarició la verga que aún estaba tapada con la sábana, pero formando una regia carpa. “Ya está” -dijo acercándose nuevamente a la cama donde se apoyó para sacarse la bermuda y el bóxer que tenía puesto-.
- ¿Me la vas a meter sin ponerme nada en el culito?, -preguntó atendiendo a que siempre lo lubricaba bien-.
- Fijate en el baño que hay un potecito de jabón líquido, con eso entrará cómodo, pero primero quiero que me la chupes como vos sabés (y tu mamá y tu abuela también, aunque eso no se lo dije).
- ¿Querés que me ponga yo o me ponés vos mientras te la chupo?, -preguntó con un brillo especial en los ojos y toda la dulzura en la voz-.
Lo había mirado mientras caminaba con sus nalgas desnudas hacia el baño y, decididamente, en su rol de “putito” incentivado por mi “deseo”, su comportamiento y sus modos cambiaban, me calenté más aún y lo ubiqué con el cuerpo invertido, se estiró casi sobre mí, aunque estaba de costado y comenzó a “devorarme” la verga, yo notaba una especie de devoción por el falo que se estaba tragando, gemía al meterse lo más que podía en la boca y movía las caderas dejando que mis dedos lo penetraran. Le mandé jabón como para que hiciera espuma y no pudo evitar sus temblores por su labor y la mía. Tosió un par de veces y la sacó de la boca, pero yo sabía que seguiría intentando hasta tenerla adentro de su garganta. Tenía tres dedos girando en su ano y su nariz chocó obscenamente contra uno de mis testículos, luego fue una especie de concierto de sonidos acuosos al cogerse la boca con salidas y entradas profundas sin que yo lo dirigiera en nada.
Julito disfrutaba con mi verga y a mí me estaba haciendo disfrutar horrores, yo tenía dudas sobre si aguantaría dos polvos y su culito esperaba, pero no lo pensé más y le llené la garganta, el pobre se atoró al tragar, pero no dejó caer nada sobre mi pubis. La limpió como había aprendido y la dejó lista para el otro round. No quise perder tiempo y como la cama era alta me salí de ella y lo puse culito arriba apoyando su torso en las sábanas, no quería apurarme, se la podía “comer” con rudeza, pero le gustaba que entrara despacio y fue lo que hice. El jabón sirvió, pero la sintió un poco más, no era lo mismo que con el lubricante anal, “me duele Gustavo o está más grande o el jabón no sirve tanto”, -acotó con la voz un tanto estrangulada-. Escupí sobre el tronco que faltaba entrar y se facilitó todo, pronto estuve haciendo sonar sus nalgas con mi pelvis y comenzó a pedir más.
“Metela más, hacele la colita a tu putito, me gusta que me cojas”, -decía largándose a hablar, cosa que no hacía antes-. Por momentos aminoraba para no vaciarme y por otros momentos el ritmo se hacía sostenido y profundo, de cualquiera de las formas le gustaba y movía sus caderas tratando de acompañar las estocadas. Me encantaba el culito de Julito, era querendón y caliente, además estaba bien estrecho, algo que parecía ser una constante familiar, eso sí, salvando las distancias por las edades. “Me dan las cosquillas”, -dijo comenzando a temblar y se tomó el pitito para no humedecer el costado de la cama, yo me dejé ir también.
“¡Faaa, me llenaste la panza de leche y el culito también!”, -dijo sonriendo cuándo se la saqué para ver su culito abierto-. Estaba limpio y nos fuimos los dos al baño, él evacuó y yo me lavé bien en el lavatorio, después, por turnos, ambos usamos el bidet y se puso la ropa, cuando estuvo listo me abrazó y me besó “comiéndome” la boca, “me encanta cuando me la metés bien adentro de mi culito de putito tuyo”, -expresó al dejar de besarme y se notaba que se sentía bien cogido-.
Regresé a la cama y mientras me colocaba nuevamente los chupetes en el pecho, los brazos y conecté la manguera del suero, le di las indicaciones para que se olvidara y dejara de ser “mi putito”. El cambio volvió a notarse y tomando su celular se iba a sentar en la silla, pero antes le dije que destrabara la puerta y tirara un poco de desodorante de ambiente, enseguida estuvo todo como si allí no hubiera pasado nada, excepto que la máquina comenzó a dar pitidos que al principio fueron fuertes, aunque fueron aminorando, imaginé que era porque estaba un poco acelerado por la cogida, así y todo, llamé a la Enfermera.
Entró Clarisa conjuntamente con Haydee que venía cargada de revistas y la Enfermera me preguntó que había hecho, “nada, me saqué los chupetes para ir al baño y cuando me los coloqué de nuevo comenzó a sonar con ganas”, -le dije poniendo mi mejor cara de inocente-. “Seguro hiciste fuerza que no debías y te subió un poco la presión, si no sale solo no hay que hacer fuerza, jajaja, es bueno que lo sepas”, me dijo y se fue sonriendo después de darme una pastilla.
Haydee, que se había preocupado al ver correr a la Enfermera, me dijo del susto momentáneo, “no hay problemas Haydee, Julio me cuidó y me llenó de atenciones”, -le dije ante la mirada de Julio que parecía no entender ni saber-. El nene se movía muy sutilmente en la silla porque tenía el culito maltratado, pero no hizo ningún comentario, puse a cargar el celular con el cargador que me había traído Haydee, claro que sin mostrar el que tenía oculto entre la funda y la almohada y nos pusimos a mirar algunas revistas. “Estas son las zapatillas que me gustan mamá”, -dijo Julio mostrándole a la madre una publicidad de una revista de deportes-. “Sí, sí hijo, está bien, ya veremos”, -le contestó Haydee y le dije al oído que sacara dinero de la Caja Chica del Estudio para comprárselas, que eran un regalo mío, “Shhh, sin discusiones”, -le dije ante el amago para negarse y me devolvió una sonrisa agradecida-.
Luego, debido a que Julio estaba apartado y enfrascado en la revista, Haydee me acarició la verga por sobre las sábanas mientras lo miraba al nene, apenas si reaccioné y me excusé diciendo que debía ser por la medicación, “no importa, me gusta acariciarla aun dormida, además, si hubiese reaccionado, no podíamos hacer nada”, -aceptó dejándome ver su sonrisa-. Cuando llegó la cena se despidieron y tenía tanta hambre que me comí con ganas esa comida insípida que, mejor no digo lo que había de menú.
Un poco antes de la diez de la noche apareció la dicharachera Clarisa, la Enfermera, entró a la habitación con otra chica, alta, rubia teñida y con el cuerpo plagado de curvas, noté que, aunque era una linda mujer, tenía cara de amarga, me la imaginé como una de esas personas que caminan con su propia nube negra encima de sus cabezas, me la presentó como Adelina y ella sería el relevo. Tras cartón apareció el Médico, no bien entró se le cayeron cuatro plumas y se acercó sonriente a la cama.
- Hola, soy Bruno, el Médico de Guardia de este piso, vos sos Gustavo, ¿no?, vamos a verte, deseo que te saques la bata para auscultarte, -dijo muy suelto de cuerpo, a mí me pareció que le brillaron los ojos cuando le pidió la ficha a Clarisa, me hice a la idea que la petisa le había comentado de mi verga, iban muertos conmigo-.
- Mirá vos, sucede que para vos soy el señor XXXX y yo “deseo” que ellas se queden y que vos te mandes a mudar de esta habitación, que no vuelvas a entrar y me mandes al Director o al que esté de Encargado de la parte médica, -se le congeló la sonrisa y dio media vuelta saliendo del cuarto, las Enfermeras se quedaron duras-.
No era un problema de Homofobia, eso lo tenía claro, existían conocidos y colegas declaradamente homosexuales y no me molestaban, siempre apliqué aquello de “cada cual de su culo un pito”, pero ¡joder!, había que demostrar un poco de profesionalidad. El tal Bruno podría ser un excelente Médico, pero su actitud chabacana y aprovechada de su condición para poder ver la verga de su paciente no me resultó para nada agradable, al final de cuentas tenía el Poder económico y Esotérico para evitarlo, pues, estando en plena consciencia, mi verga sólo podía ser tocada, acariciada, mamada y usada por quienes yo elegía para hacerlo.
Me dirigí enseguida a las Enfermeras preguntándoles por medio del “deseo”, si ellas estaban enteradas de que venía a tocarme la verga, la que me contestó fue Clarisa, “sí, yo le comenté que, aun dormida, tenías una verga, bastante grande y dijo que vendría a verla y tocarla y agregó, “en una de esas, paso una linda noche de Guardia”, él es el Médico y nosotras no podemos opinar, a menos que el paciente no sea bien atendido o se queje”, -acotó, claro que ellas disfrutarían o se divertirían con lo que hiciera, la tal Adelina no emitió palabra y su cara no demostraba nada-.
Se me cruzaron algunas ideas en la cabeza y ninguna iba a hacer que, tanto el Médico como las Enfermeras, la pasaran bien, no había en mi cabeza un Angelito bueno o un Demonio malo diciéndome que es lo que debía hacer bien o no, el lugar era ocupado por dos Demonios que me tiraban ideas a cuál más bizarra. Me quedé con las ganas de las maldades pues entró un Médico, petiso y rellenito, que se presentó como el Jefe del plantel Médico, el jovencito se quedó afuera y el Jefe me preguntó si tenía algún inconveniente con el Doctor Bruno.
Fue muy amable y deferente, pero yo estaba lanzado, aun así, decidí no joderlo al “emplumado” y le dije al jefe que no había ningún problema, aunque “deseaba” que, mientras yo estuviera internado no me tocara ningún hombre, que si tenían que auscultarme o hacerme análisis preferirían que lo hicieran las dos enfermeras o las Médicas más bellas del plantel. Sabía que era una burrada total y que les generaría toda una serie de inconvenientes, pero, ¿quién carajos tenía la sartén por el mango y el Poder para exigirlo o, en este caso, desearlo?
No preguntó más nada, tampoco es que iba a permitírselo y se retiró diciendo que sería tal como yo lo solicitaba. Las dos Enfermeras me miraron y con ellas “desee” un par de “cositas”, en primer lugar, al entrar en la habitación sentirían muchas ganas de ser cogidas por dónde fuera y someterse a mi voluntad, en segundo lugar, no usarían ropa interior y su chaqueta estaría desabrochada mientras estuvieran a mi lado, con el pantalón no podía hacer nada. La sacaron bastante barata y la observé a Adelina porque creí que sería reticente, ni ahí, sus ojos brillaron más que los de Clarisa y amagaron ambas con abrirse las chaquetas.
Les pedí que lo hiciera desde la próxima vez que ingresaran porque en ese momento quería estar tranquilo, expresaron que estaba bien y se retiraron mirando a mi entrepierna, yo ni me había percatado, era evidente que había usado los “deseos” y se notó muy claramente que, por debajo de la sábana, había un bulto que no era normal, no me quedó más que reírme y, no bien salieron, tomé el celular y la llamé a Elena.
Mi novia notó mi voz con tonos risueños y me preguntó qué había pasado, le conté someramente lo del Médico homosexual, reímos los dos y charlamos un rato de su día. Después de la necesitada charla cotidiana con Elena, apagué las luces y me quedé pensando en la oscuridad. Me había salvado de casualidad, en realidad, de casualidad nada, me había salvado por el proceder rápido de “las tías”, es lo que me había dicho la “bruja-hija”, el otro hombre, un muchacho joven, no había tenido tal prontitud y había pasado a mejor vida o peor, tal como me lo dijo lo asumí.
Me había contado también que el problema provenía de la empresa que manufacturaba los alimentos y ni borracho ni loco osaría discutir o poner en duda lo que me dijeran, les di las gracias mentalmente y mis pensamientos derivaron hacia la gente de la clínica, decidí que esos dos o tres días que pasaría allí me divertiría a costa de ellos o, por lo menos, lo pasaría bien haciéndome atender a cuerpo de rey, también pensé en cambiarle la cara de “oler mierda” que tenía la tal Adelina, finalmente, me dormí satisfecho.
Serían como las tres de la mañana, yo estaba descansado y había dormido y descansado bastante, por eso noté cuando Adelina entró en la habitación, un pequeño haz de luz me permitía verla y observé que se metía la mano en la entrepierna por debajo del elástico del pantalón, se chupó el dedo que seguramente había utilizado y desabrochó toda su chaqueta quedando con las tetas al aire, aunque no las pude ver bien. Se acercó, encendió la luz del velador, tomó mi mano para medir el nivel de oxigenación y cuando me estaba por poner el tensiómetro, abrí los ojos.
Se sorprendió cuando me vio despierto, pero en su rostro se encendió una sonrisa, ““deseo” besarte y que me dejes cogerte por dónde sea”, -le dije-, esto fue como un aplauso en la oreja para despertarla, cerró la puerta y regresó a la cama, se desnudó por completo y me gustó el físico de carnes duras y las tetas paradas que exhibió. Sin emitir palabras, me destapó y se arrodilló en la cama para luego sentarse en mis muslos, tomó mi verga con las manos y habló: “Clarisa tenía razón es una señora pija”. Se mojó muy rápido o ya venía así, el caso es que mi verga quedó instalada entre sus labios vaginales y se movió.
Miraba el techo y gemía mientras lo hacía, su vagina estaba caliente y luego de unos temblores se incorporó un poco, tomó el tronco con la mano y ubicó el glande para proceder a penetrarse. “¡Mierda, esto no es joda!, siento como si me metiera un bate de béisbol”, -expresó poniendo los ojos en blanco, pero no cejó en su intento de meterla toda-. No pudo, se quejó cuando la punta del falo topó en su interior y se quedó unos segundos quieta, luego comenzó su danza de caderas, para adentro, para afuera o en vaivén, el caso es que la cogida era espectacular. Tuvo un par de orgasmos que no pudo disimular y mi ego quedó más que agradecido.
- Qué aguante que tenés, me estás paseando por el Cielo, ¿te animás a contenerte para dármela en el culito?, quiero saber si puedo aguantarla.
- Veremos si puedo, tratemos, -contesté y menos mal que no vio mis colmillos de lobo-.
Le pedí que se pusiera en cuatro porque me gustaba más y desconectó rápido todos los chupetes, luego se ubicó dejando su culito de nalgas duras a disposición y, aunque se notaba que no era la primera vez, se debe haber hecho a la idea de que le dolería porque, de inmediato, mordió la almohada esperando que la penetrara. Estaba lubricado con sus flujos y lo reforcé con algo de saliva, igual costó lo suyo, el glande entró bien sin hacerle caso a sus quejas, pero después su desesperación se hizo evidente, quería salirse porque no la aguantaba toda, jajaja, a mí no me sacaba de allí ni con una grúa.
Afirmando las manos en sus caderas di el caderazo para que entrara la cuarta parte que faltaba, el quejido no llegó a ser grito por la almohada, eso sí, tuve la consideración de quedarme quieto hasta que se acostumbrara al tronco que tenía metido en sus tripas. Adelina sollozaba quedamente, esto de querer salirse cuando notaba el miembro más grueso era lo mismo que decir entre adultos, “meté sólo la cabecita y si me duele sacala”. Había quedado sobre ella y me estiré para acariciarle las tetas de pezones endurecidos, eso le vino bien y comenzó a mover las caderas, primero sutilmente y al poco rato, sus “perreos” me obligaron a afirmarme bien.
Mi ritmo se incrementó y poco me importó que no pudiera seguirme, creo que tuvo un orgasmo, lo noté por las contracciones, pero había llegado el momento de mi descarga y le llené el culo de leche, gimió fuerte al sentir el líquido caliente y movió sus nalgas para que se pegaran bien a mi pelvis, sin dudas que había quedado satisfecha y yo también, para que negarlo. Luego de un rato en que retomamos el aire, nos fuimos a lavar, la noté distinta y le pregunté el porqué de la “cara de culo” anterior.
- Era por el hijo de puta del Jefe de Médicos, está caliente conmigo y me tiene amenazada con despedirme, estaba asqueada porque le había dado una mamada, se junta con el otro puto y creen que estamos obligadas a servirlos, Clarisa no tiene dramas porque tiene mucha antigüedad en el empleo, pero a mí me jode siempre.
- Habría que escarmentarlos a esos dos.
- No importa, no valen la pena, ya zafaré, te pido disculpas si te di mala impresión de entrada, vas a estar tres días acá y espero que mi culito te tenga nuevamente de visitante, ahora no porque me duele bastante, pero…
- No lo dudes y el que tampoco se salvará será el culito de Clarisa.
- Jajaja, no sé si la petisa te lo dará, dice que le duele mucho y todos quieren por allí, pero no deja a nadie.
- Veremos, “con paciencia y saliva…” dice el dicho, jajaja.
No bien se fue Adelina, por cierto, renqueando un poco, pero bastante contenta, me puse a pensar en alguna maldad para hacerle a esos dos idiotas. A mí se me había dado por las circunstancias de los “deseos” y el Poder otorgado, igual siempre fui de la idea de no meter la verga en compañeras de trabajo, a la larga o a la corta te generan problemas. Si lo pasaron bien buscarán de repetir y todo se hace una pelota que se agranda y se nutre de mentiras y escondidas, claro que esto no es privativo de hombre o mujer, siempre alguno de los exige más y todo se pudre. Bendita ventaja la mía que podía hacerlos olvidar e insistir sólo cuando yo quería, aunque Elena me había “abotonado” y me encantaba.
Las maldades que se me ocurrían tenían que ver con saltar desde lo alto, mutilarse con un bisturí o tirarse debajo de un tren o un ómnibus, pero esto traería otros problemas, las similitudes y quienes rodean a esas similitudes pueden generar sospechas y, aunque pudiera zafar de todo, no era conveniente quedar asentado en ninguna investigación, finalmente algo se me ocurrió y los mandé a llamar a los dos, cuando los tuve enfrente le expuse a ambos el “deseo” en cuestión…
En la mañana, cuando más lleno estuviera el hall con los pacientes que esperaban ser atendidos por los distintos Médicos, ellos se presentarían ante todos, completamente desnudos y erectos, el tal Bruno les hablaría a los hombres preguntándoles quien se quería comer ese culito y lo mostraría agachándose, en cambio el Jefe de Médicos con el pene en la mano les diría a las mujeres que para ser atendidas tendrían que darle una mamada a su verga. Sintonizaron enseguida y hasta se pusieron de acuerdo a realizarlo a las ocho de la mañana que era cuando más gente se juntaba. Bien cogido y esperando por los resultados de mi maldad, seguí durmiendo a pata suelta.
Me despertaron tarde, el desayuno lo trajeron como a las nueve de la mañana y antes de tomarlo entró Clarisa toda apurada para decirme que no tomara nada porque antes tenía que sacarme sangre y tomarme la presión, se la notaba alterada y con una sonrisa pícara en la expresión, pero me aguanté para no preguntarle nada. De todos modos, cuando la vi sonreírse nuevamente le pregunté qué estaba pasando y a que obedecía esa sonrisa.
- Ando atrasadísima, no tenés ni idea de lo que pasó, a vos te lo puedo decir, pero nos dieron órdenes de no comentarlo con los pacientes internados.
- Está bien, pero seguís sin decirme nada.
- Esta mañana el Doctor Bruno y el Jefe de Médicos aparecieron en la sala completamente desnudos, Bruno les decía a los pacientes varones que tenía el culito a disposición y el otro inmundo les decía a las mujeres que había que darle una mamada para hacerse atender, se armó una batahola de proporciones y cobraron los dos. Jajaja, fue una cosa surrealista y patética.
- ¡No te puedo creer!, ¿estaban drogados?
- No, para nada, por lo menos parecían normales, jajaja a Bruno un muchacho joven le partió la quijada de una trompada y luego los agarraron a patadas entre todos, los separaron de la Seguridad, sino creo que los matan a patadas, al Jefe le abrieron la cabeza.
- ¿Qué pasó con los pacientes que estaban allí?
- Algunos filmaron todo, no sé para que nos dicen que no digamos nada si dentro de un rato va a estar en todas las noticias, otros se fueron y varios le gritaron al Director que no sabía qué hacer y tartamudeaba, fue para alquilar balcones, -dijo sin parar de reír-.
- Me imagino que los habrán despedido.
- Y con Causa Justificada, mejor, esos no joden más a nadie, disculpame mi vida, entré tan apurada que no te mostré mis tetas, no tengo nada de ropa debajo del uniforme.
- Vení después del almuerzo, “deseo” entrarte por todos lados.
- Bueno, luego vengo.
Clarisa se fue y yo tomé el desayuno y comí las tostadas con mermelada atragantado de la risa, me moría de ganas de llamarla a Adelina para contarle que eso había sido porque esos dos la jodía, pero, como no podía contar la verdad sobre mi Poder, debí conformarme con una satisfacción íntima y reservada. Un par de horas después vino la policía queriendo hablar conmigo por el caso del Restaurant, ni Elena ni yo habíamos hecho ninguna denuncia, pero recordé que había un muerto en la Causa. Efectivamente, las investigaciones tenían que ver por las denuncias hechas contra el restaurant por los deudos del muchacho que había fallecido por el veneno ingerido con el postre.
El más veterano de los Detectives se movía con bastante prudencia, se notaba que se había interiorizado de quien era yo y los intereses que representaba, igualmente no les pude dar ninguna información que les sirviera, me limité a decirles que había elegido el postre por la carta, felizmente, distinto al que había pedido mi novia y después había sucedido lo de la descompostura en mi casa. “Conocemos al dueño del restaurant y al chef que nos presentó ese día, no creo que eso haya salido desde ahí adentro, posiblemente haya sido un atentado emanado dónde se producía la parte principal del poste”, -les dije esperando que ellos tuvieran la misma idea-. Mi padre siempre había insistido en la que inteligencia también se demostraba en la prudencia y el tino al hablar con el interlocutor, pues bien, el más joven de los Detectives demostró poca inteligencia, expuso una teoría como para sacar de mentira, verdad e hizo sentir incómodo a su compañero.
- Es extraño que usted acuse o trate de desviar la cosa a un competidor de otra empresa, se los saca de encima esparciendo unas pipetas de veneno en su plato y más en el plato del otro comensal y tiene para destruir al restaurant y a la empresa de comercialización de alimentos, -no le contesté, me limité a mirarlo serio al veterano-.
- Voy a hacer de cuenta que estoy sordo y no escuché a este idiota, “deseo” que tenga mucho cuidado, lo puede dejar expuesto y le podría costar el puesto o la vida por sus imprudencias, no voy a hablar más porque tendría que demandarlos, quiero que lo saque de mi vista y averigüe con el Director de la clínica los resultados de mis exámenes y “deseo” también que la investigación se dirija hacia el lado de la distribuidora, hay alguien allí que está tomando algún tipo de venganza.
El mayor de los Detectives me agradeció, se levantó de la silla en la que estaba sentado y lo sacó del brazo al compañero, el tipo estaba furioso, sabía que se le podía “venir la noche encima”, apenas había comenzado a hablar me catalogó como joven, pero seguro de lo que hacía y decía, además de todo el respaldo económico y Legal que tenía a mis espaldas y no podía darse el lujo de caminar “pisando huevos”. No me jodió la visita, estaba seguro que canalizarían todo hacia lo que me había indicado la “bruja-hija”, lo que me interesaba en ese momento era representar al dueño del Restaurant, la demanda sería millonaria y había que llegar a algún tipo de “arreglo”, con buenos honorarios de por medio, por supuesto.
Mientras almorzaba llegó Elena, la besé y acaricié diciéndole que se sacara la ropa y se metiera en la cama, se lo dije en broma porque me surgió en ese instante, pero, tuve que frenarla y la abracé volviéndola a besar para que no se entusiasmara, mi novia no le pediría permiso a nadie para demostrarme que era mía. “Con todo el lío de Periodistas que hay en la entrada de la Clínica porque parece que dos Médicos se volvieron un poco locos, lo único que les faltaría es escuchar mis gritos cuando me la metés en el culito, aunque no me molestaría, jajaja”, -dijo acompañando mi acción-.
Seguidamente me contó que los Periodistas querían saber que pasaba y que se resolvía con los Médicos, pero nadie informaba nada, el Director se había ido, le pedí entonces que llamara al dueño del restaurant y lo pusiera al tanto de lo que pasaba, “pobre tipo, los deudos del muerto lo están demandando por cinco millones de dólares, ya me llamó por si yo sumaría otra demanda, pero le dije que no, que vos ya estabas bien”, -acotó-. “Hiciste bien, lo que ahora me interesa en representarlo en la Defensa, que un damnificado lo defienda da una buena imagen”. Elena se puso enseguida a la tarea, al tipo le interesó y pidió hablar conmigo.
- ¿Cómo le va Doctor?, siento muchísimo por lo que tuvo que pasar, me interesa mucho que su Estudio se haga cargo de la demanda en mi contra.
- Ya pasó, fue un mal trago con final feliz, si está interesado pase por el Estudio y véala a mi Secretaria Haydee, ella le hará firmar el Poder de Representatividad y creo que en dos días podré hacerme cargo personalmente del tema, no dé entrevistas ni conteste pregunta alguna, el que quiera averiguar algo que se dirija al Estudio.
- Muchas gracias Doctor, estoy perdiendo un montón de dinero porque el restaurant está cerrado, están todavía los de Bromatología con los alimentos congelados y los sueldos debo seguir pagándolos.
- Trataremos de solucionar eso a la brevedad, pero le aclaro que hay un muerto en el tema y, de alguna manera, hay que llegar a un arreglo con los deudos, hay que hacer zafar a la empresa, pero el tipo se envenenó en su negocio y con lo que usted vendía.
- Sí, sí, lo entiendo, pero ahora me están matando, tendré que vender a mis hijos para pagar eso que reclaman.
- Ya veremos, vaya al Estudio y algo sacaremos en claro, a su favor, lógicamente.
Luego de cortar la comunicación, tomé mi teléfono y, pidiéndole a Elena que se quedara a mi lado, la llamé a la Periodista-Conductora, Gimena me saludó con efusividad a través del celular y me dijo que andaba enloquecida tratando de hacer un programa con lo que había pasado en la clínica con los dos Médicos desnudos…
- Vamos a ver si te sirve, estoy internado hace dos días por un caso de envenenamiento y casualmente en la misma clínica dónde se produjeron los acontecimientos de estos dos Médicos desquiciados.
- ¿Cómo envenenamiento?, ¿qué te pasó?
- Fui a cenar con mi novia al restaurant francés “tal” y me tocó comer un postre que estaba envenenado, creo que me salvé porque las brujas me ayudaron, jajaja, (nunca sabría que fue verdad) y ahora estoy en recuperación, ya sabés, lavado de estómago, análisis y mimos porque me atienden de maravillas.
- Pará, pará, ¿no hubo un muerto en ese restaurant?
- Sí, parece que el muchacho comió el mismo postre que yo, el caso es que hay una demanda millonaria de cinco millones de dólares y desde mi Estudio acabamos de tomar la defensa.
- ¿Casi te matan allí y vas a tomar la defensa en la demanda?
- Sí, estoy seguro que esto es obra de algún desquiciado que trabaja o trabajaba en la empresa de alimentos, ¿te interesa el tema?, cubrirías dos investigaciones.
- Claro que me interesa, ¿cómo puedo verte?
- Entrá por el estacionamiento, mi novia te esperara allí y suben a mi habitación, vas a tener que hacer todo con celular pues no te van a dejar entrar con un camarógrafo.
- No hay problemas, tengo una cámara chica que tiene una resolución magnífica, ¿se podrá entrevistar a alguien del personal de la clínica?
- La enfermera que me atiende estuvo en ese momento y podemos sumarlo al Director…
Un poco más de media hora y estaba con Gimena en mi habitación, la rubia seguí estando mejor que nunca y ese escote que dejaba adivinar el hermoso par de tetas que ya le conocía “en persona” me incentivaba a “algo” más, pero la presencia de Elena la salvaba de regresar al canal con el culo roto. Todo tuvo que ver con la visita realizada a un amigo que había sido envenenado y estaba internado en la clínica que era noticia precisamente ese día en todos los Medios.
La saludó muy bien a Elena, la hizo participar de la entrevista que me hizo y lo llevó muy bien, me preguntó por el tema del restaurant, expresé porque tomaba el caso para la defensa ante la demanda y después de exponer todo lo mío, los llamé al Director y a Clarisa, “deseos” mediantes, contestaron todas las preguntas que a Gimena se les ocurrió hacer y no hubo inconvenientes para aparecer en cámara. La primicia con los dos temas había sido “orgásmica” y la Periodista estaba eufórica, nos dijo de invitarnos a cenar y la volví a agendar.
La Doctora no había aparecido a la mañana, el lío de los “desnudos” y las reuniones del personal médico y de enfermería me privó de su visita, pero en el cambio de turno apareció otra junto con Adelina, ésta era bastante alta, rubia, delgada, cuerpo tipo yanqui, poco culo y caderas, pero profusión de mamas, lo más interesante eran sus ojos grises y una cara que decía con los gestos y fueron precisamente sus gestos sutiles los que me hicieron saber que el paciente no le había desagradado.
A Adelina se la veía contenta, era evidente que se había sacado un problema de encima e hizo una serie de bromas con la Doctora Agatha, la médica se mostró muy profesional, pero las chanzas de la enfermera referidas a que era mejor no destaparme ni sacarme la bata sembraron una duda en la profesional. Por primera vez noté que Adelina tenía anillo de casada y me fijé que la Doctora también lo tenía, era importante notarlo, pero a mí eso, ni fu ni fa, el problema de cuernos no lo tenía yo.
“Chicas, “deseo” que vayan a trabar la puerta, que se calienten como nunca y vamos a coger a concha y verga revoleada”, -les dije por sobre las risitas por lo que podrían encontrar debajo de las sábanas-. Nunca dejó de maravillarme la aceptación inmediata que los “deseos” generaban, Adelina fue a trabar la puerta sacándose la chaqueta y la Doctora se apoyó en la cama para hacer lo mismo con su pantalón, la chaqueta quedó tirada a un costado y mientras me sacaba los chupetes, su mirada se fijó en el bulto de mi bata.
- Esa verga no me va a entrar, -le dijo la Doctora a Adelina exhibiendo un rictus de preocupación-.
- A mí sí, ya lo probé por todos lados, no te digo que al principio no es difícil, pero después te llena toda y te transporta, es sublime, la que tengo en casa es, que sé yo, es más chiquita, jajaja.
- Se me hace agua la boca, pero voy a quedar toda abierta, me tendrá que doler la cabeza un par de días, jajaja.
- Chicas, ¿alguna se va a ocupar de mí?
- Yo me la quiero tragar primero, Agatha poneme la pomada en el culito, jajaja, me vine prevenida con la Xilocaína, -dijo Adelina y le alcanzó un pote a la Doctora, luego de eso se la metió casi toda en la boca y de una-.
Noté enseguida que la Doctora no estaba usando los dedos con el gel de una manera muy profesional o sí, pero no que tuviera que ver con la Salud, Adelina se retorcía haciendo entrar y salir la verga de mi boca y estuvo a punto de secarme, la toqué y le hice señas para que se sentara encima de mí y estiré la mano para que la Doctora me pusiera gel en mis dedos, ella sola acercó su culito mientras la Enfermera se sentaba sobre mi verga. Estaba bien lubricada y lo hizo despacio, pero se quejó cuando sus carnes se abrían, hasta que se sentó completamente en el ariete lanzando un suspiro de satisfacción.
- ¡Hija de puta!, primero te la comiste toda con la boca y ahora con la concha!, exclamó Agatha acercando su cara a nuestros pubis, pero sin dejar de moverse al compás de mis dedos que ya habían dilatado sus huecos-.
- Espera muy poquito más, seguro me la va a meter por el culito porque Gustavo la hace completa y a mí me encanta sentirla en mis tripas, -contestó Adelina moviéndose y temblando con mi verga incrustada hasta su útero-.
- Ya me abrió el culito con los dedos, pero no me animo, mi marido no la tiene tan grande.
- ¡Ay, nena, por Dios!, le vas a meter tremendos cuernos y vas a andar con remilgos por si te rompen o no, disfrutá, de ésta no te olvidás más, -acotó comenzando a temblar en un orgasmo que le hizo poner los ojos en blanco-, sí, sí, ¡madre mía!, me encanta acabar así.
- Dejame a mí, ya me sacó un orgasmo con los dedos y no doy más, -expresó la Doctora tocándole las tetas a la Enfermera
- Bueno, pero ponete en cuatro y chupame la concha, -dijo sin vergüenzas y acomodándose-.
Ya habían hablado todo lo necesario y me tocaba asumir el rol dominante, las caderas de Agatha eran sumidas y delgadas, pero en la posición adoptada se veían apetecibles, pensé que, si me había comido el culo gordo de Sor Alicia, éste sería sólo otra experiencia, además, mi verga erecta no hacía diferencias. La concha mojada y chorreante fue un incentivo, sus gritos al sentirla que penetraba haciendo que se notaran todos sus pliegues a medida que las carnes de abrían, fue otro, pero Adelina se ocupó de tomar su cabeza y estampar la boca de la Doctora entre sus piernas abiertas.
Fueron tres o cuatro entradas y salidas escuchando gemidos y disfrutando de su conducto estrecho y profundo (luego contó que la habían vaciado en una operación) enseguida comenzó con los temblores y contracciones, Adelina no la dejaba moverse ni gritar, sino hubiera sido un escándalo, sus músculos aún me apretaban el tronco cuando me forcé a salir y encaré el “chiquito”. Fui despacio, juro que fui despacio, pero Agatha se enloqueció, se movía, sollozaba y pedía que se la sacara como si se hiciera buches con los jugos de Adelina.
Ésta me hizo señas para que siguiera y claro que seguiría una cuarta parte estaba adentro y aún faltaba, lubricación había en abundancia y mi verga parecía un garrote, ni en pedo la sacaría. Me dolieron los dedos cuando le di un golpe en las nalgas flacas y le pedí que ya no hablara, tampoco pudo hacerlo, salvo unos gritos que la propia Adelina no dejó que progresaran pues junto con el chirlo se la mandé hasta el final, recién allí me quedé quieto.
- Ade, Adelina, no la aguanto, me lo rompió, la siento en mi estómago, me duele, me duele, -decía moviendo su cara para poder hablar-.
- Ya pasa, vas a ver que ya te pasa el dolor, relajate Agatha, igual ya está roto, jajaja, movete despacio y tratá de gozarla, después de esta se te van a redondear las nalgas, jajaja, -decía la Enfermera gozando con la rotura de culo de la Doctora-.
Yo ya había esperado lo suficiente y me comencé a mover despacio, no tuve que esperar mucho para que Agatha tratara de acompasar mis movimientos y menos aún para que comenzara a gozar y empujara sus nalgas al encuentro de mis estocadas, “dale, dale, rompelo del todo”, -exigía y se movía mientras Adelina le apretaba las tetas-. Lo supe porque la Doctora le pedía que le apretara más los pezones hasta que el orgasmo fue algo bestial, “dale llenala, después vuelvo a la madrugada para que me lo rompas a mí”, -me dijo la ex “cara de culo” en voz baja-. Dos más dos, igual cuatro, un par de estocadas más y le dejé las tripas llenas de leche a la Doctora.
Quedaba recuperarse y quedamos un rato tirados unos encima de otros hasta que nuestra respiración se normalizó, me besaron ambas y se fueron a lavar riendo y hablando del culo roto de la Doctora que, en realidad, no se rajó por la lubricación. Se veían compinches y yo esperé a que terminaran porque quería bañarme y descansar un rato pues ya sabía que en la madrugada Adelina volvería por la ración de verga en su culo, a esta altura, infiel y pedigüeño.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
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