EL PODER DE LOS DESEOS. (24).
El culazo de la monja cocinera y un extra me vienen bien. Cumplo con casi todos en el Convento y regreso a verlo a Rodolfo porque había novedades. El video quedó sensacional y aún faltaba. Conozco a parte de una familia de alemanes.
NOTA: Antes que nada debo pedir una disculpa enorme a todos los lectores que se interesaron con este relato, lo dejé inconcluso y aun no me explico el por qué, ya que los termino antes de mandarlos a la página. La edad me debe estar jugando una mala pasada, reitero mi disculpa.
MONJAS – VIDEO COMPROMETEDOR – ALEMANES. (24).
Los tres obreros que aún quedaban haciendo trabajos en el Convento, se habían retirado, ya había poco por hacer y regresaría el lunes, el interior del inmenso inmueble quedó en silencio, sólo se escuchaba el gorjeo de algunos pájaros que provenían del exterior, la tarde estaba soleada y la primavera estaba muy amigada con el futuro verano. Yo ya me había acomodado la verga para que no me doliera por la posición y, luego de un pequeño rato encaminé mis pasos al dormitorio de Sor Alicia. Me sentía muy caliente, como saturado de libido y morbo y no era precisamente porque iba a estar también Sor Fátima, todo tenía que ver con el culo grande de la monja cocinera, aunque la presencia de la monja chiquita ayudaba lo suyo. Los pasillos interiores de la zona de los dormitorios de las monjas parecían silenciosos como bóvedas y apenas llegué a la puerta de Sor Alicia sólo me quedó accionar el picaporte y empujarla, el espectáculo que me esperaba me puso a mil.
Las dos monjas me esperaban puestas en cuatro en el borde de la cama, sus culos expuestos parecían apuntarme y sus hábitos recogidos tapaban su espalda y cabeza, a la par que con sus manos se abrían los cantos dejando ver sus huecos brillando, evidentemente eso era un fetichismo de la cocinera y a mí no me molestó. El culo de Sor Fátima estaba bien armado, era redondito y de nalgas duras, eso sí, su agujerito no me pareció muy cerrado y sus piernas eran mucho más delgadas. Ambas estaban depiladas y mis manos se dirigieron raudas a las nalgas desmesuradas de Sor Alicia que emitió un gemido delicioso apenas las acaricié. Noté sus nalgas más duras lo mismo que sus muslos y los labios cerrados de su vagina conformaban una protuberancia que daba gusto tener en la palma de la mano. “Métala por donde quiera Doctor, pero fuerte, es mi castigo por engañar al Señor además me gusta”, -dijo la monja desde la penumbra de su cabeza tapada por su hábito oscuro y eso, precisamente, era lo que tenía ganas de hacer con sus huecos.
Su vagina depilada chorreaba por sus jugos y el glande se ubicó raudo en el orificio, me bastó un caderazo para entrar hasta chocar con su interior y el quejido de Sor Alicia fue tremendo, tanto que hasta hizo temblar a Sor Fátima que recibió dos dedos de mi mano en la vagina y el pulgar se le incrustó en el asterisco que dilató enseguida. La monjita se electrizó y comenzó a moverse en forma desaforada, “vení acá, ponete de frente a mí y abrí las piernas”, -le ordenó con voz tajante la monja más veterana-. La voz de la gordita sonó autoritaria mientras yo me movía con ganas y la monjita no tardó en ponerse de frente para recibir la mamada de la cocinera. Las pieles de las dos eran blancas muy escasas de sol, pero seguí sin verle mucho la cara a Sor Fátima pues volvió a taparse con su hábito, lo que si escuché fueron sus gemidos, parecía desesperada por la lamida que le daban y cuando Sor Alicia se puso a temblar con su orgasmo pareció contagiarla.
Tuve que afirmarme en las caderas grandotas porque la cama se convirtió en una especie de coctelera, las dos se movían como electrizadas y se notaba que se aguantaban para no gritar su placer. Su interior, aun anegado por sus jugos, seguía siendo estrecho y cuando otro orgasmo asomó, cambié de lugar y empujé, fue delicioso entrar en el culo baqueteado de Sor Alicia, pero ella sintió el ingreso intempestivo y bramó, “ayyy, me cago en Dios y en la puta virgen, ohh, perdón Señor, perdón Señora, luego rezaré un poco más, es que no me acostumbro, esta pija es enorme”, -expresó levantando la voz-.
No tardó en volver a orgasmar y ni siquiera esperé a que se recuperara, ella temblaba, se contraía y yo, para su desesperación, seguía bombeando. La sacaba toda y volvía a penetrarla profundo envuelto en los gemidos de ambas monjas, era todo un concierto lleno de placer que se incrementó cuando cambié de lugar y comencé a alternar en los dos huecos. Sor Alicia no aguantó, entró en una cadena orgásmica hasta que se desplomó en la cama, quedó laxa con el culo al aire, duro y portentoso, pero ya ni se movía.
No me importó saber cómo estaba, saqué el miembro, observé sus orificios dilatados al máximo y le pedí a Sor Fátima que se pusiera en cuatro. La monja chiquita demostró ser muy ágil y dejó sus huecos a disposición, “Metela por donde quieras papi, pero despacito porque yo soy más chiquita”, -acotó también desde debajo de sus hábitos y eso me prendió más-. Tenía razón, a pesar de haber estado “usada” su vagina me recibió, pero en etapas, su estrechez era tremenda y el ariete abría sin escuchar sus quejidos, su conducto oprimía al tronco y me cuidé de no chocar en su útero, más, no hizo falta entró toda y la monjita se volvió medio loquita. Gemía, se movía, empujaba sus caderas para recibir más, se acopló rápido a mi ritmo y esa cogida era distinta. Sus orgasmos fueron dos y casi seguidos, se acompañaron de grititos de placer y de exclamaciones que sonaba a algo muy anterior a mí, “eso papi, seguí, dame más, cogete a la nena, dame toda tu lechita caliente”, -decía mientras temblaba, pero, estaba lista si creía que yo acabaría así porque sí. “Ayyy, ¡por Dios, me va a doler mucho, es muy grande!”, -exclamó cuando apoyé el glande en su asterisco bastante dilatado-.
Ni borracho le daría bola y comencé a empujar una vez que ubiqué el recto, ¡pedazo de putita la monjita!, su culito me devoró la verga como si me la absorbiera, estaba apretado y un poco costó, pero, aun a pesar de los quejidos y de los puñetazos sobre la cama, se movió y empujó sus caderas para que entrara toda y creo que, si hubiera habido más, también la hubiese recibido. “Me dolió mucho papito, esperá un poquito, tengo la colita llena, pero enseguida me podrás coger con ganas”, -dijo-. Me quedé pensando en cual habría sido su historia, aunque no tuve mucho tiempo para pensar, ella comenzó a moverse y eso fue el acabose.
“Dame más papito, cogete a tu nena querida, rompeme el culito como siempre”, -decía y la dejé-, no intenté hacerla callar porque ella estaba reviviendo cosas pasadas que, seguramente, tendrían que ver con su infancia, debido a que me quedaba claro que sus huecos estaban “usados” desde antes. Como fuere, lo di todo lo que tenía mientras sus orgasmos se repetían, hasta que ya no pude aguantar más y la leche se la llevó ella dentro de sus tripas, Sor Alicia seguía todavía en su limbo y yo no estaba por la labor de hacer que compartiera mi lechada. Todavía seguía con sus movimientos cuando se la saqué de su culito que quedó abierto, entonces le pedí que se girara, no quería, le agarró un ataque de timidez, me pedía que la perdonara, que se había dejado llevar. La giré con fuerza y lloraba arrepentida de haber cogido de la manera en que lo hizo, el “deseo” tuvo que ver con que olvidara esos malos momentos de su infancia, (o buenos), porque olvidar no los había olvidado y que se excitara conmigo cuando me volviera a ver.
Sabía que sería solamente ese día y después volvería todo a la normalidad o a disfrutar con la monja cocinera gordita. El tema fue con el “deseo” solicitado, la verga se me endureció nuevamente y se la puse en la cara para que me diera una mamada, de “eso” también entendía bastante porque se la tragó toda, pero tuvo la ayuda de Sor Alicia que ya se había recuperado y se desesperó por tragarla de la misma manera. En ese momento recordé a Gabriela y a Ángeles y se las saqué de las bocas diciendo que necesitaba descansar un rato retirándome a mi habitación. Sor Alicia dijo que se quedaría a curarle el culito a Sor Fátima porque se le notaban algunas pequeñas líneas de sangre, “su verga es muy grande para su culito chiquito, seguramente tiene alguna rotura Doctor, pero quédese tranquilo, yo me ocupo”, -acotó la monja cocinera y supe que pasarían un buen rato juntas “curándose” a lengua viva. Me fui al cuarto que me habían asignado pensando en que había sido un lindo tentempié.
Tenía claro que no hubiese podido “embocar” a la monja gordita si ella no adoptara esa posición, tenerla de frente viendo sus tetas grandes y flácidas y su abdomen me hubiera apagado totalmente la libido y al cuerno con el morbo y la excitación, en cambio, estando en cuatro su culo, aunque grande, se veía duro y tentador, ni hablar de sus labios regordetes y, para mejor, le había roto el culo a la nueva monja, la chiquita arrastraba problemas de su niñez, pero eso no me afectaba, estaba seguro que habían quedado contentas. Por un par de horas nadie me molestó y descansé tranquilo, hasta que, como allí cenaban temprano, la mandaron a Elvira a despertarme. La jovencita pizpireta lo hizo con cierta timidez y me tocó el hombro pidiendo que me despertara, reconocí la voz y abrí los ojos despacio, el cuarto estaba en penumbras y pude divisar las formas atrayentes de la nena con formas de mujer.
- “Deseo” que recuerdes todo lo anterior y me des un lindo beso, -le dije tomándola de la mano-.
- Hola Doctor, ¿me va a coger un rato por el culito?, me dieron muchas ganas, -preguntó comiéndome la boca con sus urgencias-.
- Ahora no puedo, no tenemos tiempo, ¿cómo andan las cosas por aquí?
- Bien, sigo haciendo cosas con los chicos, las chicas y Damián, el Jardinero, todavía tengo escondidos los “cosos” que usted compró y los uso con ellos, aunque uno es de mi uso exclusivo, jajaja.
- Estás muy putita, pero me dijeron que ya te vino la “regla”, vas a tener que cuidarte.
- Sí, me cuido porque aprendí en Internet que hay días que se puede y otros que no, igual, casi siempre uso el culito. ¿Quiere que esta noche le lleve dos chicos nuevos al galpón?, de paso me la da a mí también.
- ¿Cómo es eso de los chicos?, -pregunté un tanto tentado-.
- Entre los nuevos vinieron dos hermanitos, uno tiene diez y el otro ocho, el padre se los cogía desde hace un año, pero lo descubrieron y lo mandaron preso, los chicos cayeron acá porque no tienen familiares, lo que nos pasa a todos. El de ocho años es más putito que el hermano y yo uso los “cosos” de plástico con los dos.
- No, hoy no puedo hacer nada y debo irme mañana temprano, en diez días regreso y hacemos todo lo que quieras.
- Bueno Doctor, ¿no me deja chupársela un ratito?, -preguntó acariciando la verga a través del bóxer-.
Mi verga no entendía de horarios o de que me esperaban en el comedor y respondió enseguida a las caricias de la nena, pero haciendo acopio de sensatez, le dije que esperara un poco y que me preparara a los hermanitos, claro que mientras le decía esto, mi mano hurgaba en su culito y la muy “calentona” no aguantó, con más de medio dedo adentro de su ano, estalló en un orgasmo que la obligó a tirarse sobre la cama y morder las sábanas para no gritar. No bien sentí eso me levanté rápido para meterme en el baño y darme una ducha tibia. Al regresar para cambiarme ya no estaba y me fui al comedor a hablar con Gabriela y Ángeles. Me mostraron otros arreglos, habían agrandado la huerta y me contaron lo que estaban haciendo con los chicos porque, al estar el Convento refaccionado y bien surtido, los Juzgados se “peleaban” para mandarles chicos con problemas de abusos, muchos de los cuales rechazaban, además venía una Psicóloga cada quince días y la Asistente Social le solucionaba muchos problemas.
Regresamos los tres al privado de la Superiora del Convento y mientras Gabriela me explicaba sobre las cuentas, Ángeles se paró a mi lado, sin dudas que las dos estaban excitadas esperando la hora de irnos a descansar, pero lo suyo no tuvo ninguna connotación de tipo sexual, esto hasta que, me agaché sin levantarme de la silla, pasé una mano por debajo del hábito y la fui subiendo tocando su gemelo, su muslo y ascendí hasta llegar a una de sus nalgas a la que apreté con ganas. La muy putita no tenía ropa interior y se afirmó con las manos en el escritorio, parando el culito y esperando por más. Yo me sentía totalmente erotizado y excitado, meter la mano por debajo de la pollera de cualquier mujer ya lo había hecho en infinidad de ocasiones y me gustaba mucho, pero debajo del hábito de una monja, tocar sus piernas firmes y descubrir su culito descubierto y sólo oculto por la larga prenda negra hizo que mis neuronas se desbocaran. Gabriela levantó la vista ante el gemido de Ángeles y se levantó para ir a trabar la puerta de su despacho.
Me moví para sacarme el pantalón junto con el bóxer y la vi acercarse a la Madre Superiora, su cuerpo sinuoso y fibroso se dejaba ver porque se había despojado del hábito como en un tris, salvo, claro está, sabiendo que me calentaba, ambas se dejaron las cofias puestas, digo ambas porque Ángeles también se desprendió de esa prenda larga, ostentosa y negra y quedó desnuda, yo hubiese tardado un montón, ellas lo hicieron en un parpadeo. Sor Gabriela acercó su boca a la mía para besarnos con ganas y entablamos una deliciosa batalla de lenguas, acariciaba las tetas llenas de la monja, besaba su cara, su cuello y volvía a su boca mientras ella gemía descontrolada, los dos estábamos incentivados por Sor Ángeles pues ésta, arrodillada entre ambos, usaba su mano, no sé en qué hueco de la Superiora y su boca se tragaba mi verga hasta casi rozar su nariz en mi pubis. Me contuve para no acabar junto con sus temblores y las hice colocar de cara al escritorio.
No hubo demasiadas vueltas, usando saliva y sus propios jugos, sus culos se hicieron cargo de mis embestidas, pensaba alternar de un culo al otro, pero Gabriela se recostó en el mueble y abrió las piernas para que Ángeles se hiciera cargo de su entrepierna y la dejé, me venía bien porque los gritos de la monja más joven se difuminaron en la vagina de la Superiora. La supuesta lesbiana gozaba como enloquecida con mi verga en su culo y hacía delirar a la más “veterana” con sus lamidas. Tuvieron orgasmos las dos de ese modo y luego le tocó parar el culito a Gabriela, la pose volvió a repetirse, lo mismo que los orgasmos y quedaron las dos para el arrastre, no sin antes recibir mi lechada en sus caras y sus bocas, lechada que, previo retiro de sus cofias, se ocuparon de tragar en base a lamidas indistintas de una a la otra. Las dos tenían ganas de seguir, hablaban de mi verga y el placer que les producía, “no hay plástico ni lengua ni dedos que suplanten a tu carne”, -acotó Ángeles que siempre había sido la más cariñosa-.
Para mí era suficiente, ya había efectuado mi descarga y me fui a lavar en el baño interior de la Madre Superiora, las dos “esposas infieles del Señor” siguieron un rato más aliviando con las lenguas sus culitos maltratados. Regresé para vestirme e intercambié algunos besos con ellas hasta que dijeron de ir a lavarse y vestirse, me dejaron solo y me toqué la verga morcillona por sobre la ropa mientras se me cruzaba por la cabeza el culito de Elvira y la posibilidad de hacerle la cola a algunos de los nenes que ella había nombrado. Sin embargo, no cedí a esa tentación que seguramente disfrutaría y, cuando ambas monjas salieron ya vestidas del baño, les dije que cenaría algo rápido y me iría de regreso a la ciudad. “¿Estás bien Gustavo, no te dejamos conforme?, -preguntó Gabriela con cierta preocupación-. Le contesté que no, que estaba bien, que lo que sucedía es que había recordado que tenía que contestar una demanda para presentar ante un juicio y para eso prefería descansar en mi casa y ponerme a confeccionarla tranquilo pues había que presentarla sí o sí.
Que me creyeran o no, no me importaba demasiado, el hecho es que Sor Alicia me preparó algo rápido y comí un tanto apurado mientras miraba que, tanto la monja gordita como Sor Fátima, se movían con cuidado. “Nos quedó el culo a la miseria a las dos, pero fue fantástico, te vamos a extrañar”, -me dijo la cocinera por lo bajo-. Me sonreí condescendiente, pero yo no las extrañaría, volvería después de quince días y ya no recordarían nada, después, a menos que me agarrara un ataque de morbo con su culo grande, las dejaría de lado. Ya no tenía más ganas de pasarla allí y no había “deseado” nada que hiciera que mi verga me pidiera, por lo tanto, me despedí de las monjas y regresé a casa. Llegué bien y rápido, pero con lo justo para sacarme la ropa y tirarme a dormir, no pensaba ni quería “traqueteos” y pensaba en pasar un domingo descansando tranquilo, salvo, claro está que apareciera Elena, aunque no pensaba avisarle que estaba en casa.
Me desperté como a las diez de la mañana, estaba descansado y más que relajado, el baño me puso mejor y me preparé unos mates, ya habría tiempo para almorzar cuando llegara el momento. Andaba con el “culo inquieto” pensando en lo que podría haber pasado con el marido de Antonella y los “amiguitos” de Rodolfo, de todas maneras, como era el que ponía la “moneda” para que ellos hicieran, tomé el celular y lo llamé.
- Hola jefe, buen día, me agarró justo trabajando un domingo desde las ocho de la madrugada, -dijo apenas atendió el teléfono-.
- Buenos días Rodolfo, me imagino una noche agitada de sábado, jajaja. ¿Se pudo hacer algo con el “fulano” en cuestión?
- Eso es lo que estaba compaginando, tengo lo filmado en la noche en que se fue con mi amigo al departamento, lo que se ve es bastante comprometedor, lo demás todavía no me lo trajeron, se iban a reunir anoche en un trío, con eso pondríamos la “frutilla al postre”.
- Eso sería fantástico, te pido que apenas termines de editar esa primera parte me lo mandes al celular, ya veré mañana como encaro todo esto.
Estuve tentado de invitarlo a almorzar, pero esto le restaría tiempo para su trabajo y yo estaba obsesionado con tener ese video. Me fui a almorzar a uno de los restaurants de la cadena que me quedaba un poco lejos, aunque era también en un barrio muy selecto, apenas entré el maître me reconoció y avisó al gerente, el cual, en medio de atenciones y gestos un tanto amanerados, me ubicó en una mesa preferencial con vista a todo el salón. Observé desde allí que el lugar era atendido por camareras vistiendo remeras y minifaldas, lógicamente, una estaba mejor que la otra, además se notaba en los clientes un buen nivel social y marcadamente familiar.
Estaba degustando un postre cuando me entró el video que me mandaba Rodolfo, pensé en verlo luego en casa, pero no aguanté, luego del postre pedí un rico café cortado y me puse a mirarlo. La filmación daba comienzo en el momento en que entraban en la habitación, (luego me diría Rodolfo que activaban todo por control remoto, índice evidente que tenían el lugar preparado y no sólo para esa ocasión en particular), el muchacho moreno, tipo mulato le llevaba media cabeza al marido de Antonella, eso fue muy notorio cuando se quedaron parados de frente en medio del living del departamento. El estar mal y melancólico porque lo había engañado uno de sus “amiguitos” en la Costa, le duró hasta que el mulato lo abrazó y, literalmente, le “comió” la boca encerrando sus labios con su boca de labios gruesos, desde allí en más, el “blanquito” se enloqueció de placer y lujuria. Luego de varios besos se arrodilló y le bajó los pantalones de jeans al mulato que no vestía ropa interior y frente a su cara apareció una enorme verga de color oscuro que dejaba a la mía con varios puntos de desventaja en cuanto a tamaño.
Apenas le dio unos besos al glande oscuro y, salivándola, la perdió de inmediato en el interior de su boca, “¡mierda!”, -me dije a mí mismo- “ni Elena que está acostumbrada se podría comer semejante verga de la manera en que lo hace este puto desorejado”. La cogida de boca fue bestial porque el mulato le mantenía firme la cabeza mientras el que sería demandado apretaba la nariz en la pelvis del que estaba parado. No había muchos amagos de querer sacársela de la boca, el muy puto sabía cómo respirar con semejante verga en su garganta. El que cortó tremenda mamada fue el mulato que ya se había sacado los pantalones y desnudo de la cintura para abajo y sin calzado, lo levantó de las axilas y lo llevó caminando hacia el dormitorio mientras su mano apretaba las nalgas del “blanquito” que aún estaba vestido. Se notaba que las cámaras estaban ubicadas estratégicamente en todo el lugar y hasta se podía usar el zoom con ella, algo que había hecho Rodolfo para sacar en primer plano la cara que mamaba esa verga enorme.
Sabiendo lo que tenía que hacer, el mulato lo desnudó y lo acomodó de “patitas al hombro” para que se viera cuando la verga ingresaba en ese culo hambriento. Sólo se lubricó la verga con un líquido que había sobre el neceser y apuntó. El pijazo me dolió a mí también, el marido de Antonella dio un grito que no pudo contener y la cámara lo captó de frente y de costado, su cara era de desesperación, sus lágrimas caían solas por los costados de sus mejillas, “despacio, por favor, despacio”, -decía con la voz temblorosa, pero se la bancó toda como todo un puto experimentado-. No hubo esperas ni acostumbramientos, el morocho chocó su pelvis en los testículos del “blanquito” y comenzó a moverse, la sacaba completa y volvía al juego de entrar profundo. Cada estocada generaba un quejido angustioso del cogido, metía miedo mirar eso, sin embargo, cinco o seis veces después de esas entradas y salidas, las piernas del “blanquito” medio que se cruzaron en el cuello del mulato y se adaptó enseguida al ritmo. Su verga, también bastante respetable en grosor, aunque mucho más corta, se había erectado y ya no hubo más quejidos, todos eran gemidos aunados al placer de la culeada.
El penetrado tardó poco en acabar dejando el vientre llenó de su propio semen y el mulato se le tiró encima del cuerpo para besarlo y llenarle el culo de leche. Pensé que la cosa había terminado, pero la sacó sin perder ni un centímetro de la erección, el culo quedó abierto y expuesto a la cámara y al zoom mientras del hueco escapaba un líquido blanquecino. Luego de esto lo hizo poner en cuatro y vuelta a perforarlo con la verga inhiesta, aunque ya no hubo ningún quejido, se notaba claramente que ese culo estaba acostumbrado a recibir. La cámara enfocaba hasta las gotas de la transpiración y en unos cuarenta minutos de filmación el mulato lo destruyó a “polvos”. Él acabó sólo una vez más, pero le arrancó como cuatro acabadas al “blanquito” que ya pedía por la madre pues habían sido cuatro cogidas en distintas posiciones y sin que el mulato aflojara en su vaivén cogedor. La última había sido con el “blanquito” estando boca abajo y volvió a pedir por favor, yo creo que, a esa altura de la cogida, su culo echaba humo.
Eso fue el viernes y luego de darle una regia mamada y de tomarse el resto de leche “mulata”, quedaron en encontrarse con el amigo del mulato para pasar un sábado a todo trapo sobre esa misma cama. “Sólo dejame que me ponga una cremita que tengo y soy capaz de aguantarte a vos, a tu amigo y al que venga”, -dijo el “blanquito”, sin saber que estaba siendo filmado en primer plano. Era evidente que los “amigos” de Rodolfo se habían ganado el dinero que pagué por esa filmación, pero a mí se me presentaban un par de problemas enormes. Con esa filmación y, seguramente con la otra que me haría llegar Rodolfo, tenía como para lograr un divorcio fulminante, aunque no era suficiente para dejarlo en pelotas y sacarle los bienes como pretendía Antonella, cualquier Abogado competente habría transigido por una buena cantidad y o mensualidad para ella y los chicos, pero que el tipo tuviera el “culo alivianado” no configuraba ningún delito como para sacarle todos sus bienes, a lo sumo y con mucha suerte, podría aspirar a un 50% de los bienes, aunque ella quería más.
La única que se me ocurría era “usar” el tema de los chicos, aunque no habría rastros de ADN, con la mera declaración de ellos, incluso con “detalles agregados” era suficiente para mandarlo preso por varios años y que los bienes pasaran a Antonella. Tendría que “fabricar” una muy buena declaración y una cesión de bienes en favor de “la itálica”, primero el divorcio y la cesión de todo lo que figuraba a nombre de él, luego la denuncia para sacarlo del paso e impedirle que hubiera horarios o días de visitas para con los hijos, tan comunes en divorcios. Nada de eso me costaría, los “deseos” funcionarían a las mil maravillas, el otro problema que se me presentaba era más inmediato. A pesar de que no me interesaba el sexo con hombres adultos, salvo el referido a culitos más chicos, ver como la verga “mulata” perforaba el culo del “blanquito” me había puesto a mil y no me podía parar así porque sí y salir del restaurant con semejante erección no quedaba bien, además las piernas y los culos que se adivinaban debajo de las minifaldas de las camareras no me ayudaban.
Esperé un rato, pedí otro café y concentrándome nada más que en las posibilidades de hacer bien el trabajo para Antonella, me fui calmando. Se me cruzó por la cabeza llamarla para que viniera a mi casa con los hijos, también me vino a la mente la idea de llamarla a Dora para que se apareciera en casa con el nieto, sabía que podría obligarlos y tenían entre ceja y ceja cogerme algún culito querendón, pero, tal como me había dicho la “bruja-madre” canalizar mis ganas para activar todo o negarme a ello dependía exclusivamente de mí y opté por regresar a casa sin llamar a nadie.
En casa controlé mi agenda, la llamé a Elena para saludarla, estuvimos hablando de un par de cosas, me contó de sus días, yo le conté de la visita al Convento y le di los saludos que me habían dejado para ella, recordé de inmediato como le gustaba a mi novia morder la almohada mientras se quejaba y gemía al ser penetrada por su maravilloso culo, pero, aunque la verga se me puso como una estaca, decliné de decirle que se viniera para mi casa, yo quería coger y no andaba para muchos mimos. Luego de cortar la comunicación me volví a “aflojar” nuevamente y me puse a recorrer un poco las Redes Sociales, eso no me conformó para nada y decidí darme una ducha, cambiarme y salir a tomar algo a alguna de las confiterías del centro de la ciudad, estaba seguro que encontraría algún culo que me agradara y me sacaría las ganas que iban y venían. Al salir con el auto me di cuenta que la tarde-noche ya estaba bastante acelerada y me sonreí pensando que me veía como un vampiro que salía apenas se escondía el sol para hacer mis tropelías.
Fui a recalar en una confitería que tenía un ambiente bastante familiar, en realidad era un local donde se podía tomar un aperitivo y después, si se deseaba, se pasaba a otro que oficiaba de restaurant. Luego de pedir un aperitivo con poco alcohol me puse a mirar a los otros concurrentes, me llamó la atención una chica rubia que tendría veintitantos y se encontraba sentada junto a un nene que no tendría más de diez años, ambos parecían suecos, el color de sus cabellos rubios era casi blanco y luego de un rato de observarlos me di cuenta que estaban solos en el lugar, entonces me acerqué a su mesa. Los había visto cuando la chica acompañaba al nene al baño y sus físicos me parecieron muy atrayentes, el tamaño de las tetas de ella no pude calibrarlo por su campera, pero sus nalgas no estaban nada mal, al igual que las del nene enfundadas en jeans, éstas me parecieron mejores, además, se notaba que su nivel social era bastante elevado.
- “Deseo” pasar un rato agradable con ustedes dos y que se sientan complacidos y contentos con mi presencia, -expresé al presentarme como Gustavo-.
- Hola Gustavo, encantados de tenerlo con nosotros, mi nombre es Agna y mi único sobrino se llama Brant, -acotó la mujer sonriendo complacida hacia mi persona-.
- Si no me equivoco son nombres alemanes, Agna significa Inés para nosotros y Brant es brillante, ¿puede ser?
- Efectivamente, somos alemanes, mi cuñado es Diplomático y hace como seis años que vivimos en la ciudad, ¿hablás alemán?, -preguntó demostrando empatía y simpatía-.
- Apenas si entiendo algunas palabras, es un idioma difícil para aprender, ¿andan de paseo tía y sobrino?
- Mi hermana y mi cuñado están de viaje por asuntos de Estado y yo me quedé sola con mi sobrino, fuimos al cine temprano y ahora esperábamos para sentarnos a cenar. ¿Tú también viniste a cenar?
- No lo había pensado, pero ahora “deseo” que acepten mi invitación a cenar, que luego me acompañen a mi casa y “deseo” que, desde ahora, ambos tengan muchas ganas de tener sexo conmigo.
- Con todo gusto, ya siento que será un placer enorme, ¿qué decís Brant?
- Sí, yo no sé mucho, pero tengo muchas ganas de besarlo a Gustavo.
La conversación y los “deseos” emitidos me tenían la verga a full, para mejor, las mesas eran chicas y a Agna no le costó estirar la mano para acariciarme el bulto, sus ojos se abrieron con sorpresa y me dijo en voz baja, “la tenés enorme, se me hace agua la boca y la voy a disfrutar, aunque soy bastante estrecha, pero Brant no conoce nada de nada”, -acotó con un semblante de preocupación que no pudo ocultar-… “Es hora de que aprenda y los dos van a disfrutar como nunca”, -afirmé con seguridad y los ojos de la alemana brillaron-. Otro de los “deseos” tuvo que ver con que no me ocultaran nada en sus respuestas y, como vi que en el restaurant había una especie de reservados para cuatro comensales, le pedí al mozo que nos consiguiera uno de ellos. El lugar se asemejaba a los restaurants japoneses, aunque estaba todo “americanizado”, el lugar era cerrado, tenía una puerta corrediza y la mesa y sillas estaban a la altura de comensales occidentales, me fue importante conocerlo porque podría servirme para alguna u otra ocasión.
Conversando con Agna me enteré que el cuñado era Diplomático de carrera y ocupaba un tercer o cuarto lugar en el organigrama de la Embajada de Alemania en La Argentina, es decir, no era un simple empleado. Me contó también que vivían en una regia casa de un barrio cercano y que la hermana, cinco años mayor que ella, había tenido que acompañar al marido por motivos de protocolo, pero que las cosas no andaban bien entre ellos, en realidad, eso que me decía no me interesaba tanto, aunque, lógicamente, lo agendé mentalmente. Además, me dijo que ella no trabajaba, pero había sido modelo (ciertamente, el físico y la cara daban para el modelaje), “lo dejé porque la Agencia para la que trabajaba, más que Agencia de Modelos era una Agencia de Colocación de carne fresca, ahora me mantiene mi cuñado”, -acotó y dejó librado a mi imaginación lo que hacía o dejaba de hacer-.
Respecto al nene me contó que tenía diez años, era hijo único y el mimado de la casa, “lo trata como si fuera una nenita, lo va a terminar por hacer putito”, -agregó-, a mí no se me movió un pelo cuando pensé para mí, “la madre no sé, pero yo comenzaré a darle las primeras lecciones para encaminarlo”. Brant me miraba con cierto embeleso y le pregunté si le había gustado la comida y deseaba algo más, de forma muy educada me contestó que no, que estaba satisfecho y agregó, “y estoy muy contento porque mi papá nunca nos invita a cenar afuera”. En ese momento no le contesté y luego de que Agna pidió un café irlandés para terminar, el “deseo” tuvo que ver con que tuvieran muchas ganas de ser penetrados, algo que hizo que la joven alemana se moviera inquieta en la silla…
- Bueno, yo quiero, pero si me vas a dar a dar besos de antes de coger, me tenés que enseñar.
- ¿Cómo es eso?
- Un compañero de la escuela me dijo que cuando se mete el pito en la vagina o en el ano se llama coger y yo vi que mi tía antes de que mi papá le meta el pito siempre le da besos con la lengua, mi mamá hace lo mismo con el muchacho que atiende el jardín y con el chofer de la Embajada.
- Qué tal Agna, ¿parece que te gusta con público? y tu hermana resulta ser bastante putita, la revolea con quien se cuadre, jajaja.
- No, nada que ver, es que yo…, viste que… bueno, la mantención no sale gratis, pero no sabía que él nos espiaba y tampoco sabía de mi hermana con esos, este mocoso me las va a pagar.
- Este mocoso nada, ahora nos vamos y me vas a ayudar a cogerlo, todo tendrá que ser sin pruritos ni vergüenzas.
- Está bien, pero vámonos ya, estoy muy excitada, ¿tenés auto?, lo digo porque yo me muevo con Uber.
Cuando estábamos por subir al auto le ordené a la tía que le enseñara a besar al sobrino, “desnúdalo si querés, en casa nadie lo va a ver”, -le dije, lo mismo que a él para que se dejara hacer-. Debido a esto, los dos entraron excitados y totalmente entregados en la parte trasera de auto. El viaje no duró mucho y Agna, mucho más ducha en esos menesteres, lo desnudó rápido al sobrino y lo besó con cierta desesperación, el chico respondió y, justo cuando entrábamos al garaje de casa, recibió una mamada que lo hizo gemir a cuatro voces. Una vez adentro, ya instalados en el living, la rubia alemana se desnudó rápido y me bajó los pantalones, no lo dudó ni un instante y se notaba acostumbrado a este menester, claro que, estando medio acuclillada, cuando bajó mi bóxer la verga le pegó en la cara y se sorprendió mirándola con cierta admiración, “es verdad que es enorme, nunca tuve algo así, no sé cómo la voy a aguantar y no sé si Brant la podrá recibir en su culito”, -acotó mirando la verga y luego al sobrino-.
El nene se acercó y la tomó en sus manos, sobraba verga aun con las dos palmas cerrada sobre el tronco y…, “quiero probar yo primero”, -expresó con un tono desafiante-. Le dije que yo decidiría y que pensaba que la tía debía recibirla primero mientras ella le dilataba el culito mediante el gel con Xilocaína, hizo algún tipo de “puchero”, pero yo no estaba dispuesto a aguantar berrinches ni “pataletas” de nene mimado y les pedí que me acompañaran a la habitación, mi voz y el tono no admitían discusiones, Agna se dejó abrazar para caminar a mi lado, el sobrino salió corriendo delante de nosotros y me encantó el culito virgen que pensaba romper. Había entrado en la habitación apretándole los pezones endurecidos que presentaba la rubia y ella, sin parar de gemir, aferraba mi tronco con una de sus manos, “a mí también me la vas a meter por la cola, tengo un poco de miedo, mi cuñado intento varias veces, pero me hace doler, no quiero ni pensar en Brant”, -expresó sin animarse a pedir que no la ensartara por el chiquito-. Un par de “deseos” a los dos exacerbando sus ganas de ser cogidos acabó con cualquier tipo de resistencia.
Los dos se subieron a la cama apoyando sus rodillas y dejando que viera sus nalgas, las del nene eran, además de duras, paradas y excitantes, en cambio no resultó tan así en la hermosa rubia de cabello casi blanco, en definitiva, eran sus caderas las que llamaban la atención, las nalgas, por el contrario, aunque no eran feas, no estaban tan rellenas como otras que conocía, yo las llamo “rubias yanquis” o “culos de rubias yanquis”, es decir, de nalgas tirando a chatas, sin esa particular forma altiva y redondeada que nos brindan las latinas. Como fuere, era cuestión de acomodarla al borde de la cama o levantarles las piernas para que fueran más apetecibles y a eso me dediqué. La tomé de las caderas mientras ella jugaba con el sobrino, lo besaba, lo tocaba y su boca se dirigía a su pitito endurecido y erecto, mi glande pasó por su entrepierna y se empapó con sus secreciones, estaba completamente depilada y el redondel de su chiquito no tenía visas de haber sido usado muy asiduamente. Le pedí que se ocupara de Brant y le di el gel para que fuera dilatándolo.
Agna se sonrió con cierto atisbo de sadismo y ambos gimieron, el nene cuando los dedos provistos de gel hicieron contacto en su lugar cerrado y ella porque penetraría primero ese culito virgen. No había tiempo ni tenía ganas de preliminares y los gemidos trocaron en quejidos cuando comenzaron las penetraciones, pues, aun con abundante lubricación y ayudado con gel su vagina era estrecha y sintió cuando media verga se instaló en su interior. La alemana acusó la penetración, se quejó, pero enseguida siguió con el culito que tenía a disposición e introdujo dos dedos de una provocando un quejido prolongado de parte de su sobrino, sus dedos eran largos y finos, pero igual se sintieron, pronto usó tres dedos de la mano y los movía entrando, saliendo y haciéndolos girar, casi con un poco de saña porque yo bombeaba rítmicamente en su conducto y la penetraba hasta que mi pelvis chocaba con sus nalgas chatas. En un momento dado fueron todos gemidos, ella pedía más y el nene gritaba respecto de las “cosquillas” que le producía su orgasmo seco.
Agna había tenido un orgasmo un tanto insulso y sin demostraciones de placer, sólo lo había notado por el aumento de sus secreciones, por el temblor y por las contracciones en el tronco, pero yo estaba jugando con mis pulgares en su ano y mi fijación estaba centrada en cortarle el próximo orgasmo con un cambio de lugar que me satisfaría plenamente. Ambos estaban condicionados para aguantar y recibir mi verga sin gritar y sin negarse a ello, aunque yo sabía que más de una lágrima se derramaría.
La tía tuvo que dejar de dilatar al sobrino cuando tembló nuevamente y cambié de agujero, empujé luego de haber perforado el recto con mi glande y no me detuve, habían llegado hasta mi casa para ser cogidos y no me importaba ser tan complaciente con ninguno de los dos. El quejido fue sonoro cuando enfundé toda mi verga en su culo y continuó cuando comencé a bombear profundo, la sacaba toda y la metía con cierta rudeza, sin ninguna duda que la había roto, lo notaba en las manchas del tronco y le pedí a Brant que le chupara las tetas a la tía, algo que hizo enseguida metiéndose por debajo de su cuerpo. Los quejidos y sollozos amainaron y la recuperación fue bastante rápida, su voz llorosa comenzó a pedir por más y movió sus caderas tratando de acoplarse a mi ritmo en las penetraciones. No sé cuánto tiempo estuve bombeando en su culo poco usado, lo que sí noté es que gozaba con la cogida y al comenzar a temblar en un orgasmo que nunca esperó la llené de leche. Agna se contraía toda, daba gemidos y movía sus caderas al sentir el líquido caliente que la inundaba.
No quise salir enseguida de su interior, su orgasmo parecía que me absorbía el tronco y su estrechez se hizo más patente pues las pulsaciones de su esfínter no cesaban, me daba la sensación similar a la de una mano apretando y soltando el tronco de mi verga. “Me lo rompiste todo y me dolió horrores, todavía sigue el dolor, pero me gustó, ahora siempre te querré por la cola”, -decía con la voz temblorosa-. Yo la dejaba hablar, eso de “siempre” estaría por verse, pero en ese momento no le diría que no se hiciera ilusiones.
Las nalgas chatas dejaron ver un agujero de proporciones cuando retiré mi verga de su interior y sí, lo admito, una sonrisa satisfecha y un tanto sádica asomó en mis labios. Mi hombría no había perdido tanta rigidez y como parecía que Agna sabía cómo mantenerse limpia y no habían quedado rastros de su interior, salvo por algunas gotas rosadas que acusaban su rotura de culo, la limpié con la mano y le dije a Brant que me la chupara para volver a estar en condiciones. Agna se dejó caer hacia un costado y el nene tomó la verga con sus manos y se llevó el glande a la boca. No sabía, pero se las ingenió para lamer y chupar el glande, le dije que tuviera cuidado con los dientes y no quise forzarlo, mi objetivo era su culito y le metí un par de dedos que acusó con un quejido, aunque no fue demasiado, la tía lo había preparado bien. Mi recuperación fue plena y lo puse al borde de la cama para penetrarlo, su agujerito dilatado parecía mandarme besitos y arrimé el glande al hueco infantil. Me encantaba ver como su ano se abría al paso del glande, pero unas manos femeninas impidieron la penetración esperada.
“Dejame que yo lo dirija, quiero ver cómo le rompés el culo a este fisgón”, -expresó Agna recordando que el nene la espiaba cuando cogía con el padre-. Esas manos blancas me acariciaron y endurecieron más la verga, mientras, con la otra mano, le puso un poco más de gel y colocó luego el glande en el asterisco cerrado, sólo me quedaba empujar y fue lo que hice, aunque relativamente despacio.
- ¡Ayyy, tía, tía, me duele mucho, que la saque, que la saque!, -gritaba Brant cuando ya tenía media verga en su interior y me apretaba como para arrancármela-.
- Aguantá putito, te estás comiendo una hermosa verga, ya te voy a coger yo en casa con mi consolador, -acotó con algo de enojo-.
- Me parece genial que se conviertan en amantes, tenés que convertirlo en todo un putito desorejado, -expresé pensando en que se irían de casa con esa premisa-.
Traté de entrar despacio, pero entré todo y cuando choqué con sus nalgas me sentí pleno, Brant no había dejado de llorar y de pedir que se la sacara, eso me incentivaba, pero cuando lo tuve plenamente ensartado le pedí que no llorara más y comenzara a gozar. Santo remedio, afloró su esencia de putito y sorbiendo mocos comenzó a mover las caderas gozando de su primera cogida, además, sin hacer caso al dolor de su culito roto, en un momento dado pidió más y que le diera más duro.
“Hijo de tu puta madre tenías que ser, te encanta la verga, pero ahora también me la vas a chupar”, -le dijo la tía y se puso frente a la cara del nene abriendo las piernas-. El cuadro resultó de lo más excitante y redoblé mis embestidas, Agna revoleaba las piernas manteniendo la cabeza del nene en su entrepierna y los gemidos se desparramaron por toda la habitación. “Te tenés que coger a mi hermana, tu verga la va a enloquecer y la quiero ver con el culo roto”, -acotó la rubia en el paroxismo de su orgasmo-. Eso ayudó a que le llenara las tripas al sobrino.
No salí enseguida del culito del nene, pero los tres quedamos para el arrastre. Luego de un rato nos fuimos a bañar y noté lo cariñosa que se había puesto la tía con el nene al que besaba fogosamente y lavaba todo su cuerpo con unción. Tuve que ponerles a ambos una crema cicatrizante y analgésica para sus culitos maltratados y quedé con ella para ir a cenar a su casa el día jueves, independientemente de eso, me olvidarían junto con todo lo acontecido, algo que le vendría a la memoria junto con sus ganas cuando me vieran nuevamente.
Mal que me pesara y a pesar del cansancio, tuve que llevarlos hasta la casa, una hermosa residencia en la zona de Palermo viejo. Según Agna la hermana estaba mejor que ella y no me importaría conocerla y tenerla en mi cama, pero más me importaba el círculo de amistades que la rodeaban, las posibilidades de sexo con mujeres de excelente nivel se incrementaban y no podía descartar la posibilidad de futuros negocios relacionados con la exportación de los productos que se fabricaban en nuestras fábricas. Regresé a casa, estaba cansado y con ganas de dormir, pero contento porque la semana había sido muy buena y pintaba para que anduviera todo mejor.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Ooooo seeeee gracias a por más capítulos ❤️❤️❤️❤️❤️❤️🤤🤤🤤🤤