EL PODER DE LOS DESEOS. (27).
Se suscita un inconveniente grave con Elena, las brujas, perdón, “las tías” me ayudan a resolverlo, en realidad, lo resuelven ellas y todo exige un replanteo de vida. Casado y un tanto desbocado, pero controlado, la vida sigue..
EL SECUESTRO, LA LIBERACIÓN Y EL REPLANTEO. (27). (FINAL).
En la tarde y un poco agotado por el trajín, regresé directamente para casa, allí, aunque no esperaba que estuviera, me la encontré a Edith que me saludó con un beso y me pidió disculpas porque no había podido venir más temprano por no sé qué cosas que me dijo de la casa en que vivían. No tenía ganas de escuchar problemas y no le di mucha bola, eso sí, recibió el consabido apretón en sus nalgas latinas y de inmediato se sacó la ropa para mostrarme un nuevo conjunto, “con la ropa que me regaló tu novia y estos nuevos conjuntos, me siento en otro mundo, además con ganas de hacerte muchos mimos”, -expresó mostrándose en un giro-. Le dije que estaba bien, que se encontraba hermosa, muy sexi y excitante, pero yo quería descansar un rato porque había tenido mucho jaleo en el Estudio y no tenía ganas de ponerme en mimoso. Lo entendió enseguida y se ofreció para servirme algo de beber y/o para prepararme una infusión, me negué a ello y me dijo que descansara que ella velaría para que me sintiera mejor. Me tiré a descansar cerrando todas las ventanas y poniendo la habitación en penumbras, después me dormí casi hasta la hora de la cena.
Al levantarme fui al baño, me di una regia ducha, me vestí sólo con el bóxer y bajé para prepararme algo de comer, allí me sorprendí porque me la volví a encontrar a Edith, seguí vestida solamente con su conjunto sexi de ropa interior y me dijo que me había esperado para prepararme y servirme la cena. Antes de comenzar a cenar la senté a la venezolana en mis piernas y, luego de sacarse el sostén, me abrazó contenta, comenzó a moverse refregándose con sus tetas en mi cara y su vagina en mi bulto, por lógica, éste reaccionó con ganas. No había caso, iba a decirle que yo no quería una novia en la casa y que no se tomara por costumbre el tema de la atención y el sexo, pero, como siempre, mi verga tenía otras intenciones y terminé haciéndola gritar, aunque mezclando el placer y el dolor cuando el ariete penetró su culo con ganas y cierta dureza que no logró amilanarla. Después de lavarnos, sirvió la cena y le hablé al respecto de lo que pensaba, lo entendió y me pidió disculpas, dijo que se había dejado llevar y trataría de no repetirlo, pero…
Con sus gestos denotaban algo de tristeza, aunque… cuando se levantó a ordenar las cosas de la cocina era tan sensual en sus movimientos que no pude mantener un tono cercano a la seriedad y me acerqué por detrás para apretarle las tetas y decirle que lo que le había dicho se haría efectivo a partir de la próxima vez. “Sí, sí, quiero que hoy me hagas de todo y, aunque no creo que pueda contigo, te juro que trataré de secarte”, -dijo con alegría y me fui para la habitación diciéndole que la esperaba. Ya en mi habitación me dejé caer en la cama y la miré a Edith que me había seguido, estaba en el marco de la puerta totalmente desnuda, su pierna levantada hacía que parte del muslo tapara su entrepierna y en su rostro se dibujaba toda la sensualidad, la picardía y la pasión a punto de explotar, para mejor, yo sabía que todo eso era por y para mí, entonces abrí los brazos. En un parpadeo la tuve encima y la abracé devorando su boca, yo no tenía ganas de esperar y ella tampoco, eso se notó porque se arrodilló poniendo sus piernas al costado de mis caderas y tomando el tronco lo dirigió para sentarse en él.
La cabalgada con apretones íntimos, movimientos de entradas y salidas, manos apretando mis tetillas y gemidos casi descontrolados se convirtió en un “polvo” de antología y mejor aún, compartido. La venezolana no perdió mucho tiempo para limpiar mi verga con su boca y saliva, ronroneaba como gato con el miembro en la garganta o usando su lengua para lamer toda su extensión, hasta que logró que estuviera durísima y se giró para ponerse en cuatro, “dame pico por el culo mi hombre”, -pidió con todo su acento caribeño y no la hice esperar-. Su hueco trasero estaba dilatado, pero igual se quejó cuando me mandé de una a la profundidad de sus tripas, luego fue un concierto con sonidos característicos de pelvis contra nalgas con sones de gemidos de orgasmos, pedidos de más y movimientos acompasados mientras golpeaba la cama con sus puños. No sé el tiempo en que estuve “haciéndole la cola” a Edith, sólo sé que la única posición que cambió fue cuando se desplomó de cara a la cama sin que parara de penetrarla, quedó completamente laxa y dejé todo mí resto en sus entrañas.
Busqué aire abriendo la boca y me dejé caer a un costado, normalicé mi respiración y me fui quedando dormido después de disfrutar de un sexo de excelencia. No sé cuánto hube dormido hasta que un sueño me asaltó repentinamente, una rubia preciosa me acariciaba el pecho acercando su cara a mi rostro y por el rabillo del ojo veía a otra de similares características que lamía el culo de Edith, utilizaba para ello una lengua larga y gorda, ilógica para esa cara, pero mi amante “hogareña” parecía disfrutarlo mucho porque gemía y se movía como víbora aun sin despertar.
- ¡Dejá el culo de esa chica, tenemos poco tiempo!, -dijo la rubia que estaba cercana a mí-.
- No me pude contener, su culo lleno de leche es exquisito, -contestó la otra, ya no era cuestión de sueño, pretendí saltar de la cama, pero una mano me lo impidió-.
- Levantate y no te pongas loco, tenemos una emergencia, -expresó la rubia que tenía su mano en mi pecho, con la visión clara y despabilado, identifiqué a la “bruja-madre” y me incorporé-.
- Vestite rápido, la secuestraron a Elena, -me dijo la “bruja-hija” apartándose del culo de la venezolana-.
- Queríamos venir a avisarte que tu novia estaba firmemente preñada y vimos que la secuestraban sacándola dormida de la casa y se la llevaban en un auto, –agregó la madre-.
- ¿Quién fue, cómo fue, qué pasó?, ¿qué es eso de que está preñada?, -preguntaba yo atropelladamente y angustiado mientras buscaba mi jeans y una remera-.
- Te lo dije mamá, es medio idiota, nene, fue así, la cogiste, le dejaste tu semen en la vagina, luego un espermatozoide de los tuyos…, jajaja, mejor cambiate, ya sabemos dónde la llevaron, -dijo la más joven de las brujas-.
- Dejalo, no lo jodas, es así Gustavo, queríamos venir a darte una linda noticia y vimos cuando esos dos tipos se llevaban a Elena de la casa como si fuera un bulto, seguramente la durmieron, -acotó la madre-.
- ¡Me cago en la putísima madre y en su manía de no tener custodios!… ¿Se sabe quiénes son los tipos?, -pregunté ya recompuesto-.
- Sí, por lo menos identificamos a uno, era un Ejecutivo joven de la empresa, uno de los que Elena despidió.
- Sé de quién hablás, hay que hacer la denuncia e ir a buscarlos, -expresé ya listo para salir y completamente despierto-.
- ¡Gustavo, dejá de hablar pavadas!, esto lo arreglamos nosotras, si esperamos a la policía llegarán después de que se la hayan cogido hasta por las orejas o matado, los tipos parecían estar muy drogados, -dijo de forma imperativa la madre-.
Miré hacia la cama y noté que Edith se había despertado, la “bruja-hija” le comía la boca con desesperación y una de sus manos apretaba una teta de la venezolana que gemía a punto de descontrolarse, luego escuché: “Estás muy rica, te salvás porque estamos en otra cosa, luego de que nos vayamos, pedí un taxi, andate a tu casa, acostate a dormir y olvidá todo lo que viste, dale Gustavo, mové el culo y vámonos”, -me ordenó saliendo de la habitación-.
- Quedate tranquilo, no va a pasar nada, la liberamos y no va a saber de nosotras, vos decile que te llamaron por teléfono avisándote de dónde estaba y la fuiste a buscar, no hagas denuncias, no te compliques la vida.
- ¿Y los tipos?, ¿qué pasará con ellos?
- No tenés que saber más, no harán nada y se irán con nosotras, nos interesa que ella te vea al despertar, pero, antes de eso, vos no digas nada y ni te muevas veas lo que veas.
Las palabras de la “bruja-hija” me dieron miedo, lo mismo me pasó y me corrió un escalofrío por la columna cuando se sentó en la parte trasera del auto y vi sus ojos a través del espejo retrovisor, eran de un color rojo brillante y parecían traspasar el parabrisas, yo notaba que era como si no existiera. Dentro del habitáculo del auto se sentía frio y cuando quise poner la calefacción me miró la “bruja-madre” y me soltó un lacónico, “no sirve de nada, el frio proviene de nosotras dos, nos estamos concentrando”, no me hizo falta decir nada, puse en marcha el auto y todo sucedió rápidamente.
Yo no lo conducía, sólo amagué hacerlo cuando salimos de casa, recuerdo haberme sentado frente al volante y nada más, preguntar no entraba dentro de mi razonamiento, la cordura parecía estar jugándome una mala pasada, seguidamente noté un denso humo que cubría el exterior y, en un abrir y cerrar de ojos, el auto se detuvo mansamente al lado de otro de marca japonesa y delante de nosotros como, apareciendo de la nada, se me dibujó un enorme galpón. Individualicé enseguida el lugar, era un galpón de una de las empresas que solía usarse de depósito, pero que en ese momento estaba semi abandonado. Allí todo se normalizó, hasta las caras de “las tías” cambiaron su gesto serio y la madre se dirigió a mí. “Son dos, la tienen desnuda y atada sobre una mesa de madera dura, ella sigue desvanecida y drogada, pero aún no le han hecho nada, ¿vamos las dos o vas sola?”, -le preguntó a la hija-.
- Dejame a mí, vos siempre terminás por ser más blanda”, -le contestó y bajó del auto-.
- No te apures, creo que no, pero vamos a ver si hay más gente, -agregó la madre sosteniéndome del brazo y haciéndome señas para que no hablara-.
- No importa cuántos sean, ella está por despertar y uno está presto a violarla, -dijo la hija y me moví para tratar de meterme en el galpón, pero me lo impidieron-, yo me ocupo, no va a pasar nada, pero mantené quieto a tu protegido, -expresó ordenando-.
Abrió una puerta chica y se metió tranquila y caminando con suficiencia, por sobre su cabeza alcancé a ver a un tipo desnudo y a Elena atada de brazos y piernas a una mesa larga, escuché cuando el tipo despedido le decía al otro, “hay que violarla hasta por las orejas para que aprenda cuál es su lugar y luego la desfiguramos a trompadas”. Allí descubrí que, a pesar del enojo y la bronca que tenía encima que me impelía a emprenderla a golpes contra los dos tipos, no me podía mover, imaginé que mis ojos estarían abiertos y sorprendidos y lo que vi hizo que un miedo desmesurado me recorriera la columna. “Me parece que no van a violar a nadie, lástima que no tengamos mucho tiempo para que se arrepientan de lo que hicieron y pensaban hacer”, -dijo la hija y haciendo un movimiento con la mano hizo que, al tipo que estaba desnudo, se le cayera al piso la verga y los testículos-. No hubo gritos ni profusión de sangre, simplemente, fue como en cámara lenta y los testículos con la verga aún erecta, rebotaron en el piso sucio, la cara de desesperación y de miedo cercano a la locura de ambos delincuentes era total.
Yo continuaba como clavado en el piso y la “bruja-madre” se apartó de mi lado para ocuparse del que estaba parcialmente vestido, a ambos parecía estar pasándole lo mismo que a mí, no podían moverse, Elena que había amagado a despertar, quedó con los ojos abiertos mirando al techo de chapas del galpón, aunque era evidente que no veía ni pestañeaba. La ropa del que aún estaba vestido se esfumó, sí, literalmente se esfumó y la verga flácida y los testículos también rodaron, a todo esto, yo, aun sin poder mover las manos, tenía deseos de tapar mi entrepierna al imaginar lo que los tipos pensaban al mirar sus partes en el suelo. “¿El derecho o el izquierdo primero?”, -preguntó la hija-… “El derecho”, -contestó la madre-, no sabía que pasaría ahora, pero el brazo derecho de ambos tipos se rompió en tres partes dejando ver el inmaculado hueso astillado, la sangre seguía sin aparecer, pero los fulanos abrían la boca gritando con desesperación sin que emitieran ningún sonido, luego les tocó a los brazos izquierdos, siguieron con los tobillos mientras estaban arrodillados llorando y gritando sin lágrimas ni sonidos, algo similar pasó con sus clavículas y me llamaron a mí, me acerqué tratando de aparentar aplomo, pero a ella no podía engañarlas en nada.
- Calmate y decime si querés hacerles algo, -me dijo la “bruja-madre”, pero no daba para más-.
- No, por mi está bien, pero, ¿no irán a denunciarnos?, -pregunté como algo lógico-.
- ¿Quiénes?, ¿éstas bolsas de piel?, -me preguntó la “bruja-hija” mientras apoyaba sus manos en los hombros de los tipos arrodillados-.
Su cuerpo adquirió una tonalidad roja púrpura y ambos se convirtieron en guiñapos, como si se calcinaran desde adentro y a mí no me entraba un alfiler en el culo, alguna vez me había dicho la hija que ella jamás se pondría en contra de la madre porque ella tenía Poderes a los que, como hija, nunca superaría. Después de ver eso, en mi vida trataría de averiguar nada de esos Poderes que tenía la que más me protegía. Algo similar le pasó a las ropas y pertenencias de los secuestradores y ya cuando el viejo escobillón herrumbrado en un rincón se movió solo y acumuló las cenizas, lo tomé como algo “natural”. Como fuere, no pude seguir viendo, la “bruja-madre” me acercó a Elena, la desató y me dijo que me la llevara, me dijo también que mi novia tendría presente que la habían secuestrado, además que le habían dado un par de golpes que se le notaban en la cara y que la habían drogado, pero nada más y que ahora todo dependía de lo que le hiciera entender, aunque Elena no se opondría a mis deseos.
Me felicitó por el varoncito que ella llevaba en su vientre, me aclaró que tenía un mes y medio de embarazo, pero que ella no sabía nada porque solía ser irregular. Luego me saludaron ambas con un beso, les agradecí abrazándolas y se fueron en el auto de los tipos. Noté que el lugar había quedado bastante más limpio que antes y le golpeé suavemente la cara a Elena para despertarla.
- Amor, mi cielo, me golpearon, me drogaron y me secuestraron, ¿dónde estamos?, ¿qué pasó con los tipos?, uno era el Ejecutivo que despedí en la empresa.
Todo esto lo dijo rápidamente hasta que se largó a llorar abrazándose a mí. Eran las cuatro de la mañana cuando salimos de ese lugar, Elena temblaba y lloraba recordando y le “inventé” que me habían llamado por teléfono para avisarme dónde estaba, que había sido para asustarla y que no se repetiría.
- ¿Cómo que no se repetiría?, hay que denunciarlos, yo conozco a uno, -dijo enojándose y tratando de imponer su criterio-, eso me dio pie a mi reacción…
- Metete en la cabeza que no habrá denuncia que valga, traje a un par de conocidos conmigo y se ocuparon de esos dos, no volverán a joderte, pero desde ahora en más, como en poco tiempo te vas a convertir en mi esposa, no voy a permitir tus caprichos para moverte sola, hacete a la idea de moverte siempre con compañía y es mi última palabra, ¿te queda claro?
- Sí mi vida, será como vos digas, por favor, no te enojes.
- No lo haré, pero ya te lo dije una vez, yo decido, yo mando y te seguís haciendo la idiota, eso se terminó, mañana no vamos a ir al trabajo, te tiene que ver un médico y si aparecés con ese golpe en la cara pensarán que fui yo, bastante arriesgue por vos hoy.
- Si mi cielo, si mi cielo, -decía acurrucándose a mi lado, pero feliz de ser tratada así-.
Fuimos a su casa directamente a bañarnos, me la chupó un largo rato mientras el agua caía en nuestros cuerpos, la enjaboné y la hice tener un orgasmo con los dedos, pero yo no estaba bien, estaba seguro que los tipos no la habían tocado, a la vez contento porque esperaba a un hijo mío, la “bruja-madre” no me hubiera mentido con nada de esto, además, si fuera lo contrario, la “bruja-hija” se hubiera encargado de refregármelo en la cara sin pedirme permiso, eso era de manual. Mi bronca interior era porque, al haber transigido con su capricho de no tener custodia y estar sola en esa enorme casa, por poco no había ocurrido una desgracia, estaba convencido de que, al final de una serie de violaciones, la tendrían que matar, máxime sabiendo que les había visto la cara. Todo se habría evitado si, en su momento me hubiera hecho caso y/o yo no hubiera aceptado su negativa.
- ¿Qué sucede amor, estás enojado?, -preguntó al notar que yo no respondía-.
- Estoy, no sé cómo estoy, no estoy seguro, pienso o dudo si esos tipos no te han hecho algo acá en la casa o en el lugar al que te llevaron.
- No, no mi vida, no me hicieron nada, yo…
- Vos, nada, dijiste que te habían golpeado y dormido con alguna droga o cloroformo, así que mal podrías asegurarme lo contrario.
- No tengo dolores ni ninguna señal, salvo el golpe en la cara, me estás acusando como si yo tuviera alguna culpa, -dijo lagrimeando-.
- Tenés gran parte de culpa, esto no hubiera pasado si tuvieras custodia y alarmas en la casa y me estoy cansando de tus caprichos, una cosa es quererte y amarte, otra es aguantar tus idioteces que me ponen mal, mejor me quedo a dormir en el sofá, es tarde para volver a mi casa.
Se puso a llorar de forma muy sentida, yo sabía que me estaba comportando como un psicópata, pero, al margen de pretender imponer mi modo de pensar, Elena misma me provocaba todo eso y no sabía por qué. Necesitaba estar con ella, la quería a mi lado todos los días, pero, siempre surgía algo que me desquiciaba, evidentemente era yo el que estaba mal y tenía que averiguar porque era esto. Ya vería como lo solucionaba, mientras tanto quedó llorando y yo me extendí en el sofá sin poderme dormir, al tremendo susto que me llevé cuando me avisaron del secuestro y pensé en lo que podía estar pasando, se le sumaba el haberla visto actuar a “las tías”, era evidente que contradecirlas o renegar de alguna de sus indicaciones, era o podría ser mortal. Creo que aún temblaba y moviéndome un poco inquieto me fui quedando dormido.
Me levanté en la mañana cuando oí ruidos en la cocina, el lugar era enorme como para que un simple ruido me despertara, pero en este caso algo se había caído y el ruido había retumbado en todo el living. Al entrar me encontré con la señora que hacía las tareas de toda la casa, la que vivía con el marido en la casa de Caseros y un nene de unos nueve años, delgadito, de cabello oscuro y con un peinado antiguo “fatto in casa”, redondeado y con flequillo. La ropa tampoco era muy moderna que digamos, una remera, un shorcito de tela ajustado y se le notaba que no tenía ropa interior.
Se asustaron ambos cuando me vieron entrar y noté que un recipiente de vidrio se encontraba roto a los pies del nene que estaba a punto de llorar. Le pregunté a la mujer que había pasado y quien era el nene, la mujer me contestó apurada que era el nieto, me dijo algo de la madre, de un viaje por trabajo y de poder tenerlo con ellos hasta que se estableciera, además que lo iba a consultar con la señorita Elena. “Bien, pero “deseo” que todos entiendan que, desde ahora en más, las órdenes en esta casa las doy yo”.
Le pedí al nene que no llorara, que eso no era nada e hice que la mujer llamara al marido, con los tres juntos reiteré los “deseos” agregando que no me mentirían y accederían a todos mis requerimientos, cualesquiera que estos fueran, luego lo mandé al hombre a trabajar en los jardines y el parque y a la mujer a que le llevara el desayuno a Elena, haciendo hincapié en que nadie notaría el golpe que tenía en la cara, esto se los dije porque como no había denuncia y nadie se había enterado del incidente, yo era número puesto para quedar como agresor.
La señora tenía un físico medio, ni flaca ni gorda y miré que el guardapolvo celeste que tenía puesto remarcaba sus tetas y un culo parado, eso, sumado a que, de mañana mi libido estaba siempre acelerada, hizo que mi bulto se marcara en mis pantalones. La mujer, de nombre Elvira, junto todo lo roto y lo mandó al nene a sentarse en una silla del rincón de la cocina, puso a calentar agua para mis mates y preparó una bandeja para llevarle el café y unas tostadas a Elena. Yo la miraba a la “veterana” cuando estaba de espaldas y me acariciaba el bulto miraba sonriente al nene que no apartaba la vista de mi mano. Apenas la mujer se fue a llevarle el desayuno a Elena, lo llamé al nene y le pedí que se sentara en mis muslos, sabía que no se negaría y yo no estaba para demasiados preliminares ni para charlas, “me gusta mucho el culito que tenés y tus labios”, -le dije apretando sus nalgas duras-, “deseo” que tengas muchas ganas de chuparme la verga metiéndola toda en tu boca y quieras que te “haga la cola” con firmeza”. Me miró bajando los ojos y me contestó: “Bueno señor, yo sé lo que es coger, los vi a mi mamá y al novio, pero no sé cómo se hace”.
Le dije que yo le enseñaría y que pensara en todo el placer que sentiría al tomarse toda mi leche y al ser cogido por mí, pedí que se lavara bien la cola metiéndose los dedos y que a la hora de la siesta viniera a buscarme dispuesto para la cogida. “Sí señor, apenas mis abuelos vayan a dormir la siesta, yo vengo a buscarlo para que me dé su verga”, -afirmó-, luego de eso y de las recomendaciones para que no dijera nada, lo mandé a que fuera a ayudarlo al abuelo, pero que pensara en mí. Sabía que estaba actuando como un pervertido, pero no me importaba, era como si, al haber visto actuar a “las tías” el Poder otorgado se hubiera intensificado, como fuere, me sentía fantástico y tomé el celular para llamarla a Haydee, avisé que no iría al Estudio hasta nuevo aviso y que no me molestaran si no era por algo urgente que requiriera mi presencia, después llamé al consultorio del médico obstetra para que le diera un turno a Elena y subí a verla.
Mi novia estaba bañándose cuando entré en la habitación y me la encontré a Elvira haciendo la cama, me comentó que Elena le había dicho que yo decidiría todo en la casa y también con ella ejercí una influencia a la que no podría negarse. Había que comenzar a cambiar muchas cosas en esa casa y era hora de comenzar.
- Elvira, no quiero que andes por la casa con ese guardapolvo, quiero que cambies el vestuario y el look, voy a contratar a tres personas más para que ayuden en la casa y vos las supervisarás, lo mismo será con Julián, tu marido, es mucho parque y jardines como para una sola persona.
- Sí señor, como usted ordene, pero…
- Yo no quiero “peros”, te voy a dar dinero para que vayas a un Centro de Belleza y para que compres ropa, también comprá para tu nieto porque veo que no tiene nada.
- Gracias señor, eso será fantástico.
- También “deseo” que te depiles toda y estés dispuesta a darme una mamada o poner el culo cuando yo lo solicite, vas a estar siempre a mi disposición sin negarte a nada, ¿cómo es la historia con tu hija?, ¿qué edad tiene?
- Tiene veintisiete, es empleada administrativa en un supermercado de los grandes y le dieron el traslado a una Localidad más alejada, si quiere seguir trabajando allí tiene que mudarse y está en eso.
- Bien, decile que venga a verme, si no es fea y me gusta cómo se desenvuelve, podrá ser la Secretaria de mi mujer y vivir en el departamento aledaño a tu vivienda, el chico no puede andar a tontas y a locas, eso sí, que se olvide de novios o amantes mientras trabaje acá.
- Gracias, gracias, Doctor Gustavo, yo me comunicaré con ella.
- Está bien, andá tranquila, yo hablaré luego con tu marido.
El replanteo estaba en marcha, no bien salió Elvira de la habitación, me metí en el baño donde mi novia estaba terminando de secarse, me saludó con un beso y me preguntó si estaba enojado, le dije que no mientras le hacía colocar las manos sobre el borde de la bañera, algo que hizo sonriendo de oreja a oreja y moviendo sus nalgas. Un poco de jabón líquido y Elena mordió la toalla para no gritar como desaforada. Los dos sabíamos que era sólo la primera mitad, el músculo estaba acostumbrado y pronto estuvo gimiendo y pidiendo que la rompiera toda. Luego de que los dos termináramos casi gritando, salí de ella y como su culo estaba inmaculado por fuera y por dentro, sin hacer caso al gusto del jabón, la chupó hasta dejar mi verga reluciente. Subí mis pantalones y el bóxer y la giré para besarla con todas mis ganas, definitivamente, ella no tenía la culpa de mis rayes, “¿no me vas a dar “nenitos”?”, -preguntó estremeciéndose cuando besaba sus tetas y le dije que no, que iba a tener que hacerse la prueba porque yo estaba seguro que estaba embarazada y se rio por esto, ¡si supiera!…
Se vistió sólo con su ropa interior y nos sentamos en la cama, allí le pedí que no contara nada del secuestro y que se hiciera el test para ver si yo tenía razón, le dije además que tenía turno en lo del médico para dentro de dos días. Agregué que si el test le daba positivo le contaría de todos los planes que tenía, “está bien amor, pero lo que vos decidas estará bien para mí”, -dijo con una sonrisa y entró nuevamente al baño para mear en la barrita. Tal como preveía, unos minutos después gritaba como loca llamándome.
Después de un rato de risas, abrazos, besos y lágrimas, nos sentamos en el sillón que había en el cuarto y le expliqué que haría cambios en el personal, “¿los vas a echar a Elvira y a Julián?”, -preguntó con dudas-. Le conté que no, contrataría más gente y ellos serían los encargados de supervisar que trabajaran, ella y yo nos manejaríamos desde la casa en un horario establecido para dirigir la empresa y el Estudio, “iremos a la empresa o al Estudio sólo si es necesario, nosotros tenemos que aprovechar que se viene el verano y planificar nuestro casamiento”, -agregué esperando su reacción-. Pareció querer comerme a besos y no me la podía sacar de encima, la alegría la desbordaba y colaboré con los besos.
No venderíamos nada, yo seguiría también con la administración de los bienes de Graciela porque me dejaba muy buen dinero mensual y en dólares. La casa en que yo vivía la ocuparía Edith que seguiría con su sueldo, pero le aumentarían los ingresos porque no pagaría alquiler y pondríamos custodia en la entrada del portón, cámaras de seguridad y con una custodio-chofer para cuando ella quisiera salir a hacer sus cosas, “no quiero más riesgos contigo por capricho de algún desquiciado”, -expresé serio, aun sabiendo que la “vigilancia” que tendría era excelsa, claro que eso no se lo dije-.
- La vida social diurna será en casa y la nocturna la realizaremos juntos, además le avisé a Elvira que me mandará a la hija, la madre de ese nene David, si cumple mis expectativas, será tu secretaria y vivirán en el departamento desocupado que se usa para trastos, otra cosa más, no quiero al personal vestido como en un reformatorio, por eso te vas a ocupar mañana de llevarla a Elvira a un Salón de Belleza y comprarás ropa nueva para ella y el nene, el personal usará, en el caso de las mujeres jeans elastizados o shorts cuando haga calor y remera con zapatillas, los hombres un mono elegante para jardinería, luego veremos las medidas.
Elena me escuchaba atentamente, pero, en realidad, yo le decía todo lo que haría como una especie de “cortesía”, habida cuenta que ella no se negaría a nada de lo que yo decidiera. Estuvo de acuerdo en un todo y la dejé para hablar on-line con Haydee y el Abogado de más confianza que tenía en el Estudio, el profesional se haría cargo de todo el personal restante, pero Haydee era intocable, seguiría trabajando en su lugar y recibiría todas las novedades como siempre y me las trasladaría on-line todas las mañanas.
Ya hablaría luego con Edith, aunque también sabía que no se negaría y aprovecharía la posibilidad, seguramente con un par de coterráneas suyas que alquilaban, pero en este caso regirían las prohibiciones expresas de hombres en la casa o de fiestas y desmadres. Ya me encargaría de visitarlas cuando fuera necesario para controlar que todo estuviera en orden y claro, “deseos” de por medio, ninguna me mentiría o me jugaría en contra. Todo lo demás, incluso culitos de grandes o chicos quedarían de lado, si se me antojaba algo, lo “usaría” en el momento y “si te he visto no me acuerdo”, a más, conocidas de Elena o esposas de Ejecutivos con chicos o chicas había para repartir.
Tenía mucha razón la “bruja-hija”, repetir y enfrascarme con los que me brindarían sólo sexo de ocasión era de tontos o, por lo menos de mediocres y yo no lo era ni pensaba serlo. Almorzamos junto a Elvira, Julián y a David, el matrimonio felicitó con sinceridad a Elena y los puse más al tanto de lo que pretendía de ellos. Luego, en lugar de esperar hasta el día siguiente, le dije a Elena que se fuera con Elvira esa misma tarde para que ya comenzara con los cambios, “dejalo a David jugando en la computadora y se mueven tranquilas”, -le dije a la abuela que aceptó enseguida-. Julián dijo que él se retiraba a la casa y el nene me miró moviéndose inquieto en la silla cuando el abuelo salió y las mujeres se prepararon para irse. Le encendí la computadora del living para que jugara y yo me fui a mi habitación, miré desde allí cuando las dos mujeres se iban en el auto de Elena y, vestido sólo con un short holgado, esperé, hasta que un par de minutos después el nene golpeó la puerta.
- Vengo para chupársela toda y para me “haga la cola” señor, -dijo cuando abrí la puerta-.
- Pasá putito, pero antes quiero que sepas que “deseo” que estés muy, muy caliente, que no te quejes por nada y que tengas muchas, muchas ganas de sentir toda mi verga.
- Sí señor, tengo muchas ganas y me lavé bien, ¿de verdad voy a ser putito?
- Una vez que te coja vas a ser “mí” putito y sólo nosotros lo sabremos, nadie se va a enterar, ahora sacate toda la ropa y bajame el short, vas a empezar a chuparla, -dije sentándome en la cama y viendo cómo se sacaba su shorcito y la remera, me gustó su culo flaquito y duro-.
Se acercó junto a mí, se puso entre mis piernas y me bajó el short, yo levanté las nalgas para ayudarlo y se sorprendió cuando vio mi verga endurecida que pedí boca y culo con temblores y babas. “Tiene un pito enorme, nunca había visto uno y tan grande”, -acotó cerrando la mano en el tronco-. Le dije que comenzara a lamerlo, a ensalivarlo y que se lo tenía que tragar tratando de no tocarme con los dientes, se puso a la tarea con un poco de dudas, pero enseguida le gustó chupar el glande como si fuera un chupetín bolita gigante. Le fui diciendo que usara la lengua y con mis manos en su cabeza traté de marcar un ritmo de penetración sin hacer caso de las arcadas y toses con que amagaba, “no vomites, aguantá y respirá sólo por la nariz”, -le dije y forcé su garganta tomándolo fuerte de su cabeza, lo solté rápido para que no se ahogara y me miró con los ojos llenos de lágrimas y su boca babeando buscando mi aprobación, “lo hiciste bien, seguí, seguí”.
Dos o tres veces lo forcé aplastando su cara a mi pelvis hasta que trató de hacerlo solo, entonces estiré mi mano y tomé el tubo de lubricante anal con Xilocaína. Presioné el pico del pote en su asterisco y dejé una buena cantidad, seguidamente mi dedo se hundió en sus tripas, dio un brinco cuando profané su conducto virgen, pero nada podía hacer, mi otra mano mantenía su cabeza con firmeza y mis muslos apretaban su costado. Al rato me chupaba la verga sin ayuda de mis manos y las dos incursionaban en su culo que ya recibía dos de los dedos de una y otra mano que se alternaban.
Estaba muy caliente sintiendo el glande en su garganta o el tronco entrando y saliendo de su boca y no me aguanté, “traga todo”, -le ordené-, lo hizo, aunque se atoró y tosió dejando algo de mi leche en el tronco, no fue necesario decirle que me lo tenía que limpiar, el sólo se dio cuenta y me dejó la verga reluciente. Los quejidos por los dedos en su culo habían pasado a convertirse en gemidos y eso me incentivaba a continuar erecto, era hora de romperle el culito y para eso lo hice colocar con el pecho sobre la cama y con las piernas colgando. El asterisco estaba bastante dilatado, lo había trabajado bien con los dedos, pero igual el glande se veía enorme apoyado en el hueco a profanar. Lo noté como otras veces me había pasado y no me importó, en cuanto a lo que era sexo por el sexo en sí, mi cabeza había cambiado mucho y comencé a empujar, aunque manejé la penetración con la mano.
David no pudo evitar quejarse cuando el glande se instaló en su interior, el conducto estrecho, gracias a la lubricación, daba paso al ariete que lo humillaba despacio, pero firme. El nene profería quejidos de dolor, las sábanas se mojaban de babas y lágrimas y sus palmas golpeaban la cama hasta que dejó escapar un sonido de alivio cuando mi pelvis se pegó a las nalgas magras de ese culito desvirgado, estaba totalmente adentro de su tripa y el conducto me apretaba en todo el largo del tronco. Esperé unos instantes y luego comencé a moverme entrando y saliendo despacio y profundo, poco a poco se fueron escuchando gemidos y, aunque en un modo descompasado, David movía sus nalgas buscando más penetración.
- Ya te convertiste en todo un putito y te metí toda la verga.
- Me dolió mucho, todavía me duele, pero ahora también me gusta, deme un poco más, -decía cuando le besé la nuca y el cuello sin dejar de bombear-.
Un placer casi sádico me embargó, había roto otro culito adorable y me moví con más ganas y fuerza buscando llenarlo de leche, no me costó tanto, sus quejidos que habían aparecido nuevamente me enardecían y luego de unas cuantas bombeadas, lo llené. “Su leche está más caliente”, -afirmó medio tartamudo-, no quise esperar demasiado para sacarla desinflada y me deleité con el agujero desproporcionado, otra cosa que me alivió fue que no tenía lastimaduras externas, aunque sabía que le dolería por un par de días.
Nos bañamos juntos y el putito declarado quería seguir, no lo dejé y expresé el “deseo” para que olvidara todo lo de la cogida y la mamada, pero reaccionaría afirmativamente cuando se lo pidiera nuevamente. Ya antes me había pasado con Edith y Haydee y era que los “deseos” reiterados actuaban con la persona que los recibía, como si se activara una “muletilla” que también suele darse en la hipnosis, así pues, cada vez que escuchara la palabra “deseo” con mi voz, David sabía que debía prestarse a ser cogido, excitándose y gozando con ello, por lo demás, obedecería en todo.
Unas tres horas después apareció Elena acompañada de una Elvira desconocida, vestida con jeans elastizados que le marcaban un culo apetecible, otro peinado con el cabello más corto, maquillada sutilmente y, ciertamente, rejuvenecida, ambas venían cargadas de paquetes, tal como sabía que sería, mi novia no se resistía a comprar algo para ella o para mí cuando salía de compras, la abracé riendo y haciendo referencia a eso y me contó que había visto a una conocida que tenía un comercio de ropa femenina y ella se encargaría de vestir a las chicas que vinieran, lo mismo podía hacer con los monos de jardineros de los hombres, sin dejar de lado los calzados.
- ¿No me irás a llenar el parque de “figurones delicados” con monos de color rosado?, espero que no.
- No amor, hacen ropa unisex, además para las chicas elegí pantalones elastizados y polleras semi acampanadas a medio muslo, las camisas serán blancas y con volados, hasta los zapatos o zapatillas nos pueden proveer.
- Me parece bien y te aclaro que no quiero viejas, la única Elvira, aunque veo que estaba desperdiciada en ese guardapolvo.
- ¡Viste cómo cambió!, me parece que esta noche Julián tiene fiesta, jajaja.
Estaba contenta Elena y yo también me sentía bien, se fue a preparar algo para merendar y yo me encerré en el privado para ver de organizar la empresa madre que, mayormente, dirigía ella. Finalmente, preguntas mediantes con mi novia, conformamos una Dirección Ejecutiva vía on-line porque mi idea principal era gozar y hacerla sentir bien a Elena con su embarazo, además de ayudarla a organizar la fiesta de casamiento, al respecto, voy a omitir detallar aquí, pero resultó genial y con más de trescientos invitados que lo pasaron muy bien desde media mañana hasta altas horas de la madrugada.
Al día siguiente Elena se fue al médico y, con la excusa de que vendría personal de una empresa de Seguridad no la acompañé, me vino bien para decirle a Elvira que me acompañara a la habitación y lo mandé a David con el abuelo. La “veterana” excitada, depilada y condicionada sin límites para desear mi verga, resultó una fiera, se tragó mi verga sin muchos problemas, luego me diría que le encantaba, pero su marido no era muy de sexo oral. Me puso a mil cuando se puso en cuatro y me pidió que le rompiera el culo, poco usado, estrecho y especial, bien armado y bastante duro, se tragó toda mi verga dando grititos de felicidad, aun con algunas lágrimas que asomaron, pero feliz de la vida cuando alterné las cogidas en sus dos huecos y mojó todo con sus orgasmos.
Su hija Florencia, la madre de David, estaba mejor que la madre y era más caliente para demostrar su excitación. Surtido no me faltaba en la casa, me bastaba con descansar un rato y mi verga respondía según las ganas repentinas, me alimentaba bien y ejercicio no me faltaba, cuando no era Elena, era David con su boca y su culito, a esta altura, pedigüeño, sino era Elvira o Florencia o las chicas del servicio, la casa era enorme y siempre había un lugar adecuado para esos “rapiditos”, además, si alguno veía algo inconveniente, “deseos” mediantes, siempre lo olvidaban.
Los únicos que se salvaron fueron los Jardineros y Julián, aunque uno de ellos quedó medio lelo cuando lo agarró la “bruja-hija” en una de las varias visitas que me hicieron como “tías lejanas”, se llevaban genial con Elena y me asesoraban sobre la marcha de las empresas, de la administración de Graciela o del Estudio, a la par que me marcaban a quien pudiera estar “meando afuera del tarro” en su accionar para que yo tomara las medidas del caso, claro está, nunca estuve en desacuerdo con sus indicaciones. Jamás me aceptaron retribución alguna, tenían sus propios medios para generar ingresos, “Nos basta con lo leal que has demostrado ser”, -me dijo alguna vez la “bruja-madre”-. Ambas, casi como hermanas gemelas y generando admiración con su presencia, fueron “Damas de Honor” de Elena en nuestro casamiento llevado a cabo íntegramente en la mansión y creí haberlas visto en nuestra luna de miel, pero no nos encontramos cara a cara.
Ya han pasado seis meses desde que me mudé, las empresas y el Estudio marchan viento en popa, tuvimos mucha vida social con Elena y siempre encontré algo para “picotear” allí en horarios diurnos o nocturnos. Mi mujer está entrando en los ocho meses de embarazo y lo lleva muy bien, tanto así que tengo que atenderla en la noche y a la mañana, sólo de vez en cuando exige un poco más y, definitivamente, mis dudas quedaron a un costado y la necesito siempre a mi lado. Mi suegro no apareció más, en realidad tiene prohibido aparecer y no es por mí o por Elena, tonto no es y no hará ninguna cagada para desobedecer a las “tías”, debido a esto cuando nuestro hijo esté en condiciones de viajar, iremos a verlo a la isla paradisíaca en que vive, será como una segunda luna de miel bajo el sol caribeño.
En este momento estoy ocupado organizando un fin de semana “especial”, David me pidió que alquilara dos carpas amplias para ponerla en medio de los árboles grandes que hay en el fondo de los terrenos de la mansión. Vino con la novedad de hacer un campamento para dormir dos noches en carpas con otros siete compañeritos del colegio privado al que concurre.
Me contó con cierta picardía que hay dos que ya son “putitos”, uno de un hermano mayor y otro de un primo y agregó: “Los otros podrían serlo también, ¿no?”, esto en uno de los momentos “especiales” conmigo, porque a ojos de todos, David, ya más armado y con mejores redondeces, es un hetero completo y no demuestra nada en contrario. Con los chicos vendrían tres madres jóvenes y la maestra para acompañarlos, aunque ellas dormirán en las habitaciones de la casa grande. Enseguida pensé que habrá “deseos” para que las mamás y la maestra “intercambien experiencias” en las grandes camas de sus habitaciones, posiblemente o más que seguro, conmigo participando. Va a ser un fin de semana como para “tirar los bofes”, pero… es lo que hay y quien me quita lo bailado…
FIN.
Wau…. es …. hermoso 💦💦💦