EL PODER DE LOS DESEOS. (3)
Conozco a otro de los nenes “amigos” del profesor y le bajo los humos a la Doctora Graciela. Un pequeño accidente casero me pone a Axel a tiro de escopeta. Aparecen buenas noticias y recibo una visita inesperada..
LA DOCTORA GRACIELA – AXEL – NOTICIAS Y VISITAS. (3).
Volvió apurada con la pollerita de tenis, zapatillas, una remera y una campera junto con un bolso de mano, “estoy bien así”, -me preguntó apenas subió al auto y agregó-. “me pediste que te lleve a un hotel por horas y no conozco ninguno”. Le contesté que no importaba, que yo la llevaría, pero antes tenía que escuchar una serie de deseos que yo tenía. “lo que vos digas Gustavo, te escucho”.
- Deseo que me cuentes como es la vida con tu esposo, que pasa con el Estudio y si tenés una o varias aventuras cuando no estás con él, luego seguimos con más.
- Me casé enamorada, pero él sólo quería acceder al Estudio de mi padre, cuando lo logró yo estaba embarazada de Gabriel y él se desentendió de ambos. Mi papá falleció, pero lo conocía bien, mi marido sólo figura como Encargado del Estudio y así lo dejó asentado en su Testamento y para acceder a sus bienes y negocios yo debía respetar esto, si le daba más injerencia a mi marido en el Estudio perdería todo. Él se puso como loco y la relación se resintió más, en su vida personal hace lo que quiere, pero en el Estudio no puede hacer más, igual lo hace funcionar porque le conviene, si se va se queda sin nada.
- ¿Y tus amantes?
- Ya iba a eso, tengo relaciones de vez en cuando con el Profesor de Tenis y con el ayudante del Jardinero, pero, sólo lo hago porque mi marido anda con otras, no me gusta mucho el sexo, me basta con esperar a que terminen, me cuesta llegar al orgasmo.
- Eso va a cambiar porque yo deseo que dejes de ver a otros hombres y te conviertas sólo conmigo, en una hembra sensual, caliente y desesperada por mi verga, además en una mujer sumisa que no me niegue nada, ni siquiera la posibilidad de hacer tríos. Nadie tiene que saber nada de lo nuestro, seguirás tu vida normal, aunque me tratarás con respeto, me llamarás Gustavo o señor, ¿entendiste?
- Sí Gustavo, entendí y no te fallaré, ¿puedo acariciar tu…?
- Verga, para vos será verga o pija y, te duela o te moleste, deseo que te la tragues toda por todos lados sin ningún tipo de protesta, acercate, sacala y dejame tocarte el culito.
Se arrimó a mí, me sacó la verga que estaba durísima, tuve que ayudarla levantando mis nalgas y se llevó el glande a la boca como si le fuera la vida en eso. Yo estiré mi mano derecha y acaricié sus nalgas desnudas, eran flaquitas, faltaba carne en ellas y noté la diferencia respecto a las que acostumbraba a tener en mis manos, pero el morbo me decía que disfrutaría mucho rompiendo ese culo flaquito, su vagina apenas si comenzaba a mojarse y le pedí que dejara de mamarme cuando me rozó con los dientes. “Perdón, perdón Gustavo, no sé hacerlo muy bien”, expresó apesadumbrada-.
No bien transpusimos las puertas del hotel por horas y mientras estacionaba el auto le dije que se hiciera a la idea de tragarse la verga hasta la garganta, “vas a tener que aprender a respirar por la nariz y a aguantar la tos y las arcadas, si no lo hacés bien vas a ser castigada”. No apareció ningún atisbo de resistencia ante lo que le decía, pero los ojos se le llenaron de lágrimas, algo que entendí que era por el reto. Subió las escaleras que nos llevaban a la habitación caminando delante de mí y ya no era la misma mujer, sus movimientos eran sensuales y casi provocadores.
Apenas cerramos la puerta le pedí que se desnudara y que luego lo hiciera conmigo, me gustó mirarla cuando se sacaba la ropa con movimientos felinos, pero desacostumbrados, quedó sólo con las zapatillas puestas y la observé bien, estaba completamente depilada, las tetas no eran grandes, aunque nada despreciables, le calculé unos 85 de taza con poca areola y pezones chiquitos y muy duros, eso me gustó. no tenía adiposidades y la cintura era como para abarcarla con mis dos manos, las caderas eran exiguas, pero los muslos eran más formados por el gimnasio y el tenis, lo mismo los gemelos, lo cual conformaba un hermoso par de piernas.
Los ojos le brillaban por el deseo al acercarse a sacarme la ropa, comenzó con los botones de la camisa, ya antes me había sacado todo lo demás y no la dejé seguir, levanté su cara para besarla, cubrí sus labios con los míos y mi lengua se mandó en el interior de su cavidad, eso le provocó un gemido, posiblemente inesperado y colaboró en el beso sin cortarse. Ya desnudo me senté en la cama, ella se acuclilló frente a mi entrepierna y eso me resultó delicioso.
No tanto por el resultado en sí, gozaba viendo su desesperación y los intentos por tragarse toda mi verga hasta traspasar su garganta, tosía, le daban arcadas, me miraba con los ojos llenos de lágrimas y seguía intentando, finalmente estrelló su nariz en mi pelvis y décimas de segundos después se la sacó de la boca desesperada y buscando aire. “Ahora te voy a coger la boca”, -le dije y la coloqué en la cama boca arriba y con la cabeza colgando, la posición era ideal para entrar y salir de su boca mientras le apretaba los pezones.
Lo hice unas cuatro o cinco veces y cuando estaba dejando de proferir sonidos acuosos e inentendible, simulé una rozadura y me retiré con brusquedad, “¿qué te dije?, ponete arrodillada en el borde de la cama”, -le ordené-. “perdón, señor, perdón, no me di cuenta”, -decía esperando el castigo-. Este llegó calentándole las nalgas con las palmas de mis manos, dos sopapos en una, dos en la otra y no pudo aguantar sus quejidos, pero no abrió la boca para decir nada. Seguramente le gustó porque su concha se lubricó más y allí apunté, se tensionó un poco al sentir el glande apoyado, pero no me importó, entré sin detenerme. Con una ¾ partes adentro me arrepentí de esa decisión, su estrechez me dolió y entendí el amago de grito que ahogó hundiendo la cara en el cubrecama. No me sentía cómodo en el papel de dominante extremo y esa concha ameritaba un trabajo tranquilo y buscando que se deshiciera en orgasmos, pues, si no los tenía antes, ahora los iba a tener para regalar.
La dejé pidiéndole que se acomodara igual en el medio de la cama y busqué dos sobrecitos de lubricantes, esto siempre resultaba y después de ponerme en la verga y de pincelar la zona, entré más despacio. Cambió bastante la historia, ya los quejidos no se escucharon altos y enseguida los suplantó con gemidos. No pensé que sucedería, pero entró toda y me moví en un bombeo lento, “no te prives de orgasmar, deseo que tengas todos los orgasmos que quieras”, ¡mierda con los pedidos de mis deseos! Graciela se acordó enseguida de lo que era un orgasmo y vaya que se acordó, no paraba de temblar, de tener contracciones unas detrás de las otras y su conducto me apretaban el tronco a más no poder. “Sí señor, sí señor, esto es maravilloso, seguí Gustavo, seguí”, -expresó e insistió cuando me detuve un poco para tomar el otro sobrecito de lubricante-.
Claro que seguí y ella respondió mejor cuando el lubricante comenzó a desparramarse por su asterisco cerrado, mis pulgares dilataron rápido el hueco a penetrar, luego la sacaba de un lado, punteaba el ano y volvía a penetrar su vagina, hasta que se quebró totalmente, “dame verga, dame verga por el culo”, -gritó como desesperada y eso era lo que yo estaba esperando-. El lugar había dilatado lo suficiente, pero me tomé mi tiempo e hice bien, la almohada no pudo contener su grito cuando media verga estuvo instalada en sus tripas y allí me moví despacio notando que el proseguir implicaría forzar su interior desacostumbrado, lo haría, claro que lo haría, pero todo a su tiempo. “Gozá mi verga Graciela, gozala con ganas”, -le decía y volvió con las contracciones y los temblores-. Ya eran más violentos que por la vagina, grititos agudos acompañaban sus orgasmos y yo cada vez entraba más.
Igual que me había pasado con su hijo el gordito, los últimos centímetros se hicieron más difíciles, pero yo estaba dispuesto a romper y empujé con ganas. Fue como desvirgarla, noté como todo se abría al paso del glande, se me pararon los pelos de la nuca por el grito agudo de hembra dolorida y reaccioné de golpe para poner una mano en su cabeza y hundir su cara en la almohada. La escuché sollozar y me moví con ganas entrando y saliendo con cierta rudeza, tembló fuerte cuando sintió mi leche caliente en su interior y se quedó laxa.
Estaba incómodo porque me había vaciado con ganas, pero de su culo apretado había escapado como de un geiser una mezcla rara de lubricante, leche de color rosado y mierda líquida que me impregnó la verga, las bolas y los muslos. No podía salir de ella sin hacer un enchastre total y, aunque era flaquita, me costó bastante levantar su cuerpo desmayado e irme al baño abrazando sus caderas y su pecho. Recién se la saqué dentro de la bañadera y era evidente que su culo abierto, enrojecido y dilatado como nunca, no quería más.
El agua templada cayendo en su cabeza ayudó a que se recuperara, abrió los ojos como despavorida e intentó levantarse, pero cuando miró que era yo quien estaba a su lado se dulcificó de inmediato. “Esto fue, no sé, jamás me pasó algo igual, seré por siempre 100×1000 tuya, lo que quieras, pedime lo que quieras, pero no dejes de cogerme”, -decía sollozando y casi suplicando-. Allí decidí que apenas me recibiera, el Estudio Jurídico cambiaría, quizás no de dueño, pero sí de Representante y Encargado y comencé a darle forma a mi deseo.
- No me hagas desear algo así porque si es por pedir o desear, yo deseo que, en algún momento, el Estudio Jurídico pase a depender de mí, pero eso no lo puedo pretender hasta que no me reciba.
- Eso no sería tan mala idea, en ese Estudio hacen falta varios movimientos, hay dos Abogados más que a mí no me gustan, pero son amigotes de mi marido y vos podrías ser el Encargado con el aval y apoyo mío para las firmas, aunque eso implique aparecer más por allí.
- ¿Y tu marido?
- A mí él no me importa, puedo echarlo cuando quiero igual a los amigos, así está puesto en el contrato, pero eso implicaría divorciarme y perdería mucho dinero haciendo eso, -me decía mientras yo la enjabonaba y la bañaba-.
- Es bastante complicado, mejor sigamos con lo nuestro de esta manera, eso sí, yo decido cuando y sólo como amantes sin ningún tipo de celos o imposiciones de tu parte.
- Tu deseo será cumplido totalmente, no pienso renunciar a todo esto, voy a echar al Jardinero y dejaré de ir al club, prefiero que venga una chica Personal-Trainer e invitar a mis amigas a jugar a las canchas de casa, aunque esas te van a querer violar cuando te conozcan.
- Si me quieren en la cama será estando vos y en trío.
- Dale, nunca lo hice, pero vos decidís y yo estoy de acuerdo, ¿me ayudás a salir?, me duele todo, jajaja.
Graciela había cambiado de una manera absoluta, se la notaba distinta, sensual, de buena onda, receptiva y caliente, lógicamente, yo haría que eso continuara. Regresamos a la casa más temprano que de costumbre, me había comentado que se iría de inmediato a la cama porque le dolía todo el cuerpo, “hoy la actividad fue inusual y tengo la conchita y el culito ardiendo, jajaja”, -me dijo de un humor fantástico-. Pero… nunca faltan los imponderables.
Apenas estacioné en la puerta de la casa y Graciela estaba bajando del auto aguantando y disimulando sus dolores, salieron los tres chicos a la disparada, Axel hacía punta y encaraba para la casa, pero cuando me vio, me pidió a los gritos que lo ayudara. La madre lo había llamado por teléfono y le había dicho que se había accidentado en el baño y no se podía mover, al verlo a Ezequiel miré la hora y faltaba poco para que llegara la madre a buscarlo, le dije a Graciela que se quedara con Gabriel para atender a la madre de su amigo, porque yo iba a ir con Axel.
Entramos en la casa y Axel me guió a la habitación de la madre pues tenía la habitación en suite, el chiquito estaba desesperado llamando a gritos a la madre y cuando entramos en el baño me encontré a la “Barbie” completamente desnuda, mojada, con un pequeño corte sobre la ceja de donde manaba sangre y una de sus piernas en una posición rara ubicada entre el inodoro y el bidet y exponiendo su vagina totalmente depilada.
- ¡Ohh, por Dios!, mirá como me encontrás, -me dijo toda ruborizada-.
- Dejate de macanas, vamos a ver que tenés, Axel quedate afuera y tratá de hablar con tu papá.
- No está, salió de viaje anoche por el trabajo y no sabía a quién llamar, me duele la pierna, tengo miedo de moverla y la sangre me impresiona mucho, estoy mareada.
- ¿No tenés un servicio de urgencias?
- Sí, creo que sí, pero no sé ni el número, de eso se encarga mi marido.
Aparte de parecer una “Barbie” y estar muy bien, Alma, que así se llamaba la mamá de Axel, resultaba ser medio estúpida. Me acuclillé ante ella, le miré las tetas de forma descarada y le dije que trataría de moverla, pero, lo pensé mejor y con una toalla la sequé toda, luego, ya humedecida le limpié la cara, al hacerlo me di cuenta que el corte era casi inexistente y ya había sangrado lo que tenía que sangrar, por cierto, bastante poco, después me dediqué al pie. Por lo poco que sabía no parecía quebrado, aunque parecía tener un esguince importante. “Ahora deseo que me pases los brazos por el cuello, que te muestres mansita y sin quejarte para que pueda llevarte a la cama, allí esperá otros deseos”, -le dije para que no se pusiera en molesta y gritona y lo de “esperar otros deseos” lo dije porque la desnudez de su vagina, tetas y piernas estaba allí, al alcance de mis manos y mi verga había comenzado a reaccionar aun a pesar de la cogida que había tenido con Graciela.
La levanté pasando un brazo por su espalda y otro por debajo de sus rodillas, la hice girar para que pudiera sacar el pie sin problemas porque, si bien el baño era grande, la proximidad de los artefactos lo hacía más difícil. Alma cerró sus ojos cuando los dedos de la mano que pasaba por su espalda tocaron su teta y se movieron allí, Axel miraba desde la puerta del baño y lo mandé a que me buscara hielo en la heladera mientras ubicaba a su madre en la cama. Le revisé el pie masajeando un poco la zona hinchada y ella me dijo que tenía una pomada con cannabis en el botiquín y vendas, las busqué, tomé una toalla chica y regresé al dormitorio, la enganché justo cuando se estiraba en la cama con los brazos hacia atrás y levantaba las tetas después de haber abierto la cama.
El nene regresó con hielo, lo dejó y lo mandé a que esperara en el living, puse el hielo en la toalla la doblé con los cubitos en su interior, luego le masajeé bien el tobillo con abundante pomada, se lo vendé y fijé la toalla a la pierna con lo que quedaba de venda. Alma gemía con los ojos cerrados.
- Ahora deseo que te gires en la cama y me dejes acariciarte para que goces, que me chupes un poco la verga y que te quede fijado mi tamaño en la mente esperando a que yo decida en un par de días venir a metértela en el culo, -le dije sin dudarlo ni un instante-.
Me estaba entusiasmando con el tema de los deseos porque tal como esperaba, su respuesta fue la deseada, se giró en la cama y paró las nalgas esperando las caricias. Su culo era un espectáculo aparte, duro, de nalgas bien formadas y con una piel aterciopelada como la del durazno, no tardé nada en apretar sus montes con una mano mientras la otra acariciaba las tetas por debajo de su cuerpo. Alma gemía y movía una mano para tocarme la verga erecta que aún estaba dentro de mi ropa, la saqué la arrimé a su boca y se tragó media verga como si tomara un sorbo de agua, sabía bien como dar placer oral, pero yo no pensaba seguir más allá, estiré la mano y dos de mis dedos se perdieron en sendos agujeritos, apenas si los moví y tuvo un orgasmo que se hizo notar pues movió sus caderas pidiendo más sólo con el gesto.
“Tranquila “Barbie”, yo volveré en un par de días, quedate con las ganas y deseo que te duermas profundamente por una hora, luego descansarás otra hora y vuelta a ponerte pomada y más hielo, Axel te ayudará”. También resultaba el deseo con el tema del sueño, puso la cara a un costado y en lo que tardaba en guardar mi verga ya estaba profundamente dormida, la tapé con la sábana y el cubrecama, apagué las luces y salí de la habitación, frio no pasaría porque había losa radiante en toda la casa y se estaba genial ahí adentro.
Axel me esperaba sentado en el sofá del living y se levantó cuando me vio bajar de las escaleras, ¿cómo está?, -preguntó-, le expliqué que estaba bien, que había sido solamente una torcedura, le expliqué que tenía que hacer y ante su “menos mal que estabas vos”, le dije que tenía que pagarme el favor y él sabía cómo. Se le iluminaron los ojos y me preguntó si lo hacíamos ahí o íbamos a su cuarto, éste estaba en la planta baja y hacia allí fuimos. Él solo comenzó a desnudarse apenas entramos en su cuarto y yo trabé la puerta, pensaba en pedirle que me diera una mamada, pero él quería más y con intentar…
Le pregunté si no tenía alguna pomada y me contestó que en el baño tenía una que la madre le había comprado cuando le dolía las encías, me la trajo y resultó xilocaína, eso me venía de maravillas y cuando vi que se ponía en el borde de la cama parando el culito, no lo pensé más. No estaba sucio, sólo tenía un gustito salado por la transpiración natural y dio un brinco al posar mi lengua en el asterisco…
- Eso me gusta, ¿me estás chupando el culito?, -preguntó moviendo sus caderas-.
- Si, era para conocer el gusto que tenías, ahora deseo que me la chupes tragándola toda.
- Bueno, yo te estaba esperando para chupártela y que me cogieras.
El nene venía caliente desde la vez que lo habíamos hablado en el auto, el deseo ordenado persistía, entonces se giró para darse a la tarea y vi que su boca era más chiquita que la de Gabriel, pero, se quiera o no, me sorprendió. El mocoso fue abriendo la boca luego de lamer todo el líquido pre eyaculatorio, la comenzó a tragar por tramos, resoplaba, paraba y seguía, me tenía en el aire, mientras tanto con la ayuda de la crema, mi dedo índice penetraba su ano y se movía buscando de dilatarlo. Más crema, mas dedos y en un momento tenía tres que movía con ganas generando los gemidos ahogados de Axel y los movimientos que trataban de acompasar a las entradas y salidas de los dedos. Había tratado de aislarme del placer que me provocaba con la boca, pero un resoplido acompañado de burbujas de saliva o baba me hizo prestar atención.
¡El reverendo putito se la comía toda y resoplaba cuando apoyaba la nariz en mi muslo!, su garganta parecía de goma y parecía abrirse sola para permitir el paso del ariete, no lo podía ver, aunque estaba seguro que se le formaba una protuberancia junto a la pequeña nuez de Adán. Lo estaba pasando de diez con las cogidas y con los deseos, pero a la vez notaba que tenía que contenerme en muchas cosas porque, por momentos me asaltaban pensamientos un tanto “oscuros”, para definirlos de alguna manera, aunque no sabía discernir que era.
Me aguanté la eyaculación que la mamada de Axel me propinaría y le pedí que se pusiera en la posición anterior con el culito parado. Lo hizo rápido, pero alegó que quería tomarse la lechita, “espero que no tengas el culito sucio porque pienso en dártela en la boca cuando me vengas las ganas”, -le dije y se quedó pensando-. El culito del pendejo parecía llamarme y con la verga encremada busqué de meterla sin que ni él ni yo nos causáramos daños.
Costó bastante embocar el glande en ese orificio tan chiquito, pero lo logré y no hice caso a los quejidos de Axel desde el momento en que sintió que penetraba en él. Fui despacio y no se aguantó, “por favor señor Gustavo, me duele mucho, es muy grande para mi agujerito”, -pidió gimoteando-. Miré mi verga y eso parecía un desafío a las Leyes de la Física, la pija se veía enorme entrando en ese agujero tan chiquito, eso me importó poco, el nene era un putito casi declarado y yo terminaría lo que había comenzado.
La metí hasta la mitad y ya lloraba sin pudores, aunque la almohada acallaba bastante los sonidos que hacía y los pedidos de clemencia. Entrar más sería para romperlo y allí fue donde me aguanté, me moví despacio entrando y saliendo, pero sin avanzar porque estaba todo muy estrecho, me ayudó el tomarme de sus caderas para el ritmo cadencioso y pronto se comenzó a mover dejando de llorar. “Ya no me duele tanto, pero siento como si tuviera un palo adentro, dele más, todavía falta”, -dijo entregado y estirando una mano para tocar mi verga-. Ya llegaría el momento de romperlo todo y el pedido del putito aceleró mis ganas de terminar, mis huevos se tensionaron y se la saqué pidiéndole que se girara y se tomara su lechita. Tardó décimas de segundos y se tragó más de media verga haciendo un gesto de asco, aunque no dejó que nada se perdiera.
- Tenía un poco de gusto a caca, pero la lechita que me dio me gustó mucho, la suya es muy dulce, aunque tengo la boca y la lengua como dormida”, -expresó limpiando todo el tronco.
- La culpa es tuya por tener el culito sucio, pedile a Gabriel que te diga como hace él para lavarse por dentro y te prometo que cuando tengamos más tiempo te la voy a meter toda.
- Bueno Gustavo, yo le preguntó a Gabi, a mí me gustó como me cogiste, ¿a vos te gustó?
- Sí, me gustó, pero tiene que entrar toda, vos te vas a sentar encima, te la vas a meter completa y también nos vamos a besar.
- ¿Cómo los novios?
- Sí, con lengua y todo, pero no empecés con esas pavadas de novios, ya sabés que tu culito es sólo mío y no podés decir nada.
- Sí, ya sé y no voy a decir nada, ¿me puedo ir a lavar?
Se había pasado casi una hora, me lavé un poco mientras el nene evacuaba y le dije que tenía que ocuparse de la madre, le avisé que si preguntaba dijera que yo me había ido hacía rato. Pasé luego por la casa de Graciela y me atendió la Cocinera, me dijo que la señora estaba durmiendo, le conté a ella y le pedí que no le avisara a Gabriel que yo estaba, me urgía irme rápido a dejar el auto y luego a mi casa pensando que con la Doctora tenía casi asegurado mi futuro profesional.
Al llegar a mi casa, además de bañarme y ponerme cómodo, usé el código que me había dejado Elena para pedir la cena y me deleité agasajando a mi hambre, además de recuperar un poco de energías que buena falta me hacía. Ni ganas de ir a la Facultad, no eran materias de curso obligatorio y me vino bien, pero estudiar estudié por dos horas y después me dormí todo, no me desperté sino hasta que escuché la alarma del celular.
Esa mañana no fui al Estudio de traje, vestí de sport, pero con ropa nueva y llevé la campera que me había regalado Agatha, ninguna diría nada si usaba la ropa que me habían regalado una u otra, pero, no sé, no me parecía correcto hacer diferencias, aunque las diferencias en mis preferencias ya estaban determinadas, Agatha no pasaba de ser una “figurita decorativa” y que tuviera que “cumplir” con el Abogado le bajaba muchos puntos en mi estima.
Para mejor, había otra cosa más a favor de Elena, su cara al recibirme parecía que se iluminaba, podía continuar con su cara de amarga para cualquier otro, pero conmigo era muy distinta y me lo hacía notar. Me tomé el consabido cafecito con ella, me contó cómo había terminado su día y apenas si alcancé a darle un beso porque entró en la cocina uno de los Abogados del Estudio, alto, flaco, bastante parecido al jefe, era un “ave” de cuidado y pretendió hacerse el “lindo” con la rubia “camión”.
- Buen día pimpollo, estás cada día más mirable, ¿podrá ser un cafecito?
- Me habla a mí, mi nombre es Elena, doctor y por el café no hay problemas, sírvaselo y que le aproveche, -le contestó y se lo quedó mirando fijo-.
- ¿Qué te pasa Elenita, te despertaste mal hoy?, -le dijo como para no quedar como estúpido y la agravó-.
- Yo estoy genial esta mañana y no me la va a arruinar quien me llama “pimpollo” o “Elenita”, se lo reitero doctor, Elena, mi nombre es Elena y allí está el café, -le contestó y dando media vuelta salió de la cocina-.
- Le voy a pedir al Jefe que la eche a la calle a esta rubia creída, -me dijo mirándome-.
- No sé qué le puede decir al jefe, yo escuché su destrato y eso de “echarla a la calle” le puede resultar perjudicial al Estudio, si me pregunta a mí, yo deseo que vuelva a su oficina y renuncie de manera indeclinable, puede que eso lo haga sentir mejor, -lo dejé mirándome y yo también salí, además, seguía probando “mis deseos”, ya veríamos que resultaba-.
Me fui a mi oficina y la saludé a Agatha que seguía enloquecida con el tema del juicio que tenían entre manos y una media hora después apareció el Abogado que había hablado conmigo y se metió en la oficina del Jefe sin darle bola a Agatha para que lo anunciara. “No podés ser tan hijo de puta y renunciar ahora dejando colgados los tres juicios que estás tramitando, ¿qué clase de amigo sos?”, -decía el jefe gritando a viva voz y a nadie le quedó dudas en el edificio que un Abogado que se hacía “el galán” acababa de renunciar-. No dio explicaciones y salió del edificio llevando una caja con sus pertenencias y sin dar explicaciones, yo me metí en mi cuchitril para reírme a gusto. Tres o cuatro minutos después entró Elena enarbolando una sonrisa y me imaginé que se me vendría encima una catarata de preguntas relacionadas con el infeliz.
- ¿Qué pasó cielo?, ¿qué le dijiste cuando yo me fui?
- ¿Acaso tuve que decirle algo yo para que renunciara?
- Estoy segura de eso, no era la primera vez que me venía a joder a la mañana y siempre le contesté igual, sin embargo, hoy se quedó con vos y acabó por renunciar, dejando de lado un buen trabajo y cierta posición como Abogado.
- En una de esas le dije algo cuando me dijo que hablaría con el Jefe para hacerte echar, creo no me gusta que la traten mal a “mi chica”.
- Eso podía hacerlo, lo de echarme digo, aunque después sería peor el remedio que la enfermedad, ¿no me digas que contaste mi secreto?
- Jamás haría algo así, parece que no me conocés, simplemente le dije que yo presentaría una denuncia por acoso ante el Juzgado y que seguro vos firmaría, pues yo sería el testigo ideal. Claro que le dije que lo estaba pensando para destruirle la carrera y para que se fuera a hacer el “galán” en otro lado. Se debe haber asustado.
- ¿Eso hiciste por mí?
- Eso y más podría hacer cuando a “mi chica” la tratan mal. Posiblemente mañana vuelva con la cola entre las patas.
- No creo, la renuncia es indeclinable y el Jefe está que trina buscando un reemplazo.
Lo dejamos ahí, Elena estaba que no pasaba por las puertas ensanchada y orgullosa de “su hombre” y la pequeña mentira tuve que “pagarla” esa misma noche en mi departamento porque no quiso ir a ningún hotel, me insistió en que quería ir a mi casa porque tenía que hablar algo importante conmigo. Quedamos en que iría a las 20.00 horas y se quedaría a dormir porque el día siguiente era feriado, yo no pude negarme, ya estaba “jugado” por la “rubia cañón”
En el colegio me tocó recoger solamente a Gabriel, Axel no había ido al colegio, la madre quiso que se quedara para ayudarla porque andaba a los “saltitos” por el dolor en la pierna. Mientras esperaba al gordito en la puerta del colegio me puse a pensar en lo bien que lo pasaríamos en la cama con Elena, no me importaba mucho lo que tenía para decirme, lo único que tenía entre ceja y ceja era que volvería a “comérsela” por todos lados. Justo que me acomodaba la verga erecta para que no me doliera por la posición, abrió la puerta el gordito y su mirada se dirigió enseguida a mi bulto.
- ¡Faaa, la tenés parada!, -dijo sentándose a mi lado, me miró a mí y volvió su mirada a mi entrepierna-.
- Sí, estaba pensando en cuando te la metí en ese culito gordito de putito que tenés.
- Ya no me duele, ¿querés metérmela de nuevo?
- Acá no podemos, pero podrías tomarte toda la leche, -le dije arrancando el auto con vidrios polarizados-.
- Dale, pero tirá un poquito el asiento para atrás, así no me chocó con el volante.
- Bueno, pero no te la metas tan adentro para no babosearme el pantalón.
A ese paso iba a terminar fundido, desnutrido y dando pena, pero a mi verga no le importaba nada de lo que yo podía pensar y la saqué para que Gabriel se pusiera a la tarea. Fue lo único que le dije, todo lo demás corrió por cuenta de él y me hizo gemir cuando se tragó toda mi acabada, “estuvo rica, me encanta cuando gemís así”, -me dijo con los ojos llenos de lágrimas por el esfuerzo, pero chocho con su rol de putito-. Luego sacó un caramelo de mentol y se lo metió en la boca, “me di cuenta que me queda el olor por eso me como el caramelo para que mi mamá no se dé cuenta cuando la saludo”, -dijo con picardía y demostrando que estaban un paso adelantado-. Graciela nos estaba esperando y me avisó que no iría a ningún lado, pero me invitó a almorzar con ellos porque quería hablar conmigo.
Comimos en la cocina junto a la Cocinera y a la chica del servicio, me agrado que no hicieran diferencia con ellas y se lo hice saber, me contó entonces que en su casa paterna era igual, “mi padre exigía el cumplimiento y fidelidad de todos sus empleados, pero no era un “negrero” con ellos, nada que ver con mi marido, él, como todo “piojo resucitado al que el dinero le vino de arriba, quiere que lo atiendan en el comedor”. El tema es que lo pasamos bien y lo felicitaban a Gabriel por lo bien que se comportaba, ¡si supieran!… Al momento del café me pidió que pasáramos al Privado o Escritorio de ella, quedé maravillado con la Biblioteca que tenía, ocupaba dos paredes y los estantes llegaban casi hasta el techo, allí estaban todos los tomos de Leyes a los que me costaba acceder y me puse a mirarlos asombrado.
- Hay una fortuna en libros de Leyes, ¿no?, hay muchos más aquí que en el Estudio y cuando necesites alguno de ellos para estudiar o consultar, sólo tienes que pedírmelo.
- Te agradezco Graciela, no sabés que falta que me hacen muchas veces.
- Me gustaría ofrecerte mucho más, pero te dije que vinieras acá para que leyeras esto, -me alcanzó un papel confeccionado en hojas oficio rayadas que aún no estaba firmado y me puse a leerlo-.
- Pero, pero, esto es increíble, no sé cómo podría, recién comienzo con esto, -le dije mirando el papel que me nombraba Encargado General del Estudio con un 30% de ganancia por los ingresos netos-.
- No va a hacerse efectivo enseguida, de hecho, no tiene fecha y aún no está certificado por un Escribano, aunque eso es lo de menos porque lo puedo certificar yo misma ya que tengo los dos Títulos. Lo que sucede es que voy a buscar la forma de divorciarme sin perder mucho dinero en el intento y cuando hablo de mucho dinero es mucho dinero, pero no quiero que ese sátrapa se lleve nada. No bien eso se dé, te tendrás que hacer cargo del Estudio, echar a los parásitos y discutir los casos que aparezcan sólo conmigo.
- Algo así como, “vos ordenás, yo obedezco”.
- No, nada que ver, seguí leyendo, tendrás toda la injerencia y decisión, salvo con la firma hasta que te recibas y tengas el Título.
- ¿Y nuestra relación cómo sería?
- Como la que estableciste, podés tener novia, casarte o tener otras, pero, de vez en cuando, hacer que me desmaye, jajaja.
- Siendo así, espero que prospere rápido tu pedido de divorcio, aunque creo que puede estirarse en el tiempo.
- Yo le calculo un año, pero, desde el momento de la demanda, tendré que portarme muy bien y ser muy discreta para que no tenga nada en mi contra, él no podrá hacer lo mismo tengo miles de pruebas sobre su infidelidad.
El Poder Legal quedó en stand by, pero me fui de la casa de Graciela pensando que tocaba el cielo con las manos, sabía que por intermedio de ella podía sacar algún tipo de beneficios, aunque, aun cuando había deslizado el deseo, no pensé nunca en esa posibilidad concreta. En ese momento tomé conciencia de que lo tenía todo allí, al alcance de mi mano y que el combo podría cerrarse con Elena, lo que si era cierto es que, si jugaba bien mis cartas, en menos de un año o quizás en uno podría tener mi Título y un Estudio de renombre casi como si fuera propio.
Ya en casa me puse a arreglar el departamento, quería que estuviera agradable y limpio a la vista de Elena, aunque sabía que ella era un caso raro, potentada, podrida en dinero, trabajaba de incognito como Secretaria en el Estudio que representaba sus propios intereses sin que le importaran las apariencias y estaba entregada a mí mucho más allá de o excediendo mis egoístas deseos. Yo lo tomaba como de quien sabe lo que vale y lo que tiene, que se entrega a quien elige y no le interesa demostrar nada, salvo a quien haya sido elegido, sin tomarlo como una posesión.
Llegó a casa puntualmente a las 20.00 horas, estaba elegantemente vestida con una atrapante sencillez, traía una enorme fuente de comida, pero aclaró que esa vez la había mandado a pedir, “no tenía tiempo para hacértela yo”, -expresó como pidiendo disculpas-, igual le agradecí con un beso enorme la inquietud. Apoyó la fuente sobre la mesada de la cocina y no me pude resistir a abrazarla desde atrás, apoyar mi bulto en sus nalgas duras y paradas, totalmente distintas en formas a las chatas de las mujeres nórdicas y mis manos se adueñaron de sus tetas altivas, esto fue algo que le gustó y se movió gimiendo y acomodándose.
- A muchas mujeres les suele molestar que el hombre haga esto que te estoy haciendo, pero, es una sensación inexplicable, lo que puedo decir es que no pasa sólo por lo sexual.
- Pase por donde pase, si vos decidís hacerlo para mí está bien, me resulta más placentero mover la cola y gozar de tus manos que molestarme por ello, es una demostración de cariño que espero que nunca pierdas, pero…
- Ya sé, no me digas nada, si seguimos, no cenamos, dale que te ayudo con los platos…
- Jajaja, me encanta que me entiendas y tus modos de manejar los tiempos, vamos a sentarnos, yo te sirvo.
No entendía demasiado el tema del amor para el que tenías al lado que muchos definían con distintas formas de actuar edulcoradas y de color de rosas, tampoco podía definir si estaba enamorado, pero era indudable que Elena había sacado a la luz cosas que yo desconocía. Ni siquiera tenía que ver con el tema del deseo primigenio que la había hecho actuar así conmigo, tenía todo para la cama y fuera de ella y me lo brindaba con placer. No sé si me explico, cuando mi deseo hacía alguien tenía que ver con la cama u otras ganas, yo tenía claro que lo lograba merced a lo que deseaba, lo de Elena era distinto, el deseo primario había resultado en una apertura a cosas mejores, bueno, yo me entiendo.
“Es tal como te lo digo”, -escuché que me hablaba y me sacó de mis propios pensamientos-, “ni mi padre ni yo la usamos y creo que a vos te vendría bien, además está en pleno centro de la ciudad y con acceso rápido a todos lados, además, todos los servicios se pagan por medio de la cuenta de la fábrica”. No entendía de que me estaba hablando y la dejé que siguiera tratando de llegar a entender que trataba de decirme.
- Si vos querés, sólo si vos querés, te podrías mudar esta misma noche, -allí entendí que hablaba de alguna propiedad-.
- No sé qué decirte, ¿cómo es?, ¿dónde queda?, -pregunté tratando de entender más-.
- Es de estilo Victoriano, da a la calle de un barrio muy tranquilo, tiene un portón automático para entrar el auto y en la parte trasera tiene un hermoso parque, algunos árboles, pileta, parrilla, las habitaciones son cuatro, amplias, cómodas con baño incorporado, la cocina, el living y el comedor son enormes, además, está completamente amueblada, yo la veo especial para vos.
- La “pintas” muy linda, pero, ¿cómo tendría que “pagar” esa vivienda.
- Sos muy mal pensado, tonto, juro que todo seguiría igual y yo sólo iría a tu casa cuando vos me lo digas, si querés firmamos algo al respecto, lo único que me interesa es que estés cómodo y en un nivel que te merecés.
- Todo lo que decís me parece fantástico, pero… ¿qué te parece si lo dejamos para mañana y nos dedicamos a los mimos?…
- Sí, te quiero, te quiero, -dijo dando un salto y prendiéndose a mi boca-.
Como a la una de la mañana, mientras me recuperaba de la “paliza sexual” en conjunto que nos habíamos dado con Elena, vibró mi celular, vi que era mi madre la que llamaba y me alarmé sin darle bola a la rubia novia-pareja que me ronroneaba en mi oído, sólo escuché que me decía “me duele el culito” y atendí la llamada sin contestarle.
- Hola mamá, ¿qué pasó?, -el tono de alarma de mi voz despabiló a Elena que se incorporó en la cama-.
- Nada Gustavito, nada, disculpá la hora en que te llamo, recién ahora me decidí, tu padre no quería y te estoy llamando desde el baño.
- Decime por favor qué pasa, ¿papá está bien?
- Sí, bueno, más o menos, resulta que el viernes tiene que hacerse unos análisis un poco “pesados” con químicos fuertes y no se sabe cómo puede reaccionar su cuerpo, él no quiere, pero a mí me gustaría que estuvieras presente, tengo un poco de miedo y tu hermana está en la de ella y bastante rebelde.
- ¿A qué hora querés que esté?… No, no, por mi trabajo no te hagas problemas, de última, renuncio, pero no creo que no me dejen ir. Listo, quedate tranquila, al mediodía estoy allí.
Corté la comunicación y Elena me preguntó alarmada por lo que pasaba, ella sabía de la enfermedad de mi padre y le conté lo que me había dicho mi madre. Con buen tino, ni siquiera me preguntó por más o se ofreció a acompañarme, sólo me preguntó cómo iba a viajar, “me tomó un micro temprano, son dos horas y media de viaje hasta tal ciudad y luego desde allí me tomo un remis”, -le contesté maquinalmente-. “No me podés decir que no, llevate mi auto, vas a llegar más rápido y directo, además podrás moverte allí por cualquier necesidad”. Era inútil negarse, estaba decidida y a mí me convenía.
El llamado me había quitado el sueño, me levanté, fui al baño y aproveché para lavarme, el agua tibia me la puso morcillona y cuando regresé a la habitación me encontré con que Elena dormía boca abajo y las sábanas junto al cubrecama sólo tapaban la mitad de su cuerpo, una pierna y parte de sus nalgas estaban al descubierto y entre el agua tibia, el calefactor que funcionaba a pleno y la calidez de la piel que pronto me puse a acariciar, la verga, adosada a los veintiuno, respondió a pleno y corrí aún más las sábanas.
- El culito me duele mucho amor, pero si vos lo decidís, hacé tu voluntad, a lo sumo te romperé la almohada con los dientes, jajaja, -me dijo Elena que reaccionó enseguida y acomodó el culo para permitirme entrar-.
- No mi vida, no quiero lastimarte, me pongo muy inquieto al ver tu cuerpo desnudo y me gustaría dormir adentro tuyo, -le dije al oído mientras el glande seguido del tronco se deslizaba lentamente en su vagina-.
- Lo que vos querés es matarme de gusto, de placer y de amor, sos un dulce y todo esto que me brindás me encanta, -acotó moviendo despacio sus caderas y colocándose en cucharita sin que me saliera de su interior-.
La abracé pasando una de mis manos para acariciar sus tetas y me moví, en realidad nos movimos con delicadeza dejando que los gemidos de Elena llenaran toda la habitación. Tuvo un orgasmo que podríamos denominar “suavecito” y me gustó sentir sus temblores como con escalofríos, a mí no me daba por terminar y notaba que ambos nos estábamos durmiendo, pero el sonido del timbre del departamento me sobresaltó, Elena pareció no darse cuenta y esperé unos segundos hasta que volvió a sonar.
Di un salto para levantarme de la cama y me cubrí desde la cintura con un toallón que estaba a mano, en el comedor estaba fresco y los pies descalzos no ayudaban, pero pudo más la intriga y la sorpresa porque alguien llamara a esa hora y a las puertas del departamento sin haber llamado antes por el portero. Miré por la mirilla y el asombro fue aún mayor, detrás de la puerta estaban las dos brujas, madre e hija, ambas peinadas y maquilladas como para salir de fiesta y parecían hermanas.
Creo que cuando abrí la puerta se me notaba en todo el rostro la sorpresa y, para que negarlo, cierto temor, se me cruzaron un montón de interrogantes por la cabeza, ¿cómo sabían mi dirección?, ¿cómo habían entrado?, ¿qué diría Elena si las viera?, de todos modos, no pude articular palabra y les hice señas para que entraran, notando, eso sí, que estaban de minifaldas, botas de cuero con caña que les tapaba las rodillas, camperas de cuero y aparentaban no más de cuarenta años cada una…
- Hola hermoso, tenemos que hablar con vos, -expresó la que identifiqué como la madre-.
- No te asustes, no es nada malo, pero queríamos que estés enterado, -dijo la hija sonriendo porque yo les miraba las trazas-, venimos de una fiesta y a vos se te ve mejor que cuando nos conocimos, lástima que no podemos hacer nada contigo porque sabés lo que somos, si no hubieses sabido no te escapabas, jajaja.
- ¿Por qué no nos servís un café y pasamos a contarte para que vinimos?, -acotó la madre-.
- Sí, sí, acomódense, ya caliento el café y me pongo algo encima, estoy un poco sorprendido de su presencia.
- El café está listo y quedate así, no vas a sentir frio y no nos molesta mirarte el cuerpo de hombre que tenés, por tu mujer no te hagas problemas, no escuchará ni se enterará de nada, esa excedió largamente tus deseos, se dejaría cortar en pedacitos antes de perderte, -agregó y, aun con la sorpresa por todo lo que escuchaba, me sentí bien-.
Efectivamente, el café estaba hecho y bien caliente, además el ambiente se notó enseguida que había cambiado, todo el departamento estaba completamente climatizado. Las invité a sentarse y serví el café ante sus miradas socarronas. Me moría por preguntar, pero, a la vez, me contenía para no parecer un obsesivo desubicado. Las dos mujeres se tomaron su buen rato degustando el café que yo no probé porque no podría tragarlo y me miraron acomodándose para comenzar a hablar.
- Primero las buenas, -dijo la madre- y no te asustes que las malas no son tan malas y vos tenés Poder y entrañas para hacer lo que sea necesario y cumplir tus metas. Me tuve fe desde un principio con vos y no me defraudaste pues te percataste de lo que podías hacer y no te apuraste, lo llevás despacio y tomándote tus tiempos, cualquier otro habría pedido todo junto y se habría atorado.
- Bueno, acorde a como se mire, en algunas cosas se me “salió la cadena”.
- Si lo decís por el sexo, nadie te juzga ni te pone límites, los límites sólo los ponen los hombres por tabúes y Leyes que se inventan, probá con una monja a ver qué tan fieles son y ya escuchaste a mi hija, lástima que nosotras no podemos y hoy estamos muy bien, ¿no?
- Sinceramente, están fantásticas y muy sexis, pero hoy conmigo tendrían que usar magia porque estoy medio “mirame y no me toques”.
- Jajaja, te sorprenderías, pero es cierto, te dejaríamos seco, jajaja, -dijo la hija y me corrieron escalofríos-.
- Bueno, continuemos, aunque estés con chicos, otras mujeres, familiares, monjas o en tríos y orgías, la mujer que está durmiendo en tu cama, como ustedes dicen, “te hará la pata” siempre, de vos depende hacerla participar en eso o no, por lo demás, olvidate de engaños, deslealtades o exigencias histéricas por parte de ella. Tu padre y tu familia es otro tema…
- ¿Qué pasa con mi padre?, ¿se va a morir?, -pregunté sobresaltado-.
- En algún momento morirá, pero dentro de muchos años y conocerá a sus nietos, pero tendrás que poner en vereda a tu madre y tu hermana antes de que se tuerzan, vos verás cómo, estoy segura que lo sabrás.
- No me animo ni a preguntar.
- No es tan dramático y si aplicás un poco de rigor no les va a disgustar, vamos a lo otro que sigue siendo bueno, en el trabajo ascenderás la próxima semana y que tu mujer se enteré no cambiará nada, al contrario, al que ponga “peros” lo tendrás que dejar en la calle y no habrá juicios con sentencias en contra, logrando con esto que el Estudio prospere y tu nombre sea conocido.
- Eso normalmente lleva su tiempo, en la Justicia se hace complicado.
- Todavía no llegaste a darte cuenta que el Poder que tenés es ilimitado, ¿qué Juez se puede negar a tus deseos de que una sentencia sea favorable?, ¿qué Fiscal o qué Abogado de un demandante podrá decir que no ante un deseo tuyo?, ¡me extraña Gustavo!, ¿no tuviste pruebas suficientes?… Lo mismo sucedería con los Profesores o el Decano de la Facultad, además lo único que necesitás vos es algo de práctica y eso te lo dará el Estudio o la biblioteca de otra que está totalmente dominada y que tampoco le cabrán las dos semanas para olvidarte, algo que tendrás que hacer con otros para no complicarte la vida, siempre habrá tiempo si querés insistir.
- Jajaja, parecés tonto, no se te podrá parar de un momento al otro o cambiar de aspecto como nosotras, pero todo lo demás es factible de concretar con un 100% de seguridad, jajaja, -acotó la hija y no pude contestarle nada, las buenas eran fantásticas-.
- Hasta ahora lo que me están diciendo es todo para provecho, tiemblo al pensar cuáles serán las malas, -dije dirigiéndome a la madre y las noté o me pareció que se ponían serias-.
- Bueno, mirando unos libros que tenemos descubrimos algo que no sabíamos, éste Poder a nosotras no nos afecta ni se nos exige nada por nuestra condición, pero… trasladado a un mortal, la cosa cambia…
- ¡Ahh, mierda!, se me da por imaginar algo relacionado con lo “oscuro”, ya pensé algo de eso porque a veces me asaltan deseos que no son propios, no sé, parezco distinto.
- Bueno, el que te hayas dado cuenta y no te dejaras llevar por esos impulsos, es importante. El tema, efectivamente, es así, tiene algo que ver con eso que ustedes llaman “oscuro”, digamos que son rosas rojas, pero, como mínimo, una vez por año, tu deseo deberá provocar una rosa negra, cuyo espíritu deberá morar en, bueno, eso no es tan importante que lo sepas.
- Creo entender, pero, ¿tiene que ser de alguien allegado?
- No, así no funciona o sí, funcionaría igual, pero no es una exigencia, lo que sucede es que el difícil “manejar” algo así, hay que estar centrado y tener los pies sobre la tierra para no andar desparramando un “deseo que te tires de un edificio, o debajo de un tren o que aguantes la respiración media hora debajo de un río”, resulta fácil, pero no siempre la mente de los mortales que desean responde bien ante esa facilidad.
- Dijiste uno como mínimo, ¿hay algún límite?
- No, pero si te desequilibrás con esto desequilibrarás tu vida y al resto de tu entorno. Lo otro que vos decís tiene que ver con un tema de manos más duras o aplicar un poco de rudeza en el sexo, eso no incide y lo “manejás” sin mayores problemas, mandar a alguien al “otro lado” es muy distinto y si sucede que no lo llevás bien o “te pasás tres pueblos” con esos deseos tendrás que llamarnos para ayudarte.
- Espero que no, pero… ¿Tengo que aprender algo para llamarlas?
- Jajaja, ¡qué lindo que sos!, eso de hablarle a la luna llena o a la luna nueva ya no corre más, con el celular funciona mejor, jajaja, me encanta cuando te ponés en misterioso o tenés miedos, -dijo la hija lanzándome la carcajada en la cara-.
- Sí, bueno, convengamos que no es fácil, yo me daba por conforme con haberlas salvado cuando se cayó ese balcón o balcones.
- Es que verdaderamente nos salvaste, con las cabezas reventadas hubiéramos sido muy vulnerables y no se cayó, los hicieron caer, pero ya nos ocupamos y esa gente no molestará más, a nosotras no nos afectan tomar determinadas medidas, -expresó con dureza y otra vez me corrió el escalofrío por la columna-. Mejor nos vamos, tendrás que dormir y mañana vas a ver tu casa nueva, confiamos en vos, cualquier cosa llámanos, en la agenda de tu celular figuramos como “Tías”.
Nos saludamos con un beso en la mejilla, salvo con la hija-bruja, ella me dio un beso de lengua y recorrió con la suya todo el interior de mi boca como si fuera la lengua de un lagarto, “tenés unos labios riquísimos”, -me dijo cuándo la bruja-madre la tironeó del brazo y la hizo salir para irse-. Cerré la puerta y me quedé parado mirándola fijamente desde el lado de adentro, no escuché ningún ruido del ascensor o pasos en la escalera, luego me fui a dormir al lado de Elena que dormía profundamente y me desmayé.
GUILLEOS1 – Continuará. Se agradecen comentarios y valoraciones.
Excelente! Me gustan estos relatos con partes esotéricas…
Esperando el siguiente capítulo
Muy bueno👍espero mucho mas de esto tan bueno!!!