EL PODER DE LOS DESEOS. (7)
Se desnudan hipocresías, pero yo pienso para mí y asumo el mando “limpiando” todo. Un culito nuevo y no mucho más. Recibo la visita de una pelirroja “especial” que me sorprende con una historia y me doy gustos de pueblo, aunque “bajo cortinas” con algunos. Mi padre nos sorprende a todos con sus r.
JEFE – PELIRROJA – PUEBLO. (7).
La cremación fue a las nueve de la mañana, Graciela apuró todo, “no aguanto más a toda esta gente, ¿leíste lo que te mandé?”, -me preguntó luego de quejarse de los “chupaculos” y genuflexos que había rondando a su alrededor pretendiendo quedar bien parados en el Estudio. No quería que el acercamiento que teníamos fuera demasiado obvio y Graciela estaba bastante cansada para disimular, le pedí que se calmara que ya faltaba poco y me acerqué a Agatha que estaba hablando con dos Abogados, uno de ellos amigote del “suicidado” al que no le tenía mucha simpatía.
- ¿Estás solo?, ¿no vino Elena?, a ella le correspondía estar acá y ayer se escaparon sin que me diera cuenta, ustedes creen que pueden hacer lo que quieran, ya les pondré los puntos a todos cuando vuelva a funcionar el Estudio.
- Esas y otras cosas las tendrá que dictaminar la Doctora Graciela, -le contesté ya cansado de ella-.
- Eso está “arreglado” nene, el Doctor Pelayes se hará cargo como Encargado del Estudio y yo seguiré como Secretaría General a sus órdenes, él ya arregló todo con la Doctora. Dígale Doctor, dígale…
- Es así jovencito, anoche hablé con la Doctora y está casi todo a punto para que me haga cargo del Estudio y según lo que me dijo Agatha, usted es bastante problemático, algo que tendrá que cambiar o, directamente irse, -yo ardía en deseos de reírmeles en la cara, pero tenía que pensar muy bien lo que tenía que decir-.
- ¿Usted cree que me puede despedir, así porque sí?
- Que no te quepan dudas, más aún después de esta contestación que me das, tenías razón Agatha, no nos servirá, –dijo hablándole a la “Secretaria General”-.
- Te lo dije nene, vos no servís para esto, -dijo Agatha envalentonada porque, posiblemente, ya le había dado un anticipo de su “fidelidad” al Abogado creído-.
- Lo voy a lamentar mucho por vos Agatha, te tenía en cierta consideración, ahora bien, deseo que los tres me escuchen bien sin reaccionar y sin opinar. Deseo que recuerden toda esta conversación y lo que les diré hasta el jueves en que se abra nuevamente el Estudio, una vez termine esta ceremonia se irán para sus casas sabiendo que el jueves dejarán de pertenecer al Estudio pues yo deseo que renuncien sin derecho a exigir nada por vía judicial y que ordenen y entreguen sin chistar todos los casos o litigios que llevaban. Agatha, lo tuyo me excedió la paciencia, espero que te arrepientas mucho del sexo que puedas haberle dado a éste o éstos, el jueves ya no vivirás en el departamento que era de tu amante, retirarás de allí sólo lo que te sea personal o esté a tu nombre, dejarás el coche y las llaves en el Estudio porque eso tampoco es tuyo, tienen todo un día para volverse locos pensando, ahora sigan disfrutando de sus “chanchullos” y maquinaciones, ni piensen que el jueves serán atendidos ni por la Doctora ni por el nuevo Encargado.
Me retiré de la cercanía de esos tres “perdedores” y me sentí más que satisfecho, lógicamente y como esperaba, siguieron conversando como si nada, el problema les comenzaría a caminar en la cabeza cuando terminara la cremación. Regresé junto a Graciela y le dije que ya no quería quedarme allí, pero antes de eso le dije que ya había leído todo y estaba en un 100% de acuerdo, aunque había que determinar medidas nuevas. “Vos decidís, para mí ya sos el Encargado y el Administrador desde ayer, ya viste la fecha del Poder, de todos modos, me gustaría que en la tarde pasaras por casa, estaré sola y…” Le di un beso en la mejilla y le dije: “Esperame así vestida, pero sin ropa interior”, eso le encantaba, levantarse la pollera, apoyarse en algún mueble y esperar las estocadas era un fetiche que disfrutaba, además estaba linda toda de negro, ergo: se la volvería a comer toda.
Me fui a desayunar bien porque tenía algo de hambre y la llamé a Elena para decirle que no podría verla en la tarde debido a que me tenía que reunir con Graciela para ver la estrategia que seguiríamos. “Hacé lo que creas conveniente, el jueves vemos si podemos cenar con mi padre, me tiene loca con eso de conocerte, ahh y con los nietos, jajaja”. Corté la comunicación con mi novia y comí unas ricas medialunas de manteca con una taza grande de café con leche, luego salí para casa tranquilo y con tiempo para encontrarme con mi nuevo “putito”.
Algunas cosas se complican, no había andado ni doscientos metros cuando comenzó a vibrar el volante del auto por la pinchadura de una cubierta, antes de que terminara de desinflarse totalmente la cubierta llegué a la gomería prácticamente con lo justo y me vino al pelo porque ni sabía dónde estaba la rueda de auxilio, recién allí me di cuenta que seguía usando el auto de Elena y no me había hecho ningún comentario al respecto, ya me apropiaría del auto de alta gama del finado para que dejara de moverse en taxi.
No fue gran cosa, pero llevó su tiempo, esas cubiertas, además de arreglarles la pinchadura, debían ser alineadas, dejé el coche ahí y caminé un par de cuadras para meterme en un sex-shop, allí me aseguraron que el plug anal era de excelente calidad y el gel dilatador anal que me vendían era de lo mejor y saborizado. El caso es que llegué a casa unos cuarenta minutos después del horario fijado con Federico. Pasé directo para el fondo y destrabé las “puertitas”, no bien lo hice apareció la figura del rubiecito que caminó rápido detrás de mí para entrar en la casa. Estaba nervioso y un tanto desencajado…
- No sabía qué hacer, pensé que no venías, -me dijo con los ojos llenos de lágrimas-.
- ¿Andabas con el culito desesperado?
- Sí, tengo muchas ganas, apenas vine del colegio practiqué con esto que tenía mi mamá guardado, -dijo mostrándome un consolador de medidas muy comunes con formas no determinadas, era sólo un tubo-.
- ¿Te gustó el “juguete” que encontraste?, vení acercate y contame, quiero tocarte y besarte.
- Sí, me gustó, pero me gusta más tu verga, parece que latiera y es más grande, -contestó echándome los brazos al cuello para besarme y jugar con su lengua, no quedaban dudas que las ganas te hacen aprender más rápido y con más deseos, eso me calentaba horrores.
Con la calefacción de la casa a pleno se comenzó a desnudar apurado cuando dejé de besarlo, luego se subió al sofá, apoyó las rodillas en el asiento y los brazos en el respaldo y me preguntó si no quería meterle el consolador para ver cómo le cabía. Le expliqué que tenía que limpiar y guardar lo que tenía la mamá y debería usar el plug que yo había comprado para él. De inmediato comencé a lubricar su ano con el gel dilatador anal mientras se quejaba quedamente y movía las caderas ante el paso de dos dedos. Le costó recibir el plug, pero más rápido que tarde se movió gozando cuando, movido por mi mano, la parte gruesa del mismo entraba y salía de su culito. La vista de su ano predispuesto a la penetración me encantó, pero no quise apurarme y lo hice sentar para que se ocupara de mamarme. Quedé desnudo de la cintura para abajo y allí me di cuenta que la desproporción de falo y labios en “O” era enorme, aunque era él quien debía adaptarse y le cogí la boca tomando los costados de su cara con ambas manos.
Se desesperaba, tosía, le daban arcadas, le saltaban lágrimas, babeaba todo y algunas veces me raspó con los dientes, pero logré entrar varias veces hasta su garganta y me encantó filmarlo con el celular cuando lo hizo sin ayuda, su cara era la imagen de la desesperación porque parecía que iba a reventar con la verga “desaparecida en acción” y con su nariz aplastada en mi pelvis, pedía “su leche” cuando lo dejé porque no quería terminar así y lo llevé al dormitorio.
Era desquiciante verlo caminar con la base del plug sobresaliendo de su culito. En la cama lo puse boca arriba, le saqué el plug escuchando un quejido ahogado, lubriqué más mi verga y levantando sus piernas arrimé el glande a su huequito semi dilatado. Su cara era un compendio de gestos de dolor cuando el tronco penetraba y abría su esfínter virgen, pero, sus ganas pudieron más y se la aguantó como no esperaba, ni un centímetro de verga quedó afuera y su suspiro de satisfacción por el logro superó mis expectativas.
“Dale, dale Gustavo, metelo y sacalo, me da unas cosquillas en toda la panza y mi pitito parece que va a reventar”, -decía recibiendo, sin rudezas, pero pijazo tras pijazo-. Miré que sus músculos hacían que su agujerito se cerrara cuando salía y volvía a abrirse cuando penetraba firme hasta casi rebotar con sus nalgas duras. Fue una cogida tremenda, duró bastante para beneplácito de los dos y cuando se tocó porque gritaba que se hacía pis, empujé con ganas y le llené las tripas de leche y allí me quedé mientras él mojaba su propia panza con el líquido aguachento que salió de su pitito.
“Me gustó mucho cuando tu pija entraba hasta el fondo y no me dolió tanto”, -dijo abriendo los brazos y estirando las piernas cuando me salí de él-. Ya estaba convertido en un “putito” total sólo para mí. Descubrí que estaba sucio y nos fuimos para el baño, allí, luego de explicarle como debía lavarse, Federico me demostró que quería más porque arrimaba sus nalgas a mi entrepierna y se agachaba pidiéndome que lo cogiera de nuevo. Me estaba haciendo calentar nuevamente, pero decidí que tenía que reponerme un poco para ir a ver a Graciela, eso era más importante que una simple calentura, aun cuando fuera con ese culito tentador de “putito” no puto. Quedamos en que el plug estaría dentro de la casilla y de mi lado para que la madre no lo encontrara, que no me conocería y las ganas de ser cogido por mi verga se le despertarían sólo al pasar a mi lado de la casa y usaría el plug cuando tuviera ganas de sentirse con algo duro en el culito.
Después se vistió y lo mandé a la casa a que descansara, ni punto de discusión por esto y yo sabía que tenía dos semanas para seguir cogiéndolo cuando me diera la gana, después se vería. Lógicamente, pasó a formar parte de la agenda de la tablet, eso no debía olvidarlo jamás. Al quedarme solo aproveché para poner el agua a hervir y hacerme unos fideos con salsa mediante unos sobres de comida rápida y luego de esto me fui a dormir la siesta usando toda la cama para mí.
A las seis de la tarde estaba entrando en la casa de Graciela, me esperó vestida toda de negro con la misma ropa que había usado en la mañana y, luego del beso y del entrechocar de lenguas que parecía estar esperando, me contó que Gabriel estaba en la casa de Alma y que el futuro viaje en el crucero se lo regalaba ella para festejar que se estaba divorciando, pues en unos quince días salía la sentencia definitiva. En definitiva, tal como a ella parecía gustarle, se apoyó con los antebrazos en el respaldo del sofá, recibió un par de chirlos en sus nalgas y levantándose la pollera, se comió mi verga por los dos conductos, gritando como descocida y orgasmando como si fuera la última vez. Ya calmos y bien cogidos, nos pusimos a mirar las modificaciones que yo quería hacer en el Estudio, en principio estuvimos de acuerdo en cambiar a todos los Abogados (a los dos que quedaban y aspiraban al puesto) y poner a Abogados nuevos sin que importara su sexo…
- Tenés que fijarte bien a quien ponés, todos quieren trepar rápido y no les importan los métodos, -dijo refrescándome algo que yo sabía-.
- Eso dejalo por mi cuenta, estoy seguro que a mí no podrán mentirme y sabré rápido sus intenciones y su capacidad, -afirmé sin hacer caso de su duda, claro que ella no sabía lo de los deseos-. Agatha ya me dijo que va a renunciar y creo que los otros también.
- Hacen bien, hay que tratar de no indemnizarlos, en el caso de Agatha, bastante le debe haber sacado a mi marido, -expresó haciéndome saber que estaba enterada de su relación-.
- Seguramente quedará en pelotas porque no tiene nada a su nombre, Elena quedará a cargo de todo, es mi pareja y no confío en nadie más.
- Felicitala en mi nombre, ya me parecía que algo había ahí, sin dudas que es una mujer a tu medida.
- Graciela, ¿tenés idea de quien es verdaderamente Elena?
- No, sólo la conozco superficialmente, pero no te tiene que importar quién es o como fue antes.
- No es por eso, yo lo tengo muy claro con ella, ¿te suena Arcenosky?
- Claro, ¿cómo no me va a sonar?, es un empresario de los más encumbrados y tiene una fortuna que no se puede calcular, además de empresa e inversiones en varios rubros, por otro lado, es el cliente más importante que tenemos, ¿qué tiene que ver en la relación con tu pareja?
- Elena nunca quiso trabajar con el padre, tiene estudios, está muy preparada e hizo su propio camino con el apellido de la madre, pero, en realidad, es la hija única de Arcenosky y heredera natural de toda su fortuna.
- ¡Ahh, mierda, esto no lo esperaba!, -dijo estirándose en el sillón en que estaba sentada-. ¿Y la estúpida de Agatha y mi marido le daban órdenes a esa chica?, si retirara su apoyo al Estudio nos partiría por la mitad.
- No hay problemas por eso, está más allá de esas “agachadas” y yo me enteré de esto después de empezar a salir con ella, vos, lógicamente, no sabés nada.
- Olvidate, no pienso abrir la boca, pero tratarla ya no será lo mismo, la fortuna de esa chica me hace estar varios peldaños por debajo de ella.
- No estarás mucho tiempo cerca de ella, de todos modos, Elena no se fija en eso.
- Está bien, pero, teniendo esa posibilidad a futuro, ¿por qué te quedás en el Estudio?, no te llevás bien con tu suegro o futuro suegro?
- Me quedo porque me interesa mi carrera, para esto estoy estudiando y es una oportunidad única que me das y por mi suegro, según ella, está contento y deberé cenar con él el jueves, después todo estará mejor, es más, tengo que ver unos contratos porque creo que tu finado marido lo había defraudado con unas acciones de una empresa.
- Ya me imagino de que empresa hablás, le dije que no metiera las manos allí, pero él afirmó muy orondo que el “viejo” ni se daba cuenta de lo que tenía. ¡Gustavo, vas a tener que solucionar eso, hay que devolverle esas acciones y cruzar los dedos para que no nos demande!, ¡hijo de mil putas, ni muerto me deja tranquila!
- Ya lo tengo previsto, el jueves lo voy a ver y a la noche le devolveré todo y olvidate de cualquier demanda, seguro me va a cambiar las demandas por algún nieto, jajaja.
- ¡¿La embarazaste a la hija?!
- No, nada que ver, pero él está pendiente de que le dé un nieto y a mí no me molestaría, jajaja.
Después de toda esa conversación, los ojitos le volvieron a brillar a Graciela y salí de su casa con los huevos secos, pero totalmente satisfecho en todos los campos. El jueves, desde la primera hora en el Estudio se produjo un desbarajuste total, no hubo atención al público y quedaron sólo tres empleados que trabajaban desde antes en él, los demás se fueron uno tras otro después de tener una charla conmigo, “deseos” de por medio, por supuesto, quedaron en la calle sin derecho a reclamos firmado por ellos mismos.
Agatha parecía un alma en pena juntando sus cosas personales y se tuvo que ir, ni idea de dónde había ido a parar, con un taxi porque ya le había entregado la renuncia y las llaves del departamento y del auto a Elena. Las caras de alegrías, la genuflexión y los halagos hacia Graciela se fueron diluyendo de a poco no bien supieron quién sería el Encargado General y peor fue cuando fueron llamados uno a uno. Graciela y Elena se desentendieron de las charlas individuales que yo tenía con cada uno de los interesados que quedaban en la calle porque yo “deseaba” sus renuncias, ellas se dedicaron a cursar pedidos para cubrir las vacantes que se producirían.
No se atendería al público en lo que restaba de la semana y toda la semana entrante, para darles tiempo a los nuevos para ponerse al día. Costó lo suyo porque hubo que conversar con un montón de aspirantes, sonsacarle sobre las intenciones por medio de los “deseos” y descubrir intenciones de lo peor en muchos de ellos. Finalmente elegí a dos Abogadas y a un Abogado que tenían dos años en el ejercicio del Título y las ganas junto a la capacidad le sobraban, el personal de sus áreas lo elegirían ellos, pero debían contar con mi visto bueno, eso sí, respetando a los que había.
Tuve que “mechar” algunas charlas con distintos clientes que tenían litigios a punto de resolución y tuve que correr a varios Juzgados para tener charlas con los Jueces que debían decidir Casos que ya estaban en marcha, pero, a pesar de las reticencias iniciales por la juventud del nuevo Encargado del Estudio, “deseos” mediante quedaron todos contentos con los resultados y con las sentencias favorables. Eso sí, esos diez días fueron de una vorágine total, me olvidé de culos, tetas y culitos, ninguno contaba para mí, salvo, claro está, Elena a la cual no me podía resistir por más que estuviera destruido y cansado al final del día después de solucionar problemas, pues se quedaba en casa, me atendía y … cobraba en “especias”, jajaja.
Hubo algo que no les conté y tuvo que ver con el papá de Elena, no, no, con él anduvo todo bien, estaba preparado para apabullarlo con mis “deseos”, pero no tuve que convencerlo de nada por medio de éstos, era evidente que era un hombre agradecido de muchas cosas y su mayor anhelo era ver feliz a su hija, eso en Elena se notaba a varias leguas de distancia, pero lo que sucedió me hizo saber que uno nunca tiene lo absoluto o la verdad de todo por más que existan “deseos” que se puedan “manejar” a voluntad. Además, que el Mundo es un pequeño pañuelo en donde pueden surgir lo más impensado, bueno, algo de “experiencia” tenía en esto…
Ese primer jueves en que abrimos el Estudio para vaciarlo de indeseables y que no atendimos al público, hubo una sola excepción y ¡vaya excepción! Al mediodía me tomé un utópico descanso, digo utópico porque, mientras comíamos algo, seguimos trabajando con Elena para poder arreglar el tema de las acciones de la empresa del padre que habían quedado en manos de “el cuervo” y que, Graciela, muy atinadamente, insistió en que se le devolvieran. En cierto modo era mi carta de presentación con el empresario y futuro suegro, aparte de mi “oculta carta de triunfo” o, por lo menos era lo que yo pensaba…
Estábamos solos porque Graciela se había retirado para ir a almorzar con su hijo y nos golpearon la puerta de la Oficina, era una de las chicas que quedaría en el plantel y venía a decirnos que me buscaba la señora “Alrac”, no estaba citada, pero venía de parte de “la tía”, yo no tenía porque estaba depilado, aunque de tener se me habrían parado los pelos del culo, las únicas a las que identificaba como “tía o tías”, era a “las brujas”, madre o hija, me resultaba indistinto. Elena salió de la oficina cuando dije que la atendería enseguida e hizo ingresar a una pelirroja despampanante.
Minifalda acampanada de color negro, camisa cerrada con cuello Mao del mismo color, botas de caña alta, medias negras al muslo cuyo encaje se vio cuando se sentó, campera de cuero de antílope, de mi altura, ojos verdes que resplandecían, boca tentadora de labios llenos y sonrisa ganadora, el cabello rojo, largo y voluptuoso parecía flotar independiente en su cabeza y el jopo que caía sobre parte de su frente la rejuvenecía y convertía su rostro en una conjunción de deseo y picardía, verdaderamente, una mujer para pararse y quedársela mirando con la boca abierta. La observé dudando por sus rasgos y no me dijo nada, se sentó diciendo que se tomaría un cortado que no tardé en pedir.
- Usted dirá, señora o señorita, Alrac, ¿verdad?
- Sí, en realidad es Carla, pero me da otro nivel más misterioso. Te felicito por todo lo que estás logrando, ya lo dije antes, no me equivoqué con vos, -recién allí me di cuenta que era la “bruja-madre”–
- ¡Por Dios!, me volviste a sorprender, no sé si debo reír o llorar, ¿viniste sola?
- Me puse así de buena para que me vieras linda y sí, mi hija está en el Caribe, se “enroscó” de novia con un millonario y lo debe estar “secando” al pobre, -no me animé a preguntar si era la billetera o la vida-, jajaja, las dos cosas, mi hija es insaciable, -me dijo aclarando mi duda no planteada-.
- Cada vez que te veo estás mejor, distinta, pero mejor… ¿A qué debo tu visita?… ¿Hice algo que no debía?
- No mi cielo, nada que ver, lo tuyo es metódico y tranquilo y no te desfasás, además, “manejás” muy bien el tema mental para que haya cosas que no te afecten. Mi visita tiene que ver con la cena que tenés esta noche y te voy a contar una historia.
- Dale, te escucho, aunque se me hace que me voy a sorprender mucho.
- Hace unos cuarenta años, estábamos muy tranquilas quedándonos un tiempo en una isla del Caribe, tuvimos un problema que no viene al caso exponer, con los nativos del lugar y hubo que “desaparecer”, pero, aunque las malas lenguas hablan, volar no podemos y salir de la isla era casi imposible. El dueño de un velero que estaba con su esposa de luna de miel por esos lares nos ayudó sin pedirnos nada a cambio.
- Les vino como anillo al dedo, perdón, perdón, continua por favor…
- Por esta acción desinteresada recibió el “Poder de Los Deseos”.
- ¿Acaso hay varios más?
- Ohh, ahora no, pero sí, hubo varios, aunque la mayoría lo utilizó mal, a tontas y a locas, los que los llevó a enloquecer o a destruirse. Bueno, el caso es que este joven lo usó para bien, tuvo algunos altibajos y varios tropezones, pero hizo una enorme fortuna a costa de los “deseos”, a la postre, bien “manejados” o mejor “manejados” a medida que ganaba en experiencia, pero… hubo algo que deseó con todas sus ganas y no se le pudo cumplir, su esposa, el amor de su vida contrajo una enfermedad incurable y murió sumiéndolo en la desesperación.
- Eso ya me lo aclaraste, hay cosas que no se solucionan con “deseos”.
- En lo material todo lo suyo estaba más que encaminado y creciendo, pero fue tanta su desilusión que nos pidió de devolvernos el Poder, no lo quiso más, según él, no le servía para nada y quería criar a su descendencia del modo más natural posible, en fin, nos pareció correcto, había cumplido y se lo aceptamos, entonces, colorín, colorado…, no hables de deseos ni trates de aplicarlos con el padre de tu novia, no te aceptará ninguno, está inmunizado a ellos y te adivinará las intenciones. ¿Entendés?
- ¡Me cago en la grandísima hostia!, esto es algo que verdaderamente no esperaba y te juro que tenía todo preparado…
- Ya lo sé, por eso vine a contarte la historia, no surgirán problemas con él, todos ustedes están destinados sin necesidad de aplicar ningún “deseo especial”.
- Te agradezco muchísimo esta noticia y también quiero agradecerte lo de mi padre, hay una enorme mejoría y…
- Por eso no me digas nada, no tuvimos nada que ver, la mejoría fue natural y vos ayudaste mucho con tu reparto de buenas ondas, ahora bien, ¡¡¡nene, tenías que enderezar a tu madre y a tu hermana y te las llevaste al huerto, jajaja!!!, bien que hiciste, pero es sangre de tu sangre y esas dos no podrán vivir sin sentirse penetrada por tu verga, aunque sea una vez por año, jajaja.
- Jajaja, ni idea tenía de eso, ¿tan así es?
- Sí señor, es tan así, si se lo permitís pueden llegar a tener a otros tipos, sólo si se los permitís, no habrá tapujos contigo, pero necesitarán “lo tuyo” porque si no se consumirán, de vez en cuando hay que ir a verlas y “palos y a la bolsa”, jajaja. Ahora me voy, caminaré un rato para enloquecer a algunos y, en una de esas… mejor no te cuento, chau mi cielo, recordá lo que dije.
Tal como había aparecido, se fue y nadie en el Estudio preguntó nada de ella, ni siquiera Elena que la había visto de cerca y le había servido el café cortado. De más está decir que la cena se desarrolló en un ambiente completa y declaradamente familiar. Mi futuro suegro me resultó un tipo sensacional, rodeado de lujos a los que no les daba mucha pelota, pero siempre dejando en claro lo que implicaba la hija para él. Se estableció entre nosotros una relación más de compinche que de suegro-yerno y, claro está, en el aire quedó flotando el tema del abuelazgo, aun por sobre el rubor de Elena.
Después de que comenzamos a trabajar normalmente, visité el departamento que usaba antes Agatha, resultó ser un semipiso con balcones a la avenida Libertador y allí no faltaba nada, estaba puesto de lo mejor y decidí que lo usaría cuando lo necesitara, por lo demás, de forma paulatina, mi vida volvió a encaminarse, Graciela ya estaba pronta a irse en el Crucero junto con Alma y los chicos y yo me enfrasqué en el tema de los exámenes que me faltaba dar para recibirme. Eran cinco materias y, debo reconocer que estudié bien sólo para tres.
Las di bien, pero predispuesto a usar los “deseos” ante cualquier tropiezo, las otras dos me costaron más, pero no eran tan importantes y “deseos” mediantes, las pasé sin problemas. También hubo “deseos” anteriores para acelerar las fechas de los exámenes y para que me dieran el Título rápido, el tema es que yo estuve recibido antes de que terminara el ciclo lectivo de ese año, lo único que no podía hacer era pregonarlo. Me dieron el Título, medio bajo cuerda, pero me lo dieron y la única que estuvo conmigo para recibirlo de sus manos fue Elena, además de festejarlo solos en la casa, como era jueves y cayó un feriado largo, antes de ir a la Facultad nos habíamos puesto de acuerdo para irnos a mi pueblo, uno de mis mayores logros era llevárselo a mi padre, por otro lado, ya se me habían ido de las manos las dos semanas, se cumplían casi cuatro y tenía que refrescar algunos “deseos”, poner nuevos o dejar otros de lado. La agenda de la tablet funcionaba a pleno, pero la gran mayoría eran los que borraba.
A las diez de la mañana del viernes estábamos estacionados frente a la casa de mis padres y tenía al lado a una rubia con temores por cómo sería recibida por mi familia, se arreglaba la ropa, se pasaba la mano para alisarse el cabello y me causaba gracia ese preguntarme continuo sobre si se veía bien. Tenía en el auto, esta vez un hermoso Audi A4 de color negro, una copia enmarcada de mi Título junto a la copia de la credencial que me identificaba como Abogado, ese era mi regalo para mi “viejo”. Mi madre estaba sola en la casa, salió, afortunadamente, vestida, y corrió dando gritos hacía nosotros. Me saludó efusivamente, pero casi diríamos que, lo justo y necesario, luego me dejó de lado y se prendió a conversar con Elena a la que abrazó y prácticamente apabulló con halagos, abrazos y comentarios propios de mujeres.
Me sorprendió con algo que no esperaba, aunque me puso bien, se fue a preparar un café y me llamó desde la cocina, no bien estuve al lado de ella se disculpó como con temor: “Disculpá que te reciba así, pero no me pareció que debía sacarme la ropa frente a Elena”, índice evidente que el tema de las dos semanas tampoco funcionaba en ella y seguramente ni en mi hermana Clarisa, era fantástico, a lo sumo “ajustaría algunas tuercas”, aunque sólo para “aumentar beneficios”.
En el pueblo la hora de la siesta era sagrada y la Ferretería cerraba desde el mediodía hasta las cuatro de la tarde, pero nosotros teníamos el problema del alojamiento y le dije a Elena de pasar por el negocio antes de que cerrara para ver a mi padre y luego nos iríamos para la ciudad Cabecera a fin de alquilar una habitación en el único hotel que había. No quise transar en nada con mi madre porque insistía en que nos quedáramos en su habitación, que ellos se arreglaban y bueno, toda esa parafernalia para brindarse a los visitantes que sólo se encuentra en el interior de mi país.
Mi madre entró a los gritos al negocio llamándolo a mi padre y a mi hermana, eso sí, sin soltarse de nuestros brazos que mantenía aferrado con cada uno de los suyos, el recibimiento de Clarisa al grito de ¡cuñada! y los abrazos para con mi novia fue un tanto escandaloso, mi padre nos saludó con un abrazo firme y fuerte y se puso a contarme sobre su salud y la buena marcha del negocio, algo que se incrementaba cuando había buenas cosechas o se estimulaba la venta de ganado pues la gente de campo gastaba más.
- Hablando de gente de campo, el que anda de capa caída es Don Cosme, -me dijo al pasar-.
- ¿Qué le pasa?, ¿anduvieron mal las ventas de ganado o los cultivos?, -pregunté cómo al pasar-.
- No, eso anda bien, el problema es la hija mayor, la pobre anda mal de la cabeza, no saben si es nervioso, depresivo o que es lo que sucede, sé que esta semana la habían llevado a un especialista en la capital, pero no tengo otras novedades.
- ¿No sabés si está en la casa?, ese hombre me dio una mano enorme y me gustaría saber cómo están, -dije pensando en que le había dicho a la chica que volvería y gozaría de mi verga-.
- Creo que sí, aunque, por lo que él cuenta, la mano se la diste vos, no dice en qué, pero habla maravillas del “Doctor”, jajaja.
Mi hermana Clarisa quería enterarse de todo, del trabajo, del estudio, del cambio de auto, de mi relación con Elena, era una ametralladora de preguntas. Le pedí a Elena que tuviera paciencia y les contara porque yo tenía que ir a visitar a unas personas amigas, no preguntó ni a quienes ni dónde, pero mi madre se puso insistente porque quería que me quedara a almorzar.
- Tengo que verlo a Don Cosme que tiene algunos problemas y, en lugar de cocinar, mejor es que vayan a almorzar al restaurant, cocinar, cocinás mañana con tiempo.
- Por mí estaría de diez y aprovecharía a conocer parte del pueblo y su gente, -expresó Elena entusiasmada-.
- Si vas a lo de Cosme, recordá que allí tenés algo pendiente conmigo, -dijo Clarisa con cara de pícara y supe que hablaba de observar la cogida a su amiga Cynthia, ya me era muy evidente que lo de las dos semanas no funcionaba con mi familia, sería nomás un tema de sangre-.
Llegué a la Estancia de Don Cosme justo cuando se preparaban para almorzar, salió serio a ver el coche que estaba deteniéndose frente a su casa y el aspecto de su rostro cambio de inmediato cuando vio que era yo. Prácticamente corrió hacia el coche y se fundió conmigo en un abrazo bien campechano, algo que, por otro lado, esperaba de él…
- Muchacho, ¡qué gusto de verte!, Fina, Fina, vení, vení vino el Doctor, -gritó dirigiendo su voz al interior de la casa-.
- Jajaja, ya casi lo tenemos Don Cosme, ya casi, -le dije en obvia referencia al Título porque todavía no pensaba decirle a nadie antes que a mi padre-.
- Hola Gustavo, ¡qué lindo que hayas venido!, llegás justo para almorzar con nosotros, -expresó Fina al saludarme con un beso en la mejilla y claramente olvidada de lo que había pasado entre ambos, yo la encontré muy elegante y más apetecible que cuando me acosté con ella-.
Acepté quedarme a almorzar, vino Cynthia a saludarme y me preguntó de modo indolente si ya me había recibido, “recién le decía a tu padre que ya casi lo tengo, gracias a mi trabajo y a contactos apuré todo y pude rendir las últimas materias, ya falta menos”, -le respondí devolviéndole la mirada que ella me había dado desde la cabeza a los pies, pero yo hice un gesto como diciendo “es lo que hay”, se dio perfecta cuenta que me refería a su físico y no le gustó nada.
Pregunté por Mora cuando comenzamos a comer y Don Cosme, me dijo que andaba con problemas de Depresión, así les había dicho un Médico al que fueron a ver a la capital, seguí con la conversación, pero sin hacer hincapié en lo de la hija, le pregunté por qué no me habían avisado, que podríamos haber ido a almorzar, a cenar o hubiesen conocido mi casa nueva. La contestación estuvo referida a la falta de tiempo y a que andaban muy justos
- Tenés casa nueva, auto nuevo, parece que la pegaste bien, muchacho, -acotó Don Cosme-.
- Mejor de lo que esperaba, pero nada es mío, es prestado, aunque lo uso como propio, -expresé y allí me habló Cynthia-.
- Podrías buscarnos un lugarcito por unos días, ¿no te dijo Clarisa que me va a acompañar porque vamos a viajar para anotarnos en la Facultad?
- No, no me dijo nada, pero hablamos poco con ella, de todos modos, hay lugar de sobra y aunque yo no esté en casi todo el día, está muy cerca de todo y el barrio es muy tranquilo.
- ¡Nena, no seas tan caradura!, -la retó Fina a la hija-.
- Para nada Fina, está bien, si necesitan una mano yo no tengo problemas.
- Nosotras iríamos en una semana y nos pensamos quedar cuatro días, con dos nos alcanza, pero si “pegamos” sábado y domingo podríamos salir a conocer un poco.
- Yo me vuelvo en tres días, si adelantan todo las llevo y se vuelven conmigo, así aprovecharían casi toda una semana, en casa no tendrían que comprar ni una aspirina. Después se regresan en micro.
- Dale papá, dejame ir, yo me arreglo con Clarisa y te prometo que nos vamos a portar bien, -le pidió al padre rogando por el permiso-.
- Si van a estar con Gustavo yo no tengo problemas, a ver que dice tu madre, -tampoco Fina puso problemas y yo supe que cogería a verga revoleada toda la semana siguiente-.
- ¿Deseas tomar un café?, -me preguntó Josefina-.
- Sí, además deseo que no me interrumpan hasta que deje de hablar y que recuerden todo lo que pasó en mi visita anterior, respecto a Cynthia que se ponga muy caliente pensando en que le voy a romper el culo en cuatro y deseo que me dejen a solas con Mora, quiero charlar un rato largo con ella y no deseo ser interrumpido por nada ni nadie.
Al terminar de hablar noté un cambio tremendo en los tres, Fina se sonrojo, tuvo un estremecimiento y la mirada de mujer que te calentaba hasta los pies volvió a aparecer en su cara. Cynthia se movió inquieta en la silla y salió disparada hacia su habitación diciendo que trataría de hablar con Clarisa y comenzar a preparar sus cosas. Lo de Don Cosme tenía que ver con la deuda que sabía que tenía conmigo, se puso rojo y surgieron las excusas.
- Muchacho, Gustavito, yo quería hablar contigo sobre ese dinero que te debo.
- Antes que nada, ¿tuvo problemas con esa gente?
- No, para nada, es como si hubiesen desaparecido, nadie me reclamó nada, además, por lo que firmó ya no puede reclamar nada.
- Bien, eso es importante, ¿qué me decía de lo que me debe?
- Aunque me dijiste que te diera lo que pudiera, yo sé que tengo que pagarte unos dos millones, pero mis finanzas no andan muy bien y no pude juntarte ese dinero.
- Me extraña de usted Don Cosme, lo tenía distinto, ¿sabe por qué los Abogados cobran buenos adelantos?, porque cuando los problemas surgen el cliente hace lo que fuere para solucionarlos y promete lo que no tiene, pero, cuando el problema está solucionado su memoria se vuelve frágil y le nacen cocodrilos en los bolsillos.
- Si Gustavo es verdad y estoy muy avergonzado, tendría que haber previsto de pagarte esa deuda, pero vendí hacienda y gasté en el anticipo de una nueva cosechadora, más los gastos de mi hija y…
- A mí no me debería de importar en que gastó el dinero que debía pagarme, no es necesario que me pague nada, pero deseo que cada vez que me vea a mi o a mi padre, se le caiga la cara de vergüenza porque no actuó como correspondía, -le dije sin cambiar el tono, pero parecía que le estaba clavando un cuchillo lentamente en las tripas-.
Por dentro pensé que no me importaba tanto, yo me había cobrado con creces, lo convertí en reverendo cornudo rompiéndole el culo a la esposa haciendo realidad una fantasía adolescente y además les cogería a las hijas y las convertiría en mías, renovando mis “deseos” hasta que a mí se me ocurriera. Algo más que se me cruzó por la mente fue mi madre, la recordé gozando con la boca de mi hermana en su entrepierna y se me ocurrió que el lesbianismo era una buena opción para Fina y para sus hijas. Don Cosme se sintió tan avergonzado por lo escuchado y por su situación que no pudo aguantar el estar ante mi presencia, se paró y salió rápido con la excusa que debía ir a visitar a un par de puesteros y se despidió de mí dejándome solo con Josefina que tomaba el café con pequeños sorbitos y me miraba insinuante.
- ¿Qué le pasó a Cosme que salió tan apurado?
- Me contó que no puede pagarme el trabajo que hice para él y se sintió mal porque le dije que me había fallado.
- Pero, pero, no se puede ser tan hijo de puta, ya me va a escuchar.
- No le digas nada, le perdoné la deuda, espero que le alcance para comprarle alguna pomada a la mujer porque pienso abrirle el culo de nuevo, jajaja.
- Tonto, ya sabés que es tuyo, sueño con esa sensación tremenda de notar cuando tu tronco me abre las carnes, ¿dónde nos podemos encontrar?, necesito sentirme una hembra bien cogida.
- No podemos ir a ningún lado porque vine con compañía que me espera en casa de mis padres, pero, pienso cogerme a Mora y deseo que participes gozando en un trío, no creo que Cynthia nos moleste.
- Vamos, vamos, puede que eso la extraiga de ese encierro, pensar en que tuvo un esposo gay la debe tener mal, sin dudas que le hace falta una buena verga.
No le dimos bola cuando nos dijo que no quería hablar con nadie y entramos los dos juntos a la habitación, la encontré desmejorada, deslucida y con un par de kilos de menos, así y todo, aun con un camisón largo, sus tetas destacaban y el culito parado se hacía notar. “No quiero que me veas así”, -dijo tapándose la cara y, como no quería perder tiempo, le hablé con autoridad sabiendo que ninguna de las dos podría negarse-. “No voy a andar con boludeces, deseo cogerlas a las dos juntas y que participen teniendo sexo entre ustedes”, madre e hija no perdieron tiempo en acercarse, les pedí que se desnudaran mientras las miraba y que se metieran al baño.
Lo del baño se me ocurrió porque entendí que una persona depresiva no es propensa a bañarse y lo que menos quería eran malos olores. Me gustó mucho ver la desnudez de Fina, era una “veterana” digna de admiración, pero la de Mora no me satisfizo tanto, estaba bastante delgada, se le notaban los huesos de las caderas aun cuando las nalgas y tetas estuvieran más llenitas, sus muslos eran flacos y nada acostumbrados al ejercicio físico, ellas se tocaban, se metían mano y se besaban debajo del agua y la cabeza me hizo una especie de “click”.
“¡¡¡Qué carajos estaba haciendo yo allí!!!”, eso es lo primero que se me cruzó en la cabeza, algo no cuadraba, era como si la cabeza con neuronas me pidiera que me fuera de allí, pero la de mi miembro no le daba ni cinco de pelotas. Mis manos se movían solas acariciando a una y otra, notaba la desesperación de ambas por sentirse penetradas, escuchaba sus gemidos, pero el conjunto no cuadraba. Ni siquiera era por las ganas de salir corriendo a ver a Elena o a las mujeres de mi familia, no, no pasaba por ahí, entonces me di cuenta lo que sucedía, una había sido la absoluta fantasía de pendejo hecha realidad y la otra era la culpable de desaires, humillaciones y desplantes, ergo: persistían las malas vibras con la que yo quería que fuera mi “noviecita”.
De todos modos, a mi verga mucho no le importaban mis elucubraciones y se mantenía erecta viendo cómo se besaban y se mamaban sus propios líquidos. Fui despacio y con cierto cariño con Fina, merecía todas mis consideraciones y, aunque gritó al sentirse penetrada por sus huecos, gozó como descocida. Ya en la cama y ayudada por su madre Mora experimentó las penetraciones y el goce producido por una verdadera verga de hombre, lloró, gritó, despotricó y gritó con ganas cuando su culito chiquito se abrió como una flor y cuando su útero recibió los golpes de mi glande junto a sus orgasmos la dejaron temblando.
No valió ni siquiera un “polvo” bien dado o esmerarse con él, por eso, cuando pidió que la volviera a ver recibió negativas y el “deseo” para que se recuperara pronto y que se buscara un buen hombre o que se dedicara a las mujeres, en realidad no me importaba lo que hiciera de su vida, pero me abstuve de desearle males, salvo el hecho de pedirle que fuera ella la que buscara sus placeres sexuales y me reí para mí pensando en que, por lo menos en lo que duraran dos semanas, se olvidaría por completo de su nariz parada y pediría a unos o a otros por un rato de sexo.
Con Fina el trato fue distinto, ella podía llamarme cuando me necesitara y le dejé el número de mi celular para que lo hiciera, aunque acepto que crucé los dedos y deseé íntimamente que ya no lo volviera a hacer. Salí de allí, bañado y sin despedirme de nadie, seguro de que había obtenido los beneficios necesarios y pensando que era una “etapa superada”, lo sentía como si hubiera “bajado las cortinas” a una parte de mi vida y, equivocado o no, pensé que había sido necesario.
Al regresar a casa no encontré a nadie, por la hora, mi padre se había ido a abrir el negocio y las mujeres debían estar de compras o haciendo sociales, tampoco es que eso me quitara el sueño y usé una de las camas mellizas de la habitación de mi hermana para dormir un rato de siesta, bueno, el costado de una porque las habían juntado y semejaban una cama grande, vi nuestros bolsos en un rincón y enseguida supe dónde dormiría esas noches de pueblo, me fijé en mi habitación y allí estaba armado el sofá cama dónde seguramente dormiría Clarisa.
Ya estaba un poco oscuro cuando me desperté con las risas de las mujeres y casi enseguida me terminé de despabilar cuando Elena se tiró sobre mí y me besó diciendo que la habían pasado muy bien. Devolví sus mimos y escuché a mi hermana riendo y diciendo: “paren, paren, no coman delante de los pobres”, me tocó levantarme y fui para el living, allí me di cuenta del porqué de sus alegrías y risas. Se había juntado una a la que no le resultaba nada difícil ni oneroso gastar con dos a las que les encantaba comprar e inundaron el cuarto con bolsas y bolsitas de distintos tamaños.
- Parecen que lo pasaron divertidas, ¿dejaron algo en los negocios?
- Nosotras no tenemos la culpa, fue mi cuñada la que insistió, -dijo Clarisa abrazando a Elena-.
- Menos mal que esos son gustos que puede darse sin recurrir a mis bolsillos, jajaja.
- Ya lo sabemos, nos contó todo lo del padre, de cómo te quiere él y de quien verdaderamente es sin que muchos sepan.
- ¡Mirala vos a la “misteriosa”, parecen familia!, creo que ya estoy atado de pies y manos y me voy a tener que casar, jajaja.
- Sin tantas risas hijo, deberías pensarlo, no creo que encuentres a otra mujer igual, además nos contó de tus nuevos trabajos y de la casa. Cuando te recibas, te cases y tengan hijos habrás cerrado el círculo.
- Bueno, deduzco que hay algo que no les dijo y para eso vinimos, te cedo el honor Elena, ¿te animás con ellas?
- ¡¡¡No me digas que estás embarazada!!!, ayyy, me va a dar algo, -dijo mi madre dando un grito de alegría-.
- No Clara, nada que ver, aunque no sé, cuidar no nos cuidamos, tiene que ver con algo de él, yo les muestro, pero ante el padre deberá ser él quien hable.
- Bueno, dale, a ver que nos tenés que mostrar, -acotó con cierta desilusión cuando Elena se fue a buscar el cuadro con la copia del Título-.
Clarisa aprovechó para meter su bocadillo referido a que había hablado con Cynthia y quedaron de acuerdo en que viajarían con nosotros dos cuando regresáramos. Le contesté que estaba bien, pero, aunque no habría problemas, era conveniente que se lo dijera a Elena. “¿Qué tienen para decirme?”, -preguntó mi novia ingresando con el paquete del cuadro debajo del brazo-… “Nada, que hablé de más y me comprometí, pero vos tenés que estar enterada de todo”, -le dije a Elena sabiendo que, aunque no se pondría en contra, que la tuviera en cuenta le encantaba-.
- Mi amiga y yo nos vamos a ir con ustedes y nos deja quedarnos en la casa. Es sólo por una semana, tenemos que hacer los trámites para ingresar en la Facultad.
- Genial, Gustavo toma las decisiones y yo estoy de acuerdo en todo, además las voy a llevar a recorrer algunos lugares, bueno, siempre que el Jefe me deje faltar al Estudio, jajaja.
- ¡Qué bonito, no!, ¿y yo?, ¿no son capaces de pensar en mí?, -terció mi madre en la charla-.
- No me metan a mí en todo este baile, me voy a preparar unos mates, -dije pensando en lo que sería mi casa-.
- Ni se lo piense Clara, véngase con su marido, habitaciones sobran, -opinó Elena y se me esfumó la imagen de tres mujeres paseando semi desnudas por toda mi casa-.
Las dejé hablando solas hasta que regresé apurado con la pava en la mano porque escuché un grito de mi madre, la imagen que se me presentó fue de lo más bizarra. Elena estaba parada con cara de asustada y miraba a mi madre llevándose una mano a la boca, ésta lloraba y se reía totalmente desencajada, se notaba sentada en el borde de una silla y tenía el cuadro con el Título sobre sus muslos al cual miraba fijamente con ambas manos en sus oídos y Clarisa que soltaba hacia mi cuello dando gritos de felicidad. Ahora sé que el tiempo que me insume contarlo habría servido para tres o cuatro situaciones similares.
- ¡¡¡Mi hermano es Doctor, mi hermano es Doctor!!!, -decía Clarisa pegándose a mí como una lapa y llevando sus piernas a mis caderas-.
- No sé qué pasó, reaccionó así apenas les dije que ya estabas recibido y le di el cuadro, se puso pálida y comenzó a llorar y a gritar, -me decía Elena, totalmente desacostumbrada a las manifestaciones de alegrías familiares-.
- Lo lograste hijo, felicitaciones, lo lograste, -alcanzó a articular mi madre y se acercó a abrazarme con el cuadro apretado contra su pecho-.
- Bueno, bueno, tranquilas, costó, pero algún día tenía que darse, -les dije acariciando las cabezas de las dos-.
Apenas si pude dejar la pava llena de agua fría sobre una mesa y los cuerpos calientes de mi madre y de mi hermana apoyando sus tetas en el mío, me provocaron un hermoso tirón en la entrepierna, me hubiese encantado tenerlas a mi disposición vestidas sólo con su ropa interior, estaba seguro que con ellas sabría perfectamente lo que estaba haciendo allí y creo que ellas deseaban lo mismo. Elena se sumó riendo al abrazo y acotó, “debe estar por venir tu padre, tenés que pensar en el modo de decírselo”, en obvia referencia a la impresión que recibiría y a su estado de salud. Nos “desenredamos” y me ubiqué en el sillón individual sentando a Elena sobre uno de mis muslos, Clarisa no perdió tiempo y se acomodó en uno de los apoya brazos del sillón, mi madre quedó parada delante de nosotros con el cuadro en la mano, todavía llorisqueaba cuando nos habló:
- Elena tiene razón, va a ser un cimbronazo, sucede que pusimos muchas ilusiones en tu carrera y en lo que te gustaba, tus sueños eran nuestros y en algún momento pensamos que no lo lograrías porque no pudimos ayudarte más.
- Sin embargo, se pudo y jamás tuve dudas de sus sacrificios y ganas de ver que lo lograba, pero ahora van a tener que apuntar los cañones a “la nena”.
- Que no te quepan dudas de eso, Clarisa va a lograr tanto o más que vos con lo suyo, -seguramente, (pensé) pero tendré que repartir “deseos” a diestra y siniestra-.
Recién allí me di cuenta que Clarisa, a pesar de estar adelantada en su edad, todavía tenía un año más de Secundario por delante, con Cynthia no pasaba igual porque ella sí terminaba ese año y lo de ir a la ciudad a averiguar en la Facultad se me ocurrió como algo ideado por mi “hermanita” para poder ver con tranquilidad como le rompías el infernal culito a la amiga. La miré sin decirle nada y me adivinó los pensamientos porque se sonrió, bajó la vista y expresó, “era el único modo”, no me cabían dudas, las mujeres siempre están un paso adelante.
La cena con mi padre esperando por “la sorpresa” nos tenía en vilo a todos, pero las preocupaciones estuvieron de más y mejor que así haya sido. Mi madre le dijo que yo tenía que darle una noticia sorpresa y que tratara de tomarlo bien sin que se alterara su presión arterial, mi padre se sonrió, se sentó a esperar la cena y nos dijo que a él no le gustaban las sorpresas, que lo dejaran adivinar…
- A ver, ninguno parece tener en cuenta que no vivimos en una isla en el medio del mar, yo leo todas las noticias y que aparezca el nombre de un joven “casi Abogado” haciéndose cargo de un Estudio importante ya me infló bastante el pecho, claro que tu madre de eso no se enteró, en el pueblo están más en el chusmerío que en lo importante y siguió así, vos tendrías que decírselo cuando vinieras.
- “Tocado” papá, esa me la ganaste…
- Que hayas aparecido con tu novia y con las sonrisas de oreja a oreja, sin decirnos nada de entrada, podía significar dos cosas, que ella estaba embarazada e iban a hacernos abuelos o que ya hubieras rendido la última materia y ya tuvieras el Título.
- Jajaja, salvo por lo del embarazo, que nunca se descarta, “hundido” me diste en la línea de flotación. Soy Abogado y tengo el Título, te traje una copia, pero aun no puedo mostrarlo hasta que termine el ciclo lectivo.
- Dame un abrazo hijo, apurate antes de que me largue a llorar, -me dijo levantándose de la silla-.
Al final de cuentas lloramos los dos estrechamente abrazados y la tensión generada fue rota por la carcajada que largamos casi al unísono al mirar las caras de asombradas de las tres mujeres que lloraban quedamente y nos miraban con sus caras llenas de una felicidad muy íntima. Luego la cena se desarrolló de lo mejor, todo estuvo muy ameno y, para el momento de los cafés, los apretones que me daba Elena en el brazo me indicaban que había que ir a la cama y, por más que otros dos pares de ojos brillaban con deseo, una sola mordería las almohadas.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!